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Psicoterapia analítico-funcional
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Tendenc w.s acwales en intervención pSiCOlógica
robar. Sin embargo, el aprender a uti lizar más o menos cantidad de sal al elaborar una
receta de forma efectiva va a verse moldeado y reforzado por la~ consecuencias (el sabor
de la comida). El análisis funcional del leng uaje hace referencia fundamentalmente a las
conductas moldeadas por las contingencias.
Como puede apreciarse, una de las principales aportaciones de la PAF es precisa-
mente la recuperación que hace de la importancia de la relación tempéutica para el éxito
de la terapia: e l vínculo entre el cliente y el terapeuta es e l escenario imprescindible des-
de el que se moldea la conducta del cliente. Si bien la terapia de conducta nunca ignorú
y mucho menos negú de forma explícita o intencionada la importancia de la relaciún
terapéutica, Jo cierto es que, hasta la aparic iún de la PAF, esta terapia ponía el é nfasis en
la apl icación de las técnicas de modificaciún de conducta, quedando la relación terapéu-
tica en un segundo plano y sin ser considerada como un ingrediente activo o nuclear de
la terapia. La PAF considera la relaciún terapéutica el núcleo de la terapia, planteando la
necesidad de crear una relación terapéutica "intensa y c urativa", que operativiza como
una relaciún "afectuosa, genuina' confidencial, comprometida y emotiva" , sin abando-
nar e l rigor y la claridad del conductismo radical.
Por otro lado, es importante e ntender que la PAF no se presenta como un conjunto de
técnica~ de intervenciún, sino como un marco teórico y conceptual de actuación. En este
sentido, ha sido defi nida como "una guia clinica para hacer buena terapia" (Goldfried,
201 O) ya que los principios de actuación que describe suponen herramientas que pueden
enriquecer la práctica clinica de terapeutas de diferentes orientaciones. En efecto, la PAF
es completamente compatible y combinable con otra~ líneas terapéuticas, una aproxima-
ciún transteórica perfectamente integrable con los principales paradigmas de intervención
psicológica (Goldfried, 20 10). De hecho, la PAF se está integmndo en e l marco de otras
tempias con buenos resultados. Asi, por ejemplo, Pedersen, Callaghan, Prins, Nguyen y
Tsai (2012) usaron la PAF de forma combinada con tempia cognitivo-conductual para
pacientes con estrés postraumático y obtuvieron buenos resultados. En esta intervención,
la aportación de la PAF supuso la aplicación de procedimientos de reforzamiento durante
la interacción clínica, a~í como e l énfasis en reducir los comportamientos de evitación
y la mejora de las relaciones interpersonales fuem del contexto tempéutico. Además de
estar probándose su utilidad combinándola con la terapia cognitivo-conductual (Gaynor y
Lawrence, 2002), también se está analizando la eficacia de s u combinaciún con la terapia
de aceptación y compromiso. En este senttido, Callaghan, Gregg, Marx, Kohlenberg y
Gifford (2004) han propuesto la psicotempi a analítico funcional de aceptación y compro-
miso (FACT), una interesante combi naciún. de am ba~ terapias.
La PAF se ha recomendado especialme nte para aquellos casos que han experime n-
tado fracasos terapéuticos anteriores, que t ienen dificultades para establecer relaciones
ínti mas o presentan dificultades interperso nales en general, como es frecuente en los
trastornos de personalidad.
Ha~ta la fecha, se ha encontrado evidencia empírica que avala la eficacia de la PAF
para tratar la depresión (ver, por ejemplo, Garcia, Aguayo y Montero, 2006; Kanter,
Landes, Busch, Rusch, Brown y Baruch, 2006; Kohle nberg, Kanter, Bolling, Parker y
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Psicoterapw analíflco-fimcional
lsai, 2002), e l due lo tras la muerte de un ser q uerido (Tsai, Plummer, Kanter, Newring
y Kohlenberg, 2009), trastornos de ansiedad (Kohlenberg y 1sai, 1994; López, Ferro y
Calvillo, 2002), el trastorno de personalidad histriónico y narcisista (Callaghan, Sum-
mers, Weidman, 2003), e l trastorno obsesivo-compulsivo (Yanderberghe, 2007) y el
trastorno límite de la personalidad (Kohlenberg y Tsai, 2000), entre otros. Además, ha
demostrado su efectividad con población adolescente (Gaynor y Lawrence, 2002).
a) estímulos discri minativos, que indican que una conducta particular será reforzada
(o castigada, si e l estímulo discrimina u n castigo);
b) estímulos reforzantes, que incrementan la probabilidad de ocurrencia futura de
una determinada conducta ante un conjunto de estímulos discrimi nativos; y
e) estímulos condicionados e incondicion.ados, que elicitan respuestas emocionales
aprendida~ por condicionamiento clásico o de forma natural "no aprendida", res-
pectivamente.
A lo largo del capítulo se hablará de estas tres c lases de estímulos. Por otro lado, el
análisis funcional sirve dentro del propio proceso dinámico de evaluaci6n de la~ con-
ductas proble ma a lo largo de todo e l proceso terapéutico, de tal forma que la modifi-
cación de las respuestas dadas por el cliente ante los mismos antecedentes o los nuevos
consecuentes en el cambio deseado y predicho será un indicador del éxito terapéutico.
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Es decir, si ante el mismo antecedente estimular de estar e n una reunión social, el cliente
es capaz de dar una respuesta diferente a la q ue daba anteriorme nte, por ejemplo, iniciar
una conversación como conducta alte rnativa a la de sentarse en una esquina de la sala,
será una conducta indicadora del éxito terapéutico. En este caso, el análisis funcional
co ntinuo de la conducta del cliente permití rá hacer visible este cambio.
El análisis detallado de la persona, su contexto y su historia de apre ndizaje se hace
fundamental a la hora de hacer una evaluación funcional, ya que conductas aparente-
mente muy distintaS por su forma o topografía pueden c umplir la misma función, al
igual q ue una misma co nducta puede cumplir funciones muy diversas dependiendo del
contexto. Por ejemplo, la clase de respue~ias "saludar" puede estar compuesta de un
conjunto de respuestas topográficamente di ferentes, aunque coincidentes e n su función.
Así, una persona podría saludar moviendo la mano, alzando la cabeza, d iciendo "hola" o
guiñando un ojo. En este caso, difere ntes topografía~ cumplen una sola función, la de sa-
ludar. Por otro lado, en mucha~ ocasiones, una misma conducta puede cumplir d iferentes
funciones. Por ejemplo, la respuesta de "levantar la~ ceja~" podria cumplir la función de
mostrar asombro darle énfasis a una afirmación o una señal de crítica ante un co mentario
'
determinado. Imaginemos ahora la conducta de fumar. Esta conducta podria estar refor-
zada negativamente si cada calada va seguida por una reducción de ansiedad. La misma
conducta podría también estar reforzada positivamente si va seguida por la recepción de
ate nción positiva por parte de amigos y co mpañeros de clase. En este ejemplo, tanto la
reducción de la ansiedad como la obtención de atención social podrían reforzar la misma
conducta, pero dicha conducta c umpliría dos funciones diferentes, la de evitación de un
estímulo aversñvo (ansiedad) y la de obte nc:ión de un estímulo apetitivo (refuerzo social).
Por tanto, una conducta concreta puede estar mantenida por una sola función o por varias.
Igualmente, una conducta puede cumpl ir una función o varia~ para una persona, mientras
que, en otra persona, puede estar siendo mantenida por otra u otras funciones di ferentes.
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Contextualismo: son varias las terapia~ de tercem generación que se sitúan dentro
de este marco fi losófico, como es el caso de la terapia de aceptación y compromiso
(ACT). Según esta posición fi losófica, los acontecimientos tienen sentido sola-
mente dentro de su propio contexto y no en otros contextos. Esto significa que la
percepción de nuestra experiencia y el recuerdo que guardemos de ella van a estar
infl uidos por nuestra !historia de aprendizaje.
Ambientalismo: e l objeto de estudio es la conducta y su relación con variables del
entumo del individuo, y se rechazan explicaciones referidas a constructos hipo-
téticos que no dejan de ser resúmenes semánticos de conductas específica~ (por
ejemplo, la autoestima). Por ambiente generalmente se entiende e l am biente inme-
diato externo al individuo (por ejemplo, la presencia de otra persona, estar en un
coche ... ). No obstante, el ambiente también puede refedrse a eventos que se dan
dentro de la persona (por ejemplo, la esti mulación propioceptiva o interoceptiva),
así como a eventos que se dieron en el pasado (por ejemplo, haber discutido con
un fami liar hace 20 años), que aparecen e n el presente en fomm de pensamientos
o que se han establecido como patrones conductuales actuales. Siempre que un es-
tímulo tenga un efecto verificable en la conducta actual de la persona, no importa
cuándo o dónde ocurra o haya ocurrido, puede consider'd!rse parte del ambiente.
Observación: el método principal de estudio de la co11ducta es a través de su
observación. Esta observación puede tener una carácter "público", si diferentes
observadores son partícipes de la conducta, o puede tener un carácter " privado",
si hay un único observador: la propia persona. Por ejemplo, las acciones de gritar,
escribir o comer serírun conductas " públicas", que cualquier persona que estuviera
a nuestro alrededor podría ver, escuchar, etc. Sin embargo, la acción de pensar o
imaginar serían conductas "privadas", que serían observables únicamente por la
persona que las realiza y que se provocarían, mantendrían y explicarían util izan-
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do las mismas relaciones funcionales con e l ambiente que hemos ilustrado con
otras conductas (por ejemplo, fum ar), con la única salvedad de ser privada.
A) Conlingencws de refor=amiento
Nos referimos aquí a reforzamiento como c ualquier consecuencia que afecta la pro-
babilidad futura de ocurrencia de dicha conducta bajo c ircunstancias simi lares. Las con-
tingencias de reforzamiento se d ividen en cuatro contingencias básicas, dos llamadas
igualmente de reforzamiento (positivo y negativo), y dos denominada~ contingencias de
castigo (positivo y negativo). El reforzamiento positivo hace referencia a la presentaci6n
de un estímulo apetitivo cuyo efecto es e l de incre mentar la probabilidad futura de una
conducta (por ejemplo, el hecho de que mi hermana escuche mis problemas de manera
activa incrementará la probabilidad futura de mi conducta de co ntarle mis problemas
cuando se den en el futuro), y el reforzamiento negativo se refiere a cuando la retirada de
un estímulo aversivo es la responsable de dicho incremento (por ejemplo, el hecho de que
jugar con un anillo o morderme las uí\as reduzca los niveles de ansiedad incrementará la
probabil idad futura de jugar con e l anillo o morderme las uí\as cuando sienta dicha ansie-
dad). El proceso inverso al reforzamiento es el ca~tigo. En el ca~tigo positivo, la presenta-
ci6n de un estímulo aversivo reduce la probabil idad futura de una conducta (por ejemplo,
una reprimenda verbal por parte de mi jefe ante la tardanza en presentar unos documentos
disminuirá la probabilidad futura de retrasam1e en mis presentaciones), mientras que en e l
castigo negativo la retirada de un estimulo apetitivo reduce la probabilidad de la conducta
(por ejemplo, un niño que se queda sin ir a ver la última película de s us dibujos favoritos
por haber pegado as u madre). Hay que aclarar aquí que e l término ca~tigo tiene un signifi-
cado específico dentro de la psicología y no debe equipararse con el significado co loquial
del término. El cuadro 4. 1 ofrece un esquema de estos conceptos fundamentales.
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C) Generalización
La generalización hace referencia a la ejecución de una conducta en un ambiente
distinto a aquel en el que fue aprendida. P-ara la PAF es un req uisito necesario, de cara
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a determinar que la tempia está siendo efectiva, el conseguir que Jos clientes muestren
en su vida diaria las habi lidades desarrolladas en sesión. Por ej emplo, imagi nemos que
estamos fomentando la habñlidad de nuestro cliente de presentarse a si mismo en una
situación social. Es posible que durante la sesión el cliente haya empezado a mostrar
habilidades sociales tales como mantener el contacto ocular con el terapeuta, saludar
dando dos besos o dando la mano, sonreír y hacer preguntas del estilo "¿Qué tal estás?".
Sin embargo, si nuestro cliente fuera a una fiesta y no mostrara en este ambiente estas
habilidades que parecían adquiridas en sesión, la terapia estaría fallando en el compo-
nente de generalización. La PAF defiende q ue la relación terapéutica es una forma de
interacción social análoga a otras en el contexto natural del cliente y que, por tanto, Jos
avances terapéuticos deben generalizarse a ese contexto natural. Dicha generalización
debe " preparme" en el contexto terapéutico, presentando situaciones análogas a las que
el cliente afronta fuera de sesión y conti ngencias de reforzamiento naturales. En caso
de no generalizarse las cond!uctas trabajadas en sesión, el terapeuta deberá evaluar qué
aspectos del entorno natural no están representados en la situación tempéutica y hacer
las modificaciones oportunas con el fi n de incorporarlos.
Para comprender el proceso tempéutico desde la PAF es preciso especificar cuatro as-
pectos. Estos son: a) las acciones del terapeuta; b) la clasificación de las conductas clíni-
camente relevantes del cliente; e) las cinco reglas terapéuticas y d) la conceptualización
a partir de la descripción de las relaciones funcionales de las conductas del cliente.
Especificamos a continuación cada uno de estos aspectos.
A) Acciones de/terapeuta
Dentro del contexto tempéutico, las acciones del terapeuta pueden cumplir tres fun-
ciones diferentes:
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En rigor, cada una de las acciones del tempeuta puede cumplir más de una de las
funciones mencionadas al mismo tiempo.
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Las reglas de la PAF son guías generales o sugerencias para la actuación del terapeu-
ta. Son las siguie ntes:
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En e l cuadro 4.3 se presentan algunas s ugerencias para promover las CCR del cliente.
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Es rimportante promover y reforzar las comparaciones que el cliente realice sobre lo acon-
tecido en el contexto terapéutico y en su v·ida real. Algunas preguntas para promover estas
comparaciones podrían ser: ''La frustración que dices sentir ahora mismo, ¿es igual a la
frustración que sientes cuando tu jefe te dice que debes repetir un trabajo? ..,"¿ También
cambias de tema en tus relaciones personales cuando alguien saca un tema de conversa-
ción que no te brusta, igual que has hecho ahora mismo conmigo?... ''La fi:mna en la que
rechazaste la petición exagerada de tu compañero de piso. ¿puede compararse a cuando
rechazaste mi petición de adelantar la sesión una hora?"
Es importante reforzar la expresión de peticiones, necesidades y deseos por parte del
cliente. Alb'UJlaS pref..runtas para promover estas peticiones podrían ser: "¿De qué quieres
hablar hoy?". "¿Qué te apetece hacer en e:ste momento?.. , ''¿ Hay algo que quieras comen-
tarme sobre las tareas que te he planteado?"
Por lo tanto, toda descripción verbal que e l terapeuta haga de la conducta del c lie nte
debe conceptual izarse con refere ncia a re laciones funcionales, historia de aprendizaje y
conducta.
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Tendencws acwales en intervención pSlculógica
acaba de realizar. Dentro del repertorio de mandos de.J cliente, podemos encontrar
un tipo especial, los mandos encub1erlos o disfrazados, que son aquellos que to-
man la fom1a de tacto (describir), mientras que mantienen la función de mando.
Por ejemplo, si un cliente dice "Estoy tan agobiado con esta situación que creo
q ue el suicidio podría ser una alternativa", podría parecer una verbalización en la
q ue el cliente está. describiendo (o lactando) el malestar experimentado durante
la semana anterior (operante verbal distinta al mando, como se verá a continua-
ción). Sin embargo, en este caso el cliente podría estar pidiendo ayuda de manem
encubierta o disfrazada para disminuir su malestar y no llegar al suicidio, por Jo
q ue sería realmente un mando encubierto.
3. El tacto es una operante verbal en la que el hablante nombra aq uello que es capaz
de percibir a través de cualquier modalidad sensorial. El tacto está bajo el con-
trol funcional de un estímulo no verbal específico y se mantiene por reforzadores
generalizados. Un ejemplo sería decir la palabra "avión", o una frase que incluya
dicho sustantivo, ante la presencia de un avión (h") específico), recibiendo un
reforzador generalizado por parte de la audiencia (por ejemplo, atención social
"anda, es verdad"). Un ejemplo en el contexto clínico podría ser el siguiente: un
cliente verbal iza en sesión la frase "Esta semana me he encontrado raro, sentía
un nudo en el est()mago y pocas ganas de comer. So lo el doblar el cuerpo hacia
delante y hacem1e una oruga calmaba el dolor q ue tenía". En este caso, el cliente
está haciendo una descripción de una sensación fís~ca concreta. Es importante
identificar Jos estí:mulos discri minativos que provocan tactos en el cliente tanto
en la vida diaria (EdY d) como en el contexto terapéutico (EdTe) o aquellos que
se dan en ambos contextos (EdTeYd). Por ejemplo, el que un cliente verbalice
y describa romo se sintió cuando fue capaz de pedir ayuda a un compaí\ero en
su trabajo estaría bajo el control de un estímulo discrimi nativo de su vida diaria
(por ejempl o, un exceso de documentación sobre la :mesa: EdYd). Sin embargo,
si verbaliza una situación en la que fue capaz de pedirle al terapeuta una sesión
más, este tacto estaría bajo el control de un estímulo discri minativo del contex-
to terapéutico (Ed Te). Por último, si el cliente es capaz de "lactar" la si mil itud
entre la primera situación y la segunda, en la que logró pedir ayuda de manem
efectiva para lograr un objetivo determinado, este tacto estaría bajo el control
de estímulos presentes tanto en su vida diaria como en el contexto terapéutico
(EdTeVd).
4. La conducta intraverbal es una opemnte verbal en la que el hablante responde
diferencialmente a la conducta verbal de otm persona. En la intraverbal, la res-
puesta no mantiene una correspondencia precisa con el estí mulo verbal antece-
dente; esto es, el antecedente verbal (por ejemplo "¿ Cómo estás hoy?") no tiene
sim ilitud morfológica con la respuesta verbal (por ejemplo, "¡Bien! Gracias.¿ Y
tú?"). La intmverbal va seguida de reforzadores generalizados. Algunos ejem-
plos de intraverbales comunes son el responder cuando nos preguntan "¿Cómo
te llamas?" o el decir la hora cuando nos dicen "¿Qu.é hora es?". La mayor parte
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de los intercambi os verbales que describi mos con el té rmino conversación son
secuencias de intraverbales, a~í como la mayoría de las cosas q ue respondemos
"de me moria", como el terminar la frase de una canción o recitar el abecedario.
) . La co nducta textual hace referencia a la lectura que puede darse con o sin com-
prensión del contenido leído. La conducta textual presenta correspondencia
precisa, pero no simi litud formal, ya que el estimulo antecedente es visual y la
respuesta es a uditiva. Esta operante está también mante nida por reforzadores ge-
neralizados.
6. La transcripción es una operante verbal que hace referencia a la escritura a partir
de la palabra hablada (dictado). En este ca~o hay correspondencia precisa entre el
estímulo antecedente y la respuesta, pero no hay simil itud formal.
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otro a conocemos mej or, al mismo tiempo nos hace "vulnerables" en el sentido de
que nuestra conducta se hace más predecible. Por ello, la expresión de emociones
puede ser una fuente de satisfacción o una fuente de castigo. En sesión deberá pres-
tarse atención y detectar tanto aquell as emoci ones y sentimientos q ue se man ifies-
tan de manera excesiva como aquell as que se verbal izan con muy poca frecuencia
o de manera inadecuada o inexacta.
Es fundamental evaluar, mediante el análisis del repertorio verbal del cliente, si las
emociones que siente y la manera que tiene de mani festarla~ coinciden o deben ser en-
trenadas como un objetivo tempéutico difere nciado.
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Tendenc ws actuales en intervenc ión pSiCOlógica
A ---+ B---+ e 1 2 B
A~
... e
3 4
¿B- - A ---+ e ---+ B
A •e
Fi¡,'llill4. l. Se muestra la relación entre A (situación estimular), B (pensamientos) y C (conductas
o sentimientos). (l) La situación estimular genera un pensamiento que afectará de manem directa
a la conducta (paradigma d e Ellis); (2) La situaciún estimular genera pensamientos y cooductas
pero estos no se afectan entre sí~ (3) La situación estimular genera un pensamiento que afectard
solo parcialmente a la conducta; (4) La situaciún estimular provoca una conducta que influye en el
pensamiento posterior. Adaptado de Kohlenberg y Tsai ( 199112008).
El objetivo del terapeuta PAF en relación con los pensam ientos será detectarlos y
analizar en cada caso s u relación, dentro de la cadena funcional, co n e l resto de eleme n-
tos. Para ello, le ayudará e l interpretarlos como un tipo de conducta más, con la única
peculiaridad de q ue es observable únicamente por e l propio sujeto (cliente o terapeuta),
ya que los pensamientos suponen un ejemplo de co nducta privada.
Un desarrollo más completo del papel de los pensam ientos en la PAF puede e ncon-
trarse e n el libro básico de Kohle nberg y Tsai ( J99J/2008).
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Psicoterapw ana/iiiCO·f imcional
la perspectiva). A medida que se van adquiriendo esta~ unidades funcionales que tienen en
común la inclusión de la palabra yo, se va forjando la propia experiencia del "yo" como
una experiencia emergente de todas las anteriores en la~ que el yo estaba implicado. En el
desarroll() normal, se va produciendo una transición en el tipo de estimulos que controlan
la experiencia del yo: mientra~ que, en un principio, son los estímulos públicos o externos
principalmente los que controlan la experiencta del yo, los aspectos privados van a:lqui-
riendo una importancia progresivamente mayor has'la ser los que controlan fundamental-
mente tal experiencia. Concretamente, es la perspectiva o /ocus mtem o el e lemento priva-
do clave que acaba controlando la experiencia del yo y la respuesta o tacto "yo". Esta idea
sobre e l yo se acerca mucho a Jo planteado e n la terapia de aceptación y compromiso (ver
capítulo 2) al desarrollar el concepto de "yo como contexto" o como perspectiva (Hayes,
Strosahl y Wilson, 1999). Un desarrollo comp:eto y más comprensible de la teoría del yo
en PAF puede encontrarse en el libro básico de Kohlenberg y Tsai (J 99 1/2008).
Cuando no se produce de forma normal el paso o transición desde la esfera de los
estímulos públicos hacia los esti mulas privados en el control de la experiencia del yo
s urgen los "proble mas del yo". Estos presentan distinto grado de severidad, en función
del mayor o menor grado de control privado. Así, trastornos leves del yo serian los q ue
implican un yo inseguro o inestable, manifestado en dificultades para saber lo que uno
quiere o siente, o una hipersensibilidad ante la opi nión de otros; por s u parte, trastornos
graves del yo estarían presentes en los trastomos de la identidad, como el trastorno de
identidad disociativa (anteriormente llamado de personalidad múltiple) o en trastornos
de personalidad como el trastorno límite o e l narcisista.
La PAF puede ayudar a los clientes con trastornos del yo a fortalecer e l control priva-
do de s us experiencias emocionales y de s u identidad. Para ello, resultan de gran utilidad
los siguientes e lementos y estrategia~ terapéutica~:
a) las habi lidades terapéuticas de validación, afectividad y empatía, que son esen-
c iales de cara a estimul ar a estos clientes a expresar s us emociones.
b) reforzarniento positivo de las expresiones espontáneas (sin indicaciones exter-
nas) del cliente e n las que exprese ideas en primera persona, tales como "yo creo
que ... " o t(me sentí como si. ..".
e) variantes de la técnica psicodinámica de la asociación libre, tales como completar
frases, asociar palabras o ejercicios de imagi nación como "e l cine de tu mente"
(Kohlenberg y Tsai, 199 1/2008: 167). Como los propios a utores sugieren, técni-
cas de imagi nación empleada~ en terapias como Gestalt o la hipnoterapia pueden
resultar de utilidad aquí.
En el apanado 4. 1.3 se explicaron las imponantes funciones que pueden c umplir las
acciones del terapeuta en el proceso terapéutico de la PAF. Sin embargo, la importancia
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Tendencws acwales en intervención pSlCO;'ógica
concedida a la relación terapéutica en PAF es tal que merece una consideración adicio-
nal y más amplia que la realizada hasta este punto en el presente capítulo.
Kohlenberg y Tsai ( 199 1/2008) comienzan su manual de PAF citando las siguientes
palabras de Greben (1981 ), e ntre otras: "La relación terapéutica es el corazón mismo
de la terapia, y es el vehículo a través del cual ocurre n los cambios terapéuticos" (pág.
454). Otra frase que recoge muy bien la importancia de la relación terapéutica es de un
cliente citado por Kohlenberg y 1sai ( 1991), quien asumía lo siguiente: " Si las malas
relaciones me dañaron, puede deducirse q ue necesito buena~ relaciones para c urarme. Y
esta (la relación con el tempeuta) es una buena relación" (pág. 41 ). Efectivamente, la re-
lación terapéutica es el escenario o contexto e n el que el cliente que presenta problemas
en sus relaciones interpersonales puede aprender realmente a funcionar de otra manera
El cliente aprende nuev3s formas de relacionarse en el contexto de la relación auté ntica
con el terapeuta. Por ello, puede decirse que el tempeuta e n PAF se impl ica de fom1a
especial con sus clientes, desarrollando con ellos una verdadera relación humana. Citan-
do de nuevo palabras de los a utores de PAF: "El terapeuta que ama, lucha y se implica
completamente con un :liente" es el buen terapeuta porque es el que es capaz de crear
el ambiente terapéutico necesario para que emerjan las CCR l y puedan ir apareciendo
lasCCR2.
De este modo, el terapeuta PAF ha de buscar activamente evocar los comportamien-
tos problemáticos del cliente, provocándoleo estableciendo una relación de afecto, in-
ti ma (los autores emplean incluso el térmi no "amor"), en la que puedan emerger tanto
la resistencia como las dificultades de la persona con este tipo de relaciones, de cara a
poder trabajar sobre ellas.
La consideración de la relación terapéutica e n PAF contrasta claramente con la de
la terapia de conducta clásica que, si bien asume la importancia de una buena relación
terapéutica, no parece reconocer la centralidad de esta relación como vehículo a tra-
vés del c ual se consigue la modificación del comportamiento del cliente. De hecho,
este aspecto de la PAF la acerca más a otros entoq ues ps1cotempéuticos tales como
la terapia centrada en el cliente o, incluso, la terapia psicodinámica Esta cercanía, no
obstante, no impl ica compatibilidad, ya que la PAF mantiene un enfoque conductual
y no comparte supuestos básicos de estas aproximaciones terapéuticas, especialme nte
del psicoanálisis. Las semejanzas y diferencias entre la PAF y la terapia psicodinámica
son descritas de fom1a clara por los a utores en su obra original (Kohle nberg y Tsai,
1991/2008).
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Psicoterapw ana/íiiCO·fimcional
En el cuadro 4.5 se presenta un ejemplo del esquema que el terapeuta podría emplear
para elaborar la conceptualización del caso.
A continuación, se describen las estrategias que pueden emplearse para extrder la
información en los diferentes apartados reseñados e n el c uadro 4.5.
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Tendenc ws actuales en intervención pSiCOlógica
En este apanado es fundamental recoger los aspectos relevantes de la historia del clien-
te, describiendo los hechos que han acontecido en su vida y que pueden resultar importantes
porque den información bien sobre su etiología (cuándo y cómo se iniciaron) o bien sobre
su mantenimiento. Además, hay que indagar sobre los objetivos y expectativas que tiene
sobre la terapia. La forma más sencilla de rellenarlo es pidiéndole al cliente una narración
lo más cronológica posible de los hechos que han acontecido en su vida y que considera que
lo han traído a este punto. Debemos prestar especial atención a los pensamientos y expli-
caciones que él mismo se da, a la repetición de hechos concretos, clases de conductas, las
variables que se relacionan con la~ conductas problema (teniendo en cuenta que las varia-
bles de origen y mantenimiento no tienen p<lr qué ser las mismas), sus reglas verbales, etc.
Es importante, además, que el tempeuta 3compañe el discurso narrativo del cliente con
preguntas que puedan clarificar puntos o anécdotas concreta~, especialmente de aquellos
hechos que el cliente identifica como especialmente problemáticos. Igualmente importan-
te es ajustar nuestro lenguaj e y ritmo al del cliente, darle tiempo para res¡xmder, validar la
información que nos aporta s in juzgar y emplear otras habilidades terapéuticas del estilo
durante la entrevista.
120
Psicoterapw analíflco-fimcional
establecim iento motivadoras de las conductas que queremos desarrollar, haciendo que
estas se refuercen automáticamente (le harán sentir bien cuando las real ice). En segundo
lugar, la discusión sobre los objetivos y valores del cliente aporta pistas al terapeuta so-
bre qué tipo de conductas será más relevante fomentar o dismi nuir para llegar a dichos
objetivos e n el proceso de cambio terapéutico. En último lugar, ayudarán al terapeuta a
identificar los reforzadores naturales.
Entre las diversas formas de indagar e n los objetivos y valores del cliente, se pue-
den destacar las preguntas sencillas y abiertas, tales como "¿Cómo sería tu yo ideal?"
o "Piensa e n alguien a quien admires y dime por qué", los ejercicios experienciales o el
cuestionario de valores (Wilson y Groom, 2002). En realidad, cualquier ejercicio de los
propuestos por la ACT para trabajar valores y abordados en el capítulo 2 de este manual
puede ser de uti lidad e n este punto.
12 1
Tendencws aclllales en interYención psteológica
anécdotas que el clie nte c uenta sobre su vida fuera de sesción. Algunas preguntas podrían
s.er, por ejemplo, "Lo que sientes ahora, ¿se asemeja a Jo que sientes cuando tu padre te
d ice que está decepcionado contigo?" o "¿Te has sentido e n sesión alguna vez tal y como
estás describiendo que te sentiste cuando discutías con tu pareja el otro día?".
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Cuadro 4 .6. Instrumentos de evaluac1ón desarrollados desde la PAF {adaptado de Ferro. Va/ero y López. 2007)
Instrumento ¿Qué evalúa?
Escala de evaluación ideo_grdfica Clases de conducta interpersonal que pueden ser problemáticas en los clientes y que ser-
funcional: guía para conccptualizar virán pam identificar y registrar los problemas de comportamiento :¡ue ocurren durante la
el caso (FJAT). sesión. Se planteó como guía para conceptualizar el caso.
Autor: Callaghan (2006). Categorías de problemas de conducta que evalúa:
l. Expresión de necesidades: problemas con la identificación y afinnación de neccsidade..~.
2. Comunicación bidireccional: problemas con la identificación y la respuesta al feedback
y el impacto sobre otros.
3. Conflictos inteq:>ersonales.
4. Cercanía personal: problemas con la autorrevclación o el desarrollo y el mantenimiento
de relaciones interpersonales cercanas. ;:,<>
5. Experiencia y expresión emocional: problemas para identificar o responder a ~-
experiencias emocionales.
~
Evaluación funcional de las habi- Habilidades del terapeuta en relaciún con Jos diferentes tipos de CCR, la utilizaciim de il
¡;
lidades del terapeuta (Functional las reglas terapéuticas y el manejo de la interacción con el cliente. Sirve para supervisar y
~
Assessment ojSkil/s jor 7herapiS/s; optimizar las habilidades del terapeuta. §.
"'
"' FAS). Autor. Callaghan(2006). ~~
Sistema de codificación conductual Registro y codificación de comportamientos del cliente y del terapeuta. Permite registrar e
(BCS). y analizar los cambios que van teniendo lugar a lo largo de la terapia. Se registran los si- ~
Autores: Callaghan, Summers y guientes códigos de conducta: """ñ
Weidman (2003). • Problemas fuera de la sesión (OP: Oulside problems).
• MejordS fuera de la sesión (01: Ou/Side improvements).
ª"
§.
• Progresos del cliente dentro de la sesión (CRR: Clie111session progl'f!ssion).
• CCR dentro de la sesión, 1, 2 y 3 (CRB : Clmical/y rr!leva/11 behavior).
• Respuestas del terapeuta a las CCR 1, 2 y 3 (TCRB: Umapisf C!IB).
• Pérdidas o fal los del terapeuta ante CCR 1, 2 y 3 (MCRB: Mistat.e CRB).
• Fom1as del terapeuta para evocar CCR (ECRB: Evoque C/1./J).
Escala de experiencia del yo (EOSS, Experiencia del si mismo. Concretamente, evalúa el f,'mdo de control público versus priva-
Experience oj Se/f Sea/e). Autores: do sobre la experiencia del si mismo o, en otras palabras, el grado en el que otras personas
Kanter, Parker y Kohlenberg (200 1). influyen sobre la experiencia del si mismo o la identidad.
Versión e n C'.~stdhtnll' Vall~rn. Fl~rm.
López y Selva (20 14).
Tendenc ws actuales en intervención pSiCOlógica
Caso 1:
Rosa tiene 45 años, está soltera y viene a consulta por problema~ en sus relaciones ínter-
personales.. Tiene dificultades importantes en la relación con sus padres y hennanos, apenas
tiene amigos y también presenta problemas para establecer relaciones de pareja Solo ha
tenido una relación de pareja dumdem a lo largo de su vida y fue muy conflictiva, carac-
terizada por altos niveles de agresividad verbal por parte de ambos miembros de la pareja,
escao;o intercambio de afecto positivo y problema~ de comunicación. Presenta un estado de
animo deprimido y desespenmza con relación a su vida en geneml. Con su familia se muestra
frecuentemente agresiva y a la defensiva porque dice que "son insoportables" y que nunca la
tmtan bien. Rara vez expresa sentimientos positivos hacia ellos y no comunica sus opiniones
porque dice que no sirve para nada Su vida se centr'd en su trabajo (es profesora de Educa-
ciónlnfanttil), en el que se vuelca de fonna obsesiva y perfeccionista sin dedicrur apena~ tiem-
po al ocio ni a actividades placenterdS. También presenta problemas frecuentes en la relación
con sus compruieros de trabajo, a quienes ve como personas "egoísta~ e inútiles" que no le
aportan nada más que problema~ por su incompetencia Durante la primem fase del trata-
miento, en. la consulta, Rosa se mostraba seria, inhibida y fría, con aplanamiento emocional.
La evaluación pem1itió ver que el problema principal de Rosa em un déficit de habili-
dades de comunicación y a~enividad en sus relaciones afectivas y sociales, mantenido por
un patrón de evitación experiencia! (evita la cercanía afectiva, la intimidad con personas
cercanas y mostrar sus emociones más profundas) y por pensamientos relacionados con la
escasa valía personal (autoestima baja) y anticipaciones de castigo y rechazo. Para disminuir
su malestar emocional, se vuelca de fomm compulsiva en su tr'abajo y no realiza actividades
agradables. Esta pérdida de reforzadores explica su sintomatologia depresiva. La evaluación
y la observación durante las primera~ sesiones pennitieron identificar una serie de CCR 1 en
e>1e caso y establecer la~ correspondientes CCR2, que se presentan en el cuadm 4.7.
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Psicoterapw anai!IIco-fimcional
• Retira la mirada o evita mirar a los ojos • Reconocer y expresar emociones de triste-
del terapeuta. za, dolor y vulnerabilidad.
• Evita atender sus emociones de dolor, tris- • Hablar en primera persona cuando cuen-
tcz.a y vulncrnbilidad: trata de evndir:sc, ta la:s internccionc~ dificilc:s con :su fami-
pasando al enfado y a hacer atribuciones lia ' 'Cuando me dijo eso mi hermano, me
externas: " Es que siempre trata de invadir- sentí horrible... me daban ganas hasta de
me, es insoportable ...". peg-arle ... Pensé que era insoportable ... así
• Expresión facial triste y seria en sesión. que me fui y no le dejé terminar Jo que
• Postura corporal que expresa inhibición y queria decirme".
pasividad: ligeramente encorvada y con la • Postura relajada, sin g-estos tensos.
cabeza apuntando hacia abajo, manos aga- • Sonrisas, expresión de afecto positivo.
rradas y con movimiento nervioso. • Interpretar sus problemas incluyendo re-
• Cuando habla de sus problemas familia- ferencias a factores personales (pensa-
res, lo hace siempre en segunda persona mientos, emociones y comportamientos
' 'Es que mi hermano no puede convivir propios) (CCR3 tipo 2).
con nadie" y poniendo etiquetas ''Son
insoportables" y explica sus problemas
como consecuencia de la actuación y for-
ma de ser de otras personas (CCRJ tipo 1).
En los cuadros 4.8 y 4.9 se presentan diálogos terapéuticos en los que se puede
observar cómo el terapeuta aplica la.() diferentes reglas terapéutica.() de la PAF en una
pri mera fase del tratamiento con Rosa
estás hablando con ellos o cuando piensa,, más tarde, sobre lo que ha ocurrido y tmtas de
explicártelo? (Provoca la aparición de CCR3: reflexionar y verbal izar nas contingencias
que mantienen las CCR 1 encontradas.)
C. No sé... [Silencio y mira hacia abajo.) (CCR 1: respuesta evasiva.)
1~ También veo la expresión de enf•do en tu cam y el tono de voz duro que empleas cuando
me cuentas las discusiones que tienes con ellos ... Me pref,runto si esta expresión de en-
fado y la dureza en tu voz también apare cen e n esos momentos cuando te relacionas con
ellos. (Regla n.• 5: el terapeuta tmta de facilitar la reflexión del cliente par. la aparición
de CCR3 tipo 2 y explora el paralelismo entre la conducta del cliente cm sesión y la con-
ducta en la vida real.)
C. Pues supongo...
T Y dime. ¿ crees que estas cosas. los pe nsamientos que te surgen sobre lo insoportables
que son. 1a expresión de enft~do en tu cara, etc.• podrían tener algo que ver con el hecho
de que discutáis tanto y de forma tan intensa? (Continúa aplicando regla n.• 5.)
1: Mira, acabo de dam1e cuenta (regla n.• 1) de que estarnos hablando de otm cosa diferente
a la que yo he planteado. Creo que has cambiado la dirección de la conversación. Yo te
he pref,runtado por cómo te sentías c uando tus padres tomaron esa decisión y tU has diri-
gido la conversación hacia otro lado. Siento que me has alejado de ti ... Para mí es dificil
trt~bajar así, sintiendo que. e n muchas ocasiones. no me dejas e ntrar donde quiero entrM.
(Regla n.0 5: el tert~peuta induce al cliente a reflexionar sobre su conducta de evitación de
la intimidad. Provoca la aparición de CCR3: reflexionar y verbalizar las contingencias
que mantienen las CCRI encontrada,.)
C. [Cabizbaja, comienza a llomr y no dice nada.) (CCR 1)
1: (Le acerca un paquete de pañuelos.] Dime, ¿qué crees que podrías hace:r para poném1clo
más fácil?. o ¿qué crees que podría hacer yo pam que te sintieras más cómoda conmigo
hablando de este tema? (Regla n.• 2: el tcmpeuta busca f•cilitar la aparición de CCR2.)
C. [Liordlldo.] Es que es muy duro para mí. es como si tuviera miedo de abrir esa caja negra
que tengo dentro... (CCR2: expresiim de emociones, hablar en primcm persona.)
T (Le pone la mano en el hombro y expresa temum y afecto en su voz.] Esto sí que me
ayuda, Rosa (refuerzo de CCR2), me estás hablando de tus sentimientos, de que tienes
miedo de explorar tu experiencia y tus emociones en relación con lo que pasó y que
cada vez que sientes miedo ev itas hablar de aquello que te genera tal emoción (gene-
ración de CCR3). Ahora siento que me has abierto la puerta y que esttamos trabajando
juntas en tu problema. Siento que, de nuevo. he conectado contigo. y eso es bueno para
nuestro objetivo aquí. Gracias por ello. ( Regla n.0 3: el terapeuta refuerza positivamente
_ la (:<;:.R2 de la clien~
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Psicoterapw analíflco-fimcional
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1i!ndenc ws acw ales en intervenc ión p SiCOlóg ica
Tms la revisión sobre PAF real izada en este capítulo, puede co ncluirse que este mo-
delo es una propuesta terapéutica rigurosa, sólida y co herente, que hace un amplio uso
de principios de conducta que tienen una di latada tradición experimental e n el ámbito
del análisis aplicado de co nducta. Tales principios incluyen el apre ndizaje discrim ina-
tivo, el reforzamiento, el moldeamiento, la extinción, el castigo, la conducta gobernada
por reglas y el análisis funcional de la conducta verbal. El terapeuta especializado e n
PAF debe tener un conocimiento extenso sobre estos principios y sobre su aplicación
en situaciones compleja~, tanto en la vida del cliente como en el co ntexto clínico. Ade-
más, la metodología terapéutica está claramente especificada a través de regla~ de actua-
ción concretas que guían al terapeuta para facilitar el cambio en la conducta de clientes
co n problema~ psicológicos q ue implican dificultades en la~ relaciones interpersona-
les, afectivas o íntimas. Puede co nsiderarse que la PAF es e n gran medida una tempia
integradora, puesto que es compatible con numerosas técnicas y estrategias de otros
enfoques te rapéuticos, con los que puede combinarse sin perder su fundamento teórico
(López-Bem1údez, Ferro y Valero, 2010). Como se co mentó al principio del capítulo, la
PAF puede co nsiderarse "una guía clínica para hacer buena terapia" (Goldfried, 201 0).
Por otro lado, la PAF es una propuesta original y valiente, puesto que extie nde las
fronte ras del modelo conductual para abordar c uestiones co mplejas en psicoterapia,
co mo la cuestión de la identidad o el "yo" y los compl icados mecanismos impl icados e n
la relación humana En este sentido, como se ha visto, un elemento central de la PAF es
su uso de la relación terapéutica como modelo de la relación del paciente con su entorno
y como medio en el que tienen lugar los cambios de co nducta que se pretende sean ge-
nemlizados al contexto diario del cliente. La PAF realiza un análisis riguroso de la diná-
mica de interacción e ntre tempeuta y cliente y plantea las sutiles y esenciales funciones
que puede tener la conducta del tempeuta para conseguir el cambio conductual deseado
en el cliente. Sin duda, la PAF supone una gran innovación originada en el seno de la
terapia de conducta y que abre la~ puertas de este marco tempéutico a la consideración
de aspectos más complejos del comportam iento humano, manifestados en el ámbito del
funcionamiento interpersonal, que es el que se e ncuentm fundamentalmente alterado e n
muchos trastornos psicológicos.
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