Facilitador/a en Terapia Transpersonal

Cuaderno de Prácticas Terapéuticas:

Meditación de Autocompasión

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 Cuaderno de Prácticas Terapéuticas: Meditación de Autocompasión
Cuaderno
de Prácticas ¿De dónde proviene esta práctica?

Terapéuticas: Thich Nhat Hanh une a la práctica de mindfulness la tradicional meditación metta budista
o meditación de la compasión, en la cual uno desea a uno mismo y a los demás que cese
Meditación de el sufrimiento. A veces este tipo de prácticas se han denominado heartfulness, añadiendo

Autocompasión a la meditación formal un componente ético que promueve la empatía. En esta práctica
sentimos compasión por nuestro propio dolor y comprendemos y aceptamos nuestras
posibles limitaciones.

¿En qué consiste?

La práctica ritualiza, mediante ciertas visualizaciones, la apertura de nuestro corazón hacia

desear el bien y la felicidad a todos los seres sintientes, entre los que nos incluimos nosotros,
enemigos y desconocidos. Nuestro corazón permanece abierto hacia las personas que nos
tratan bien y hacia las que sentimos admiración y cariño… pero resulta sorprendente que no
seamos capaces de dedicarnos esta misma atención amable a nosotros mismos.

Desear el bien a personas con las que no estamos implicadas afectivamente abre nuestro
corazón, para mostrar amabilidad con independencia de lo que vayamos a recibir.
Desarrollamos una amabilidad gratuita que nos va centrando en el goce de dar, más que en
lo que esperamos recibir.

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Resulta clave poder aprender a destinar estos deseos a los seres con los que tenemos conflicto. En el fondo no
expresan más el conflicto que mantenemos internamente con partes que no aceptamos de nosotros… Podemos
entender además que, si llegaran a ser felices, no infringirían daño a los demás. De alguna manera, hasta su felicidad
nos conviene. Mantener el odio y el rencor es como beber veneno esperando que el otro se intoxique. Al final, con
esta práctica podremos llegar a amar a nuestro mayor enemigo, que no es otro que uno mismo.

¿Para qué sirve?

Gracias a esta práctica podemos llegar a una autoestima sana, que no se fundamenta en alimentar nuestra dimensión
egoica. Podemos llegar a aceptarnos y amarnos incluso con nuestras limitaciones, incapacidades y desastres internos.
A pesar de todo ello, podemos ver claramente que merecemos nuestro propio amor. Si no lo hacemos así, tampoco
nos llegará el amor de los demás… no nos sentiremos merecedores de él.

Podemos amarnos incluso con nuestras propias heridas, y los patrones que surgen de ellos y conforman de alguna
manera nuestra personalidad. No es necesario que sanemos nuestras heridas para poder destinarnos amor… De
hecho, es el amor la única manera de que el sufrimiento asociado a esas viejas heridas cese.

¿En qué momento del proceso terapéutico puede ser útil?

Resulta conveniente aplicar esta técnica a medida que van surgiendo conflictos emocionales con otras personas, y
cuando percibimos claramente que el paciente se rompe y entra en contacto con sus limitaciones y sentimientos de
impotencia, ignorancia y falta de valía personal.

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Introducción

A continuación, te invito a realizar una práctica tradicional que se conoce como meditación de autocompasión. Es una
práctica dirigida a incrementar tu amor propio y una autoestima sana. La compasión no tiene nada que ver con la pena,
ni con sentirse víctima… sino que expresa el amor en la forma de comprender el dolor de tu existencia, estar cerca
de ti en lugar de escapar de él y aceptarte tal y como eres. Cuando un amigo escucha con atención a otro, sintiendo
empatía por el sufrimiento de lo que cuenta, está siendo compasivo. Quien no es un verdadero amigo, se siente
incómodo cuando uno habla de su dolor… solo quiere estar en los buenos momentos.

En el fondo juzgamos a los demás en función de cómo nos juzgamos a nosotros mismos. Esta práctica lo que propone
es destinar nuestros mejores deseos no solo a las personas a las que amamos de alguna forma, sino incluso a personas
que no conocemos… y precisamente a las personas con las que tenemos conflictos, y que no hacen sino ser espejos
de conflictos internos que a veces no somos ni conscientes.

Instrucciones

Adopta una postura cómoda, a ser posible con la espalda recta. Toma contacto con tu cuerpo y con tu estado de
ánimo. Reconoce las tensiones de tu cuerpo, acepta cómo te sientes en este momento. Dirige una mirada interna
compasiva hacia tus dolores y cualquier forma de malestar, físico o emocional, sin huir de él, manteniéndote cerca y
con actitud compasiva hacia ti mismo. Respira de forma más lenta que lo habitual… El aire entra y sale y te recreas las
sensaciones físicas de tu respiración (silencio).

A medida que respiras tus tensiones se pueden ir disolviendo, sin que realices ningún esfuerzo porque sea así… tu
rostro se relaja cuando permites sentirte con lo que hay en ti en este momento (silencio).
Tu mandíbula se afloja (silencio).

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Los músculos de tus labios se ablandan (silencio).

Observa la energía irradiante de tus manos (silencio).

Sientes tu abdomen cada vez más blando y relajado (silencio).

Cada respiración va inundando tu consciencia de paz y sosiego (silencio).

Ahora siente tu ser, y la pura alegría de sentirte vivo, una felicidad profunda que puede abrazar al malestar… Siente
tu ser en la profundidad de tu pecho, y quizás puedas visualizar o sentir un punto de luz en él, con forma de llama…
Sientes como desde ese núcleo esencial comienza a brotar amor con cada respiración, un amor que te va llenando
y envolviendo. Desde tu centro profundo te puedes decir internamente: “Te abrazo. Deseo que seas feliz. Te amo.
Deseo que vivas en armonía y en salud. Que reconozcas lo valioso que eres” (silencio).

Sientes un amor que engloba tu totalidad, con tus capacidades y limitaciones. Un amor incondicional que mereces por
el hecho de existir. Te amas tal cual eres, sin necesidad de cambiar nada ni modificar nada (silencio).

Disponte a recordar una circunstancia de tu vida en la que sentiste algo parecido a este amor incondicional hacia ti
mismo. Quizás a través de la mirada de alguien que te reconoció, y te quiso a pesar de tus defectos, y que te valoró
como especialmente valioso. Quizás algún momento en el que te sentiste en un momento cumbre de tu vida, y
sentiste que con lo que tienes es suficiente para sentirte feliz. Para ello voy a contar del 5 al 0 y cuando llegue al 0,
visualizarás esa imagen.

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5, 4, 3, 2, 1, 0, observa. Al recordar esta escena puedes evocar en este instante ese mismo amor y comprensión que
una vez sentiste hacia ti mismo. Siéntelo ahora con toda la intensidad que puedas (silencio).

Recréate en ese caudal de amor… Quizás puedas sentirlo vibrar en las células de tu cuerpo (silencio). Siente como
sonríen tus células. Pequeñas vidas sonriendo.

Siente la caricia del amor en tu cuerpo y la hondura y plenitud del sentimiento de afecto que eres. Siente que te
amas por encima de tus defectos e imperfecciones. Reconoces que en ocasiones una parte de ti ha sido injusta y
negativa, pero aun así mereces todo tu amor. No ignoras tus errores, pero los conviertes en experiencia y aprendizaje,
reconoces que no hay nada negativo que tenga el peso suficiente como para dejar de amarte (silencio).

Siente amor incondicional hacia ti, acéptate y perdónate de corazón.

Escucha al núcleo profundo de tu pecho que puede llegar a decirte: “te abrazo, deseo que seas feliz, te amo, deseo
que vivas en armonía y salud y que reconozcas tu valor esencial”. Déjate envolver por este amor que en realidad eres,
un amor que puede aceptar y reconocer y sentir compasión por las limitaciones e imperfecciones de tu existencia
humana.

Con tu pecho cada vez más abierto, fluye con tu amor en el río de benevolencia y compasión universal. Siente como
algo muy profundo es capaz de comprenderte y amarte plenamente. Algo que te relaja profundamente, y que calma
tus heridas internas, por profundas que éstas sean. Hay algo aún más profundo que las acoge y contiene (silencio).

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A continuación, recuerda a una persona por la que sientes verdadero cariño, y por la que has sentido este amor
incondicional, viendo sus virtudes y aceptando sus limitaciones. Para ello voy a contar del 5 al 0 y cuando llegue al 0,
visualizarás frente a ti la imagen de esa persona.

5, 4, 3, 2, 1, 0, observa. Siente ahora tu cuerpo vibrando de amor por esa persona (silencio). Envuelve a esa persona
con la energía amorosa que irradia tu corazón. Sintonizas con esa persona en la vibración del amor más puro y
genuino. La envuelves con tu cariño y amor incondicional. Es posible que haya cosas que no te gusten del todo de esa
persona, reconoces que también tiene defectos y comete errores, como tú, pero aun así merece todo tu amor. Deseas
profundamente que sea feliz y desde lo más profundo le dices: “te abrazo, te deseo toda la felicidad del mundo, te
amo”. Hazle llegar tu amor… La realidad de este amor depende de que lo estás sintiendo en este momento, con
independencia de cómo haya sido tu relación con esa persona. Ama y permanece así haciendo posible ese amor
(silencio).

Lleva ahora a tu mente la imagen de una persona que sea prácticamente desconocida para ti. Alguien que quizás veas
a menudo, pero que te resulta emocionalmente indiferente, y no te sientes implicado. Para ello voy a contar del 5 al
0 y cuando llegue al 0, visualizarás esa imagen.
5, 4, 3, 2, 1, 0… Observa. (silencio).

Permite que tu vibración amorosa abarque también a esa persona. Tu amor incondicional puede llegar a ella. A pesar
de no tener relación con ella, puedes desear de corazón que sea feliz y sientes como desde lo más profundo le dices:
“te abrazo, te deseo toda la felicidad del mundo, que disfrutes de salud y que te sientas seguro” (silencio).

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Y ahora, disponte a recordar a alguien con quien hayas tenido conflictos. Selecciona a esa persona que ha podido
llegar a ser hostil contigo, y con la que has sentido algún tipo de enemistad.

5, 4, 3, 2, 1, 0… observa…

Visualizándola frente a ti, siente si puedes abrir más tu corazón para incluir a esta persona incómoda en tu esfera
amorosa.

Envuélvela en tu amor incondicional, acéptala profundamente y aunque no estés de acuerdo con alguna de sus
manifestaciones, puedes reconocer su verdadera esencia bondadosa, por encima de vuestra relación. Comprendes
sus particulares necesidades, y la herida desde la que ha partido el conflicto contigo. Seguramente también haya
sufrido en esta relación contigo.

Le deseas que sea feliz, que se sienta sano y seguro, y pueda desde esta felicidad desplegar su compasión y bondad
hacia otras personas. Siente como la arropas con tu comprensión y le deseas que en algún momento se encuentre
en paz consigo mismo. Sus defectos e imperfecciones no la hacen menos merecedora de amor, deseas que se sienta
reconocido y amado por las personas que estima. Como ser humano, incluso sus actos inconscientes seguramente
solo hayan buscado hacerla más feliz.

Desde lo profundo le dices: “Te abrazo, te reconozco, deseo que seas feliz, deseo que reconozcas tu verdadero ser”.

Si puedes abrir tanto tu corazón como para abarcar a esta persona, puedes sentir tu corazón vibrando intensamente.

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Acaricia su ser con tu consciente amorosa e incondicional. Observa que lo que no has sido capaz de amar y comprender
en esa persona quizás sea algo que, consciente o inconscientemente, no eres capaz de aceptar en ti (silencio).

Sientes lucidez en este amor incondicional y sientes que abres una parte más profunda de tu capacidad de comprender,
de tu capacidad de amar. Eres capaz de ponerte plenamente en el lugar de diferentes personas. Tu consciencia se
expande en esta práctica y sientes un gran amor y respeto hacia ti y hacia cualquier persona que llegue a tu consciencia:
Hacia todas abres tu corazón y das tu amor y lucidez. (silencio).

Y ahora, para finalizar esta meditación de compasión, voy a contar hasta 10, cuando llegues al número 10 te sentirás
muy apacible, con la mente despejada y llena de serenidad, amabilidad y compasión hacia todos los seres sintientes.

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9… y 10. Toma una respiración profunda, mueve los dedos de tus manos y los dedos de tus pies…
y lentamente, puedes abrir los ojos.

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