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Final de Psicología.

La palabra adolescencia proviene de un termino latino que significa “crecer”,


padecer, “sufrir”, “ir creciendo para convertirse en adulto”.
Obiols, propone a la adolescencia en la posmodernidad como un modelo
social, donde a partir de esto, se “adolescentiza” a la sociedad misma.
Este autor, explica que en la actualidad la adolescencia tiende a prolongarse en
el tiempo y no es vivida como una etapa incomoda o de paso. Y al hablar de la
duración de la adolescencia, diferencia los términos adolescencia y juventud.
Un adolescente es un ser humano que pasó la pubertad y que todavía se
encuentra en etapa de formación, ya sea en lo referente a su capacidad
profesional, a la estructuración de su personalidad, o a la identidad sexual. En
cambio, joven, designa a alguien que ya ha adquirido responsabilidades y
cierta cuota de poder, que ha madurado su personalidad y tiene establecida su
identidad sexual.
En la adolescencia hay dos tareas fundamentales que se deben realizar según
Gavilán, M y D´Onofrio, S;
La primera, es el logro de la propia identidad, es decir, alcanzar una definición
de sí mismo, una valoración y una seguridad personal; partiendo de la
integración con otras nuevas identificaciones con personas y con grupos. Hugo
Lerner, plantea que se construye en los primeros años de vida, y se construye
y reconstruye permanentemente, transformándose a través de procesos de
identificación. El adolescente construye su yo aferrándose a cualquier cosa
para alcanzar su identidad. En este transcurso los adolescentes, o se aferran a
una imagen de sí mismos, o su vida se convierte en un cambio, o una
búsqueda permanente. Del trauma, plantea que son series de acontecimientos
que nos suceden, y si es traumático, o no depende de nuestra infancia o de los
contextos sociales, es decir, que cuando un sujeto adolescente va
construyendo su identidad, ciertas situaciones contextuales/sociales, pueden
interferir en dicha construcción. Esas interferencias guardan relación con la
idea de trauma. Son traumáticas porque impiden que el individuo sea, que
logre conquistar el soy yo, y estorban el proceso de llegar a ser lo que quiere.
El adolescente necesita un piso consistente sobre el cual pueda experimentar;
si el suelo es demasiado fluido y poco firme, no habrá proceso de desarrollo. El
contexto social incierto, sin horizontes, no permite construir ningún proyecto.
La segunda, es la apertura al mundo socio-cultural con una búsqueda del
sentido de la vida y en el desarrollo de un proyecto personal.
Las autoras plantean que es importante realizar una distinción entre pubertad
y adolescencia. La pubertad, se caracteriza por los cambios físicos que
suceden a partir de los 9 y 10 años, es decir, la preparación al cuerpo adulto
con capacidad para reproducir; y la adolescencia, se caracteriza como
fenómeno psicosocial que no tiene un tiempo definido que la separe de la
anterior y dura hasta comenzar la adultez.
Anna Freud destaca tres aspectos del comportamiento adolescente;
El primero es la Introversión – Extroversión: La introversión se asocia al
“descubrimiento de la propia interioridad”. Lo lleva por momentos a “retirarse
del mundo”. Es una toma de distancia que lo dispone a reconciliarse con sus
vivencias y con su cuerpo, favoreciendo así su propia historicidad y su
discriminación, fundamental de autoafirmación. La extroversión lo lleva a
sumergirse en su grupo, se asocia a la necesidad de ser aceptado, de
asemejarse e igualarse con sus pares favoreciendo su sentido de pertenencia y
la experimentación dentro del grupo de diferentes roles nuevos. El segundo, es
la Dependencia – Independencia; en este aspecto los adolescentes, quieren
librarse de las ataduras familiares, pero están muy influidos por ellas. Le
dedican menos tiempo a la familia, y más a su grupo de amigos, pero a pesar
de esta demanda de independencia, buscan ser confirmados por sus padres y
su grupo de pares. Y el tercero, es el Fanatismo y apatía; el fanatismo se da a
través de una fuerte tendencia a identificarse con un grupo musical, un equipo
deportivo, que les permite ir formando nuevos lazos con sus pares.
Paralelamente, en otros ámbitos desarrollan una actitud de apatía que la
sociedad favorece con una cosmovisión superficial y hedonista.
Hoy en día, en los sectores medios y altos de la sociedad se ha eclipsado la
autoridad paterna, que tiene un común denominador en su modo de ejercerse,
las autoras lo denominan miedo e inseguridad de los padres. Los
característicos en esta situación son:
- Padres que no ejercen la autoridad: justifican que su hijo debe
expresarse con libertad para madurar su espíritu crítico. Se acercan a
sus hijos vistiendo como jóvenes, “borran distancias”, y se declaran
compinches intercambiando confidencias. También algunos padres
consideran que la respuesta la deben buscar los adolescentes por sí
solos, generando una “distancia ausente”.
- Padres sobreprotectores: prolongan indefinidamente la infancia de sus
hijos, amparados en la inseguridad externa que amenaza con peligros
constantes. Estos padres quieren ser imprescindibles, no aceptan la
separación, no confían en las decisiones de sus hijos, en sus criterios
para actuar; resuelven sus problemas para negarles la autoestima más
que para ayudarlos.
- Padres que hacer uso abusivo y arbitrario de su autoridad: recurren
para justificar sus órdenes y actitudes la expresión: “Porque soy tu
padre…”. El hijo viene a ser una propiedad particular, una posesión
absoluta. Muchas veces, no dudan en humillar al hijo, censurándolos en
público, haciendo comentarios ridiculizantes.
El pasaje de un estadio de la vida a otro se sucede a través de periodos de
crisis cuya separación incluye el dolor de dejar lo conocido. Este dolor de la
perdida va acompañado de un duelo, cuya elaboración es el paso
imprescindible para comenzar cada etapa. Aberastury señala que en la
adolescencia se viven tres duelos:
a) Duelo por el cuerpo de niño: El adolescente sufre cambios rápidos e
importantes en su cuerpo que a veces llega a sentir como ajenos,
externos, y que lo ubican en un rol de observador más quede actor de
los mismos, es decir, que se abandona el cuerpo soñado por uno que
desagrada.
b) Duelo por la perdida de la identidad infantil: Perder su rol infantil les
obliga a renunciar a la dependencia y a aceptar responsabilidades. La
perdida de la identidad infantil debe reemplazarse por una identidad
adulta y en ese transcurso surgirá la angustia que supone la falta de
identidad clara.
c) El duelo de los padres de la infancia: Renunciar a su protección, a sus
figuras idealizadas e ilusorias, aceptar sus debilidades y su
envejecimiento.
Aberastury añade un cuarto duelo, el de la perdida de la bisexualidad de la
infancia en la medida en que se madura y se desarrolla la propia identidad
sexual. Propone también que la inclusión del adolescente en el mundo adulto
requiere de una ideología que le permita adaptarse o actuar para poder
cambiar su mundo.

Obiols habla de los duelos en la posmodernidad; El duelo por el cuerpo


perdido, en la posmodernidad, el cuerpo del adolescente es idealizado, logra
cierta perfección. El cuerpo infantil no es reemplazado por un cuerpo adulto.
Hay una modificación parcial de ciertas características; El duelo por los
padres de la infancia, los padres de infancia son quizás los únicos adultos en
estado puro que se encuentran a lo largo de la vida. A medida que el niño va
creciendo, des-idealiza, confronta las imágenes infantiles con lo real, reama
internamente las figuras paternas, se sienten huérfanos durante un período
hasta llegar a ser hijo de un simple ser humano de allí en más. Hoy en día, los
padres buscan ser jóvenes, cuando los niños crecen y cuando llegan a la
adolescencia, se encuentran con alguien que tiene sus mismas dudas, están
más cerca de sus padres. Acá, difícilmente hay duelo; El duelo por el rol y la
identidad infantil, se debe diferenciar dos conceptos psicoanalíticos que
suelen confundirse: el yo ideal y el ideal del yo. Ante una imagen real de sí
mismo, poco satisfactoria, el niño desarrolla una imagen ideal un yo ideal en el
que refugiarse. No puede esperar para satisfacer sus deseos y no es capaz de
considerar al otro. Hace sentir al niño que es el centro del mundo. El ideal del
yo, es el modelo de niño que todos esperan que sea.
En la posmodernidad los medios divulgan los valores del yo ideal, no admitidos
en sociedad anteriormente. La nueva tendencia se estructuraría sin la idea neta
de duelo, en tanto no habría una pérdida conflictiva que lo provocara.
El adolescente descripto por Aberastury se va adaptando a los cambios de su
cuerpo a partir de la aparición de los caracteres sexuales secundarios, las
poluciones en los varones, y la aparición de la primera menstruación en las
mujeres. Freud, remonta el comienzo de la sexualidad a la primera infancia, la
cual sigue un desarrollo en que pueden aislarse diferentes etapas sucesivas. El
instinto sexual, hasta entonces predominantemente auto erótico, encuentra por
fin el objeto sexual, que, hasta ese momento actuaba partiendo de instintos
aislados y de zonas erógenas que, independientemente unas de otras,
buscaban como único fin sexual determinando el placer. Ahora, en la
adolescencia, aparece un nuevo fin sexual, que consiste, en el hombre, en la
función reproductora.
Knobel denomina Síndrome normal de la adolescencia a las conductas que
por darse en la adolescencia se consideran normales, pero que fuera de este
período serían consideradas patológicas. Esto se debe a que sus actuaciones
conllevan características defensivas de tipo psicopático, fóbico, maníaco o
esquizoparanoide. Es por esto que lo describe como una entidad
semipatológica.
El autor hace la salvedad de que comprende la contradicción “síndrome
normal” en tanto síndrome implica una entidad clínica y normalidad refiere a
estar fuera de la patología.
Menciona como características de los adolescentes la alternancia entre el
desequilibrio, inestabilidad, timidez, urgencia, desinterés, la presencia de
conflictos afectivos y crisis religiosas, etc. y sostiene que todo esto es normal
ya que lo anormal en un adolescente sería el equilibrio.
Knobel desarrolla diez síntomas característicos de este síndrome que son:
 Búsqueda de sí mismo y de la identidad
 Tendencia grupal
 Necesidad de intelectualizar y fantasear
 Crisis religiosas
 Desubicación temporal
 Evolución sexual desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad
 Actitud social reivindicatoria con tendencias antisociales
 Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta
 Separación progresiva de los padres
 Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo
Tendencia grupal: El individuo en esta etapa, recurre como comportamiento
defensivo a la búsqueda de uniformidad, donde puede brindar seguridad y
estima personal. Es allí donde surge el espíritu de grupo. En esta etapa, hay un
proceso de sobre identificación masiva, en la que todos se identifican con
todos. este proceso, es tan intenso que la separación del grupo parece casi
imposible.
Se recurre al grupo como un refuerzo para su identidad. En el fenómeno
grupal, el adolescente busca un líder al cual someterse, o se elige a sí mismo
para ejercer el poder de padre o madre, ya que el papel de estos sigue siendo
muy activo.
Crisis religiosas: El adolescente puede manifestarse como un ateo
exacerbado o como un místico muy fervoroso, como situaciones extremas. Es
común observar que un mismo adolescente pasa incluso por periodos místicos
o por periodos de un ateísmo absoluto. Esto concuerda con toda la situación
cambiante y fluctuante de su mundo interno.
Las tan frecuentes crisis religiosas no son un mero reflejo caprichoso de lo
místico sino intentos de solución de la angustia que vive el yo en su búsqueda
de identificaciones positivas y del enfrentamiento con el fenómeno de la muerte
definitiva de parte de su yo corporal. Además, comienza a enfrentar la
separación definitiva de los padres y también la aceptación de la posible
muerte de los mismos. El adolescente puede tener tanta necesidad de hacer
identificaciones proyectivas con imágenes muy idealizadas que le aseguren la
continuidad de la existencia de sí mismo y de sus padres infantiles. La figura de
la divinidad, de cualquier tipo de religión puede presentar para él una salida
mágica de este tipo.

Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta:


La conducta del adolescente está dominada por la acción. Él no puede
mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque
muchas veces lo intenta y la busca. Una línea de conducta determinada
indicaría una alteración de la personalidad del adolescente. Por eso es que
hablamos de una normal anormalidad, de una inestabilidad permanente del
adolescente. Es el mundo adulto el que no tolera los cambios de conducta del
adolescente.

Susana Quiroga, habla de la adolescencia temprana, media y tardía.


En adolescencia temprana dice que, existen ciertos periodos dentro de los
cuales es esperable que ocurran cambios de conducta y/o cambios físicos.
Existe, también, una influencia recíproca entre lo psíquico, lo biológico, y lo
social. El ritmo y la aparición de los caracteres primarios y secundarios en los
cambios corporales, encierra un problema cronológico que está determinado
por los sexos. En las niñas, el proceso de crecimiento se inicia antes que en el
varón, lo que determina problemas de relación entre ambos. Los varones, en
general, ven a las niñas muy envolventes, desenvueltas, lo que hace que se
alejen de ellas. Estas a su vez, perciben a los varones como inmaduros, y se
burlas y/o acosan en forma de venganza.
La autora divide a la adolescencia temprana, en las siguientes subfases.
Prepubertad; se caracteriza en los cambios de conducta en ambos sexos
centrado en el incremento de la motricidad. Desde el punto de vista psicológico,
se notan cambios en el tipo de juegos y en las verbalizaciones, que se tornan
de mayor contenido sexual. La Prepubertad, incluye entonces, el crecimiento
corporal y la puesta en marcha de las glándulas sexuales. Estas últimas, no
tiene consecuencias visibles aún en el exterior, sino en el cambio que se
produce en la conducta como el incremento de la motricidad.
Pubertad; los cambios iniciados en el período anterior, comienzan a ser
visibles. En esta subfase, se produce el desarrollo de las características
sexuales primarias y secundarias. Las primeras corresponden a los órganos
sexuales masculino y femenino relacionados con la reproducción; para las
secundarias, corresponden a aquellos aspectos físicos que dan apariencia
masculina y femenina y cumplen una importante función en la atracción de los
sexos y la formación de parejas.
En adolescencia media la autora dice que se caracteriza por terminar de
estabilizar el proceso de crecimiento. Esta estabilidad, le permite poder salir en
busca del otro, mediante un proceso de desplazamiento de investiduras
libidinales desde el propio cuerpo hacia el objeto. Se trata de un objeto, en el
que se busca un vínculo de intimidad. Por otra parte, se dan vínculos de masa
caracterizados por el amor y la identificación fraterna con fidelidad a un líder
idealizado.
En adolescencia tardía, las problemáticas que el adolescente debe resolver
en esta etapa son, la inserción en el mundo vocacional y laboral, y el encuentro
con una pareja estable. Quiroga, plantea cinco conflictos que el adolescente
debe resolver: 1, discriminación entre “quienes son los padres” y “quien soy
yo”; 2, deseo de establecimiento de vivienda independiente; 3, deseo de
independencia económica; 4, deseo de construir una pareja estable; 5, logro de
la orientación vocacional y/o laboral.
Marcelo Urresti, plantea que la adolescencia es un período de cambios
abruptos, un período de crisis y reestructuración de la personalidad, donde el
cuerpo cambia, se abandona la infancia, se transforma el lugar que se ocupaba
en la familia y en la escuela.
En este período, según Urresti, actúan dos factores; el primero, es el grupo de
pares, el otro, es el sistema de escenarios y ámbitos institucionales que hacen
de marco al encuentro y a la cotidianeidad de dichos grupos. Estos factores
intervienen de manera decisiva en la rearticulación de los referentes básicos de
la experiencia y del mundo de la vida y se suman a la familia y a la escuela.
Estos grupos son la primera ampliación de la red de relaciones en las que
entran los adolescentes, son los grupos de amigos más cercanos, que se
reúnen a pasar el tiempo, a escuchar música, etc. Esos experimentan las
primeras búsquedas de independencia.
Los grupos de pares funcionan como entidades intermedias entre el espacio
social general en el que se definen las clases sociales que incluyen a las
familias y el espacio íntimo de los sujetos que estas grandes estructuras
configuran.
Para Urresti, los grupos de pares son redes que acompañan la adolescencia,
apuntando relaciones, apoyando procesos de identificación. En estos procesos,
tanto los consumos culturales, como los usos del espacio serán fundamentales,
ya que los adolescentes son los más grandes consumidores de las familias.
Estos, son sensibles al juego de miradas, y se autoevalúan a través de lo que
elijen, portan y gustan. Se valoran a través de sus valoraciones. Por eso son
consumidores exigentes, porque la ansiedad de identificación los convierte en
obesos consumidores de símbolos. Entre los consumos privilegiados están la
ropa y las salidas. Todos los bienes destinados al consumo tienen una
dimensión material y simbólica; ambas suponen valores de uso orientados
hacia distintas “económicas”: los bienes de consumo masivo como la ropa o la
comida, tienen una clara dimensión material, cubren aspectos vinculados con la
satisfacción de necesidades como el abrigo o el alimento.
Susana Sternbach, plantea que los padres de los actuales adolescentes, están
desorientados, criados hace cuatro o cinco décadas, donde los parámetros que
los guiaban se han visto en buena medida desmantelados, ya que sus modos
de transitar la adolescencia fueron completamente diferentes. Sus hijos
pertenecen a otra tribu, casia a otro universo, dado que han nacido y han
crecido en un mundo diferente.
Los adultos de hoy, son los adolescentes que se rebelaron frente a sus
mayores y que protagonizaron los enormes cambios socioculturales y
subjetivos.
Sternbach dice que a menudo se invoca el tema de los limites para abordar los
vínculos entre padres e hijos. Un límite, es una frontera, algo que al separar
dos espacios los instituye como diferenciados.
La adolescencia// Pensamiento formal// Delval y Piaget.
Según Piaget, comparado con un niño, un adolescente es un individuo que
construye sistemas y teorías. El niño piensa concretamente a medida que la
realidad se los propone, y no relaciona las soluciones mediante teorías
generales que pondrían de relieve un principio.
Hacia los once o los doce años, se produce una transformación fundamental en
el pensamiento del niño, que indica su final con relación a las operaciones
construidas durante la segunda infancia, que es el paso del pensamiento
concreto al pensamiento formal. Hasta esa edad, las operaciones de la
inteligencia infantil, son únicamente concreta, o ase, sólo se refieren a la
realidad y, particularmente, a los objetos tangibles susceptibles de ser
manipulados.
El pensamiento formal es capaz de deducir las conclusiones que deben
extraerse de simples hipótesis y no únicamente de una observación real. Sus
conclusiones son incluso válidas independientemente de su autenticidad y es
por ello que esta forma de pensamiento representa una dificultad y un esfuerzo
mental mucho mayor que el pensamiento concreto, ya que, este es la
representación de una acción posible, y el pensamiento formal es la
representación de una representación de acciones posibles.
Juan Delval, dice que la teoría del pensamiento formal planteada por Piaget fue
criticada por otros autores que trataron de encontrar inconsistencias en ella.
Las primeras críticas se referían a las formulaciones lógicas de Piaget, que
fueron mal entendidas, pero más tarde se empezaron a realizar nuevos
estudios para tratar de reproducir los hallazgos, sin que los resultados fueran
siempre coincidentes.
Estas fueron algunas de las criticas; a) algunas criticas se basaban en los
trabajos que repitieron los experimentos, encontrando resultados distintos; b)
otras se refieren a los formalismos lógicos utilizados por Piaget; c) algunos
autores, sin negar la existencia de un pensamiento formal, han propuesto otros
mecanismos para explicarlos, y; d) algunos han negado la generalidad de un
tipo de pensamiento formal, y han señalado que la forma de razonar depende
sobre todo de los conocimientos previos.
Muchos autores han repetido algunos de los experimentos de Piaget y han
encontrado resultados distintos, poniendo en duda la generalidad del
pensamiento formal.

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