Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PSICOLOGÍA 601
ANDREA CAROLINA OLMEDO VARGAS
PSICOLOGÍA 601
PRÁCTICAS PSICOAFECTIVAS
Ejercitarnos en ella nos resitúa, porque nos hace ver que todo es gracia y nos hace
percibirnos como cauce por el que la Vida fluye.
Para ello, se puede empezar visualizando a las personas hacia las que queremos
dirigir nuestra compasión o imaginando a todos los seres. Pero esto es solo la
"puerta de entrada", porque no nos interesa "perdernos" en imágenes (conceptos),
sino en conectar con la propia sensación profunda de amor o compasión y
permanecer en ella. Lo realmente importante es conectar con la sensación de amor.
En cuanto la sentimos, nos centramos en ella y nos dejamos permanecer. Es
precisamente ese permanecer el que nos hará crecer en amor, transformándonos.
PRÁCTICAS ATENCIONALES
Puede ser una práctica adecuada para empezar la jornada. Salimos del sueño con
un estado de ánimo que no hemos elegido, y que está condicionado por todo lo que
pudo haberse movido en nuestro inconsciente mientras dormíamos. Con esta
práctica, tratamos sencillamente de acoger toda esa realidad, poniendo en ella
consciencia amorosa. Cuando hablamos de realidad “completa” quizás podríamos
agruparla en estas seis dimensiones:
● El cuerpo
● La vida
● La “identidad” psicológica o personalidad (incluyendo al niño o niña interior),
● Los otros
● El entorno
● La dimensión profunda de todo lo que es eso que no puede ser tocado ni
pensado, pero puede ser experimentado y vivenciado directamente.
ANDREA CAROLINA OLMEDO VARGAS
PSICOLOGÍA 601
Francisco Gázquez
–ese sería el mejor modo de escapar del presente-, sino únicamente por
atenderla: todo nuestro presente en ese momento es la respiración.
● Respira suavemente, poniendo la atención en la inspiración, la espiración y
las pausas entre una y otra. Cuida la atención en esos cuatro tiempos: el
entrar del aire en la inspiración, la sensación del abdomen lleno de aire, el
aire que sale en la exhalación, la sensación del abdomen vacío…
● Cuida que tanto la inspiración como la espiración tengan una duración similar.
● Inspira y espira por la misma vía (por la nariz, o por la boca).
● Sin ninguna preocupación y sin ninguna expectativa: todo lo que ocurra es
porque tiene que ocurrir.
● Si te ayuda, puedes contar del 1 al 10, un número después de cada
espiración. Cuando descubres que te has despistado, vuelve a empezar…
● Apóyate en el “soporte” físico de la respiración, sin pensar en ello, como si no
hubiera ninguna otra cosa en este momento que la respiración.
● Lo primero que percibirás, probablemente, es la avalancha de pensamientos:
es buena señal; estás empezando a ser consciente del modo como funciona
tu mente. No luches con ellos ni te preocupes en absoluto por las
distracciones; vuelve suavemente a la respiración, poniendo toda tu atención
en ella.
● Al inspirar, puedes notar las tensiones que hay en la cara, los hombros, el
estómago…; al espirar, las sueltas y quedas relajado.
● Sigue así durante los minutos que consideres adecuados para ti (es
aconsejable ponerse una alarma y respetar el tiempo, como modo de
reeducarnos).
● Hazlo así de una forma descansada y atenta…, dejándote “mecer” en el
mismo movimiento respiratorio. Hasta que notes que estás atendiendo a la
respiración, sin pensar en ello.
● En este ejercicio no hay que plantearse ningún objetivo, excepto el de
mantener la atención a la respiración: lo demás se hará, poco a poco.
● No interfieras en la respiración ni intentes modificarla; lo único que tienes que
hacer es atenderla, poniendo el cien por cien de tu atención en el movimiento
respiratorio, como si te dejaras mecer en él.
● Pero si, gracias a la práctica de la meditación, notas que tu mente va
quedando silenciada, déjate sencillamente estar en ese vacío mental. Deja
ANDREA CAROLINA OLMEDO VARGAS
PSICOLOGÍA 601
Del mismo modo que el presente no es algo cronológico, sino aquello que “contiene”
al tiempo, el silencio no es lo opuesto al ruido, sino aquello que “contiene” tanto al
ruido como al no-ruido. Como el Presente, el Silencio siempre está ahí. No hay nada
que lo pueda romper. Uno y otro –presente y silencio– no son “circunstancias”, sino
un estado de consciencia y, por tanto, otro nombre de nuestra verdadera identidad.
Por eso, estar en el silencio es permanecer en “casa”, en nuestro auténtico “hogar”,
donde nos hallamos no separados de nada ni de nadie. Meditar es saborear nuestra
identidad.
● Empieza por acercarte conscientemente a tu propio cuerpo; pon en él toda tu
atención y siéntelo…
● Lleva la atención ahora a tu respiración y, sin querer modificarla, simplemente
nota cómo se hace en ti…
● Lleva ahora tu atención al silencio. Observa que el Silencio del que hablamos
no es lo opuesto al ruido. Dentro de él caben, tanto el ruido, como el no-ruido.
Atiéndelo…
● Al escuchar el silencio, es probable que se “abra” ante ti una espaciosidad
ilimitada. No la quieras pensar. Simplemente, déjate estar en ella, saborea
ese silencio que para tu mente es “nada”, pero que, en realidad, constituye tu
verdadera identidad.
● Permanece, está…
● Todo lo que surja no será sino un “objeto” que aparece en tu campo de
consciencia, dentro del Espacio consciente que eres, y que todo lo contiene.
Bien anclado en tu identidad, en el Silencio-Espacio-Quietud, quizás con
ayuda de la respiración, observa cualquier pensamiento o sentimiento, desde
el no-juicio y la no-identificación con él…, hasta que se desvanezca.
ANDREA CAROLINA OLMEDO VARGAS
PSICOLOGÍA 601
YO SOY LA VIDA
En el capítulo anterior, he dedicado un párrafo a mostrar que la comprensión de lo
que somos significa la liberación de todo sufrimiento. La práctica que propongo a
continuación pretende ejercitarnos en lo allí expuesto, como parte de la “gimnasia
espiritual” o trabajo de reeducación, que nos libere de la ignorancia y del
sufrimiento, gracias a la comprensión que nos permite pasar de la conciencia de
separatividad a la vivencia de lo que realmente somos.
Práctica:
● Empieza por adoptar una postura adecuada.
● Durante unos momentos, lleva la atención al cuerpo y a la respiración.
● Conecta conscientemente con la vida y no la pienses, atiéndela.
● Ábrete a comprender que no eres el yo separado con el que te habías
identificado, sino la Vida que lo sostiene y que en él se expresa.
● Comprende que la Vida se despliega en ti –en la forma en que te
experimentas– según su “voluntad”: todo ha sido como tuvo que ser, todo
será como tenga que ser.
● A partir de ahí, déjate vivir el alineamiento con la Vida, en un “sí” profundo a
lo que es en este y en cada momento.
● Ábrete a comprender que, del mismo modo que en tu caso, todos los seres,
todas sus actuaciones, todas las circunstancias, todos los acontecimientos…,
no son sino expresiones de la misma Vida. No es en absoluto justificación,
pero sabes que cada persona hizo en cada momento lo que tenía que hacer,
y en cada momento ocurrió aquello que debía ocurrir.
● No trates de entenderlo con la mente; simplemente, vivéncialo. Y observa
qué es lo que produce en ti.
● Permanece el tiempo que desees saboreando la Vida que eres.