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Síntomas
Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas,
pero pueden comprender:
Causas
Los trastornos disociativos suelen manifestarse como una manera de afrontar los
traumas. La mayoría de las veces, los trastornos se presentan en niños sometidos
a maltrato emocional, abuso sexual o maltrato físico durante un largo tiempo, o
bien, con menor frecuencia, a un entorno doméstico aterrador o muy impredecible.
El estrés de una guerra o una catástrofe natural pueden generar trastornos
disociativos.
La identidad personal aún está en formación durante la infancia. Por eso, un niño
tiene una capacidad mayor que un adulto de despegarse de sí mismo y observar
el trauma como si le estuviera pasando a otra persona. Un niño que aprende a
disociar para superar una experiencia traumática puede usar ese mecanismo de
superación como respuesta a situaciones estresantes en su vida.
Factores de riesgo
Los niños y los adultos que pasan por otros sucesos traumáticos, como guerras,
desastres naturales, secuestros, torturas o procedimientos médicos prolongados y
traumatizantes en la niñez, también pueden tener estos trastornos.
Complicaciones
Las personas con trastornos disociativos presentan un mayor riesgo de tener
complicaciones y trastornos asociados, tales como:
Autolesiones o mutilaciones
Disfunción sexual
Trastornos de la personalidad
Trastornos de la alimentación
Los niños que son víctimas de maltrato físico o emocional o de abuso sexual
presentan mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, como los
trastornos disociativos. Si el estrés u otros problemas personales están afectando
la forma en que tratas a tu hijo, busca ayuda.
Habla con una persona de confianza como puede ser un amigo, el médico o
un líder de tu comunidad religiosa.
Pide ayuda para hallar recursos disponibles tales como grupos de apoyo
para padres y terapeutas de familia.
El tratamiento para los trastornos disociativos puede variar en función del tipo de
trastorno que tienes, pero, por lo general, incluye psicoterapia y medicamentos.
Psicoterapia
Medicamentos
Posesión
Falta de posesión
Etiología
Los niños no nacen con un sentido de una identidad unificada; éste se desarrolla
a partir de muchas fuentes y experiencias. En los niños abrumados por las
circunstancias, muchas partes que deberían haberse combinado se mantienen
separadas. El abuso crónico y grave (físico, sexual o emocional) y el abandono
durante la infancia se informan frecuentemente entre los pacientes con
trastornos disociativos de la identidad (en los Estados Unidos, Canadá y Europa,
alrededor del 90% de los pacientes). Algunos pacientes no han sido objeto de
abuso pero han experimentado una pérdida precoz importante (p. ej., la muerte
de uno de los padres), una enfermedad médica grave o sucesos estresantes
abrumadores.
Al contrario de lo que sucede con la mayoría de los niños que alcanzan una
apreciación compleja y coherente de sí mismos y de los demás, los que han sido
objeto de malos tratos intensos atraviesan fases en las que las percepciones,
recuerdos y emociones diferentes de sus experiencias vitales se mantienen
segregadas. Con el tiempo, estos niños pueden desarrollar una mayor capacidad
de escapar a los malos tratos "ausentándose"–es decir, separándose a sí
mismos de su ambiente físico duro–o mediante el repliegue en su propia mente.
Cada fase evolutiva o experiencia traumática puede utilizarse para generar una
identidad diferente.
Signos y síntomas
Múltiples identidades
En el formulario de posesión, las múltiples identidades son fácilmente
evidentes para los familiares y asociados. Los pacientes hablan y actúan de una
manera obviamente diferente, como si otra persona o ser lo ha reemplazado. La
nueva identidad puede ser la de otra persona (a menudo alguien que ha muerto,
tal vez de una manera dramática) o la de un espíritu sobrenatural (a menudo un
demonio o un dios), que puede exigir castigo por acciones pasadas.
En el forma no posesiva, las diferentes identidades a menudo no son tan
evidentes para los observadores. En cambio, los pacientes experimentan un
sentimiento de despersonalización, como ser irreal, extraído de sí mismo y
desconectado de los procesos físicos y mentales propios. Los pacientes dicen
que se sienten como un observador de su vida, como si se estuvieran viendo a sí
mismos en una película sobre la que no tienen ningún control (pérdida de la
acción personal). Pueden pensar que su cuerpo se siente diferente (p. ej., como
el de un niño pequeño o una persona del sexo opuesto) y no les pertenece.
Pueden tener pensamientos, impulsos y emociones repentinos que no parecen
pertenecer a ellos y que pueden manifestarse como múltiples corrientes de
pensamiento confusas o como voces. Algunas manifestaciones pueden ser
vistas por los observadores. Por ejemplo, las actitudes, las opiniones y las
preferencias de los pacientes (p. ej., respecto de la comida, la ropa o los
intereses) pueden cambiar de repente y luego volver a cambiar.
Las personas con trastorno de identidad disociativo también experimentan
intrusiones en sus actividades cotidianas cuando hay un cambio en las
identidades o interferencia por parte de un estado de identidad en el
funcionamiento de otro. Por ejemplo, en el trabajo, una persona enojada puede
gritar de repente a un compañero de trabajo o a su jefe.
Amnesia
Los pacientes típicos tienen amnesia disociativa. Por lo general se manifiesta
como
Lagunas de acontecimientos personales pasados (p. ej., períodos durante
la niñez o la adolescencia, muerte de un familiar)
Lapsos de memoria fiable (p. ej., lo que pasó hoy, habilidades bien
aprendidas, tales como el uso de un ordenador)
Otros síntomas
Además de oír voces, los pacientes con trastorno de identidad disociativo
pueden tener alucinaciones visuales, táctiles, olfatorias y gustativas. Por esto los
pacientes pueden ser diagnosticados erróneamente de psicóticos. Sin embargo,
estos síntomas alucinatorios difieren delas alucinaciones características de los
trastornos psicóticos como la esquizofrenia. En los pacientes con trastorno de
identidad disociativo estos síntomas parecen proceder de una identidad
alternativa (p. ej., como si alguien más estuviera queriendo llorar usando sus
ojos, escuchar la voz de una identidad alternativa que los critica).
Depresión, ansiedad, abuso de sustancias, autolesión, automutilación,
convulsiones epilépticas, y comportamiento suicida son comunes, así como la
disfunción sexual.
El cambio de identidades y las barreras amnésicas entre ellas a menudo
conducen a vidas caóticas. En general, los pacientes tratan de esconder o
minimizar sus síntomas y el efecto que tienen sobre los demás.
Diagnóstico
Criterios clínicos
Además, los síntomas pueden no ser mejor explicados por otro trastorno (p. ej.,
convulsiones parciales complejas, trastorno bipolar, trastorno de estrés
postraumático, otro trastorno disociativo), por los efectos de la intoxicación
alcohólica, por prácticas culturales o religiosas ampliamente aceptadas, o, en los
niños, por el juego fantástico (p. ej., un amigo imaginario).
Tratamiento
Este tipo de desorden es muy frecuente en la ficción, tanto en el cine como en la literatura.
Sin embargo, más allá de su presencia en la cultura popular, su verdadera existencia es aún
polémica y discutida. Muchos profesionales de la psicología consideran que no se trata de
una verdadera patología, o que suele confundirse con otros trastornos disociativos o incluso
con los propios roles o comportamientos que una misma persona puede desarrollar en
distintos entornos, de manera más o menos consciente.
La hipótesis más aceptada es que estas vivencias estresantes dan lugar en un primer
momento a la disociación; así, el niño aislaría recuerdos, emociones o vivencias como
mecanismo defensivo ante el malestar ocasionado por estos traumas. Con el paso del
tiempo y al madurar el niño, esta disociación iría dando lugar al desarrollo de distintas
personalidades; estas irían adquiriendo gradualmente una mayor complejidad,
diferenciándose cada vez más unas de otras.
¿Tipos de disociación?
No toda la disociación es problemática:
¿Pronóstico?
Los trastornos disociativos son tratables, pero necesitan un abordaje
específico. Por eso es importante que haya un buen diagnóstico, para poderlos
detectar y tratar de forma adecuada.
Puede haber diversos grados de avance. Algunos pacientes llegarán a la
integración entre las partes, otros se estabilizarán y mejorarán su adaptación,
otros continuarán teniendo partes, pero habrá menos conflicto y negatividad entre
ellas. Sea como fuere, la mejoría no es una posibilidad, es una realidad siempre
que se cuente con la ayuda apropiada.
Síntomas
Siguiendo la misma lógica, el TID sería una versión extrema del estrés
postraumático de inicio en la infancia (Kluft, 1984; Putnam, 1997): experiencias
traumáticas tempranas, intensas y prolongadas, en particular negligencia o abuso
por parte de los progenitores, llevarían a la disociación, es decir, al aislamiento de
recuerdos, creencias, etc., en identidades alternativas rudimentarias, que se irían
desarrollando a lo largo de la vida, dando lugar progresivamente a un mayor
número de identidades, más complejas y separadas del resto. Raramente se
observan casos de TID con inicio en la edad adulta. Así, el TID no surgiría de la
fragmentación de una personalidad nuclear, sino más bien de un fallo en el
desarrollo normal de la personalidad que resultaría en la presencia de estados
mentales relativamente separados que acabarían convirtiéndose en identidades
alternativas.
Evaluación y Tratamiento
Por último, se integran las identidades, para lo cual es importante que el terapeuta
respete y valide el rol adaptativo de cada una para facilitar que la persona acepte
como propias esas partes de ella misma. Para una descripción más detallada del
tratamiento del TID se puede consultar el texto Guidelines for treating
dissociative identity disorders in adults, third revision, de la International
Society for the Study of Trauma and Dissociation (2011).
https://cmonmurcia.com/las-6-mejores-peliculas-la-personalidad-multiple-nos-ha-dado-
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