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El Miedo

El miedo o temor es una emoción caracterizada por una intensa sensación


desagradable provocada por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente,
futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural
al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, lo que incluye al ser
humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo está
relacionado con la ansiedad.

De lo que tengo miedo es de tu miedo.


William Shakespeare

Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo.


Publio Siro

Aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo.


Leonardo Da Vinci

El miedo puede llevar a las personas a cualquier extremo.


George Bernard Shaw

Mejor es morir de una vez que estar siempre temiendo por la vida.
Esopo

El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.
Tito Livio

El hombre que tiene miedo sin peligro, inventa el peligro para justificar su miedo.
Alain
LA PROFUNDIDAD DEL MIEDO

La profundidad del miedo es infinita, inconmensurable, indestructible.


Cada átomo tiene su porción, compartiendo espacio con la inteligencia para disuadirlo,
la fuerza para soportarlo y la capacidad para reconocer su origen.
El miedo es un sentido añadido a la totalidad de los sentidos, todos ellos se resienten
y deterioran con su efecto.
Se nos pone la piel de gallina, como primera reacción ante el miedo y el corazón
acelera su ritmo. Hay quien se caga de miedo y también quien se paraliza.
Su capacidad de destrucción es tan grande que maneja la sabiduría del mundo y la
convierte en pánico colectivo.
Es el coco que mece la cuna, la bruja piruja que devora niños desobedientes, el
demonio, el fruto prohibido, los diez mandamientos, los experimentos irracionales, el
poder, la bomba atómica...
Es el arma de destrucción masiva más eficaz, el encargado del mantenimiento interno,
el dictador con más experiencia, más antigüedad y el causante del estancamiento
evolutivo personal y social.

Es el primer síntoma que aparece, junto con el hambre; aliado con la oscuridad,
socio de la ignorancia, traficante del remordimiento.
Nadie se libra del miedo, es un factor añadido al cuerpo, como las extremidades los
órganos y las vísceras, devorando lentamente su integridad, circulando por las arterias
como un colesterol maligno, absorbiendo la médula hasta el cerebro, causando
verdaderos estragos emocionales.
Nadie acude al médico por estar atacado de miedo, el mero hecho de acudir por
otras causas ya provoca el miedo. Sin embargo es el virus que potencia el resto de
enfermedades y a su vez son estas las que aumentan el miedo.
Existen métodos disuasorios para sacudirlo, para alejarlo y mantenerlo a raya. Todos
ellos son atenuantes que actúan como engañabobos, con el consentimiento del bobo,
a veces desconoce el engaño, otras lo acepta.
Las drogas, los fármacos, el alcohol, en desproporción o como habito , son amigos que
más tarde o más temprano reclaman su servicio, exigen mayor cantidad y abren las
puertas del subconsciente apareciendo todos los miedos acumulados retenidos, más
los añadidos por el malestar.
Todos los miedos derivan de un único miedo. El miedo a la muerte.

Afortunadamente la vida ofrece distracciones suficientes para evitar pensar


constantemente en ella. Pero a la muerte le basta una décima de segundo para hacer
acto de presencia y acabar en un suspiro con el suspiro.
Si pensásemos más asiduamente en la muerte corregiríamos detalles que nos
conducen precipitadamente a ella.
Curiosamente cuando eludimos el miedo, cuando nos atrevemos a las temeridades
más temerarias, cuando llenamos la mente con imposibles y nos obstinamos en
conseguirlos cueste lo que cueste, cuando nos atiborramos de mierda ingerida y
mierda obligada; en esas ocasiones envalentonadas donde nos enfrentamos al miedo
sin conocer su arsenal...
Todo el trayecto de vida se ve amenazado por un fin común, no se salva nadie.
Pero ese trayecto está lleno de escollos, de malestar, de lucha, de incertidumbre e
inseguridad. Es el trayecto lo que produce miedo, dolor y angustia.
Con la muerte se acaban los miedos.

Existen, verdaderos expertos en generarlo, esperpentos llenos de miedo que exteriorizan


su miedo causando miedo a los demás.
Conocedores del mecanismo que lo acciona manejan dioses y dictaduras, siembran
carencias y pregonan biblias y coranes, erigen ídolos de cartón piedra, de barro, de
madera, materiales todos biodegradables, como sus dioses.
Son los suministradores del pánico, los que mantienen un orden común que les
favorece, adiestran mentes inyectando miedo, fomentan el machismo, la xenofobia, la
incultura, el hambre. Trafican con experimentos químicos, virus, epidemias.
Ellos no creen en dios alguno, saben que no existe por eso no le temen ni a él ni a sus
represalias.
Dios existe porque existe el miedo. La necesidad de que exista es por interés personal,
todos le pedimos algo, todos confiamos en que resuelva nuestros problemas, todos
esperamos milagros y reencarnaciones...no queremos perder nada de lo que tenemos,
queremos volver una y otra vez, aunque sea para seguir soportando el miedo.

Con la muerte dejamos espacio para nuevas vidas, oportunidad para regeneraciones,
posibilidad de evoluciones culturales que liberen las conciencias y descubran el
potencial manipulador del miedo.
Y el universo se mofa de nosotros. Insectos espaciales hambrientos de nada y saciados
de miedo. Indefensos planetarios que miramos al cielo esperando una luz que ilumine
nuestras mentes, un retorno que colme nuestras ambiciones, una inmortalidad que
garantice nuestra ignorancia.
En el origen de las estrellas está el verdadero dios, la fuerza de la vida, el sentido de la
nada. Aquello que hagamos bien será la herencia futura, la religión sin ídolos, el
bienestar y la sabiduría.
Grandes como somos ante la prepotencia, e indefensos ante el miedo que nos consume,
mortales, al fin y al cabo.

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