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IDEOLÓGICAS DE LA SOCIEDAD
CONTEMPORÁNEA.
1. Bases ideológicas de la sociedad contemporánea.
1.1. La ilustración.
La sociedad del Antiguo Régimen en Europa había recibido su primer golpe mortal
en la Revolución inglesa del siglo XVII. Por el contrario las monarquías absolutas se
consolidaron en la Europa del siglo XVIII, aunque aparentemente modificadas por la
difusión de un conjunto de ideas que caracterizan a esta centuria como el Siglo de las
Luces o de la Ilustración.
El término Ilustración se puso de moda para designar al movimiento intelectual
caracterizado por su confianza en la razón, la ciencia y la educación como elementos
básicos, ya que recogía las aportaciones de los pensadores de siglos anteriores. Sin
embargo, muchos historiadores consideran que la difusión de sus ideas constituyó un
elemento fundamental para los revolucionarios de finales de siglo.
¿Qué ideas defendieron los ilustrados?
- La importancia de la naturaleza para la vida humana.
- La confianza en la razón como instrumento que “ilumina” y guía nuestros
pasos en el aprendizaje.
- La proclamación de unos derechos naturales en todos los seres humanos
iguales para todos sin distinción de grupos sociales, y la defensa, por tanto,
de la tolerancia política y religiosa.
- La defensa de una religión natural o deísmo, basada en la convicción de
que la naturaleza era obra de un Creador.
- La necesidad de ampliar la educación, potenciando las enseñanzas
científicas y técnicas para hacer progresar un país.
El origen de los Estados Unidos se encuentra en las trece colonias fundadas por
emigrantes británicos en los siglos XVII y XVIII en la costa atlántica de América del
Norte. Los primeros colonos habían llegado huyendo de las luchas religiosas que
sacudían Europa. Tras dominar y expulsar indígenas, establecieron prósperas
plantaciones de tabaco y algodón trabajadas con esclavos negros traídos de África.
La causa de la ruptura entre las colonias y la corona británica hay que buscarlas en
las pretensiones de la metrópoli de establecer nuevos impuestos y obligar a las colonias
a comerciar exclusivamente con Inglaterra.
Las protestas de los colonos fueron desoídas y reprimidas por el monarca británico,
lo que provocó la celebración de un congreso de representantes de las colonias, que
culminaría con la Declaración de Independencia el 4 de julio de 1776. Este hecho
provocó una larga guerra contra Gran Bretaña que se prolongó hasta que, en 1783, los
británicos reconocieron en la Paz de Versalles la independencia, las cuales se dotaron de
una Constitución, basada en:
- La soberanía del pueblo para gobernarse.
- La igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.
- La posesión por cada individuo de unos derechos naturales e inalienables,
tales como la libertad religiosa, de expresión, derecho a la propiedad, etc.
3. La Revolución francesa.
3.1 Causas e inicios de la Revolución.
A mediados del siglo XVII, Francia se encontraba en una grave situación social y
económica, que fue hábilmente aprovechada por la burguesía para hacerse con el poder
y levantar lo que ellos mismos llamarían el Nuevo Régimen. En 1789 coincidieron en
Francia diversos factores que explican el fenómeno revolucionario:
- Una grave crisis económica causada por malas cosechas consecutivas que
encarecieron los alimentos y propiciaron una alza de precios generalizada.
- Una crisis financiera originada por el endeudamiento crónico del Estado
francés.
- Una crisis ideológica caracterizada por la difusión de las ideas ilustradas y
revolucionarias que cuestionaban los principios en los que se asentaba el
Antiguo Régimen.
-
Para solucionar esta situación, el rey Luis XVI pidió a los privilegiados que
colaborasen en los gastos del Estado, pero ante su negativa decidió convocar los
Estados Generales. La burguesía, representante del pueblo, aprovechó la ocasión para
transformar la reunión en una Asamblea Constituyente, destinada a cambiar la
organización política de Francia, mientras en la calle el pueblo de París asaltaba el 14 de
julio la cárcel de Bastilla, símbolo del poder real. El monarca, asustado, aceptó la nueva
realidad política. La Revolución había comenzado.
La derrota de Napoleón fue aprovechada por las potencias vencedoras para restaurar
las monarquías del Antiguo Régimen y, entre ellas, a los Borbones en Francia. Años
más tarde, la Revolución, recuperaría en toda Europa sus postulados básicos:
- La igualdad de los ciudadanos ante la Ley.
- La idea de que el poder procede de la nación soberana, del conjunto de los
ciudadanos.
- El concepto de los derechos del hombre, iguales para todos, presentes desde
el nacimiento y que no pueden ser arrebatados por ningún poder.
- La defensa de la propiedad privada y del libre mercado, como un
elemento básico de la mentalidad burguesa.
- La importancia de la Constitución, ley suprema de una nación que regula su
organización política y los deberes y derechos de cada ciudadano.
- La separación de los tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
La pequeña burguesía y las clases populares habían quedado una vez más fuera de
la participación política, por lo que radicalizaron sus posturas en defensa de sus
intereses de clase (el derecho a la huelga, la reducción de la jornada laboral y el derecho
al sufragio universal), lo que originó el surgimiento de nuevos grupos políticos, los
demócratas y los socialistas.
En 1848, se extendió por toda Europa una nueva revolución aprovechando el fuerte
descontento de la población a causa de la dura crisis económica (malas cosechas,
hambre, paro, etc.), pero la reacción de la alta burguesía, con el importante apoyo del
ejército, acabaría por imponer nuevamente el liberalismo moderado. En los años
siguientes, la presión popular conseguirá ir arrebatando cada vez mayores parcelas de
poder a la burguesía, situación que se plasmará en el establecimiento de constituciones
democráticas que recogía los derechos de todos los ciudadanos, entre los cuales el más
significativo será el sufragio universal, que permite el derecho al voto de todos los
ciudadanos varones mayores de edad.
4.3 Los principios del liberalismo.
Desde la lejana desaparición del Imperio romano, Italia había permanecido dividida
en pequeños Estados independientes. La aparición de una influyente clase burguesa en
el norte industrializado propiciaron la cristalización de un proyecto de unificación
nacional de todos los italianos en torno a la monarquía constitucional de Piamonte-
Cerdeña, del rey Víctor Manuel II.
Este proceso de unificación de Italia se desarrolló entre los años 1850 y 1871, y se
llevó a cabo en tres fases:
- En la primera, se consiguió la anexión de la mayor parte del norte de Italia.
- En un segundo momento, la lucha se dirigió al sur. Se conquistó primero
Sicilia y luego Nápoles.
- Por último, los esfuerzos se dirigieron a la conquista de Venecia y de los
Estados Pontificios, cuya capital, Roma, será anexionada en 1871 y
convertida en capital del nuevo reino de Italia.
Al igual que en Italia, el antiguo Imperio alemán había desaparecido siglos atrás
para dar paso a una débil confederación de Estados. En 1834 se dio el primer paso para
la unidad alemana con la creación de la Unión Aduanera entre los diversos Estados.
Pero la actuación más decisiva procederá del canciller prusiano Otto von Bismarck, que
desarrollará una política agresiva contra Dinamarca, Austria y Francia para conseguir la
unificación de todos los territorios alemanes.
La lucha del pueblo griego por alcanzar su libertad frente al Imperio otomano o
turco atrajo la simpatía de los europeos, quienes veían en los turcos a una civilización
extraña a las tradiciones europeas. Este sentimiento fue utilizado por Austria, Rusia,
Francia e Inglaterra para debilitar la presencia del Imperio turco en el este de Europa, y
en 1830 éste se vio obligado a reconocer la independencia de Grecia.
Sin embargo, este no será un caso habitual, ya que las mismas potencias que
apoyaron la independencia griega reprimieron demandas nacionalistas en sus
respectivos imperios: Irlanda, Polonia y Hungría son algunas de las nacionalidades que
no alcanzarían su independencia hasta el siglo XX.
UNIDAD 7 (Capítulo 11 Libro)
1. La revolución industrial.
4.2Las ideologías.
El fracaso de los primeros movimientos de protesta vino a mostrar dos deficiencias
importantes de la lucha de trabajadores: la desorganización del proletariado y la
carencia de una alternativa obrera frente al liberalismo burgués y capitalista.
- Socialismo utópico.
Intentaron establecer un modelo de sociedad alternativo al capitalista y
superar la miseria. Planteaban un nuevo reparto de la riqueza y una
sociedad igualitaria sin exponer el método para conseguirlo, tan solo
presentaron comunidades modélicas, como los falansterios de Fourier,
donde la propiedad era colectiva y los beneficios se repartían entre todos.
- Socialismo marxista.
En 1840 Marx planteará un socialismo “científico” que parte del análisis
del funcionamiento de la economía capitalista y de la propuesta de un
programa de acción para alcanzar la sociedad socialista.
Principales conceptos:
La lucha de clases: los opresores, propietarios de los medios de
producción, y los trabajadores oprimidos.
La plusvalía: la burguesía capitalista se apropia de la mayor
parte de la riqueza generada por el trabajo de obrero, el cual solo
recibe un salario muy inferior.
La revolución obrera y la dictadura del proletariado: el
proletariado debe conquistar el Estado por medio de los
sindicatos y los partidos obreros.
El socialismo: tras la implantación de la dictadura del
proletariado, el Estado, en nombre de los trabajadores, se
convierte en el único propietario de los medios de producción,
planificando la vida económica y procediendo a un reparto
equitativo de la riqueza. Posteriormente, la sociedad comunista,
desaparecerían el Estado y las clases sociales.
- Anarquismo.
Los pensadores rusos MijailBakunin y Piotr Kropotkin coincidían con el
análisis marxista del sistema capitalista, pero discrepaban de Marx y
Engels ya que consideraban al Estado como el principal obstáculo para
alcanzar la libertad individual.
La lucha contra el capital es una lucha contra cualquier forma de
explotación y autoridad que coarte la libertad. Los principales
enemigos del trabajador son la iglesia, el ejército y la escuela
tradicional.
Los individuos no pueden ser sustituidos en el ejercicio de su
soberanía y rehacen la delegación del voto en los partidos
políticos, propugnan la abstención en las elecciones.
La huelga revolucionaria es el único medio eficaz para acabar con
el Estado burgués e implantar la sociedad comunista, donde la
propiedad es colectiva y la acción política se realiza a través de
las asambleas populares.
- Las internacionales obreras.
La difusión de las ideas anarquistas y socialistas favoreció la fundación
en Londres en 1864 de la I Asociación Internacional de Trabajadores
(AIT) y la unidad de los trabajadores frente al capitalismo y sus
consecuencias. Esta asociación propició la fundación de sindicatos y
partidos políticos obreros que buscaban alcanzar sus objetivos a través de
la negociación, la huelga y la participación en las elecciones y
defendiendo programas socialistas.
Los enfrentamientos entre marxistas y anarquistas provocaron la ruptura
y la disolución de la Internacional en 1872.
A pesar de la división del movimiento obrero, los sindicatos y los
partidos políticos obreros continuaron creciendo. La fuerza social y
moral de este movimiento obligó a gobiernos y empresarios a introducir
progresivamente nuevas reformas laborales: negociación colectiva,
nueva jornada laboral de 8 horas, prohibición del trabajo infantil,
obligación del descanso dominical, entre otras.