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EL MUNDO DE AYER Y LA CRISIS DE EUROPA.

DE STEPHAN ZWEIG A EDMUND HUSSERL

Prof. Dr. Jorge Novella Suárez. 3º de Grado curso 22/23

Mensajeros de lo que se avecinaba a la Europa de mediadps del siglo XX


no faltaron, de un lado los que preconizaban una vuelta al pasado, a una Nueva
Edad Media; de otro esos alertadores de la catástrofe que se avecinaba, los visos
fueron múltiples, escritores centroeuropeos como Spengler, Roth, Schnitzler,
Zweig o Mann habían advertido de lo que estaba en juego. La crisis de la
conciencia europea es la constatación de un mundo que se derrumba, sus
consecuencias son la barbarie, la violencia como instrumento de dominación, el
nacionalismo de Blut und Boden (de sangre y patria), todas ellas patologías de la
modernidad, efectos de esa Ilustración denunciada por los miembros de la
Escuela de Frankfurt. Joseph Roth escribe en febrero de 1930 a Stephan Zweig:

“¿A quién no le asquea la política? Tiene usted razón, Europa se


suicida. Y la manera prolongada y cruel de ese suicidio se debe a
quien lo comete es un cadáver. Esta decadencia tiene una
endiablada semejanza con una psicosis. Parece el suicidio de una
psicótica. El diablo gobierna realmente el mundo. Pero sigo sin
entender a los extremistas de las dos alas.”
...
Sabrá usted que nos aproximamos a grandes catástrofes. Aparte de
lo privado – nuestra existencia literaria y material queda aniquilada
– todo conduce a una nueva guerra. No doy un céntimo por nuestras
vidas. Los bárbaros han conseguido gobernar. No se haga ilusiones.
Gobierna el infierno”1.
Otros autores, como Nietzsche o Dostoievski, ven – respectivamente – el
advenimiento del nihilismo (el fin de la tradición judeo-platónica,
desvalorización del cristianismo y de todo dualismo metafísico) conlleva la vuelta
al eterno retorno y a la transmutación de todos los valores; a la vez que el autor
de Crimen y castigo propugna el cristianismo bizantino2. Entre estos dos
extremos podemos encontrar otras diagnosis. Paul Valéry 3 publica Miradas del

1 ROTH, J., Epistolario inédito, El Acantilado, Barcelona, 2009. Carta a S. ZWEIG, Francfort
23/X/1930 y Paris, Febrero de 1930.
2 Véase PATOCKA, J., Ensayos heréticos sobre la filosofía de la historia, Península, Barcelona,

1988, pp. 115-116.


3 VALÉRY, P., Miradas al mundo actual, trad. José Bianco, Losada, Buenos Aires, 1954, pp. 29-

33.
mundo actual (1931) –ampliadas tras su muerte en 1945 –en donde hace
coincidir la crisis de Europa con la crise de l´esprit, una identidad europea que
el continente pierde por el embelesamiento y eterno mirar atrás, quedando presa
del pasado.

“Europa tenía en sí misma con qué someter, regir y ordenar el resto


del mundo hacia fines europeos. Tenía medios invencibles y los
hombres que los habían creado. Muy por debajo de éstos estaban
los que regían el destino de Europa. Como los alimentaba el pasado,
sólo supieron hacer pasado. También la ocasión ha pasado. La
historia y las tradiciones políticas de Europa, sus querellas de
aldeas, de campanarios y de tiendas, sus celos y rencores de vecinos
y, en suma, la falta de miras, la pequeñez de espíritu heredada de la
época en que era tan ignorante y no más poderosa que las demás
regiones del globo…”4
Sólo Napoleón rompe ese quietismo y presiente que la escala del mundo
del futuro es otra, pero nadie le comprendió, Valéry lo constata con amarga
ironía: “Después de él, todos volvieron a considerar las hectáreas del vecino y a
razonar sobre el instante” y con sagacidad y perspectiva augura para el viejo
continente:

“Europa será castigada por su política… Europa aspira visiblemente


a ser gobernada por una comisión norteamericana. Toda su política
se dirige a ello.
No sabiendo deshacernos de nuestra historia, seremos descargados
de ella por pueblos felices que no tienen o casi no tienen historia.
Esos pueblos felices nos impondrán su felicidad.”5
Pero ahora constatemos que la crisis de Europa es también la crisis de
España, en ningún país del continente se experimentará antes – incluso que en
Alemania e Italia – el fantasma de la guerra. El futuro de Europa se jugó
anticipadamente en los campos de batalla españoles 6, mientras las potencias
occidentales permanecían vergonzosamente neutrales y con sus políticas de no

4 VALÉRY, P., “Notas sobre la grandeza y decadencia de Europa”, en Miradas al mundo actual,
p. 29 y 30.
5 VALÉRY, P., “Notas sobre la grandeza y decadencia de Europa”, en Miradas al mundo actual,

p.30.
6 “En los campos de muerte y de batalla de la guerra civil española se peleó por última vez, con

sentido revolucionario, por la libertad, la solidaridad y la humanidad: aun hoy las canciones que
se cantaron en aquella lucha son, para la joven generación, los únicos destellos que han quedado
de una revolución posible. Era el fin de una época histórica y lo terrible del periodo siguiente se
anunciaba en la simultaneidad de la guerra civil en España y de los procesos de Moscú”, en H.
MARCUSE, Cultura y sociedad, trad. Garzón Valdés y E. Bulygin, Sur, Buenos Aires, 1968, p. 10
intervención adelantaban el suicidio del viejo continente. Un futuro repleto de
incertidumbre, inestabilidad y riesgo.

……………..

Pocos autores como Stefan Zweig (Viena 1881-Petrópolis 1942) para la


cuestión que nos ocupa, en tanto que son lectura obligatoria y clave para
representarnos esa época y su imagen del mundo. Destaquemos tres textos, en
primer lugar su afamada autobiografía El mundo de ayer, así como dos textos
póstumos que recogen diversas conferencias: Tiempo y mundo, Legado de
Europa, verdaderos complementarios de sus afamadas memorias. En sus páginas
está expuesta y desarrollada su concepción de Europa no sólo como comunidad
de naciones sino como “un reino espiritual del humanismo”.
Europa como forma de vida, como un concepto que supera los límites
impuestos por la geografía: una Europa espiritual,
“aquella nostalgia perenne de unidad de sentimiento, voluntad,
pensamiento y vida que ha configurado en el transcurso de dos
milenios aquella imagen maravillosa de comunidad a que
orgullosamente damos el nombre de cultura europea”7.

La obra de Stefan Zweig narra los estados de ánimo de Europa desde 1900
a 1942, año de su muerte, incapaz de resistir como la sinrazón y la destrucción se
apoderaban del viejo continente. La Gran Guerra supuso el gran impacto para
las conciencias europeas, el primer conflicto generalizado desde las guerras napo-
leónicas, que llevó a una gran eclosión del pacifismo, con grandes
manifestaciones en la literatura de la época - desde el éxito arrollador de Berta
von Suttner con Abajo las armas, Romain Rolland, Au dessus de la mêlée, etc, -
y, a la vez, el pesimismo de comprobar que la Paz de Versalles no había
solucionado los problemas que debía afrontar. El odio se quedó como algo
latente:
“en la idea de que sólo el éxito importa en nuestro mundo; que todo
empleo de la fuerza, y ante todo la guerra, representa una actividad
no sólo permitida, sino incluso deseable, siempre que redunde en
provecho de la patria.”8
7
ZWEIG, S., “El pensamiento europeo en su desarrollo histórico”, (1932), en Tiempo y Mundo, Ed.
Juventud, Barcelona, 1959, p.206.
8
ZWEIG, S., “La historiografía del mañana”, conferencia dada en Norteamérica antes del inicio de la II
Guerra Mundial, en Tiempo y Mundo, p. 193.
Ese era el peligro. Pero la historia se gesta antes. Stefan Zweig es un
arquetipo de ese mundo en orden, elitista, individual y burgués que simboliza la
Viena del emperador Francisco José, del Imperio de los Hagsburgo, de una
ciudad que irradia cultura ante al resto del mundo. Judío, perteneciente a una
acaudalada familia, Doctor en Filosofía con una tesis acerca de Hipólito Taine,
habla cinco idiomas, traductor de los simbolistas franceses, libretista de operas a
la muerte de su gran amigo Hugo von Hoffmanstal escribirá el libreto para La
mujer silenciosa de R. Strauss. Representante genuino de esa minoría judía
compuesta casi toda por judíos asimilados que de sinagoga, innovadora,
mercantil e ilustrada que constituía la elite de la sociedad austriaca del
novecientos. Esa edad de la seguridad, de la confianza, y que también lo es de la
hipocresía
“Se nos debía inculcar la tendencia a respetar en todas partes lo
existente como perfecto; la opinión del maestro, como infalible; la
palabra del padre, como incontestable; las instituciones del Estado,
como las valederas para todo y para siempre”9.

La guerra de 1914 va a irrumpir de un modo brutal, el uso de nuevas armas


(gases, carros de combate, etc.) añadiendo más asombro y barbarie a los que
recordaban Sedán.
“Cuando uno se pregunta hoy, reflexionando con calma, por qué
Europa fue en 1914 a la guerra no se encuentra ni una sola razón,
ningún motivo serio. No se pusieron en juego ideas y apenas
influyeron los pequeños distritos fronterizos. No puedo
explicármelo, pues, sino como una consecuencia de aquel exceso de
energía, como la secuela trágica de aquel dinamismo interior que se
había almacenado durante cuarenta años de paz y que necesita una
válvula de escape.”10

Los sueños de paz de la vieja Europa saltan por los aires. La paz de
Versalles va a dejar una Alemania herida, rota, resentida y, con ella, a los viejos
territorios del Imperio. El nacionalismo irredento establecerá esa
sobreidentificación con el pueblo oprimido, la exaltación irracional de la patria,
el destino de la nación o el mito de la pureza. El terreno está abonado para las
doctrinas pangermanistas que derivarán en la gestación del nacionalsocialismo
de Adolf Hitler.

9
ZWEIG, S., El mundo de ayer, Editorial Juventud, Barcelona, 1968, p. 38
10
ZWEIG, S., El mundo de ayer, ed. cit.,p.144.
Europa no va a ser la misma después de Versalles, aquel jardín vienés -
símbolo de un orden natural y de un mundo caracterizado por la armonía - va a
ser destrozado por la inestabilidad y una brutalidad permanente. Nadie está
seguro de nada. El viejo orden ha sucumbido. Zweig tendrá que luchar contra tres
elementos: la preocupación por su obra, el odio que genera la guerra e incluso
algunos de sus contemporáneos.
De ahí la tarea urgente de recuperar la identidad europea, luchar por esa
vieja aspiración que son los Estados Unidos de Europa, defender el patrimonio
de la cultura europea y
“preservar, una vez más, ante la faz del mundo la libertad del idioma
alemán, que en Alemania comenzaba a hallarse ya sujeto a
servidumbre“11.

En definitiva, una auténtica comunidad de naciones, frente a la


intolerancia, el resentimiento, el racismo y la xenofobia como elementos que
vertebran el discurso nacionalista. Cosmopolitismo y nacionalismo. El
cosmopolitismo de Zweig ha sido valorado de distintos modos, Le Rider sostiene
que “En S. Zweig la crisis de identidad judía encuentra una solución ilusoria en
el internacionalismo”12. Un Claudio Magris de 24 años, en su tesis doctoral, pone
a nuestro autor como claro ejemplo del diletantismo ahogado en retórica,
“Zweig es el clásico exponente del vago cosmopolitismo
humanístico salido de la civilización habsburgica; un confuso
humanitarismo internacional.”13

Y para su coetáneo Robert Musil representa la superficialidad mundana y


el símbolo monstruoso de los tiempos.14 El embelesamiento y parálisis que
afectan a Zweig van a ir in crescendo, superado por las circunstancias y los hechos
que no hacen nada más que empeorar, haciendo saltar en pedazos aquel mundo
tranquilo y seguro de su Kapuzinerberg salzburgués. Siente que su entusiasmo
por esa Europa supra-nacional es cuestionado por las ideologías en ascenso. La
realidad tiene más fuerza que la razón y las palabras son ineficaces frente a la
marcha de la historia. Eso es lo que percibe Stefan:

11
ZWEIG, S., “La Viena de ayer”, en Tiempo y Mundo, ed. cit.,p.98.
12
LE RIDER, J., Modernité viennoise et crises de l´identité, PUF, Paris, 2ª, 1994.
13
MAGRIS,C., Il mito absburgico nella letteratura austriaca moderna, Einaudi, 2ª,Turín, 1988, p.
292; El mito habsbúrgico en la literatura austriaca moderna, trad. de Guillermo Fernández, UNAM,
México, 1998, especialmente los capítulos Finis Austriae y El mundo de ayer, un mito de hoy, pp. 273-
477.
14
MUSIL, R., Diarios, vol. I, Edicions Alfons El Magnanim, Valencia, 1994. p. 401 y 478.
“... estaba inmunizado contra el contagio del entusiasmo patriotero
(...) Lo más triste de aquél delirio era que la mayoría de aquellos
hombres hablaban con sinceridad (...) Al fin, todo el mundo supo de
memoria la letanía del odio (...) Resuelto a esquivar aquella
peligrosa psicosis de masas, me trasladé semanas después a un
suburbio de las afueras, para iniciar, en medio de la guerra, mi
guerra personal: la lucha contra la momentánea pasión de las masas
que estaba destruyendo la razón.”15

Zweig continúa su prédica para que Europa salga de su marasmo y deje de


llevar en su seno la destrucción, pero no se da cuenta que en el viejo modelo al
cual se aferra incuba el huevo de la serpiente. En su Jeremías (1916), obra
pacifista inspirada en la Biblia y dedicada al sufrimiento moral denuncia:
“Demostrar como los jefes desvían a los pueblos hacia los caminos
del odio, como los pueblos ávidos de conquistas se burlan de los
sabios que profetizan la desgracia, como del caos de las pasiones
puede nacer un orden superior, y por qué una derrota terrenal
contiene la promesa de una victoria espiritual.”16

Tiene un éxito inmediato, es la primera vez que un autor ejemplifica,


describe y se compromete, con una lucidez pasmosa, a defender esa Europa de la
inteligencia, del arte y de la paz. Pero jamás va a poder recobrar aquel orden
entendido como armonía, perspectiva, y como modo de comprender y vivir el
mundo. Al contrario, los vertiginosos cambios producidos en Europa lo van a
llevar a un peregrinaje incesante por ciudades y países del mundo (Londres,
Estados Unidos, Brasil, Buenos Aires), en los cuales combina la búsqueda de su
propio sueño, de su canon literario, consciente de que no va a hacer una gran obra
desde un punto de vista creativo. Sus novelas no son obras que impacten, aunque
tienen gran éxito de público y estén traducidas a casi todos los idiomas, pero no
son su modelo (sus admirados Balzac, Goethe, Tolstoi, Dickens o Dostoyevski).
De ahí que se centre en las biografías, no sólo por el atractivo de esos hombres y
mujeres importantes en la historia de la humanidad, sino que quiere realizar una
“Tipología del espíritu”, donde estén aquellos que denomina “los Constructores
del mundo”. Aquellas figuras que han aportado más a la humanidad,
“Ante todo, creo yo que debemos poner la mirada en unos cuantos
hombres en quienes vemos realizado ya algo de esa forma más
elevada, más pura y límpida que esperamos de la futura humanidad.
Hombres que, con la aportación de todas sus fuerzas, no viven solos
en esta época y que, en su avanzar, arrastran también consigo a los

15
ZWEIG, S., “La Viena de ayer”, Tiempo y Mundo, pp.168, 170, 171 y 175.
16
LAFAYE, J. J., Nostalgias Europeas, Editorial Juventud, Barcelona, 1995, p. 68.
otros. Uno de estos hombres es ... Romain Rolland. Él ha consolado
a millares de hombres, ha levantado a innumerables caídos y ha
impulsado con su idealismo la voluntad de unión, la tendencia a la
compasión y la posibilidad de una concepción de las cosas más
elevada, no en un país, sino en todos los países. Y porque lo ha hecho
precisamente en la hora más terrible que ha conocido nuestra
época”17.

Europa nunca será la misma. La reconstrucción europea hace que cambie


su faz. El cambio es la inestabilidad. ¿Cómo reflejar esa nueva realidad? El
lenguaje tampoco sirve. Claudio Magris lo describe como ese desfallecimiento de
la palabra y del naufragio del yo, la disolución del sujeto como principio
ordenador de la realidad18. Zweig afirma: “La autobiografía es lo que revela al
hombre”. Sus personajes son reveladores, Heinrich von Kleist se suicidará con su
amada Henriette Vogel en los pinares de Postdam. Friedrich Hölderlin, el loco de
Tübingen morirá a los treinta y seis años dulcemente instalado entre el éxtasis
que fue su vida y la muerte del alma. Su otro héroe, F. Nietzsche, fallece en 1900
de una apoplejía, tras once años de “reblandecimiento cerebral y parálisis
progresiva”. La locura como símbolo del Zeitgeist. Este es el final de sus queridos
y admirados maestros. Zweig va a verse abocado ineludiblemente a un trágico
final. Es el precio de su lucidez y de su candor para ver el mal radical que avanza
a paso de la oca y con la svástica como símbolo.
No se arredra, es así de un modo singular como sigue triunfando
socialmente con “El pensamiento europeo en su desarrollo histórico”, título de un
ciclo de conferencias que le llevan de país en país. Detrás de estos escritos de un
europeo fervoroso se esconde ese artista dominado por el pesimismo, y cada vez
más preocupado por sí mismo que por el porvenir de Europa. Se está hundiendo,
cambiando su faz y Zweig piensa como el barón de Munchausen que tirándose de
los pelos va a poder salir del pozo. La persecución de los judíos arrecia en
Alemania, le solicitan dinero, avales, cartas de recomendación, ayuda... y Zweig
se paraliza, comienza a caer en un cierto fatalismo que le perseguirá y le acosará
hasta que ponga fin a sus días. Convencido que Hitler va a ganar la guerra, no
deja de hacerse la misma pregunta: ¿qué mundo se va a levantar sobre millones

17
ZWEIG, S., “Romain Rolland”, conferencia pronunciada en Berlín, Enero 1926. En Legado de Europa,
ed. cit.,104-105.
18
MAGRIS, C., “La indecencia de los signos”, en H. von HOFMANNSTHAL, Carta de Lord Chandos,
Colegio de Arquitectos, Murcia, 1981, pp.10-12.
de cadáveres? Es el naufragio de su ideal europeo. Mientras, la conciencia del
mundo calla.
Vuelve a Viena, no quedan vestigios de su vida anterior, ni sus colecciones,
ni su biblioteca, ni sus amigos. Todo ha perecido. La Viena galante, prisionera del
simbolismo y de la cultura francesa yace, como su Emperador Francisco José, en
la cripta de los capuchinos. Marcha a Inglaterra y se refugia en Bath, la II guerra
mundial ha estallado. Incapaz de soportarlo, vencido, derrotado su ideal de esa
Pan-Europa, escribe poco y empieza a pensar en sus deseos de morir. No es
indolente, es impotente. La idea del suicidio se va haciendo cada vez más fuerte.
El pasado está destruido, el presente es la muerte y el futuro es improbable
construirlo sobre millones de cadáveres.
“También he perdido mi verdadera patria, la que elegí por un
impulso de mi corazón, Europa, desde que por segunda vez se
arruinó en una guerra fratricida. Sin quererlo, fui testigo de la
derrota más horrible que ha sufrido la razón y del triunfo más
inaudito que ha alcanzado la brutalidad en el curso de la Historia.”19

Ese modelo de Europa supranacional, a la que contribuye con sus escritos,


testimonios y conferencias está agonizante. Vuelta a la melancolía, al desasosiego,
a la desesperanza. De la necesidad de recuperar ese mundo de ayer va a empezar
a escribir sus remembranzas. Se aferra a la nostalgia y a las falsas promesas de
felicidad. El mundo de ayer, así se titulan sus memorias, las dictó a Lothe
Altmann (secretaria y segunda esposa, mucho más joven que él) sin consultar una
nota y solo comentando algunas dudas con Friederike. Es el mejor testimonio del
tránsito de la Europa feliz, (de “la lucha por la fraternidad espiritual” a “la agonía
de la paz”, noveno y último capítulo, respectivamente).
El mundo que describe “está muerto, no me queda nada, estoy desposeído
de todo”. Resulta pavoroso asistir a la serenidad con la que constata su fracaso,
unido al de Europa y la humanidad
“¡Que otros arrojen octavillas o vayan a morir en la guerra! ¡Que
otros publiquen folletos políticos o vibren de esperanza imaginando
el mundo que surgirá del caos! Yo, por mi parte, hablaré de las
alamedas del Prater en 1900, de la bohemia literaria de Berlín a
principios de siglo.”20

19
ZWEIG, S., El mundo de ayer, ed. cit., Prefacio, p. 7.
20
LAFAYE, J. J., Cfr., p. 181.
Añoranzas, aflicciones, pesares. Nostalgia de la nostalgia. Rehúye la reali-
dad. No sabe qué hacer, sin problemas económicos pero sin Friederike qué es su
seguridad, su afecto... Viaja. Su conferencia “La Viena de antaño “tiene un éxito
clamoroso en Buenos Aires. Los diarios hablan de la tragedia cotidiana y él narra
la enfermedad de su tiempo; esta conferencia finaliza así: “En la lucha gigantesca
que hoy conmueve nuestro viejo mundo se decide también el destino de esta
cultura, y no necesito decir de qué parte se inclinan nuestros más fervientes
deseos”. Corre apesadumbrado el año 1940. Desconfía de su literatura y lo
expresa reconociendo su desengaño:

“Toda mi vida creí en el poder de las palabras sobre el mundo, pero


es la fuerza brutal la que triunfa. Toda la vida busqué un refugio en
las palabras, contra los riesgos de la historia, y hora me veo forzado
a errar a ciegas a través del mundo, en busca de una paz imposible
de encontrar (...) Quise amar el pasado para preservar el futuro, y
tengo que ver como mi época sacrifica todos los valores de antaño.
(...) Ensalcé los méritos del progreso, porque creía en ellos de todo
corazón, y en cambio llegó la barbarie (...) Toda mi vida no fue más
que un error, un mal sueño del que despierto demasiado tarde.
Pero dediqué tantas fuerzas a ese sueño que suscité el respeto y la
admiración de todos, y la gente aún eleva la mirada hacia mí.”21

Y siguen las paradojas. Le produce un gran vértigo el que las gentes, en su


continua huida, le pidan orientación en el arte de la vida. ¡Precisamente a él! Para
Zweig son los últimos días de la humanidad. Su crepúsculo es el crepúsculo de
Europa. Es estéril resucitar los grandes ideales por los que luchó toda su vida. Se
despide en Nueva York de sus amigos y del mundo. A Friedericke le dice: “¿Sabes
que sin duda nos vemos hoy por última vez?”. Vuelve a Brasil para morir
voluntaria y conscientemente. En la casa de Petrópolis encuentra un volumen de
los Ensayos de Montaigne en la que subraya una frase estremecedora que resume
su voluntad, “La más voluntaria muerte es la más hermosa“. Comienza su
biografía de Michel de Montaigne, emblemática, donde esboza y recrea su propia
vida con el filósofo francés como pretexto. Librepensador y ciudadano del mundo,
liberal y tolerante, “no sé que busco con tanta ansiedad en el extranjero, pero sé
muy bien de qué huyo” (habla Montaigne - Zweig). Del arte de vivir al arte de
viajar como huida de la vida que le atenaza y ahoga, refugiándose en un mundo
interior donde su egotismo pueda encontrar, si cabe, sentido:

21
LAFAYE, J. J., Cfr., p.185 y 186, cursivas mías.
“No te preocupes por el mundo. No puedes cambiarlo ni mejorarlo.
Cuídate exclusivamente de ti, salva lo que se pueda salvar de ti
mismo. Construye, mientras los otros destruyen. Procura ser
sensato para ti en medio de la universal insensatez. Aíslate.
Constrúyete un mundo propio “22.

El paralelismo de sus vidas con cinco siglos de diferencia es extraordinario.


Leer sus páginas sobre Montaigne es comprender, no ya al autor de los Ensayos,
al hombre Stefan Zweig. “Primer cosmopolita y europeo consciente “, es una
proyección de sí mismo. Solo queda dar un paso hacia la última experiencia del
ser humano
“Y la última y suprema libertad: la muerte. La vida depende en parte
de la voluntad de otros; la muerte, exclusivamente de la nuestra: La
plus volontaire mort est la plus belle”23.

La muerte como el único modo de triunfar sobre el espíritu del mundo que
asola Europa. Llama a sus amigos más queridos, se despide con un lacónico “Me
place oírte “. Y escribe “¡Ojalá vivan ellos para ver la aurora después de que
acabe la larga noche!”. Esta nietzscheana invocación manifiesta su derrota ante
ese tiempo de desolación. La razón cansada. La razón desterrada. La razón
aniquilada. Toma su dosis de veneno y Lotte Altman, su mujer, hará lo mismo.
Su suicidio no es algo súbito, sino la constatación final de ese lento fracaso que
han sido los últimos veinte años de su vida. Duros años en los que ha asistido a
como su ideal ético y estético de una Humanidad guiada por la paz y la exaltación
de la conciencia europea agoniza. El mundo de ayer ha sido destruido.

Lo inaudito para estos representantes de la Kultur ha acontecido de un


modo brutal: el mal y la barbarie se adueñaron de su idealizada Europa, Zweig no
tuvo noticia del Holocausto y de la experiencia de la muerte desplegada por el
nazismo. Otros se verán en tesituras parecidas, Walter Benjamin aterrado en Port
Bou ante una posible detención por la Gestapo pondrá fin a su vida. No
enjuiciamos a nadie, solo exponemos. Las actitudes heroicas no son muy
humanas, aunque se dan en tiempos de barbarie y desesperación; son hombres
de carne y hueso los que desfilan por estas páginas. No hay una actitud superior
o mejor moralmente, son muestra de los efectos de la brutalidad e incultura que

22
ZWEIG, S., “Montaigne”, en Legado de Europa, Ed. Juventud, Madrid, 1968, p. 53.
23
ZWEIG, S., “Montaigne”, en Legado de Europa, p. 50.
se desarrolló en el viejo continente. Y la soledad en la que hombres y mujeres se
hallaron.

5. DIAGNÓSTICOS
5.1 EL HEROÍSMO DE LA RAZÓN
La obra póstuma de Husserl, La Crisis de las ciencias europeas y la
fenomenología transcendental24, cuyo período de elaboración se remonta a las
célebres conferencias de Viena y Praga, celebradas en Mayo y Noviembre de 1935,
motivadas por el impacto que causó a nuestro autor el congreso celebrado en
Praga sobre “la crisis de la Democracia”25 en 1934; ha despertado gran interés por
la nueva perspectiva que adquiere la Fenomenología, al situar en primer término,
el acontecer histórico y el sentido de la existencia del hombre contemporáneo.

La Fenomenología se dirige a replantear la filosofía, a darle un fundamento


definitivo, para esto tendrá que liberar a la filosofía y a las ciencias de todos los
prejuicios que la amenazan y de todos los presupuestos de los que parte. Sólo así
la filosofía podrá dejar atrás el momento en que se encuentra. La tarea que el
filósofo se impone, es hacer una ciencia universal del mundo (universale
Wissenschaft von der Welt), un saber definitivo, universal, un universo de
verdades en sí acerca del mundo, del mundo en sí”26. En primer lugar, habrá que
elucidar en qué significa la expresión “crisis de las ciencias“, este enunciado
puede entenderse en dos sentidos:

• Como expresión de la crisis de finales del siglo XIX y principios del siglo
XX. Como un replanteamiento de los logros de la ciencia, de lo que ha
hecho hasta ese momento; y de cómo afronta una serie de problemas a los

24
HUSSERL, E., Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie,
Einleitung in die Phänomenologische Philosophie, Editado por W. Biemel, Husserliana VI, Martinus
Nijhoff, La Haya, 1969. Existe una traducción española, sin los anexos, de Jacobo Muñoz y Salvador Mas,
La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental, Editorial Crítica, Barcelona 1991.
Resultan claves para este planteamiento SAN MARTÍN, J., La fenomenología de Husserl como utopía de
la razón, Anthropos, Barcelona, 1987; Ensayos sobre Ortega, UNED, Madrid, 1994; Para una filosofía de
Europa, Biblioteca Nueva, Madrid, 2007; LANDGREBE, L., Fenomenología e historia, Monte Ávila,
Caracas, 1975; DÍAZ ÁLVAREZ, J., Husserl y la historia. Hacia la función práctica de la fenomenología,
UNED, Madrid, 2003.
25
Husserl había mandado a este congreso un texto solicitado por los organizadores con el título “La misión
de la filosofía en nuestro tiempo”; tanto sus conferencias de Viena sobre “La Filosofía en la crisis de la
humanidad europea” como la de Praga acerca de “La crisis de las ciencias europeas y la Psicología”, forman
ese testamento político de Husserl que es la primera parte de la Krisis.
26
HUSSERL, E., Krisis, III, § 73, p. 269.
cuales no puede responder tanto por los métodos y concepción filosófica
que constituyen su paradigma, como por un cambio de perspectiva en
cuanto a los fines perseguidos.

• Como expresión no de una crisis de la ciencia misma, sino de cómo una


determinada interpretación de la ciencia (la objetivista o positivista), ha
llevado a relegar la cuestión principal para él:

“... el hombre moderno se dejó, en la segunda mitad del siglo XIX,


determinar y cegar por las ciencias positivas y por la <prosperity>
hecha posible por ellas, significó un desvío indiferente de las
cuestiones que para la humanidad auténtica son las cuestiones
decisivas. Meras ciencias de hechos forman meros hombres de
hechos (Bloβe Tatsachenwis-senschaftten machen bloβe
Tatsachenmenschen). Este cambio en el modo de estimar
públicamente las ciencias era en particular inevitable después de la
guerra, y, como es bien sabido, ha llegado poco a poco en la
generación joven a un sentimiento de hostilidad. En la premura de
nuestra vida - es lo que oímos por todas partes - esta ciencia no nos
dice nada. Las cuestiones que ella excluye por principio son
precisamente las cuestiones más candentes para nuestra
desgraciada época por una humanidad abandonada a las
conmociones del destino: estas son las cuestiones que se refieren al
sentido o sinsentido de toda nuestra existencia humana”27.
Se aprecia cómo la concepción objetivista de la ciencia priva a ésta de todo
sentido humano, pues su afán de reducir todo a hechos, abstrae y anula la
subjetividad. La crisis a la que se refiere nuestro autor es la crisis de la existencia
humana, que contempla cómo la barbarie y la irracionalidad son los
protagonistas de su tiempo. En el arranque de esta crisis está el modelo de ciencia
imperante, de ahí que sea preciso un paradigma de ciencia distinto del positivista,
una nueva fundamentación de la ciencia28.

Con el Lebenswelt Husserl propone una nueva cientificidad, un nuevo


modelo donde se fundamentan todas las ciencias, las del espíritu y de la
naturaleza. De ahí que la Fenomenología sea una Filosofía como ciencia
universal. Es el único modo de sacar a la razón y al saber - y con ellos a la
humanidad - de ese estado al que le ha conducido la razón mecanicista;
conduciendo a la alienación del hombre, que se ve impotente e incapaz para
ejercer su “genuina racionalidad“. La crisis tiene, a su entender, dos salidas: 1)

27
HUSSERL, E., Krisis, I, § 2, p. 3-4. Subrayado mío.
28
Esta cuestión la abordé en “Crisis de las ciencias, Lebenswelt y Teoría crítica”, Daimon, Revista de
Filosofía, nº 16, Murcia, 1998.
“La decadencia de Europa en la alienación (Entfremdung) de su propio sentido
racional de la vida, el hundimiento en la hostilidad y en la barbarie.” 2) “o el
renacimiento de Europa desde el espíritu de la filosofía mediante un heroísmo de
la razón que venza definitivamente sobre el Naturalismo”29.

Advirtiendo, a continuación, que “el peligro más grande que amenaza a


Europa es el cansancio” (Europas gröβte Gefahr ist die Müdigkeit), recordemos
que esta conferencia la pronuncia nuestro autor en la Viena de 1935. ¿Qué
podemos hacer? Según Husserl debemos seguir el curso de una racionalidad
“llamada a dirigir el desenvolvimiento de la humanidad hacia la madurez”, esa
racionalidad buscada

“instaura un modo completamente nuevo de cientificidad, en el que


hallan su lugar todas las cuestiones concebibles del ser y las
cuestiones de la norma, así como las cuestiones de lo que se designa
como existencia”30.
La función de esa ratio es permitir que la humanidad se desarrolle hasta el
plano de la autonomía personal. La finalidad de la filosofía es “ser rectora sobre
toda la humanidad”31; siendo considerado el filósofo, en célebre expresión, como
“un funcionario de la humanidad (Funktionäre der Menschheit)”32. Este papel
del filósofo le viene dado en tanto que es en la filosofía donde está la
fundamentación originaria (Urstiftung) de esa humanidad cuyo modelo teórico
surgió en Grecia. Es una concepción del filósofo como fiduciario, como garante
de la realización de ese proyecto de racionalidad del cual pende el futuro de la
humanidad, es la responsabilidad del filósofo. Pues

“la filosofía tiene que ejercer su función en la humanidad europea:


la función arcóntica de la humanidad entera”33.
Y nada más. Desde su concepción filosófica ha analizado la crisis de las
ciencias europeas y anuncia el peligro que acecha a Europa y a la filosofía:
sucumbir bajo los efectos del irracionalismo, del escepticismo o del misticismo.
El contexto histórico de Husserl es el de una Europa que se esforzaba por restañar
las heridas de la Primera Guerra Mundial (donde perdió a su hijo Wolfang en el
frente de Verdún), convulsionada por la crisis del capitalismo, que sufre los

29
HUSSERL, E., Krisis, Texto complementario III, p. 347- 48.
30
HUSSERL, E., Krisis, Texto complementario III, p. 346.
31
HUSSERL, E., Krisis, “ “ III, p. 336.
32
HUSSERL, E., Krisis, I, § 7, p. 15.
33
HUSSERL, E., Krisis, Texto complementario III, p. 336.
efectos y reacciones de la revolución bolchevique y que asiste al advenimiento del
nazismo al poder. Husserl sufre como judío los efectos de la victoria del
nacionalsocialismo (“acusado de haber <talmudizado> las ideas del <ario>
Platón”34), exclusión de la lista de profesores, no puede participar en congresos,
autorización para abandonar Alemania, etc.). Husserl morirá en 1938, a los 79
años, habiendo diagnosticado los síntomas, motivos y causas de la crisis. La crisis
refleja todo un período histórico y se convierte en “una crisis del humanismo
europeo mismo en toda la significación de su vida cultural”35

Husserl nos proporcionó un diagnóstico lúcido, pero el heroísmo de la


razón es una tarea ética casi imposible si tenemos en cuenta que, por un lado, la
crisis alcanza a la propia Fenomenología como filosofía especulativa, presa de sus
propios principios y supuestos no puede avanzar más en ese giro hacia la
historicidad. Husserl no puede ir más allá de su propia filosofía, de sus propios
supuestos que le condicionan su horizonte filosófico. Por tanto, la crisis no puede
resolverse en el plano especulativo, sino que ha de ser afrontada por medio de
una práxis que tenga como correlato a otra teoría. La Fenomenología husserliana
no conduce a la acción.

Y además, los acontecimientos obligaron a pensar históricamente a


Husserl, lo cual significó un límite infranqueable para él, pues

“No se puede evitar siquiera la impresión que justamente allí donde


Husserl trató de transcender la historicidad, estuvo más
fuertemente condicionado por el espíritu de la época. Lo mismo que
los estilos de la vida, los estilos del pensamiento marcan límites que
pueden separar mundos”36.
Cuando Husserl señaló que la crisis devenía, en última instancia, en una
crisis del humanismo, estaba en lo cierto. La crisis atañe a la filosofía, a la ciencia
y al humanismo. Pero no se preguntó por los intereses, utilización y fines de
quienes desarrollaron el modelo de ciencia que él critica. Edmund Husserl
entiende y defiende la Filosofía como Crítica37 y como vigilante (Platzhalter) ante

34
LÖWITH, K.: Mi vida en Alemania antes y después de 1933, Visor, La balsa de la medusa 61, Madrid,
1992, p. 48. Narra sus relaciones con Husserl y su maestro Heidegger, teniendo como trasfondo el auge del
nazismo y sus consecuencias para la comunidad académica.
35
HUSSERL, E.: Krisis, I, § 5, p. 10.
36
FELLMANN, F., Fenomenología y Expresionismo, Trad. Müller del Castillo, Ed. Alfa, Barcelona, 1984,
p. 99. Tesis contraria en Díaz Álvarez, op. cit.,
37
Véase mi artículo citado para la relación/recepción de Husserl con la primera generación de la Escuela
de Frankfurt y la contraposición teoría tradicional/teoría crítica.
las teorías con grandes pretensiones universalistas; como protectora - “sin
privilegio alguno” - de esa racionalidad crítica e intérprete del mundo de la
vida38. El filósofo como arconte, como “funcionario de la humanidad”.

La obra de Husserl describe el Zeitgeist, el fin de una época, esa filosofía


descriptiva, arquetipo de la teoría tradicional frente a la teoría crítica, idealista,
“proustiana”, de l´ancien régime, que se recrea y queda presa en ese mundo ideal
del Lebenswelt. Y a la vez, enmarca el expresionismo, coincide con Kandinsky en
acceder a las formas y colores puros, detecta los problemas que se ciernen sobre
el futuro de la humanidad y nos diagnostica con gran lucidez la crisis
contemporánea en un mundo donde “el adjetivo racionalista se ha convertido en
un insulto”. De ahí lo atractivo para este agitado siglo XXI del legado husserliano
con su descripción de los peligros que se ciernen sobre Europa, esa
supranacionalidad de la razón humana. Por eso interesa Husserl, ¡Y no sólo para
esa extraña grey que son los filósofos! Reflexionar sobre Husserl es regresar
(Züruckkehren) al esfuerzo del lógos por vivir en un mundo donde la razón tenga
perspectiva y la ilusión porvenir.

En La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología transcendental


está presente una concepción de la historia de la filosofía como lucha por el
sentido del hombre y de la filosofía como un poema39 que sirve para
comprenderse a sí mismo y al proyecto común a todos. La filosofía como télos. De
ahí que las últimas líneas de la Crisis expongan el proyecto para su continuación
debido al profesor Eugen Fink, colaborador de Husserl, bajo el siguiente título:
“La tarea moral de la filosofía es esa tarea imprescindible: La
autorresponsabilidad de la humanidad”, (Die Selbsverantwortung des
Menschentums).”40

La filosofía como exigencia, como actividad crítica de la razón,


la misma que Jan Patocka en sus años de lucha frente al comunismo
enarbolará como miembro de Carta 77. Entiende que

“la reflexión filosófica debería ayudarnos en nuestro


desamparo, debería ser una suerte de acción interior en la situación

38
HABERMAS, J.: Conciencia moral y acción comunicativa, Trad. Ramón García Cotarelo, Península,
Barcelona, 1985, pp. 11-29.
39
HUSSERL, E., Krisis, Beilage XXVIII, pp. 512-13.
40
HUSSERL, E., Krisis, Beilage, XXIX, p. 516.
en la que nos hallamos… La situación del hombre se modifica si
tomamos conciencia de ella”41

La filosofía capitula allí donde se le exige que sea probada siguiendo el


modelo de la ciencia física-matemática que conduce irremediablemente al
escepticismo y al desequilibrio, ilustra el filósofo checo esta afirmación con la
posición del compañero de Husserl, Thomas Masarik, que entiende la Gran
Guerra como un intento de
“restablecer un estado de equilibrio… en el momento en que la
oposición entre los antiguos regímenes teocráticos y la democracia
–moderna, racional, subjetivista, aunque sin excesos – se resuelve
a favor de ésta última. En 1925, Masarik está convencido de que la
crisis ya ha conocido su apogeo, de que lo peor ha pasado.”42

En la búsqueda de ese desequilibrio, piensa Patocka, que hay que


remontarse a las raíces de Europa, pues es allí donde reside el inicio de ese
desequilibrio, estableciéndola – con la impronta de Max Scheler – en la relación
entre el hombre y su posición en el mundo. Una Europa que ha sido “dueña”
económica y política del mundo en virtud de su “monopolio” de la ciencia y de la
técnica y lo ha liquidado en treinta años (escribe en 1974 Patocka) con dos guerras
que han socavado a la humanidad. “Con sus propias fuerzas, se ha destruido a sí
misma.”

Lo peor de todo es la aparición de “herederos que jamás admitirán que


Europa vuelva a ser lo que fue. La historia se repite de nuevo y la realidad de
Europa condiciona la del hombre de su tiempo. Este sujeto moderno ve su
circunstancia mediatizada por

“Tres elementos principales la componen: la ciencia y la técnica en


tanto que saber dominador, el estado soberano como organización
concreta de la sociedad humana, y la multiplicidad de Estados
soberanos en desunión. No obstante, esta desunión no es tampoco
un factor pura y simplemente negativo. Significa ausencia de una
autoridad superior, unificadora, ausencia que pone de relieve la
diferencia en relación con la Europa de antaño.”43

41
PATOCKA, J., Platón y Europa, Península, Barcelona, 1991, p. 9
42
PATOCKA, J., Platón y Europa, p. 14, citando La resurrección d´un Etat: souvenirs et reflexions 1914-
1918. Y añade Patocka la conclusión de Masarik: “Tal vez la guerra mundial no sólo marque el final
definitivo del antiguo régimen, sino también el cierre del período de transición de las revoluciones”.
43
PATOCKA, J., Platón y Europa, p. 16
Recorre nuestro filósofo el nacimiento y gestación de Europas, la
Antigüedad, Edad Media, sus peculiaridades, pues la reflexión tiene que ir en la
senda que Husserl marcó la crisis de Europa y la reflexión por la herencia de
Europa.

SANMARTIN

Los artículos publicados por Husserl en Japón, en la revista The Kaizo, entre
1922 y 1924, son coetáneos de su Erste Philosophie que recoge estudios sobre
historia de la filosofía, representan una prueba más de que La crisis de las
ciencias europeas y la fenomenología transcendental no fue un estrambote, un
añadido final a la obra del maestro de Friburgo. Nada más lejos de la realidad. El
título de la revista nipona Renovación coincidía con las intenciones de Edmund
Husserl. La necesidad de renovación de problema y método, la renovación como
un problema ético individual; renovación de la ciencia; en definitiva, toda una
declaración de principios que resume en cómo:

“Mi tema se refería al título de la revista Renovación. Renovación


en el sentido de conversión ética y de configuración de una cultura
ética universal a la humanidad”44

Modificación y transformación del hombre y de la cultura, donde la ciencia


ocupa un papel crucial, ¿a qué es debido? Por qué la índole ética de estos artículos,
la intencionalidad de Husserl nos puede aportar claridad:

“Renovación es el clamor general en nuestro atribulado presente, y


lo es en todo el ámbito de la cultura europea. La guerra que desde
1914 la ha asolado y desde 1918 se ha limitado a preferir, en lugar de
los medios militares de coacción, esos otros <más finos> de las
torturas espirituales y las penurias económicas, moralmente
degradantes, ha puesto al descubierto la íntima falta de verdad, el
sin sentido de esta cultura. Justo este descubrimiento significa que
la auténtica fuerza impulsora de la cultura europea se ha agotado” 45

Todo esto se resume en una pérdida de la fe que ha movido durante


generaciones al viejo continente, tras la gran guerra todo se ha derrumbado. Y
este hecho, a juicio de Husserl, “debe determinar nuestra praxis”, ser capaces de

44
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, Cinco ensayos, Introducción de Guillermo de
Hoyos Vásquez y trad. de Agustín Serrano de Haro, pp. I-XXXVI, Anthropos, Barcelona, 2002, p. . Se
recoge parte de Aufsätze und Vortrage (1922-1937), Hua XXVII, pp. 3-94, ed. De Sepp y Nennon,
Kluwer Akademischer Publisher, Dordrecht, 1988.
45
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, p. 1.
hacer que las cosas cambien, de que algo suceda y para ello tenemos que dar un
“combate moral” al no renunciar a ese ideal ético que se cierne en la decadencia
de Occidente. No hay nadie, para nuestro filósofo. que pueda negar

“la posibilidad de un progreso ético continuado bajo la guía del ideal


de la razón.”
Y aquí constata de nuevo como la ciencia imperante no nos puede ayudar,
“solo la ciencia estricta”, aquella que haga compatible al hombre con la ciencia,
con una vida en la razón”, pues falta “la mathesis del espíritu y de la condición
humana.”46 Como vemos son las tesis de La filosofía como ciencia estricta
publicada en 1911 en la revista Logos. El propósito que persigue nuestro filósofo,
su télos, es la situación en que se encuentra la humanidad, existe una necesidad
en la cual “queremos atrevernos a seguir una serie de líneas de pensamiento que
atañen a la idea de la humanidad auténtica y de la renovación”.47

La renovación, como recoge en el título del tercer estudio, es un problema


ético individual. Es el tema supremo de toda ética: la reconstrucción, la
modificación del hombre, y ligado a él también existe una ética de la comunidad,
“de la humanidad europea u occidental.”48 Recordemos que estamos en 1922, ya
nos aparecen los términos humanidad, Europa como sinónimo de Occidente. A
la base de esta praxis se encuentra la autoconciencia humana que pugna por una
vida “plena de valor”, por encontrar el modo de vida de la auténtica humanidad.
Se puede vislumbrar el por qué el filósofo será entendido – no torticeramente –
como “funcionario de la humanidad”. Es eso, ni más ni menos, lo que está en
juego. Y el hombre debe seguir un imperativo:

“Sé hombre verdadero. Conduce tu vida de modo que siempre


puedas justificarla en la evidencia. Vive en la razón práctica” (…)
“sólo puede alcanzar contento puro de sí mediante el gobierno de sí
mismo y el cultivo de sí mismo de exigirse categóricamente una vida
en correspondencia con esta idea.”49

No es un sujeto abstracto, un yo solipsista aislado del mundo, sino aquél


que debe tener una vida ética individual y social, con las obligaciones que esto
implica. Gracias a Hoyos Vasquez que nos ofrece en su introducción fragmentos

46
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, p. 5.
47
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, p. 12.
48
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, p. 22.
49
HUSSERL, E., Renovación del hombre y de la cultura, p. 38 y 41.
de la correspondencia del filósofo posterior a la finalización de la guerra podemos
subrayar la profunda huella que ha dejado en el autor de las Investigaciones
Lógicas ya que pone al descubierto “la indescriptible miseria, no sólo moral y
religiosa sino filosófica de la humanidad”50 y además denuncia a

“Esta guerra (es) el pecado más universal y profundo de la


humanidad en toda su historia, ha puesto a prueba todas las ideas
vigentes en su impotencia e inautenticidad… La guerra del presente,
convertida en guerra del pueblo en el más estricto y horroroso
sentido de la palabra, ha perdido todo su sentido ético.”51
El juicio que Husserl realiza irá madurando, pergeñando en torno a esa
renovación ética y a las causas que han motivado la Gran Guerra, pero todo ello
irá a peor (para la humanidad y para la ética), el ascenso del nazismo será otra
evidencia de la prescripción husserliana, claro precedente de lo que serán las
conferencias de Praga y Viena, pero en esos años intermedios no dejará de
abordar estas cuestiones52 que constatan que la obra póstuma de Husserl no
constituye un viraje en su obra sino una constante que se ha ido gestando desde
los años veinte en un lento salir a flote que eclosiona con La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología transcendental.

Europa no es el continente en su acepción geográfica. Europa es la


finalidad de la humanidad y el camino de la fenomenología que con sus análisis
del psicologismo, naturalismo y objetivismo llevan a un mismo télos que no es
otro que el mundo de la vida (Lebenswelt) valiéndose de la reducción
fenomenológica. El tema del mundo de la vida – como he indicado anteriormente
– se va prefigurando desde los inicios de los años veinte, aunque aparece con
distintas formulaciones (NOTA)

Europa es símbolo de un patrimonio cultural, de un decurso histórico y de


un desarrollo filosófico, la situación de crisis que Europa vive desde la I guerra
mundial está destruyendo el futuro de Europa, mucho más en los años 1934 y
1935 – donde Husserl vive en primera persona el nazismo – con sus célebre

50
Carta a W. Hocking 3/7/1920, cfr. HOYOS VASQUEZ, Introducción a HUSSERL, E., Renovación del
hombre y de la cultura, p. VIII.
51
Carta a Winthop Bell 11/8/1920, Ibid., p. VIII
52
Véase SAN MARTÍN, J., Para una filosofía de Europa. Ensayos de una fenomenología de la historia,
Biblioteca Nueva, Madrid, 2007, especialmente del cap. VII al X, pp. 159-300. Los textos canónicos se
encuentran en el volumen que recoge los textos de gestación de la crisis, Die Krisis der europäischen
Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie, Ergänzungsband. Texte aus dem Nachlass 1934-
1937. Ed. de R. Smid, Kluwer Akademischer Publisher, Dordrecht, 1992; además la Husserl-Cronik de
SCHUMANN
conferencias de Praga y Viena. Es la democracia (otro significado para Europa) lo
que está en peligro.

SEMPRÚN-PATOCKA

Todos se preguntan por ese futuro, e incluso hoy lo hacemos con esta crisis
mundial donde la Unión Europea, el euro, el Estado de Bienestar está en un
retroceso brutal, poniendo fin a las conquistas que desde los años veinte se habían
realizado en el terreno económico, laboral y asistencial. Europa encarna la
memoria del logos, ese diálogo permanente con nuestro pasado desde el origen
de la filosofía y su historia hasta nosotros. Es la autonomía del saber, de un
pensamiento universal que no tiene sólo una perspectiva teórica sino donde la
clave de la ética cívica es necesariamente complementaria.

De ahí la necesidad de una refundación de Europa tras el fracaso al que


desde los inicios del siglo XX la entronización de la razón positivista ha
conducido. No es un ejercicio de eurocentrismo o de una visión etnocéntrica de
Europa, es algo más que se necesita

“Europa es la simbiosis del pensamiento e instituciones


clásicas con la cultura germánica, SM, 231.

Es Europa como cultura descolonizada donde el gozne es el hombre y su


capacidad de creer en sí mismo, “no puede perder la fe en sí mismo”, así habrá
que entender la función del filósofo como “funcionario de la humanidad”, un
ciudadano de Europa en un mundo globalizado que afronta radicalmente el hecho
de vivir. Una Europa que

“se formará ya definitivamente cuando a través de la


Refundación moderna se asuma explícitamente ese espíritu
griego y se lo convierta en idea directriz de la vida. Europa
tiene un sentido universal, por lo que pretende que lo que le
pertenece en cuando idea universal sea asequible a todo ser
humano maduro. Ser ciudadano de Europa es participar de
esa actitud”53

Ya en Ideeen III, elaboradas en Gotinga en 1914, Husserl demandaba: “Es


preciso poner fin a la penuria (Notstand) de la razón”, Zirión, 111, Hua V, 96. Ese
sujeto teórico y práctico, donde ética y filosofía van ligadas es el hombre que debe

53
SAN MARTÍN, J., Para una filosofía de Europa, p. 231.
afrontar la nueva misión de la filosofía. Será en el VIII Congreso Internacional,
celebrado en Praga en septiembre de 1934 y presidido por el Dr. Benes, donde
Husserl dará respuesta al tema del Congreso: Misión de la Filosofía.

La razón teórica y su fracaso lo es también de la razón práctica, la filosofía


debe emerger de nuevo a un primer plano porque está imbricada en la salida a la
crisis de Europa. El 7 y 10 de mayo de 1935 pronunciará sus famosas conferencias
en Viena, el trasfondo de su teoría general de la historia, a juicio de Javier San
Martín, está supuesto en la gestación de la crisis; también los artículos escritos
para Kaizo. Sabemos que el manuscrito de la Krisis debía entregarlo en Enero de
1936. Nuestro filósofo muere el 27 de Abril de 1938.

Así es como el autor de las Investigaciones Lógicas realiza un último


intento por sistematizar su pensamiento en forma de una introducción a la
fenomenología, que es en realidad su testamento político, será su legado
filosófico. Para esta tarea usa un método que consiste en “un cuidadoso estudio
de lo concreto”, de la historicidad humana. Venía trabajando en ella desde la VI
Meditación al constatar cómo sus problemas de metodología le conducían al
plano de la historia. “Toda vida humana vive en la historicidad.”

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