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Albino, mientras que El carajo es el receptor de toda esa violencia que es capaz
de secretar el hombre tras saberse en la completa ignorancia de lo que sucede
allá afuera, tras saberse en la nada. Por una parte, el instinto animal acapara
muchas de las acciones en los personajes, por otra, dicho instinto se torna más
humano al verse relacionado con los móviles y objetivos que provocan dichas
actitudes. De igual manera, los celadores, aunque libres de culpa, no son libres de
alienarse a la animalidad que ofrece la prisión, el espacio todo lo absorbe y con
ello, las pasiones de un encierro.
1
Ver. Peter H. Klopfer. Introducción al comportamiento animal. Un siglo de etología, México: FCE, 1976, p.
74.
2
José Revueltas. El apando, México: Era, 1978, P. 11
2
“memoria”. Los animales no tiene memoria, o al menos no se ha demostrado aún
que la posean; los “monos” se mueven sin la menor conciencia de sus actos,
movidos sólo por el instinto estímulo-respuesta, que además incluye su ya
adherido trabajo de vigilar, acto que pareciera más una necesidad suya, como un
bestia salvaje que vigila a su presa para obtener el alimento y antes de capturarla
ya la contempla dentro de sus dominios, que una obligación: “Se sabían hechos
para vigilar, espiar y mirar en su derredor, con el fin de que nadie pudiera salir de
sus manos…”3
Ahora bien, los animales actúan de acuerdo a un instinto primario que posibilita su
tranquilidad y es usada la mayoría de las veces para ello. Los móviles que lo
llevan a actuar de tal o cual manera han sido determinados por muchos estudios
etológicos y han concluido que:
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especie de acecho a su propio espacio, ya no físico, sino mental, pero este
aspecto se verá desarrollado más delante ya que está lejos de amoldarse en la
actividad animal.
5
José Revueltas. op. cit, p. 20.
6
Ibídem, p. 11
7
Cfr. Jean Chevalier. Diccionario de símbolos, España: Herder, 2003.
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El mono, y en general la violencia, lejos de significar el carácter animal, significan
la empobrecida imagen de los encarcelados, “una tendencia a salir de sí mismos,
a desprenderse de todo, a abandonar lo que los habita, como si de alguna manera
quisieran resumir en el proceso de sus vidas el proceso de pauperización a que
está sometida la sociedad en su conjunto.” 8 La imagen del hombre como animal
está lejos de igualarse en un nivel instintivo, más bien refiere a un aspecto de
abyección hacia un lugar donde las acciones se reducen a una simple animalidad
que permite la supervivencia. Entonces, la obra se convierte no en una animalidad
bestial, sino en una animalidad humana, un estado que grita la necesidad de una
libertad en todo sentido.
Existe una clara distinción entre los modos de actuar del hombre y los de la bestia,
la principal es que el primero se ve envuelto en las pasiones, que según Descartes
son sentimientos o emociones del alma, causadas, sostenidas y fortificadas por
algún movimiento de los espíritus.9 Si bien, dentro de este marco, el hombre actúa
sin razón, no actúa sin emociones, las pasiones serán los rasgos que definan y
defiendan su naturaleza. Los espacios abiertos permiten una salida gradual de
tales excitaciones, pero el encierro las encapsula y las deja salir de golpe, he aquí
la causa de los altos grados de violencia que el apando encierra y deja salir:
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que no son necesarias reprimir y ni si quiera podrían hacerlo. Estos ardores salen
en forma de deseo sexual, de búsqueda de poder y principalmente, en forma de
descargas violentas e ira desbordada.
Habría que recalcar la diferencia entre las actitudes bestiales y las humanas,
ahora en un nivel de conducta negativa, ya que aunque no varía mucho la furia
gestual entre una y otra especie, sí son muy diversas las causas de tales
actitudes. Los animales emplean la agresión como una técnica para controlar los
bienes, generalmente alimento o abrigo, que son escasos o que probablemente lo
sean en algún momento, mientras que la conducta particular que mostrarán los
seres humanos depende de lo que ellos experimenten dentro de su propia cultura,
pero el conjunto total de posibilidades humanas, como el conjunto de los monos o
el conjunto de los termes, se hereda.”11He aquí una abismal diferencia, ya que
mientras las bestias pelean para cubrir una necesidad biológica, el hombre lo hace
para sacar a flote una necesidad ontológica. Este último aspecto omitiría en gran
medida la parte animal del hombre, abogando a un aspecto de la razón más que
del instinto, cosa que había sido anulada líneas antes, sin embargo, en este caso
dentro del apando, conviven dentro de la pasión viva como lo es la violencia.
11
Edward O. Wilson. Sobre la naturaleza humana, México: FCE, 1980, p. 155-146.
12
José Revueltas. op. cit., p. 32.
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su ojo tuerto, la pierna tullida y los temblores con que se arrastraba de aquí para
allá sin dignidad…”13
Este personaje es el más castigado por la vida, sus defectos físicos se extienden a
los psicológicos puesto que a cada momento siente una imperiosa necesidad de
verse muerto, aunque nunca lo consigue. Su animalidad y su pasión humana se
fusionan dentro de él; en primer lugar, es incapaz de de mostrar otra actitud que la
adoptada, el encierro obliga a la búsqueda primordial de la supervivencia, tal como
en la especie animal, ha sido obligado a expresar tal bestialidad dentro de ese
reducido espacio, puesto que como expresa el doctor Mausdley, después de
referir diversos actos que acercan el idiota al bruto, se pregunta si no se ha de ver
en ellos la vuelta de instintos primitivos, ‘un eco debilitado de un pasado lejano,
que atestigua un parentesco del cual el hombre se ha libertado enteramente.’” 14
Esta liberación ha sido conseguida con el devenir del tiempo, pero el hombre ha
encontrado en la prisión la manera de sacarla a flote. Visto que las jaulas
encapsulan los instintos del hombre, éstas siempre buscan salir de alguna manera
u otra.
13
Ibídem, p. 15.
14
Charles Darwin. La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, Tomo II, trad. Eusebio
Heras, España: F. Sempere y Ca. Editores, 1852, p. 69.
15
José Revueltas. op.cit., p. 54.
7
Los otros dos personajes, específicamente a Albino son el medio para expresar
esa pasión viva llevada al extremo. “La ira es una especie de odio o de aversión
que sentimos contra los que hacen algún mal, o han tratado de perjudicar, no
indiferentemente a cualquiera, sino particularmente a nosotros.”16 Albino es la cara
de la desgracia en que se hunden las pasiones humanas llevadas a su máxima
expresión, al grado de confundirse con actitudes bestialmente salvajes.
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Revueltas, mediante la exposición de personajes altamente conflictivos hasta el
grado de llegar a una especie de bestialidad, logra reflejar una estado que lo único
que logra es demostrar el empobrecimeinto de una sociedad organizada
humanamente. El hombre apandado, más que bestia, es un señuelo que nos lleva
al profundo conocimiento de la degradación humana.
Bibliografía
Descartes, René. Las pasiones del alma, trad. Consuelo Berges, 4ª ed., Argentina:
Aguilar, 1981.
Escalante, Evodio. José Revueltas. Una literatura del “lado moridor”, México: Era,
1979.
Hume, David. Disertación sobre las pasiones y otros ensayos morales. España:
Anthropos, 1990.