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Vincular en clase los temas de interés con ciertos capítulos o secciones incluidos
en los libros de texto (lectura grupal o en equipos, exposición del maestro).
Extracurricularmente:
Qué contenidos son recomendables para fomentar y/o revisar con los
padres de familia
Cómo pueden usar los padres de familia los contenidos de este libro
Para complementar y apoyar la información revisada en los Círculos de Lectura
del libro Cómo proteger a tus hijos contra las drogas.
Como material de apoyo para establecer una conversación con los hijos sobre
las drogas.
Como material de apoyo para los coordinadores de los Círculos de Lectura del
libro Cómo proteger a tus hijos contra las drogas.
IV. En el sector social, con medios masivos de comunicación, grupos
promotores preventivos, y otros organismos (empresas, instituciones,
etcétera)
En términos muy amplios, haciendo caso de esta definición, podemos decir que
¡Estamos rodeados de drogas!: los medicamentos que tenemos en el botiquín,
como los antibióticos y la aspirina son drogas; el té, el café, los refrescos de
cola (que contienen cafeína), las bebidas alcohólicas, el tabaco, todos ellos
contienen droga y, por supuesto, las que estamos acostumbrados a llamarles
drogas: marihuana, cocaína, heroína, éxtasis, etcétera.
Evidentemente, la relación que cada quien tenga con las drogas puede
convertirse en una situación problemática o de difícil manejo, debido, como ya
se mencionó, a toda la serie de consecuencias orgánicas, psicológicas,
familiares y/o sociales que implica su uso.
Experimentadores: Son aquellas personas que utilizan las drogas en una sola
ocasión para satisfacer su curiosidad ("a ver a qué sabe", "a ver qué se
siente").
Sociales u ocasionales: Las personas que consumen drogas sólo cuando están
en un grupo o para hacer frente a una situación esporádica (por ejemplo, el
estudiante que toma anfetaminas para mantenerse despierto).
De Abuso
Depresores
Estimulantes
Sustancias que, al igual que los depresores, actúan directamente sobre el
sistema nervioso central, pero de otra manera, ya que generan diferentes
reacciones del cuerpo, como aumento en la presión sanguínea, en la
temperatura corporal y el ritmo cardiaco; asimismo, euforia, sensación de
bienestar, sentimiento exagerado de felicidad, ansiedad, disminución del
apetito, estados de pánico, miedo, indiferencia al dolor y fatiga, alteraciones del
sueño, comportamiento violento, sentimiento de mayor resistencia física, entre
otras. Dentro de esta categoría se encuentran la cocaína, las anfetaminas y el
éxtasis, también conocidas como estimulantes mayores.
Alucinógenos
Finalmente, conviene comentar que los adultos entre 35 y 65 años de edad que
consumieron drogas ilegales alguna vez en la vida probaron principalmente con
marihuana y cocaína, y en mínima proporción, con heroína.
Por otro lado, en los últimos estudios se ha reportado que las personas de la
tercera edad también se consideran como consumidoras de drogas. Aquí la
variante es el consumo bajo prescripción médica; es decir, las múltiples
enfermedades que los ancianos manifiestan requieren de un comprimido
(medicina) que mitigue el dolor, el desamparo y la soledad que frecuentemente
se presentan en la senectud.
Las ideas que comúnmente se tienen en torno a los ancianos son con
frecuencia denigrantes, por mencionar algunas, son un estorbo, son sucios y
torpes. Las actitudes hacia estas personas están matizadas con un trato
diferente y poco gratificante que acentúa la sensación de inutilidad, el sentido y
el significado que le atribuyen a la vida está deteriorado, fracturado y este
pensamiento conduce a sus familiares y al mismo anciano a resolver su sentir
con algún medicamento que funciona como "calmante".
8. ¿Cuántas personas han consumido drogas ilegales alguna vez en la
vida en nuestro país?
Cerca de 2.5 millones de personas han consumido drogas ilegales alguna vez en
su vida; sin mencionar el número de individuos que consumen alcohol, tabaco y
sustancias médicas
En nuestro país, el grupo más afectado por el consumo de drogas, es el de los
hombres entre 18 y 34 años de edad. Éstos suelen ser los más vulnerables
debido a las exigencias y a la educación dada en la familia, la escuela y los
demás grupos donde se desenvuelven. Culturalmente, se tienen distintas
expectativas de los hombres en relación con las mujeres; por ejemplo, se
espera que sean capaces de realizar cualquier actividad para demostrar su
masculinidad, lo que puede llevar a que, con tal de no perder su lugar y quedar
en vergüenza delante de los otros, acepten retos que implican ciertos riesgos,
entre ellos el consumo de drogas, como el alcohol.
El ambiente adverso que los rodea, propicia, por ejemplo, que los niños de la
calle, siendo aún muy pequeños, se inicien en el consumo de drogas, optando
casi siempre por el uso de inhalables. Se trata de menores que no han tenido la
oportunidad de contar con una familia integrada, o un familiar o tutor que los
apoye; tampoco tienen acceso a la educación básica, y difícilmente obtienen
atención médica en caso de enfermedades o accidentes, aun cuando las
instituciones de salud de nuestro país cuentan con programas dirigidos a este
grupo de población, la información que tienen respecto a su derecho a la salud
es mínima o nula.
Para los niños de la calle, por ejemplo, el uso de inhalables puede significar una
forma de evadirse de su realidad, y mientras les dure el efecto no tendrán
hambre o frío, así que probablemente olvidarán por momentos que no cuentan
con un hogar, una escuela, alguien que les brinde amor y protección. En
consecuencia, estarán haciendo lo mismo que sus demás compañeros, lo que
les hará sentir que pertenecen a un grupo y que son aceptados por los otros
De acuerdo con investigaciones en torno a menores infractores, la mayoría de
los niños y las niñas han vivido en una situación económica inestable; además
se presentan con frecuencia la desintegración y/o violencia familiar, así como el
abandono del padre o la madre. Otra característica es que han sufrido de abuso
y maltrato infantil, su interés por estudiar es escaso o no existe, llegando al
abandono escolar.
El tabaco contiene una potente sustancia adictiva llamada nicotina, además del
alquitrán que es muy peligroso y se relaciona estrechamente con la aparición
del cáncer y otras más de 4,000 sustancias tóxicas, como monóxido de
carbono, -el mismo gas que generan los motores de gasolina-, brea,
formaldehído y benceno, entre otras.
El humo del cigarro contamina el aire y, por tanto, enferma a las personas que
no son fumadoras. A quienes inhalan el humo de los fumadores se les conoce
como fumadores "pasivos" o "involuntarios"; está comprobado que dicha
población se halla en riesgo de contraer enfermedades cardiorrespiratorias
debido a la exposición al humo de tabaco. Este humo es más tóxico que el
inhalado por el propio fumador, ya que contiene 1.4 veces más alquitrán, 3.4
más nicotina y 3.1 más monóxido de carbono. Si tenemos en cuenta que por
cada hora que se pasa el no fumador en un ambiente cargado de humo, aspira
una cantidad equivalente a por lo menos un cigarrillo, comprendemos por qué
el humo del tabaco ajeno amenaza también la salud.
Los hijos de padres fumadores, como fumadores pasivos, tienden a presentar
diversas complicaciones de salud; por ejemplo, la inhalación de humo de tabaco
representa un riesgo mayor de infecciones en vías respiratorias superiores,
tales como bronquitis y neumonía. El humo del tabaco también incrementa la
frecuencia de acumulación de líquido en el oído medio, síntomas de irritación en
las vías respiratorias superiores y una reducción pequeña, pero significativa, en
la función pulmonar; además representa un factor de riesgo para el surgimiento
de nuevos casos de asma.
En relación con el consumo de alcohol, éste puede llevar a una persona a
desarrollar alcoholismo, enfermedad caracterizada por el consumo no
controlado de bebidas alcohólicas.
En síntesis:
Sí, aunque hay que tomar en cuenta que el peligro se presenta al momento de
iniciar el uso de cualquier droga. El efecto que algunas drogas hacen a nuestro
sistema nervioso central puede ir desde una simple alteración de la percepción,
a un trastorno mental más severo. Lo anterior también está en función de la
frecuencia, la cantidad, la vía de administración (inhalada, oral, intravenosa) y
la capacidad del organismo para tolerarla.
Por lo anterior, las drogas permitidas como el alcohol, el tabaco o las drogas de
uso médico, pueden ser igual o más peligrosas que otras drogas ilícitas, como
la marihuana, la cocaína, etcétera.
Otro peligro del consumo de drogas, consiste en combinar o alternar dos o más
drogas legales e ilegales para incrementar los efectos o disminuir o paliar los
efectos negativos que cada una de ellas provoca; por ejemplo, si en una fiesta
un consumidor de alcohol y cocaína empieza a beber de manera excesiva, en
poco tiempo comenzará a sentir malestar como consecuencia de su intoxicación
alcohólica. Para que estas sensaciones orgánicas desagradables cesen y baje la
borrachera, recurre al consumo de cocaína, pero el efecto posterior le
provocará ansiedad, náuseas, dolor de estómago, sudoración; es así como de
nueva cuenta volverá a ingerir alcohol para contrarrestar ahora el malestar de
la cocaína creándose, por tanto, un proceso repetitivo. Ante esta situación, la
posibilidad de llegar a una sobredosis se incrementa casi sin que el sujeto lo
advierta.
13. ¿En qué lugares se suelen conseguir drogas con mayor facilidad?
A partir de una encuesta con estudiantes a nivel nacional, se pudo conocer que
en el caso de los alucinógenos e inhalables, los adolescentes dijeron que los
obtuvieron, en primera instancia, dentro de su propia casa o la de otra persona;
en segundo término, mencionaron que en la escuela consiguieron los
inhalables. Para el caso de la marihuana, la mayoría de los estudiantes
expresaron que la adquirieron por primera vez en la calle o en un parque, en
fiestas, en su casa o en la escuela. En cuanto a la cocaína, indicaron que
principalmente la tuvieron a su alcance en fiestas, y la heroína, en la calle o en
el parque y en un bar, cantina o discoteca. Cabe destacar que entre 10 y 14 de
cada 100 estudiantes consiguieron la marihuana, la cocaína, los inhalables o la
heroína en su escuela.
Como puede verse, los lugares que podrían considerarse seguros para evitar el
contacto con las drogas, representan también sitios de riesgo. Por lo que es
necesario tener presentes algunos aspectos para prevenir el consumo de
drogas:
Autorizar que sus hijos asistan a fiestas siempre y cuando respeten las
horas de salida y llegada a casa, sin que esto represente ponerlos en
riesgo.
Tampoco sería del todo correcto quedarnos con la idea de que el inicio del
consumo de drogas se da siempre por invitación directa de otra persona. Los
medios de comunicación (televisión, espectaculares, radio, internet) influyen de
manera importante para que algunas personas comiencen a experimentar con
alguna sustancia tóxica, o para que, en todo caso, busquen a pequeños
traficantes o se acerquen a consumidores que los pongan en contacto con ellos.
En el caso de una droga permitida (legal), tal vez la parte social del consumidor
no se afecte de inmediato, porque otras personas no lo reprobarán tan
duramente. Sin embargo, el organismo puede verse afectado desde los
primeros usos; por ejemplo, la nicotina posee un gran potencial adictivo. A
pesar de ello, el consumo de estas drogas se considera un problema sólo hasta
cuando las personas tienen ya una alta dependencia y graves daños en el
sistema respiratorio, lo que provoca que su tratamiento sea más complicado.
Abusar de las drogas es contra la ley. Los transgresores (tanto los que
experimentan como los que consumen drogas) con cierta regularidad corren el
riesgo de tener que pagar multas y/o ser encarcelados. Un arresto puede
significar tanto la interrupción de los planes de vida, como el registro de
antecedentes penales.
Las creencias que se tienen respecto a la droga, sus efectos, la aceptación que
los compañeros puedan tener de ella, son motivos importantes para llegar al
consumo.
19. ¿Cuáles son los mitos más comunes sobre las drogas?
La información que las personas tienen respecto a las drogas puede ser muy
variada, porque la encontramos en todos lados: televisión, cine, internet,
amigos o vecinos, etcétera. Pero, muchas veces, esta información no es exacta
y se halla muy "contaminada" por las diversas formas de pensar de la gente. A
continuación se presentan algunos de los mitos más comunes que se tienen
sobre las drogas, junto con su contraparte, la realidad:
Quien consume drogas puede dejar de hacerlo cuando quiera. Sí, pero
depende del grado de dependencia a una droga. Generalmente, sólo se
puede abandonar el consumo con la ayuda de un programa de
recuperación y con la asistencia de un experto.
Con café cargado se baja la borrachera. Una vez que el alcohol ya circula
por la sangre, sólo el tiempo podrá eliminarlo.
La calidad y cantidad de información que cada uno tiene, así como las creencias
y experiencias directas o indirectas que se han tenido con las drogas, son
aspectos que también se relacionan con la opinión que se tiene de la
drogadicción; por ejemplo, algunas veces se asocia la forma de vestir, hablar o
el lugar donde vive una persona con el hecho de que use drogas, y por ello,
decimos que es un vicioso, un delincuente o un malviviente; sin embargo, esto
no es así, ya que todos tenemos amigos, familiares o conocidos que hablan y se
visten de cierta forma y no por ello son necesariamente "viciosos" o
"delincuentes". Si bien la drogadicción puede favorecer para que una persona
llegue a cometer actos delictivos o acciones que dañen la integridad o
propiedad de otras personas, también afecta progresivamente la salud física y
mental de quien hace uso de ellas.
La capacidad que se tiene para enfrentar el daño o el peligro: Tiene que ver
con los recursos internos con los que cuenta cada persona para hacer frente al
peligro, por ejemplo: la forma en que alguien afronta una situación en la que se
ve presionado a beber más alcohol de lo que desea. Los niños y los
adolescentes constituyen poblaciones vulnerables a iniciar un consumo de
drogas por el periodo de inestabilidad psicológica y fisiológica por la que
atraviesan, lo cual se ve doblemente afectado cuando no tienen la protección
de sus padres y/o cuando desertan de la escuela, situaciones que pueden estar
provocadas por varias razones: problemas económicos, carencia de habilidades
académicas y de apoyo familiar; así como cuando no tienen acceso o
posibilidad de continuar la educación; existe analfabetismo y alto riesgo de que
sean explotados por adultos, cuando tienen baja autoestima, etcétera.
Las mujeres son altamente vulnerables a desarrollar conductas adictivas,
particularmente al alcohol, básicamente por dos causas:
Diferencia biológica: Comparado con el organismo del hombre, el de la
mujer metaboliza más lentamente el alcohol.
Los factores de riesgo aumentan el peligro de que los niños, los adolescentes,
los jóvenes y los adultos consuman drogas en algún momento, estos factores
pueden ser individuales, como aquellos que tienen que ver con características
personales, por ejemplo: agresividad, rebeldía, timidez, etcétera; familiares, los
cuales se presentan en las relaciones y los comportamientos de las familias,
como conflictos entre padres-hermanos-hijos, sobreprotección de alguno de los
padres, entre otros; sociales, que se desarrollan en ambientes sociales y
culturales, tienen relación con la política, la economía del país, la organización
de las comunidades (colonias, barrios) y demás; por ejemplo: violencia,
disponibilidad de drogas, etcétera. Entre a más riesgos se vea expuesta una
persona, mayor posibilidad tendrá de usar y abusar de las drogas en algún
momento de su vida.
Dichos factores tienen que ver con el entorno y las relaciones familiares, por
ejemplo:
Falta de participación de los padres con los hijos: Los padres no muestran una
preocupación por sumarse a las actividades de sus hijos, por ejemplo: no
revisan las tareas de sus hijos, no comparten espacios de juego, de estudio, de
diversión, etcétera.
Violencia familiar: Los golpes e insultos a los niños y adolescentes provocan que
huyan de sus hogares, los que los pone en una situación con muy pocos o
nulos apoyos para rechazar el consumo de alcohol y otras drogas.
Tienen que ver con ambientes sociales y culturales que rodean a las personas,
por ejemplo:
Disponibilidad de drogas: Facilidad que tiene una persona para adquirir droga
cuando lo desee.
23. ¿Son los padres responsables del consumo de drogas en sus hijos?
No en todos los casos. Si bien los padres de familia son los primeros modelos
para formar la personalidad de los hijos, además de transmitir costumbres,
valores, sentimientos y conductas que van a matizar las actitudes,
pensamientos y acciones posteriores, a medida que los hijos crecen, otras
personas o medios pueden influir de manera importante para que consuman
drogas. Cuando existe una carencia de afecto y apoyo en la convivencia diaria
entre padres e hijos, éstos se hacen más vulnerables ante las situaciones
difíciles que se les presenten en un futuro inmediato, como puede ser el abuso
de drogas
Concretamente, se sabe que en las familias de adictos a las drogas hay más
conflictos o peleas entre padres e hijos, en las que los jóvenes muestran un
mayor apego a los amigos, también usuarios de drogas, que a la propia familia.
Igualmente, que con el consumo de drogas, las personas pueden estar
"llenando" el vacío afectivo al no contar en su núcleo familiar con opciones de
desarrollo intelectual y emocional.
Además de lo anterior, cabe mencionar que en las familias violentas, los hijos
se sienten poco protegidos y amenazados continuamente, lo que les dificulta o
impide relacionarse emocionalmente con sus padres; esto afecta la
identificación que es tan necesaria, porque los niños generalmente los toman
como modelos. Adicionalmente, la violencia en la familia provoca otras
situaciones que se han identificado con la aparición del consumo de drogas:
baja autoestima, deserción escolar, comunicación defectuosa y eventos
angustiantes.
Diversas investigaciones han demostrado que estas situaciones influyen en los
niños y los adolescentes de tal manera que inducen el inicio del consumo de
drogas, o sea, se conforma un ambiente de riesgo derivado de la violencia
familiar.
Algunas personas tienen dificultades para expresar lo que les pasa, lo que
sienten, lo que piensan; otras, en cambio, tienen un fuerte deseo de saber y
conocer a través de la propia experiencia; de arriesgar todo el tiempo, y de
sentirse fuertes y en peligro. Algunos sólo quieren dormir, desearían que el sol
no existiera, todo es tan oscuro y difícil para ellos. También hay personas con
una autoestima tan baja que creen o sienten que no sirven para nada. O
encontramos quienes aprendieron que si algo les sale mal, "todo está mal" y
esta poca tolerancia al fracaso los hace creer que son los que más han fallado
en la vida. En cambio, otras personas manifiestan mucho miedo, tristeza y
dolor, o creen que tienen demasiados problemas o tanta confusión de
sentimientos que no saben cómo salir adelante, cómo resistir y enfrentarse a
ello. Cualquiera de estos ejemplos, la combinación de ellos y otros más, podrían
ser las razones por las que alguien decide consumir drogas.
Para gran cantidad de familias que viven en estas difíciles condiciones, los
sentimientos de culpa y la preocupación son experiencias cotidianas. Por
ejemplo: los padres de familia se sienten fracasados en su papel de
proveedores y administradores; además, cada integrante debe salir de casa, si
es que la hay, para ganarse unos cuantos pesos que les permitan obtener algo
de comida; esto implica poca o nula convivencia diaria, falta de supervisión de
las ocupaciones de los hijos y escasos encuentros afectivos. Es muy común que
los niños, desde muy pequeños, trabajen en la calle y esta situación incrementa
las posibilidades de que en algún momento se vean orillados a consumir
drogas. La necesidad de protección, alimentación y seguridad obligan a las
familias en estas condiciones a exponerse a un sinnúmero de riesgos, por ello
los pobres están considerados como un grupo vulnerable en términos sociales.
El modo de vestir y de hablar, así como los gustos musicales, forman parte de
un conjunto de actitudes del adolescente encaminadas a buscar su identidad, a
tratar de conocerse y definir su estilo de vida. En resumen, se puede decir que
todo esto configura una cultura propia de los jóvenes.
En muchos casos, estas elecciones son mal vistas por los padres y generan
discusiones y conflictos familiares, por lo que es conveniente dialogar con los
adolescentes y conocer sus razones de usar alguna ropa, o hablar de alguna
manera o escuchar determinada música; la mayoría de las veces estas actitudes
se adoptan para identificarse con su grupo de amigos. Interesarse por los
gustos de los hijos puede ser una buena forma de influir en su conducta sin
debilitar su sentido de autonomía, por ejemplo: en el caso de las forma de
hablar, se puede comparar con el lenguaje de los pachucos de las décadas de
los 40 y 50, donde éstos también buscaban una forma de expresión propia.
Cuando los niños actúan con violencia, casi siempre existe una causa que
antecede su actuar; en este sentido, a continuación se describen algunos
aspectos que originan dichos comportamientos:
Aspecto biológico
Aspectos psicológicos
El aprendizaje: Se inicia con la imitación que hace el niño de los modelos más
representativos, principalmente de los padres, maestros u otros adultos, por
ejemplo: si una madre le grita a su hijo por cualquier cosa, éste aprenderá a
comunicarse a través de gritos.
Aspectos socioambientales
La educación: Se relaciona con los medios que se utilizan para instruir o formar
a las personas; adquirir conocimientos, valores, creencias, costumbres,
etcétera, por ejemplo: un niño al que "jalonean" cuando llega tarde, aprende
por la experiencia que le sucederá lo mismo cada vez que repita dicha
conducta.
Es importante que los padres de familia, tutores, maestros y otros adultos que
están en contacto directo con los niños, detecten oportunamente el porqué de
las conductas violentas de los infantes, y que tomen las medidas necesarias
para disminuir este tipo de riegos capaces de originar el uso de sustancias.
Estas reacciones, que parecen evitar el peligro a corto plazo, no son dañinas,
pero si la situación persiste, el cuerpo sentirá una fatiga que eventualmente
puede tornarse nociva para la salud.
Las causas del estrés pueden ser muchas y muy variadas, dependiendo de cada
persona. En términos generales, este estado es provocado por cualquier suceso
o acontecimiento que genere una respuesta emocional, tanto positiva
(nacimiento de un hijo, matrimonio, ganar algún concurso) como negativa
(pérdida del empleo, muerte de un familiar, accidente de tránsito). El estrés
también se produce por situaciones menores, como esperar demasiado en el
tráfico o una cita importante. Cabe agregar que algunas situaciones que
provocan estrés en una persona pueden ser insignificantes para otra.
Al considerar las repercusiones tan serias que puede traer consigo el estrés, es
importante resaltar algunos cuidados que deben incorporarse a la vida
cotidiana, ya que debemos recordar que prevenir es mejor que curar.
Por consiguiente, todas estas falsas maneras de "aliviar" el estrés lo único que
llegan a provocar son malestares posteriores que, además de causar daños
físicos y psicológicos; pueden ser el comienzo de una dependencia.
CAPÍTULO III
Para aclarar mejor esta diferencia vamos a utilizar el ejemplo del alcohol:
El uso se refiere a un consumo moderado que no provoca embriaguez, ni
pérdida del control de las funciones motoras, disminución de reflejos o
dificultades al hablar. En cambio, el abuso se caracteriza por el consumo de
grandes cantidades, incluso si éste ocurre en una sola ocasión o en algún
evento social que no forma parte de los acostumbrados, por ejemplo: partidos
de futbol y paseos; en estos casos se presentan la embriaguez y la disminución
de reflejos, la perdida del control motor, así como el clásico "arrastre" de
palabras. Es importante resaltar que el abuso no sólo implica episodios
frecuentes, sino también el beber en exceso que afecta a terceros, por ejemplo:
una mujer embarazada estará abusando del alcohol y el tabaco aunque no
llegue a la embriaguez o fume únicamente un cigarrillo. Por su parte, la
dependencia se refiere al consumo compulsivo y al deseo de consumir sin más
causa que el anhelo derivado del alto grado de dependencia alcanzado; en este
caso, los episodios de consumo, generalmente, se caracterizan por la
embriaguez, la pérdida de memoria, los eventos violentos, la privación de la
conciencia, así como por los otros signos arriba mencionados.
Desde esta perspectiva, los padres deben hablarles a los hijos de los efectos del
consumo excesivo de alcohol, considerando la permisividad, aceptación,
legalidad y disponibilidad de esta sustancia. Es necesario indicarles los riesgos
de exceder el uso de esta sustancia, así como los daños a corto y largo plazos.
Los padres deben buscar el momento y el lugar adecuados para hablar con sus
hijos; deben plantearles con tranquilidad los riesgos de la cantidad de alcohol
que se ingiere y de la ocasión en la que se hace. Es importante poder
pronunciarse convincentemente por un consumo moderado; invite a sus hijos a
mantenerse abstemios del alcohol o a que lo consuman, en todo caso,
moderadamente, ya que la presión de los amigos, la excesiva publicidad y la
permisividad social hacia el alcohol, hace a los jóvenes más vulnerables. Dar a
los hijos consejos para lograrlo es tarea fácil:
Estos consejos sencillos permiten a los padres de familia dar a sus hijos la
información necesaria para evitar que lleguen a la adicción, y que sepan cómo
enfrentar situaciones de riesgo de consumo de alcohol, ya sea evitándolo o
usándolo con moderación.
37. Si el consumo de drogas hace daño, entonces ¿por qué en algunas
personas que consumen con frecuencia no se presentan
consecuencias graves?
Escomún creer que los daños que causan las drogas deben ser evidentes a
partir de que la persona las consume; esto no alteraciones pueden ser leves o
graves dependiendo de la droga, la cantidad y el estado general de salud de la
mamá; por ejemplo, el alcohol, puede originar deformidades en el corazón, las
extremidades y las facciones del feto, sobre todo durante las primeras semanas
de gestación, que es la etapa cuando se forma la mayoría de los órganos del
bebé.
Para la mujer embarazada el alcohol es una de las drogas más peligrosas, sobre
todo al principio de la gestación. Si la madre consume bebidas alcohólicas, el
bebé puede nacer con defectos, como el "síndrome alcohólico fetal", que
involucra distintos trastornos: formación de un cráneo pequeño, facciones
anormales, retardo físico y mental. Aunque no se sabe cuál es la cantidad de
alcohol que provoca este efecto, o si el beber moderadamente puede ser
suficiente para desarrollar este síndrome, lo cierto es que todo tipo de consumo
representa un riesgo.
Cuando la futura madre inhala solventes como los que se utilizan para las
pinturas y los pegamentos industriales, el feto puede sufrir deformidades
similares a las que provoca el alcohol.
Las mujeres que se inyectan droga y comparten las jeringas corren el riesgo de
infectarse con el virus del sida o de la hepatitis y, por lo tanto, contagiar
también a su bebé.
Apego escolar. Está relacionado con el interés por las actividades escolares, el
éxito en los estudios y la aceptación de los compañeros de escuela, así como la
atención que proporcionan los maestros y otras autoridades de la comunidad
escolar.
Autorrespeto: Tiene que ver con la forma en que una persona satisface sus
necesidades personales, tomando en cuenta sus principios y valores, de tal
manera que pueda expresar libremente sus sentimientos y emociones, sin
sentir culpa por la forma en que piensa o actúa. Por ejemplo: cuando un
adolescente le comenta a alguno de sus padres lo mal que se siente cuando
éste le llama fuertemente la atención frente a sus amigos; aquí, el adolescente
estará expresando la incomodidad que le genera esta situación.
Sí.La autoestima junto con otros factores favorables, como el apoyo familiar, la
estabilidad económica, etcétera, pueden prevenir el consumo de drogas. Esta
cualidad permite a los individuos contar con capacidad, seguridad y firmeza
para identificar las situaciones que le benefician o le perjudican. La persona con
una autoestima adecuada sabe que el consumo de cualquier sustancia (alcohol,
tabaco u otras drogas) puede provocarle daños, tanto físicos como
emocionales. "Alguien que se quiere, no se lastima".
Las condiciones para obtener una autoestima óptima que fortalezca la
prevención del consumo de drogas, son las siguientes:
Los estudios realizados en nuestro país señalan que a los mexicanos se nos
dificulta expresar directamente lo que pensamos y sentimos, es decir, que nos
cuesta trabajo ser asertivos debido a diferentes factores socioculturales. Por lo
tanto, es importante promover y fortalecer esta habilidad en actividades
preventivas, especialmente con niños, adolescentes y jóvenes, población
considerada de alto riesgo para iniciar el consumo de drogas.
Con los adultos es importante reforzar o modificar los estilos de interacción que
tienen en su lugar de influencia como padres de familia, profesores, directivos,
por mencionar algunos. Además, mediante representaciones (sociodramas) hay
que capacitarlos para que aprendan a escuchar, a ser flexibles con los
acuerdos, tolerantes frente al discurso del otro, aun cuando les parezcan "ideas
ilógicas". Todos estos ejercicios y estas actividades que se realizan con
diferentes poblaciones, los ubican en una situación de protección que les
permite adquirir recursos para tomar decisiones que no perjudiquen la salud.
Diversos estudios han demostrado que el interés por la escuela y las actividades
relacionadas con ella (tareas, deportes y otras actividades complementarias)
promueven la protección contra el consumo de drogas. Sin embargo, también
es necesario considerar que en la escuela los niños y adolescentes están en
contacto con compañeros que consumen drogas y con la disponibilidad de
sustancias tóxicas; por ello, es de suma importancia que los padres, maestros y
otros adultos (hermanos mayores, abuelos, etcétera) que conviven con los
alumnos estén atentos a su desarrollo y actividades dentro y fuera de la
escuela.
La escuela, al ocupar una parte importante del tiempo de los alumnos, tanto
por el horario escolar, como por las tareas y actividades que se realizan fuera
de ella, se convierte en un espacio privilegiado para incluir actitudes de rechazo
al consumo en formas de pensar y actuar, independientemente de la capacidad
protectora de la escuela.
El profesor que imparte la materia de civismo establece una nueva técnica para
que los alumnos construyan un pensamiento más crítico frente a la información
que reciben de los medios masivos de comunicación, con la finalidad de tomar
decisiones adecuadas y alejadas de peligros. Dicha técnica consiste en que los
alumnos lleven a clase información de revistas y periódicos a fin de revisar y
analizar los contenidos. Cada alumno expone sus comentarios en equipos de
trabajo y un representante comenta al resto del grupo la conclusión de sus
reflexiones. El objetivo del profesor es que los alumnos aprendan a analizar la
información o en su caso, a diferenciar situaciones u ofrecimientos que
impliquen riesgos para la persona, como la presión de amigos para iniciarse en
el consumo de drogas.
La resilencia no es algo con lo que se nace, sino una característica que las
personas adquieren durante su desarrollo, sobre todo en la infancia. Es una
capacidad que se va obteniendo con la constante interacción que se tiene con
el entorno donde se vive. Para que esta capacidad pueda ser considerada
resilencia, debe permanecer casi sin variación durante largo tiempo. Un ejemplo
de resilencia puede ser el caso de un niño que pese a que nace en un ambiente
con serias carencias materiales y falta de estímulos afectivos, es capaz de salir
adelante y tener una vida normal.
La resilencia es un término que ha adaptado la psicología y cuando se
menciona adaptación, es porque se utilizó inicialmente en la ciencia física para
indicar la "propiedad de la materia que se opone a la rotura por el choque o
percusión". Su origen proviene del latín "resilio", que significa volver atrás
volver de un salto, resaltar, rebotar.
Los riesgos que afrontan las personas en su vida diaria pueden ser muy
frecuentes y variados. Van desde riesgos inofensivos, como conducir un auto,
hasta los que representan un problema grave como, por ejemplo, una crisis de
depresión en un adolescente que enfrenta la muerte repentina de un hermano
en un accidente de tráfico. Cada persona contará con distintas capacidades,
habilidades y cualidades para hacer frente a cada uno de estos riesgos. Por lo
tanto, en circunstancias potencialmente peligrosas y similares, dos personas
podrán salir de ellas, afectadas en distinto grado.
Por medio de programas preventivos, todas las personas, sin importar edad o
actividad, pueden aprender a ayudar a prevenir el uso de drogas, mediante
actividades sencillas. Además, al conocer más del tema, estará contribuyendo a
la salud de la población en la que habita su familia, sus hijos, sus amigos,
etcétera. Instituciones como Centros de Integración Juvenil han elaborado
programas preventivos, donde la participación de voluntarios y prestadores de
servicio social es fundamental, ya que son quienes llevan a cabo las actividades
de promoción a la salud.
En cuanto a los que ya utilizan algún tipo de droga como alcohol, tabaco u
otras drogas como la cocaína, la mariguana, los solventes, es importante saber
que los adictos se pueden rehabilitar, pero se necesita de la participación
organizada tanto de instituciones como de la comunidad, para generar recursos
que brinden la posibilidad de contar con profesionales de diferentes áreas de
salud, y espacios donde sea posible el proceso de recuperación y reinserción a
la comunidad.
Los padres de familia deben mantenerse alertas a cualquier cambio que pueda
ser indicio de consumo de drogas en sus hijos. Si sospechan de consumo deben
confirmarlo mediante preguntas directas, en una conversación donde reine la
confianza y el apoyo o como última alternativa, un examen de laboratorio.
Algunos cambios de conducta que deben alertar a los padres para identificar la
posibilidad de que sus hijos estén iniciando el consumo de drogas, son:
Según su edad, los niños requieren información directa y clara de las sustancias
y los riesgos que representa consumirlas. Con los hijos siempre resulta
conveniente plantear la postura cero tolerancia hacia el consumo de drogas.
Conforme el hijo crece, se debe ampliar la información, aclarar puntos de vista
y conversar acerca de las desventajas de consumir alcohol en las fiestas y
reuniones familiares.
Es necesario hablar con los hijos de los riesgos que entraña el consumo de
drogas, con objeto de evitar que reciban información falsa y se dejen influir
negativamente. El desarrollo de principios y valores en la familia ayuda a tomar
decisiones basadas en hechos reales y no en la presión ejercida por otros.
Escuchar a los hijos acerca de lo que saben o creen acerca de las drogas es
básico, pues esto les permitirá plantear situaciones de probable riesgo y
compartir experiencias, con la finalidad de que conozcan los daños que
provocan las drogas a la salud física y mental, y al entorno social. Sin embargo,
este tema puede abordarse aun cuando los hijos no muestren interés al
respecto; por ejemplo, se puede aprovechar un programa de televisión o radio,
una película o una noticia que trate el tema.
Dentro de las reglas y normas familiares, los padres deben ser congruentes
respecto al uso de alcohol, tabaco y otras drogas, y advertir acerca de las
consecuencias de no cumplirlas. Deben asegurarse de que sus hijos conozcan y
entiendan su punto de vista, y explicar que la prohibición del uso de drogas en
casa responde a razones de amor. Es necesario reforzar constantemente los
valores y ser un ejemplo no utilizando drogas, además de proponer diversas
formas de entretenimiento saludable.
61. ¿Cuáles son los límites o las reglas que deben considerar los
padres de familia respecto al consumo de alcohol de sus hijos e hijas?
En la medida que existan en el hogar reglas y normas claras sobre consumo de
alcohol, tabaco y otras drogas de abuso, y que los padres no tengan una
actitud permisiva al respecto, las probabilidades de que sus hijos presenten
problemas de adicción serán menores.
Las normas y reglas que aprenden todas las personas durante la infancia y la
adolescencia son transmitidas, en gran parte, por la familia y tienen un papel
fundamental en la vida adulta. Las normas adecuadamente asumidas funcionan
como importantes principios para determinar la forma de percibir la vida.
Según investigaciones, cuando los padres que usan algún tipo de droga,
incluyendo alcohol y tabaco, o tienen una actitud permisiva con sus hijos
respecto al consumo de estas sustancias, estos últimos tienen mayores
problemas para evitar o controlar que sus hijos las consuman.
Aun cuando la existencia de reglas y normas claras en el hogar sobre las drogas
no garantice totalmente que los hijos no experimenten con ellas en algún
momento, si ayudará para que esta experimentación no derive en una adicción.
Son muchas las ocasiones que se le presentan al adolescente para consumir
alcohol y tabaco entre su grupo de amigos. Ante estas situaciones, lo que
favorecerá que el joven acepte o no "probarlas", será la noción que tenga
acerca de si el hecho de experimentar le resulte normal o de si lo identifica
como un peligro. Cuando las normas y reglas sobre alcohol y tabaco son lo
suficientemente claras para toda la familia, éstas funcionan como elementos
protectores para el abuso de drogas, fuera y dentro de casa.
Por estas razones, cuando los padres que tienen hijos mayores a los 18 años de
edad se preguntan sobre la actitud que deberán asumir respecto al consumo de
alcohol y tabaco, drogas socialmente aceptadas, la respuesta más
recomendable es que en tanto asuman una actitud lo menos permisible posible,
mayores serán los elementos internos que tengan sus hijos para hacer frente a
las situaciones de presión para que consuman estas drogas.
En el caso de padres con hijos menores de edad, la actitud en relación al
consumo de cualquier sustancia tóxica debe ser de rechazo total. Lo anterior no
debe implicar que se vea afectada la comunicación y la confianza entre padres
e hijos; para ello es importante que esta actitud vaya acompañada de una
mutua comprensión en cuanto a que el uso de alcohol y tabaco en edades
tempranas afecta seriamente la salud y, en ocasiones, de manera irreversible,
además de ser éste un factor de alto riesgo capaz de convertirse en un
problema grave de alcoholismo o tabaquismo.
Supervisar las actividades de los hijos fuera de casa es otra forma de apoyar el
que las reglas familiares rijan también la conducta de los hijos más allá del seno
del hogar. Es común que en las reuniones de amigos se abuse del alcohol y del
tabaco; sin embargo, si los padres están enterados de estas reuniones, del
lugar en el que se efectúan, de quiénes asisten y establecen horarios precisos
para sus hijos, disminuirán las posibilidades de que tengan algún problema
derivado del consumo de drogas o de otras conductas de riesgo.
62. ¿Cómo puedo hablar con mis padres sobre las drogas?
Para garantizar que se establezca un buen diálogo sobre el tema de las drogas,
es necesario acercarse a los padres, cuando se encuentren tranquilos; entonces
se deberán exponer dudas de manera clara y, si ambos lo precisan, buscar
información confiable en libros especializados o consultar con un profesional en
la materia. Cualquier tema puede ser abordado con los padres, incluyendo el de
las drogas. En algunas familias, ciertos temas pueden suscitar incomodidad
porque se trata de cosas que simplemente no se tocan, es decir, que son
tabúes, por ejemplo la sexualidad o el consumo de drogas, pero que se
derrumban cuando se comienza a hablar sin prejuicios de ellos.
Hay temas que pueden percibirse como amenazantes, por lo que se tratan poco
en los ambientes familiares: masturbación, métodos anticonceptivos, consumo
de drogas, orientación sexual, etcétera. En muchas ocasiones corresponde a los
jóvenes romper los estereotipos y dar el primer "paso" para hablar sobre estos
temas con su familia.
Qué aspectos de las drogas son los que más preocupan o acerca de los
cuales se quiere hablar.
De acuerdo con las investigaciones, se conoce que los niños y jóvenes son más
vulnerables para iniciar el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, debido a
las características de la edad (cambios repentinos de estado de ánimo, rebeldía,
desafío a las autoridades y a las normas, etcétera), ya que están expuestos
diariamente a una serie de peligros inevitables.
Por ello, es importante saber cómo orientar a los menores en cuanto a sus
intereses y preocupaciones principales. Por ejemplo: su estado general de
salud; relaciones sociales y afectivas; rendimiento escolar; recreación;
sexualidad; consumo de alcohol, tabaco y otras drogas; situaciones estresantes
y eventos negativos de la vida.
Hay que recordar que tanto los hermanos mayores como los padres son figuras
importantes para el niño, porque con su ejemplo crean en él una forma de ver
las cosas. El apoyo de los hermanos mayores es fundamental para prevenir que
los más pequeños usen sustancias tóxicas con los daños asociados. Pero,
¿cómo hacerlo? Aquí se incluyen algunas ideas que pueden ser de utilidad:
Los niños y jóvenes que no usan drogas son más resistentes y exitosos.
Por tal razón, es precisamente durante la infancia de los hijos cuando los
padres tienen las mejores oportunidades de hablar antes de que otras personas
influyan en su forma de pensar y los confundan con información errónea o con
explicaciones que carecen de los valores que desean inculcarles. Desde esta
etapa de la vida se debe aprovechar para conversar sobre temas difíciles como
el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, del sexo, el sida y la violencia.
Es recomendable hablar con los hijos del tema de las drogas, en forma sencilla
y clara, con información. Debe hacerlo sin temor, igual que si les dijera que
deben tener cuidado al cruzar las calles o lavarse las manos antes de ingerir
alimentos, se trata de prevenirlos de posibles peligros. Si su hijo le hace
preguntas, responda con comentarios cortos y sencillos, que, por regla general,
son más efectivos.
Los niños suelen imitar a los adultos, por lo que es importante transmitirles
mensajes congruentes; por ejemplo, si usted tiene una reunión familiar o de
amigos, ofrezca a sus invitados bebidas sin alcohol; no fume cuando se sienta
enojado o intranquilo, evite la automedicación, pues su ejemplo dará claridad a
sus hijos, acerca de lo que espera de ellos.
Como padres podemos evitar que nuestros hijos usen drogas al no consumir
alcohol, tabaco u otro tipo de sustancias delante de ellos; hay que puntualizar,
asimismo, nuestra desaprobación al uso de sustancias tóxicas; establecer una
comunicación adecuada con ellos; mostrar afecto a través de palabras y
acciones; evitar situaciones violentas en casa; enseñar a los hijos a tomar
decisiones y a decir NO ante el ofrecimiento de drogas; hablar con ellos de las
estrategias que utiliza la publicidad para invitarlos a usar alcohol y/o tabaco, y
enseñarlos a evaluar estos mensajes.
Diversas investigaciones han demostrado el papel que desempeña el contexto
familiar tanto en el desencadenamiento de conductas problema y consumo de
drogas, como en la prevención de este fenómeno.
Otras recomendaciones para evitar que los hijos consuman drogas se presentan
a continuación:
Ayudar a los hijos a tener buen desempeño escolar. Los padres pueden
favorecer las buenas calificaciones de sus hijos al estudiar con ellos,
supervisar sus tareas, verificar que asistan a la escuela, enseñar buenos
hábitos de estudio y proporcionarles un espacio conveniente para
estudiar.
La toma de decisiones siempre se relaciona con los valores. Cuando éstos son
claros, la habilidad para elegir desde una vida saludable y libre de drogas, hasta
una profesión, se ve fortalecida.
Por ejemplo, es más probable que un adolescente que está en un lugar solitario
y con sus amigos, fume marihuana, sobre todo si le dicen que no pasa nada y
que por el contrario, con ella se olvidará de sus problemas y sentirá mucha
tranquilidad. La decisión de experimentar con drogas puede cambiar si aun
teniendo la disponibilidad de usarlas, se tiene información veraz en el tema, por
ejemplo que el consumo de "tachas" (éxtasis), además de provocar
desubicación, también genera irritabilidad, ansiedad, falta de apetito, mareos,
dolor de estómago, etcétera.
El consumo de alcohol y/o tabaco por parte de los hijos, sin la autorización de
sus padres, o por la ausencia de normas claras en la familia, con frecuencia
provoca que los jóvenes empiecen a ausentarse más tiempo de la casa; a que
requieran más dinero; a que se relacionen con personas que también consumen
tales sustancias; a que acudan a fiestas o reuniones con mayor regularidad y en
ocasiones, a que se metan en diversos problemas, como riñas, accidentes de
tráfico o robos.
Aun en los casos en que se sospeche que los hijos comienzan a abusar de
alcohol y/o tabaco, resulta común que se pasen por alto consumos ocasionales
y moderados, y sólo se tomen medidas correctivas después de una borrachera.
Se recomienda conversar con ellos acerca de los daños a la salud que se están
causando y del riesgo de que el consumo se vuelva problemático.
Hay otros lugares que parecen seguros pero que no lo son, como aquéllos en
los que se celebran fiestas "rave" vespertinas y que promocionan en algunas
escuelas secundarias. En estas "fiestas" se acostumbra ingerir"tachas" que al
ser combinadas con supuestos "jugos energéticos" provocan efectos
estimulantes.
Las distintas actividades que eligen los jóvenes para ocupar su tiempo libre son
producto del aprendizaje, la moda y la industria de bares y discotecas, por lo
tanto es factible educarlos para que opten por actividades sanas como
esparcimiento.
Es importante cambiar la idea de que la diversión sólo es posible a través del
consumo de alcohol y otras drogas. Por ello hay que estimular la planeación del
tiempo libre en el que no intervenga ningún tipo de droga.
Cada padre o madre de familia tiene una idea acerca de la conducta de su hijo,
sobre qué tan responsable y maduro es para su edad. También los padres
conocen las capacidades y defectos de sus hijos, y estos elementos de juicio les
sirven para reconocer los riesgos a los que se enfrentan y decidir qué libertades
darán a sus hijos.
Los investigadores han encontrado que los niños y jóvenes que no consumen
alcohol, tabaco u otras drogas, han desarrollado habilidades específicas,
competitividad social y actitudes que les ayudan a manejar el estrés y a evitar
comportamientos autodestructivos: "Entre más factores de protección existen
en el hogar, la familia y la comunidad, más aptos serán los niños y jóvenes para
desarrollar resistencia ante el consumo de drogas".
Asimismo, se puede afirmar que el niño o el joven que es resistente a las
drogas y a sus riesgos asociados, se caracteriza por:
Tener altas expectativas sobre sus logros, proyectos claros y una actitud
positiva ante la vida.
Por otra parte, cabe mencionar que debido a que el consumo de alcohol, tabaco
y otras drogas se ha popularizado en lugares de convivencia, representa
ganancias económicas muy importantes. La solicitud de diferentes tipos de
drogas por personas que asisten a ciertos lugares de reunión, es cada vez
mayor, y su necesidad de experimentar emociones fuertes los lleva a
consumirlas en elevadas cantidades.
74. Si mi hijo quiere aprender a tomar alcohol, ¿es mejor que lo haga
en casa?
No.Si bien es cierto que la edad de inicio de consumo de alcohol ha disminuido,
no implica que el papel de los padres sea enseñarlos a beber. Lo mejor es
promover la moderación o la abstinencia. A continuación se muestran algunas
recomendaciones:
El ejemplo. Los hijos aprenden lo que ven en casa; los padres son el
primer elemento; recuerde que a sus hijos adolescentes les importa lo
que hacen sus hermanos mayores. La mejor manera de enseñar es con
el ejemplo.
Tampoco consienta que el alcohol sea una sustancia de fácil acceso para
sus hijos: si tiene bebidas en casa es conveniente que las botellas se
encuentren fuera de su alcance.
También es necesario que aclares que los buenos amigos comparten vivencias
y gustos comunes positivos, y no el consumir alguna droga; de esta forma,
puedes separar claramente las consecuencias negativas del consumo de drogas
y los aspectos que te unen a tus amigos.
Se ha determinado que uno de los factores de riesgo más poderoso para que
los adolescentes consuman droga es la presión que ejerce el grupo de amigos,
razón por la cual los jóvenes deben saber cómo enfrentar la situación. Las
invitaciones a consumir se vuelven más peligrosas por la necesidad que el
adolescente tiene de sentir que es parte de un grupo y se identifica con ellos.
Cuando se toma una decisión entran en juego una serie de elementos que
permiten garantizar que ésta sea adecuada y responsable. Para ello es bueno
tomar en cuenta las alternativas y analizarlas por separado para ver sus
ventajas y desventajas.
Asimismo, cuando se ha tomado una decisión, es importante comunicarse de
forma clara, precisa, y sobre todo segura; tratar de ser lo más asertivo posible.
Algunas frases asertivas son una buena herramienta para enfrentar
ofrecimientos: "No quiero", "no me interesa", "no", "no las necesito".
El disco rayado. Consiste en repetir cuantas veces sea necesario los argumentos
de rechazo, hasta que la otra persona tenga claro que sus técnicas de
manipulación no funcionan.
El banco de niebla. Permite hacer frente a las críticas por no consumir drogas
con respuestas como: "Es posible que a ti te parezca cobarde que no quiera
fumar, pero yo he decidido no hacerlo".
Tiene que resaltar los riesgos que enfrenta con estas amistades, así
como los problemas que pueden presentarse (expulsión de la escuela,
dificultades legales, conflictos con las autoridades, etcétera).
Sea coherente y consistente (que lo que sienta, piense, diga o haga sea
lo mismo). C
Hable con ellos honesta y abiertamente sobre temas como las drogas, la
sexualidad, el manejo de las emociones, la violencia, etcétera.
Si los padres de familia sospechan o comprueban que alguno de sus hijos está
consumiendo drogas, se les sugiere conservar la calma y buscar la orientación
de un profesional o institución especializada, a fin de contar con información
veraz sobre patrones y condiciones de consumo, además de conocer los
síntomas y efectos asociados al uso de diferentes sustancias adictivas.
Es esencial disponer de elementos para identificar si el uso de drogas se ha
dado en una sola ocasión; si se realiza en fiestas, paseos o bajo la influencia de
los amigos; si se presenta los fines de semana o durante la misma. También es
necesario conocer el tipo de sustancias, la forma de consumo y las situaciones
a las que se puede asociar dicho acto (ruptura de un noviazgo, conflictos con
familiares y/o amigos, problemas escolares, etcétera). Con lo anterior
estaremos en condiciones de saber que los niveles y tipos de consumo varían
considerablemente de una persona a otra, lo que hace necesario conocer todas
las particularidades del caso y saber qué hacer y a dónde recurrir para brindar
apoyo al hijo.
Qué tipo de droga está consumiendo, pues hay varios tipos y cada una
provoca diferentes daños y formas de dependencia. Por esta razón, es
importante que se cuente con información verídica para saber cómo
actuar.
En la actualidad se cuenta con mayor difusión acerca de los daños que causan
tanto el alcohol como el tabaco. La responsabilidad de los padres de familia es
que aunque ellos lo consuman, adviertan a sus hijos de los daños a la salud que
ambas sustancias causan, además de lo difícil que es dejar el tabaquismo o
rehabilitarse de un problema del alcoholismo.
Es importante que aunque uno o ambos padres de familia fumen o beban, se
establezcan reglas precisas respecto al probable consumo por parte de los
hijos, por ejemplo: si en casa se va a organizar un convivio en el que se
servirán bebidas alcohólicas y algunos de los invitados fuman, a los hijos, en
todo caso, debe permitírseles beber y fumar sólo moderadamente, aclarándoles
que estas sustancias se usarán con motivos festivos y que no deben aprovechar
el permiso para abusar, reiterándoles además que son drogas adictivas que
causan enfermedades a corto y largo plazo, y acarrean problemas tanto
individuales, como familiares y sociales.
81. ¿Qué puedo hacer para que mi madre o padre deje de fumar y/o
beber alcohol?
El tabaco y el alcohol son las drogas más usadas en México, que se vinculan
estrechamente con diversas enfermedades, muertes, accidentes, conflictos
interpersonales y problemas sociales.
Las investigaciones indican que el hecho de que exista un integrante de la
familia que consume tabaco, alcohol u otras sustancias tóxicas, genera una
serie de factores predisponentes para que otros miembros de la familia también
las consuman (sobre todo los más jóvenes), por ejemplo: la aceptación del
consumo en el hogar, la disponibilidad de sustancias, las opiniones favorables o
imparciales hacia las drogas y la baja representación del riesgo con respecto al
consumo.
Demostrar que cuenta con el apoyo de los hijos en todo lo que tenga
qué hacer para recuperar su salud.
Las acciones que realiza CIJ tienen como objetivo sensibilizar a la población
general acerca del problema de las adicciones, sus daños, formas de
prevención, etcétera y consisten en:
Consejo breve.
Prevención de recaídas.
Escolarización.
CAPÍTULO V
83. ¿Se puede motivar a alguien que consume drogas para que acuda
a tratamiento?
Sí.Sin embargo, es indispensable que una persona adicta o que abusa de las
drogas tenga al menos un mínimo deseo de salir de su problema, ya que de
otra forma son pocas las posibilidades de recuperación. Aun así, el apoyo de
familiares y amigos es de gran utilidad para iniciar el tratamiento.
En el "nivel" más "avanzado" están las personas que han estado años sin beber
o drogarse y que han encontrado un estilo de vida completamente diferente
que les permite vivir sin alcohol o drogas. Ellos tienen una gran motivación para
continuar así y ayudar a otras personas en el camino de su recuperación, por lo
que participan en acciones en su comunidad para la prevención del uso de
drogas y dando consejo a quienes necesitan tratamiento.
El logro de este "nivel" puede tardar años, con un trabajo intenso de
tratamiento. Sin embargo, los estados o niveles de motivación no son
permanentes, por lo que una persona que ha alcanzado un nivel superior puede
bajar a uno inferior después de recaer, pero luego subir a otro más avanzado y
permanecer un largo tiempo en abstinencia.
En general, siempre hay una persona en quien el consumidor puede confiar,
que le merece respeto; puede tratarse de un familiar, un amigo cercano, un
médico, un maestro o un sacerdote. Por esto, es muy importante recurrir a la
persona indicada, que tenga mayor influencia en el individuo con una adicción y
favorecer el inicio de un tratamiento.
86. ¿Cómo puedo ayudar a un amigo o familiar que se droga para que
acuda a tratamiento?
De diferentes formas, aunque hay algunos principios básicos que, en todo caso,
deben considerarse para favorecer una ayuda más efectiva. Debemos recordar
que el tema de las adicciones aún representa una situación socialmente
rechazada; por ello, la mayor parte de los usuarios de drogas sólo comparten
sus experiencias con otros consumidores, y las actividades relacionadas con el
uso de alcohol, tabaco y especialmente con drogas ilegales, se llevan a cabo a
ocultas. Sin embargo, cuando el consumo de drogas se hace evidente, ya sea
en la escuela, en la familia o en otras circunstancias, vale la pena aprovechar el
momento para ofrecer al consumidor alternativas de ayuda. Un momento
apropiado es cuando aparecen crisis o problemas derivados del consumo, ya
que en esa situación, el afectado no está en posibilidades inmediatas para
resolver sus problemas.
A veces el simple acto de escuchar, ayuda mucho a aliviar sentimientos y
emociones que el adicto no ha podido expresar. Cuando alguien comenta su
problema es porque necesita que se le escuche: por eso, se debe actuar con
respeto y atención.
Se debe hacer ver al usuario que no se está de acuerdo con su conducta, pero
que si lo desea, está usted dispuesto a apoyarlo. Se puede ayudar a la persona
a conseguir alternativas para el tratamiento por medio de direcciones,
teléfonos, y si es posible acompañarlo a la consulta y apoyar su iniciativa de
continuar con el tratamiento.
87. ¿Puede una persona rehabilitada integrarse por completo a una
vida normal?
Sí.Para ello deben crearse las condiciones para su reinserción social y familiar,
es decir, el proceso de rehabilitación es posible con la integración a las
actividades y a los grupos más importantes para la persona.
Para que se dé una integración social es importante que se proporcionen las
facilidades para que la persona rehabilitada cuente tanto con un trabajo
remunerado, como con actividades de esparcimiento que fomenten su
desarrollo personal. El trabajo resulta un componente fundamental, no sólo por
su sentido remunerativo, sino porque implica una ocupación, ya sea una
actividad física y/o intelectual que favorezca la salud mental.
Otro de los puntos importantes para la reintegración, es el apoyo social que
tiene que ver con formar parte de grupos en los que los vínculos afectivos
sirvan de sostén para la persona rehabilitada; esto es, que se sientan parte de
o pertenecientes a algo. De aquí la importancia de integrarse a grupos de
ayuda mutua, en los que intercambien opiniones con personas que tienen o
tuvieron experiencias similares. En estos grupos, cada uno de los participantes
es escuchado y tomado en cuenta, hay confidencialidad y se crea un clima de
confianza.
Sí.
Es muy importante el papel de la familia en la rehabilitación de la persona
que sufre una adicción, ya que puede colaborar positivamente o influir de forma
negativa en el desarrollo de la adicción y en el tratamiento.
Una actitud de apoyo y comprensión por parte de los familiares es siempre
importante; sin embargo, no debe tolerarse el consumo de sustancias ni dentro
ni fuera del hogar. En ocasiones, ni la misma familia tiene clara su actitud
frente a la adicción, considerando al adicto como un vicioso, más que como un
enfermo, no sabe qué hacer y cree que la única alternativa es dejarlo continuar
para "ver" si algún día recapacita. Otros, por su parte, creen que internándolo
en una institución todo mejorará, debido a que sólo el adicto es responsable de
su problema. Siempre es conveniente que los miembros de la familia se reúnan
y comenten lo que cada uno espera y cómo pueden colaborar. Toda la familia
debe informarse de las diferentes formas de tratamiento y de cómo, aun sin
que el adicto asista a tratamiento, la familia puede colaborar para que las cosas
mejoren.
Las comunidades terapéuticas pueden ser lugares de estancia corta donde los
pacientes cuentan con distintas modalidades de tratamiento, por ejemplo:
terapia de grupo (entre pacientes) o terapia individual. En las clínicas de
tratamiento, la atención integral del paciente y su familia la proporcionan
especialistas en este tipo de pacientes: médicos, psiquiatras, psicólogos y
trabajadores sociales.
93. ¿Puede una persona adicta dejar las drogas sin acudir a
tratamiento?
No. Es fundamental que un paciente en fase de dependencia reciba apoyo
terapéutico o de grupos de autoayuda para que logre dejar las drogas.
Generalmente, las personas piensan que el uso y abuso de sustancias es un
vicio y no una enfermedad, por lo que se requiere que el paciente tenga un
proceso de aceptación y reconocimiento de su adicción, a fin de iniciar un
cambio de conducta con respecto a su consumo. Un alto porcentaje de
personas no consigue esto por sí mismas. Para algunos individuos es útil
incorporarse a grupos como Alcohólicos Anónimos, Drogadictos Anónimos y, en
algunos casos, se logra la suspensión del consumo a través de juramentos
religiosos. El éxito de un tratamiento radica en la voluntad y la participación del
paciente. La drogadicción es una enfermedad en la que la persona se va
acostumbrando poco a poco al uso y los efectos de las drogas. El inicio en el
consumo de sustancias, como el alcohol, el tabaco y otras, se da por muchas
razones, por ejemplo: que alguno de los padres o hermanos mayores
consuman alcohol; frecuentar amistades que usan drogas; no tener interés por
la escuela, etcétera. Esto se suma a la "curiosidad" por conocer los efectos de
alguna sustancia, o bien el sentirse importantes o de mayor edad; la presión de
los amigos para probarlas, entre otros factores, favorece que los jóvenes las
usen alguna vez. Un alto porcentaje de los individuos que prueban drogas lo
hacen sólo una o dos veces en su vida, y se considera que son usuarios
"experimentales". Si el uso de sustancias se hace de manera más frecuente o
esporádico, se dice que son usuarios "sociales". Puede decirse que en este
consumo existe una necesidad psicológica para usar las drogas, por lo que una
intervención terapéutica (tratamiento) es más exitosa, dado que el organismo
trabaja normalmente sin el efecto de la droga, por ejemplo: "Yo fumo para
relajarme", cuando el efecto del cigarro es estimulante, es decir, acelera las
funciones orgánicas.
Si las sustancias se consumen con más frecuencia o en mayores cantidades, el
organismo se acostumbra a los efectos de éstas, lo que ocasiona que "proteste"
cuando la persona deja de consumir, pidiendo la administración de esa droga;
de lo contrario, se pueden presentar varios síntomas que prácticamente la
"obligan" a conseguirla para administrársela.
Por lo anterior, las posibilidades de tener éxito y dejar la adicción con o sin
tratamiento dependen, en gran medida, de la fase de consumo en que se
encuentre la persona. Si está en fase "experimental" o "social" es más fácil que
pueda abandonarla, siempre y cuando tenga la convicción de no continuar
usándola, porque la dependencia o necesidad de la droga es principalmente
psicológica. Aquí resulta importante que los padres reconozcan ciertos cambios
en la conducta de los hijos que pudieran favorecer una identificación oportuna
del posible uso, es decir, que no haya pasado mucho tiempo.
96. ¿Por qué existen personas que intentan dejar de consumir alcohol
u otras drogas y no pueden hacerlo?
Porque existe una serie de situaciones, como el tiempo que se
lleva usando alcohol, tabaco u otras drogas; la frecuencia, cantidad y tipo de
sustancia; así como condiciones personales (edad, sexo, etcétera) que generan
diversos cambios en el organismo, como la dependencia física y/o psicológica,
es decir, un fuerte deseo de seguir usando drogas, ya sea para obtener efectos
placenteros momentáneos, reducir y/o eliminar el malestar que provoca dejar
las sustancias.
Está probado que entre más temprano se acuda a tratamiento mayores son las
probabilidades de rehabilitación. Encuestas realizadas en la república mexicana
y especialmente en Centros de Integración Juvenil, con pacientes que acuden a
solicitar tratamiento por primera vez, indican que el inicio en el uso de drogas a
edades tempranas lleva a un consumo más problemático, inclusive se asocia al
uso de un mayor número de sustancias. Las complicaciones provocadas por la
mezcla de diferentes drogas hacen más difícil el tratamiento.
La edad en que se inicia el consumo de drogas se encuentra ubicada entre los
10 y los 18 años; sin embargo, se acude a solicitar tratamiento, en promedio,
después de los 4 o 6 años de haber comenzado a consumir. Es importante
resaltar que entre más temprano se acuda a recibir un proceso de
rehabilitación, menores serán los daños a la salud provocados por el abuso de
drogas. Por ejemplo: el consumo de alcohol ocasiona daños al hígado; con el
tiempo se presentan cuadros como sangrados del tubo digestivo por varices
esofágicas, daño pancreático y mental, cirrosis y muerte. El consumo de tabaco
ocasiona problemas pulmonares, cáncer y enfisema, entre otros daños. Si se
toman en consideración estas enfermedades o padecimientos se puede
entender que entre más pronto se dé la atención de las adicciones, menores
serán los daños asociados, existiendo una mayor probabilidad de curación.
Si bien las estadísticas reportan que el mayor número de consumidores son
varones, ocho por cada dos mujeres, la proporción de mujeres que consumen
alcohol y tabaco está aumentando y algunos especialistas suponen que el
hecho de ser mujer no les permite admitir este problema debido a la menor
tolerancia social, pues existe un registro menor de casos al que se presenta en
realidad.
El consumo de drogas es un problema que si se inicia en la infancia y juventud
puede disminuir conforme se es adulto; pero es durante la etapa adulta cuando
se incrementa el uso de otro tipo de sustancias, como pueden ser
medicamentos (tranquilizantes, sedantes antidepresivos, etcétera), alcohol y
tabaco.
GLOSARIO
Apatía. Actitud con la que una persona muestra pocas ganas de participar en
la realización de actividades, ya sean laborales, deportivas o recreativas.
Comunicación asertiva. Habilidad que utilizan las personas para expresar sus
deseos, defender sus derechos personales y manifestar sus necesidades
respetando a los demás.
Comunicación. Acto por el cual un individuo intercambia información con otro.
Conducta antisocial. Acciones de los individuos que atentan contra la
integridad personal y/o el orden socialmente aceptado.
Drogas legales. Son las sustancias cuyo consumo, venta y distribución están
permitidos por la ley; las de mayor consumo son el tabaco y el alcohol.
Nicotina. Alcaloide del tabaco que en pequeñas dosis produce una ligera
euforia, disminuye el apetito, la fatiga y es, incluso, un excitante psíquico;
además, en dosis elevadas puede convertirse en un potente veneno capaz de
provocar una intoxicación grave, tabaquismo o nicotinismo.
Opiáceos. Son aquellas sustancias derivadas del opio; pueden ser naturales,
como la morfina, o producidas por síntesis química, como la heroína. Estas
drogas se utilizan para disminuir o suprimir el dolor (analgésicos), por lo que
generan dependencia física y psicológica. Además, producen la desaparición de
todas las necesidades primarias de las personas (comer, dormir, etcétera).
GANNON, Frank (1984), Drogas ¿qué son y cómo actúan?, México, Pax.
Páginas web:
www.geocities.com/drogodependencias/consumo.htm
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