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Dolto no considera a la adolescencia como una transformación, sino como una fase de
MUTACION. El estado de adolescencia se prolonga según las proyecciones que los jóvenes
reciben de los adultos y según lo que la sociedad las impone como límites de exploración. Los
adultos están ahí para ayudar a un joven a entrar en las responsabilidades y a no ser lo que se
llama un adolescente retrasado.
La sexualidad podría ser un recurso para ellos. Es un momento en el que los jóvenes se sienten
incomodos en la realidad de los adultos por falta de confianza en sí mismos, y la masturbación
los ayuda a sobrellevarla. Pero se convierte en una trampa porque como se satisface de una
manera imaginaria, no busca en el otro un apoyo que lo sostenga y lo ayude a salir de esta
trampa que ha caído debido a los adultos, tiene dificultad para afrentar la realidad.
Pero a los once años estallará el problema latente: en su segunda vida imaginaria, los temas de
interés que encuentra fuera del campo familiar tendrán sus modelos fuera del grupo familiar
(compañeros de la escuela/ grupos deportivos). Es atraído por pequeñas bandas de jóvenes
mayores que él y en las que pretende integrarse; y entrará así en su adolescencia saliendo de
la familia y mezclándose con grupos constituidos que, para él, tendrán un papel de sostén
extrafamiliar. No puede abandonar completamente los modelos del medio familiar sin antes
disponer de modelos de relevo. Figura del relevo = figuras fuera de los padres.
Fin de la adolescencia (Dolto): Los hijos han alcanzado el estado adulto cuando son capaces de
liberarse de la influencia paterna tras alcanzar este nivel de juicio: “mis padres son como son;
no los cambiaria y no trataría de cambiarlos. No me toman como soy; peor para ellos: los
abandono”. Hoy en día, el paso a la edad adulta se traduce en términos de independencia
económica. Un joven tiene necesidad de amar a las personas de su edad, y de formarse a
través de los de su generación, y no de seguir dependiendo de alguien de una generación
anterior que ha sido un modelo. Si la influencia se prolonga, es un modelo desestructurado. Ya
que, aunque parezca ayudar al joven a realizarse, en realidad lo aplasta porque el joven cree
estar en deuda con el adulto, ya que no fue el adolescente quien lo buscó.
En 1914, Walter Benjamín afirma que la juventud se sitúa en el centro de donde nace lo nuevo,
los propios adolescentes comienzan a diferenciarse y crear los signos de una cultura propia. En
los años 50, 60 la juventud de posguerra toma consciencia de sí misma y pone en crisis,
desordena y cuestiona lo socialmente establecido. Se imponen globalmente los primeros
iconos adolescentes.
Adolescencia proviene de la raíz originaria que significaría (acrecentar, elevar, mover hacia
arriba) pero con el transcurrir del tiempo dio origen a la forma verbal adoleceré (crecer,
desarrollarse)
Grassi sostiene que los procesos puberal y adolescente se ponen en juego en lo que denomina
el “entretiempo de la sexuación”. Afirma que la adolescencia es urgencia de transformar y
crear y esto se ve en el lenguaje, al adolescente le urge poner en desorden el lenguaje. Los
adolescentes necesitan recurrir a significantes propios, a veces inéditos. Con esta finalidad,
trabajan para desordenar las convenciones del lenguaje adulto. El adolescente, para
apropiarse de los recursos del lenguaje, tiene que transgredir los códigos preestablecidos y
explorar nuevas palabras y sentidos. Desordenan el lenguaje, escandalizando a los adultos.
Una operación característica en la adolescencia es la manipulación de las silabas y fonemas →
“na, Bolú”. Se trata de un momento del trabajo creativo de puesta en desorden y apropiación
de un lenguaje al que han permanecido sujetados y alienados.
Los nuevos escenarios que están emergiéndonos permiten pasar de una concepción estática y
aislada del ser hacia una perspectiva en red: interactiva, dinámica y multidimensional.
La diferencia crucial entre las concepciones modernas y el enfoque de las redes dinámicas se
ubica en que la Modernidad instituyo un enfoque esencialista-determinista mientras que en la
actualidad está en plena expansión un abordaje emergente, dinámico y no lineal → Doble
Crisis según Edgar Morin. Bauman ha planteado que estamos viviendo el tiempo de la
modernidad liquida, las formas de vida de la Modernidad se están disolviendo y nuevas figuras
y formas van emergiendo. Los enfoques complejos dan la posibilidad de salir del circulo vicioso
y habilitar un pensamiento fluido.
La configuración surge del encuentro de los seres humanos con el mundo al que pertenecen,
encuentro múltiple y mediado en el que emerge tanto el sujeto como el mundo en su mutuo
hacerse y deshacerse. La forma red es la más adecuada para pensar la multiplicidad de
configuraciones que se producen en y a través de los intercambios. La red puede adoptar tanto
formas regulares como irregulares.
5. Las partes no son unidades definidas en sí misma, sino que son redes dinámicas
Sujeto y psicoanálisis
El Icc es más bien algo vivo, susceptible de desarrollo, y mantiene con el Pcc toda una serie de
relaciones. Esta idea de movilidad acompaña al concepto de sujeto. Sujeto psíquico es
actividad de intercambios entre los sistemas de la organización del aparato psíquico, pero
también es sistema en intercambio con el medio, con la cultura.
Sujeto e historización
Lacan traza diferencias entre sujeto y yo. El yo forma parte del orden imaginario, el sujeto es
parte del orden simbólico.
Winnicott destaca, con relación a la inmadurez adolescente, que “lo único que la cura es el
paso del tiempo”.
No se trata tanto del paso del tiempo como quien dice “ya va a crecer, a madurar” sino del
paso del tiempo por el aparato psíquico, la marca que deja en el psiquismo; es decir, su
inscripción de lo pasado, lo vivido como perdido, el paso del tiempo como límite. El yo requiere
de inscribir y dar continuidad a su existencia a través del paso del tiempo. Ahí la subjetividad
trabaja, inscribiendo tiempo e hilando entre pasado, genealogía y proyecto identificatorio.
Subjetividad es historización en varios sentidos:
El cuerpo respeta una cronología y depende del medio para que esto se posibilite y estimule.
La maduración neurológica y endocrinológica, de la motricidad, etc. requiere para su
funcionamiento normal, años de maduración. Además, requieren de intercambios e
intervenciones parentales. Así cuerpo erógeno, el psiquismo y funciones parentales se van
constituyendo entrelazados.
2. Luego, el proceso primario con la constitución de lo ICC. Poco tiempo después se pone en
funcionamiento el proceso secundario y la constitución del yo. (Durante el primer año)
3. El estadio del espejo y la constitución del yo como funciones que comienzan a instalarse
entre el 8vo mes y el 1er año de vida, y por lo cual se vuelve a pasar en la pubertad con las
transformaciones del cuerpo puberal.
4. El superyó con sus imperativos categóricos que son herencia del complejo de Edipo (3-4
años) hasta su sepultamiento (7-9 años). Su revisita con el nuevo cuerpo puberal, la
exploración del cuerpo (Wasserman) propio y ajeno y por un período homosexual, en
adelante, ampliando diferencias genitales.
La adolescencia implica una crisis de identidad. Lo propio del sujeto en la adolescencia es crear
sentidos que enriquezcan al yo, en un juego de identificaciones-desidentificaciones. Cuando
este juego es obstaculizado o detenido, vemos el alto precio pagado por el niño/adolescente
por su alienación con el otro, con la fijeza de identificaciones reactivas y/o defensivas.
Producir subjetividad es la acción de dar sentido, de significar y poner una marca de origen;
dar un “sentido personal”. La subjetividad es materia psíquica viviente que se produce en el
intercambio entre otros sistemas (intrapsíquico), por el intercambio con los otros
(intersubjetivo) y por el intercambio con el medio (transubjetivo).
“Donde ello era, yo debo devenir”. El devenir yo es trabajo psíquico, es producción subjetiva.
El yo se entiende en movimiento, en intercambio con el ello, el mundo exterior, con otros, con
la cultura.
Estudiar el desarrollo saludable en el creciente, implica tener en cuenta sus demoras, sus
detenciones, sus progresiones y regresiones, sus relaciones con medio ambiente y la cultura.
Sabiendo que hay operaciones o trabajos psíquicos universales por los cuales todo creciente va
a tener que pasar. Teniendo en cuenta sus contextos históricos, condiciones sociales,
institucionales, familiares, sus vínculos, que forman parte del proceso.
El deseo y el placer por crecer son condición indispensable en las evaluaciones del estado del
creciente. Acompañado de sufrimientos, lo cual traducimos en angustia, no siempre registrada
como tal.
El adolescente tiene derecho a detenerse y a un tiempo de espera por parte de los adultos. La
detención adolescente es un tiempo de divague lógico y fructífero que puede adquirir una
duración variada, se trata de un momento de gran potencialidad creativa donde imaginan,
fantasean, sueñan, idean, inventan y que les permite buscar qué camino tomar para el futuro.
Durante esta detención los adolescentes pasan ocultos en lugares que hacen suyos, rodeados
de otros iguales y en los que no permiten la entrada de los adultos.
Esta detención suele ser percibida desde la mirada adulta como una pérdida de tiempo, por lo
que se terminan por oponer a la misma generando que el adolescente refuerce esa actitud,
que la detención no sea fructífera, sino que se convierta en una parada permanente y en
rencores o heridas difíciles de cicatrizar.
No es un impasse ni un callejón sin salida, sino que es un tiempo lógico con una duración
cronológica variada. Un tiempo fructífero al que se tiene derecho cuando se está en la
búsqueda subjetiva de la mejor salida para el futuro que cada adolescente va intuyendo para
sí. Implica un tiempo de fabricación de coartadas, todas ellas destinadas a ganar tiempo, un
tiempo precioso para la construcción del semblante preciso.
La metáfora de la langosta del texto de Aduriz compara el momento en que la langosta pierde
su caparazón y queda desnuda durante un tiempo hasta fabricarse un caparazón nuevo, con la
desnudez provocada en la pubertad (a raíz de la caída de certezas y del cuerpo infantil) que da
lugar a un tiempo de extravío y detención hasta que el sujeto pueda construir su propio
camino.
El entretiempo puberal, adolescente, juventud, como un trabajo de frontera, se abre, entre los
tiempos de la sexualidad infantil y la conformación definitiva de la adultez. La geografía
puberal adolescente desordena y trabaja para la incorporación y metabolización de los
cambios corporales, los vínculos con otros y la articulación del sujeto con sus orígenes.
Deshabilitar los ropajes del tiempo infantil (territorio ya conocido) y para investir un nuevo
mapa, es el desafío. En un aparato psíquico en auto modificación permanente, se dan tres
pliegues: lo originario puberal, lo adolescente y la juventud, se abren en el abanico del crecer
desordenando subjetividades e inaugurando categorías de ser estar, produciendo
adolescencias.
El atravesamiento por la juventud, re requiere de otro, altero, que escriba con su propio
cuerpo y su deseo una historia a compartir. El otro expresa un mundo posible.
Nasio define la adolescencia desde tres puntos de vista diferentes pero complementarios:
La adolescencia es una de las fases más fecundas de nuestra existencia. El cuerpo se acerca a la
morfología adulta y se vuelve capaz de procrear y la mente se inflama por grandes causas,
aprende a concentrarse en un problema abstracto, a discernir lo esencial de una situación, a
anticipar las dificultades y a expandirse ganando espacios desconocidos.
Nasio dice que, para crecer, nos hemos obligado a soportar dos neurosis. Estas dos neurosis de
crecimiento son neurosis sanas porque son pasajeras y se resuelven por sí mismas.
• La primera entre los tres y seis años, una neurosis infantil durante el Edipo;
• La segunda entre los once y dieciocho años, una neurosis juvenil durante la adolescencia.
El duelo es un tiempo que hace falta para aceptar vivir con la ausencia definitiva de aquel a
quien amamos y que acabamos de perder. Aceptar vivir con la ausencia significa aprender a
quererlo de otra manera que cuando estaba vivo. Para dejar atrás la infancia el adolescente
debe volver a ella sin cesar y revivirla en la frescura de los nuevos encuentros. Cada retorno al
pasado marca un paso hacia delante.
Salida de la adolescencia:
Freud se refiere a la sexualidad como “la acometida en dos tiempos” porque la sexualidad
humana es bifásica: primero se ubica la sexualidad infantil y luego (al atravesar el período de
latencia) la conformación normal definitiva de la sexualidad con la genitalidad.
Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil
a su confrontación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces autoerótica; ahora
halla al objeto sexual y nueva meta sexual, y para alcanzarla todas las pulsiones parciales
cooperan, a la par que las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona genital.
La tensión sexual es un estado de excitación sexual que presenta el carácter de una tensión,
pero contrario a conllevar la sensación de displacer, se experimenta como placentera.
La estimulación de las zonas erógenas brinda un monto de placer cuyo propósito es ofrecer la
energía motriz necesaria para llevar a su término el acto sexual. El placer provocado por la
excitación de las zonas erógenas se designa placer previo, mientras que el producido por el
vaciamiento de las sustancias genésicas, placer final, el cual es el placer máximo en cuanto a
su intensidad y con él se elimina temporalmente la tensión de la libido.
En la infancia, cuando la primera satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición,
la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo propio: el pecho materno. Después la
pulsión sexual pasa a ser autoerótica, y solo luego de superado el período de latencia se
restablece la relación originaria. El hallazgo de objeto es propiamente reencuentro. Freud
plantea dos modalidades de hallazgo de objeto:
- Modelo por apuntalamiento: buscar el objeto según los modelos de la infancia. Se busca en
el objeto rasgos similares con los primeros. Se busca algo que tenga relación con esos primeros
objetos de amor. Madre nutricia y padre protector.
No es tajante la división entre los dos modelos. Puede haber una conjunción entre ambos
modelos. Puede haber un tercer modelo de hallazgo de objeto, el modelo por alteridad. Hallar
algo nuevo, diferente a lo ya inscripto. Estos dos modos de hallazgo que son puro reencuentro
dejan por fuera la alteridad.
Lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos sexuales justamente a las personas
a quienes desde su infancia ama. Pero, en virtud del diferimiento de la maduración sexual, se
ha ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto, y para
implantar en él los preceptos morales que excluyen expresadamente de la elección de objeto,
por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El respeto de
esta barrera es sobre todo una exigencia cultural.
Bleichmar llama producción de subjetividad al modo con el cual cada sociedad define los
criterios que hacen a la posibilidad de construcción de sujetos capaces de ser integrados a su
cultura de pertenencia.
El otro concepto, el de constitución del psiquismo, refiere a los modos de constitución del
aparato psíquico tomando como causalidad la determinación libidinal del sufrimiento psíquico.
Bleichmar dice que Freud en “metamorfosis de la pubertad” deja flotando la idea de que la
identidad sexual termina de articularse con la elección de objeto Y plantea que hoy en día se
puede afirmar que sería imposible pensar que la identidad de género sea el desenlace de la
elección de objeto, porque la identidad no es correlativa a la elección de objeto.
Bleichmar redefine el concepto de perversión como el empleo del cuerpo del otro como
objeto de goce para la propia satisfacción dejándolo desubjetivado, aquí la definición de
perversión no pasa por la zona que está en juego sino por un modo de relación con el objeto.
Por otro lado, Bleichmar habla sobre el Edipo y que hoy en día sería imposible atender a niños
que odian al papá porque duermen con la mamá y la necesidad de poder aplicarlo en nuevas
conformaciones familiares. Redefine el edipo como la instauración de una pautación que no se
reduce al hecho de que el niño no pueda acostarse con la madre sino de que el adulto no
puede usar el cuerpo del niño como lugar de ejercicio de su propio goce.
En “Tres ensayos” (1905), Freud plantea una acometida en dos tiempos de la sexualidad,
noción que será conocida como el bifasismo de la sexualidad humana. El primer tiempo
corresponde a la sexualidad infantil caracterizada por las pulsiones parciales y el autoerotismo;
y el segundo, iniciado con el advenimiento de la pubertad con sus decisivas transformaciones
que supondrán el primado de la sexualidad genital y el arribo a una “conformación normal
definitiva”.
Esto implicó sostener un pensamiento nuevo que rompe con la idea de un tiempo cronológico
y una evolución lineal del desarrollo sexual. En “La organización genital infantil” (1923), se
avanza en la idea de la aproximación del desarrollo y caracterización de la sexualidad infantil a
la sexualidad adulta. Esta variante condujo a pensar que la sexualidad genital adulta no sería
entonces otra cosa que una extensión de la sexualidad infantil. Por lo que la noción del
bifasismo sexual, perdió peso en el corpus teórico del PSA. Una tendencia fue considerar desde
una lógica lineal, determinista y evolucionista que la sexualidad genital adulta era la resultante,
el punto de llegada a la “normalidad”, la “meta genital natural” de la evolución de una
sexualidad infantil cuasigenital.
De este modo se abre una línea teórica que recupera el peso teórico de la noción de bifasismo
de la sexualidad y abre el camino a la consideración y estudio de la adolescencia.
Bleichmar → propone que “los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos
fases de una misma sexualidad sino a dos sexualidades diferentes”.
• Sexualidad paragenital: se trata de la sexualidad infantil que es implantada por el otro de los
primeros cuidados. Es autoerótica, parcial y no logra carácter orgásmico.
• Sexualidad genital: se trata de la sexualidad adulta que presenta primacía de los genitales.
No es una repetición de la sexualidad infantil ni tampoco lo genital borra lo anterior, sino que
se produce un ensamblaje entre lo paragenital y lo genital.
A partir del advenimiento de la pubertad se dará lo que definimos como “la confluencia del
bifasismo sexual en el entretiempo de la sexuación”.
Córdova retoma la expresión de Freud “El habitual extravío sexual de la pubertad” para
profundizar en ella. El extravío es estar desorientado y perder el rumbo a causa de la
emergencia de lo puberal. Lo puberal es un término aportado por Gutton, se trata de un
proceso que surge en la pubertad y es previo al primado de los genitales y el hallazgo de
objeto. En este proceso tienen lugar los siguientes acontecimientos:
• La caída del cuerpo infantil por las transformaciones en el cuerpo y el embate pulsional
genital.
En términos rituales, tras la muerte simbólica del niño, el tiempo de pasaje entre los litorales
de la infancia y el mundo adulto provoca un estado de suspensión estructural. Los
adolescentes transitan territorios de frontera y su condición social es paradojal; no son los
niños qué eran ni los adultos qué se supone serán.
Gutton (1993) afirma que para que el proceso puberal pueda acaecer sin fracturas, se requiere
un primer trabajo de la psique: la representación. Sin representaciones lo puberal genera una
fractura y no puede configurarse una adolescencia saludable.
Desasirse de sus padres (Freud) y partir requiere del adolescente un largo proceso hasta
asumir su paradojal condición de sujeto doblemente determinado:
• Por su cuerpo e historia infantil y familiar, por las generaciones precedentes, por la cultura
de su época.
Nasio (2010) afirma que la adolescencia es una neurosis del desarrollo, y más precisamente
una histeria que se caracteriza por ser saludable y pasajera, dado que se disipa con el tiempo.
Se trata de una neurosis de crecimiento benéfica, al final de la cual se entra en la adultez.
El des-orden
Lo puberal-lo adolescente
La vida psíquica encuentra distintos momentos en los cuales se trata de inscribir, incorporar,
metabolizar lo heterogéneo y así reorganizar, reordenar, desordenar lo previo. En su devenir,
la subjetividad trabaja la adolescencia produciendo transformaciones. Estos trabajos
denominados lo puberal - lo adolescente implican un potencial saludable de cambio y la
incorporación de lo nuevo, su homogeneización.
• Un campo intrasubjetivo como los cambios corporales y las vicisitudes de la historia personal.
Crecimiento y desarrollo que jaquean la identidad: Los cambios corporales que producen el
crecimiento del cuerpo y la aparición de los caracteres sexuales secundarios imponen al
psiquismo un trabajo de simbolización. Los cambios corporales piden una revisita de la imagen
especular. Un nuevo pasaje por el estadio del espejo como formador de la función del yo, el
cual no es sin su imagen corporal. La subjetividad requiere de trabajos de integración
psicosomática y demanda encontrar nuevos ordenamientos, reordenar, desordenar las
relaciones del cuerpo infantil con la propia historia, con los padres de la infancia, con la
infancia de los padres, con su lugar en el circuito de deseo familiar. Se plantea la adolescencia
como un período de crisis y duelo. Crisis de identidad, duelo por el “ser infantil”, por los padres
de la infancia, por la historia de las relaciones infantiles de objeto. El fin de la infancia requiere
de una caída, una muerte, pero a la vez una conservación superadora, transformación de lo
infantil. Algo se pierde, pero los referentes simbólicos de la identidad son resignificados.
Se requerirá así de estaciones de recambio de la identidad infantil, de desorden del cuerpo, del
objeto familiar. Entre reedición y repetición, lo puberal adolescente tiene urgencia de
transformar y crear, es el entretiempo de trabajos específicos, lugar de transformación e
inscripción del cuerpo (erógeno) pre-genital, en cuerpo genital y de objeto familiar en objeto
de deseo no-familiar.
Erotismo genital y hallazgo de objeto que alteran lo familiar: Tanto en la inscripción del
cuerpo genital como en este pasaje a elección de objeto heterofamiliar, el vínculo al otro es
marca que funda e inaugura. La iniciación sexual marca un antes y un después, un hito en los
procesos de subjetivación, el cual no es sin el otro. Cobran nuevas significaciones las
diferencias sexuales, ahora genitales, de género y el pasaje de la bisexualidad a la homo o
heterosexualidad.
El cuerpo en sus inicios es un soma: sustancia sin representación y a-histórica, no lleva aun la
marca de sucesivas filiaciones simbólicas y lo seguiría siendo en caso de no mediar su
encuentro con el Otro, de no ser tocado. Por ese encuentro, un cuerpo ha de advenir. La
constitución del cuerpo como integración psicosomática, como cuerpo psíquico/erógeno, lo
denominaremos “corpsi”.
El infans recibe el lenguaje del Otro materno, quien, con sus sonidos, olores, imágenes y
texturas corporales, su voz, etc. activa libidinalmente el cuerpo. La pulsión es convocada por la
sexualidad ICC de la madre. Bleichmar sostiene que la madre sexualiza y da indicio al proceso
de sexuación del infans.
En este tiempo fundante que situaremos como los albores de lo originario, el cuerpo psíquico,
equivalente de cuerpo erógeno, se va constituyendo en el doble encuentro originante con el
propio cuerpo y los procesos psicosomáticos maternos. Las representaciones de lo originario
van a materializarse por medio de pictogramas, que van a inscribir la zona con el objeto
complementario, ambos fusionados, unidos.
La estabilidad de la constitución imaginaria del cuerpo estará dada por una sutura simbólica,
que proviene de la mirada y asentimiento del Otro. En esa operación estructurante devienen
las identificaciones originantes del yo ideal (identificación imaginaria) y del ideal del yo
(identificación simbólica). No se trata aquí de la construcción del cuerpo erógeno, ya iniciada,
sino de un “nuevo acto psíquico”: la estructuración narcisista que funda la imagen
cohesionada del cuerpo y del yo como instancia corpórea.
El espejo, en tanto función del Otro, permitirá́ la asunción de una imagen del cuerpo unificada
y estable.
Llegada la pubertad, el grupo familiar debe ceder su supremacía y dar lugar a la creación de
otros grupos y otros espejos. Este apuntala al adolescente en su proceso de desasimiento y
des-identificación de lo familiar, infantil y favorece la creación de ideales y modelos
identificatorios de relevo. El cuerpo propio genital, se ira creando en la adolescencia mediante
las inscripciones e identificaciones resultantes de los encuentros con el otro cuerpo y con el
cuerpo genital de los otros, en una dialéctica constitutiva del sí mismo y la alteridad. La
apropiación del cuerpo se da a partir del encuentro con nuevos cuerpos, también en proceso
de escritura de lo propio. Con los encuentros con el otro se irá constituyendo la categoría de la
alteridad que implica poder ubicarse como un sujeto deseante ante otro sujeto deseante sin
destruir ninguno de los dos términos (es decir, se trata de asumir la alteridad del propio
cuerpo y al mismo tiempo asumir la alteridad de otros cuerpos).
Se realiza una comparación entre el Estadio del espejo de Lacan y lo que llamó el Estadio de la
adolescencia.
En el estadio del espejo de Lacan se oponen dos parámetros: un cuerpo real de un bebé
sentido y vivido como fragmentado y por el otro lado la imagen entera y unificante que el
espejo le devuelve y que le da al niño la posibilidad de sentirse una unidad en relación a sí
mismo y una entidad diferente de las otras personas que lo rodean.
En el caso del bebé el sentimiento que domina es la alegría por verse reflejado en una imagen
unificadora. En el caso del adolescente el sentimiento que domina es la vergüenza o su
contrario la omnipotencia.
Lo Originario – Grassi
Representar-Metabolizar
Freud planteó que la actividad psíquica nace por una “Experiencia de satisfacción” de una
necesidad. El modelo de la pulsión nace apoyado en la satisfacción de esta necesidad. Es
necesaria la presencia del principio de placer en el cuerpo del niño y en los procesos
se denominan “pictogramas”, que son marcas, la inscripción del principio del placer en el
➢ La presencia del principio del placer en el doble encuentro es la condición para que el soma
pase a otro territorio y quede inscripto como cuerpo erógeno., cuerpo psíquico.
El Pictograma
➢ lo somático y lo psíquico
“Pictograma de rechazo”: Se da cuando hay una inadecuación por exceso o ausencia de placer
de la zona y el objeto y se produce el desencuentro entre éstos. Por lo tanto, el cuerpo se
inscribe negativamente, deja marcas inaugurales en el aparato psíquico (cicatrices). La zona no
investida como zona erógena será un agujero que puede provocar consecuencias.
El aparato psíquico se constituye en función del intercambio que el niño establece con el
adulto que lo asiste, a través de un vínculo de amor y dependencia, será éste quien establezca
las normas de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico comenzará a
desplegarse.
La familia como territorio (pensado como puntos de anclaje y permanencia) y espacio abierto
para la producción de subjetividad. Familia como una organización abierta, compleja y
multidimensional entramada en la red: sujeto- vinculo- cultura.
¿Qué es el trauma? Es el encuentro con el goce sexual sin ese saber sobre la sexualidad. No es
el sexo lo traumático, sino la ausencia de saber y el enigma en el que esa ausencia funda.
→Trauma y acontecimiento según Ignacio Lewkowicz: Este autor sostiene que el trauma
remite a la suspensión de una lógica por la presentación de un término que le es ajeno. Se
trata de un estímulo excesivo que no puede ser captado por los recursos previos. Por eso
mismo, ese estímulo tiene masividad y evidencia suficientes para imponer un obstáculo al
funcionamiento de la lógica en cuestión. Quizá la metáfora de la inundación permita recrear la
operatoria del trauma. La inundación sería ese algo que deja perplejo, que deja sin respuesta
por su evidencia e intensidad desmesuradas.
→Del trauma al acontecimiento: Lacadée señala que debido a la pubertad el niño se descubre
exiliado de sí, de su cuerpo de niño, de las palabras y la lengua de la infancia.
Este trauma, provocado por lo puberal y sus reverberaciones infantiles, promueve como
respuesta los trabajos de lo adolescente. “El trauma se ofrece más allá del trabajo elaboración,
a una decisión, a la invención de un camino”.
→Gutton: dirá que lo puberal crea los materiales sobre los que trabaja lo adolescente. El
cuerpo púber se encuentra tomado por un proceso de transformación entre dos litorales: lo
aún niño y lo ya adulto.
Afirma que, con la llegada de la pubertad, el cuerpo genital puberal seduce al cuerpo todavía
niño. Lo puberal y lo adolescente son procesos diferentes pero lindantes y complementarios,
que actúan de un modo simultáneo o retrasado.
Sostiene que lo puberal habita en el centro de los procesos adolescentes. Frase: "saber que no
vas a volver" es una sentencia que se enlaza con el trabajo de elaboración en un nuevo pasaje
por los desfiladeros del Complejo de Edipo, del duelo por el objeto amoroso infantil
inexorablemente perdido. El adolescente tendrá que dejar algo de sí en el camino; en
principio, el cuerpo infantil. Aceptar qué no hay forma de volver también habilita el trabajo de
historización de la infancia y la elaboración creativa del duelo por el objeto, mediante procesos
saludables que dan lugar a la lo nuevo, que conducen a la creación/hallazgo de objeto.
Freud plantea una simultaneidad entre la aparición de los procesos de excitación sexual genital
y el trabajo psíquico del hallazgo del objeto. Sabemos ahora que hay un largo recorrido y un
tiempo que Grassi denomina entretiempo de la sexuacion, para arribar en el mejor de los
casos a ese hallazgo. Freud no avanza demasiado, se detiene en la idea de un reencuentro.
Señala que existen dos caminos para el hallazgo de objeto: uno es por apuntalamiento en el
modelo de la temprana infancia, y el segundo es el narcisista que busca el yo propio y lo
reencuentra en los otros.
El hallazgo del objeto supone un logro psíquico que tiene su correlato en la vida amorosa. El
hallazgo requiere la creación psíquica de un objeto a hallar. Sin creación no hay hallazgo en
términos de acontecimiento.
La importancia del hallazgo no se centra tanto en el objeto como en el acto de hallar como
acontecimiento. El hallazgo es un logro psíquico decisivo, el objeto amoroso puede no ser
definitivo.
El hallazgo de objeto entonces no es tanto el final de un camino como la apertura a una
novedad en un contexto de descubrimiento.
La adolescencia es pasaje decisivo cuyo trayecto, siempre incierto con momentos de extravío,
desvíos, avances y retrocesos, detenciones y reanudaciones.
Trauma, en tanto energía libre, no ligada, como seducción, como sexual, como empuje a la
búsqueda de nuevos recursos es vivencia que viene de una “interioridad”.
Vivencia que tiene el carácter de exceso, en tanto novedad no significada, vivenciar originario.
El primer trabajo que se plantea al psiquismo en relación al trauma puberal, es homogenizar lo
heterogéneo que trae la pubertad. Lo originario como modo de representación, será la vía por
la cual este proceso comienza a producirse. Esta es una de las propuestas desarrolladas en este
escrito, lo originario como primer modo de representación de lo nuevo que trae el cuerpo
puberal. Es en este sentido acontecial y originante.
Sabemos que para que una experiencia se constituya en traumática, es decir falta de
abreacción de las experiencias y persista en el psiquismo como cuerpo extraño, deben
cumplirse determinadas condiciones, una de ellas es si falla el principio de constancia.
La relación que guarda el Yo con el propio cuerpo no es una relación llana y directa, no es sin
mediaciones. La relación o la vivencia subjetiva del cuerpo es “información libidinal” que
proviene de las imágenes y sensaciones corporales, como también de las miradas y palabras
provenientes del otro, el Otro y los otros.
El cuerpo erógeno comienza a sentir como rareza y extrañeza esos primeros implantes del
cuerpo puberal, nuevas imágenes de la genitalidad.
→Recurso del registro originario: Al púber en esos tiempos “de alteración” le es difícil
entender y más aún narrar lo que le pasa y por ello suele ser difícil dialogar con él. Eso lo hace
estar pendiente de las pantallas y de la mirada de los otros en procura de algún reflejo que
diga de él. Es condición en los procesos saludables de lo puberal, que este experienciar
transcurra sobre el fondo de algún tipo de registro que formulamos de la siguiente manera:
“esto nuevo me acontece, me sucede, me pasa, no se bien de qué se trata pero acepto, registro
la novedosa vivencia subjetiva en Mi”. La vía de la psicopatología podría abrirse aquí con la no
aceptación de la rareza. Pictograma de rechazo.
El término exploración une el devenir de la adolescencia con una de las funciones del juego, la
exploratoria que conduce al reconocimiento del sí mismo y del mundo. No hay vida sin
exploración sin búsqueda y encuentro con lo perdido y el deseo de recuperarlo y de toparse
con lo inédito. Cuando se desata la pubertad no estamos soló frente a la búsqueda de la
satisfacción de la sexualidad apremiante; estamos a sí mismo ante la llamada del mundo.
Nuestro punto de partida es tomar el trauma puberal como aquello que condena al sujeto a
explorar. Se sitúa en un mismo nivel de causa tanto el trauma como el deseo. Los dos le
plantean una exigencia de poner en movimiento su cuerpo y su mente. La exigencia
exploratoria le viene no sólo de la metamorfosis de su propio cuerpo (del cual debe
apropiarse); sino que también le viene del medio social que lo expulsa del protectorado donde
residía bajo la protección de sus padres y lo condena a buscar su propio cobijo en el amplio
mundo. Así se dan dos procesos de desterritorialización del cuerpo infantil y del espacio
infantil y reterritorialización del cuerpo de joven y del espacio del joven, que se atraviesan
unos a otros. Además, el mundo del otro sexo también debe ser explorado y territorializado
por el propio cuerpo, si el adolescente pretende encontrar este objeto perdido, el objeto de la
experiencia de satisfacción y se pretende asimismo encontrar otras satisfacciones pulsionales
diferentes al autoerotismo. El propio cuerpo se torna insuficiente hay que salir a explorar fuera
de sí.
Debemos diferenciar entonces dos procesos y por ende dos campos exploratorios; uno es la
búsqueda y encuentro de la cavidad excitatoria de la zona genital (objeto parcial); y por otra
parte lo que Freud ubica bajo el dominio psíquico, el objeto que se ha venido construyendo
desde la más temprana niñez y cuyo retorno se anhela (objeto total). El objeto total designa a
la persona en su totalidad, pero jamás será total ya que nunca podrá reunir todos los objetos
parciales en ella. Esta necesidad del hallazgo del objeto condena al sujeto también a una
exploración del mundo, porque ese objeto no puede ser compensado suficientemente por una
parte del propio cuerpo.
Pues bien, Freud se dirige a teorizar sobre una de las tareas que el nuevo status de su cuerpo
le impone al sujeto: hallar un objeto adecuado para sus nuevas posibilidades sexuales. Freud
concluye finalmente que el objeto buscado es un objeto perdido, por lo tanto, de lo que
fundamentalmente se trata es de su búsqueda. Lo paradojal de esa búsqueda es que se trata
de un objeto que nunca tuvo y que nunca se dará otro encuentro que el encuentro con lo
inédito. Pero es esa búsqueda, una búsqueda de lo antiguo en lo inédito lo que dispara, obliga,
condena al sujeto a la exploración.
Freud afirma que lo que empuja fundamentalmente al sujeto lejos de sus padres, lo que lo
condena a explorar, es el peligro de la consumación del incesto. Buscando el objeto perdido
debe impulsarse lo más lejos posible de él; en ese alejamiento exploratorio es donde es
posible encontrar el objeto adecuado. Esta trayectoria exploratoria tiene un recorrido
probable que depende de los procesos previos de la primera elección objetal en la instalación
del Edipo. Va desde las cercanías del objeto incestuoso al objeto nuevo exogámico. Este
recorrido exploratorio tiene un primer momento (imaginario, masturbatorio) donde los
objetos incestuosos y nuevos desfilan incesantemente y todas las formas de la sexualidad son
exploradas; y un segundo momento exploratorio en la realidad. Este placer alucinatorio no se
abandona por completo, una parte de la sexualidad se conserva autoerótica
b. Objetos transicionales.
El movimiento exploratorio, entendido como experiencia individual subjetiva que se hace con
Otros, puede verse obstaculizado por movimientos de contrainvestidura, a lo cual está sujeto
lo no – explorable por la oposición del sujeto a investirlo libidinalmente. Se puede ver en
problemáticas de inhibición y fobias; sino por el contrario procesos de desinvestidura, donde
lo no – inscripto funciona como obstáculo.
Ya no tiene sentido la rebelión, y el adolescente que triunfa demasiado temprano resulta presa
de su propia trampa, tiene que convertirse en dictador y esperar a ser muerto, no por una
nueva generación de sus propios hijos, sino por sus hermanos. La inmadurez es una parte
preciosa de la escena adolescente. La sociedad necesita ser sacudida por las aspiraciones de
quienes no son responsables. Si los adultos abdican, el adolescente se convierte en un adulto
en forma prematura, y por un proceso falso. Se podría aconsejar a la sociedad: por el bien de
los adolescentes y de su inmadurez, no les permitan adelantarse y llegar a una falsa madurez,
no les entreguen una responsabilidad que no les corresponde, aunque luchen por ella.
Hay algo de la cadena generacional que se pone en cuestión. Se deja de pensar en el mito
fundacional. La adolescencia viene a romper con esto. Los padres dejan de ser idealizados,
pasan a ser falibles y mortales. Se da una modificación del vínculo. Hay algo de este padre real
que empieza a romper ese ideal. Reconstrucción de ese vínculo y búsqueda del adolescente de
otros referentes que puedan ser tan infalibles e incuestionables como lo eran los padres de la
infancia: idealismo, fanatización.
La adolescencia de los hijos, que para ellos es una crisis, también será una crisis para la
organización familiar donde los padres deberán reinventar su lugar en relación con los otros y
con ellos mismos. Ya no podrán refugiarse en su posición de padre. Ellos también deben
efectuar un trabajo de duelo y separarse de lo que parecía una parte de ellos mismos.
Primera consecuencia de la pubertad: poseer los atributos físicos de los padres. El cuerpo del
niño se transforma en un cuerpo de adulto, son sus mismos atributos, los cuales antes los
diferenciaban. En un primer tiempo, la pubertad puede ser vivida por el adolescente como una
falta, o una enfermedad, cuyos signos serian la menstruación y las erecciones espontáneas y
poluciones nocturnas. Pero debido a la semejanza con la imagen del adulto, en un segundo
tiempo será vivida con frecuencia como una competición con los padres.
Segunda consecuencia de la pubertad: trastorno del Edipo. A la vez, los padres le parecían al
niño inmortales, sólidos, capaces de soportar sin sucumbir a los deseos edipicos más agresivos.
Los padres del adolescente, en cambio, se revelan mortales, podrán sucumbir ante la vejez sin
necesidad de matarlos. Este carácter decepcionante, que, en definitiva, los padres no están
hechos de otra materia que los hijos y ya no pueden ser los referentes últimos, ideales,
infalibles; tiene dos consecuencias:
1) Modificara radicalmente la relación del adolescente con sus padres (sus demandas, sus
quejas, etc).
2) Volverá a plantearse la cuestión de un otro como referente último, esa vez que pueda
garantizar con eficacia y de forma duradera al adolescente su identidad.
Los adolescentes son insolentes y responden. ¿Qué es ser insolentes? Es afirmar su soledad,
reivindicarla extrayendose del bienestar. La sociedad no reconoce el estatuto adolescencia, y
estar en adolescencia ya es de por si una insolencia. En la adolescencia, a diferencia de la
infancia y en la adultez, los sentimientos negativos con respecto a si mismo no son reprimidos,
sino que, como en la psicosis o la paranoia, son proyectados al exterior. ¿Qué es responder? Se
refiere a aquel, que en lugar de obedecer, de permanecer en el lugar que le es asignado por el
discurso de los padres, pronuncia una palabra de más, incluso insignificante. Esto pone de
manifiesto dos cosas: que hay otros discursos posibles al discurso parental, el cual pierde su
valor; que el discurso de los padres se revela como frágil, puesto que basta una palabra de más
para denunciarlo.
1) Demandar: Se refiere a esas solicitaciones repetidas del adolescente (quieren tal cosa, o que
los autoricen salir hasta tal hora). Pero responder a la demanda no resuelve nada. Lo que para
el adolescente cuenta es que su demanda, y detrás de ella su derecho de demandar, sean
reconocidos como legítimos. Demanda pues en la niñez se le hizo la promesa de que cuando
sea mayor tendría el goce. Esta demanda va en el sentido del trabajo de apropiación de sí
mismo y del mundo que constituye el proceso de adolescencia.
Freud dice que “existen dos caminos para el hallazgo de objeto: en primer lugar el que se
realiza por apuntalamiento en los modelos en la temprana infancia y en segundo lugar el
narcisista”. La cátedra agrega otra forma de encuentro, la alteridad del objeto, por su
amenidad y extrañeza, extraño por lo que conlleve de no conocido.
Nuevamente en el texto de Freud, dice que “la pulsión tenía un objeto por fuera del cuerpo
propio: el pecho materno. Lo perdió más tarde. Después la pulsión sexual pasa a ser
autoerótica y solo después de superar el periodo de latencia se vuelve a la situación originaria.
El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro”. La cátedra abre así, una
polémica acerca de este encuentro.
Hallazgo no es encuentro
Hallazgo implica la actividad que hace aparecer un objeto mediatizado por la creatividad del
sujeto. Es descubrir con ingenio algo hasta entonces no conocido. Por lo cual, hallazgo no es
tanto la acción de encontrar, como una cualidad de la actividad subjetiva. Si el encuentro de
objeto es un hallazgo, lo es porque el proceso estuvo comandado por la creatividad del sujeto.
El cuerpo puberal
Llegada la pubertad, la sexualidad (genitalidad) ya no puede ser diferida. Una vez instalada la
barrera de la prohibición del incesto y los diques morales que hacen al sujeto de la ética y la
búsqueda de alteridad propia de la pulsión genital con la pulsión puberal, al psiquismo le urgen
trabajos específicos. El cuerpo puberal, con sus reorganizaciones y neoorganizaciones,
requiere de nuevas inscripciones y nuevos circuitos pulsionales. El objeto, para terminar de
constituirse como tal (exterior-ajeno-extraño), requiere de tiempos y espacios donde hacerlo,
de ensayos y exploraciones. Le urge que el objeto sea investido siguiendo las vías corrientes
tierna y sensual de la pulsión.
Una de las condiciones para el hallazgo de objeto, una primera condición es la creación de la
espacialidad exterior al propio cuerpo (transformación del autoerotismo y del narcisismo) y
espacialidad extrafamiliar donde hallarlo.