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Savarino et al. Revista Italiana de Pediatría (2021) 47:109

https://doi.org/10.1186/s13052­021­01061­0

REVISAR Acceso abierto

Equilibrio de macronutrientes y cantidades de

micronutrientes a través del crecimiento y el desarrollo.
Giovanni Savarino1*, Antonio Corsello2,3 y Giovanni Corsello1

Abstracto
La nutrición es esencial para el crecimiento humano, particularmente en recién nacidos y niños. Un crecimiento óptimo necesita de una alimentación
correcta, para asegurar un aporte adecuado de macronutrientes y micronutrientes. Los macronutrientes son los compuestos que el ser humano
consume en mayores cantidades, clasificados principalmente en carbohidratos, proteínas y grasas.
Los micronutrientes, en cambio, se introducen en pequeñas cantidades, pero son necesarios para un crecimiento adecuado en la edad pediátrica,
especialmente zinc, hierro, vitamina D y ácido fólico. En este manuscrito describimos los macro y micronutrientes más importantes para el crecimiento
de los niños.

Palabras clave: Nutrición, Crecimiento pediátrico, Vitaminas, Macronutrientes, Micronutrientes, Oligoelementos, Zinc, Hierro, Vitamina
D, Leche materna, Ingesta de nutrientes infantiles

Introducción práctica clínica y constituye el principal propósito de esta

La ciencia de la nutrición distingue principalmente dos clases
diferentes entre sus clasificaciones: macronutrientes y
micronutrientes [1]. Los macronutrientes pueden considerarse
como los componentes principales de diferentes tejidos, y
constituyen la cantidad total del aporte calórico, es decir, la
principal fuente de energía del cuerpo humano; se distinguen
principalmente en carbohidratos, proteínas y lípidos [2]. Los
micronutrientes son, en cambio, aquellos componentes de la
dieta que no aportan una contribución significativa a la ingesta
calórica, pero que aún pueden considerarse cruciales para la
salud y las funciones vitales, incluso si se necesitan en
cantidades más pequeñas. Incluyen principalmente vitaminas
(tanto liposolubles como hidrosolubles) y minerales [3].
Dado que tanto las deficiencias de macro como de
micronutrientes pueden tener un impacto significativo en toda
la función y fisiología del cuerpo humano, particularmente en
los diversos procesos de crecimiento, es necesario distinguir
paso a paso y conocer su influencia durante las diferentes
épocas del crecimiento. La edad pediátrica puede ser una guía útil para el
* Correspondencia: giovanni.savarino@unipa.it
1
Departamento de Promoción de la Salud, Atención Materno Infantil, Medicina Interna
y Especialidades Médicas “G. D'Alessandro”, Hospital Universitario “P.Giaccone”,
Palermo, Italia
La lista completa de información del autor está disponible al final del artículo.
revisión.
0 a 6 meses – dieta exclusivamente láctea
Los primeros 6 meses de vida del niño se caracterizan por la
rápida síntesis de nuevos tejidos y por una alimentación
exclusivamente láctea [4]. El crecimiento es muy rápido en
esta etapa: a los 6 meses el peso del nacimiento suele
duplicarse, con un aumento de longitud de 15 cm y un
aumento de la circunferencia de la cabeza de 8 cm [5] .
Tras una pérdida de peso fisiológica en los primeros días
provocada por una pérdida de líquido extracelular, la velocidad
de crecimiento alcanza su máximo en el primer mes (unos 180
g/semana), con un descenso posterior en el segundo mes
(unos 140 g/semana). Disminuye gradualmente durante los
meses sucesivos [6]. Además de esto, el bebé desarrolla
rápidamente nuevas funciones neurocognitivas y motoras [7].
La evaluación nutricional en los primeros 6 meses requiere
una estricta observación de la alimentación y la determinación
de la longitud, el peso y el perímetro cefálico [8]. Los aumentos
normales de peso y longitud son signos de buena salud;
Además de esto, el aumento de la circunferencia de la cabeza
refleja el aumento de la masa cerebral, que generalmente alcanza

© El autor(es). Acceso abierto 2021 Este artículo tiene una licencia internacional Creative Commons Attribution 4.0, que
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el doble de su volumen durante el final del primer año
de la vida [9].
En los primeros 6 meses se recomienda pesar el
bebé cada semana, para evaluar si la alimentación
es suficiente para asegurar un crecimiento adecuado [10]. Una completa
La evaluación antropométrica debe realizarse al nacer, al
1 mes de vida y cada 3 meses. Las curvas de crecimiento
de la Organización Mundial de la Salud (OMS) representan un
herramienta esencial para una adecuada evaluación del crecimiento [5]. A
peso > percentil 97° significa sobrealimentación, mientras que un peso <
3° percentil o una desviación relevante de la curva de crecimiento
considerarse relativamente rico en vitaminas A, C y E. El
El contenido de vitaminas B1, B6 y B12 puede variar según
a la nutrición materna [18].
Se demuestra la superioridad de la leche materna para promover un
crecimiento saludable y adecuado [16, 19], y todas las prácticas
Se recomiendan medidas que fomenten la lactancia materna. Uno de
las principales prácticas utilizadas con este propósito es la temprana
contacto piel con piel, que debe realizarse dentro de
la primera hora de vida [20].
Requisitos energéticos

puede indicar una nutrición inadecuada o una enfermedad subyacente.
En estos casos se requiere una valoración médica seguida de una adecuada
intervención nutricional [11].
La leche materna
La leche materna es el principal alimento del lactante y, durante el
primeros 6 meses, cubre todas las necesidades nutricionales en
términos de energía, proteínas, carbohidratos, lípidos, vitaminas.
y líquidos [12].
La OMS recomienda la lactancia materna exclusiva para los
primeros 4 a 6 meses de vida, con la posterior introducción de
alimentos complementarios hasta el segundo año de vida [13]. En
Las necesidades energéticas dependen de la tasa metabólica basal (TMB),
procesos de crecimiento, termogénesis inducida por la dieta (DIT) y
nivel de actividad física (PAL) [21]. Sin embargo, en el 0–
Seis meses, principales determinantes de las necesidades energéticas
pueden considerarse TMB y procesos de crecimiento, respectivamente [22,
23]. En este período se produce un aumento volumétrico de órganos, con
el consiguiente
Maduración y desarrollo de nuevas funciones. Estos
Los cambios tienen, en primer lugar, un coste energético relacionado con
la deposición de nuevos tejidos y, en segundo lugar, un coste energético
relacionado con el aumento de la TMB [22].
La determinación directa de la TMB en lactantes no es una

En los casos de lactancia materna exclusiva, la producción media de leche
en la primera mitad ronda los 800 ml/día [12]. Mama
La leche tiene un contenido energético medio de 0,67 Kcal/g y contiene
entre 8 y 10 g/L de proteínas y aminoácidos esenciales.
(Tabla 1) [12, 14]. El contenido medio de lípidos de la leche materna es de 4
g/l. Dentro de los lípidos, el 33­38% está compuesto de ácido oleico, mientras que
El ácido linoleico corresponde al 8­12%. Ácido docosahexaenoico
(DHA) está presente en cantidades variables dependiendo de los hábitos
tarea fácil; por esta razón, la evaluación del reposo
El gasto energético (REE) se realiza comúnmente mediante
aplicando la fórmula de Schoefield [24]. El aumento de peso requiere
alrededor del 30% del gasto energético total durante el primer trimestre, y
alrededor del 8% en el
segundo [25­27]. La ingesta total de energía procedente de la lactancia
materna exclusiva debería ser suficiente para igualar la energía
Necesidades de los primeros 6 meses de vida.

dietéticos maternos. El contenido promedio de colesterol es

160 mg/l. La lactosa representa el carbohidrato predominante. Requerimiento de proteínas

de leche materna (70 g/L) [15­17]. El aumento de peso, longitud y circunferencia de la cabeza.
En cuanto a los micronutrientes, la leche materna contiene principalmente del primer semestre requiere proteínas. Sus necesidades varían
minerales como calcio y fósforo, y puede según la edad específica y llegar a una población

Tabla 1 Composición de la leche humana durante el primer año de lactancia [12]

Edad (meses) Energía Proteína vitamina a Vitamina D Vitamina B6 Calcio Hierro Zinc
(kcal/g) (g/l) (μmo/l) (ng/l) (mg/l) (mg/l) (mg/l) (mg/l)
1 0,67 11 1.7 645 0,13 266 0,5 2.1

2 0,67 9 1.7 645 0,13 259 0,4 2

3 0,67 9 1.7 645 0,13 253 0,4 1.5

4 0,67 8 1.7 645 0,13 247 0,35 1.2

5 0,67 8 1.7 645 0,13 241 0,35 1

6 0,67 8 1.7 645 0,13 234 0.3 1

7 0,67 8 1.7 645 0,13 228 0.3 0,75

8 0,67 8 1.7 645 0,13 222 0.3 0,75

9 0,67 8 1.7 645 0,13 215 0.3 0,75

10 0,67 8 1.7 645 0,13 209 0.3 0,5

11 0,67 8 1.7 645 0,13 203 0.3 0,5

12 0,67 8 1.7 645 0,13 197 0.3 0,5

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ingesta de referencia (PRI) de 1,31 g/kg/día a los 6 meses [28].
PRI se define comúnmente como el nivel de ingesta de nutrientes,
que es adecuado para prácticamente todas las personas de una población
grupo, cumpliendo los requisitos de al menos el 97,5% de
individuos de la población observada [29]. Adecuado
La ingesta (AI) se define en cambio como el valor estimado
cuando no se puede establecer un PRI; suele ser normal
observado o determinado experimentalmente entre personas sanas
personas, pero sus implicaciones prácticas y su uso no son
diferentes a los del PRI [29].
La lactancia materna exclusiva permite que el lactante cumpla con las necesidades
necesidades proteicas del primer semestre, tanto en cuantitativa
y cualitativo, al proporcionar aminoácidos esenciales y condicionalmente
esenciales. La desnutrición proteico­energética provoca una desaceleración
del crecimiento y, en casos graves, puede
Provocan una deficiencia de la función inmune con la consiguiente
predisposición a infecciones.
La mayoría de las fórmulas infantiles están elaboradas con proteínas de la leche de vaca.
y, incluso si se proporciona el equilibrio adecuado de nutrientes al bebé,
puede contener niveles más altos de proteínas que la leche materna [4]
y en cantidades fijas; por otro lado los niveles de proteína en
La leche materna cambia semana a semana, permitiendo que el
leche para cubrir progresivamente las necesidades de los lactantes, que son mayores
en el recién nacido. De hecho, la leche materna al tercer mes.
contiene aproximadamente la mitad de proteínas (0,8– 1,0 g/100
mL) en comparación con la misma leche en las primeras semanas de vida
(1,4– 1,6 g/100 ml), explicado principalmente por funciones
proteínas con actividades inmunes [4]. Fórmula alta en proteínas,
en cambio, para garantizar las necesidades de todos los bebés durante
primeros meses de vida y compensar la menor actividad biológica
calidad del componente proteico de la vaca, podría dar lugar a formas
de sobrealimentación de proteínas.
Un consumo innecesario de fórmula alta en proteínas.
leches durante los primeros 2 años de vida se ha asociado
hasta posteriormente obesidad y sobrepeso en la edad pediátrica [30].
Sin embargo, no existe un consenso inequívoco
aún sobre el porcentaje óptimo de proteínas en las fórmulas infantiles
composición, y las sociedades científicas sólo definen niveles mínimos (1,8 g/
100 kcal), y, por otro lado, muy
niveles límite superiores elevados (4,5 g/100 kcal), sin evidencia clara sobre
los beneficios de reducir la concentración de proteínas
en las fórmulas infantiles en términos de resultados a largo plazo [31].
Requerimiento de lípidos
Los lípidos tienen una función tanto plástica como energética en el
primera mitad de la vida, que contiene nutrientes esenciales como
Ácidos grasos poliinsaturados (CL PUFA) y sus derivados de cadena más
larga condicionalmente esenciales, en particular
ácido araquidónico (ARA) y DHA; también permiten la absorción de vitaminas
liposolubles [32]. Estos nutrientes contribuyen a modular la respuesta
inflamatoria, regular
expresión genética e influyen en la fluidez de las membranas celulares de
diversos tejidos, incluidos aquellos que tienen un alto
especialización funcional, como el cerebro y la retina [33].
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De hecho, el DHA desempeña un papel protagonista en el desarrollo
neurológico de los primeros meses. La falta de ARA y DHA, condicionalmente
esenciales, puede conducir a alteraciones funcionales.
alteraciones a nivel neurológico, inmunológico y cardiológico [34, 35]. La
lactancia materna exclusiva permite
para cubrir las necesidades lipídicas del primer semestre tanto en
términos cuantitativos y cualitativos, suministrando directamente
combina los dos ácidos grasos esenciales (ácido linoleico y alfa­linoleico) junto
con ARA, DHA y preformados
colesterol, contribuyendo a llevar ácidos grasos a las membranas y órganos
diana [1].
En lactantes con colestasis, linfangiectasia intestinal.
u otras patologías que determinen la malabsorción de lípidos,
retraso del crecimiento y manifestaciones clínicas relacionadas con
la deficiencia de vitaminas liposolubles (vitaminas A, D, E
y K) ocurren desde los primeros meses de vida [36].
Requerimientos de carbohidratos
La leche humana proporciona un suministro constante de carbohidratos al
bebé, lo que permite una nutrición, maduración y tasa de crecimiento
adecuadas. La lactosa representa el principal
carbohidratos y su concentración es de 60 a 78 g/L. De hecho, la lactosa
constituye el 7% de la leche materna humana.
composición, y por sí sola aporta el 40% del total
cantidad de energía de la leche [4]. Aunque variable, mayor cantidad de lactosa
Se han encontrado concentraciones en la leche de las madres.
produciendo mayores cantidades de leche [16].
Una asociación positiva entre la tasa de crecimiento infantil y
Se ha encontrado el volumen de leche consumido, con una relación significativa
entre la cantidad específica de carbohidratos totales de la leche y la longitud,
el peso y el contenido sin grasa del lactante.
masa. Además, el consumo de lactosa y carbohidratos
Se ha demostrado que son más bajos en los bebés amamantados a los 3 años.
y 6 meses en comparación con los bebés alimentados con fórmula [37].
Los carbohidratos de la leche humana también incluyen pequeñas cantidades.
de monosacáridos, como la glucosa y la galactosa, como
así como oligosacáridos de la leche humana (HMO). Casi 200
Se han identificado estructuras únicas de oligosacáridos.
La composición de HMO varía entre las madres y durante
el curso de la lactancia [37]. HMO, un grupo heterogéneo
grupo de azúcares complejos no digeribles, son un componente muy importante
de la leche humana. Son considerados como
Agentes “prebióticos” que mejoran el crecimiento de nutrientes beneficiosos.
organismos probióticos y que también pueden funcionar como inhibidores de
patógenos en el intestino humano [38].
Requerimiento de fluidos
Las necesidades de agua y el contenido de agua corporal son mayores.
en bebés que en edades más avanzadas [39]. De acuerdo con la
OMS, la necesidad de líquidos en el primer semestre debería
cubrirse exclusivamente con leche materna, evitando el uso de
bebidas azucaradas o infusiones de hierbas [1, 40].
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Micronutrientes
El bebé necesita micronutrientes para apoyar su crecimiento fisiológico.
La leche materna es adecuada para las necesidades nutricionales del
lactante en cuanto a la mayoría de los micronutrientes durante el primer semestre.
de vida: es rico en minerales y vitaminas. La leche materna es
relativamente deficiente en hierro (Fe) y zinc (Zn), pero, mientras
por un lado se absorben muy eficientemente, por el otro
sus depósitos formados durante el embarazo pueden apoyar
Necesidades fisiológicas en los primeros 6 meses de vida, hasta el
inicio del destete. Si se utiliza una fuente exógena de hierro
no proporcionado durante la segunda mitad de la infancia, exclusivamente
Los bebés amamantados corren el riesgo de sufrir deficiencia de hierro.
[12]. Entre los minerales, el calcio (Ca) y el fósforo (P)
son esenciales para el crecimiento y la leche materna es realmente rica en
ellos [41]. El yodo es esencial para el crecimiento del feto y del bebé,
su deficiencia temprana causa hipotiroidismo y cretinismo
[1, 25]. La leche materna proporciona un contenido adecuado de yodo para
el bebé si la madre introduce con la dieta aproximadamente
250 μg/día de este mineral [41]. La ingesta artificial
los alimentos enriquecidos, como la sal, permiten alcanzar los
requerimientos de yodo [20]. La vitamina D es esencial para la absorción
del calcio y la síntesis del tejido óseo. Porque la leche materna es
pobres en vitamina D, se recomienda una suplementación diaria de 400
UI durante el primer año de vida [1, 25, 42]. La vitamina A es
esencial para la diferenciación celular y la modulación de la apoptosis [43].
También regula la embriogénesis, el crecimiento, la función inmune y la
visión. El Zn participa en numerosos
funciones celulares y es fundamental para el crecimiento y el desarrollo.
Desempeña un papel central en la diferenciación celular, especialmente
en tejidos que se caracterizan por un rápido recambio.
y proliferación, como la red celular inmune
y el sistema gastrointestinal [44]. El hierro es esencial para
síntesis de hemoglobina y nuevos tejidos; contribuye a
funcionamiento del sistema inmunológico y salud del sistema nervioso.
Los bebés en los primeros meses de vida también pueden depender de los
depósitos de hierro adquiridos por la madre en el útero. En prematuros, el hierro
El depósito puede no ser suficiente, por lo que se recomienda la
suplementación con hierro (2 mg/Kg) en el período de 1 a 12 meses.
intervalo [45, 46]. Algunos procedimientos, como el retraso del cordón
sujeción, contribuye a aumentar los depósitos de hierro en el
recién nacido, reduciendo el riesgo de deficiencia de hierro en edades posteriores
[20]. La vitamina K permite la activación de factores de coagulación y su
deficiencia determina hemorragias [47].
La leche materna es deficiente en vitamina K, por lo que todos los lactantes
deben recibir suplementos con administración intramuscular al nacer [48,
49].
Primera infancia (6 meses a 2 años)
La tasa de crecimiento del segundo semestre de vida es menor
comparado con el primero. Acercándose al primer año de
vida, el peso se triplica, alcanzando una media de 9,5 kg, y
la longitud aumenta en un 25% [5]. A los 2 años el peso
alcanza unos 12 kg en los machos y 11,5 kg en las hembras, con
un aumento promedio del 25% durante el segundo año
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[5]. La longitud aumenta en promedio un 15% en ambos sexos.
En cuanto a la circunferencia de la cabeza, después de un rápido aumento de
el primer año, durante el segundo sólo aumenta en
4 [5].
Del mes 12 al 24 cambios de composición corporal, y
el bebé reduce su tejido subcutáneo. Además
Al aumentar el peso y la longitud, todos los órganos maduran,
y el bebé desarrolla nuevas funciones neurocognitivas y motoras.
funciones. Durante este período el niño suele ser
llamado “niño pequeño”.
Después del sexto mes de vida, la leche materna no es suficiente para
cubrir las necesidades nutricionales, y la introducción de
Deben comenzar los alimentos complementarios. El destete es un
momento delicado que debe ser guiado por el pediatra para
evitar la aparición de malos hábitos alimentarios, los más comunes
de los cuales son dietas desequilibradas, dietas selectivas, desnutrición e
hipernutrición. El pediatra debe
Ser capaz de aconsejar a los padres sobre las opciones más adecuadas.
introducción de nuevos alimentos y el manejo de problemas como la
neofobia o el trastorno restrictivo por evitación de la ingesta de alimentos
(ARFID). Además, con
destete, enfermedades relacionadas con la alimentación como la enfermedad celíaca y
Pueden producirse alergias alimentarias, con posibles repercusiones
importantes en el crecimiento.
Alimentos sólidos complementarios, incluidos los alergénicos,
debe introducirse en la dieta después de 4 meses, o alrededor
el sexto mes. No hay evidencia científica que justifique retrasar la
introducción de alimentos sólidos después de los 6 meses de edad en
fin de prevenir las alergias en los lactantes, sin distinción
en aquellos de alto o bajo riesgo [50]. Además de esto, varios
Se han publicado estudios que demuestran que el retraso
La exposición a alimentos alergénicos no redujo el riesgo de
alergias alimentarias [51].
La evaluación nutricional durante la primera infancia incluye la medición
de longitud, peso y perímetro cefálico. El crecimiento no siempre es
constante, por lo que es más lento
Se esperan fases de crecimiento, seguidas de períodos de
cuyo crecimiento es más rápido. Por esta razón, durante los primeros 4
meses de vida los bebés deben pesarse cada semana,
de 4 a 6 meses cada mes y, en el segundo semestre, cada 2 meses. Se
debe pesar a los niños pequeños
cada 3 meses.
Los datos obtenidos deben interpretarse de acuerdo con
Las curvas de crecimiento de la OMS [5], una herramienta indispensable para la
pediatra que evalúa la evaluación progresiva de
crecimiento. Un peso > percentil 97 indica sobrealimentación. A
peso < percentil 3 o una desviación de la curva de crecimiento
indicar una nutrición inadecuada o patologías subyacentes.
En ambos casos, tras la necesaria exclusión de otros trastornos, se
requiere una intervención nutricional.
Necesidad de energía
En el intervalo de 6 a 24 meses, las necesidades energéticas dependen de
BMR, PAL y crecimiento (4,5,6). La ingesta de energía
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Depende de la introducción de proteínas, lípidos y carbohidratos, que deben
tomarse de forma equilibrada.
El destete aumenta el riesgo de malos hábitos alimentarios que
puede dar lugar a dietas hipocalóricas, hipercalóricas o desequilibradas.
Requerimiento de proteínas
La ingesta dietética de proteínas es necesaria para satisfacer las necesidades de crecimiento.
DHA y colesterol. La ingesta de lípidos es esencial en
los primeros 2 años para apoyar el crecimiento y desarrollo del cerebro [58].
En la primera infancia, la calidad de las grasas consumidas es más
importante que la cantidad. A comienzos de
infancia, las grasas deberían constituir el 40%E (Tabla 2), divididas
como sigue [1, 25]:

Los requerimientos proteicos varían según la edad: al año de
vida, sugiere la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)
un PRI de 1,14 g/Kg/día [1]. Después del primer año, el
el crecimiento es mucho menos rápido y las necesidades de proteínas disminuyen.
La ingesta de proteínas recomendada se mide como porcentaje de la ingesta
energética diaria (%E). Hasta 2 años de
edad, la ingesta óptima de proteínas según los niveles recomendados de
ingesta de nutrientes (LARN) es <15%E, preferiblemente en el rango de
8­12%E [25].
La desnutrición proteico­energética puede dañar a algunos seres humanos
tejidos, como el cerebro, el sistema inmunológico y el intestino.
mucosa. Por otro lado, un consumo excesivo de proteínas
(> 15%E) parece estar relacionado con el riesgo de tener sobrepeso u
obesidad en la edad adulta, lo que también puede aumentar
el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas [52]. Esta afirmación se
fundamenta en múltiples evidencias que observaron cómo
una ingesta elevada de proteínas durante la primera infancia y la edad
preescolar se asoció con un aumento del IMC, especialmente en niños de 4
a 8 años [30, 53­55]. Por esta razón,
a sugirió un nivel máximo de proteína igual a 14–
Varios autores han sugerido que el 15%E se observe en la primera infancia
[56, 57]. Un enfoque útil para
Disminuir la ingesta de proteínas podría ser la promoción de
lactancia materna durante el primer año de vida y, después
destete, la evitación de alimentos ricos en proteínas y de vaca
consumo excesivo de leche [52].
Requerimiento de lípidos
Los lípidos son los macronutrientes con mayor densidad calórica. Permiten
la absorción de vitaminas liposolubles.
y son fuente de ácidos grasos esenciales, ARA, EPA,
Ácidos grasos monoinsaturados (MUFA) equivalentes a
15%E, representado principalmente por ácido oleico.
Ácidos grasos saturados (AGS) < 10%E.
Omega 6 PUFA en el rango entre 4 y 8%E,
representado principalmente por ácido linoleico.
AGPI omega 3 en el rango 0,5– 2 %E, principalmente
representado por el ácido alfa­linolénico.
Ácidos grasos trans < 1%E.
DHA 100 mg/día.
El ácido oleico es el principal MUFA de la dieta, se encuentra
abundantemente en aceite de oliva cuya ingesta permite cubrir las
Requerimiento total de lípidos evitando el consumo excesivo.
de ácidos grasos saturados. Entre los PUFA, el ácido linoleico es
el precursor de ARA, mientras que el ácido alfa­linolénico es un
precursor del DHA. ARA es esencial para el crecimiento infantil
y desarrollo y su deficiencia puede provocar dermatitis.
ARA no es un ácido graso esencial a pesar de su importante
función: probablemente por esta razón la EFSA no establece ninguna
valor de referencia dietético (DRV) para ARA [1]. ARA siempre está presente
en la leche humana y se agrega a las fórmulas infantiles, pero durante la
última infancia, la cantidad de
El ARA proporcionado por los alimentos sólidos es bajo [60]. DHA es esencial
para el desarrollo del corazón, el cerebro y la retina, y
su falta podría provocar resultados adversos en el desarrollo psicomotor y
visual [61]. Dado que la producción endógena de DHA no puede cubrir las
necesidades, el
El niño debe añadir una ingesta adecuada de 100 mg/día al
alimentos naturales [1, 25]. Pescado de mar frío (bacalao, salmón, anguilas) o
Algunas algas contienen una gran cantidad de DHA. Colesterol
Es un precursor de las hormonas esteroides, los ácidos biliares y

Tabla 2 PRI para grasas y carbohidratos totales e IA para ácidos grasos [59]
Grupo de edad (años) Carbohidratos totales (%E)a Grasas totales (%E)a LA (%E)b ALA (%E)b ARA + DHA (mg/día)b DHA (mg/día)b

7­11(c) 40(b) 4 0,5 100

1 45– 60 35– 40 4 0,5 100

2– 3 45– 60 35– 40 4 0,5 250

4– 6 45– 60 20­35 4 0,5 250

7– 10 45– 60 20­35 4 0,5 250

11­14 45– 60 20­35 4 0,5 250

15­17 45– 60 20­35 4 0,5 250

≥ 18 45– 60 20­35 4 0,5 250

ALA ácido α­linolénico, d día, DHA ácido docosahexaenoico, %E porcentaje de ingesta energética, ARA ácido araquidónico, LA ácido linoleico
a
PRI Rangos de ingesta de referencia de la población
b
AI Ingesta adecuada, es
C
decir, la segunda mitad del primer año de vida (desde el inicio del séptimo mes hasta el primer cumpleaños)
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vitamina D; también participa en la formación de membranas celulares.
Los principales alimentos que contienen colesterol son la leche, los
huevos y las carnes [62].
Al contrario de lo que se ha observado con la ingesta excesiva de
proteínas en la primera infancia, la ingesta elevada de grasas en el
mismo período parece no tener ningún efecto en la inducción de
sobrepeso y obesidad, medidos con índices de adiposidad en edades
posteriores [63] . .
Necesidades de hidratos de
carbono Los hidratos de carbono son macronutrientes con función
exclusivamente energética (4 Kcal/g) [64]. Son indispensables para
el metabolismo de los eritrocitos y de órganos vitales como los riñones
y el cerebro. Existe un intervalo de referencia para la ingesta de
carbohidratos relacionados con la primera infancia. El límite mínimo
del 45%E [1, 25], cubre las necesidades metabólicas de glucosa en
los tejidos y permite contener la ingesta total de lípidos de la dieta en
un 40%E y la de proteínas dentro del 15%E [25] . El límite superior del
rango de referencia es 60%E [1, 25]. Los carbohidratos se dividen en
azúcares simples, oligosacáridos y polisacáridos. Los azúcares
simples pueden estar presentes de forma natural en los alimentos o
añadidos; no son indispensables si el requerimiento total de
carbohidratos se satisface con otros carbohidratos disponibles
(polisacáridos, almidones) [1]. Su ingesta excesiva puede provocar
hiperglucemia, esteatosis, sobrepeso, obesidad, diabetes, dislipidemia,
hipertensión y caries dental. En la primera infancia, LARN recomienda
una ingesta de azúcares simples < 15 % E [25], mientras que
ESPHGAN recomienda una ingesta < 5 % E [65].
Requerimiento de
líquidos En la primera infancia, el agua representa el 70% de la
composición corporal. Del cuarto al sexto mes, con el destete, los
alimentos introducidos tienen menor contenido líquido que en el primer
semestre; por lo tanto, el agua se vuelve indispensable para cubrir la
necesidad de líquidos. La ingesta adecuada de líquidos es de 800 ml/
día en el segundo semestre de vida y se eleva hasta 1200 ml/día en
el segundo año [1].
Micronutrientes
Durante la primera infancia, los minerales y las vitaminas son
esenciales para el crecimiento. Después del destete, una dieta variada
es esencial para obtener una ingesta adecuada de micronutrientes.
El calcio, el fósforo y la vitamina D son esenciales para el crecimiento
óseo; el yodo permite la síntesis de hormonas tiroideas y la
mielinización cerebral; El hierro es principalmente necesario para la
síntesis de glóbulos rojos y nuevos tejidos. Finalmente, el zinc es
esencial para el crecimiento y la regulación del sistema inmunológico.
En la Tabla 3 se describen los signos de diversas deficiencias de
micronutrientes en lactantes y niños que necesitan alimentación
parenteral, y sus dosis recomendadas .
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Calcio
Las necesidades de calcio dependen del desarrollo de la masa ósea.
El Ca se encuentra principalmente en la leche, el queso, el yogur y las
verduras. La deficiencia de calcio en la edad preadolescente provoca
raquitismo. En el intervalo de 6 a 12 meses la ingesta adecuada es de
280 mg/día, durante el segundo año la ingesta recomendada para la
población aumenta a 450 mg/día [1].
Fósforo El
fósforo se encuentra ampliamente presente en los alimentos,
particularmente en los cereales, las harinas integrales, los huevos, las
legumbres, el pescado, la leche, los quesos y la carne. Dada la
amplia distribución del fósforo en los alimentos, las deficiencias
relacionadas con una ingesta insuficiente de alimentos son raras.
Una ingesta crónicamente insuficiente puede comprometer el
crecimiento y provocar raquitismo. De 6 a 12 meses, la IA de fósforo
es de 160 mg/día, mientras que en el niño pequeño la ingesta
recomendada para la población aumenta hasta 250 mg/día [ 1, 25].
Yodo
El yodo es esencial para la síntesis de hormonas tiroideas. Su
deficiencia en la primera infancia puede provocar bocio e hipotiroidismo
[68]. La mayoría de los alimentos son deficientes en yodo, pero su
enriquecimiento les permite alcanzar el nivel de ingesta apropiado
para la edad, que es de 90 μg/día [1].
Vitamina D
La vitamina D es esencial para la absorción de calcio y la síntesis del
tejido óseo. Su receptor se expresa en diferentes células y por esta
razón la vitamina D desempeña su papel en muchos mecanismos no
esqueléticos. Varios estudios apoyan una relación entre los niveles
séricos de 25­hidroxivitamina D [25­(OH)D] y enfermedades
metabólicas, cardiovasculares y neoplásicas crónicas. Sin embargo,
no se recomienda el consumo de vitamina D para prevenir y tratar
trastornos crónicos no esqueléticos en esta fase de la vida [69].
La piel puede producir vitamina D tras la exposición solar, pero el
niño también puede introducirla con los alimentos. El aceite de hígado
de bacalao, el pescado, el hígado de cerdo, los huevos y la mantequilla
contienen de forma natural vitamina D. La deficiencia de vitamina D
en la primera infancia provoca raquitismo. Las pautas de práctica
clínica de la Endocrine Society recomiendan utilizar el nivel de 25­
(OH)D circulante en suero para evaluar el estado de la vitamina D en
pacientes con riesgo de deficiencia de vitamina D. El Instituto de
Medicina (IOM) y las sociedades endocrinas coinciden en que no es
necesario realizar exámenes de detección a la población general de forma rutinaria [70]
La sociedad endocrina define la deficiencia de vitamina D como una
25(OH)D inferior a 20 ng/ml, y la insuficiencia de vitamina D como una
25(OH)D de 21 a 29 ng/ml [70] . La OIM afirma en cambio que el nivel
de 20 ng/ml es el rango superior de los requisitos humanos [71].
La evidencia disponible sobre la concentración sérica de 25(OH)D
y los resultados de salud musculoesquelética es adecuada para
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Cuadro 3 Signos de déficit de micronutrientes en lactantes y niños alimentados por sus padres y dosis recomendadas para el suministro parenteral en el
misma población [66, 67]
Signos de ceguera Bebés Niños y adolescentes

vitamina a nocturna por deficiencia. 150– 300 μg/Kg/muerte 150 μg/muerte

Vitamina D raquitismo 400 UI/muerte 400– 600 UI/día

vitamina e colestasis, daño hepático, 2,8– 3,5 mg/día 11 mg/día

Vitamina K sangrado, 10 μg/Kg/muerte 200 μg/muerte

Vitamina C sangrado de las mucosas, escorbuto 10– 25 mg/Kg/muerte 80 mg/muerte

Tiamina B1 Beriberi, acidosis láctica, encefalopatía de Wernicke, hiperemia 0,35– 0,5 mg/Kg/día 1,2 mg/día

Riboflavina de la mucosa, estomatitis, dermatitis, anemia, trastornos oculares. 0,15– 0,2 mg/Kg/día 1,4 mg/día

Dermatitis por piridoxina B6, convulsiones, hiperhomocisteinemia, anemia, depresión, encefalopatía 0,15– 0,2 mg/Kg/muerte 1 mg/Kg/muerte

niacina Pelagra (problemas cutáneos, intestinales y neurológicos) 4– 6,8 mg/Kg/die 0,3 17 mg/día

Anemia megaloblástica por vitamina B12, trastornos neurológicos μg/Kg/die 5– 8 μg/ 1 μg/día

Biotina B8 letargo, hipotonía, irritabilidad, alopecia, dermatitis, anorexia, palidez, glositis, náuseas, Kg/die 20 μg/día
hiperestesia, dolor muscular, hipercolesterolemia

Ácido fólico hiperhomocisteinemia, anemia megaloblástica 56 μg/Kg/muerte 140 μg/muerte

Hierro anemia 50– 100 μg/Kg/die 50– 100 μg/Kg/die

Zinc retraso del crecimiento, infecciones, erupción cutánea 100– 250 μg/Kg/muerte 50 μg/Kg/muerte

Yodo típica alteración de la función 1 μg/Kg/die 2– 1 μg/Kg/dieta

Selenio tiroidea macrocitosis de eritrocitos, despigmentación, debilidad muscular 3 μg/Kg/die 2­3 μg/Kg/día

establecer la ingesta de vitamina D para bebés y niños sanos. Zinc

Una concentración sérica de 25(OH)D de 20 ng/ml es una
valor objetivo adecuado para establecer los DRV de vitamina D
[1]. La suplementación en los lactantes es esencial para garantizar
crecimiento óseo saludable y prevenir el raquitismo. en bebes
(0­12 meses) la IA es de 10 μg/día, en el niño pequeño
aumenta a 15 μg/día [1, 25, 70, 71]. Dosis 100 veces
una ingesta superior a la diaria recomendada puede causar
fenómenos de toxicidad [72].
vitamina a
La vitamina A se encuentra en el hígado de varias especies animales,
El Zn es esencial para el crecimiento, el sistema inmunológico y gastrointestinal.
sistemas. Los bebés y los niños pequeños tienen un mayor riesgo de Zn
deficiencia, una condición caracterizada por retraso del crecimiento,
alopecia, diarrea, lesiones cutáneas, pérdida de apetito
y defensas antioxidantes reducidas [74­76]. Otro efecto de la deficiencia
de Zn es el deterioro de la función inmune [77].
La ingesta excesiva de suplementos de Zn puede causar problemas intestinales.
trastornos y fiebre. El requisito de Zn recomendado
para la población en lactantes pequeños es de 2,9 mg/día y aumenta
hasta 4,3 mg/día en el niño pequeño [1].
Hierro

así como en los huevos y el pescado. Las verduras contienen
carotenoides, una provitamina de la que deriva la vitamina A.
El equivalente de retinol (RE) es la unidad de medida utilizada para
describir la cantidad total de vitamina A (vitamina y pro
vitamina) en la dieta. En los países en desarrollo, en alto riesgo.
de desnutrición, la deficiencia de vitamina A puede causar
ceguera. La falta de vitamina A, en algunos casos, provoca
Lesiones conjuntivales, xeroftalmia o queratomalacia.
[73]. Esta condición, si no se trata, progresa hasta que
destrucción de la cámara anterior del ojo, que
puede conducir a una ceguera irreversible. La sobreadministración
crónica de vitamina A causa daño hepático, reversible después
interrupción de la suplementación. En la segunda mitad
del año, la IA es de 250 μg RE/día [1], mientras que en el
niño, la ingesta recomendada para la población es
300 μg RE/día [1, 25].
El lactante afronta los primeros meses de vida con depósitos de hierro
adquiridos en el útero, pero a partir del sexto mes la ingesta dietética
se vuelve imprescindible. Carne, pescado, cereales y huevos.
contienen hierro [25, 78]. Entre los tejidos, la médula ósea requiere
grandes cantidades de hierro para la síntesis de
hemoglobina. La deficiencia de hierro se manifiesta con un rendimiento
físico reducido debido a la reducción de
hemoglobina y mioglobina [79]. Otras consecuencias de
El estado de deficiencia es el deterioro del sistema inmunológico.
respuesta con una reducción de la función de los macrófagos y
neutrófilos y una disminución de los linfocitos T
[80]. La deficiencia de hierro en el cerebro provoca una reducción de la mielina y
síntesis de neurotransmisores con alteración del movimiento,
control de la memoria y la percepción [81]. La deficiencia de hierro en
los bebés puede causar daño cerebral irreversible. En el 6­12
intervalo de meses, el requerimiento recomendado de Fe
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para la población es de 11 mg/día [1]. Desde el principio
del segundo año, disminuye a 7 mg/día [1, 25]. La suplementación sólo se
recomienda en casos manifiestos de hierro.
deficiencia.
Vitamina K
La vitamina K activa los factores de coagulación. Su grave deficiencia
provoca hemorragias. Desde el destete, el lactante puede adquirir esta
vitamina a través de la dieta. Los alimentos que contienen
la mayoría son vegetales de hojas verdes, como brócoli, lechuga
y espinacas. La IA en el intervalo de 6 a 12 meses es de 10 μg/
día [1, 25]; en el niño pequeño, aumenta a 12 μg/día [1].
Vitamina C (ácido ascórbico)
La vitamina C participa en reacciones enzimáticas como la biosíntesis de
colágeno, carnitina y noradrenalina. También
Funciona en reacciones no enzimáticas, como la neutralización.
de especies reactivas de oxígeno [82]. La vitamina C se encuentra principalmente
en verduras. Su deficiencia suele deberse a una inadecuada
ingesta y causa escorbuto. Esta enfermedad se manifiesta con
fatiga, pérdida de peso, artralgias y sangrado de encías; posteriormente, si
no se trata, induce la formación de hematomas (especialmente en los
miembros inferiores). También causa
cicatrices deterioradas, pérdida de dientes, hematomas y sangrado en
muchos órganos, a veces con un desenlace fatal. En los bebés y niños
pequeños, la IA de vitamina C es de 20 mg/día [1].
vitaminas del grupo B
Las vitaminas del grupo B son nutrientes hidrosolubles que intervienen en
diferentes procesos metabólicos, permitiendo la utilización de carbohidratos,
lípidos y proteínas para la obtención de energía. Ellos son
fundamental para el desarrollo de todos los órganos y sistemas,
particularmente el sistema nervioso. Los humanos no pueden
sintetizan vitaminas B y necesitan introducir estos nutrientes con los
alimentos. El bebé toma estas vitaminas de
leche materna, posteriormente, desde el momento del destete,
La ingesta de vitaminas del complejo B depende de otros.
alimentos. Una dieta rica en cereales integrales, verduras de hojas verdes,
semillas oleaginosas, frutos secos y legumbres asegura una cantidad suficiente
dosis de vitamina B. Una deficiencia en cualquier vitamina del grupo B.
El complejo suele ir seguido de la falta de otras vitaminas.
del mismo grupo [83]. Por este motivo es más práctico complementar la
dieta con el grupo B completo.
Tiamina (B1)
La tiamina actúa como coenzima en el metabolismo de los carbohidratos,
aminoácidos de cadena ramificada, ácidos grasos y nucleótidos [84]. Permite
la síntesis de acetilcolina y
También actúa como neuromodulador. Por estas razones, puede ser
Calificado como esencial para el sistema nervioso central y periférico. Una
deficiencia grave y prolongada de tiamina.
Causa el beriberi, una enfermedad caracterizada por problemas neurológicos,
Manifestaciones cardiovasculares y gastroentéricas.
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Riboflavina (B2)
La riboflavina participa en reacciones de oxidación­reducción.
en vías metabólicas que involucran carbohidratos, lípidos
y aminoácidos [85]. La deficiencia de riboflavina causa piel
lesiones, anemia, neuropatía y vascularización corneal.
Niacina (B3)
La niacina es el constituyente de cofactores enzimáticos que participan en
muchas reacciones metabólicas de oxidación­reducción. Él
Contribuye al metabolismo de grasas, carbohidratos y
proteínas. Ayuda al sistema nervioso en sus funciones, mejora la circulación
y reduce el colesterol en sangre. Severo
La deficiencia de niacina provoca pelagra, una enfermedad caracterizada
por dermatitis, diarrea y demencia [86].
Piridoxina (B6)
La piridoxina es un cofactor en el ciclo del folato y en la síntesis de
neurotransmisores como la dopamina, la serotonina,
GABA, noradrenalina y melatonina. La deficiencia de B6 puede
conducir a una reducción de la producción de estos neurotransmisores
y, en consecuencia, a los trastornos del sueño y de la conducta,
deterioro cognitivo, neuritis periférica, cardiovascular
enfermedades, anemia y dermatitis [87].
Biotina (B8)
La biotina es la coenzima de algunas carboxilasas implicadas en
metabolismo energético, en la síntesis de ácidos grasos y
el catabolismo de los aminoácidos. Una deficiencia primaria de biotina es
rara. La deficiencia de biotina puede ocurrir en casos de
nutrición parenteral prolongada (Tabla 3) y puede manifestarse con eccema,
alteración del estado de ánimo e inmunodeficiencia [88].
Ácido fólico (B9)
El ácido fólico es necesario para la síntesis, reparación y
reacciones de metilación. Por tanto, permite la división celular.
reacciones en caso de crecimiento rápido y también permite la
Metabolismo de la homocisteína. Los humanos no pueden producir
ácido fólico, por lo que encuentran esta vitamina en alimentos como
hortalizas de hojas verdes, legumbres, cereales, frutas e hígado.
La deficiencia de ácido fólico causa anemia y un aumento de
homocisteína sérica. En el intervalo de 6 a 12 meses, el
La IA de ácido fólico es de 80 μg/día, mientras que la recomendada
El requerimiento para los niños pequeños aumenta a 120 μg/día [1].
Vitamina B12
La vitamina B12 participa en el metabolismo de la homocisteína y permite la
síntesis de ADN y
hemoglobina.
Alimentos de origen animal, como hígado de oveja, ternera,
El pollo y el pavo son ricos en vitamina B12. Algun pez
También contienen vitamina B12. Los huevos y los quesos contienen B12.
en concentraciones mucho más bajas que la carne y el pescado. B12
la deficiencia causa anemia megaloblástica, aumento del suero
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homocisteína y puede conducir a enfermedades neurológicas permanentes.
daños [89]. En bebés y niños pequeños, la IA de la vitamina
B12 es 1,5 μg/día [1].
Desde la edad preescolar hasta la adolescencia
Comúnmente se considera edad preescolar al período comprendido entre el
tercer y sexto año de vida. En estos años el
El crecimiento es casi constante: alrededor de 2 kg y 6 cm por
año. La prominencia del abdomen y la evidente
Lordosis lumbar que se encuentra en bebés y niños pequeños generalmente
desaparecer. La edad escolar comienza a los 6 años y termina con
el inicio de la pubertad, que ocurre entre los 9 y 15 años
años para las mujeres, y entre 12 y 17 años
para sujetos masculinos. El aumento de peso promedio es de 3 a 3,5
kg por año y unos 6 cm de altura [5]. La adolescencia es
una época de notable crecimiento durante la cual se incrementó significativamente
El crecimiento acelerado se produce con un aumento promedio de la masa ósea.
del 45%. Tejidos blandos, órganos e incluso glóbulos rojos.
crecer en tamaño [90]. Para respaldar todos estos cambios, existe
un pico de requerimiento nutricional durante la adolescencia y
Los déficits de macronutrientes o micronutrientes pueden comprometer
crecimiento y retrasar la maduración sexual [91].
En cuanto a la nutrición, la dieta del niño debe ser
guiado por el pediatra y la familia quienes deben
proponer una dieta variada con porciones adecuadas. Durante la pubertad
suele haber un cambio de hábitos, volviéndose más
expuestos al riesgo de “malos hábitos”. En esencia, el número de comidas
“fuera de casa” aumenta con la preferencia por la “comida chatarra”, rica en
grasas y deficiente en
micronutrientes. La evaluación del crecimiento implica la medición de la altura
y el peso. Durante la adolescencia es necesario integrar la evaluación de la
etapa puberal.
Otros parámetros importantes son la velocidad de crecimiento, la circunferencia
abdominal y el índice de masa corporal (IMC). El
La circunferencia abdominal representa un marcador válido de
riesgo cardiovascular en sujetos con exceso de peso. IMC
describe la relación entre peso y altura:
aumenta en el primer año de vida, luego disminuye hasta
un nadir y comienza a aumentar nuevamente a los 5­6 años. La reanudación
del crecimiento del IMC antes de los 5 años se denomina rebote temprano de
la adiposidad y es un indicador temprano del riesgo de
desarrollar obesidad [92, 93]. Las evaluaciones auxológicas y nutricionales
periódicas permiten detectar precozmente el sobrepeso,
obesidad y estilos de vida erróneos que, si no se corrigen
en la infancia, aumentan el riesgo de enfermedades crónico­degenerativas
enfermedades como la diabetes y la hipertensión [94]. Bajo
El peso o la desviación de la curva de crecimiento pueden ser tempranos.
signo de patologías orgánicas o trastornos de la conducta alimentaria.
Necesidad de energía
Desde la niñez hasta la adolescencia, el aporte energético debe ser
adecuada a las necesidades para evitar la desnutrición tanto en defecto como
en exceso. Con el inicio de la pubertad, el requerimiento energético aumenta,
llegando a 2.500 Kcal/día en niñas y
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3000 Kcal/día en niños [25]. El aumento del aporte energético debería
satisfacerse con el consumo de cereales,
legumbres, frutas y verduras, en lugar de con el insumo
de grasas y azúcares libres. Los adolescentes, especialmente durante la
durante el período puberal, deben evitar las dietas bajas en calorías porque
pueden ralentizar el crecimiento y la maduración sexual. Ellos
También se debe evitar la sobrenutrición que promueve el sobrepeso y la
obesidad.
La obesidad infantil es un problema de salud emergente grave. Los niños
obesos tienen muchas más probabilidades de sufrir
obesos en la edad adulta en comparación con los niños con una edad normal
IMC. La obesidad en la infancia puede causar enfermedades crónicas graves.
enfermedades posteriores, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares
enfermedades, hipertensión, osteoporosis y algunos carcinomas. También
tiene consecuencias psicológicas y puede
contribuir a un retraso en la función académica y social como
así como baja autoestima y depresión. Por tanto, la prevención de la obesidad
infantil es de primordial importancia.
Las intervenciones para prevenir y controlar la obesidad.
están dirigidos principalmente a limitar la ingesta de azúcar y altos
snacks calóricos con mayor consumo de dieta basada en verduras y frutas.
Es importante tener una dieta diaria saludable.
desayunos y comidas familiares caseras, porciones adecuadas y reducción
de las comidas fuera de casa. Limitando también la
duración del “tiempo frente a la pantalla” y aumentar el nivel de
la actividad física puede prevenir la obesidad infantil [95].
Requerimiento de proteínas
En los niños, la ingesta de proteínas en la dieta es necesaria para reponer
recambio de proteínas y para satisfacer las necesidades de crecimiento. El diario
El requerimiento proteico de 4 a 7 años es de 0,86 g/kg (PRI)
y aumenta a 0,92 g/kg en la fase prepuberal [1, 28].
Es necesario el mayor requerimiento proteico del adolescente
para apoyar el aumento de la masa muscular, los eritrocitos y
mioglobina y para apoyar los cambios hormonales. Insuficiente
La ingesta de proteínas provoca retraso en el crecimiento y la maduración
sexual, reducción de la masa muscular e inmunodeficiencia [96].
Las proteínas alimentarias pueden ser de origen animal o vegetal. En
comparación con las proteínas vegetales, las proteínas animales contienen una mayor
cantidad y variedad de aminoácidos esenciales, y, para ello
Por esta razón, se consideran de mayor calidad [97].
Requerimiento de lípidos
Los lípidos son una fuente constante de energía, contienen sustancias esenciales.
micronutrientes y permiten la absorción de vitaminas liposolubles. Aun así,
aumenta su ingesta excesiva en la infancia.
el riesgo de enfermedades crónico­degenerativas en la edad adulta.
Considerando que los lípidos son esenciales para el crecimiento del cerebro en
los primeros 2 años, los pediatras deben dar consejos dietéticos a
reducir el riesgo cardiovascular a partir del tercer año de vida [58].
Desde preescolar hasta la adolescencia, los lípidos recomendados
El requerimiento para la población está en el rango de 20–
35%E (Tabla 2), dividido de la siguiente manera [1, 25]:
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Ácidos grasos saturados (AGS) < 10%E.
PUFA omega 6 en el rango entre 4 y 8%E.
AGPI omega 3 en el rango 0,5­2%E.
Ácidos grasos trans < 1%E.
DHA 100 mg/día;
Colesterol < 300 mg/día.
Los hábitos familiares pueden influir y orientar los hábitos
alimentarios del niño. Los adolescentes, por otro lado, desarrollan
conductas alimentarias desordenadas al preferir alimentos muy ricos
en grasas saturadas y colesterol. Estos hábitos alimentarios incorrectos,
junto con un estilo de vida sedentario, pueden contribuir al desarrollo
de sobrepeso y obesidad, esteatosis y enfermedades cardiovasculares
en edades posteriores [98].
Necesidades de carbohidratos
Desde la edad preescolar hasta la adolescencia, el intervalo de
referencia para la ingesta de carbohidratos es entre el 45 y el 60% de
la energía dietética total. En sujetos que realizan actividades deportivas
intensas se permiten aportes de hasta el 65%E [25]. Entre los
carbohidratos, los azúcares simples deben introducirse con
moderación porque aumentan el riesgo de sobrepeso, obesidad,
diabetes, hipertensión y caries [1]. Por estos motivos, la ingesta
máxima permitida por los LARN es del 15%E [25], y la Sociedad
Europea de Gastroenterología Pediátrica, Hepatología y Nutrición
(ESPGHAN) recomienda una ingesta <5%E [65]. Según estas
recomendaciones, en la infancia y la adolescencia es adecuado
reducir el consumo de alimentos azucarados como dulces, zumos de
frutas y bebidas azucaradas.
En cambio, los polisacáridos se encuentran en alimentos como el pan,
la pasta, el arroz y las patatas. Cada uno de estos alimentos tiene un
índice glucémico particular que describe la tasa de aumento del azúcar
en sangre después de su ingesta. Los LARN recomiendan preferir
alimentos con un índice glucémico bajo [25].
Fibra
La fibra dietética no es un nutriente esencial porque no tiene función
plástica ni energética. Sin embargo, regula la función intestinal
influyendo en la microbiota, aumentando la masa fecal y acelerando
el tiempo de tránsito intestinal [94]. Los cereales integrales, las
legumbres, las frutas y verduras son alimentos naturalmente ricos en
fibra. Estos alimentos también son ricos en micronutrientes, ralentizan
la absorción de carbohidratos y reducen la absorción de grasas. En
los niños, la evidencia para establecer IA para la fibra dietética es
escasa. En niños en edad escolar se recomienda una ingesta mínima
de fibra de 10 g/día, mientras que en adolescentes se recomienda una
ingesta de al menos 25 g/día [1, 25, 55].
Necesidad de líquidos
Los adultos ofrecen al niño muchos tipos de bebidas, pero no todas
son necesarias ni útiles para un crecimiento saludable.
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En los primeros 5 años de vida los niños sólo necesitan agua y leche
natural. El primero aporta la hidratación necesaria para vivir y el
segundo aporta los nutrientes esenciales.
El consumo de bebidas azucaradas puede convertirse en un hábito
negativo que comienza en la infancia y se fortalece en la adolescencia.
Las bebidas gaseosas, las bebidas deportivas, las bebidas de frutas,
la limonada, el agua azucarada y otras bebidas que contengan azúcar
añadido pueden considerarse una condición de riesgo para la salud
del niño. Aumentan el riesgo de sobrepeso, enfermedades cardíacas,
diabetes y esteatosis hepática [99]. La ingesta total de líquidos
sugerida por la EFSA en adolescentes corresponde a 2100 para los
hombres y 1900 ml para las mujeres [100].
Micronutrientes
En la edad preadolescente la necesidad de micronutrientes se
satisface con una dieta variada que incluya cereales, legumbres,
frutas, verduras, huevos, leche y derivados, pescado y carne.
Los niños no necesitan suplementos, pero algunos alimentos como la
sal están enriquecidos con yodo para evitar el bocio y el hipotiroidismo.
Además, para reducir el riesgo de hipertensión en la edad adulta, se
recomienda reducir el contenido de sal en la dieta. Durante la
adolescencia, con el estirón, aumentan las necesidades de
micronutrientes, en particular calcio, hierro, zinc y folato; Para
garantizar esos ingresos, los adolescentes deben tener una dieta muy
variada.
Debido al rápido crecimiento óseo que se produce, la adolescencia
es la fase de la vida con mayor necesidad de Ca (1150 mg/día) [1]. No
está claro si la deficiencia de Ca en la juventud puede recuperarse en
la edad adulta o si este déficit expone al individuo a un mayor riesgo
de osteoporosis en edades posteriores. Si el adolescente no ingiere
el calcio adecuado en la dieta, se recomienda la suplementación. La
ingesta excesiva de Ca reduce la absorción de Fe, Zn, Mg y otros
minerales [101, 102].
Los adolescentes también tienen un mayor riesgo de sufrir anemia
por deficiencia de hierro. El Fe es esencial para aumentar la masa
muscular y los glóbulos rojos. Las adolescentes pierden hierro
mensualmente debido al ciclo menstrual y pueden tener un mayor
riesgo de anemia. Los adolescentes deben ser investigados por
anemia por deficiencia de hierro cada 2 años para tratar a los anémicos
con suplementos de hierro. En algunos casos, la suplementación con
hierro no resuelve la anemia, debido a las elevadas necesidades o
porque no siempre el hierro es la causa de la anemia en sí. Aún así,
otros micronutrientes son necesarios para la formación de glóbulos
rojos (piridoxina, folato, magnesio y zinc) [101, 102]. En los
adolescentes, la necesidad de Fe recomendada por la EFSA es de 13
mg/día, incluso si las necesidades de hierro de los adolescentes son
muy variables [1]. Por este motivo, la dosis sugerida para la
suplementación diaria con hierro elemental en niños en edad escolar
y adolescentes, según las directrices de la OMS, es de 30 a 60 mg
[103].
Los adolescentes, debido a su velocidad de crecimiento, tienen un
alto requerimiento de Zn y un mayor riesgo de deficiencia de este
mineral. Las consecuencias de este déficit están relacionadas con
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la disminución de sus funciones biológicas (catalítica, estructural,
reguladora e inmune), que determinan alteraciones de hormonas,
citocinas y enzimas implicadas en diversos servicios como el
desarrollo óseo, la salud del sistema inmunológico, la integridad
de la piel y la adaptación a la oscuro.
Los siguientes signos pueden ocurrir en adolescentes con
deficiencia significativa de Zn: retraso del crecimiento, hiporexia e
hipogonadismo. Estos problemas regresan después de la
suplementación. La introducción excesiva de Zn puede reducir la
absorción de Fe [102]. El requerimiento recomendado de Zn en
adolescentes es de aproximadamente 11 mg/día [1].
Muchos adolescentes tienen una ingesta dietética insuficiente de
folato y pueden desarrollar una deficiencia del mismo, lo que
provoca anemia y un aumento de la homocisteína plasmática.
Además, si consideramos el fenómeno de los embarazos
adolescentes, la deficiencia de ácido fólico se asocia con una
mayor incidencia de defectos del tubo neural en el feto. Teniendo
en cuenta las consideraciones anteriores, el pediatra debe
recomendar la ingesta de alimentos ricos en folato, pudiendo en
algunos casos también ofrecer suplementación con suplementos
[101]. El requerimiento estimado de folato para la población
adolescente es de 400 μg/día [1, 104] y, en aquellas que estén
considerando un embarazo, se debe iniciar un suministro al menos
4 a 8 semanas antes de que comience el embarazo.
La dieta vegana es cada vez más popular entre los adolescentes.
Esta dieta se basa en la exclusión de alimentos de origen animal,
incluidos la leche y los huevos. Aunque la ingesta de alimentos
como legumbres, tofu, cereales y frutos secos asegura un aporte
energético y proteico adecuado, esta dieta es deficiente en
vitamina B12 y riboflavina; por lo tanto, puede ser necesaria una
suplementación [105].
El requerimiento de B12 recomendado para la población
adolescente es de 3,5 μg/día [1].
Conclusión
Una nutrición adecuada asegura un crecimiento fisiológico
previniendo enfermedades. Tanto los macronutrientes como los
micronutrientes son esenciales para la nutrición de los niños en
cantidades adecuadas y equilibradas. Los principales
macronutrientes son las proteínas, los carbohidratos y los lípidos,
pero también es importante la ingesta de fibras y líquidos. Además,
los micronutrientes son esenciales: la falta de incluso uno de ellos
puede tener consecuencias importantes, perjudicando el
crecimiento, retrasando la maduración o determinando
enfermedades carenciales como el raquitismo, el escorbuto o el
cretinismo. Cada edad tiene sus necesidades nutricionales
específicas. Durante los primeros 6 meses de vida, el crecimiento
es rápido y la leche materna, a pesar de contener cantidades
relativamente pequeñas de algunos macro y micronutrientes, es capaz de satisfacer el crecimiento y el desarrollo de forma óptima.
El destete aumenta el riesgo de una dieta desequilibrada y los
pediatras deben apoyar a la familia durante este proceso. El
crecimiento es constante desde la edad preescolar hasta la
adolescencia. Con el inicio de la pubertad se puede observar un
rápido aumento de la talla y el peso, así como de la sexualidad.
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Se realiza la maduración: estos cambios necesitan un aporte
proporcional de macronutrientes y micronutrientes, ya que la
desnutrición retrasa la maduración sexual, mientras que la
sobrealimentación predispone a la obesidad, la diabetes y las
enfermedades cardiovasculares. Para apoyar los procesos
fisiológicos de las diferentes edades, un conocimiento profundo de
las necesidades nutricionales específicas de los jóvenes, y cómo
cambian según su edad y estado de salud, es una herramienta útil
de la práctica clínica y debe ser poseída por todos. el clínico. De
hecho, cada período de la edad pediátrica tiene sus requerimientos
y características específicas, y la deficiencia de nutrientes
individuales específicos podría retrasar el crecimiento o
comprometer órganos y funciones específicas.
Abreviaturas
AI: Ingesta adecuada; ARA: ácido araquidónico; ARFID: Trastorno restrictivo por evitación de la
ingesta de alimentos; DRV: valores dietéticos de referencia;
DHA: ácido docosahexaenoico; DIT: termogénesis inducida por la dieta;
EFSA: Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria; EPA: ácido eicosapentaenoico;
LARN: niveles recomendados de ingesta de nutrientes; LC­PUFA: Ácidos grasos
poliinsaturados de cadena larga; TMB: tasa metabólica basal; MUFA: Ácidos grasos
monoinsaturados; PRI: Ingesta de referencia de la población; RE: equivalente de retinol;
SFA: Ácidos grasos saturados; OMS: Organización Mundial de la Salud;
%E: Porcentaje de ingesta energética diaria
Agradecimientos No aplica.
Contribuciones de los autores
GS y AC redactaron el manuscrito y seleccionaron fuentes bibliográficas. GS recopiló y analizó los
datos clínicos. GC concibió el tema, revisó el manuscrito y dio la aprobación final a la versión a
presentar. Los autores leyeron y aprobaron el manuscrito final.
Financiamiento No se otorgó financiamiento para esta investigación.
Disponibilidad de datos y materiales Los
conjuntos de datos utilizados y analizados durante el presente estudio están disponibles del autor
correspondiente a solicitud razonable.
Declaraciones
Aprobación ética y consentimiento para participar No aplica.
Consentimiento para publicación
No aplicable.
Intereses en competencia
Los autores declaran que no tienen intereses en competencia.
Detalles del autor
1
Departamento de Promoción de la Salud, Atención Materno Infantil, Medicina Interna y Especialidades
Médicas “G. D'Alessandro”, Hospital Universitario “P.Giaccone”, Palermo, Italia.
2
Unidad de Pediatría, Fondazione IRCCS Ca' Granda Ospedale Maggiore
3
Policlinico, Milán, Italia. Universidad de Milán, Milán, Italia.
Recibido: 5 de febrero de 2021 Aceptado: 27 de abril de 2021
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Nota del editor Springer

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