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Trastorno de identidad disociativo (TID)

¿Qué es un trastorno?
Un trastorno, es aquella condición anormal o patológica física, emocional o mental.
Los trastornos pueden manifestarse de diversas formas, pueden influir en la
calidad de vida de quien los padece. Pueden dividirse en diversas categorías,
como trastornos del estado de ánimo (como la depresión y el trastorno bipolar),
trastornos de ansiedad (como el trastorno de ansiedad generalizada o las fobias),
trastornos del sueño, trastornos alimentarios (como la anorexia y la bulimia),
trastornos del espectro autista, trastornos de personalidad y muchos más.
Desarrollo del trastorno elegido:
Por trastorno de identidad disociativo (TID), conocido anteriormente como
desorden de personalidad múltiple (DPM), se entiende cualquier enfermedad
mental que provoque una desconexión entre identidad, pensamientos, recuerdos,
sentimientos o acciones. Los pacientes que padecen este tipo de trastornos se
caracterizan por experimentar una fuga de la realidad, de forma involuntaria y
peligrosa, que les impide seguir con su vida diaria.
Normalmente, las personas que lo padecen se enfrentan a dos o más
personalidades distintas de manera patente, sin confundirse con un sencillo
cambio de rasgo o simples alteraciones en el estado de ánimo. De manera
general, los trastornos disociativos pueden surgir como respuesta a un trauma o
como forma de huir de un recuerdo doloroso, por ejemplo. Aunque las distintas
personalidades del sujeto pueden manifestarse en cualquier momento, los
períodos de gran estrés o que presenten una conexión directa con su causa
(desencadenante), suelen empeorar los síntomas, haciendo surgir brotes
disociativos muy evidentes.
A menudo, estas personalidades -conocidas también como alters– son muy
distintas y cuentan con una identidad original formada por otro nombre, distinto
carácter y comportamiento, género, memoria, tono de voz, vocabulario, etc. Es
muy común que la personalidad primaria o huésped no sea consciente de las
demás personalidades.
El enfoque terapéutico podría incluir desde diferentes tipos de terapia, como un
programa de atención integral en salud mental, hasta el uso controlado de
medicación o ingresos especializados.
El trastorno de identidad disociativo suele aparecer en personas que sufrieron una
tensión emocional abrumadora o un trauma durante la infancia. En Estados
Unidos, Canadá y Europa, alrededor del 90% de las personas con este trastorno
tienen antecedentes de maltrato grave (físico, sexual o emocional) o de abandono
durante la infancia. Algunas personas no han sufrido abusos, pero han
experimentado una pérdida temprana importante (como la muerte de uno de los
progenitores), una enfermedad grave u otros eventos abrumadoramente
estresantes.
A medida que se desarrollan, los niños deben aprender a integrar diversos y
complicados tipos de información y experiencias en una única identidad personal
cohesionada y compleja. El abuso sexual y físico que se produce en la infancia,
cuando la identidad personal está en desarrollo, puede tener efectos duraderos
sobre la capacidad de la persona para construir una identidad única,
especialmente cuando los abusadores son los progenitores o los cuidadores.
Los niños que han sufrido abusos pueden pasar por fases en las cuales se
mantienen separadas las diferentes percepciones, recuerdos y emociones de sus
experiencias vitales. Los padres u otros cuidadores intensifican esta segregación
de experiencias al comportarse de manera inconsistente a lo largo del tiempo (por
ejemplo, intercalando conductas cariñosas o abusivas), un comportamiento que se
denomina traición traumática. Con el tiempo, estos niños pueden desarrollar una
creciente capacidad de escapar del abuso al "alejarse", disociándose de su duro
ambiente físico o replegándose hacia el interior de su propia mente. Cada fase o
experiencia traumática se puede usar para producir una identidad diferente. Sin
embargo, si estos niños en situación de vulnerabilidad son suficientemente
protegidos y contenidos psicológicamente por adultos que verdaderamente se
preocupen por ellos, es menos probable que desarrollen un trastorno de identidad
disociativo.
Síntomas: Las personas pueden sufrir, en su comportamiento, automutilación,
comportamiento autodestructivo o impulsividad. En su estado de ánimo, altibajos
emocionales, ansiedad o sensación de desconexión con uno mismo. Por el lado
psicológico pueden sufrir depresión, escenas retrospectivas o estado alterado de
conciencia. También son comunes la amnesia o lagunas mentales.
La amnesia es la incapacidad para recordar eventos durante un periodo de
tiempo, a menudo se produce por una lesión cerebral, una enfermedad o los
efectos secundarios de las drogas o el alcohol.
Mientras que las lagunas mentales relacionadas con el alcohol son vacíos en la
memoria de una persona de los eventos que ocurrieron mientras estaba
intoxicada. Estos vacíos ocurren cuando una persona bebe suficiente alcohol para
bloquear temporalmente el paso de los recuerdos de la memoria a corto plazo a la
memoria a largo plazo.
Factores que lo originan:
El trastorno de identidad disociativo o TID forma parte de las psicopatologías de
base traumática y suele iniciarse en la infancia. Suceden una serie de
acontecimientos tan desestabilizadores y repetidos que el niño se siente
sobrepasado a nivel emocional. No puede ni huir de la situación ni luchar contra
ella, por lo que la única manera que tiene de reaccionar es dividirse a nivel interno,
distanciarse de sí mismo, como si no estuviera viviendo lo que está viviendo.
Llamamos a esto disociación. Es importante señalar que entre un 80-99% de las
personas con TID puntúan para un diagnóstico secundario del trastorno del estrés
postraumático (TEPT). Entre un 85-90% han sufrido abuso sexual.
La disociación es, pues, una forma de defenderse del trauma, y con el tiempo se
va convirtiendo en la única manera de manejar cualquier tipo de estrés.
Sin embargo, el trauma por sí solo no es un factor suficiente para desarrollar un
trastorno disociativo. Algunas personas superan situaciones devastadoras sin
presentar demasiados problemas. Lo que va a marcar la diferencia será el apego,
la forma que el niño tiene de vincularse afectivamente. Si tiene una figura de
referencia positiva que le proporciona experiencias de apego seguras (protección,
atención, modulación emocional, etc.), el niño aprende que la adversidad puede
ser soportada y vencida, minimizando el riesgo de fragmentación psicológica y
posibilitando un bienestar emocional futuro.
Tratamiento:
El tratamiento del trastorno de identidad disociativo (TID) se basa en terapia de
conversación. Si es un caso extremadamente grave se deriva a psiquiatría y le
dan a la persona medicamentos.
Los medicamentos se basan en antidepresivos, pastillas para la ansiedad y
antipsicóticos.

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