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Working paper: Liderazgo y autoridad


Liderazgo y autoridad en la resolución de problemas complejos: hacia un

método de gestión

Jaime Riquelme

Alberto Meza

Roberto Carvalho

EXTRACTO

En este trabajo se analiza, desde una perspectiva conceptual, el liderazgo y la autoridad

como factores de la resolución de problemas complejos, ya que, si bien la literatura tiene un extenso

desarrollo del concepto de liderazgo, no ha enfatizado su integración con el concepto de autoridad,

el cual estaría a la base de herramientas como la gestión y el mando. El objetivo es contribuir con

una integración teórica de ambos conceptos y ofrecer un camino para futuras investigaciones que

avancen hacia un método de gestión organizacional que los integre. Se recurre a fuentes de

información cuyo análisis e integración favorece una propuesta teórica preliminar que relaciona

ambos conceptos desde diferentes dimensiones. Como resultado, se propone un método integrador

del liderazgo y la autoridad que sugiere relaciones entre ambos conceptos desde las características

del problema, de la organización, de la toma de decisiones y de las relaciones interpersonales. Se

evidencia un probable vínculo entre el liderazgo y la autoridad en la resolución de problemas

complejos, encontrando, a partir de la metodología empleada, una asociación de naturaleza teórica.

Este nuevo conocimiento haría posible que quienes ocupen cargos directivos y jefaturas en las

organizaciones cuenten con un método integrador del liderazgo y la autoridad que les permita

desarrollar competencias en ambos dominios.

Palabras claves: liderazgo, autoridad, problemas mansos, problemas perversos y crisis.


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ABSTRACT

This paper analyses, from a theoretical point of view, leadership, and authority as key

factors in problem solving. Although the literature is profound on leadership, there is a lack of

enough research on authority even though this has been found to be related to management and

command. The purpose is to contribute with the theoretical integration between both concepts and

to offer new paths for future research on these topics so that new methods of organizational

management can be developed. The literature reviewed aim to establish an initial model that

integrates leadership and authority. As a result, this paper shows an integrative model of leadership

and authority that includes an analysis of problems, organization, decision making, and

interpersonal relationships. There may be a theoretical link between leadership and authority in

complex problem solving. This new knowledge could help managers and directors to integrate

leadership and authority and, thus, develop competencies in both domains.

Keywords: leadership, authority, tame problems, wicked problems, crisis.


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La pandemia global por Coronavirus en 2020 es una demostración de la complejidad que

afecta a los ejecutivos de cualquier organización. Las contradicciones e incertidumbres, propias de

la complejidad, pueden ser abordadas por las organizaciones si se comprenden los tipos de

problemas y cuáles serían las herramientas más adecuadas (Fraher & Grint, 2018; Grint, 2005). De

esta manera, primero se propone aclarar la complejidad del entorno, clasificando los problemas en:

mansos, aquellos que tienen causas y efectos conocidos y solución total; perversos, los de múltiples

causas, efectos inciertos y solución parcial; y crisis, aquellos quiebres en el entramado social que

ponen en riesgo la existencia de la organización (Grint, 2005). Segundo, se propone comprender

el liderazgo y la autoridad como constructos, de alguna manera, relacionados y poco integrados

por la literatura, y utilizarlos según el tipo de problemas. Así, se propone un método preliminar que

distingue qué dimensiones evaluar en las organizaciones en términos de liderazgo y autoridad para

contribuir a la resolución de problemas complejos.

El liderazgo y la autoridad pueden integrarse desde el punto de vista de las herramientas

que existen para resolver problemas: la gestión (diseño e implementación de procesos), el mando

(respuestas e instrucciones) y el liderazgo (preguntas y escucha activa) (Grint, 2005). La gestión y

el mando son herramientas asociadas a la recompensa y al uso del hardpower y dan buenos

resultados en contextos de estabilidad e inmediatez, respectivamente. Es nuestra hipótesis que,

dada las definiciones conceptuales, la gestión y el mando pueden estar relacionados con la

autoridad. El liderazgo es una herramienta asociada a la inspiración y al uso del softpower y da

buenos resultados en contextos de inestabilidad, mediatez y complejidad (Grint, 2005; Nye, 2004;

Osborn, Hunt & Jauch, 2002; y Uhl-Bien, Marion & McKelvey, 2007). De esta manera, la hipótesis

central es que el liderazgo y la autoridad son constructos relacionados y que este último tiene a la

gestión y el mando como habilidades asociadas. El presente artículo apunta a la creación teórica de

un constructo de liderazgo y autoridad para la resolución de problemas complejos.


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Metodología

La estructura del presente artículo toma como referencia el artículo de Crawford y Kelder

(2019) donde el resultado de la revisión de la literatura se organiza en los constructos que serán

evaluados y son considerados parte de los resultados del artículo. Por lo tanto, el presente artículo

plantea una revisión no iterativa de la literatura relevante para los constructos de problemas, de

liderazgo y de autoridad. La idea de que el liderazgo contribuye a la resolución de ciertos tipos de

problemas (Riquelme-Castañeda, Pedraja-Rejas & Vega-Massó, 2020) orienta la búsqueda a partir

de los tipos de problemas y su caracterización; luego se aborda el liderazgo enfocándose

exclusivamente en la teoría de rango completo dado el enfoque integrador que éste tendría para

abordar la multiplicidad de teorías de liderazgo (Antonakis & House, 2013). Respecto a la revisión

del concepto de autoridad, se estima que no es un área extensamente desarrollada por lo que se

incluye una revisión más amplia de la literatura, abarcando artículos y libros en ciencias políticas,

economía política, psicología aplicada, comunicación organizacional y antropología; esto obliga a

elaborar una definición propia del concepto que espera testearse empíricamente posteriormente.

Las bases de datos utilizada son Google Schoolar, Scopus y Ebsco.

Discusión de Resultados

Tipos de Problemas

El uso de tipologías de problemas permite dar sentido a la complejidad, pudiendo un

sistema de categorización resumirse en dos grandes aspectos: dominio ordenado y dominio no

ordenado (Kurtz & Snowden, 2003). El dominio ordenado se caracteriza por relaciones lineales

entre causas y efectos y normalmente la ciencia puede contribuir desde la reingeniería, la

planificación y las herramientas de gestión. En el dominio no ordenado no se muestran claramente


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las relaciones de las variables involucradas y los patrones de interacción emergentes no se repiten;

acá se incluye la teoría de la complejidad y de los sistemas adaptativos complejos, métodos de

prueba-ensayo-respuesta y gestión de crisis (Kurtz & Snowden, 2003). La dimensión temporal

también es importante, ya que problemas más complejos requieren mayor tiempo para su solución,

con una visión de largo plazo y con el liderazgo como herramienta promotora de innovación y

creatividad; problemas menos complejos y con menos tiempo disponible para su solución,

requieren un enfoque centrado en mediciones de desempeño organizacional (Smalley, 2018).

Los problemas se pueden clasificar en mansos, perversos y críticos. Los problemas mansos

se caracterizan porque el conocimiento satisface la necesidad a través de procesos probados y puede

hacerlo con eficiencia. Los problemas perversos, en cambio, se caracterizan porque la ciencia no

permite establecer relaciones de causalidad y no existen procesos efectivos para solucionarlos

(Rittel & Webber, 1973). Los problemas críticos son problemas sorpresivos que exigen inmediatez

(Grint, 2005).

Los problemas perversos legitiman el liderazgo, los mansos, la gestión y los críticos, el

mando (Grint, 2005). La gestión y el mando se caracterizan porque se acepta la decisión y se

responde con un proceso o una orden, respectivamente, en un plazo breve. En el caso de la gestión

se aplica el conocimiento y del mando la experiencia según la inmediatez que exige el contexto.

En ambos casos, decide la autoridad como producto del análisis y de la intuición, sin

necesariamente compartir la toma de decisiones con los colaboradores, es decir, manteniendo una

estructura vertical. En el liderazgo, la toma de decisiones es compartida con los colaboradores

mediante el diálogo y los consensos y, por tanto, se genera una estructura horizontal (Grint, 2005)

(ver figura 1) (INSERTAR FIGURA 1 AQUÍ).


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Problemas
Críticos

Problemas
Mansos

Problemas
Perversos

Autoridad Liderazgo

(-) (+)
Horizontalidad

Figura 1. Liderazgo, autoridad y tipos de problemas.


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A continuación, se describen mayores detalles de los tipos de problemas:

Problemas mansos.

Los problemas mansos son recurrentes y pueden ser resueltos a través de mecanismos ya

probados y por lo tanto se conectan con la gestión de los procesos organizacionales, requiriendo

menor involucramiento de personas para solventarlos. Un problema manso es complicado pero

solucionable (Grint, 2005). En general, hay un nivel limitado de incertidumbre y pueden ser

resueltos con herramientas de gestión. Un ejemplo sería la corrección de errores en un proceso

productivo para implementar una metodología lean. Así, el rol del ejecutivo es proporcionar los

procesos apropiados para resolver dicho problema.

Problemas críticos.

Los problemas críticos son aquellos que surgen en situaciones de crisis. Son evidentes y

urgentes y, por ende, no es posible solucionarlos mediante una gestión participativa porque el

tiempo es insuficiente. Aunque en muchas situaciones las personas afectadas por una crisis no la

comprenden, totalmente ni son capaces de identificar una solución inmediata, sus expectativas, en

relación con los que están encargados de resolverla, es que puedan entregar una respuesta y una

solución rápidamente (Wilson & Fien, 2014). Debido al hecho de que en una crisis hay muy poco

tiempo para establecer planes estratégicos o miradas de largo plazo, los problemas críticos

necesitan ser resueltos rápidamente por un mandante (autoridad) que provea una solución correcta

del problema (Grint, 2020). Un ejemplo sería la solicitud de un crédito y los ajustes presupuestarios

para resolver una crisis de liquidez.


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Problemas perversos.

Este tipo de problema es a menudo complejo porque se relaciona con factores

contradictorios y las relaciones entre causa y efecto no son claras, y por ende no presenta una

solución específica debido a su naturaleza siempre cambiante. Mientras la búsqueda de una

solución para un problema manso es asignada a los expertos y de un problema crítico, a las

autoridades responsables del mando, para problemas perversos no existen especialistas. La

capacidad para manejar problemas perversos está distribuida en muchas personas. De hecho, la

experticia y la ignorancia están distribuidas entre todos los participantes, eso porque nadie sabe

más que ellos en virtud de su nivel de conocimiento o de su estatus. Un ejemplo sería la generación

de un cambio cultural para promover una mayor colaboración en una organización. En estricto

rigor, los más indicados para solucionar un problema perverso son generalmente los mismos

afectados, y por tanto hay que involucrarlos en la búsqueda de la solución más adecuada (Grint,

2005; Grint, 2020; Wilson & Fien, 2014).

Los problemas perversos exigen un amplio involucramiento, confianza y empatía de todos

los actores responsables del análisis y solución (Heifetz, Linsky & Grashow, 2012). Se caracterizan

por cuatro propiedades. La primera propiedad es que no se puede formular exhaustivamente, es

decir, no es posible tener la información suficiente para resolverlo. La segunda propiedad es que

no existe una regla de detención. Siempre es posible intentar una mejor resolución. Todo se

desarrolla en base a los principios de la creatividad. La tercera propiedad es que no posee respuestas

correctas o incorrectas sino más o menos adecuadas, toda vez que las decisiones sobre qué hacer y

cómo hacerlo usualmente emergen en la incertidumbre. La cuarta propiedad es que puede ser

considerado como un síntoma de otro problema. Lo complejo de esta propiedad es que no es

recomendable eliminar un síntoma si no se garantiza la solución del problema (Conklin, 2005;


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Rittel, 1972). En determinadas situaciones curar un síntoma puede ser peor que la enfermedad por

lo que es necesario desarrollar una estrategia de resolución del problema perverso.

Liderazgo de Rango Completo y Resolución de Problemas

La teoría de liderazgo de rango completo, que integra los estilos de liderazgos

transformacional, transaccional y laissez-faire, es la que cuenta con mayor cantidad de

investigaciones (Dumdum, Lowe & Avolio, 2013). Se ha encontrado que los líderes que presentan

características del estilo transformacional y transaccional pueden alcanzar un mejor desempeño.

Asimismo, que esta teoría correlaciona positivamente con la motivación, el desempeño y la

satisfacción laboral (Anderson & Sun, 2015; Dumdum et al. 2013; Kanat-Maymon, Elimelech &

Roth, 2020; Kanste, Kaariaininen & Kingas, 2009; Laohavichien, Fredendall & Cantrell, 2009).

También se ha encontrado que el laissez- faire y algunos aspectos del liderazgo transformacional

(identificación y articulación de una visión y las altas expectativas en desempeño) tienden a subir

los niveles de la hormona del estrés (cortisol) en los colaboradores (Diebig, Bormann & Rowold,

2016). En esta misma línea, se ha encontrado correlación negativa entre el nivel de cortisol de los

colaboradores y las conductas clarificadoras del entorno provenientes del liderazgo transaccional

y del transformacional (convertirse en un ejemplo a seguir, entregar soporte individualizado,

promoción de los objetivos grupales y estimular intelectualmente) (Diebig et al. 2016).

El estilo de liderazgo transformacional se refiere a lo que socialmente se entiende por

liderazgo y el transaccional se relaciona más con gestión (Bass, 1997). El estilo de liderazgo

transformacional se define como la operación que se realiza para solucionar problemas futuros o

difíciles de percibir y se caracteriza por incentivar la adaptabilidad, asumir riesgos, buscar nuevas

formas de trabajo y energizar al equipo para persistir cuando las condiciones son impredecibles,

difíciles y estresantes, yendo más allá de lo establecido (Bass, 1997; Bass & Riggio, 2006). El
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estilo de liderazgo transaccional se define como la operación que se realiza para solucionar

problemas presentes y se caracteriza por evitar el riesgo, limitar los tiempos, regular el proceso y

controlar a los colaboradores en el logro de las metas, recompensando y disciplinando (Bass, 1997;

Bass, Avolio, Jung & Berson, 2003; Bass & Riggio, 2006). El laissez-faire es definido como la

ausencia de liderazgo y falta de autoridad (Bass & Riggio, 2006) y no forma parte del método

propuesto por los efectos nocivos para las organizaciones.

En los inicios de esta teoría se pensó que ambos estilos eran excluyentes, pero en la

actualidad se sostiene que se potencian y que juntos producen un liderazgo efectivo. Esta sinergia,

también conocida como el “efecto de aumento” (juntos mejor que separados) se conoce como

liderazgo de rango completo (LRC). Los componentes del LRC son (i.) liderazgo transformacional:

la influencia idealizada que se genera en los colaboradores quienes desean emular al líder, producto

de las capacidades y otros atributos de éste como la perseverancia, resiliencia y coherencia que son

consideradas dignas de admiración; la motivación inspiracional que es la capacidad de dar sentido

a la experiencia de los colaboradores y presentar objetivos desafiantes; la estimulación intelectual

que es la promoción de la creatividad y del abordaje novedoso de problemas tanto nuevos como

antiguos; la consideración individualizada de las necesidades de los colaboradores, especialmente

de desarrollo y autorrealización. Los componentes del (ii.) liderazgo transaccional son: la

recompensa contingente que es la gestión de incentivos o premios por logros; y la administración

por excepción que es la corrección de errores en procesos. Finalmente, el (iii.) laissez-faire que

significa la inexistencia de liderazgo y autoridad. Si bien los siete componentes están presentes en

un líder, se ha demostrado que una mayor frecuencia de los componentes de transformación,

seguido por los componentes de transacción y una ausencia del componente laissez-faire

conforman el estilo óptimo de liderazgo (Bass & Riggio, 2006; Kindarto, Zhu & Gardner, 2020).
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Los estilos de liderazgo transformacional y transaccional explican la efectividad de una

operación en situaciones de incertidumbre y estrés, por ejemplo, un proceso de transformación o

de innovación en una organización. Si bien el estilo transformacional tiene mayor impacto en el

desempeño de una organización, el transaccional establece estándares y expectativas que son

necesarias en este contexto (Ahmad, Yanxia, Ahmed, Gebretsadic & Raza, 2018; Bass et al., 2003;

Tepper, Dimotakis, Lambert, Koopman, Matta, Man Park & Goo, 2018). En este tipo de

situaciones, el estilo de liderazgo transaccional puede llegar a ser tan significativo en el desempeño

como el estilo transformacional si la operación es de corta duración (Bass et al., 2003). A

continuación, se presenta una revisión de los estilos de liderazgo transformacional y transaccional

desde una dimensión cultural y temporal.

Cultura organizacional y estilos de liderazgo.

El liderazgo transformacional, propio de una cultura organizacional más colaborativa en la

que se comparten objetivos (Bass & Riggio, 2006), se caracteriza por un menor apego al status quo

y se correlaciona positivamente con la innovación a nivel individual y de equipos, siendo esta

relación mayor en sociedades con alta evitación de incertidumbre, por lo que se recomienda

fortalecer este estilo liderazgo para mejorar la innovación especialmente en dichas sociedades

(Watts, Steele & Den Hartog, 2019). Se ha encontrado también que aumenta el compromiso

afectivo de los colaboradores con la organización, aunque dicha influencia es menos significativa

cuando la toma de decisiones es centralizada (Peng, Liao & Sun, 2019). El liderazgo transaccional

es propio de una cultura más competitiva en la que se lucha por el posicionamiento al interior de

la organización y se caracteriza por un mayor apego al estatus quo (Bass & Riggio, 2006).
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Horizonte de tiempo y estilos de liderazgo.

Los componentes del LRC se manifiestan de manera diferente según la necesidad que tiene

el líder de dirigir o de hacer participar a sus colaboradores de acuerdo con el horizonte de tiempo

contemplado para la obtención de resultados. El liderazgo transformacional, aunque parezca ser

contradictorio, puede ser directivo y el liderazgo transaccional, participativo (Bass & Riggio,

2006). Frente a problemas mansos o crisis, los líderes transformacionales pueden centralizar las

decisiones y no ser participativos y, frente a problemas perversos, los líderes transaccionales

pueden descentralizar las decisiones y no ser directivos. Lo anterior indicaría que los diferentes

tipos de problemas requieren diferentes formas de organizarse, matizando con ello los estilos de

liderazgo a ser utilizados.

En operaciones cuyo horizonte de tiempo es de larga duración, tales como un proceso de

innovación o de transformación, el estilo de liderazgo transformacional sería más relevante y se

recomendaría una menor centralización de la toma de decisiones. En operaciones cuyo horizonte

de tiempo es de corta duración, como por ejemplo la optimización de un proceso, el estilo de

liderazgo transaccional tendría una influencia un poco mayor en el desempeño en comparación a

si el horizonte de tiempo fuera de larga duración; en ese caso se recomienda una mayor

centralización en la toma de decisiones (Bass et al., 2003; Bass & Riggio, 2006; Peng et al., 2019;

Watts et al., 2019). Por lo tanto, el horizonte de tiempo influirá en el carácter directivo o no

directivo del estilo de liderazgo transformacional y transaccional, así como en el grado de mayor o

menor centralización de la toma de decisiones. Esto último sería relevante para el método que se

propone, ya que la dimensión temporal correspondería a una subdimensión de la toma de decisiones

y el grado de centralización sería considerado dentro de las características de la organización.


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Autoridad

La literatura sobre autoridad permite elaborar una definición que es presentada a

continuación. Autoridad es una función fundacional de las organizaciones que otorga legitimidad

y derechos a aquellos que la ejercen y que permite a la organización mantener su estabilidad y

continuidad en el tiempo, a la vez que adaptarse, aprender e innovar de acuerdo con sus necesidades

(Arendt, 1961; Blass, 1999; Whitley, 2003). Algunos autores sostienen que la autoridad no es poder

ni persuasión necesariamente (Arendt, 1961; Haslam, 2004; Taylor & Van Every, 2014). Sin

embargo, para otros autores implica la obediencia de los subordinados en base a este derecho que

ha sido asignado, ya sea por propiedad de la organización o por rango de competencias (Blass,

1999; Whitley, 2003).

El grado de autoridad varía según sea la configuración organizacional respecto a la

confianza en el entorno institucional y al diálogo que se establece al interior de la organización

(Taylor & Van Every, 2014; Whitley, 2003). Normalmente, las crisis organizacionales están

asociadas a fallas en el proceso de dar continuidad a la organización a través de una narrativa

común (Taylor & Van Every, 2014). Así también, a la dificultad de dar sentido a los eventos que

amenazan la estabilidad de las identidades y de los roles, generando incertidumbre (Gacasan,

Wiggins & Searle, 2016). La autoridad formal (dueños o principal) puede a su vez delegar

autoridad real (agentes) cuando se busca el beneficio de liberar la carga de los primeros y de

motivar a los segundos (Aghion & Tirole, 1997). A continuación, se presenta una revisión de

autoridad en su dimensión organizacional e individual.


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Dimensión organizacional de la autoridad.

A nivel organizacional existen diferentes perspectivas para analizar la autoridad. En este

apartado se abordarán las perspectivas institucional y de la constitución comunicativa de las

organizaciones. En la perspectiva institucional, basada en la existencia de asimetría de información

y la teoría de los agentes, se reconoce la existencia de una autoridad formal y una autoridad real

(Aghion & Tirole, 1997). La autoridad formal es aquella que posee el derecho a decidir, mientras

que la autoridad real es la que decide de facto. La autoridad formal, como su nombre lo indica, da

forma a la estructura de la información dentro de la organización y la autoridad real es influenciada

por ésta.

En la misma perspectiva institucional, el principal rol de la autoridad es la de mejorar las

ventajas competitivas de las organizaciones y asegurar el cumplimiento de procedimientos,

normativas y leyes (Whitley, 2003). En este sentido el desarrollo de las capacidades

organizacionales se logra a través de dirigir a los colaboradores hacia tareas específicas y a través

de compartir la autoridad. Se proponen además tres tipos de configuraciones organizacionales

(Whitley, 2003): i) autocracia aislada, en la cual la autoridad está altamente concentrada en manos

del dueño o principal, quien es administrador, y usualmente se delega a miembros de la familia

cercana; ii) gerencia coordinada, es aquella en la que un gran porcentaje de la autoridad es

delegada a la jerarquía gerencial y en ocasiones a personal altamente calificado y iii) jerarquía

cooperativa, es aquella en que se comparte la autoridad considerablemente con el personal técnico

y competente, especialmente respecto al desempeño de la tarea, la organización del trabajo y la

dirección. Esta perspectiva institucional entrega gran importancia a la información (Aghion &

Tirole, 1997) y a la confianza hacia las instituciones (Whitley, 2003), por lo que cobra sentido
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Working paper: Liderazgo y autoridad
abordar el proceso de constitución de las organizaciones para comprender el mecanismo en que la

autoridad puede construirse.

De acuerdo con la teoría de la constitución comunicativa de las organizaciones (CCO),

éstas se crean en la comunicación, lo que implica más que un simple flujo de información: es el

acto mismo en que se crea a la organización (Schoeneborn, Kuhn & Kärreman, 2018). En este

contexto, la CCO considera que la autoridad surge a partir de la acción organizativa de la

comunicación y las fallas en la autoridad están relacionadas con fallas en el proceso de generar

sentido dentro de ésta. La autoridad no pertenece a nadie, ni tampoco nadie la posee. La autoridad

corresponde a una terceridad abstracta que es la organización misma, cuyo sentido se construye en

el día a día y cuando falla, se está en una crisis (Taylor & Van Every, 2014). La autoridad se genera

en la medida que existe diálogo entre quienes ocupan cargos directivos y el resto de la organización.

Este diálogo permite crear una narrativa común, legitimar la autoridad y dar continuidad a la

organización. Es en este diálogo en el que se legitima la autoridad entre grupos e individuos (Taylor

& Van Every, 2014).

La autoridad en los individuos.

Como última instancia, la autoridad puede ser comprendida desde el nivel individual. En

este nivel son importantes los estudios de obediencia, en los que se destaca que la autoridad es

percibida como alguien quien tiene derecho a dar órdenes y, por lo tanto, hacia quien se siente la

obligación de obedecer (Blass, 1999). La autoridad también da sentido a las acciones de los

individuos, lo cual remite a la noción de construir significado en las organizaciones (Taylor & Van

Every, 2014). La construcción de sentido tiene su fundamento en la utilización de cues.


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Los cues son relaciones entre características u objetos-eventos, formadas en la memoria de

los individuos, que sirven como modelo para seleccionar la información, dirigir la atención y

reducir la carga cognitiva en el proceso de toma de decisiones (Gacasan et al., 2016). Se podría

argumentar, por lo tanto, que la autoridad utiliza estos cues para ayudar a los miembros de la

organización a dar sentido a los eventos mediante el diálogo y así validarlos en una comprensión

compartida (Gacasan et al., 2016). El mecanismo (cues) que la autoridad utiliza en el proceso de

crear sentidos compartidos es el mismo que sustenta la expertise (Gacasan et al., 2016). Así, es

posible consolidar la idea de la existencia de una autoridad real dentro de las organizaciones basada

en las capacidades técnicas (Aghion & Tirole, 1997; Taylor & Van Every, 2014; Whitley, 2003).

Los cues serían un mecanismo que utilizan los expertos y que los lleva a convertirse en autoridad

real en las organizaciones.

La resolución de problemas también implica una dimensión relacional. Según la teoría de

Modelos Relacionales (Haslam, 2004), existen cuatro modelos con suficiente respaldo empírico de

cómo las personas establecen sus relaciones interpersonales (Haslam & Fiske, 1999). Estos cuatro

modelos son de carácter universal, variando el cómo se manifiestan según la cultura. Los cuatro

modelos son: i.) Communal Sharing (CS) entendido como aquellas relaciones que se establecen

desde los elementos que se tienen en común (ej.: pertenencia a una organización, educación en una

universidad, colaboradores del mismo líder, responsabilidad en una tarea compartida); ii.)

Authority Ranking (AR) como las relaciones que se establecen desde la ubicación que tiene en una

jerarquía (ej.: relaciones entre militares y en sistemas de estatus social); iii.) Equality Matching

(EM) se refiere a las relaciones que se establecen en función de mantener la justicia en las

relaciones (ej: hacer algo por turnos, seguir procedimientos y reglas, retribución por un trabajo

extra) y iv.) Market Princing (MP) entendido como las relaciones que se establecen basándose en
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ratios, los que no necesariamente son monetarios, competitivos, materialistas ni egoístas (ej.:

estándares burocráticos establecidos en términos de costo beneficio, juicios utilitaristas acerca del

bien mayor para la mayor cantidad, estándares de equidad en retribución por un trabajo realizado

y consideraciones de tiempo gastado eficientemente) (Fiske, 2010; Haslam, 2004).

En síntesis, la autoridad puede ser comprendida según criterios de origen (autoridad formal

y autoridad real) y de configuración organizacional (autocracia aislada, gerencia coordinada y

jerarquías cooperativas). Luego, en aspectos comunicacionales, puede ser comprendida también en

el acto de crear una narrativa, dar continuidad a una organización y dialogar con los colaboradores.

Finalmente, según criterios individuales desde el punto de vista de la construcción de sentido, la

expertise y el modo de relacionarse entre las personas.

Liderazgo y Autoridad Integrados: Un Método de Gestión

La autoridad y el liderazgo serían dos herramientas diferentes que integradas harían posible

que las personas y las organizaciones solucionen problemas complejos. ¿Cómo establecer una

relación entre el liderazgo y la autoridad para poder gestionarlos adecuadamente dependiendo del

tipo de problema enfrentado? Nuestra propuesta de método es que sería posible, en primer lugar,

medir cada constructo por sí mismo y gestionarlos de acuerdo con cuatro características: del

problema, de la organización, de la toma de decisiones y de las relaciones que se establecen entre

los ejecutivos y los miembros del equipo. La tabla 1 resume el método y a continuación se ofrece

una explicación. (ver tabla 1) (INSERTAR TABLA 1 AQUÍ).

Características Autoridad Liderazgo

Del problema

Tipo de problema - Crisis - Perverso


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- Manso

De la organización

Función principal - Estabilidad - Cambio

Tipo de estructura - Autocracia aislada - Jerarquía cooperativa

- Gerencia coordinada

Tipo de cultura - Competitiva - Colaborativa

De las decisiones

Legitimidad - Cargo - Delegación de facultades

- Expertise - Influencia

Tiempo disponible - Escaso - Suficiente

De las relaciones

Establecimiento - Authority Ranking - Communal Sharing

- Equality Matching

- Market pricing

Personas incluidas - Relación triádica - Relación diádica

Tabla 1. Método de liderazgo y autoridad integrados.

Características del problema.

La primera dimensión del método contempla el análisis del tipo de problema que se necesita

resolver. El liderazgo favorece la resolución de los problemas perversos y la autoridad, a través de

la gestión y el mando, favorecería la resolución de los problemas mansos y las crisis (Grint, 2005;

Taylor & Van Every, 2014). En un rápido análisis, el ejecutivo necesita identificar qué tipo de

problemas enfrenta. En caso de encontrarse ante un problema perverso, necesitaría enfatizar el


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liderazgo como la prescripción adecuada. Así, la organización podría abordar, de la mejor manera

posible, los problemas más difíciles de comprender y de resolver. Cuando el tipo de problema

enfrentado es de tipo manso (que se puede resolver en su totalidad utilizando una técnica de gestión

específica) o crisis (amenaza la supervivencia e integridad de la organización), el ejecutivo sabría

que la prescripción a emplear sería la autoridad. Esto permite avanzar a la siguiente dimensión del

método, la comprensión de la configuración organizacional.

Características de la organización.

La segunda dimensión del método contempla comprender que la autoridad y el liderazgo

se pueden analizar desde tres subdimensiones: la función, el tipo de estructura organizacional

óptima y la cultura en que dan mejores resultados. Dentro de la función, se considera que el

liderazgo haría posible que la organización se adapte oportunamente a los desafíos que depara el

futuro. Mientras tanto, la autoridad tiene por función que dicha adaptación se logre con estabilidad.

Así, los ejecutivos de las organizaciones utilizarían el liderazgo para generar los cambios que se

necesitan de acuerdo con una visión determinada y la autoridad para asegurar la continuidad de la

organización.

En el tipo de estructura, existen tres opciones: la jerarquía cooperativa (para problemas

perversos), la gerencia coordinada (para problemas mansos) y la autocracia aislada (para crisis)

(Whitley, 2003). Los diferentes tipos de problemas y la anticipación con la cual necesitan ser

tratados implicaría el uso permanente o temporal de alguna de estas configuraciones

organizacionales (Whitley, 2003). La jerarquía cooperativa, que representa una toma de decisiones

compartida, sería una estructura apropiada para resolver un problema perverso. Esta jerarquía

cooperativa se lograría mediante la delegación de la toma de decisiones y de responsabilidades a


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personal capacitado distinto de la jerarquía tradicional, promoviendo así el liderazgo entre personas

cuyas funciones están delimitadas en una burocracia tradicional. La gerencia coordinada, que

representa una autoridad delegada en un cuerpo de gerentes, sería adecuada para resolver un

problema manso, a través de la creación de un proceso o de una mejora continua. La autocracia

aislada, que representa la autoridad concentrada, sería adecuada para una crisis en desarrollo. En

la gerencia coordinada y en la autocracia aislada, el ejecutivo necesitaría tener en cuenta el ejercicio

de la autoridad para resolver problemas mansos y crisis, respectivamente; esto se puede lograr

concentrando el poder de la toma de decisiones en pocas personas o estableciendo procedimientos

burocráticos de toma de decisiones. En la jerarquía cooperativa, necesitaría del liderazgo para

resolver los problemas perversos; esto lo lograría ofreciendo a los colaboradores la facultad de

tomar decisiones sin necesidad de cambiar la estructura formal u organigrama de la organización

(Grint, 2005; Whitley, 2003).

Finalmente, corresponde analizar la cultura. La cultura colaborativa es propia de

organizaciones en las que se comparten los objetivos y la competitiva, en las que se monopolizan

como parte de una lucha por el posicionamiento al interior de la organización (Bass & Riggio,

2006). El liderazgo es una herramienta más adecuada para una cultura más colaborativa en la que

se necesita aunar ideas y esfuerzos para resolver problemas futuros y complejos (Bass, 1997; Bass

& Riggio, 2006). La autoridad sería una herramienta más adecuada para una cultura más

competitiva en la que se necesita el cumplimiento de las funciones contratadas y de las normas

establecidas (Bass, 1997; Bass & Riggio, 2006). Las organizaciones pueden compartir ambas

culturas y el uso de la autoridad y del liderazgo podría ser necesario, simultáneamente, en una

misma organización. El liderazgo favorecería más aquellas áreas en las que se requiere planificar,

innovar y crear; la autoridad, aquellas en las que se requiere operar, comprar, vender y asegurar las
22
Working paper: Liderazgo y autoridad
metas. Los ejecutivos que promueven el liderazgo y la autoridad favorecerían el éxito de una amplia

diversidad de áreas tanto de innovación como de operaciones.

Toma de decisiones.

La tercera dimensión del método es la toma de decisiones. Este es un proceso clave para

resolver problemas complejos y su legitimidad, es decir, su aceptación como conveniente por parte

de la sociedad en la que se encuentra inmersa estará dada por el cargo y la expertise, en el caso de

la autoridad, y por la delegación de facultades y la influencia para el caso del liderazgo. De esta

manera, un ejecutivo podría comprender que las decisiones tomadas por la autoridad, ante una

crisis o un problema manso, tienden a ser reconocidas en la medida que exista un cargo que las

respalde y una expertise en el tema de la decisión adoptada. Así también, podría comprender que

la valoración de una decisión por parte de la organización y la sociedad, ante un problema perverso,

estaría dada en la medida de que haya existido una delegación de facultades para actuar

descentralizadamente y una influencia adecuada para aunar esfuerzos voluntarios (Grint, 2005;

Bass & Riggio, 2006). Los ejecutivos que promueven el liderazgo y la autoridad favorecerían la

legitimidad de las múltiples decisiones que se toman en la resolución de problemas complejos.

En el proceso de toma de decisiones el tiempo es también un elemento relevante en la

aplicación de este método. Para el caso de la autoridad, se considera que existe un escaso tiempo

para la toma de las decisiones. Una crisis, y su alto potencial de daño, presiona a los decisores a

actuar con inmediatez (Grint, 2005; Wilson & Fien, 2014). En una crisis el tiempo disponible para

decidir es escaso y, para evitar que el daño se acreciente y se mitiguen sus efectos a la brevedad,

no existe espacio para invitar a participar de la decisión (Grint, 2005). Si bien un problema manso

no reporta una amenaza a la organización, en pos de lograr la eficiencia y la competitividad, se


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Working paper: Liderazgo y autoridad
exige agilizar la toma de decisiones y reducir los tiempos de respuesta (Bass, 1997; Bass & Riggio,

2006; Bass et al., 2003; Grint, 2005). En el caso del liderazgo, es posible decir que se cuenta con

tiempo suficiente. Un problema perverso, que puede producir alto daño si se posterga su resolución,

no cuenta con una base de conocimientos ni con un proceso que apoye la decisión y exige, sobre

la base de preguntas, abrir un diálogo que requiere de un tiempo suficiente (Grint, 2005). En estos

casos, los decisores comparten la toma de decisiones y estimulan intelectualmente a los

colaboradores, fomentando la creatividad y la innovación (Bass, 1997; Bass & Riggio, 2006). El

liderazgo favorecería la efectividad de las decisiones cuando se cuenta con el tiempo suficiente

para solucionar un problema perverso y la autoridad, cuando el tiempo es escaso. Por lo tanto, los

ejecutivos requieren tener en cuenta la dimensión temporal para decidir si es adecuado aplicar el

liderazgo (tiempo suficiente) o la autoridad (tiempo escaso).

Característica de las relaciones.

Las relaciones interpersonales son la cuarta y última dimensión del método que se propone.

Éste considera que la forma en que el ejecutivo se relaciona con sus equipos varía dependiendo de

si necesita ejercer la autoridad o el liderazgo. La autoridad puede utilizar los modelos relacionales

de (a.) authority ranking, estableciendo distancias jerárquicas (por ejemplo, mediante la expresión

“el jefe soy yo y me hago cargo de que las decisiones sean tomadas y ejecutadas”; (b.) equality

matching, buscando establecer criterios de justicia como adecuada distribución de las

responsabilidades (por ejemplo, a través de la expresión “esta vez nos encargamos nosotros de

sacar el trabajo extra y la próxima vez puede ser el otro grupo”; y (c.) market pricing, mediante el

establecimiento de procedimientos o de buscar el mayor bienestar posible para la mayor cantidad

de personas (por ejemplo, con la expresión “entiendo que desees permisos especiales, pero las

normas de la empresa indican que los permisos están limitados para ciertas ocasiones y por razones
24
Working paper: Liderazgo y autoridad
familiares”). Respecto al liderazgo, el modelo relacional preponderante sería el de (d.) communal

sharing, buscando encontrar aquellos elementos en común que posee con el resto del equipo (en

un diálogo el ejecutivo preguntaría, por ejemplo, “¿te gusta el fútbol? – NO-. ¿Tienes alguna

afición? – Me gustan los juegos de mesa - responde el colaborador-. A mí también, me gusta el

ajedrez”) (Haslam, 2004).

El siguiente elemento de esta dimensión de relaciones se refiere al número de personas

involucradas. Ya se decía que la autoridad es una noción que remite a un tercero abstracto (ej.:

gerente general es un cargo y una persona que es creada dentro de la organización tanto por quien

ejerce el cargo, como por las narrativas que se crean de él por parte del resto de la organización o

el resto de la sociedad). Así, esta terceridad puede ser una persona con una jerarquía determinada,

una norma o proceso. Por lo tanto, en la autoridad, la relación establecida es tríadica. Por el

contrario, en el caso del liderazgo, el número de personas involucradas es solamente dos: el líder y

el colaborador. Es decir, en el liderazgo la influencia se ejercería en una relación cara a cara y es

por ello por lo que toma relevancia el uso de los elementos que se tienen en común para lograr

ejercer influencia en otros.

Conclusiones

Esta propuesta se presenta como un método de gestión que utiliza al liderazgo y la autoridad

como constructos equivalentes e integrados en la resolución de diferentes tipos de problemas:

mansos, perversos y crisis. La autoridad sería la prescripción para la resolución de crisis y

problemas mansos y el liderazgo para la resolución de problemas perversos. Juntos hacen posible

que las organizaciones puedan resolver los problemas y mantener la integridad de su propuesta de

valor. Así también, si el contexto tensiona a las organizaciones a transformar lo necesario y al


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Working paper: Liderazgo y autoridad
mismo tiempo a conservar lo esencial, la autoridad y el liderazgo son necesarios para darle

estabilidad a la organización y al mismo tiempo promover los cambios que se necesitan para darle

sostenibilidad en el tiempo. Este método de gestión permite integrar el liderazgo y la autoridad

adecuadamente, otorgando a las organizaciones mecanismos de innovación y al mismo tiempo de

estabilización que les permita enfrentar entornos complejos.

El método propuesto surge a raíz de la revisión de la literatura de tipos de problemas,

liderazgo y autoridad. Cada una de estas lecturas llevan a la noción de que los ejecutivos necesitan

analizar las características del problema, luego la forma de organización, las características de las

decisiones y de las relaciones. Así, un ejecutivo versado en este método sabría en qué condiciones

usar el liderazgo y la autoridad. Las futuras investigaciones podrían ayudar a validar o refutar la

hipótesis propuesta de que el liderazgo y la autoridad son dos constructos relacionados y cuantificar

estadísticamente la correlación existente entre estos y las distintas dimensiones propuestas en el

método.

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