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TEMA 3 Tipos de estructuras

cerebrales

INTRODUCCIÓN
La IE, al igual que otras inteligencias y al igual que los procesos psicológicos
básicos tienen un substrato neuroanatómico que los controla y regula. En el cerebro es el
neocórtex, en conjunción con el sistema límbico quienes ejercen el gobierno inteligente
de las emociones. Las investigaciones de los neurólogos de la emoción (Damasio, LeDoux,
Jáuregui, Rubia, entre otros) han aportado evidencia anatómica acerca de cómo puede
afirmarse la existencia de, no solamente de las respuestas emocionales, sino de las bases
neuroanatómicas de la Inteligencia Emocional, en tanto que constructo psicológico que
permite la gestión de las respuestas emocionales.
Las líneas que siguen ilustran sucintamente dichas bases. Una visión más amplia
de estos aspectos puede verse en obras especializadas de neuroanatomía. El propósito
del capítulo es sustentar en el cerebro humano el comportamiento emocionalmente
inteligente y, conocer, también sucintamente, qué estructuras cerebrales y qué tipo de
funcionamiento es el causante de la “falta de Inteligencia Emocional” en las reacciones y
estados no adaptativas ante situaciones que generan emociones y sentimientos.

1. FUNDAMENTOS NEUROANATÓMICOS DE LA INTELIGENCIA


EMOCIONAL
El cerebro humano con su kilo y cuarto de peso y unos cien mil millones de células
es el órgano donde residen los procesos mentales y emocionales. Es el órgano de las
inteligencias múltiples, entre ellas la IE. La definición de Inteligencia Emocional tal y como

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ha quedado reflejada por Goleman, Salovey, Mayer y Caruso y por Bar-On como constructo,
necesita de una validación empírica de sus componentes teoréticamente formulados desde
el punto de vista cognitivo del procesamiento emocional de la información, pero, además
es necesario también, complementarlo con el substrato cerebral, genético y psicofisiológico
que permite el comportamiento emocional del sujeto.
Este soporte neuroanatómico necesario para dotar de entidad al constructo de IE
se fundamenta en el papel crucial que las emociones ejercen sobre el razonamiento y la
toma de decisiones, tal y como lo formula Damasio (1994) en su hipótesis del marcador
somático. Esta hipótesis explica que nuestras deliberaciones sobre la elección y planificación
del futuro dependen de nuestros sentimientos sobre los distintos escenarios a los que
nos enfrentamos. La construcción de ciertos componentes de un estado emocional y las
sensaciones que resultan de dicho estado asignan valores a las decisiones que el sujeto
puede adoptar y sirven para inclinar la balanza hacia los escenarios asociados a emociones
positivas. Este conjunto de procesos puede estar sujeto a una considerable orientación
intencional y ser accesible al pensamiento consciente o, por el contrario, actuar de forma
sistemática (Damasio, 1994; citado por Adolphs, 2002: 147).
Esta orientación intencional formulada por Damasio es el propósito de la Inteligencia
Emocional, la de gestionar estos procesos conscientemente, para ello, en el cerebro,
concretamente, el sistema límbico y la zona prefrontal del neocórtex en su circuitería
neurológica bidireccional reside esta capacidad de gestión emocional. Sin embargo,
no solamente estas áreas son las únicas implicadas en la IE, sino que el procesamiento
emocional se realiza también mediante subsistemas neuroanatómicos parcialmente
diferentes, y distintos aspectos de cada emoción, como son el conocimiento que de ella se
tiene, la experiencia sobre la misma y la reacción psicofisiológica y conductual provocada,
dependen de subsistemas neuronales diferentes, aunque solapados (Damasio, Grabowksi,
Bechara, Damasio, Ponto, Parvini e Hichwa (2000).
Las estructuras cerebrales implicadas en la percepción, comprensión y expresión
emocional (componentes de la IE) han sido estudiadas en ratas y en humanos; para ello se
emplean avanzadas técnicas de neuroimagen (Resonancia magnética, PET1, FMRI, etc.) que
permiten identificar qué áreas cerebrales se activan cuando se está realizando una actividad
emocional. Se obtienen neuroimágenes de diferentes partes del cerebro en el momento
de oír, ver, decir y pensar palabras con contenido emocional; por lo tanto se consiguen

1. La técnica de evaluación neurológica (PET) utiliza radiofármacos (Fluordeoxiglucosa), que al ser absorbidos
por el torrente sanguíneo emiten rayos gamma a modo de fosforescencias y ofrecen imágenes de las zonas
cerebrales que se activan durante la ejecución de determinadas tareas. Esta técnica está considerada como
demasiado invasiva o molesta para los niños. En la exploración neuroanatómica se emplea también la FMRI
(Imagen funcional por resonancia magnética), e incluso con la nueva tecnología desarrollada por Hirsch y cols.
En la Universidad de California, que combinan esta última la Resonancia Magnética que permite ver detalles
en imágenes anatómicas tridimensionales de tejidos cerebrales, con una supercomputadora gráfica y varias
estaciones de trabajo que realizan un seguimiento en el tiempo con respecto a los cambios morfológicos
producidos.

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mapas de las áreas cerebrales relacionadas con dichas tareas. En términos de medición, las
regiones cerebrales activas se miden en vóxels, un volumen de tejido nervioso del tamaño
de un grano de arroz. Cuando una parte del cerebro está trabajando intensamente sobre
determinada tarea de aprendizaje se encienden más vóxels.
El itinerario de la información emocional se desarrolla a través de numerosos niveles
neuronales en conjunción con estructuras neuroanatómicas y neurofisiológicas y con
todos los procesos perceptivos de las diferentes modalidades sensoriales. Sin embargo,
por sus inextricables enlaces con el cuerpo, las emociones se manifiestan en primer lugar
en el curso del desarrollo y tienen una relevancia importante sobre nuestra vida mental.
La emoción constituye un punto de referencia inicial porque se desarrolla enseguida e
interviene en todo lo que ocurre en el cerebro (procesamiento de la información); su
influencia es determinante (Damasio (1995: 205-206).
El gran problema comprensivo del funcionamiento cerebral en el procesamiento de la
información cognitiva y emocional es cómo éste integra la información. Se conoce bien su
morfología y el funcionamiento de las diferentes áreas anatómicas, así como la naturaleza
de la transmisión electroquímica de los neurotransmisores y sus efectos en las diferentes
partes del cuerpo, sin embargo, el gran enigma es cómo se realiza la integración de todas
esas funciones bajo la actividad o constructo denominado voluntad consciente. Se trata
de conocer la interacción voluntaria y consciente entre procesos como las emociones, los
sentimientos, las ideas, los recuerdos, los valores, y la propia consciencia, en suma, lo que
podríamos denominar el metaconocimiento.
La IE es muy compleja; en ella confluyen no sólo factores biológicos y cognitivos,
sino también la experiencia vivida, las actitudes, las creencias y las expectativas de tipo
ambiental, así como la adaptación al medio (Mora y Ruiz, 2001). Esta adaptación al medio
es básica para explicar los complejos mecanismos del aprendizaje y de la modificación de
las conductas emocionales.

2. ESTRUCTURAS NEUROANATÓMICAS DE LA INTELIGENCIA


EMOCIONAL
Dos son las estructuras cerebrales básicas que intervienen en el procesamiento
de la información emocional. Se trata del sistema límbico y de la corteza cerebral.
Otras estructuras del cerebro también están implicadas aunque en menor medida. El
comportamiento emocionalmente inteligente requiere de una adecuada interacción entre
los circuitos neurológicos de dichas estructuras y, eso, solamente es capaz de gestionarlo
la voluntad consciente o consciencia emocional del sujeto.

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2.1. EL SISTEMA LÍMBICO.
El sistema emocional es el sistema límbico (el cerebro del mamífero) el cuál puede
actuar anatómicamente con independencia del neocórtex. Es el lugar del cerebro donde
se generan las emociones. En palabras de LeDoux, se diría que las emociones tienen vida
propia, aunque, frecuentemente, una vida desenfrenada (miedo, furia, impulsividad,
irascibilidad, ansiedad…). El sistema límbico es inconsciente, pero tiene un efecto profundo
sobre nuestra experiencia, ya que está densamente conectado con la corteza cerebral y
le transfiere información hacia arriba. Controla la Memoria de Trabajo (MT), por lo que la
perturbación emocional obstaculiza las facultades intelectuales y dificulta la capacidad
de aprender.
¿Cómo funciona el sistema límbico? Cuando un estímulo de tipo emocional es
captado por los sentidos, por ejemplo, con la percepción visual los ojos transmiten una
señal nerviosa a través del nervio óptico que llega a la retina en donde de codifica según
el lenguaje neuroquímico del cerebro. Esa señal se dirige al tálamo y desde allí a la corteza
cerebral o neocórtex donde es analizada y evaluada en busca de significado y de respuesta
adecuada; si esa respuesta es emocional, una señal va a la amígdala para activar los centros
emocionales. Sin embargo, una parte de dicha señal originaria va directamente desde el
tálamo (estructura cerebral retransmisora de señales) a la amígdala en un camino más
rápido pero sin información cognitiva, y se produce una respuesta emocional antes de que
el neocórtex haya procesado la información emocional (Elizondo, 2002). Esta respuesta
emocional es autonómica, endocrina y somática y prepara al individuo para afrontar la
situación de la manera más adaptativa posible. Esta respuesta es emitida por el sistema
límbico y se la conoce como la Respuesta Emocional Básica (REB). El sistema límbico
actúa como un radar para alertarnos del peligro.
El sistema límbico realiza estas funciones neurofisiológicas:
- Manda mensajes al cuerpo a través del hipotálamo para que se produzcan
cambios.
- Libera e inhibe neurotransmisores.
- Bombea hormonas.
- Altera procesos vitales como el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, la
frecuencia respiratoria, etc.
Estos cambios los revisa el hipotálamo y el mensaje de vuelta al neocórtex dice:
“Tenemos emoción”. Para que la emoción cumpla su función de mecanismo de supervivencia
ha de ser expresada mediante la acción corporal, es decir, el sollozo, el suspiro, el soplido, la
huida, elevar el volumen de voz, mostrar un tono irritado, etc., (expresión de las emociones).
En los casos de alexitimia (incapacidad para expresar las emociones), esta es debida
a trastornos en las conexiones neuronales entre las áreas del procesamiento emocional
cortical (consciencia) y las regiones del cerebro que controlan la expresión facial, el habla
y los medios físicos a través de los cuales se demuestran las emociones.

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Cuando se produce una alteración neuronal entre el sistema límbico y el área del
habla en el hemisferio izquierdo (Área de Broca) se produce una extraña monotonía al
hablar.

2.1.1. La amígdala.
En realidad existen dos amígdalas, la izquierda y la derecha, ambas están alojadas
profundamente en el cerebro. Son dos estructuras anatómicas ubicadas en el interior de
ambos hemisferios sobre el tronco cerebral, se les denomina también núcleo o complejo
amigdalino porque están constituidas por un pequeño conjunto de 13 núcleos, adoptando
la forma de almendra. Es el lugar donde se percibe y genera el miedo. Tiene conexiones
con el tronco cerebral comprometidas con el control cardíaco, respiratorio, vasodilatador
y reacciones de miedo. Tiene también conexiones con el neocórtex y con las demás
estructuras del sistema límbico, es decir, con el hipocampo. Las amígdalas también están
conectadas con el tálamo (del cuál recibe información emocional). La amígdala interviene
en el proceso de evaluación emocional de la información sensorial procedente de la vista,
el oído, el olfato y el gusto, y como consecuencia, emite las órdenes correspondientes a
través del SNA para la expresión de las emociones.
A la amígdala se le ha denominado el “centinela emocional” por sus funciones
de estar permanentemente alerta a los estímulos emocionales ya que escudriña las
percepciones en busca de alguna clase de amenaza, y actúa prontamente para la defensa
y salvaguarda personal. El daño bilateral en la amígdala provoca un defecto significativo
en el control ejecutivo y una conducta desinhibida y socioemocionalmente inadecuada.
Asimismo, la alteración amigdalina provoca la ausencia de miedo en situaciones que
objetivamente debe sentirse, así como la falta de empatía en los psicópatas. Sin embargo,
la evidencia que existe sobre estos aspectos resulta todavía insuficiente. La amígdala
participa en numerosos comportamientos adaptativos que requieren procesos psicológicos
de atención y, sobre todo, aprendizaje emocional.
La amígdala está involucrada en la REB (Respuesta Emocional Básica); recibe primero
los estímulos emocionales a través del denominado “el rápido camino de tierra “ (LeDoux,
1996), vía rápida que da inmediata respuesta automática y casi instantánea, ya que está
conectada con las glándulas suprarrenales y activa la secreción de adrenalina en estas y
de noradrenalina en el locus coeruleus. Sus instrucciones le permiten al organismo sonreír,
saltar, hacia atrás, hacia delante … como respuesta adaptativa al medio. Se producen en el
organismo cambios en el estado orgánico (somatosensoriales, viscerales o autónomos), en el
sistema endocrino y en equilibrio neuroquímico del propio cerebro. Este estado emocional
activado sirve para ofrecer la Respuesta Emocional Básica y, al responder, reconstruye el
conocimiento emocional de la situación e influye en la toma de decisiones y el razonamiento
sobre la misma emoción. Pero la amígdala no actúa sola en sus respuestas emocionales,
sino que también lo hace en conjunción con otras estructuras que no forman parte del

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sistema límbico. Adolphs (2002: 157) postula que la amígdala, la corteza del hemisferio
cerebral derecho implicada en el procesamiento somatosensorial y la corteza ventromedial
prefrontal tienen una función común en la génesis de la REB, es decir, activar los estados
fisiológicos emocionales en respuesta a estímulos emocionales relevantes.
La amígdala asume el control cuando el neocórtex todavía no ha tomado ninguna
decisión. Recibe la señal emocional de tálamo para actual sin esperar la información
emocional procesada por el neocórtex prefrontal (detrás de la frente). Un cuarto de segundo
más tarde la información llega al neocórtex frontal donde se la adapta al contexto y se
establece –piensa- en un plan racional de acción para hacerse cargo o controlar la situación
emocional. La corteza toma decisiones sobre cómo actuar en la emoción y transmite a
través del hipotálamo las órdenes de reacción corporal. De esta manera las emociones son
controladas por la parte más “elevada” del cerebro.
La amígdala también es depositaria de un tipo de memoria fisiológica (cómo nos
hemos sentido fisiológicamente en alguna ocasión: dolor, respiración, manos sudorosas,
corazón acelerado…) y el almacenaje de la información primitiva.
La amígdala tiene funciones diferenciadas anatómicamente. Una parte de ella
responde a la expresión facial y la otra es sensible a las calidades tonales de la voz: la
ronquera que delata el enfado o el temblor que delata el miedo. La izquierda responde
más a la expresión vocal y la derecha es más sensible al movimiento facial. Las personas
que tienen una amígdala hipersensible podrían sentirse ofendidas fácilmente. Al estimular
una parte de ella se produce reacción de miedo: sensación de pánico combinada con el
deseo de huir. Un miedo puede desembocar en otro con facilidad cuando las hormonas
del estrés la excitan frenéticamente (las fobias son resistentes a la influencia del sentido
común porque no implican en manera alguna a la parte pensante del cerebro), estimular
en otra parte de la amígdala produce apaciguamiento y estimular una tercera parte de
ella produce furia.
Las lesiones de la amígdala afectan negativamente a la capacidad para adquirir
respuestas emocionales condicionadas ante estímulos asociados a situaciones amenazadoras
(Bechata et al. 1998; citado por Adolphs, 2002).

2.1.2. El hipocampo.
Esta estructura cerebral tiene forma de caballito de mar pero se parece más a la
pata de un gigante o de un elefante. Cumple la función de establecer la memoria a largo
plazo y la memoria emocional. La principal función del hipocampo es proporcionar una
buena memoria del contexto vital para el significado emocional. Como afirma Rubia (2000:
121) el hipocampo actúa como si se tratara de un “cartógrafo cognitivo”, que establece
un mapa de la posición de las cosas en el mundo externo. El aprendizaje emocional es
mediado por un sistema que puede operar independientemente de nuestra conciencia.

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Este sistema subcortical madura precozmente en el desarrollo, antes que el hipocampo,
por lo que los eventos traumáticos infantiles pueden generar conductas emocionales en
la edad adulta sin que se tenga conciencia plena de ello (LeDoux, 1994).
Es la sede de la llamada memoria declarativa o explícita que se descompone en
memoria episódica y la memoria semántica. En la memoria episódica se almacenan las
experiencias emocionales concretas, así como su contexto espacial y temporal en que
tuvieron lugar. En la memoria semántica se almacenan los conocimientos sobre el mundo.
Ambas están interrelacionadas.
El hipocampo está conectado con el neocórtex a través de circuitos neurológicos
que le unen con la llamada área parahipocampal (áreas corticales de asociación), a la vez
que existen conexiones en sentido inverso, es decir, desde la corteza cerebral hasta el
hipocampo. Esta bidireccionalidad le permite al neocórtex disponer de representaciones
específicas de objetos y acciones, en cuya elaboración intervienen el hipocampo y la región
parahipocampal (Eichenbaum, 2002: 88).
Desde la perspectiva psicológica, cuando se evocan acontecimientos pasados (rescate
de episodios emocionales depositados en el hipocampo) entre un grupo de personas, algunas
de ellas recuerdan pocos aspectos, mientras que otras lo hacen con todo lujo de detalles.
Al margen de las diferencias personales en capacidad de memoria, que obviamente cada
uno de nosotros podamos tener con respecto de los demás, la diferente evocación de
la riqueza emocional producida por el evento recordado se explica por la forma en que
cada uno controlamos las reacciones ante situaciones emocionales, lo cual condiciona la
forma en que se recuerdan los acontecimientos pasados. Richards, Jane y Gross, James de
la Universidad de Washington, comprobaron que existen ciertas formas de manejar las
emociones que dañan particularmente la capacidad de registro emocional y su posterior
evocación. A este fenómeno se le llama la supresión expresiva, que consiste en que el
automonitoreo permanente del estado emocional del sujeto ejerce un control en su vivencia
y en la expresión de los sentimientos.
El reconocimiento emocional es fundamental para expresar adecuadamente lo
que se siente, sin embargo, algunas personas evitan ponerse en contacto con sus propias
emociones por temor a sufrir emocionalmente y sentirse vulnerables. Las personas afectadas
por depresión severa o que han tenido traumas emocionales en la niñez tienen grandes
dificultades para evocar emociones. “La desemocionalización de los hechos atenta contra
nuestros recuerdos” (Alejandro Gómez, Universidad de Chile) “La gente debe validar sus
afectos y sus reacciones y no invalidarse emocionalmente”. Desde el punto de vista de la
IE se podría afirmar que la validación de las emociones supone la conscienciación de las
mismas, su correcta percepción, interpretación y análisis cognitivo-racional en un proceso
de adquisición paulatina de consciencia sobre la propia vida emocional.

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SEDES DE LA MEMORIA
LÓBULO TEMPORAL. Memoria a largo plazo permanentemente
asentada en la corteza.
PUTAMEN Y CEREBELO. Memorias de procedimiento (cómo hacer
algo).
HIPOCAMPO. Relacionado con el asiento y recuperación
de memorias. Memorias episódicas. Los
recuerdos asentados en él son conscientes.
AMÍGDALA. Memorias traumáticas inconscientes
(fobias).
NÚCLEO CAUDADO. Los instintos.
CORTEZA CEREBRAL. Memorias episódicas.
CORTEZAS PRIMARIAS. Memoria perceptiva.
GANGLIOS BASALES Y CORTEZA MOTORA. Memoria conductual.

2.1.3. El tálamo.
Es la estructura que retransmite la información sensorial hacia el núcleo amigdalino.
Dirige información que llega hasta partes del cerebro correspondientes y específicas para
ser procesadas allí. Sus núcleos sensoriales están conectados con las dos amígdalas y dicho
circuito funciona como una alarma corporal. Su velocidad de transmisión es muy elevada
y en cuestión de centésimas de segundo permite reaccionar a la amígdala tras recibir la
información. El tálamo también está conectado con el hipotálamo.

2.1.4. El hipotálamo.
Esta estructura cerebral tiene la función de coordinar las acciones que ordena el
sistema amigdalino para responder a través del SNA. Recibe la información neuroquímica y
neuroendocrina producida por la amígdala y transmite las órdenes a los músculos para que
se enerven, o que se vasodilaten los capilares, o que se produzcan otras respuestas motoras
adaptativas para hacer frente a la emoción producida (expresiones faciales y corporales).
El hipotálamo y glándula pituitaria o hipófisis ajustan ciertas condiciones físicas del
cuerpo para alcanzar la adaptación al entorno en las mejores condiciones.

2.2. EL NEOCÓRTEX.
La corteza prefrontal está implicada en el circuito neurológico que controla los
estados emocionales positivos y negativos. El neocórtex está implicado en la percepción,
la cognición, la conciencia y la memoria a corto y largo plazo. Fisiológicamente está
constituido por una capa superficial de tejido cerebral con plegamientos variables según

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su tamaño. Está compuesto por seis subcapas principales de neuronas con una distribución
tal que se estructura en circuitos neurológicos a través de las seis capas (Kaas, 2002:74).
Las áreas prefrontales controlan la expresión de las respuestas emocionales, actuando
sobre la amígdala. Variaciones funcionales en la vía prefrontal-amigdalina podrían hacer
más difícil para algunas personas cambiar su conducta emocional (LeDoux, 1994).
Las partes del neocórtex implicadas en el procesamiento de la información emocional
son las regiones dorsolateral, ventromedial y orbitofrontal. Según Damasio, es esta zona
orbitofrontal la responsable de los trastornos antisociales del individuo como los graves
problemas de conducta y la agresividad continua, ya que es la encargada de la toma de
decisiones sociales.
Tal y como comprobó LeDoux0 (1994), existen conexiones bidireccionales entre
la amígdala y el neocórtex. Circuitos neuronales en una y otra dirección que transmiten
información emocional que puede ser cualitativamente diferenciada o matizada según
circule en dirección al neocórtex o en dirección al sistema límbico, especialmente a la
amígdala. Los estímulos emocionales que proceden de esa última, (a través de la conducción
nerviosa, bioquímica e intersináptica de los neurotransmisores) en dirección al neocórtex
(zona prefrontal detrás de la frente) podrían modular, condicionar o mediatizar hacia
arriba la actividad cortical, es decir, si una persona se enfada mucho por los comentarios
de rechazo o menosprecio de otra, la información que la amígdala envía al neocórtex
puede limitar su capacidad de razonar sobre la emoción, ya que la reacción es ansiosa e
impulsiva (o sobre la interpretación de la situación provocadora de la emoción). Del mismo
modo, el input cognitivo del neocórtex podría llevar hacia abajo (hasta la amígdala) el
procesamiento de la información emocional, y a la vez es un estímulo para esta última
que mediatiza la respuesta emocional, (no reflexiva, burdamente denominada visceral). El
gráfico pretende aclarar estos supuestos.

Bases neuroanatómicas.

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Una vez que el sistema emocional aprende algo, parece que nunca lo olvidará. Lo
que hace la psicoterapia es enseñar a controlarlo; enseña al neocórtex a inhibir la respuesta
impulsiva e irreflexiva de la amígdala. La tendencia a actuar queda suprimida, mientras la
emoción básica con respecto a ella queda contenida (LeDoux).

La secuencia emocional es la siguiente:


Corteza parietal insular. Percepción de las emociones.
- Percepción del estímulo sensorial externo o interno (es el hemisferio cerebral
derecho el dominante en la percepción de los estados emocionales).
- Llegada al tálamo.
- Conexión a la amígdala.
- Conexión al neocórtex.
- Conexión al hipotálamo.
- Respuesta autonómica.
- Percepción de los cambios autonómicos a nivel parietal e insular.
- Conciencia de emoción.
Las estructuras del neocórtex que intervienen en el procesamiento de la
información emocional (base de la Inteligencia Emocional) son las siguientes:
- Córtex orbitofrontal: Es la zona decisiva en la valoración de las posibles
respuestas emocionales y su posible corrección. Las nociones del bien y del
mal tienen su localización en esta parte de la corteza.
- Lóbulo prefrontal izquierdo: Se regulan las emociones desagradables.
- Lóbulo prefrontal derecho: Se regulan los sentimientos negativos.

Estas estructuras procesan menos eficazmente de acuerdo con la fatiga o la ansiedad


que se experimente. El esfuerzo cortical por procesar la información pierde precisión cuando
las condiciones psicofisiológicas no son adecuadas o cuando el exceso de reacción emocional
produce una alteración neuroquímica. Sin embargo, en una persona emocionalmente
inteligente su neocórtex hace verdaderos esfuerzos por reaccionar de modo socialmente
adecuado en situaciones de furia o ira inducidas por una primera reacción del sistema
límbico. Cuando se siente furia y se modula su expresión para sufrir menos daño psicológico
y mejor adecuación social se dan muestras de Inteligencia Emocional. Por el contrario,
se procesa mejor la información cuando existe un equilibrio emocional. En un estado de
fluidez mental, tal y como lo concibe Csikszentmihalyi (1997) los trabajos difíciles pueden
resultar más fácilmente superables.

84 Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales


La ubicación cerebral de los diferentes procesos que tienen lugar en el tratamiento
cognitivo de la información emocional se va descubriendo paulatinamente. Son numerosas
las áreas y subáreas cerebrales que intervienen en tareas emocionales. Así, por ejemplo,
la identificación de expresiones faciales se localiza en la llamada circunvolución lateral
fusiforme (Hoffman y Haxby, Nature Neuroscience).
Los actuales conocimientos sobre la activación de las emociones permiten hipotetizar
que el cerebro procesa, al menos en parte, cada sentimiento por itinerarios neurales
independientes. De este modo, emociones distintas activan áreas cerebrales diferentes.
Gran parte del conocimiento que se tiene sobre las zonas orbitofrontales de la
corteza cerebral proviene de las investigaciones realizadas por Damasio con el cerebro de
Phineas Gage, una persona que trabajaba como capataz de construcciones ferroviarias,
sufrió un accidente en el que una barra de metal entró por su mejilla desde abajo, atravesó
el cerebro y acabó saliendo por la parte superior de la cabeza. Gage había sido una persona
diligente, educada y socialmente adaptada, pero tras el accidente se volvió descuidado,
obsceno y asocial (Damasio et al. 1994). Adolphs (2002: 145) refiere estudios sobre pacientes
con perfiles anatómicos parecidos al descrito de Gage, es decir, con lesiones en las áreas
ventromedial y orbital de la corteza prefrontal, constatándose la disminución de sus
facultades sociales, pese a que se mantenía íntegro su coeficiente intelectual, y normales
su aptitud lingüística, su percepción y su memoria.
Otro caso ilustrativo de la importancia de estas zonas orbitofrontales del neocórtex
en su papel importante en el procesamiento de los estímulos asociados a situaciones
agradables o amenazadoras es el de una niña estadounidense que fue atropellada por un
coche cuando tenía un año, se convirtió en un adolescente cruel e inteligente que robaba,
mentía, se escapaba de casa, fue internada en centros de los que también se escapó, fue
detenida un sinfín de veces, tuvo un hijo a los 18 años al que descuidó, no le importaba
el futuro ni el riesgo. Todo era culpa de los demás y negaba tener ningún problema con
el mundo. Cuando el neurobiólogo Antonio Damasio de la Universidad de Iowa (EE.UU.),
la examinó a los 20 años, descubrió lesiones en el córtex prefrontal que habían destruido
circuitos básicos de la Inteligencia Emocional (Corbella, J. y Sánchez, X. Las razones del
cerebro. Periódico INFORMACIÓN. MAGAZINE de 10 de febrero de 2002).

2.3. CONEXIONES DEL SISTEMA LÍMBICO CON LA CORTEZA CEREBRAL.


El sistema límbico está conectado con la corteza cerebral o neocórtex con conexiones
de ida y vuelta. Esta conexión es muy sensible a la serotonina que favorece la cooperación
entre ambas si la concentración es alta, y la dificulta si es baja. Todo lo que capta el cerebro
consciente lo envía al sistema límbico, en el cual –si es de importancia emocional- se
elabora una respuesta básica.

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El tráfico emocional entre el Sistema Límbico (SL) y el neocórtex va en dos sentidos:
1. Desde la corteza hasta el SL. La información cognitiva, el cómo pensamos
(atribuimos, inferimos, razonamos, creemos …) y nos comportamos puede
afectar a las reacciones del cerebro inconsciente (SL). Cuando la emoción es
analizada y procesada se le dota de mayor riqueza informativa, posee un mayor
nivel de contendidos y datos para comprender mejor nuestro estado, se dispone
de un mayor conocimiento sobre lo ocurrido produciéndose como consecuencia
un sentimiento. El sentimiento es el componente cognitivo de la emoción.
2. Desde el SL hasta la corteza. Las conexiones neurológicas que van desde el
sistema límbico hasta la corteza tienen más poder sobre el comportamiento.
Existen más vías de comunicación en este sentido. Carter (1998) afirma que
“Hasta ahora las emociones están al mando”.
Hay más conexiones neurológicas que suben hasta la corteza y menos conexiones
que bajan desde la corteza hasta el sistema límbico. Si se bloquean las vías neurales del
sistema límbico a la corteza, las emociones no pueden ser registradas y no se realiza una
evaluación de las cosas (caso Elliott de Damasio) “Sé que es horrible pero no siento el
horror”. (Disociación entre al saber y el sentir).
La amígdala establece conexiones con todas las áreas de la corteza, pero recibe
mucha menos información de ellas. Esto explica por qué muchas de las emociones y estados
de ánimo se escapan a nuestro control racional.
Damasio descubrió que las emociones secundarias (asociadas a las primarias,
aprendidas en la historia de vida de cada uno y etiquetadas como positivas o negativas)
necesitan, además del sistema límbico de una parte de la corteza del lóbulo frontal encima
de las órbitas oculares. Como consecuencia se desarrolla una especie de moral sobre lo
que debemos hacer y no. La lesión en dicha zona provoca merma en:
a) La motivación.
b) La capacidad de previsión.
c) La formación de objetivos.
d) La toma de decisiones.
e) Falta de modestia.
f) Descortesía e inadecuación social.

¿Por qué se propone el “dar rienda suelta” a las emociones? Es decir, comunicar las
emociones y “sacárnoslas de encima”, lo que se llama apoyo emocional. Porque el hablar de
ellas nos ayuda a elevarlas al nivel cortical, al neocórtex donde pueden ser conscientemente
procesadas. La terapia cognitiva como la TRE de Ellis implica una actividad intelectual (más
propia del hemisferio izquierdo) de analizar las situaciones, interpretaciones y distorsiones

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del pensamiento que nos producen emociones negativas. Hablar y pensar sobre nuestros
estados emocionales puede producirnos un mayor control de ellos, impidiendo que nos
desborden, nos superen o nos descontrolen. Para lograr este bienestar emocional también
elaboramos racionalizaciones construidas para explicar y justificar comportamientos
inexplicables e ilógicos o incoherentes. Ello nos produce seguridad, es un mecanismo
adaptativo.
Se pierde el control sobre las emociones (arranques emocionales) porque las señales
enviadas desde la corteza al sistema límbico son demasiado débiles, para poder controlar
la respuesta de la amígdala, se produce una difusa distribución de las señales corticales.
En los niños pequeños el sistema límbico todavía debe madurar. Las células del lóbulo
prefrontal –lugar donde tiene lugar el procesamiento racional de las emociones- no
maduran hasta la edad adulta. La madurez de la corteza cortical puede acelerarse con
su uso. La acción educativa (aplicación de programas de Educación emocional) pretende
esta maduración. La estimulación de un grupo de células las hace más sensibles y, por lo
tanto más fáciles de activar en un futuro. Los niños que no activan a menudo su centro
de control emocional de sus cerebros, probablemente sean adultos con poco control sobre
sí mismos, un ejemplo de ello son los niños que han pasado muchos años en orfanatos
carentes del apego familiar.
Una actividad reducida en el lóbulo frontal puede comprometer seriamente la
capacidad del sujeto para controlar sus impulsos (se es más propenso a la furia). Sin
embargo, no solamente es la zona prefrontal del neocórtex la implicada en el procesamiento
de la información emocional, las investigaciones de Adolphs (2002) ponen de relieve que
también intervienen estructuras como la corteza cingulada anterior, la corteza medial
frontal subgenual y la corteza retrosplenial, aunque sus funciones son menos conocidas.
Según este neurobiólogo de la Universidad de Iowa, existen indicios de que podrían integrar
el procesamiento cognitivo de alto nivel en asociación con las partes del neocórtex que
regulan las respuestas y acciones fisiológicas.
La reflexión deliberada y analítica realizada con todas estas estructuras
neuroanatómicas es el sello de la mente pensante, es decir, de la conciencia del estado
emocional y la gestión moduladora de las respuestas emocionales a las situaciones. Las
acciones que se derivan de las decisiones conscientes tomadas por el neocórtex producen
una sensación de gran seguridad personal.

Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales 87


LAS FUNCIONES DE LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES DEL SISTEMA IMPLICADAS
EN LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
ESTRUCTURA FUNCIONES
SISTEMA LÍMBICO
AMÍGDALA
- Reconocimiento de expresiones faciales de miedo.
- Proporciona una evaluación rápida y automática de los aspectos
amenazadores y peligrosos de una situación.
- Discriminación de personas, situaciones, objetos… potencialmente
peligrosos.
- Establecimiento del miedo condicionado.
- Control de la conducta emocional.
- Conexiones con la corteza cerebral y otras estructuras cerebrales.
- Evaluación inicial (rápida) del estímulo generador de la emoción.
- Interacción entre los mensajes sensoriales y la expresión emocional.
- Activación rápida ante la presencia de estímulos aversivos.
- Alarma sensorial (en conexión con el tálamo).
- Elabora órdenes para que a través del SNA se reaccione rápida y eficazmente
ante el peligro.
- Regulación de la actividad del hipotálamo para activar respuestas
autonómicas para afrontar situaciones emocionales.
Hipocampo.
- Establece la memoria a largo lazo.
- Sede de la memoria emocional.
- Sede de la memoria declarativa.
- Proporciona memoria del contexto vital para lograr el significado emocional.
Tálamo.
- Retransmite la información sensorial hacia el núcleo amigdalino.
- Funciona como una alarma sensorial.
- Velocidad de transmisión muy elevada.
Hipotálamo.
- Coordina acciones ordenadas por la amígdala para responder a través del
SNA.
- Ajusta las condiciones físicas del cuerpo para adaptarse al entorno.
CORTEZA PREFRONTAL
- Control de los afectos positivos.
- Control del razonamiento social y emocional.
- Metaconocimiento emocional.
- Predicción de consecuencias en el comportamiento emocional.

88 Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales


ESTRUCTURAS CEREBRALES DEL SISTEMA IMPLICADAS EN LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL. Deterioro o daño cerebral.
ESTRUCTURA ALTERACIONES
SISTEMA LÍMBICO
AMÍGDALA
- Lesión o daño. - No se muestran signos de miedo.
- Extirpación - Se debilita el conocimiento que el miedo provoca.
quirúrgica
parcial.
- Patrón de efectos fisiológicos y conductuales parecidos al
miedo.
- Dificultades en el reconocimiento de expresiones faciales de
miedo.
- Estimulación - Alteraciones en el procesamiento de la información social.
eléctrica. - Alteraciones en la expresión facial de las emociones negativas
- Lesión bilateral. (la ira en situaciones amenazadoras).
- Dificultad para recordar imágenes de situaciones generadoras
de miedo.
- Tendencia a comportarse de modo extremadamente amistoso.
- Incapacidad para discriminar situaciones de miedo.
CORTEZA PREFRONTAL
- Lesión en - Aparición de síntomas depresivos: tristeza, pena…
hemisferio - Incapacidad para vivir experiencias afectivas positivas.
izquierdo.
- Pérdida de las normas éticas y sociales.
- Inestabilidad e impulsividad emocional.
- Dificultad para anticipar consecuencias futuras del propio
comportamiento.
- Leucotomía. - Incapacidad para planificar acciones futuras de tipo social.
- Alteraciones de la personalidad.
- Escasa reactividad emocional.
- No se genera imagen o representación mental de la experiencia
emocional.
HEMISFERIO DERECHO
- Lesión en las - Disminución de la experiencia emocional, la excitación y la
cortezas temporal capacidad de imaginar emociones.
y parietal.
- Lesión en - Deterioro en el reconocimiento de emociones en imágenes de
la corteza expresiones faciales.
somatosensorial.

Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales 89


3. LAS REPERCUSIONES DE LA RESPUESTA EMOCIONAL
Los descubrimientos de Ramón y Cajal permitieron conocer que en las células
nerviosas, la información se transmite dentro de las neuronas en forma de corriente
eléctrica a una velocidad de 400 kilómetros por hora. Al llegar al final que es el punto
de contacto con la otra neurona, la información eléctrica se convierte en información
química. La neurona emisora libera neurotransmisores y la neurona receptora los capta.
Una vez estimulada la segunda neurona los libera para que la primera los recupere y así
se reinicia de nuevo el proceso. En las respuestas emocionales con apenas regulación de
su intensidad y expresividad se producen cambios y alteraciones en el Sistema Nervioso
Central, periférico y endocrino. Estas órdenes son generadas por el sistema límbico a través
de los neurotransmisores que pasan al torrente sanguíneo y se convierten en mensajeros que
les proporcionan instrucciones sobre cómo reaccionar. La emoción y los estados de ánimo
están modulados por los neurotransmisores. Así, según su nivel, metabolismo, captación y
recaptación se generan unos u otros estados de ánimo. En el caso de la tristeza o depresión
el nivel de serotonina es bajo. El prozac y otras sustancias afines contrarrestan la depresión
aumentando el nivel de serotonina en el cerebro.
Las principales reacciones psicofisiológicas suelen darse en las reacciones emocionales
del miedo, de la ira/enfado y de la tristeza. Se les considera negativas cuando el grado
de reactividad es muy elevado y repercute en el funcionamiento de determinados grupos
musculares y vísceras del cuerpo, produciendo disfunciones o incluso daños orgánicos, y
un serio deterioro de la salud psicológica y el equilibrio emocional.
Ser consciente de las emociones implica necesariamente autopercibir sus
repercusiones psicológicas y fisiológicas. Las repercusiones psicológicas son los contenidos
de pensamiento generado por la emoción en sí. Supone la reflexión acerca de qué
contenidos de pensamiento son objeto de percepción, atención, memoria, razonamiento
y demás procesos o rutinas para el tratamiento cognitivo de la información. Conocer
las repercusiones psicofisiológicas requiere en el caso de emociones de ira, miedo, o que
produzcan gran alteración en el organismo cuáles son los síntomas más notorios: el pulso
acelerado, la sudoración, labios y voz trémulos, opresión torácica, entre otros.
Algunas de estas manifestaciones psicofisiológicas son:
• MIEDO
- Elevación de la frecuencia cardíaca.
- Aumento de la presión sistólica y diastólica.
- Elevación de la conductancia de la piel.
- Reducción del volumen sanguíneo (vasoconstricción).
- Elevación de la tensión muscular.

90 Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales


- Aumento de la frecuencia respiratoria.
- Respiración irregular y superficial.
- Hiperventilación, temblores, mareos y taquicardias (en el grado más extremo
de ataques de pánico).

La consecuencia de esta alteración fisiológica es la de los sentimientos de


catastrofismo y de pérdida total de control. En el caso de las fobias sociales (miedo
desproporcionado a las relaciones con los demás) esta sintomatología incapacita al sujeto
en su adaptación personal y social.

• IRA
- Elevación de la frecuencia cardíaca.
- Aumento de la presión sistólica y diastólica (con menor intensidad que en
el caso del miedo).
- Aumento del grado de conductancia eléctrica de la piel.
- Reducción del volumen sanguíneo (vasoconstricción).
- Elevación de la tensión muscular.
- Aumento de la frecuencia respiratoria.
- Aumento de la secreción hormonal (noradrenalina del locus coeruleus).
- Elevada actividad neuronal.

• TRISTEZA
- Elevación moderada de la frecuencia cardíaca.
- Aumento ligero de la presión arterial (sistólica y diastólica).
- Incremento del grado de conductancia eléctrica de la piel.
- Vasoconstricción.
- Elevación de la tensión muscular.
- Cambios en la respiración.
- Elevación del nivel de actividad neuronal.

Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales 91


92 Tema 3. Tipos de estructuras cerebrales

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