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Ética

profesional y
laboral

Resumen
Profesor: Hemma Cuevas

Leonardo Rafael Rojas Lopez.


Exploración de la idea de que el ser humano es un agente moral.

Un agente moral es una persona que tiene la capacidad de discernir el bien del mal,
y de hacerse responsable de sus propias acciones. Los agentes morales tienen una
responsabilidad moral de no causar daño a los demás.

Tradicionalmente la agencia moral se aplica en casos de personas que capaces de


ser responsable de sus acciones. Los menores de edad y los adultos con
discapacidades mentales, por ejemplo, pueden tener poca (o cero) capacidad de
ejercerse como agentes morales. Los adultos con las capacidades mentales
apropiadas solo pierden su agencia moral en situaciones extremas, como en el caso
de ser secuestrados.

Al esperar que las personas actúen como agentes morales, los hacemos
responsable del daño que pueden causarle a los demás.

Análisis de la capacidad de tomar decisiones éticas.

Los métodos diseñados para asistir en la toma de decisión rara vez hacen referencia
a la consideración desde lo ético de las posibles soluciones a un problema y
consecuentemente a la elegida y transformada en decisión. Leyes, tratados
internacionales, códigos profesionales generales y particulares de una
organización, actúan de marco para un paso que sin embargo está ligado
fuertemente al enfoque moral de las personas. El incremento de situaciones que
exponen a los decisores a conflictos éticos, las cuales no están ajenas durante la
presente pandemia del Covid-19, constituye razón suficiente para repasar esta
temática y rescatar algunas ideas que sirvan para facilitar la adopción de decisiones
que desde el punto de vista ético puedan calificarse de “correctas”.

Debate sobre la responsabilidad moral individual y colectiva.

La responsabilidad moral es el grado de culpa o responsabilidad que posee


una persona o una organización de cara a algo que se considera moralmente
réprobo, o sea, falto de ética o contrario a la noción de bienestar que se maneja
colectivamente.

Se diferencia de otras formas de responsabilidad, como la jurídica, en que


la norma infringida no proviene del exterior, como son las normas legales o penales,
sino del interior del sujeto, es decir, proviene de su conciencia. Por esa misma
razón, para que alguien sea moralmente responsable de un hecho cometido, debe
cumplir con:

• Ser capaz en sí mismo de discernir el bien y el mal, es decir, de tomar una


postura moral, y de tomar decisiones en consecuencia.

• Haber actuado de manera libre, consciente y voluntaria, o sea, sin haber sido
coaccionado u obligado por fuerzas superiores a su voluntad.

• Haber cometido la acción o inacción de modo tal que se encontrase en


posición de tomar una elección y contemplar en sí misma la inmoralidad del
acto.

Al mismo tiempo, este tipo de responsabilidad puede juzgarse desde dos tipos de
ética distinta, con resultados diferentes:

• Desde una ética consecuencia lista (o sea, que se fija en las consecuencias
del hecho), el valor moral del hecho cometido dependerá de si tuvo
consecuencias aceptables o no.

• Desde una ética deontológica (o sea, que se fija en el deber ser), las acciones
serán o no moralmente aceptables en sí mismas, sin importar si fueron o no
descubiertas, y si lastimaron o no a alguien.

El tema de la responsabilidad moral es común a diferentes ramas de la filosofía y


de la ética, y aparece cada vez más en debates contemporáneos bajo la opinión
pública, ya que es esta última la única capaz de ejercer el repudio o la sanción
social con que se castiga un hecho inmoral. El estado y el aparato penal sólo
podrán intervenir en el castigo si los hechos considerados inmorales son, además,
considerados ilegales (responsabilidad penal).
En el mundo corporativo, se habla de responsabilidad moral de las empresas, a
veces como un sinónimo de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), o a
veces como un mandato tácito que debería regir toda actividad económica, y que
compromete a las organizaciones a velar por el bienestar colectivo antes que por
su ganancia individual y egoísta. Esto, por desgracia, no suele ser lo que ocurre en
la práctica en la mayoría de las grandes corporaciones.

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