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Universidad Abierta y a Distancia de México.

Gestión y Administración de PyME

Asignatura: Normatividad Fiscal.

Semestre: 5to.

Ciclo Escolar: 2023-S2 B2

Docente en Línea: Margarita Sandra Saldaña Garnica.

Alumno: Victoria Aurora García Melo.

Unidad de Aprendizaje: Unidad 2. Código Fiscal de la Federación.

Nombre de la Actividad: Estructura general del reglamento del Código Fiscal.


l pasado inmediato: 1990-2015

En los últimos 25 años, se han realizado en México reformas y ajustes


estructurales importantes en la economía. Las primeras reformas económicas
se realizaron entre 1989 y 1994, durante la administración de Carlos Salinas de
Gortari, siendo la más importante y trascendente, por sus múltiples impactos en
la estructura económica del país —unos positivos y otros negativos—, la
controvertida negociación del acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y
Canadá (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN), el cual
entró en vigor el primer día de 1994, con lo que quedó oficialmente atrás el
agotado modelo desarrollista de crecimiento de sustitución de importaciones,
cuya época dorada se ubica en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado,
y prevaleció un modelo neoliberal orientado al “exterior”, promotor de las
exportaciones.

Las últimas reformas económicas son de factura reciente, y se realizaron entre


2013 y 2014, bajo la administración de Enrique Peña Nieto. Por su impacto
potencial en la tasa de crecimiento, destaca la del sector energético, pues
desde 2015 el sector privado, nacional y extranjero, participa activamente en
las tareas de exploración y explotación de petróleo crudo y gas, así como en la
generación de energía eléctrica, actividades antes reservadas al Estado.

Estas reformas estructurales de gran calado, polémicas y controversiales, han


generado —cada una en su momento— expectativas favorables respecto al
crecimiento futuro de la economía mexicana, las cuales, sin embargo, no se
han materializado del todo, como lo fundamentan diversas variables
económicas y sociales. En efecto, si se confronta la tasa real de crecimiento del
PIB observada entre 1955 y 1970, durante la etapa del llamado “desarrollo
estabilizador”, con la registrada entre 1990 y 2015, etapa de la apertura
económica y las reformas estructurales, se aprecia que mientras en la primera
el PIB real creció 6.5% en promedio anual, en la segunda aumentó solo 2.7%.
Como resultado de ello, el crecimiento del ingreso real per cápita de la
población bajó de 3.2 a 1.4% en promedio anual, en iguales periodos de
comparación.1

Es de resaltar también que, pese a los ajustes estructurales realizados en la


economía nacional, los niveles de pobreza de la población no se han reducido
sino, por el contrario, se han elevado, pues mientras que en 1990 la
proporción pobre abarcaba al 51.5% del total de la población del país, para
2015 esta había subido a 54.5%; esto es, el número de personas que se
encuentran en estado de pobreza pasó de 45 millones en 1990 a 66 millones
en 2015.

Por otra parte, la desigualdad social en México no mostró ninguna mejoría,


pues el Índice de Gini (para el ingreso total) se mantuvo, a lo largo del periodo
1990-2015, en alrededor de 0.457. Contrariamente, en los últimos años de la
etapa del “desarrollo estabilizador”, se aprecia un lento pero sistemático
proceso de reducción de la desigualdad en la distribución del ingreso, al bajar
el Índice de Gini de 0.57 en 1963, a 0.49 en 1977. No está de más precisar que
en las economías desarrolladas, el Índice se ubica en niveles de entre 0.262
(Finlandia) y 0.401 (Estados Unidos).2

Ahora bien, es importante considerar que en los últimos 25 años la economía


mexicana ha sufrido dos crisis: la primera, ocurrida al finalizar 1994, se conoce
como el “error de diciembre” o, como la denominó la comunidad financiera
internacional, la “crisis del tequila”, y a la cual Michel Camdessus, director
gerente y presidente entonces del Fondo Monetario Internacional (FMI), calificó
como la “primera crisis financiera del siglo XXI”, porque reflejaba un nuevo nivel
de mundialización y rápidas reacciones en los mercados financieros
internacionales. La crisis devaluatoria y financiera que estalló ese año fue de
consecuencias impredecibles, y su saldo fue terrible. En 1995 la economía se
desplomó 5.8%, la inflación repuntó 52%, el peso se devaluó 90% y las tasas
de interés subieron a 48% anual, lo que llevó a la ruina patrimonial a miles de
familias y a la quiebra a cientos de empresas. Como resultado de la crisis —
señala Miguel Székely—, hubo un incremento sin precedentes en la pobreza.
No existe ningún otro caso —agrega— en el que los niveles de bienestar de la
población se hayan deteriorado de manera tan marcada.

Debido a la caída de siete por ciento que registró el PIB real per cápita ese
año, en 1996 la pobreza alcanzó niveles similares a los observados 30 años
antes. De hecho, ese año se registró uno de los mayores niveles de pobreza
relativa y el mayor nivel de pobreza, en términos absolutos, observado en el
periodo de 1950-2004. Asimismo, entre 1994 y 1996, el número absoluto de
personas en situación de pobreza aumentó en 16 millones.3

La siguiente crisis económica en la que cayó la economía nacional fue la de


2009, pero esta vez, a diferencia de la anterior, se debió a causas externas, por
el impacto recesivo que provocó la crisis financiera mundial, la “gran recesión”,
desatada en Estados Unidos en septiembre de 2008, cuando el banco Lehman
Brothers se declaró en quiebra, para propagarse luego a todos los mercados
financieros del mundo. En esta ocasión, el PIB de México decreció 4.8% en
2009, y aunque la inflación no se desbocó, pues fue de solo 6.5%, el tipo de
cambio se devaluó 21%. Las tasas de interés, sin embargo, se ajustaron
significativamente a la baja, como resultado de la política monetaria
contracíclica que el Banco de México adoptó, al igual que la Reserva Federal
de Estados Unidos, para estimular la actividad económica. No obstante, debido
al nulo crecimiento del PIB real per cápita en 2008, y luego de registrarse la
caída en 2009 del seis por ciento, los niveles de pobreza relativa y absoluta en
el país se incrementaron nuevamente. El porcentaje de la población en
situación de pobreza pasó de 44.8 a 56.3% entre 2007 y 2009, y el número de
personas pobres subió en términos absolutos de 49 a 64 millones, en iguales
años de comparación; esto es, en 2008 y 2009 cayeron en situación de
pobreza 15 millones de habitantes.

El desempeño de la economía de México en los últimos cinco lustros también


se puede evaluar desde otra perspectiva: midiendo su protagonismo dentro de
la economía mundial. De entrada, destaca que su participación dentro del PIB
mundial (en dólares, con ajuste PPP) se redujo de 2.6% en 1990 a 2% en
2015. Si se afina el análisis y se considera la evolución del PIB per cápita, pero
ahora medido en dólares internacionales, se aprecia claramente el rezago que
tiene el PIB per cápita de México con respecto al promedio mundial. De
acuerdo con el Índice Relativo del Desarrollo Económico de México (PIB per
cápita mundial PPP =100), descendió de 160.4 puntos en 1990 a 117.9 en
2015.

Ahora bien, si se compara el PIB per cápita de México con el de países con
similar grado de desarrollo (ingreso medio bajo) de América Latina y el Caribe,
se tiene que mientras en 1990 el PIB per cápita de México (8 mil 123 dólares
internacionales) era superior al de Argentina (7 mil 189 dólares internacionales)
y al de Chile (5 mil 843 dólares internacionales), en 2015, 25 años después, era
inferior al de ambos países. Finalmente, si se compara la evolución de la
economía mexicana con la de los bric (Brasil, Rusia, India y China), cuya
participación conjunta dentro del PIB mundial se elevó de 16.4 a 30.1% entre
1990 y 2015, queda del todo claro el rezago de la economía mexicana con
respecto a otros países emergentes.

Los años por venir: 2016-2040

En 2040, ¿cuál será la posición de México en el escenario mundial? ¿Seguirá


rezagado con respecto a las economías emergentes dinámicas, las habrá
igualado o las habrá aventajado? ¿La pobreza en el país habrá aumentado o
disminuido? ¿El desempleo y subempleo habrán subido o descendido? Estas
respuestas dependen, en lo fundamental, del ritmo de crecimiento que la
economía mexicana logre en los próximos años. Es claro que nuestra
economía no puede seguir creciendo lentamente, como hasta ahora, pues
sería incapaz de absorber en los próximos años la creciente fuerza de trabajo,
y mucho menos podrá abatir la tasa de desempleo y subempleo, así como los
alarmantes niveles de pobreza que prevalecen en el país.

A principios de 2015, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo


Económicos (OCDE) elaboró un estudio prospectivo sobre la economía
mexicana, en el cual estima que el impacto potencial que tendrán las 11
reformas estructurales (laboral, telecomunicaciones, competencia económica,
financiera, educativa, procedimientos penales, amparo, política electoral, de
transparencia, hacendaria y energética) será del orden de un punto porcentual
del PIB. Pero considera que si se realizan reformas adicionales (unas de índole
judicial, otras relativas al mercado laboral, otras relacionadas con el campo) se
lograría un punto porcentual más. En total, la OCDE prevé un impacto de dos
puntos porcentuales en la tasa potencial de crecimiento del PIB para los
próximos años.4 Por su parte, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público
(SHCP) estima que el impacto sería de 1.9 puntos del PIB: la energética
contribuiría con 1.1 puntos, la financiera con 0.4 puntos, la de
telecomunicaciones con 0.2 puntos y la fiscal también con 0.2 puntos.5

Considerando lo anterior, el Centro de Análisis Macroeconómico (Camacro)


realizó un ejercicio de prospectiva para el periodo 2016-2040 denominado
Escenario Económico con Reformas, y otro más con el fin de confrontarlo, al
que llamamos Escenario Económico Inercial, cuyo supuesto central es que se
mantenga inalterada en los próximos años la tendencia de crecimiento
observada entre 1990 y 2005. Se supuso, por otra parte, que el PIB per cápita
mundial registrará entre 2016 y 2040 una tasa promedio anual de crecimiento
de 3% (entre 1990 y 2015 la tasa fue de 4.6%), siendo la globalización,
entendida como apertura comercial y liberalización, el principal determinante
del crecimiento económico mundial.

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