Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Tenemos una especie de ceguera con respecto a las plantas, lo que no es algo innato en el
hombre (muchas tribus de Sudamérica guardan una gran devoción a las plantas y les
reservan especial en su religión), sino que es un paradigma cultural heredado. En la
ciencia todavía domina un paradigma muy zoocéntrico, casi hasta el punto de colocar a
las plantas en la frontera de lo inerte. Las “mentes móviles siempre van a ocupar un lugar
de mayor relevancia en la investigación científica.
Hay en la historia de la ciencia una figura fue pionera en dar una especial atención a las
plantas: Darwin, que escribió una monografía de 118 páginas con el título de Los
movimientos y hábitos de las plantas trepadoras. En este ensayo Darwin señalaba las
conexiones evolutivas entre la forma en que trepaban las plantas de pepino, usando los
zarcillos como si fueran muelles que se enrollaban en torno a los objetos, y el método que
usaban las clemátides, que era aferrarse con fuerza por medio de “ganchos”.
[Ver vídeo zarcillos mimosas y atrpamoscaser]Se trataba de dos métodos distintos para
solucionar un importante problema evolutivo: cómo alcanzar la luz en ausencia de un
tallo rígido. El propio Darwin decía que se estaba divirtiendo con sus zarcillos (estaba
confinado en cama por enfermedad y no tenía mucho que hacer), estaba observando las
plantas, su conducta, no solo tenía acceso a su nombre o había podido estudiar su
fisiología, sino que estaba viendo su comportamiento. Llegó a desarrollar una forma de
registrar lo que podía percibir a simple vista [ver foto], así pudo obtener una manera única
de acceder a los hábitos de las plantas, y que estas se mueven y cambia de forma como
conductas análogas a los animales. La diferencia es que en las plantas
crecimiento/desarrollo y movimiento van siempre de la mano.
La conclusión del trabajo de Darwin es que a finde entender la inteligencia de las plantas
debemos estudiar a fondo su conducta. Dado que la conducta es ese hilo de Ariadna que
nos puede llevar al centro del complejo laberinto de la inteligencia de las plantas.
Necesitamos encontrar la forma de adaptar nuestra percepción al ritmo de las plantas (a
veces no hace falta como en el caso de la mimosa en el de la atrapamoscas). Es necesario
emplear las herramientas visuales adecuadas y tener en cuenta que cualquier mediación
tecnológica entre las plantas y nosotros se va a cobrar su precio. El proceso de extraer
muestras, grabar y editar va a producir alguna clase de sesgo en nuestras experiencias. La
fotografía secuencia puede convertir lo aparentemente inanimado en movimiento y el
crecimiento en conducta. Pero Calvo afirma que las plantas tienen su propio ritmo a veces
se comportan de manera a extremadamente rápidas, el flujo continuo de fotogramas no
representa el tiempo continuo.
Explicación fisiológica: durante el día la palmera pierde agua por culpa de la evaporación
que causaba el calor del sol, y eso le hacía perder turgencia volviendo el tronco flexible.
De noche la palmera absorbía agua de un pozo subterráneo y se saturaba de agua. También
el tronco podía haber quedado dañado por algún parásito u otro tipo de explicaciones más
difíciles de asimilar por los lugareños. Más que la posible respuesta al misterio de la
planta, es más interesante la disposición de la gente a interpretar las actividades de la
palmera como algo sobrenatural.
-Antropomorfización: vernos a nosotros mismos en cosas que son del todo distintas. Pero
una cosa es eso y otra el sostener que los estados mentales y su expresión son integrales
a las interacciones entre animales sociales. El recurso a la antropomorfización muchas
veces obstaculiza la exploración de las capacidades emocionales de los animales
-Antropocentrismo: negativa a reconocer continuidades que existen entre nosotros y otras
formas de vida. Esto suele darse más con las plantas
Calvo afirma que es cierto que tenemos que evitar caer en la sobreexcitación, pero
tampoco podemos ser zoocéntricos. Para Taiz los videos de time lapse no constituyen
ninguna evidencia de conciencia ni de intencionalidad, hacen que las plantas parezcan
animales. Su interpretación comete el error de considerar que la conciencia y la
inteligencia son inextricables del tipo de respuestas que puede detectar nuestra escala de
percepción. Simplemente estamos comprimiendo el tiempo para que la conducta de las
plantas sea más fácil de apreciar.
En el MINT LAB Calvo y su equipo se dedicaron a estudiar cómo la planta del vídeo
buscaba su soporte, qué la dirigía a su meta. Esa conducta orientada a metas parece
requerir una maquinaria celular muy sofisticada, capaz de orquestar todo el proceso. Sin
embargo, podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Cuál es la naturaleza de esa
maquinaria? ¿Es meramente automática o incluye un procesamiento complejo como el
que sabemos que se produce en los animales? A la hora de juzgar este tipo de conductas
es importante dejar a un lado los sesgos y tener cierta amplitud de miras.
Los críticos del MINT LAB sostiene que las observaciones que registran no revelan más
que adaptaciones sofisticadas, conductas que se reducen a respuestas automáticas a
estímulos. Las flores de las orquídeas, con su asombroso despliegue de color y forma,
están exquisitamente formadas para engañar a los insectos y cargarlos de polen, y sin
embargo son ejemplos de selección natural, no de cognición. En las judías de enrame no
hay conducta guiada por cognición. Calvo sostiene que se equivocan y que esa conducta
no puede explicarse como simples respuestas reflejas, tiene que haber algo más. Dice
textualmente que “las plantas trepadoras no son simples organismos bien adaptados, sino
que sus facultades, así como las de otras plantas, dependen de sus capacidades
cognitivas” (para hablar de cognición se sirve del modelo de cognición corporeizada que
hemos visto en clase).
Para ahondar todavía más en este debate y en la divergencia de opiniones respecto a una
posible inteligencia vegetal, es necesario comprender la sutil diferencia entre adaptación
y cognición; o más bien qué es lo que tiene la cognición que no se puede explicar
únicamente por medio de la adaptación. Y es que, por supuesto la cognición también es
adaptativa, y permite a las plantas habitar mejor su entorno.
Voy a poner ahora una serie de ejemplos que permiten distinguir ambos tipos de conductas
(una adaptativa y otra cognitiva)
1.Ejemplo de la palmera andante. Esta es una simple adaptación física pero bastante
impresionante. Sus raíces le permiten alcanzar la luz del sol de manera más rápida, sin
tener que pasar por el proceso tan lento de construir un tronco grueso y denso. Además le
permite adaptarse a un suelo generalmente irregular
2.Ejemplo de las orugas caníbales: las tomateras producen ciertas sustancias químicas
cuando las atacan fitófagos como por ejemplo las orugas, volviéndolas caníbales. Aún
que resulte bastante asombroso esto no deja de ser una adaptación. Esta es una reacción
que les ha sido inculcada en los genes a lo largo de la evolución.
Hay conductas vegetales que en la superficie parecen simples respuestas adaptativas, pero
que cuando hurgas un poco, resultan mucho más complejas. Ser capaces de adelantarse a
cambios que podrían tener lugar en el entorno, como la lluvia o la salida del sol, permite
a las plantas prepararse para esos cambios y estar listas para maximizar esas
oportunidades, lo que les compensa a largo plazo.
-Ejemplo de las plantas heliotrópicas: sus hojas y tallos siguen el sol a lo largo del día, lo
que maximiza la luz del sol que cae sobre sus flores y, en consecuencia, el número de
polinizadores que se ven atraídos por ellas. Esto podría parecer fácil, pero es que además
pueden seguir el recorrido del sol, aunque esté nublado. Si rotas 180º a un girasol durante
la noche solo tardará unos días en reorientar sus movimientos hacia el nuevo ángulo del
sol en relación con su inflorescencia. Las plantas no solo están reaccionando a lo que
sucede a su alrededor; es posible que dispongan de un modelo interno de lo que hace
el sol y que ese modelo guíe sus movimientos.
La cosa se pone todavía más interesante cuando miramos lo que hacen las plantas de
noche. Muchas plantas heliotrópicas reorientan de noche sus hojas en la dirección en la
que saldrá el sol. No se limitan a repetir el movimiento diurno; sucede al doble de
velocidad incluso en ausencia de cualquier pista sobre la posición real del sol la noche
anterior. La lavatera es capaz de predecir por dónde saldrá el sol y girar sus hojas hacia
allí a modo de preparación, y capaz, además, de seguir haciéndolo durante unos cuántos
días aunque se la prive de la luz del sol. Esta conducta es adaptativa, y maximiza la
cantidad de luz que podrán absorber las hojas durante el día. También es predictiva: las
hojas no se giran en respuesta al sol, sino que se prepara en previsión del alba. Esto lo
consigue en parte la lavatera por medio de un mecanismo de respuesta retardada que tiene
que ver los gránulos de almidón que se han acumulado durante la fotosíntesis (pag 108).
La razón de que la lavatera y otras plantas se reorienten hacia la salida del sol es que
siempre es útil prepararse de antemano, estas plantas pueden preparase para la fotosíntesis
llevando a cabo las reacciones metabólicas necesarias y también absorber toda la luz solar
posible a lo largo de las horas de luz del día. Predecir cuándo y por dónde va a salir el sol
tiene que significar que, hasta cierto punto, las plantas pueden explotar de alguna forma
un modelo interno de su entorno. El conjunto de mecanismos que permite a las flores
seguir al sol en condiciones de sombra está relacionado con el ritmo circadiano, un
modelo interno de los cambios cíclicos de fuera de la planta que rige los tiempos de los
cambios que tienen lugar dentro de la planta. Ese ritmo se sincroniza a partir de referencia
clave como la luz y la temperatura.
A las plantas que sean capaces de desempeñar sus funciones internas y regular sus
interacciones con el entorno de forma concertada con los cambios que están teniendo
lugar en el exterior les irá mucho mejor que a las que les ha sido anulado genéticamente
el ritmo circadiano.
-pero ¿Por qué puede ser tan importante para las plantas predecir los cambios del entorno
y el momento en el que van a tener lugar? Respondiendo a esta pregunta quizá podremos
percibir mejor aquello de lo que son capaces las plantas, porque eso nos mostrará que han
de tener necesariamente respuestas que van más allá de lo puramente reactivo. Calvo
piensa que lo central de la cuestión es la complejidad de un entorno que cambia
rápidamente, en otras palabras, las plantas no se pueden permitir el lujo de tomar malas
decisiones en una economía biológica tan agitada. La perspectiva de un colega de Calvo,
un ecólogo vegetal, se centra en la lentitud de las plantas. Sostiene que las plantas lo hacen
todo tan despacio, que si se equivocan en algo ya no lo pueden volver a intentar. La
conclusión es que si el crecimiento quiere ser funcional tiene que ser anticipatorio.
Las plantas viven en entornos muy complejos. Las adaptaciones (esas respuestas
automáticas bien afinadas al entorno, puerta de garaje, reflejo de la pierna) proporcionas
vías simples y efectivas de lidiar con los problemas comunes: crecer hacia la luz,
mantenerse erguidas, etc. Pero no hacen surgir las capacidades flexibles que permitirán a
las plantas ajustar sus acciones para optimizarlas en relación con los múltiples aspectos
dinámicos de su entorno. Para que esto ocurra hay que reunir numerosas fuentes de
información, integrarlas y usarlas para regular el comportamiento, que podrá ser
increíblemente flexible según como de plásticas sean las plantas en su forma de crecer y
desarrollarse.
Las plantas no son organismos que simplemente se alejan y se acercan a las cosas: luz,
agua, depredadores… sino que se ha demostrado experimentalmente que hay muchísimos
aspectos del entorno vivo y no vivo a los que las plantas responden: cinco partes distintas
del espectro lumínico , duración del día, cambios estacionales, humedad vibraciones,
niveles de salinidad, variaciones periódicas de la disponibilidad de nutrientes, etc.
Algunas de estas actividades equivalen a comportamiento que nos pueden parecer propios
de animales. Las plantas demuestran la capacidad de defenderse a sí mismas y defender
su territorio, así como la capacidad de elaborar mapas internos del suelo que las rodea
para guiar el crecimiento de las raíces.
-Ejemplo de las plantas de maíz. Para comprobar cómo afecta la información sobre la
falta de espacio a las decisiones de las plantas a base de ofrecerles una opción: un estudio
ponía a prueba cómo una serie de plantones de maíz desarrollaban sus raíces dentro de un
“laberinto en Y” o contenedor bifurcado invertido, con diferentes soluciones en cada
extremo. En un lado había una solución en la que crecían plantas a las que se les habían
tocado las hojas, para simular condiciones de crecimiento en estrecha proximidad. Al otro
lado una solución en la que se había cultivado plantas “sin contacto”. Casi todos los
plantones elegían crecer en la solución sin contacto. Las plantas que no tenían esa opción
desarrollaban mucho más su parte aérea que sus raíces, manifestando la necesidad de
adelantarse a sus competidoras.
Vamos a ver ahora ejemplos de conductas vegetales que presentan claros indicios de estar
sustentados por procesos cognitivos: desde el aprendizaje y la memoria hasta las
conductas competitivas y sensibles a los riesgos e incluso habilidades numéricas.
El comportamiento de las plantas puede cambiar de manera drástica como resultado del
intercambio de mensajes. A veces hay plantas de distintas especies que se avisan entre sí.
Por ejemplo, la cuando una artemisa es atacada y hay un espécimen de tabaco silvestre
cerca, este interpretará los compuestos orgánicos volátiles que ha liberado la artemisa
como una señal de peligro y liberará él mismo sustancias repelentes contra posibles
depredadores. Las plantas también actúan en base a análisis de coste beneficio,
decidiendo dónde invertir sus preciosos recursos metabólicos. Ejemplo de los guisantes
Pag 121. SE podría afirmar que las plantas estaban tomando decisiones
¿Acaso las plantas pueden tener un sistema afín al sistema nervioso de los animales?
¿Pueden tener las plantas su propia materia verde en lugar de gris? Parece un error hablar
de sistemas nerviosos en unos organismos que carecen de nervios. Pero hace mucho
tiempo que sabemos que las plantas tienen la capacidad de transmitir electricidad por sus
tejidos. En el caso de la mimosa, es un impulso eléctrico lo que desencadena el repliegue
de una hoja por medio de la tranmisión de excitación. El movimiento de esos cambios de
voltaje es la esencia de la comunicación nerviosa, pero en ausencia de nervios, las señales
eléctricas pueden viajar por el sistema vascular, esa red de transporte formada por
“tubitos” (xilema y el floema) que se extienden desde la raíz hasta el tallo. El sistema
vascular distribuye las señales eléctricas por toda la planta para que la planta pueda
coordinar sus funciones. Las sustancias químicas involucradas en la transmisión de
señales eléctrica entre neuronas en los animales, en las plantas se llaman biomediadores,
y sustancias químicas como la acetilcolina, la dopamina o la melatonina que se encuentran
en las plantas son las mismas moléculas que producen los animales.
NEUROGUERRAS
La cuestión de si las plantas tienen sistema nervioso es algo bastante polémico. Muchos
fisiólogos vegetales son partidarios de reducir a las plantas a sus propiedades moleculares
y estructurales, y les incomoda hablar sobre las plantas usando términos como conducta
y no están abiertos a la idea de una psicología vegetal. Afirman que ciertas ideas
cuestionables acerca de la consciencia de las plantas pueden perjudicar a la disciplina y
generar ideas equivocadas en los futuros estudiantes de biología vegetal.
-discusión semántica.
Podemos decir que en los mamíferos hay un modelo interno que resulta fundamental para
la forma en que interactúan con el mundo. Ej: del perro dálmata de R.C James. Esta
imagen viene a enseñarnos que no nos formamos imágenes pasivamente a partir de un
flujo de estímulos sensoriales. Nuestro cerebro se adelanta constantemente a lo que nos
vamos a encontrar dando forma a la naturaleza del encuentro. Lo que predecimos afecta
a lo que vamos a experimentar. La consecuencia es que nuestra experiencia del mundo es
mucho más individual de lo que creemos. Como dije anteriormente las plantas no
necesitan neuronas para tener un sistema nervioso, de forma que quizás tampoco
necesiten un neocórtex para preconcebir las cosas.
Calvo habla sobre la teoría de la mente extendida de Clark y chalmers, que afirman que
la cognición no puede confinarse solo en lo que ocurre en el interior de nuestra mente
(las plantas tienen un sistema nervioso descentralizado) sino que debe expandirse al
mundo que nos rodea. La cognición incluye las herramientas que usamos para pensar:
papel, boli, ordenador, calculadoras… componentes de un bucle continuo entre el
pensamiento y la acción. Otra de las tesis de Clark es la del procesamiento predictivo: el
cerebro no es un receptor pasivo de información, sino una máquina de hacer predicciones
en funcionamiento continuo que se anticipaba a las experiencias que le iban llegando.
Enfrentarse a la información que llegaba con expectativas adquiridas permite al cerebro
entender de manera inmediata lo que está experimentando. Esto lo llaman procesamiento
de “arriba abajo” en el que el cerebro dicta activamente su experiencia, para distinguirlo
del de “abajo arriba” que es la respuesta pasiva a las sensaciones.
Otro neurocientífico llamado Karl Friston sostiene que el cerebro minimiza las
predicciones incorrectas mediante lo que él denomina “principio de energía libre”. El
principio de la Energía Libre (PEL) es un marco teórico que postula un principio unificador para
comprender la cognición y el comportamiento adaptativo en los sistemas vivos. Sugiere que los
organismos, incluido el cerebro, funcionan minimizando una cantidad llamada "energía libre" a
través de la inferencia activa y el procesamiento predictivo.123
Para hacerlo más claro podemos dividir el concepto de Friston en inferencia activa y
perceptiva. La inferencia activa consiste en hacer que el mundo sea similar al modelo
que tenemos de él y la inferencia perceptiva consiste en cambiar el modelo para
acomodarlo al mundo ¿Puede esto darse en las plantas?