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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA DEFENSA VICEMINISTERIO


DE EDUCACIÓN PARA LA DEFENSA
UNIVERSIDAD MILITAR BOLIVARIANA DE VENEZUELA

REVOLUCIONES Y CONFLICTOS EN EL VIEJO MUNDO

Autor: Cap. Kerman Rodríguez Delgado


C.I: N° V- 17.094.325

Caracas, Abril del 2023


Tras la caída de Napoléon en 1815, trajo como consecuencia toda una
revuelta en el continente europeo, produciendo esta la restauración de las
monarquías europeas. Todo parecía volver para atrás, otra vez el absolutismo y el
poder concentrado en unas pocas manos. Pero por todo Europa comenzó a
producirse revoluciones liberales que exigían libertad y la instalación de sistemas
parlamentarios.

¿Qué eran las sociedades secretas?

Los opositores al absolutismo debieron nuclearse en sociedades secretas


para poder organizarse. Se proponían una revolución a escala continental que
terminara con el poder absoluto de los reyes e instala la democracia. La más
importante de estas organizaciones fue la de los carbonarios. Este grupo, con
militantes en toda Europa, estaba compuesto por gente con distintas ideologías
que tenían en común su oposición al absolutismo. Entre 1820 y 1821 participaron
activamente en las revoluciones de España, Portugal y Sicilia y lograron la sanción
de Constituciones liberales.

¿Cómo surgieron los movimientos nacionalistas?

A partir de 1830, con el auge del romanticismo, cobran fuerza los


movimientos nacionalistas que debilitan la idea de una revolución europea.
Giussepe Mazzini fundó La Jóven Italia, movimiento que tuvo imitadores en otros
países, como por ejemplo la Argentina. Mazzini y los que pensaban como él,
decían que cada país tenía sus particularidades y que la lucha contra el
absolutismo debía adaptarse a las necesidades nacionales.

¿Qué pasó en París en 1830?

En 1830 el pueblo de París depuso al rey Borbón Carlos X. El ejército se


negó a reprimir al pueblo y Carlos debió abandonar Francia. La Cámara de
Diputados designó rey a Luis Felipe de Orleans, que adhería a los principios de la
monarquía constitucional. La mecha estaba encendida y por todo Europa
estallaron revoluciones liberales.

¿Cómo se produjo la derrota del Absolutismo?

Las Revoluciones europeas de 1830 significaron el fin del Absolutismo. A


partir de ese momento el poder político también pasó a los que ya tenían el poder
económico: los industriales y los banqueros desplazaron a la aristocracia dueña de
las tierras.

En Francia, Bélgica e Inglaterra se consolidó el sistema de las monarquías


parlamentarias. Por el momento, la democracia seguía siendo excluyente. Sólo
podían votar los propietarios.

La Oleada del 48

En 1848 otra oleada revolucionaria sacudió a Europa y otra vez París fue la
precursora. En Febrero de 1848 las calles de París vuelven a llenarse de
barricadas, se pide la ampliación del voto y mejoras para la dramática situación de
los sectores populares. El pueblo invadió el palacio real y Luis Felipe debió huir a
Londres con su familia el 24 de febrero de 1848. Se proclamó la Segunda
República Francesa y un socialista, Louis Blanc, ocupó el ministerio de trabajo. Se
estableció el sufragio universal, se abolió la pena de muerte por causas políticas.

¿Cómo reaccionaron las burguesías europeas?

Los cambios producidos en Francia y en el resto de Europa parecieron


peligrosos a muchos burgueses que intentaron que todo volviera a la normalidad.
En Francia se realizaron las primeras elecciones con el sufragio universal y ganó
un moderado, Luis Napoleón Bonaparte quien le garantizaba a los poderosos que
las concesiones terminarían en el sufragio universal y que las reformas graduales
podían calmaban los ánimos de los descontentos. Era conveniente cambiar algo
para no perderlo todo.

¿Qué fue el Manifiesto Comunista?

En medios de estas agitaciones sociales en un Congreso celebrado en


Londres en 1847, la Liga de los Comunistas le encargó a dos de sus afiliados la
redacción de un texto que contuviera los puntos esenciales de esa ideología.
Carlos Narx y Federico Engels redactaron el Manifiesto Comunista que se
transformó en la base del pensamiento socialista. Allí decían, entre otras muchas
cosas que la Historia era la historia de la lucha de las clases oprimidas contra las
opresoras y que había que formar agrupaciones políticas y sindicales en todo el
mundo para combatir la explotación capitalista. El manifiesto se publicó en 1848,
unos días del estallido de la revolución en Francia.

Revolución de 1820 o Ciclo Revolucionario de 1820 son los nombres con


los que la historia se ha referido a la serie de procesos revolucionarios que
tuvieron lugar en Europa en torno a 1820. Fue la primera de las llamadas oleadas
o ciclos revolucionarios que sacudieron Europa tras las Guerras Napoleónicas y
Napoleónicas repetidas sucesivamente en las revoluciones de 1830 y 1848. Dado
que los países más afectados fueron los del sur de Europa (los episodios en otras
zonas como Alemania o Francia fueron de mucha menor importancia), siendo
España el epicentro de un movimiento que se extendió a Italia, Portugal3 y Grecia;
Se le ha denominado ciclo mediterráneo, en contraposición al ciclo atlante que le
había precedido en la generación anterior (las primeras revoluciones liberales, o
revoluciones burguesas, engendradas a ambos lados del océano: la
independencia de Estados Unidos -1776 y la Revolución Francesa -1789 ). Las
revoluciones de 1820 surgieron como a la Restauración que se produjo como
consecuencia de la derrota de la Francia revolucionaria y que supuso el
restablecimiento del antiguo régimen y la aplicación de los principios legitimistas
del Congreso de Viena de 1815, encomendados a la violencia y determinación
intervencionista de la alianza de los santos. Ante la desigualdad de poder, la forma
organizativa predominante de los revolucionarios de 1820 fue la conspiración de
sociedades secretas como la Masonería o los Carbonari. Aunque pueden
constatarse cambios anteriores, el movimiento revolucionario que provocó el
contagio y en varios casos, la imitación explícita (incluso del texto constitucional)
fue la declaración de los militares liberales españoles que dio paso al llamado
Trienio Liberal. El caso más peculiar fue el de Grecia, donde se pueden fechar los
inicios del movimiento por la independencia griega en 1821, que fue proclamado
en 1822; y que fue la única de las revoluciones de este ciclo que triunfó gracias al
apoyo de las potencias europeas contra el Imperio Otomano.

El siglo XIX fue uno de los más agitados a nivel social. Las revoluciones de
1820 y 1830 habían dejado claro una cosa: el sistema del Antiguo Régimen no
funcionaba y era necesario tender hacia el liberalismo. Además, el nacionalismo
había empezado a surgir en algunos países que ansiaban lograr la unificación,
como Italia y Alemana, o la independencia, como Bélgica y Grecia. Por eso, las
revoluciones de 1848 surgieron a causa de múltiples factores: políticos,
ideológicos, económicos y sociales.

Los factores económicos fueron, sobre todo, las oscilaciones de precios y


salarios. La gente no tenía realmente poder adquisitivo, por lo que buscaban una
mejora. Alrededor de esta fecha también hubo una crisis de crédito y una crisis
agrícola típica del antiguo modo de producción, que incrementó la pobreza del
campesinado. Estos factores monetarios influyeron directamente en los otros
ámbitos de la vida. Los gobiernos empezaron a aplicar medidas más estrictas,
provocando un malestar entre la ciudadanía, especialmente entre la burguesía.

Los ciudadanos ya no estaban contentos con las políticas aperturistas de


1830, sino que buscaban más. Querían la abolición del sufragio censitario en los
países que existía y pensaban que la república sería el mejor sistema para
erradicar las diferencias entre las distintas capas de la sociedad. Cada país tenía
una estructura social distinta, pero lo que movía a las clases proletarias no eran
motivos políticos, sino sociales. Los pensadores e intelectuales de la época como
Pierre Leroux, Louis Blanc, Auguste Blanqui, Karl Marx y Friedrich Engels
revolucionaron el pensamiento del estamento más damnificado de la sociedad
decimonónica. Pero, aún con todo, en cada nación, la revolución de 1848 tuvo
distintos catalizadores. En algunos sitios, fueron los obreros, en otros la burguesía
y en otros los nacionalistas.

A esta grave situación económica y social hay que sumarle la batalla final
entre el absolutismo y el liberalismo. Aunque es cierto que en algunos países la
revolución de 1830 perduró, la verdad es que en Francia las esperanzas de la
Revolución de Julio se perdieron, en Alemania el absolutismo estaba extendido
por todos los estados, Austria seguía bajo el férreo control de Metternich y en Italia
el Antiguo Régimen estaba a la orden del día. Los liberales europeos
comprendieron que no podían hacer nada solos, por lo que intentaron
solidarizarse, formando la “Joven Europa” de Mazzini o la “Liga de los Proscritos”.

Los historiadores no están de acuerdo si hubo una conspiración continental


que promovió las revueltas de 1848, pero en lo que concuerdan es que fue un
movimiento general y heterogéneo. Se pretendía lograr una emancipación política
y nacional, cuya única forma de conseguirlo sería mediante la destrucción del
absolutismo y del egoísmo de las clases dirigentes. Cada país saltó por su motivo
y enfatizando en algunas cosas más que en otras, pero todos fueron una
expansión de las movilizaciones previas de 1820 y 1830.

Algunas naciones, como por ejemplo Austria, sufrieron las sublevaciones


por primera vez en su historia reciente, pero se trató de movimientos inspirados en
los de sus vecinos, como por ejemplo Francia o España, que llevaban 3 revueltas
a sus espaldas en las últimas 4 décadas.
El Tratado de Versalles fue un tratado de paz que se firmó en dicha ciudad
al final de la Primera Guerra Mundial por más de cincuenta países.1 Este tratado
puso fin a lo que sería "la última guerra", trató de limitar futuras aventuras militares
por parte de Alemania. Terminó oficialmente con el estado de guerra entre
la Alemania del segundo Reich y los Aliados de la Primera Guerra Mundial. Fue
firmado el 28 de junio de 1919 en la Galería de los Espejos del Palacio de
Versalles, exactamente cinco años después del atentado de Sarajevo en el que
fue asesinado el archiduque Francisco Fernando, (en alemán: Franz Ferdinand) el
principal detonante de la Primera Guerra Mundial. A pesar de que el armisticio fue
firmado meses antes (11 de noviembre de 1918) para poner fin a las hostilidades
en el campo de batalla, se necesitaron seis meses de negociaciones en
la Conferencia de Paz de París para concluir el tratado de paz. El Tratado de
Versalles entró en vigor el 10 de enero de 1920.

De las muchas disposiciones del tratado, una de las más importantes y


controvertidas estipulaba que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados)
aceptasen toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra y,
bajo los términos de los artículos 231-248, 2 deberían desarmarse, realizar
importantes concesiones territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes
indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. El Tratado de Versalles
fue socavado tempranamente por acontecimientos posteriores a partir de 1922 y
fue ampliamente violado en Alemania en los años treinta con la llegada al poder
de Adolf Hitler.

Alemania liquidó el pago de las reparaciones de guerra en 1983, pero


todavía quedaba pendiente el abono de los intereses generados desde la
aprobación del tratado, que ascendían a 125 millones de euros (cambio de 2010).
Dichos intereses no podían ser abonados hasta que Alemania estuviese
reunificada, dándosele para ello 20 años a partir de ese momento. Por aquellos
días, se creía que nunca iban a ser abonados, pero tras procederse a
la reunificación del país, se fijó el 3 de octubre de 1990 como fecha de inicio de
esos 20 años. Finalmente, Alemania liquidó totalmente las reparaciones de guerra
el 3 de octubre de 2010

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