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Los trastornos disociativos son trastornos mentales que suponen una desconexión

y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e


identidad. Una persona que sufre trastornos disociativos escapa de la realidad de
formas involuntarias y poco saludables, lo que causa problemas con el
funcionamiento diario.

Por lo general, los trastornos disociativos aparecen en reacción a un trauma y


ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados. Los síntomas, que pueden
ir de la amnesia hasta las identidades alternativas, dependen, en parte, del tipo de
trastorno que tengas. Los períodos de estrés pueden empeorar temporalmente los
síntomas, haciéndolos más evidentes.

Los tratamientos para los trastornos disociativos pueden ser la terapia de


conversación (psicoterapia) y los medicamentos. Si bien tratar los trastornos
disociativos puede ser difícil, muchas personas aprenden nuevas formas de
afrontarlos y llevan una vida saludable y productiva.

Síntomas

Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas,
pero pueden comprender:

 Pérdida de memoria (amnesia) de ciertos períodos, sucesos, personas e


información personal

 Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones

 Percepción de que las personas y cosas que te rodean están


distorsionadas o son irreales

 Un sentido confuso de la identidad

 Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y


otros ámbitos importantes de tu vida

 Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional

 Problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, y pensamientos y


comportamientos suicidas
Hay tres trastornos disociativos principales definidos en el Diagnostic and
Statistical Manual of Mental Disorders (Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales 5, DSM-5) publicado por la American Psychiatric Association
(Asociación Estadounidense de Psiquiatría):

 Amnesia disociativa. El síntoma principal es una pérdida de memoria que


es más grave que un olvido normal y que no puede justificarse por la
existencia de una enfermedad. No puedes recordar información sobre ti ni
sobre acontecimientos y personas de tu vida, en especial los relacionados
con un momento traumático. La amnesia disociativa puede ser específica de
acontecimientos producidos en un cierto momento, como combates intensos,
o, con menor frecuencia, puede tratarse de la pérdida completa de la
memoria sobre ti mismo. A veces puede implicar que te traslades o
deambules en un estado de confusión que te aleje de tu vida (fuga
disociativa). El episodio de amnesia generalmente se presenta en forma
repentina y puede durar minutos, horas o, rara vez, meses o años.

 Trastorno de identidad disociativo. Este trastorno, antes conocido como


«trastorno de personalidad múltiple», se caracteriza por «alternar» diferentes
identidades. Es posible que sientas la presencia de dos o más personas que
hablan o viven en tu cabeza y que sientas que estas identidades te
poseyeron. Cada identidad puede tener un nombre, una historia personal y
características únicas, entre ellas, diferencias obvias de voz, género, tratos e
incluso cualidades físicas, como la necesidad de usar lentes. También hay
diferencias en cuanto a la familiaridad de cada identidad con las demás. Las
personas con trastorno de identidad disociativo, en general, también tienen
amnesia disociativa y, a menudo, sufren fuga disociativa.

 Trastorno de despersonalización-desrealización. Este trastorno implica


una sensación continua o episódica de desconexión o de estar fuera de ti
mismo, al observar tus acciones, sentimientos, pensamientos y a ti mismo
desde cierta distancia como si estuvieras mirando una película
(despersonalización). Es posible que otras personas y cosas que te rodean
se perciban distantes, borrosas o como en un sueño, que el tiempo
transcurra más lenta o más rápidamente y que el mundo parezca irreal
(desrealización). Puedes sentir despersonalización, desrealización o ambas.
Es posible que los síntomas, que pueden ser profundamente angustiantes,
duren solo unos momentos o que vayan y vengan a lo largo de los años.
Cuándo consultar al médico

En una crisis, algunas personas con trastornos disociativos pueden tener


reviviscencias traumáticas que resultan abrumadoras o que están asociadas con
una conducta peligrosa. Las personas que tienen estos síntomas deberían recibir
atención médica en una sala de urgencias.

Si tú o un ser querido tienen síntomas menos urgentes que puedan indicar un


trastorno disociativo, ponte en contacto con el médico.

Causas

Los trastornos disociativos suelen manifestarse como una manera de afrontar los
traumas. La mayoría de las veces, los trastornos se presentan en niños sometidos
a maltrato emocional, abuso sexual o maltrato físico durante un largo tiempo, o
bien, con menor frecuencia, a un entorno doméstico aterrador o muy impredecible.
El estrés de una guerra o una catástrofe natural pueden generar trastornos
disociativos.

La identidad personal aún está en formación durante la infancia. Por eso, un niño
tiene una capacidad mayor que un adulto de despegarse de sí mismo y observar
el trauma como si le estuviera pasando a otra persona. Un niño que aprende a
disociar para superar una experiencia traumática puede usar ese mecanismo de
superación como respuesta a situaciones estresantes en su vida.

Factores de riesgo

Las personas que padecen maltrato físico, sexual o emocional en la infancia


durante mucho tiempo corren mayor riesgo de manifestar trastornos disociativos.

Los niños y los adultos que pasan por otros sucesos traumáticos, como guerras,
desastres naturales, secuestros, torturas o procedimientos médicos prolongados y
traumatizantes en la niñez, también pueden tener estos trastornos.

Complicaciones
Las personas con trastornos disociativos presentan un mayor riesgo de tener
complicaciones y trastornos asociados, tales como:

 Autolesiones o mutilaciones

 Pensamientos y comportamiento suicidas

 Disfunción sexual

 Trastornos por alcoholismo y abuso de drogas

 Depresión y trastornos de ansiedad

 Trastorno por estrés postraumático

 Trastornos de la personalidad

 Trastornos del sueño, como pesadillas, insomnio y sonambulismo

 Trastornos de la alimentación

 Síntomas físicos, como aturdimiento o convulsiones no epilépticas

 Dificultades considerables en las relaciones personales y en el trabajo


Prevención

Los niños que son víctimas de maltrato físico o emocional o de abuso sexual
presentan mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, como los
trastornos disociativos. Si el estrés u otros problemas personales están afectando
la forma en que tratas a tu hijo, busca ayuda.

 Habla con una persona de confianza como puede ser un amigo, el médico o
un líder de tu comunidad religiosa.

 Pide ayuda para hallar recursos disponibles tales como grupos de apoyo
para padres y terapeutas de familia.

 Busca iglesias y programas educativos comunitarios que ofrezcan clases de


crianza de hijos, que también pueden ayudarte a aprender técnicas
parentales más saludables.
Trastorno de identidad disociativo
Si padeces trastorno de identidad disociativo:

 Manifiestas, u otras personas observan en ti, dos o más identidades o


personalidades definidas (lo que en algunas culturas puede describirse como
«posesión») en forma no deseada e involuntaria. Cada identidad tiene su
propio patrón para percibir, relacionarse y pensar sobre ti mismo y el mundo.

 Tienes lagunas recurrentes de memoria para episodios cotidianos,


habilidades, información personal importante y sucesos traumáticos, y estas
lagunas son demasiado amplias para explicarse como olvidos comunes.

 Estos síntomas no forman parte de una práctica cultural o religiosa


aceptada por la mayoría de las personas de tu comunidad.

 Los síntomas no se deben al alcohol u otras drogas, ni a una afección


médica. En los niños, los síntomas no se deben a amigos imaginarios ni a
otros juegos de fantasía.

 Los síntomas producen estrés significativo o problemas en tus relaciones


personales, trabajo y otros ámbitos importantes de tu vida.
Tratamiento

El tratamiento para los trastornos disociativos puede variar en función del tipo de
trastorno que tienes, pero, por lo general, incluye psicoterapia y medicamentos.

Psicoterapia

La psicoterapia es el principal tratamiento para los trastornos disociativos. Esta


forma de terapia, también llamada «terapia de conversación», «asesoramiento
psicológico» o «terapia psicológica», consiste en hablar sobre tu trastorno y los
problemas relacionados con un profesional de salud mental. Busca un terapeuta
con formación avanzada o experiencia en la atención de personas que han tenido
algún trauma.

Tu terapeuta trabajará para ayudarte a entender la causa de tu trastorno y a


desarrollar nuevas formas de afrontar las situaciones de estrés. Con el tiempo, el
terapeuta puede ayudarte a hablar más sobre el trauma que sufriste, pero, por lo
general, solo lo hará cuando puedas hacer frente a desafíos o situaciones y
tengas una relación con el terapeuta como para tener estas conversaciones de
manera segura.

Medicamentos

Aunque no hay medicamentos que traten específicamente los trastornos


disociativos, el médico puede recetarte antidepresivos, medicamentos para la
ansiedad o antipsicóticos para ayudarte a controlar los síntomas de salud mental
asociados con los trastornos disociativos.

El trastorno disociativo de la identidad, antes denominado trastorno de


personalidades múltiples, es un tipo de trastorno disociativo caracterizado
por ≥ 2 estados de personalidades (denominados también alteregos,
autoestados o identidades) que aparecen en forma alternada. El trastorno
incluye incapacidad para recordar acontecimientos diarios, información
personal importante y/o eventos traumáticos o estresantes, todo lo cual no
se perdería normalmente con el olvido ordinario. La causa es casi siempre
un traumatismo infantil muy grave. El diagnóstico se basa en la anamnesis,
a veces con hipnosis o entrevistas facilitadas por fármacos. El tratamiento
consiste en psicoterapia prolongada, a veces con terapia farmacológica
para la depresión y/o la ansiedad asociada.

Las evidencias de entidades diferentes son variables. Tienden a ser más


evidentes cuando las personas están bajo estrés extremo. La fragmentación de
la identidad suele provocar amnesia asimétrica, en la cual lo que sabe una
identidad puede o no saberlo la otra; es decir, una identidad puede tener
amnesia de los eventos experimentados por otras identidades. Algunas
identidades parecen conocerse e interactuar con las demás en un mundo interior
elaborado y algunas interactúan más que las otras.

En un pequeño estudio de la comunidad de Estados Unidos, la prevalencia de


trastorno de identidad disociativo a los 12 meses fue del 1,5%, con hombres y
mujeres afectados casi por igual (1). El trastorno puede comenzar a cualquier
edad, desde la infancia hasta la vejez.
El trastorno de identidad disociativo tiene las siguientes formas:

 Posesión
 Falta de posesión

En la forma de posesión, las identidades por lo general se manifiestan como si


se tratara de un agente externo, normalmente un ser sobrenatural o espíritu
(pero a veces otra persona), que ha tomado el control de la persona, haciendo
que hable y actúe de una manera muy diferente. En tales casos, las diferentes
identidades son muy manifiestas (fácilmente detectadas por los demás). En
muchas culturas, estados de posesión similares son una parte normal de la
práctica cultural o espiritual y no se consideran un trastorno de identidad
disociativo. La forma de posesión que se produce en el trastorno de identidad
disociativo se diferencia en que la identidad alternativa no es deseada y se
produce de forma involuntaria, provoca malestar y tensión significativos, y se
manifiesta en momentos y lugares que violan las normas culturales y/o
religiosas.
Las formas no posesivas tienden a ser menos evidentes. Las personas pueden
sentir una alteración repentina en su sentido de sí mismos o de su identidad, tal
vez sintiendo como si fueran observadores de sus propias palabras, emociones y
acciones, en lugar de agentes. Muchos también tienen amnesia disociativa.

Etiología

El trastorno de identidad disociativo por lo general ocurre en personas que


experimentan un estrés abrumador durante la infancia.

Los niños no nacen con un sentido de una identidad unificada; éste se desarrolla
a partir de muchas fuentes y experiencias. En los niños abrumados por las
circunstancias, muchas partes que deberían haberse combinado se mantienen
separadas. El abuso crónico y grave (físico, sexual o emocional) y el abandono
durante la infancia se informan frecuentemente entre los pacientes con
trastornos disociativos de la identidad (en los Estados Unidos, Canadá y Europa,
alrededor del 90% de los pacientes). Algunos pacientes no han sido objeto de
abuso pero han experimentado una pérdida precoz importante (p. ej., la muerte
de uno de los padres), una enfermedad médica grave o sucesos estresantes
abrumadores.

Al contrario de lo que sucede con la mayoría de los niños que alcanzan una
apreciación compleja y coherente de sí mismos y de los demás, los que han sido
objeto de malos tratos intensos atraviesan fases en las que las percepciones,
recuerdos y emociones diferentes de sus experiencias vitales se mantienen
segregadas. Con el tiempo, estos niños pueden desarrollar una mayor capacidad
de escapar a los malos tratos "ausentándose"–es decir, separándose a sí
mismos de su ambiente físico duro–o mediante el repliegue en su propia mente.
Cada fase evolutiva o experiencia traumática puede utilizarse para generar una
identidad diferente.

En las pruebas estandarizadas, las personas con este trastorno tienen


puntuaciones altas para la susceptibilidad a la hipnosis y la disociación
(capacidad de desacoplar las memorias, las percepciones o las identidades
propias del conocimiento consciente).

Signos y síntomas

Hay varios síntomas característicos del trastorno disociativo de la identidad.

Múltiples identidades
En el formulario de posesión, las múltiples identidades son fácilmente
evidentes para los familiares y asociados. Los pacientes hablan y actúan de una
manera obviamente diferente, como si otra persona o ser lo ha reemplazado. La
nueva identidad puede ser la de otra persona (a menudo alguien que ha muerto,
tal vez de una manera dramática) o la de un espíritu sobrenatural (a menudo un
demonio o un dios), que puede exigir castigo por acciones pasadas.
En el forma no posesiva, las diferentes identidades a menudo no son tan
evidentes para los observadores. En cambio, los pacientes experimentan un
sentimiento de despersonalización, como ser irreal, extraído de sí mismo y
desconectado de los procesos físicos y mentales propios. Los pacientes dicen
que se sienten como un observador de su vida, como si se estuvieran viendo a sí
mismos en una película sobre la que no tienen ningún control (pérdida de la
acción personal). Pueden pensar que su cuerpo se siente diferente (p. ej., como
el de un niño pequeño o una persona del sexo opuesto) y no les pertenece.
Pueden tener pensamientos, impulsos y emociones repentinos que no parecen
pertenecer a ellos y que pueden manifestarse como múltiples corrientes de
pensamiento confusas o como voces. Algunas manifestaciones pueden ser
vistas por los observadores. Por ejemplo, las actitudes, las opiniones y las
preferencias de los pacientes (p. ej., respecto de la comida, la ropa o los
intereses) pueden cambiar de repente y luego volver a cambiar.
Las personas con trastorno de identidad disociativo también experimentan
intrusiones en sus actividades cotidianas cuando hay un cambio en las
identidades o interferencia por parte de un estado de identidad en el
funcionamiento de otro. Por ejemplo, en el trabajo, una persona enojada puede
gritar de repente a un compañero de trabajo o a su jefe.

Amnesia
Los pacientes típicos tienen amnesia disociativa. Por lo general se manifiesta
como
 Lagunas de acontecimientos personales pasados (p. ej., períodos durante
la niñez o la adolescencia, muerte de un familiar)

 Lapsos de memoria fiable (p. ej., lo que pasó hoy, habilidades bien
aprendidas, tales como el uso de un ordenador)

 Descubrimiento de evidencias de lo que han hecho o dicho, pero no


recuerdan haberlo hecho y/o les parece poco probable

Ciertos períodos pueden perderse.

Los pacientes pueden descubrir objetos en la bolsa del supermercado o papeles


con caligrafías que no logran explicar ni reconocer. También pueden encontrarse
a sí mismos en sitios a donde no recuerdan haber ido y no tienen idea de cómo
llegaron allí. A diferencia de los pacientes con trastorno de estrés
postraumático, los pacientes con trastorno de identidad disociativo olvidan los
acontecimientos cotidianos, así como los estresantes o traumáticos.
Los pacientes varían en su conocimiento de la amnesia. Algunos tratan de
ocultarlo. La amnesia puede ser observada por otros cuando los pacientes no
pueden recordar cosas que han dicho y hecho o información personal
importante, como su propio nombre.

Otros síntomas
Además de oír voces, los pacientes con trastorno de identidad disociativo
pueden tener alucinaciones visuales, táctiles, olfatorias y gustativas. Por esto los
pacientes pueden ser diagnosticados erróneamente de psicóticos. Sin embargo,
estos síntomas alucinatorios difieren delas alucinaciones características de los
trastornos psicóticos como la esquizofrenia. En los pacientes con trastorno de
identidad disociativo estos síntomas parecen proceder de una identidad
alternativa (p. ej., como si alguien más estuviera queriendo llorar usando sus
ojos, escuchar la voz de una identidad alternativa que los critica).
Depresión, ansiedad, abuso de sustancias, autolesión, automutilación,
convulsiones epilépticas, y comportamiento suicida son comunes, así como la
disfunción sexual.
El cambio de identidades y las barreras amnésicas entre ellas a menudo
conducen a vidas caóticas. En general, los pacientes tratan de esconder o
minimizar sus síntomas y el efecto que tienen sobre los demás.

Diagnóstico

 Criterios clínicos

 Sesiones detalladas, a veces con hipnosis o facilitada por fármacos

El diagnóstico del trastorno de identidad disociativa es clínico y se basa en la


presencia de los siguientes criterios del Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders, quinta edición (DSM-5):
 Los pacientes tienen ≥ 2 estados de personalidad o identidades (alteración
de la identidad), con solución de continuidad sustancial en su sentido de
identidad y el sentido de autonomía.

 Los pacientes tienen lagunas en su memoria para acontecimientos diarios,


información personal importante, y eventos traumáticos-información que no
se perdería normalmente con el olvido ordinario.

 Los síntomas provocan fuerte malestar o deterioran de manera


significativa el funcionamiento social u ocupacional.

Además, los síntomas pueden no ser mejor explicados por otro trastorno (p. ej.,
convulsiones parciales complejas, trastorno bipolar, trastorno de estrés
postraumático, otro trastorno disociativo), por los efectos de la intoxicación
alcohólica, por prácticas culturales o religiosas ampliamente aceptadas, o, en los
niños, por el juego fantástico (p. ej., un amigo imaginario).

Para alcanzar el diagnóstico se necesita conocer el trastorno y un interrogatorio


específico sobre los fenómenos disociativos. A veces se usan sesiones
prolongadas, hipnosis o sesiones facilitadas por fármacos (barbitúricos o
benzodiazepinas) y puede pedirse al paciente que lleve un diario entre las
visitas. Todas estas medidas implican un intento de realizar un cambio de
identidades durante la evaluación. Con el tiempo, el médico puede intentar
descubrir las diferentes identidades y sus interrelaciones. Los cuestionarios
diseñados especialmente pueden ser muy útiles, sobre todo para los médicos
que tienen menos experiencia con este trastorno.
El médico también puede intentar contactar directamente con las otras
identidades pidiendo que hable esa parte de la mente implicada en los
comportamientos que el paciente no puede recordar o que parecen haber sido
actuados por alguna otra persona. La hipnosis puede ayudar a los médicos a
acceder a los estados disociados y otras identidades del paciente y ayudar al
paciente a controlar mejor los cambios entre los estados disociados.

La simulación (fingir en forma intencional síntomas físicos o psicológicos


motivados por un incentivo externo) debe considerarse si la ganancia puede ser
un motivo (p. ej., escapar a la culpabilidad de los actos o a responsabilidades).
Sin embargo, los simuladores tienden a sobreinformar síntomas bien conocidos
de la enfermedad (p. ej., amnesia disociativa) y subinformar otros. También
tienden a crear identidades alternativas estereotipadas. A diferencia de los
pacientes que tienen la enfermedad, por lo general los simuladores parecen
disfrutar de la idea de tener el trastorno; en cambio, los pacientes con trastorno
de identidad disociativo a menudo tratan de ocultarlo. Cuando los médicos
sospechan que la fuga es fingida, la información cruzada obtenida de varias
fuentes puede detectar las incoherencias que no son compatibles con el
diagnóstico.
Pronóstico

El deterioro en el trastorno de identidad disociativo varía ampliamente. Puede ser


mínima en pacientes con alto funcionamiento; en ellos, las relaciones (p. ej., con
sus hijos, cónyuge o amigos) pueden verse afectadas más que el funcionamiento
ocupacional. Con el tratamiento, el funcionamiento de relación, social y
ocupacional puede mejorar, pero algunos pacientes responden muy lentamente
al tratamiento y puede ser necesario un tratamiento de apoyo a largo plazo.

Los síntomas aumentan y disminuyen espontáneamente, pero los trastornos de


identidad disociativa no se resuelven de esta forma. Los pacientes pueden
dividirse en grupos basándose en los síntomas:

 Los síntomas son principalmente disociativos y postraumáticos. Por lo


general, estos pacientes funcionan bien y se recuperan completamente con
el tratamiento.

 Los síntomas disociativos se combinan con síntomas prominentes de


otros trastornos, como trastornos de la personalidad, del estado de ánimo,
de la alimentación y por abuso de sustancias. Estos pacientes mejoran más
lentamente, y el tratamiento no tiene tanto éxito o es más prolongado y más
dependiente de las crisis.

 Los pacientes no sólo tienen síntomas intensos debido a trastornos


mentales coexistentes, sino que también pueden permanecer
emocionalmente unidos a sus presuntos maltratadores. El tratamiento de
estos pacientes puede ser un desafío, a menudo requieren terapia
prolongada destinada a controlar los síntomas más que a conseguir su
integración.

Tratamiento

 Medidas de apoyo, que incluyen tratamiento farmacológico según sea


necesario para los síntomas asociados

 Psicoterapia focalizada en la integración a largo plazo de las identidades,


siempre que sea posible

La integración de los estados de identidad es el objetivo más deseable del


tratamiento del trastorno de identidad disociativa. Se utilizan ampliamente
fármacos para ayudar a controlar los síntomas de depresión, ansiedad,
impulsividad y abuso de sustancias, pero no alivian la disociación propiamente
dicha.

Tratamiento para lograr centros de integración en psicoterapia. En el caso de los


pacientes que no puedan o no sean capaces de integrarse, el tratamiento intenta
facilitar la colaboración y cooperación entre las identidades y reducir los
síntomas.

La prioridad de la psicoterapia es estabilizar al paciente y garantizar su


seguridad antes de evaluar las experiencias traumáticas y explorar las
identidades problemáticas y las razones de la disociación. Algunos pacientes se
benefician con la hospitalización, en la cual se proporciona apoyo y
monitorización continuos a medida que van analizándose las memorias
dolorosas. Los terapeutas deben estar atentos para ayudar a dichos pacientes a
evitar la revictimización.

La hipnosis también puede ayudar a acceder a las identidades, facilitar la


comunicación entre ellas y estabilizarlas e interpretarlas. Algunos terapeutas
participan directamente e interactúan con los estados de identidad disociados en
un intento por facilitar la integración de los estados de identidad
Se pueden utilizar las técnicas de exposición modificada para desensibilizar
gradualmente a los pacientes a las memorias traumáticas, que a veces son
toleradas sólo en fragmentos pequeños.

A medida que se van planteando y trabajando las causas de la disociación, el


tratamiento puede evolucionar hacia la reconexión, la integración y la
rehabilitación de los yoes alternativos del paciente, sus relaciones y su
funcionamiento social. Puede producirse cierta integración espontánea durante el
tratamiento. La integración se verá facilitada si se negocia y se organiza la
unificación de las identidades, o puede facilitarse usando sugestión hipnótica o
técnicas de diagnóstico por imágenes.

Los pacientes que han sufrido un trauma, especialmente durante la infancia,


pueden esperar abusos durante la terapia y desarrollan reacciones de
transferencia complejas con su terapeuta. Hablar de estos sentimientos
comprensibles es un componente importante de la psicoterapia efectiva.

¿Qué es el trastorno de identidad disociativo?

El trastorno de identidad disociativo es conocido popularmente como trastorno de


personalidad múltiple. Consiste en la existencia en un individuo de
varias personalidades (dos o más), cada una de ellas independientes del resto. Cada
personalidad es distinta y tiene una forma de sentir y actuar diferenciada; en estos casos,
cada una de estas personalidades toma el control del individuo de manera recurrente o
alternativa. Además, cada una de las personalidades tiene recuerdos específicos, por lo que
las otras identidades sufren de amnesia temporal; esto significa que cada una de las
personalidades no puede acceder a los recuerdos de las otras identidades.

Este tipo de desorden es muy frecuente en la ficción, tanto en el cine como en la literatura.
Sin embargo, más allá de su presencia en la cultura popular, su verdadera existencia es aún
polémica y discutida. Muchos profesionales de la psicología consideran que no se trata de
una verdadera patología, o que suele confundirse con otros trastornos disociativos o incluso
con los propios roles o comportamientos que una misma persona puede desarrollar en
distintos entornos, de manera más o menos consciente.

Con independencia de la polémica que lo rodea, este trastorno está recogido en el


manual DSM-IV; este es el manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales de
referencia entre los profesionales de la salud mental, editado por la Asociación
Estadounidense de Psiquiatría (APA). Esto quiere decir que, si bien aún se trata de un
diagnóstico controvertido, en la actualidad goza de reconocimiento oficial.

¿A qué se debe el trastorno de identidad disociativo?


Suele considerarse que la causa de este trastorno se encuentra en haber
vivido traumas extremos en la infancia. Esto vincula la aparición de este desorden con otro
tipo de problemas, como el estrés prostraumático o la ansiedad. De las personas a las que se
diagnostica este desorden, más del 90% sufrió maltratos infantiles físicos, psicológicos
o sexuales. Como consecuencia de estos traumas, el niño puede tener dificultades a la hora
de desarrollar su personalidad adulta.

La hipótesis más aceptada es que estas vivencias estresantes dan lugar en un primer
momento a la disociación; así, el niño aislaría recuerdos, emociones o vivencias como
mecanismo defensivo ante el malestar ocasionado por estos traumas. Con el paso del
tiempo y al madurar el niño, esta disociación iría dando lugar al desarrollo de distintas
personalidades; estas irían adquiriendo gradualmente una mayor complejidad,
diferenciándose cada vez más unas de otras.

Como conclusión, la personalidad múltiple no surgiría como resultado de la fragmentación


de la identidad principal del individuo, sino que más bien consistiría en una anomalía en el
desarrollo de esta identidad desde la infancia.

¿Cuáles son los principales síntomas del trastorno de identidad disociativo?

El manual diagnóstico DSM-IV recoge cuatro síntomas claramente diferenciados para


identificar este trastorno:

 Existencia de más de una personalidad: el individuo presenta dos o más


identidades. Cada una de estas tiene un patrón propio respecto a su manera de percibir,
sentir y comportarse.
 Alternancia: estas distintas personalidades toman el control del individuo de panera
recurrente. Como consecuencia, el paciente es realmente una persona distinta en cada
uno de estos episodios.
 Amnesia: incapacidad recordar información personal, generalmente la relacionada
con una personalidad distinta a la que toma el control.
 Exclusión de factores externos: los síntomas anteriores no pueden ser debido a
elementos exógenos. Así, por ejemplo, no se trataría de un verdadero trastorno de
identidad disociativo si estos elementos se dieran motivados por, por ejemplo, el
consumo de alcohol o estupefacientes.

Generalmente la personalidad primaria (la original) suele ser pasiva, sumisa o depresiva,


mientras que las otras son más dominantes. Esto encaja con la hipótesis de que estas otras
personalidades surgen como mecanismo defensivo de la personalidad primaria. Además, la
amnesia puede darse en distintos grados y niveles; debido a esto, puede ser que una
identidad sea consciente de la existencia de otras personalidades. En estos casos, las
identidades más sumisas pueden ser dirigidas por aquellas otras más dominantes. Como
consecuencia, puede suceder que a una identidad se le manifiesten otras personalidades en
forma de alucinaciones visuales o auditivas.

¿Qué tipos de trastorno de identidad disociativo hay?


No existe ninguna clasificación comúnmente aceptada entre los profesionales de la salud
mental respecto al trastorno de identidad disociativo. Algunos investigadores han realizado
diferentes categorizaciones de las distintas personalidades que pueden darse en un
individuo con este desorden; sin embargo, puesto que la misma existencia del trastorno de
identidad disociativo está en duda, el consenso científico no ha podido avanzar en este
sentido.

Sin embargo, sí que es importante recalcar la diferencia entre este desorden y


la esquizofrenia, ya que frecuentemente se confunden. Para las personas que rodean al
paciente, ambas patologías pueden presentar síntomas parecidos. Sin embargo, se podría
decir que la principal diferencia es que, en el caso de la esquizofrenia, el paciente cree que
otras personas le persiguen o le controlan; mientras que en los supuestos de trastorno de
identidad disociativo, esas personalidades realmente toman el control del paciente.

¿Cómo se trata el trastorno de identidad disociativo?

El tratamiento del trastorno de identidad disociativo está estructurado en distintas etapas.


En un primer momento, el objetivo del terapeuta es proporcionar estabilidad al paciente y
controlar sus síntomas. Una vez conseguido esto, se persigue confrontar y superar los
recuerdos traumáticos. Por último, se procede a la integración de las distintas
personalidades y la restauración de la identidad original; cuando esto no es posible, se
intenta al menos lograr una coexistencia armoniosa entre las distintas personalidades.

Para el desarrollo de la intervención y la consecución de estos objetivos, el tratamiento


indicado es el empleo de psicoterapia. Algunos profesionales utilizan también para este
objetivo la hipnosis clínica. El uso de farmacología también puede en ocasiones ayudar a
controlar otros síntomas, como la ansiedad o la depresión.

En general, el tratamiento de este trastorno es largo y difícil, dada la complejidad del


desorden. Es frecuente que este tipo de intervenciones lleguen a prolongarse durante años,
incluso pudiendo requerir en ocasiones el ingreso temporal del paciente en centros
psiquiátricos.

¿Qué es el trastorno de identidad disociativo?


El TID o trastorno de identidad disociativo es un trastorno que se caracteriza
por la existencia de dos o más identidades (también llamadas estados mentales o
estados de personalidad) muy diferentes entre sí, que controlan el comportamiento
de la persona de manera alternante. El individuo puede comportarse y
expresarse como si fuera personas diferentes según qué estado mental tenga
el control. Por otro lado, la persona es incapaz de recordar información importante
de algunas de las identidades coexistentes, por lo que puede hacer o decir cosas
desde un estado mental que no recuerde en otro.
Otras patologías y dificultades que frecuentemente van asociadas serían
depresión, ansiedad, baja autoestima, dificultades sociales, conductas
autodestructivas, trastornos de personalidad, abuso de alcohol y drogas,
trastornos alimentarios, somatización, etc.
¿Cómo se forma?
El  trastorno de identidad disociativo o TID forma parte de las psicopatologías
de base traumática y suele iniciarse en la infancia. Suceden una serie de
acontecimientos tan desestabilizadores y repetidos que el niño se siente
sobrepasado a nivel emocional. No puede ni huir de la situación ni luchar contra
ella, por lo que la única manera que tiene de reaccionar es dividirse a nivel interno,
distanciarse de sí mismo, como si no estuviera viviendo lo que está viviendo.
Llamamos a esto disociación. Es importante señalar que entre un 80-99% de las
personas con TID puntúan para un diagnóstico secundario del trastorno del estrés
postraumático (TEPT). Entre un 85-90% han sufrido abuso sexual.
La disociación es, pues, una forma de defenderse del trauma, y con el tiempo se
va convirtiendo en la única manera de manejar cualquier tipo de estrés.
Sin embargo, el trauma por sí solo no es un factor suficiente para desarrollar un
trastorno disociativo. Algunas personas superan situaciones devastadoras sin
presentar demasiados problemas. Lo que va a marcar la diferencia será el apego,
la forma que el niño tiene de vincularse afectivamente. Si tiene una figura de
referencia positiva que le proporciona experiencias de apego seguras (protección,
atención, modulación emocional, etc.), el niño aprende que la adversidad puede
ser soportada y vencida, minimizando el riesgo de fragmentación psicológica y
posibilitando un bienestar emocional futuro.

¿Tipos de disociación?
No toda la disociación es problemática:

 Disociación no patológica: Se da en todas las personas (con y sin TID).


Son cambios normales en el estado de conciencia. P.ej. quedarse absorto
en actividades cotidianas, soñar despierto, etc.
 Disociación patológica: Tiene que ver con la desconexión de aspectos
fundamentales del yo, como la conciencia, la identidad, las sensaciones,
movimientos corporales, la memoria o la percepción del entorno.

Hay tres grandes tipos de síntomas disociativos:

 Amnesia: olvido de la información traumática, para seguir viviendo “como si


aquello no hubiera ocurrido”.
 Desrealización: la realidad no se percibe en su globalidad, sino como
elementos aislados, sensación de sentirse desconectado del entorno, “esto
no está pasando”, o despersonalización (desconexión del propio cuerpo, la
mente y los propios sentimientos o sensaciones, “uno no está ahí”).
 Confusión y alteración de la identidad.

Tratamiento del trastorno de identidad disociativo


La fragmentación de la personalidad genera un gasto de energía mental muy
importante ya que la persona lucha constantemente por intentar mantener el orden
entre las diferentes partes, lo que genera un alto grado de tensión. Esto hace que
quede muy poca energía mental para todo lo demás. Es necesario potenciar la
integración de la personalidad, haciendo que las partes se solapen entre sí,
reconciliándose y fusionándose. De este modo, la energía se dejará de gastar a
nivel interno y podrá ser volcada a nivel externo, haciendo que la persona pueda
afrontar adaptativamente su vida presente y funcionando de forma unificada.
Dejará de vivir en pasado y empezará a vivir en presente. Así pues, integración es
lo opuesto de disociación.

El tratamiento del TID aborda diferentes aspectos:

 Estabilización: fortalecer y afianzar a la persona.


 Trabajo con las diferentes partes.
 Trabajo con el trauma.
 Integración de la personalidad y recuperación de las funciones
interpersonales.

Es importante señalar que el objetivo terapéutico no es únicamente integrar los


diferentes estados mentales. Hay que trabajar para mejorar la funcionalidad global
de la persona, mejorar su calidad de vida, su autonomía, sus relaciones
interpersonales, etc.

¿Pronóstico?
Los trastornos disociativos son tratables, pero necesitan un abordaje
específico. Por eso es importante que haya un buen diagnóstico, para poderlos
detectar y tratar de forma adecuada.
Puede haber diversos grados de avance. Algunos pacientes llegarán a la
integración entre las partes, otros se estabilizarán y mejorarán su adaptación,
otros continuarán teniendo partes, pero habrá menos conflicto y negatividad entre
ellas. Sea como fuere, la mejoría no es una posibilidad, es una realidad siempre
que se cuente con la ayuda apropiada.

Lo que debes saber…

o Trastorno que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades


muy diferentes entre sí, que controlan el comportamiento de la persona de
manera alternante.
o Un trauma por sí solo no es un factor suficiente para desarrollar un
trastorno disociativo. Lo que va a marcar la diferencia será el apego, cómo
el niño se vincula afectivamente.
o El objetivo terapéutico es integrar los diferentes estados mentales, pero
también trabajar para mejorar la funcionalidad global, calidad de vida,
autonomía, relaciones… de la persona.
Los trastornos disociativos (TID) son un grupo de síndromes psiquiátricos que se
caracterizan por perturbaciones en algunos aspectos de la conciencia, identidad,
memoria, conducta motora. La mayor parte de los estudios han encontrado relación entre
los trastornos de disociación y la experiencia de un trauma psicológico. Todos los tipos de
estados disociativos tienden a remitir al cabo de unas pocas semanas o meses, en especial
si su comienzo tuvo relación con un acontecimiento biográfico traumático. Dentro de los
trastornos disociativos encontramos la amnesia disociativa, la fuga disociativa, el trastorno
de identidad disociativo, denominado anteriormente como trastorno de personalidad
múltiple, se caracteriza por la existencia de dos o más identidades o estados de la
personalidad que controlan el comportamiento del individuo de modo recurrente.
Algunos clínicos opinan que el TID tiende a infravalorarse ya que se puede confundir con
otras patologías mentales, pero los factores que pueden facilitar el diagnóstico son una
clara sintomatología disociativa, con cambios de identidad repentinos, amnesia reversible
y puntuaciones elevadas en los tests de disociación e hipnotizabilidad en individuos que
no manifiestan síntomas propios de otro trastorno mental.

TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVA (TID) El trastorno de identidad disociativa (TID)


se define por la existencia de dos o más identidades o estados de la personalidad que
controlan el comportamiento del individuo de modo recurrente, junto con la incapacidad
para recordar información personal importante, que es demasiado amplia para ser
explicada a partir de un olvido ordinario.1 La perspectiva actual es que el TID es un
trastorno del desarrollo con una base postraumática, que generalmente comienza
después de los 6 años de edad2 . Se caracteriza por la presencia de alteraciones que
incluyen dificultades en la regulación del afecto que se reflejan en: grave desregulación
emocional, depresión, tendencias suicidas e irritabilidad generalizada. El control de
impulsos suele estar afectado, dando lugar a conductas de riesgo, abuso de sustancias, y
comportamientos inapropiados o autodestructivos. Un estudio reciente con población en
general encontró que 1% a 3% satisfacía los criterios diagnósticos de TID, aunque una
frecuencia más real sería cercana a 0.5% de la población total. Una proporción mujer:
varón desde 5:1 hasta 9:1 para los casos diagnosticados. Partiendo de la base el
antecedente de un trauma se le puede considerar como una forma de supervivencia para
ciertos individuos que son capaces de disociarse como respuesta a un abuso infantil
severo, hay con frecuencia una relación entre ciertos tipos de abusos y personalidades
alternativas específicas. Cada personalidad alternativa se relaciona usualmente con un
grupo o tipo de conflictos y afectos específicos. Alternancias o cambios pueden ocurrir
cuando como resultado de los abusos aparecen sensaciones y conflictos abrumadores. Por
ello, situaciones análogas a las abusivas (que causan el temor de que el abuso o un peligro
o amenaza relacionada con él puedan ocurrir), pueden dar lugar al cambio de
personalidad. Estas respuestas disociativas permiten apartar las experiencias traumáticas
para permitir el desarrollo de otras áreas vitales, como académicas o sociales. La
disociación y la creación de entidades alternas que pueden utilizarse para enfrentar
circunstancias vitales más rutinarias y no traumáticas. El resultado es una persona que
engloba varios estados de sí mismo, relativamente concretos e independientes y que
entran en conflicto constantemente. Las personalidades alternativas pueden originarse
también para preservar una cualidad que se siente amenazada por el agresor.3 Dentro de
la sintomatología encontrada en este trastorno encontramos los síntomas
pseudopsicóticos: podemos mencionar las voces alucinadas, imágenes visuales de las
identidades alternantes y fenómenos alucinatorios complejos. Las alteraciones
disociativas de la memoria se manifiestan de diferentes formas básicas y se observan con
frecuencia en los entornos clínicos. Al realizar la exploración general del estado mentales.
Se debe interrogar por posibles experiencias de pérdidas de tiempo, desvanecimientos y
lagunas importantes de la continuidad de los recuerdos referentes a la información
personal. Las experiencias de pérdidas de tiempo disociativo son demasiado amplias para
ser explicadas por el olvido ordinario y típicamente tienen inicios y finales claramente
delimitados En el tratamiento del TID las intervenciones psicofarmacológicas son
primariamente coadyuvantes y de naturaleza empírica. No existen estudios doble-ciego
controlados con placebo para estudiar algún agente psicofarmacológico o régimen
farmacológico para el TID. El paciente con TID puede presentar síntomas aparentemente
encapsulados dentro de una o unas pocas identidades alternantes, mientras que otras
identidades niegan los síntomas o muestran síntomas diferentes. Esta evaluación produce
confusión en la evaluación de las medicaciones y en la valoración de la eficacia y de los
efectos secundarios. El psiquiatra debe intentar tratar síntomas que se encuentran a lo
largo de la mayoría o de todas las identidades alternantes. Los estudios epidemiológicos
han identificado el TEPT y los trastornos depresivos como las evoluciones más comunes
del trauma psicológico.4 Los estudios clínicos han encontrado que entre un 80 y un 100%
de los pacientes con TID reúnen criterios diagnósticos para un trastorno depresivo mayor,
TEPT o ambos en algún momento del curso clínico. De acuerdo con esto, estos son
habitualmente los síntomas más destacables que pueden abordarse con medicaciones
psicótropas en el TID. Los pacientes con TID a menudo tienen una respuesta notable
aunque parcial a las medicaciones antidepresivas, frecuentemente inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina (ISRS) o antidepresivos tricíclicos (ATC). Más que una
respuesta lenta los pacientes con TID suelen referir una respuesta muy temprana a los
antidepresivos, a menudo en días en lugar de semanas, cuando van a tener una buena
respuesta a la medicación. Frecuentemente el humor mejora primero en el TID, no los
síntomas vegetativos. Los síntomas vegetativos (alteraciones del sueño, baja energía, mala
concentración) permanecen por lo general relativamente poco modificados debido al
TEPT intercurrente. Los síntomas pseudopsicóticos raramente mejoran con fármacos
antipsicóticos, incluso en dosis altas, aunque unos pocos de estos pacientes pueden referir
alguna disminución de los fenómenos alucinatorios con antipsicóticos. Estos tipos de
síntomas responden mejor a intervenciones psicoterapéuticas. No hay datos sistemáticos
que orienten al clínico para elegir un neuroléptico atípico frente a otro, excepto la
respuesta del paciente y el perfil de efectos secundarios. Los pacientes con TID
manifiestan una hiperactivación extrema, pánico y ataques de ansiedad. Los ISRS,
estabilizadores del humor, antipsicóticos atípicos y benzodiacepinas son eficaces para
tratar estos síntomas en estos pacientes. Muchos pacientes pueden precisar tratamientos
prolongados con benzodiacepinas, como loracepam o clonacepam, para el manejo de los
estados de ansiedad. Algunos pacientes no responden más que a altas dosis de
benzodiacepinas. Estos pacientes frecuentemente toleran dosis altas sin somnolencia. Los
síntomas obsesivocompulsivos encontrados de forma sorprendemente frecuente en el TID
responden preferentemente a antidepresivos con eficacia anti obsesiva, como la
fluvoxamina y la clorimipramina. El psiquiatra debe preguntar rutinariamente sobre esta
sintomatología. La mayoría de los pacientes refieren trastornos graves de sueño, con
insomnio de conciliación y de mantenimiento. Los problemas de sueño son complejos en
la mayor parte de estos pacientes y responden pocas veces a las intervenciones
farmacológicas solas.5 Los pacientes con TID van desde individuos con enfermedad
psiquiátrica crónica y con deficiente funcionamiento psicosocial hasta personas con alto
funcionamiento que pueden ser exitosas en sentido profesional y social. Este trastorno
debe diferenciarse de los síntomas debidos a los efectos fisiológicos directos de una
enfermedad médica por lo que es necesario basarse en la historia clínica, los hallazgos de
laboratorio y la exploración física. Las crisis parciales complejas, a pesar de que los dos
trastornos pueden manifestarse al mismo tiempo, suelen ser generalmente breves (desde
30 seg hasta 5 min) y no presentan la estructura compleja y resistente de las identidades y
del comportamiento que se observa en el TID. Los síntomas debidos a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia pueden diferenciarse del trastorno de identidad
disociativo por el hecho de que la sustancia (p. ej., drogas o fármacos) se considera
etiológicamente relacionada con la alteración. Algunos clínicos opinan que el TID tiende a
infravalorarse (p. ej. la presencia de más de una personalidad de tipo disociativo puede
confundirse con un delirio y la comunicación de una personalidad con otra puede
confundirse con una alucinación auditiva, llevando así a realizar un diagnóstico erróneo de
trastorno psicótico; los cambios de identidad pueden confundirse con fluctuaciones
cíclicas del estado de ánimo y con el trastorno bipolar). Por el contrario, hay quien piensa
que el TID se tiende a diagnosticar exageradamente debido al interés de los medios de
comunicación por la enfermedad y la naturaleza altamente sugestionable de estos
individuos. Los factores que pueden facilitar el diagnóstico son una clara sintomatología
disociativa, con cambios de identidad repentinos, amnesia reversible y puntuaciones
elevadas en los tests de disociación e hipnotizabilidad en individuos que no manifiestan
síntomas propios de otro trastorno mental. El TID debe diferenciarse de la simulación en
las situaciones en las que puede obtenerse un beneficio económico o legal y de los
trastornos facticios (en los que se puede observar un comportamiento de búsqueda de
ayuda).

Síntomas

La cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos


mentales (DSM-IV) define el TID como «la presencia de dos o más identidades
–raras veces más de diez- que toman el control de la conducta de una
persona de forma recurrente, teniendo cada una de ellas recuerdos,
relaciones y actitudes propios». En general, las distintas identidades no
recuerdan lo experimentado por el resto, por lo cual no son conscientes de su
existencia, si bien esto no siempre es así. El cambio entre personalidades suele
producirse como consecuencia de estrés.

La personalidad primaria (o la “real”) tiende a ser pasiva y depresiva, mientras


que el resto son más dominantes y hostiles. Son las identidades más pasivas las
que manifiestan amnesia en mayor medida y, en caso de que sean conscientes de
la existencia de las personalidades más dominantes, pueden ser dirigidas por
estas, que incluso pueden manifestarse en forma de alucinaciones visuales o
auditivas, dando órdenes a las demás identidades.

En la actualidad, tanto en el DSM como en la Clasificación internacional de


enfermedades (CIE-10), el TID se categoriza dentro de los trastornos
disociativos, es decir, aquellos que se producen por fallos en la integración de la
conciencia, la percepción, el movimiento, la memoria o la identidad (en el caso de
la personalidad múltiple, la desintegración se daría en todos estos aspectos) como
consecuencia directa de traumas psicológicos.
Causas del Trastorno de Identidad Disociativo

Es esta relación con experiencias traumáticas lo que vincula el TID con el


trastorno de estrés postraumático, que se caracteriza por la presencia
de ansiedad y reexperimentación (mediante pesadillas o flashbacks) tras
sucesos que ponen en peligro la vida, como abusos sexuales o catástrofes
naturales. Un elemento de particular interés en este caso es el hecho de que el
trastorno de estrés postraumático puede incluir síntomas disociativos, como la
falta de recuerdo de aspectos importantes del suceso traumático o la incapacidad
para experimentar emociones. 

Estos síntomas se conciben como una protección contra sentimientos de dolor y


terror que la persona no es capaz de manejar adecuadamente, lo cual es normal
en los momentos iniciales del proceso de adaptación a la vivencia traumática, pero
que en el caso del estrés postraumático se vuelve patológico al cronificarse e
interferir en la vida de la persona.

Siguiendo la misma lógica, el TID sería una versión extrema del estrés
postraumático de inicio en la infancia (Kluft, 1984; Putnam, 1997): experiencias
traumáticas tempranas, intensas y prolongadas, en particular negligencia o abuso
por parte de los progenitores, llevarían a la disociación, es decir, al aislamiento de
recuerdos, creencias, etc., en identidades alternativas rudimentarias, que se irían
desarrollando a lo largo de la vida, dando lugar progresivamente a un mayor
número de identidades, más complejas y separadas del resto. Raramente se
observan casos de TID con inicio en la edad adulta. Así, el TID no surgiría de la
fragmentación de una personalidad nuclear, sino más bien de un fallo en el
desarrollo normal de la personalidad que resultaría en la presencia de estados
mentales relativamente separados que acabarían convirtiéndose en identidades
alternativas.
Evaluación y Tratamiento

El número de diagnósticos de TID ha aumentado en los últimos años;


mientras algunos autores atribuyen esto a una mayor conciencia del
trastorno por parte de los clínicos, otros consideran que se debe a un
sobrediagnóstico. Se ha propuesto incluso que el TID se debe a la sugestión del
paciente debida a las preguntas del clínico y la influencia de los medios de
comunicación. Asimismo, también están los que opinan que existen una falta de
formación sobre las manifestaciones del TID y una infravaloración de su
prevalencia que llevan a que muchos casos de TID no sean detectados, en parte
por una exploración inadecuada. 

En este sentido, cabe tener en mente que, según Kluft (1991), sólo un 6% de los


casos de personalidad múltiple son detectables en su forma pura: un caso
típico de TID se caracterizaría por una combinación de síntomas disociativos y
síntomas de estrés postraumático con otros síntomas no definitorios del TID, como
depresión, crisis de pánico, abuso de sustancias o trastornos alimentarios. La
presencia de este último grupo de síntomas, mucho más obvios que el resto de
síntomas del TID y muy frecuentes por sí solos, llevaría a los clínicos a obviar una
exploración más profunda que permitiera detectar la personalidad múltiple.
Además, es obvio que a las personas con TID les resulta difícil reconocer su
trastorno por vergüenza, miedo al castigo o a causa del escepticismo de los
demás.

El tratamiento del TID, que generalmente requiere años, se dirige


fundamentalmente a la integración o fusión de las identidades o, al menos, a
coordinarlas para lograr el mejor funcionamiento posible de la persona. Esto
se lleva a cabo de forma progresiva. En primer lugar se garantiza la seguridad de
la persona, dada la tendencia de las personas con TID a autoagredirse e intentar
suicidarse, y se reducen los síntomas más interferentes con la vida cotidiana,
como la depresión o el abuso de drogas. Posteriormente se trabaja la
confrontación de los recuerdos traumáticos, como se haría en el caso del trastorno
de estrés postraumático, por ejemplo a través de exposición en la imaginación. 

Por último, se integran las identidades, para lo cual es importante que el terapeuta
respete y valide el rol adaptativo de cada una para facilitar que la persona acepte
como propias esas partes de ella misma. Para una descripción más detallada del
tratamiento del TID se puede consultar el texto Guidelines for treating
dissociative identity disorders in adults, third revision, de la International
Society for the Study of Trauma and Dissociation (2011).

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