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Todas las personas tienen la capacidad de establecer criterios sobre cualquier temática,
siempre enmarcados en los principios, valores y creencias que adquiere cada una a lo largo
de su vida. Tal como elaboran esos juicios con respecto a diversos aspectos de su entorno,
los sujetos inconscientemente crean una percepción de sí mismos, que se conoce como
autoestima.
La autoestima se forma a partir de una autoevaluación que se hacen los individuos, la cual
da como resultado una valoración, que puede ser positiva o negativa, y esta a su vez
provoca el desarrollo de una serie de emociones y pensamientos que determinan la opinión
que cada quien tiene de su persona. La autoestima influye de manera directa en la reacción
que los sujetos presentan ante los estímulos del entorno, en especial cuando otros hacen
referencia a temas que los aluden, momento en el que se pueden sentir halagados o
señalados, dependiendo de su valoración.
Por lo general se reconocen dos tipos de autoestima: la baja, cuando la valoración es
negativa, o la alta, si es positiva. Las personas que sufren de autoestima baja se caracterizan
por ser acomplejadas, tratar de pasar desapercibidas y siempre sentirse inferiores; son
sumamente susceptibles, se encuentran a la defensiva porque temen que otros se den cuenta
de sus defectos y regularmente experimentan sentimientos negativos. Por el contrario, las
que tienen autoestima alta son optimistas, reconocen sus cualidades y tratan de explotarlas;
a pesar de que son conscientes de sus fallas, están seguras de que estas no deben limitarlas.
No existe una edad específica en la cual se desarrolle la autoestima. Sin embargo, durante
la etapa de la niñez y la adolescencia, sobre todo cuando los jóvenes empiezan a conocer
sus gustos, interactúan más seguido con sus similares y determinan su personalidad, es el
momento en el que elaboran su autoconcepto, es decir, la idea que tienen de ellos mismos y
que desean proyectar a los demás; es ahí donde se refleja la autoestima. A pesar de eso, la
autoestima es variable, pues las diversas experiencias laborales, profesionales, amorosas y
familiares que se presentan a lo largo de la vida, pueden originar que la valoración personal
cambie.
Cuando las personas conocen el significado de la autoestima, piensan que lo malo es tener
una valoración negativa de sí mismos y por consiguiente baja autoestima, ya que esta
claramente afecta el desarrollo de los individuos en su vida social. Sin embargo, pocas
saben que también existe el exceso de autoestima, producto de una valoración
exageradamente positiva, y que este puede desencadenar consecuencias graves para quien
lo manifiesta y los que están en su entorno.
¿Cómo identificar a una persona con exceso de autoestima?
Es fácil reconocer a los individuos con exceso de autoestima, porque siempre quieren
mostrarse superiores al resto de las personas, desean sobresalir para que los admiren y los
cataloguen como un modelo a seguir. No les importa la opinión de los demás y están
seguros de que cualquier crítica que les realizan es por envidia.
Son el centro de atención en donde quiera que se encuentren, pues no se cohíben de
expresar sus ideas, ya que se creen dueños de la razón y les parece inaceptable que otros los
contradigan. Exigen que se les tome en cuenta para cualquier ocasión y que los feliciten por
todo lo que hacen, así sea insignificante; son egocéntricos, les encanta alardear de sus
logros y los magnifican. Generalmente están inconformes con lo que tienen, porque sienten
que se merecen más, esto los hace ambiciosos.
Los que sufren de exceso de autoestima se rodean de personas sumisas, que tienen una
valoración negativa de sí mismas, pues estas son las que por sentirse inferiores y
acomplejadas, realmente creen que son afortunadas de estar con sujetos que se muestran tan
seguros; por eso, apoyan sus ideas, siempre les dan la razón y los sobreestiman, aunque en
el fondo desean ser como ellos. Mantenerse en ese entorno condescendiente permite al
individuo egocéntrico estar en una zona de confort, la cual lo lleva a ser cada vez más
engreído.
La principal diferencia entre una persona con exceso de autoestima y una con
autoestima alta, es que la primera se considera perfecta en todo sentido, no reconoce sus
defectos y tiene un ideal de sí que no se ajusta a la realidad; mientras que la segunda
aprende a quererse tal y como es, consciente de que hay aspectos que tiene que mejorar,
pero sintiéndose capaz de hacerlo, lo que le permite tener seguridad en sí misma y resaltar
sus virtudes.
Causas por las que se desarrolla el exceso de autoestima
Existen diversas razones por las cuales una persona puede desarrollar exceso de autoestima,
casi todas provocadas por la interacción que tienen los individuos con los diversos agentes
de socialización, tal es el caso de la familia, los pares y medios de comunicación,
mayormente durante la niñez y la adolescencia. Por su parte, los factores individuales que
se consideran importantes para establecer la valoración personal, son el carácter y el
temperamento, aspectos que influyen en la vulnerabilidad que los sujetos tienen ante los
estímulos que reciben del entorno social.
Durante la crianza, las bromas dentro del núcleo familiar y el reforzamiento negativo o
positivo por parte de los padres a los niños cuando estos realizan actividades, expresan sus
sentimientos o manifiestan sus ideas, pueden considerarse aspectos determinantes.
Generalmente las personas que tienen exceso de autoestima han sido muy consentidas en la
etapa de la niñez, ya sea por sus progenitores o por otros integrantes de la familia, los
cuales siempre cumplieron sus caprichos y les manifestaron lo importante que eran,
exaltando exageradamente sus atributos.
De igual forma, es posible exaltar al menor de manera indirecta mediante las
comparaciones a su favor y los comentarios negativos que hacen los adultos cuando se
refieren a otros pequeños, ya sea a sus hermanos, primos o compañeros de aula, lo que
provoca que el niño se sienta superior. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que
el exceso de autoestima también puede desarrollarse como mecanismo de defensa, sobre
todo a corta edad, en los infantes y adolescentes que no creen recibir la atención que
merecen, lo que los lleva a consolarse a sí mismos repitiéndose lo grandiosos que son y a
encargarse de hacer todo lo posible por llamar la atención, para que otros también noten la
perfección que están seguros tener.
Asimismo, fuera del ambiente familiar, los adolescentes reciben muchos mensajes sobre lo
que está socialmente aceptado y lo que no, las modas y los estereotipos, en una edad en la
que se encuentran abrumados por todos los cambios físicos y psicológicos que
experimentan, lo que los hace más vulnerables a juzgarse según esos patrones y tratar de
imitarlos. Por eso, cuando las personas con exceso de autoestima buscan resaltar, se ajustan
a dichos modelos, pues eso les permite llamar la atención de los que tienen a su alrededor y
generar envidia, la cual alimenta su egocentrismo.
Por lo general resulta difícil que los individuos desarrollen exceso de autoestima durante la
etapa adulta, sobre todo si no han tenido indicios de ello en su juventud, pero puede ocurrir.
Después de una desilusión amorosa, un fracaso laboral o una pérdida significativa, los
sujetos atraviesan una etapa de duelo que puede ser desgarradora, pero algunos temen dejar
en evidencia su fragilidad ante la situación, por lo que reflejan una valoración
exageradamente positiva para que otros no sospechen de su tristeza y poco a poco van
adoptando ciertas actitudes características del exceso de autoestima, variando así su
personalidad.
Autor: © PSIGUIDE
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