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Nelson Esteban Hernández Ramos

Universidad Nacional de Colombia


Claudia Marcela Gomez Herrera
CFC Filosofía Francesa

EL DEVENIR HOMBRE DEL CERDO

En su seminario La bestia y el soberano Jaques Derrida hace un ejercicio deconstructivo de


la soberanía en relación con la animalidad, a través del seminario se abordan distintos
problemas a la hora de hablar danto de la bestia (el animal) y del soberano, Derrida va más
allá de solo analizar lo que representan estas figuras, este hace una profunda indagación de
la relación que tienen. La bestia y el soberano nos invita a problematizar la relación entre el
soberano y la bestia, cual es el parecido que estos tienen, el trato del soberano hacia la
bestia, qué es lo propio del soberano, incluso cuestiona lo que es propio del hombre.

El texto de Derrida sigue un “método” deconstructivo, me parece que antes de proceder con
todo lo que este texto pretende abarcar es importante aclarar (a grandes rasgos) aquello que
es la deconstrucción. La deconstrucción para empezar no es un método común, esta
pareciera consistir en buscar dos términos opuestos, invertirlos para sacar de estos un tercer
término o mostrar como no hay tal dualismo, sin embargo, esto no funciona con todas las
deconstrucciones, esto debido a que son los textos los que marcan el camino o los
movimientos que se deben llevar a cabo, por lo que quien esta deconstruyendo debe prestar
atención a los movimientos y conexiones que hay entre los textos, son los mismos textos
los que nos muestran las relaciones ontológicas que tienen. En el caso de la bestia y el
soberano Derrida empieza por moverse a través del concepto de soberanía, empezando con
Hobbes y su leviatán, el leviatán como el animal prostético que permite hacer la primera
relación entre animalidad y soberanía, pasando a el devenir hombre lobo de Rousseau, el
príncipe quimérico de Maquiavelo, y demás movimientos que va haciendo el autor a lo
largo del texto.

Por otra parte, Rebelión en la granja de George Orwell es una obra que cuenta en forma de
fábula como un grupo de animales de granja en Inglaterra inicia una revolución en contra
de los humanos que los oprimen y explotan. La obra no se centra en la forma en la que los
animales logran arrebatarles a los humanos el control de la granja, sino en cómo después de
esto los animales se enfrentan a cómo debe ser a administrada la granja, ¿Quién debe tomar
el rol de ser el soberano? Esto desemboca en una granja que a pesar de ser administrada por
los animales termina siendo igual o peor que cuando es gobernada por los humanos.

La obra de Orwell nos presenta un soberano que tiene una forma distinta al de Derrida,
Napoleón es quien se nos presenta como un soberano despiadado, en el transcurso del texto
de Orwell se nos presentan situaciones que ejemplifican claramente cómo funciona la
soberanía, la forma en la que este es despiadado con los demás animales llega a recordar la
fábula del lobo y el cordero de La Fontaine y la cita que Derrida usa a lo largo del texto “la
razón del más fuerte es siempre la mejor” además de que en la obra podemos encontrar
otros elementos en común con Derrida como lo puede ser la relación con el lenguaje que
tiene el animal, el estar por fuera de la ley, como los cuerpos de los súbditos terminan
siendo un objeto para el soberano, entre otros.

Por lo que este texto pretende contrastar algunos de los movimientos realizados por Derrida
a lo largo de la bestia y el soberano con distintas situaciones relatadas por Orwell en
rebelión en la granja las cuales pueden no solo servir para mostrar de manera más clara los
conceptos expuestos por Derrida, sino que también pueden agregar algunos matices que
este último no trata.

El lenguaje como soberano

La relación con el lenguaje que tiene el animal es un tema que Derrida trata a profundidad a
lo largo del seminario. En esta hace critica a Lacan pues considera que se equivoca con
respecto a la relación del animal con el lenguaje, Lacan considera que solamente el hombre
es sujeto del significante (se relaciona con el mundo de sentido) mientras que el animal no
posee esta capacidad, por lo que esta privado de la crueldad, la mentira, el engaño, el
fingimiento y demás. Sin embargo, a pesar de que resulta interesante analizar si el animal
tiene una relación con el lenguaje o si por el contrario es un ente que reacciona de manera
automática a una serie de estímulos, encuentro interesante analizar la siguiente cita, pues se
acerca mucho a las condiciones de soberanía que se presentan en la obra de Orwell.

El sujeto del significante está sometido al significante. Lacan no deja de insistir en la


“supremacía” del “significante sobre el sujeto” así como en “el orden simbólico que es,
para el sujeto, constituyente”. El “sujeto” no tiene el dominio sobre eso. Ni soberanía. El
auténtico soberano humano es el significante. La entrada del sujeto en el orden humano de
la ley supone esa finitud pasiva, esa invalidez, este defecto que el animal no padece.
(Derrida, 2010)

El soberano entonces es el lenguaje, por lo que una vez el hombre está inmerso en este
mundo de sentido está sujeto a que el lenguaje le devele un mundo que esta fuera de su
control, pues este no controla la ley ni lo que es verdad o es mentira (aunque finja que si lo
controla), está sometido bajo el orden del significante. Es en rebelión en la granja que nos
encontramos con una situación de este tipo, pues, a pesar de que los personajes en los que
se centra la obra son animales no todos tienen la misma relación con el lenguaje, esta juega
un papel fundamental en la obra, pues todos los animales siguen una serie de
“mandamientos” escritos en una pared del granero (más adelante nos daremos cuenta de
que no todos los animales de la granja los siguen).

La relación con el lenguaje que tienen los animales que no se encargan de administrar la
granja es limitada, sin embargo, esta está limitada en distintos niveles dependiendo de los
animales, por ejemplo, las ovejas están casi totalmente aisladas del lenguaje ya que no
pueden aprender a escribir ninguna letra del alfabeto y no pueden aprender ninguna de las
reglas que tiene la granja; están confinadas a repetir una y otra vez la frase “cuatro patas si,
dos patas no” (frase que es enseñada por la clase dirigente) ya que esta frase es una síntesis
de los mandamientos (que como veremos más adelante están hechos en rechazo al
“enemigo” el ser humano). Otros animales como los caballos, las gallinas y demás animales
que tampoco pueden leer las reglas escritas en la pared del granero deben pedir ayuda a los
únicos animales que pueden leer, una cabra llamada Muriel y un burro pesimista llamado
benjamín.

Mientras que los cerdos, son aquellos animales encargados de administrar y dirigir la granja
una vez estos se libran del anterior dueño. Los cerdos toman este papel de dirigir debido a
que son “los animales más inteligentes” por lo tanto estos se dedican únicamente a
coordinar las tareas que los otros animales deben realizar, la relación de estos con el
lenguaje es como la del ser humano, estos aprenden a leer con facilidad, así como a escribir
(son ellos quienes escriben cuales son los mandamientos que deben seguir los animales)
Por lo que el lenguaje les permite someter a los animales a un orden que les conviene.
La relación a medias con el lenguaje que tienen los animales gobernados por los cerdos los
somete al orden dictado por las reglas que hay en el muro, lo cual se presta en la obra para
que los cerdos que si tienen una relación completa con el lenguaje manipulen estas reglas a
su favor, ya sea para someter a los demás animales o para justificar sus acciones, pues los
cerdos pueden quitar o agregar cosas en las leyes ya establecidas.

Curiosamente, Trébol no recordaba que el cuarto mandamiento mencionara las sábanas,


pero como eso estaba en la pared, suponía que debía de ser cierto. (Orwell, 2003)

En el caso de esta cita, el mandamiento originalmente menciona que “ningún animal


dormirá en una cama” sin embargo, los cerdos empiezan a dormir en las camas que dejaron
los humanos, por lo que para no generar problemas añaden “una cama con sabanas” este
cambio pasa desapercibido por todos los demás animales, ninguno parece tener memoria de
los mandamientos como fueron escritos por primera vez, estos solo se guían mediante lo
que está escrito en la pared. El lenguaje aquí es una herramienta que posee el soberano, que
le permite cambiar la ley a su conveniencia, para someter a los ciudadanos. Lo que empieza
como una lista de siete mandamientos al inicio de la obra termina en un único
mandamiento. Uno que pone a los cerdos como la clase dominante, por encima de los otros
animales.

—Estoy perdiendo la vista —dijo finalmente—. Ni siquiera de joven hubiera podido leer lo
que está escrito ahí. Pero me parece que esa pared se ve diferente. Los siete mandamientos
¿son los mismos de antes, Benjamín? Por una vez, Benjamín aceptó quebrantar sus
normas y le leyó lo que estaba escrito en la pared. Ahora no había allí más que un solo
mandamiento, que decía: TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS
ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS. (Orwell, 2003)

La crueldad del soberano

“El lobo es descrito como ese animal lleno de rabia y listo para lanzar expediciones
punitivas, incluso preventivas o vengativas” (Derrida, 2010)

El soberano es descrito por Derrida como aquel que dispone de la vida de los súbditos, los
ciudadanos, “los corderos”. Así como el cruel lobo devora al cordero en la fábula de La
Fontaine el soberano de la granja exige una total obediencia hacia él. Napoleón nos es
descrito de la siguiente manera, “Napoleón era un verraco de aspecto bastante feroz, el
único de raza berkshire en la granja, parco, pero con fama de salirse siempre con la
suya.” (Orwell, 2003). A lo largo de la obra Napoleón ejerce poder sobre los demás
animales de la granja, lo ejerce mediante dos elementos a lo largo de la obra. el primer
elemento es la fábula, un hacer saber algo que no es cierto, a lo largo de la obra un cerdo
llamado “Chillón” es el encargado de hacer saber a los demás animales aquello que les
conviene a los cerdos, la retórica que posee le permite hacer a los animales creer que todo
está bien, su labor consiste en maquillar con cifras las condiciones desastrosas en las que se
encuentra la granja y más importante aún maquillar mediante “documentos” los
acontecimientos históricos (más adelante se retomara este tema) , sin embargo, en las
dictaduras a pesar de tener el control de los medios siempre existe la posibilidad de que los
ciudadanos alcen su voz, por lo que podemos preguntarnos ¿Qué es lo que le impide a los
animales de la granja enfrentarse a las mentiras de la tiranía de los cerdos?.

El segundo elemento mediante el que se ejerce poder en la granja es el miedo, pero, ¿Qué
pueden temer los animales de la granja?, animales que logran al inicio del libro echar a
golpes a los hombres armados con látigos, garrotes e incluso escopetas. A simple vista
parecería que nadie podría abusar de su poder en una forma de organización social como la
descrita por Orwell, sin embargo, es el miedo a ser asesinado el que lo permite, este
suprime el poder que tienen aquellos que son gobernados por un tirano, el poder de
oponerse al régimen, el miedo a ser asesinado que bajo una visión hobbesiana impulsa al
ser humano a someterse a vivir bajo la protección del estado, Los animales temen ser
asesinados no solo por los humanos, sino que principalmente tienen miedo a ser asesinados
por los perros.

Napoleón salió de la casa luciendo las dos medallas (porque hacía poco se había
nombrado «Héroe animal de primera clase» y «Héroe animal de segunda clase»), con sus
nueve enormes perros brincando alrededor y soltando gruñidos que daban escalofríos a
los animales. Todos agacharon la cabeza en silencio, como si supieran que algo terrible
iba a suceder.
Después de observar con severidad a su público, Napoleón lanzó un gemido agudo. De
inmediato, los perros saltaron, agarraron de la oreja a cuatro de los cerdos y los
arrastraron, chillando de dolor y terror, hasta los pies de Napoleón. (Orwell, 2003)

Los perros de Rebelión en la granja cumplen con el papel de la policía/ejército, los perros
siguen con una obediencia ciega las órdenes del soberano y sus allegados, así mismo
muestran los dientes de manera amenazante a quien muestre una gota de insubordinación,
no es el soberano como tal el que produce miedo, pues el soberano no se ensucia las manos
a la hora de castigar y reprimir a los ciudadanos, es la imagen del soberano la que nos
genera el miedo, el peligro que representan los “perros” a la hora de llevarle la contraria al
soberano. No solo está el miedo a ser dañados, sino también el miedo a que dañen a quienes
nos son cercanos, como lo muestra Derrida al analizar la fábula el lobo y el cordero el
soberano tal como el lobo o Napoleón no atienden a ninguna razón, pues es la razón del
más fuerte aquella que está por encima, estar en la posición del más fuerte le da la razón al
soberano por más absurda y rebuscada que sea esta, realmente es algo irónico llamarla la
razón del más fuerte, pues el que está en la posición más alta no tiene que dar razones a
nadie, pues le basta como en el caso de Napoleón emitir un fuerte chillido para que sus
perros salten hacia quien se le oponga ya sea para intimidarlo o asesinarlo.

Aun con todo lo anterior alguien podría preguntarse si no les es posible a los animales
enfrentarse a los perros, resulta que no es imposible de concebir, tanto en la fábula de
Orwell cuando los perros arremeten contra un caballo que puede librarse de ellos con su
fuerza, así como resultaría interesante pensar que si bien un lobo puede comerse de un
bocado a un pequeño cordero; este no podría enfrentarse a una docena de corderos adultos.
A lo largo de la historia encontramos una gran cantidad de luchas contra el orden ya
establecido, luchas que se libran en contra del soberano y sus “perros”. Sin embargo, a
pesar de que hay diversas razones por las que un pueblo oprimido puede mantenerse en ese
estado, me parece que hay una que no explora del todo Derrida en su texto (pues si bien es
un elemento importante en la tercera sesión, no se llega a desarrollar a profundidad como
otros elementos dentro del texto, como la bobada, la marioneta, la casa de las fieras, entre
otros) Este es el miedo al enemigo.
¡Disciplina, camaradas, disciplina de hierro! Esa es hoy la consigna. Un paso en falso y
los enemigos se nos echarán encima. Estoy seguro, camaradas, de que nadie desea que
vuelva Jones.

De nuevo, ese argumento era incontestable. Los animales no querían, por supuesto, que
volviera Jones, y si la celebración de debates domingueros podía conducir a su regreso,
debía suspenderse. (Orwell, 2003)

Bajo la amenaza del regreso del anterior soberano los cerdos mantienen al pueblo bajo
control, no solo les arrebatan la libertad política como dice en la cita, sino que
prácticamente justifican cualquier acción en base a esto, los cerdos empiezan a darse una
vida llena de comodidades mientras que los demás animales tienen que enfrentarse a
condiciones de vida que rayan con la esclavitud. Para los animales de la fábula de Orwell
no solo resulta más aterrador que un hombre gobierne la granja en lugar de un cerdo que
envía a los perros a matar de manera despiadada a quienes demuestren una pizca de
deslealtad, sino que resulta satisfactorio debido a que están siendo gobernados por ellos
mismos (por animales en lugar de humanos), por lo que no les importa pasar hambre pues
sienten que será peor si vuelven al viejo régimen. Es bajo esta dinámica que el soberano se
muestra como un salvador, un mesías encargado de proteger a todos los animales de la
granja del enemigo, el soberano mantiene su poder al poner en la mente de los súbditos la
posibilidad de que el enemigo se apodere del control de sus vidas.

Aun cuando el enemigo no sea visible y sea más bien parecido a un fantasma, un ente que a
pesar de no estar presente aterroriza. El soberano tiene la capacidad de asustar al pueblo tal
como el pastorcito mentiroso que da la advertencia de la presencia de un lobo, aun cuando
este lobo nunca de indicios de estar cerca, inventar/invocar un fantasma resultará en una
estrategia política que le permitirá mantener el poder, es algo que podemos encontrar no
solo en gobiernos totalitarios, incluso en un gobierno democrático se pinta a quien se
oponga como el enemigo que se encargara de acabar con la prosperidad que goza el pueblo
(aun cuando esta ni siquiera exista). Por ejemplo, aquí en Colombia existe la tendencia a
tildar a todo gobierno de izquierda como una potencial dictadura que acabara con el
“paraíso en el que nos encontramos”, se les han puesto muchos nombres a estos fantasmas,
castro chavismo, neo chavismo, socialismo del siglo XXI, entre otros. Sin embargo, estos
terminan siendo siempre una fábula hecha para mantener a sus votantes.

Después de este recorrido por algunos de las ideas tratadas por Derrida y Orwell resulta
pertinente preguntarnos ¿Qué lleva a los animales a pasar de un soberano cruel a otro
soberano igual o peor? Resulta curioso pensar en esta pregunta, pues los animales se
revelan en contra de los humanos con la promesa de trabajar para ellos mismos, pero
terminan trabajando en las mismas condiciones para los cerdos. Esto parece llevarnos hacia
un punto en común entre Derrida y Orwell que en mi opinión es el punto central de
rebelión en la granja, y esta es la dinámica circular que tiene la rebelión de los animales.

El devenir del cerdo en hombre

La rebelión que se da por parte de los animales tiene un propósito, este es liberar a todos los
animales de Inglaterra de las cadenas puestas por los seres humanos, los animales describen
al ser humano como un ente que parasita al pueblo.

El hombre es la única criatura que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es
demasiado débil para tirar del arado, no corre con rapidez suficiente para atrapar
conejos. Sin embargo, es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les
devuelve lo justo para que no se mueran de hambre y el resto se lo guarda para sí. (Orwell,
2003)

Se podría pensar que una vez que los animales se libren de los humanos no tendrían que
soportar esto, pues los animales serian todo lo contrario a los humanos, estos consumirían
lo que ellos mismos producen. Sin embargo, a lo largo de la obra nos damos cuenta de que
los animales exceptuando a los cerdos siguen viviendo de la misma manera que antes, o
incluso peor. ¿Por qué sucede esto? Me parece que además de los dos primeros problemas
que surgen para los animales (la relación limitada con el lenguaje y el miedo impuesto por
el soberano) hay una tercera razón que posee más peso, la revolución llevada a cabo por los
animales conserva el mismo sentido de soberanía que tiene la granja. Derrida pone en la
mesa este problema en la mesa en la sesión que dedica a analizar la obra de Celan.

Una sobrepuja que trata de cambiar el sentido de la majestad o de la soberanía. Al tiempo


que conserva la antigua palabra o pretende darle su sentido más digno (Derrida, 2010)
Los animales mantienen la misma relación con los humanos que con los cerdos, pues estos
últimos no hacen nada para cambiar el orden antes establecido que los beneficia. Es debido
a esto que se presentan los problemas tratados en los apartados anteriores, la relación con el
lenguaje que tienen los demás animales está limitada por los cerdos, pues solo se les enseña
a los cerdos como escribir, los demás animales no tienen la posibilidad de aprender debido
a que Napoleón considera que “es un esfuerzo inútil” enseñarles a los demás animales a
escribir. Por lo que los cerdos se facilitan el trabajo de alterar las normas a su favor, los
cerdos tienen el control de las reglas de la granja tal como lo tendría un ser humano, no solo
eso, como se mencionó antes tienen la posibilidad de cambiar la historia de acontecimientos
dados en la granja, pues son ellos los únicos que pueden leer los “documentos”

Creíamos que la rebelión de Bola de Nieve había sido causada simplemente por su
vanidad y por su ambición. Pero nos equivocábamos, camaradas. ¿Sabéis cuál fue el
verdadero motivo? ¡Bola de Nieve estuvo confabulado con Jones desde el principio! Fue
todo el tiempo agente secreto de Jones. Lo demuestran unos documentos que dejó y que
acabamos de descubrir. En mi opinión, camaradas, eso explica muchas cosas. ¿Acaso no
vimos con nuestros propios ojos cómo intentaba, por fortuna sin éxito, llevarnos a la
derrota y a la destrucción durante la batalla del Establo de las Vacas? (Orwell, 2003)

Aun cuando los animales vivieron dicho suceso son manipulados para creer en lo que dicta
el soberano con ayuda del lenguaje, están confinados a siempre creer en lo que el soberano
quiera. Por lo que el soberano puede burlar todas las leyes establecidas sin miedo a un
levantamiento, basta con añadir una o dos palabras para que estas cambien su sentido a
conveniencia, y lentamente los cerdos puedan adoptar vicios humanos.

Los cerdos lentamente empiezan a tomar todas las conductas que en un inicio desprecian en
los seres humanos, dormir en camas, tomar alcohol, matar animales, entre otras. Tal como
la casa de las fieras que describe Derrida la granja no sufre de ningún cambio. No hay
ninguna diferencia entre la granja Solariega (como se nombra la granja antes de que los
animales tomen el control) y la granja animal (como la llaman los animales cuando tienen
el control). Esto es debido a que solo se dio una revolución en el ámbito político, un
traspaso de poder de los humanos hacia los cerdos, para que una revolución genere un
cambio debe ser poética. Que una revolución sea poética no refiere a una suerte de
optimismo en el que el arte y la poesía se nos aparezcan como salvadoras (de una manera
hippie donde todo es paz, amor y alegría), sino que la poesía se presenta como un elemento
que nos permite ampliar el horizonte de sentido, la poesía cambia la comprensión que
tenemos del mundo y en este caso de la soberanía.

Algo que me parece particular de la fábula de Orwell es la forma tan cruda que tiene de
representar este paso de un soberano a otro, pues los cerdos no simplemente adquieren los
vicios de los humanos, los cerdos prácticamente devienen en humanos. Los cerdos al final
del libro comienzan a vestirse, caminar e incluso interactuar con los demás humanos, los
látigos vuelven a la granja ya no en manos de los humanos sino de los cerdos. La siguiente
deja muy claro este devenir.

Sí, todos se estaban peleando de manera violenta. Había gritos, golpes en la mesa,
miradas desconfiadas, negativas furiosas. El origen del problema estaba, al parecer, en
que Napoleón y el señor Pilkington habían jugado al mismo tiempo un as de espadas. Doce
voces indignadas gritaban, y todas eran iguales. Lo que había ocurrido en los rostros de
los cerdos era ahora evidente. Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y
después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a
un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál. (Orwell, 2003)

Este devenir del cerdo en hombre curiosamente lo aleja mucho de lo que podríamos
considerar su naturaleza, tal como el hombre lobo de Rousseau que Derrida trata en la
tercera sesión, el hombre lobo de Rousseau se vuelve salvaje al estar tan obsesionado con la
cultura, parece ser que la relación que los cerdos tienen con el lenguaje y la razón es lo que
llega a volverlos tan crueles y violentos, los cerdos se ponen por encima de todos los demás
animales por medio del lenguaje al escribir “Todos los animales son iguales, pero algunos
animales son más iguales que otros” (Orwell, 2003) Los cerdos terminan convirtiéndose en
hombres desprovistos de humanidad, pues terminan siendo aún más crueles que los seres
humanos que antes gobernaban la granja. Es así como los cerdos dejan de ser percibidos
como animales, pues ellos mismos no se consideran animales al apropiarse del sentido del
soberano humano, no consideran como semejantes a los animales y terminan justificando la
violencia que ejercen hacia estos tal como lo hacen los seres humanos.

Conclusiones finales
Los dos textos a tratar resultan tener una relación bastante interesante, dentro de la fábula
contada por Orwell podemos encontrar muchos de los elementos tratados por Derrida en La
bestia y el soberano, no solamente como ejemplos de las relaciones ontológicas que tiene la
animalidad y la soberanía, sino que en algunos apartados Orwell parece desarrollar una
visión algo más cruda de la soberanía de la que podemos encontrar en el texto de Derrida.
Esto puede deberse a que Orwell experimento de manera muy cercana los horrores que
trajeron los gobiernos totalitarios en el marco de la segunda guerra mundial, por lo que su
forma de pensar la soberanía claramente será bastante distinta a la de Derrida. aun así,
Orwell logra integrar en su texto una gran parte de los movimientos que hace Derrida en La
bestia y el soberano, no solo los mencionados en este texto, el sentido que abre Orwell
respecto a esta discusión es enorme, podría hablarse más a profundidad de conceptos como
la biopolitica, la marioneta, la bobada, el Logocentrismo, entre otros temas, sin embargo,
me pareció lo más pertinente solo abarcar la relación con el lenguaje, la crueldad y el
devenir en hombre de los cerdos debido al papel central que estos tienen. Por lo que aún
quedan muchas cosas por explorar en este horizonte de sentido abierto por La bestia y el
soberano y rebelión en la granja. Me atrevería a decir que lo que queda por explorar
(teniendo en cuenta que el seminario tiene un segundo volumen y Orwell mucha más obra
relacionada a los totalitarismos y la soberanía) es algo de nunca acabar.

Bibliografía
Derrida, J. (2010). La bestia y el soberano- volumen 1. Buenos Aires: Manantial.

Orwell, G. (2003). Rebelion en la granja. Santiago de chile: Zig-Zag.

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