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APRENDEMOS SOBRE LA ÉTICA DEL DEBER 5° grado.

La moral y la ética
Una característica distintiva del ser humano es su capacidad para gobernar su conducta y reflexionar sobre ella, condición
que se relaciona con la moral y la ética. Ambos términos se emplean indistintamente para definir el carácter o costumbre
a partir del cual los seres humanos orientan sus acciones y proyectan su vida.

La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal que se proyectan en normas de comportamiento que dirigen
la conducta de las personas. La ética, en cambio, es una reflexión sobre la moral; cuestiona por qué consideramos válidos
unos comportamientos y otros no; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su
fundamento y legitimación; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que
establezcan y justifiquen aquello por lo que es necesario vivir. La moral da pautas para la vida cotidiana, mientras que la
ética es el estudio o reflexión sobre qué origina y justifica esas pautas.

Éticas del deber


Además de la felicidad, hay un elemento ético importante: el deber. El deber se entiende como el sentimiento que nos
impulsa a optar por una determinada acción –y no por otra– debido a que la consideramos moralmente válida. En la
filosofía moderna, el deber ha sido objeto de análisis, en especial por dos importantes filósofos: Immanuel Kant y Jürgen
Habermas.

Según Kant, las personas tenemos una conciencia moral que está en la razón, la que nos indica cómo debemos actuar. Las
leyes morales dictadas por la razón son un imperativo categórico porque no podemos escapar de ellas y porque son válidas
en todas las situaciones. Una norma moral tiene el rango de imperativo categórico cuando:

• Considera que todos los seres humanos deben cumplirla.

• Considera a las personas como fines en sí mismas y no como medios para obtener algo.

Habermas, por su parte, considera que falta un elemento en la ética kantiana: nuestra razón no elabora imperativos
categóricos aisladamente, sino a través del diálogo o intercambio de ideas con otros seres humanos. Por ello, su propuesta
es conocida como ética dialógica. Según esta perspectiva, una ley es moral cuando todos los afectados por ella están de
acuerdo y le dan su consentimiento porque favorece a los intereses de los seres humanos. El deber, una experiencia
cotidiana En la vida moral del ser humano, hay un elemento que aparece con fuerza: el sentimiento del deber. Existen
cuatro tipos de deberes:

• Legal o jurídico. Incluye las leyes que dicta el Estado. Por ejemplo, cuidar a los hijos, no matar, no robar, etcétera. Su
incumplimiento trae consigo una sanción.

• Religioso. Comprende las normas de conducta delimitadas y exigidas por una determinada religión. Para los adventistas,
por ejemplo, la abstinencia del alcohol.

• Social. Contempla las normas de conducta o costumbres sociales que se espera que las personas cumplan. Por ejemplo,
las reglas de cortesía.

• Moral. Abarca las acciones que son motivadas por lo que nuestra conciencia moral nos indica. Tienen una restricción o
censura interna.
Contenido y forma del deber

Si observamos detenidamente los tipos de deberes, nos damos cuenta de que hay deberes que se repiten. Por ejemplo,
no matar es un deber jurídico, pero también religioso y moral; ayudar a un vecino en apuros es un deber social, y para los
creyentes es además un deber religioso. Para entender mejor esta situación, debemos distinguir entre el contenido de un
deber y la forma del mismo:

• El contenido de un deber es lo que manda o prohíbe; por ejemplo, que se ayude a las personas accidentadas o que no
se copie en los exámenes. El contenido puede ser común a diferentes deberes, puesto que ciertas conductas pueden ser
consideradas igualmente buenas o malas desde varios puntos de vista.

• La forma de un deber es el punto de vista que se adopta para tomarlo como guía. La forma puede ser jurídica, social,
religiosa, moral, técnica, etc. Un mismo contenido, como “no se debe estafar”, puede aparecer bajo varias formas, y cada
una de ellas tiene implicaciones diferentes. Como deber legal, cuenta con la amenaza de castigo que puede ejercer el
Estado si uno no lo cumple. En cambio, desde el punto de vista religioso, es un deber que tiene relación con el amor al
prójimo; puesto que, si uno ama a los demás, no debe estafarles. Por último, como deber moral, se trata de una cuestión
de conciencia, que parte del reconocimiento de que no debemos estafar a nadie porque no es la forma correcta de tratar
a los demás.

Deberes positivos y negativos, perfectos e imperfectos

Se considera deberes positivos a los que ordenan que se realice una determinada acción. Por ejemplo, cuando se nos
recuerda que siempre debemos prestar auxilio a los heridos en un accidente. En cambio, los deberes negativos son las
prohibiciones; por ejemplo, no fumar en lugares públicos. La ventaja de estos últimos deberes es que son claros y precisos;
por lo tanto, solo con abstenerse de hacer algo determinado, se cumple el mandato de modo completo y perfecto. Por
eso, a los deberes negativos también se les llama deberes perfectos, porque son tajantes, mientras que los deberes
positivos son considerados como deberes imperfectos, puesto que son más imprecisos, más dependientes de las
circunstancias y posibilidades de cada cual.

El conflicto de deberes
En ocasiones puede ocurrir que en una misma situación se tenga que optar entre dos deberes negativos o perfectos que
son igualmente básicos, pero incompatibles entre sí. Por ejemplo, si una persona tiene que elegir entre defender la vida
de su familia frente al ataque de un asesino o respetar la vida de este último, puede que no tenga más remedio que optar
por hacer lo primero.

Cuando se han agotado todas las posibilidades de hacer compatibles los deberes básicos, no queda sino cumplir uno de
ellos y dejar de cumplir el otro, con lo cual hacemos un mal, pero se entiende que será un “mal menor”, es decir, un mal
inevitable que se hace para evitar un mal mayor.

Este tipo de situaciones no son las más habituales, sino más bien excepcionales. En ellas se necesita una gran prudencia
para no excederse en los límites que exija la situación. Para acertar en esos casos, es necesario tener en cuenta que los
deberes morales funcionan como principios y mandatos generales que pueden entrar en conflicto en una situación
concreta, y en ese caso es la persona que actúa la que tiene que asumir la responsabilidad de evaluar los pros y los contras
de cada posibilidad y tomar la decisión que, en conciencia, le parezca la mejor o el mal menor. Nadie puede asumir por
otro esa responsabilidad. Ese tipo de situaciones son, sin duda, las más difíciles de nuestra vida moral.

La formación ética de las personas es imprescindible para poder decidir qué hacer en estos casos excepcionales, actuando
con prudencia y responsabilidad, base de toda conciencia moral.
APRENDEMOS SOBRE LA ÉTICA DEL DEBER
HOJA REFORZAMIENTO

REFLEXIONA A PARTIR DE TU EXPERIENCIA

A• ¿Qué le recomendarías a Pedro? ¿Qué hubieras hecho tú? ¿Cómo evitarías estar en una situación igual a la de Pedro?
B• ¿Qué consideras más importante: aprender o aprobar? ¿Por qué?
C• ¿Cómo se relacionan los deberes con el ejercicio de la libertad? Explica mediante ejemplos en tu vida cotidiana

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