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UNIDAD 1

 Doltó, F. (2004). La causa de los adolescentes. Buenos Aires: Paidós. Capítulo 1.


 Echegaray, Magdalena () Adolescencia: de la complicación a la complejidad. Buenos
Aires. Escuela de posgrado de la Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de
la Infancia y la Adolescencia.
 Freud, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual En Obras Completas Amorrortu
editores, Vol. VII. Tercer ensayo.
 Lewkowicz, I. (1997) Historización en la adolescencia. En Cuadernos de APdeBA N°1
Departamento de niñez y adolescencia. Asociación psicoanalítica de Bs. As.
 Moreira, Diego (1997) La pubertad y sus transmudaciones. Fau. Ed. Cap. 2
 Moreira, Diego. Guía de Cátedra: La adolescencia y los destinos del otro.
 Moreno, A. y Del Barrio, C. (2000) “La experiencia adolescente: a la búsqueda de un
lugar en el mundo” Ed. Aique Capítulos 1 y 4.
Doltó, F. (2004). La causa de los adolescentes. Buenos Aires: Paidós. Capítulo 1” El
concepto de adolescencia puntos de referencia, puntos de ruptura”

Concepto de adolescencia: es una fase de mutación: el adolescente pasa por una muda
respecto de la cual nada puede decir y esto es para los adultos un objeto de
cuestionamiento que están cargados de angustia. La adolescencia se va a prolongar
según las proyecciones que reciben los jóvenes de los adultos y según lo que la sociedad
les impone como límite de exploración. El adulto ayuda al joven a entrar en las
responsabilidades y a no ser un adolescente retrasado.
El adolescente en esta etapa deja de prestar atención a sus padres, les prestaría si fuera
uno de sus compañeros. Los padres dejan de ser su valor de referencia. También,
personas secundarias van a desempeñar un papel importante aunque estos no estén
encargados directamente de su educación.

La sexualidad en el adolescente: la sexualidad va a pasar a ser un recurso para ellos, al


principio, solo tienen sexualidad a través de la imaginación, osea de la masturbación. Este
es un momento difícil en el que atraviesan donde los jóvenes se sienten lejanos al mundo
de los adultos, se sienten incomodos y por esto es que recurren a su vida imaginaria.
Debido a esto, la masturbación pasa de ser un remedio a ser una trampa ya que, como se
satisface de manera imaginaria carece de fuerza para ir en búsqueda de lo real, ir en
búsqueda de otra persona y lo ayude de salir de este mundo en donde los metieron los
adultos, que lo consideran como una edad ingrata.
Llega un momento en el que el joven comienza a tener ideas propias y a involucrarse en
las conversaciones de los adultos, y en este momento es muy importante que los alienten
y le den la palabra. Es un momento en el que necesita ser fortalecido y, si no encuentran
este camino en su casa los educadores serán quien tomen este papel.

11 años como punto de máxima fragilidad: entre los 11 y 13 años se reconoce como la
época mas difícil ya que se preparan para su primer experiencia amorosa, en donde
sienten que hay un riesgo el cual temen pero a la vez lo desea. El primer amor es
experimentado como la muerte de la infancia. Lo mas importante de esta etapa y que
marca la ruptura con la infancia es la posibilidad de diferenciar entre la vida imaginaria de
la real, de los sueños y de las relaciones reales. A los 11 años se manifiestan los primeros
indicios de la sexualidad que son la aparición del semen y la menstruación.

Primer vida imaginaria: se inicia entre los 3 y 4 años con personas de su grupo familiar.
Solo le interesa esto y no el mundo exterior. Segunda vida imaginaria: se interesa por el
mundo exterior pero tienen a sus padres como referencia. Encontrara sus modelos en el
exterior, su familia será un valor refugio pero no siente que ocupa un papel entonces sale
a buscarlo afuera, en búsqueda de triunfar socialmente. Dirigiendo su energía hacia los
compañeros del colegio, club, o la vida imaginaria que le da la televisión, los juegos o
lecturas. Entra asi a la adolescencia saliendo de la familia e involucrándose con grupos
que tendrán un papel de sostén extrafamiliar. Son relevos.

Cuando sale de la adolescencia: un individuo joven la abandona cuando la angustia de


sus padres no le producen ningún efecto inhibidor. Cuando son capaces de liberarse de
las influencias paternas tras alcanzar un propio nivel de juicio.
Echegaray, Magdalena () Adolescencia: de la complicación a la complejidad. Buenos
Aires. Escuela de posgrado de la Asociación Argentina de Psiquiatría y Psicología de la
Infancia y la Adolescencia.

Donde niño era, adulto ha de devenir. La paráfrasis indica un tránsito y una mutación. Los
mismos no serán ni naturales ni sin estaciones de trasbordo. La adolescencia es ese
fenómeno que indica dicha mutación y es a la vez la estación de trasbordo. De hecho, la
categoría de adolescencia no existía antes de la modernidad, y aun hoy existen reductos
culturales en el mundo donde la misma no existe, y no se la puede pensar reduciéndola a
un fenómeno puramente evolutivo. Sin embargo los cambios hormonales, físicos y
anatómicos en tanto significan la posibilidad de concreción real de las fantasías
incestuosas siempre han confrontado a lo largo de la historia a los sujetos con una
transformación a realizar.
Shakespeare nos remite a los trabajos psíquicos a que se ve obligada la psique de los
que dejan atrás la infancia:
 La puesta en ejercicio de la sexualidad genital
 La discriminación de las generaciones anteriores que debería comenzar por vía de
la rebeldía
 Tramitar la excitación sexual de algún modo.
La autora agrega otros dos trabajos psíquicos:
 Remodelación identificatoria
 Cambios en el interior de las instancias psíquicas y sus relaciones
Dice Freud en Tres Ensayos, en el ensayo dedicado a “La metamorfosis de la
pubertad”: “Contemporáneo al doblegamiento y la desestimación de estas fantasías
claramente incestuosas, se consuma uno de los logros psíquicos más importantes, pero
también más dolorosos del periodo de la pubertad: el desasimiento respecto de la
autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición para el progreso de la
cultura, entre la nueva generación y la antigua. Un número de individuos se queda
retrasado en cada una de las estaciones de esta vía de desarrollo que todos deben
recorrer. Así hay personas que nunca superaron la autoridad de los padres…” Freud
plantea como un logro necesario para el progreso de la cultura, ni más ni menos, el
desasimiento de la autoridad de los padres.
Una mirada que solo tenga en cuenta lo evolutivo como solo lo social, en el caso del
fenómeno adolescente seria reduccionista. La adolescencia debe ser pensada no solo
desde lo que la biología marca como tarea a realizar.
Propongo pensar algunos de los efectos y desenlaces posibles de este fenómeno
complejo en el aparato psíquico y en la subjetividad. Aparato psíquico y subjetividad no
son sinónimos.
La adolescencia es un momento de la vida en el que el aparato psíquico se encuentra
especialmente fuera del equilibrio. El embate puberal somete al psiquismo a un esfuerzo
de trabajo ya que deberá procesar el mismo.
El aparato psíquico es un sistema abierto, autoorganizador, sus vías de entrada
permanecen abiertas a lo real, el cuerpo, los otros y el mundo. Si siempre los duelos
abren las posibilidades de neocreaciones en la subjetividad, en la crisis adolescente
marcada por las pérdidas y duelos a procesar, se produce no solo una remodelación
identificatoria sino también cambios en el interior de las diversas instancias psíquicas y en
la relación entre ellas.
La constitución exógena del psiquismo, del inconsciente y la pulsión, ubica a la realidad
en un lugar fundante respecto de la subjetividad. La realidad compleja y heterogénea
incide siempre en el psiquismo aunque debemos diferenciar los momentos de la
constitución de los modos en que ingresa una vez constituido el mismo. Silvia Bleichmar
dice: “Realidad exterior que opera desdoblada bajo dos modos una vez constituido el
sujeto psíquico: por un lado como realidad significada o significable – en términos de
Castoriadis: insustituible – capturada por el lenguaje y – esto lo consideramos
fundamental – no solo por el lenguaje como código organizador sino por los discursos
significantes que le dan forma y la transforman en instituyente, y por otro lado la realidad
no significada, no capturable, exterior no solo a la subjetividad sino a los modos con las
cuales el discurso socialmente producido permite su captura, pero que ejerce sin
embargo, impacto traumático en el borde mismo de lo significable.”
Definiré realidad como un constructo complejo, no dada por sí misma, que se captura en
la medida en que se la inviste. No hay realidad en bruto, si a la psique llega algo en bruto,
es decir, no significado ni significable, entra en la categoría de lo traumático. No toda la
realidad se inscribe en el aparato.
Podemos pensar en la adolescencia, representaciones que estaban en espera, aun no
retranscriptas, y dado los cambios que se operan en esa época, pueden reensamblarse
de un modo novedoso. El ingreso de nuevas representaciones, produce ligazones y/o
desligazones, retranscripciones. Tanto en el Inc. como en el Yo se producen intensos
cambios.
A nivel del inconsciente reensamblaje de las huellas mnémicas cuyo sobreinvestimiento
produce angustia. El inc sufe e impacto de la realidad exterior, esta abierto a la realidad
pero no a la realidad significada. Todo lo que es del orden externo al aparto ingreso por
dos polos al mismo tiempo: desarticulado del lado del inc, pero le da “sentido” a lo que
ingresa sin que ello implique “significarlo”; y del lado del polo perceptivo interpretando el
mundo exterior.
Es en la adolescencia, a partir de la definitiva instalación del pensamiento abstracto que
los procesos de autorreflexión e historizacion podrán realizarse. El preconsciente aporta la
lógica de los enunciados y el Yo la significación emocional de los mismos. El Yo, es una
masa libidinal, lugar habitado por el sujeto, es el que aporta la significación.
Las identificaciones que tiene que ver con el género se consolidaran definitivamente,
dando una identidad sexual estable, en la medida que la salida exogámica es posible. Y el
Superyó? Si bien no tiene contacto directo con la realidad exterior, cuestión en la que
Freud cambio su perspectiva a lo largo de la obra, sigue transmitiendo de generación en
generación los mandatos que regulan la circulación del deseo y las prohibiciones que
gobiernan los intercambios entre los humanos. Será del lado del Ideal Del Yo donde habrá
que buscar los profundos cambios que se producen en el ámbito de lo que será
trasgredido o acatado por cada generación, valorizado o ignorado.
Si bien subjetividad no es sinónimo de aparato psíquico, los cambios en la subjetividad
producen cambios en cada una de las instancias y en la relación entre ellas. Los cambios
en la subjetividad (que derivan del lado del yo) producirán cambios en el Inc.
Se pensará la propia muerte en la medida en que la infancia se convierte en un trayecto
historizable.
Resulta difícil hablar de transferencia. Los modos en que la transferencia se despliega en
el interior de un análisis o una psicoterapia, dependen de cada paciente y del momento
singular por el que atraviesa y con ese analista en particular.
Si el tiempo de la adolescencia es el tiempo de la búsqueda de un lugar en el mundo, el
espacio analítico tiene que ser un lugar de acogida benevolente y no bobona del sujeto
que transita esa búsqueda.
La devaluación y muchas veces la caída del adulto impide que el adolescente pueda
rebelarse contra la autoridad paterna, que como Freud nos proponía es la consumación
de un logro psíquico muy importante si culmina en un posicionamiento autónomo.
Autonomía y no independencia porque nadie es independiente de sus objetos de amor. El
problema no es la dependencia amorosa sino el modo en que se experimenta en los
vínculos.
El espacio analítico es hoy por hoy un lugar privilegiado para propiciar la producción de
subjetividad, además de sus objetivos terapéuticos.
Freud, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual En Obras Completas Amorrortu
editores, Vol. VII. Tercer ensayo. Metamorfosis de la pubertad

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual
infantil a su conformación normal definitiva. La sexualidad infantil se caracteriza por el
autoerotismo; las pulsiones y zonas erógenas singulares que de forma independiente
buscan placer. En la pubertad todas las pulsiones cooperan para una nueva meta sexual.
Las diferentes zonas erógenas se subordinan a la zona genital. La nueva meta sexual
asigna a los dos sexos funciones diferentes; el desarrollo sexual varía. Debe darse la
coincidencia de las dos corrientes dirigidas al objeto y a la meta sexual: la tierna y la
sensual.

La nueva meta sexual consiste para el varón en la descarga de los productos genésicos.
La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la función de reproducción.

Primado de las zonas genitales y el placer previo: Lo esencial de los procesos de la


pubertad lo más llamativo que ellos presentan: el crecimiento manifiesto de los genitales
externos, que durante el periodo de latencia de la niñez había mostrado una relativa
inhibición. Al mismo tiempo, el desarrollo de los genitales internos ha avanzado hasta el
punto de poder ofrecer productos genésicos, o bien recibirlos, para la gestación de un
nuevo ser.

Este aparato debe ser puesto en marcha mediante estímulos; los estímulos pueden
alcanzarlo por tres caminos: desde el mundo exterior, por excitación de las zonas
erógenas que ya sabemos; desde el interior del organismo, siguiendo vías que aun hay
que investigar, y desde la vida anímica. Por estos tres caminos se provoca lo mismo: un
estado que se define como de “excitación sexual” y se da a conocer por dos clases de
signos, anímicos y somáticos. El signo anímico consiste en un peculiar sentimiento de
tensión, de carácter en externo esforzante; entre los múltiples signos se sitúa en primer
término una serie de alteraciones en los genitales, que tienen un sentido indubitable: la
preparación, el apronte para el acto sexual. (La erección del miembro masculino, la
humectación de la vagina).

El estado de excitación sexual presenta el carácter de una tensión; debo sostener que un
sentimiento de tensión tiene que conllevar el carácter de displacer. Las zonas erógenas
se insertan en un nuevo orden. Sobre ellas recae un importante papel en la introducción
de la excitación sexual.

¿Cómo coincide la tensión displacentera y el sentimiento del placer? Para su explicación


recurrimos al papel que ocupan las zonas erógenas y surge otra pregunta: ¿de qué modo
el placer sentido despierta la necesidad de un placer mayor?

Mecanismo del placer previo: Las zonas erógenas se aplican para brindar, mediante
estimulación, un cierto monto de placer; producen incremento de la tensión, la cual tiene
que ofrecer la energía motriz necesaria para llevar a su término el acto sexual. Luego, la
estimulación apropiada de una zona erógena (la zona genital misma) por el objeto más
apto para ello; y bajo el placer que esta excitación procura, se gana la energía motriz
requerida para la expulsión de las sustancias genésicas. Este placer último es el máximo
por su intensidad, y diferente de los anteriores por su mecanismo. Es provocado
enteramente por la descarga, es en su totalidad un placer de satisfacción, y con él se
elimina temporariamente la tensión de la libido.

Diferencia de naturaleza entre placer previo, provocado por la excitación de las zonas
erógenas, y el placer final o placer de satisfacción de la actividad sexual (producido por el
vaciamiento de las sustancias sexuaes). El placer previo es lo mismo que ya podía
ofrecer, aunque en escala reducida, la pulsión sexual infantil. El placer final es nuevo, y
por tanto depende de condiciones que solo se instalan con la pubertad. La fórmula para la
nueva función de las zonas erógenas sería: son empleadas para posibilitar, por medio del
placer previo que ellas ganan como en la vida infantil, la producción del placer de
satisfacción mayor.

Peligros del placer previo: Se presenta cuando, en cualquier punto de los procesos
sexuales preparatorios, el placer previo demuestra ser demasiado grande, y demasiado
escasa su contribución a la tensión. Falta entonces la fuerza pulsional para que el proceso
sexual siga adelante; todo el camino se abrevia, y la acción preparatoria correspondiente
remplaza a la meta sexual normal. La experiencia nos dice que este perjuicio tiene por
condición que la zona erógena respectiva, o la pulsión parcial correspondiente, haya
contribuido a la ganancia de placer en medida inhabitual ya en la vida infantil. Sumado a
otros factores este sería el mecanismo de muchas perversiones, que consisten en una
demora en actos preparatorios del proceso sexual. Las exteriorizaciones infantiles de la
sexualidad no marcan solamente el destino de las desviaciones respecto de la vida sexual
normal, sino el de su conformación normal.

La teoría de la libido: la Libido como una fuerza susceptible de variaciones cuantitativas,


que podría medir procesos y trasposiciones en el ámbito de la excitación sexual. Con
relación a su particular origen, la diferenciamos de la energía que ha de suponerse en la
base de los procesos anímicos en general, y le conferimos así un carácter
también cualitativo.

Libido yoíca: esta excitación sexual no es brindada sólo por las partes llamadas
genésicas, sino por todos los órganos del cuerpo. Sólo se vuelve accesible al estudio
analítico cuando ha encontrado empleo psíquico en la investidura de objetos sexuales,
vale decir, cuando se ha convertido en libido de objeto.

La libido narcisista o libido yoíca se nos aparece como el gran reservorio desde el cual
son emitidas las investiduras de objeto y al cual vuelven a replegarse; y la investidura
libidinal narcisista del yo, como el estado originario realizado en la primera infancia, que
es sólo ocultado por los envíos posteriores de la libido, pero se conserva en el fondo tras
ellos.

Diferenciación entre el hombre y la mujer: Con la pubertad se establece la separación


tajante entre el carácter masculino y el femenino, que después influye de manera más
decisiva que cualquier otra sobre la trama vital de los seres humanos. Ya en la niñez son
reconocibles disposiciones masculinas y femeninas; el desarrollo de las inhibiciones de la
sexualidad (diques: vergüenza, asco, compasión) se cumple en la niña antes y con
menores resistencias que en el varón;  en general, parece mayor en ella la inclinación a la
represión sexual; toda vez que se insinúan claramente pulsiones parciales de la
sexualidad, adoptan de preferencia la forma pasiva. Pero la activación autoerótica de las
zonas erógenas es la misma en ambos sexos, y esta similitud suprime la posibilidad de
una diferencia entre los sexos con la que se establece después de la pubertad. La
sexualidad de la niña tiene un carácter enteramente masculino. Más aún: la libido es
regularmente, y con arreglo a ley, de naturaleza masculina, ya se presente en el hombre o
en la mujer, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer.

El concepto de bisexualidad, considero un factor decisivo en este aspecto para


comprender las manifestaciones sexuales del hombre y la mujer como nos las ofrece la
observación de los hechos.

Zonas rectoras en el hombre y en la mujer: en la Niña: la zona erógena rectora se sitúa en


el clítoris, homóloga a la zona genital masculina, el glande.

La pubertad, que en el varón trae aparejado aquel gran empuje de la libido, se caracteriza
para la muchacha por una nueva oleada de represión, que afecta justamente a la
sexualidad del clítoris. Es un sector de vida sexual masculina el que así cae bajo la
represión. Y más tarde, cuando por fin el acto sexual es permitido, el clítoris mismo es
excitado, y sobre él recae el papel de retransmitir esa excitación a las partes femeninas
vecinas. A menudo se requiere cierto tiempo para que se realice esa trasferencia. Durante
ese lapso la joven es anestésica. Toda vez que logra trasferir la estimulabilidad erógena
del clítoris a la vagina, la mujer ha mudado la zona rectora para práctica sexual posterior.
En cambio, el hombre la conserva desde la infancia. En este cambio residen las
principales condiciones de la proclividad de la mujer a la neurosis, particular a la histeria.
Estas condiciones se entraman entonces, y de la manera más íntima, con la naturaleza de
la feminidad.

El hallazgo de objeto: Durante los procesos de la pubertad se afirma el primado de las


zonas genitales, y en el varón, el ímpetu del miembro erecto remite imperiosamente a la
nueva meta sexual: penetrar  en una cavidad del cuerpo que excite la zona genital. Al
mismo tiempo, desde el lado psíquico, se consuma el hallazgo de objeto, preparado
desde la más temprana infancia. Cuando  la primerísima satisfacción sexual estaba
todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenía un objeto fuera del cuerpo
propio: el pecho materno. Lo perdió sólo más tarde, quizá justo en la época en que el niño
pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le
dispensaba satisfacción. No sin buen fundamento el hecho de mamar el niño del pecho de
su madre se vuelve paradigmático para todo vínculo de amor. El hallazgo (encuentro) de
objeto es propiamente un reencuentro.

Objeto sexual del período de lactancia: De estos vínculos sexuales, resta, aun luego de
que la actividad sexual se divorció de la nutrición, una parte considerable, que ayuda a
preparar la elección de objeto y, así, a restaurar la dicha perdida. El trato del niño con la
persona que lo cuida es para él una fuente continua de excitación y de satisfacción
sexuales a partir de las zonas erógenas, y tanto más por el hecho de que esa persona —
por regla general, la madre— dirige sobre el niño sentimientos que brotan de su vida
sexual, lo acaricia, lo besa y lo mece, y claramente lo toma como sustituto de un objeto
sexual de pleno derecho.

Un exceso de ternura de parte de los padres resultará dañino,  pues apresurará su


maduración sexual; y también «malcriará» al niño, lo hará incapaz de renunciar
temporariamente al amor en su vida posterior, o contentarse con un grado menor de este.

Angustia infantil: Los propios niños se comportan desde temprano como si su apego por
las personas que los cuidan tuviera la naturaleza del amor sexual. La angustia de los
niños no es originariamente nada más que la expresión de su añoranza de la persona
amada; por eso responden a todo extraño con angustia; tienen miedo de la oscuridad
porque en esta no se ve a la persona amada, y se dejan calmar si pueden tomarle la
mano.

En esto el niño se porta como el adulto: tan pronto como no puede satisfacer su libido, la
muda en angustia; y a la inversa, el adulto, cuando se ha vuelto neurótico por una libido
insatisfecha, se porta en su angustia como un niño: empezará a tener miedo apenas
quede solo (vale decir, sin una persona de cuyo amor crea estar seguro) y a querer
apaciguar su angustia con las medidas más pueriles.

La barrera del incesto: Cuando la ternura que los padres vuelcan sobre el niño ha evitado
despertarle la pulsión sexual prematuramente y despertársela con fuerza tal que la
excitación anímica se abra paso de manera inequívoca hasta el sistema genital, aquella
pulsión puede cumplir su cometido: conducir a este niño, llegado a la madurez, hasta la
elección del objeto sexual. Lo más inmediato para el niño sería escoger como objetos
sexuales justamente a las personas a quienes desde su infancia ama, por así decir, con
una libido amortiguada. Pero, en virtud del diferimiento de la maduración sexual se ha
ganado tiempo para erigir, junto a otras inhibiciones sexuales, la barrera del incesto, y
para implantar en él los preceptos morales que excluyen expresamente de la elección de
objeto, por su calidad de parientes consanguíneos, a las personas amadas de la niñez. El
respeto de esta barrera es sobre todo una exigencia cultural de la sociedad.

Pero la elección de objeto se consuma primero en la [esfera de la) representación;  y es


difícil que la vida sexual del joven  que madura pueda desplegarse en otro espacio de
juego que el de las fantasías, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse. Así,
vuelven a emerger en todos los hombres las inclinaciones infantiles, solo que ahora con
un refuerzo somático. Y entre estas, la moción sexual del niño hacia sus progenitores,
casi siempre ya diferenciada por la atracción del sexo opuesto: la del varón hacia su
madre, y la de la niña hacia su padre.

Desasimiento de la autoridad parental: Contemporáneo al doblegamiento y la


desestimación de estas fantasías claramente incestuosas, se consuma uno de los logros
psíquicos más importantes, pero también más dolorosos, del periodo de la pubertad: el
desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la oposición,
tan importante para el progreso de la cultura, entre la nueva generación y la antigua. Un
número de individuos se queda retrasado en cada una de las estaciones de esta via de
desarrollo que todos deben recorrer. Así, hay personas que nunca superaron la autoridad
de los padres y no les retiraron su ternura o lo hicieron solo de modo muy parcial. Son
casi siempre muchachas: de tal suerte, para contento de sus progenitores, conservan
plenamente su amor infantil mucho más allá de la pubertad. A medida que nos
aproximamos a las perturbaciones más profundas del desarrollo psicosexual, más
inequívocamente resalta la importancia de la elección incestuosa de objeto. En los
psiconeuróticos una gran parte de la actividad psicosexual para el hallazgo de objeto, o
toda ella, permanece en el inconsciente.

Efectos posteriores de la elección infantil de objeto: El hecho de que el primer


enamoramiento serio del joven, como es tan frecuente, se dirija a una mujer madura y el
de la muchacha a un hombre mayor, dotado de autoridad, es un claro eco de esta fase del
desarrollo: pueden revivirles, en efecto, la imagen de la madre y del padre. Quizá la
elección de objeto, en general se produce mediante un apuntalamiento, más libre, de
estos modelos. El varón persigue, ante todo, la imagen mnémica de la madre, tal como
gobierna en él desde el principio de su infancia; y armoniza plenamente con ello que la
madre,  aun viva, se revuelva contra esta renovación suya y le demuestre hostilidad. Dada
esta importancia de los vínculos infantiles con los padres para la posterior elección del
objeto sexual, es fácil comprender que cualquier perturbación de ellos haga madurar las
más serias consecuencias para la vida sexual adulta; ni siquiera los celos del amante
carecen de esa raíz  infantil o, al menos, de un refuerzo proveniente de infantil. La
inclinación infantil hacia los padres es sin duda la más importante, pero no la única, de las
sendas que, renovadas en la  pubertad, marcan después el camino a la elección de
objeto.

Prevención de la inversión: Una de las tareas que plantea la elección de objeto consiste
en no equivocar el sexo opuesto. Como es sabido, no se soluciona sin algún tanteo. Con
harta frecuencia, las primeras mociones que sobrevienen tras la pubertad andan
descaminadas (aunque ello no provoca un daño permanente). Ej. Apasionadas amistades
de los adolescentes, varones y niñas, por los de su mismo sexo. El gran poder que
previene una inversión permanente del objeto sexual es, sin duda, la atracción recíproca
de los caracteres sexuales opuestos. Pero ese factor no basta por sí solo para excluir la
inversión; vienen a agregarse toda una serie de factores coadyuvantes. Sobre todo, la
inhibición autoritativa de la sociedad: donde la inversión no es considerada un crimen,
puede verse que responde cabalmente a las inclinaciones sexuales de no pocos
individuos. Además, en el caso del varón, cabe suponer que su recuerdo infantil de la
ternura de la madre y de otras personas del sexo femenino de quienes dependía cuando
niño contribuye enérgicamente a dirigir su elección hacia la mujer. Y que, al mismo
tiempo, el temprano amedrentamiento sexual que experimentó de parte de su padre, y su
actitud de competencia hacia él, lo desvían de su propio sexo. Pero ambos factores valen
también para la muchacha, cuya práctica sexual está bajo la particular tutela de la madre.
El resultado es un vínculo hostil con su mismo sexo, que influye decisivamente para que
la elección de objeto se haga en el sentido considerado normal. La educación de los
varones por personas del sexo masculino  parece favorecer la homosexualidad; la
frecuencia de la inversión en la nobleza de nuestros días se vuelve tal vez algo más
comprensible si se repara en el empleo de servidumbre masculina, así como en la escasa
atención personal que la madre prodiga a sus hijos. En muchos histéricos, la ausencia
temprana de uno de los miembros de la pareja parental (por muerte, divorcio o
enajenación recíproca), a raíz de la cual el miembro restante atrajo sobre si todo el amor
del niño resulta ser la condición que fija después el sexo de la persona escogida como
objeto sexual y de esta manera, posibilita una inversión permanente.
Lewkowicz, I. (1997) Historización en la adolescencia. En Cuadernos de APdeBA N°1
Departamento de niñez y adolescencia. Asociación psicoanalítica de Bs. As.

20 de agosto de 1997.

Ignacio lewkowicz: dedicado a la historia de la subjetividad.

La historia de la subjetividad, terreno que en el campo del pensamiento se vuelve mas


activo hoy por que estamos atravesando un momento de mutación en la subjetividad.
Planteamos que hay algo así como historia de la subjetividad, alteraciones en la
estructura subjetiva misma. En la estructuración psíquica misma que constituye la
subjetividad característica de una época, se presentan mutaciones prácticamente
instituidas, que hacen que el concepto práctico de hombre varíe de una situación histórica
a otra. Los que trabajamos, es si es posible una mutación en el plano social practico
capaz de alterar la estructura subjetiva, o la estructura subjetiva es una invariante que se
decora o se colora en distintas situaciones según los materiales que al época ofrece para
una misma escena realmente constitutiva de la especie humana.

Para el historiador la segunda posibilidad no va, la adolescencia puede ser tomada no


como una invariante de todas las épocas, sino como una institución característica
significada, estructurada y representada de distintas maneras en distintos universos de
discurso y practicas.

La adolescencia en la vida de cada individuo como un momento de historizacion.


Historizacion: proceso, de una operación, y me parece que para hablar de historizacion
hay que desmarcarlo de dos conceptos. Como si la historizacion se pudiera jugar o los
distintos conceptos de historizacion se pudieran jugar en torno de dos marcas distintas, o
del juego entre dos marcas, una previa y otra actual.

Un esquemita: una marca 1 y una marca 2, la 1 cronológicamente previa, la 2


cronológicamente posterior o actual. En la relación entre estas dos marcas se juegan res
conceptos distintos de temporalidad. Para que haya historizacion en la adolescencia,
desde el punto de vista del historiador, tiene que eliminarse dos posibilidades. Según una
concepción tradicional de historia, la historia es el despliegue de lo que está contenido en
los comienzos, es decir que la historia es el pasaje al acto o la actualización de lo que
está en potencia en los comienzos. Es decir que la segunda marca es nada más que una
realización de lo que ya está contenido aquí, pero que ontológicamente lo que en 2 es en
acto en 1 ya era, es decir que desde el punto de vista del ser ya era. En ese sentido la
marca 3 despliega lo que en 1 esta plegado, la marca 2 desarrolla lo que en 1 esta
enrollado.

La memoria es hoy una invocación desesperada porque algo sustancialmente cambio.

Entre el instante 1 y el instante 2, la institución posmoderna del tiempo lo que va a


plantear es que el instante 1 cae en el puro pasado y se anota una marca 2, pero el
instante que paso cae sin eficacia sobre el siguiente. El tiempo no es el de la sucesión
sino que es el de la sustitución. En realidad esta sería otra marca 1 y nunca saldríamos de
la marca 1 porque nunca se historiza, en el sentido que siempre hay una sola marca.

La tercera posibilidad, que es la que para nosotros es la más actica dentro del terreno del
discurso histórico, es la que dice la segunda marca historiza solamente si se inscribe
después de una primera, pero altera a la primera. Es decir: viene a alterar a la primera. Lo
que aparece aquí no es la realización de lo que en 1 era en potencia, sino que algo ocurre
en 2 que hace que 1 pierda su omnipotencia, pierda su capacidad de totalización, pierda
su hegemonía, pierda su capacidad integral de significarlo todo. Distintas maneras de
decir que 2 tiene una eficacia sobre 1 o que 2 suplementa a 1, viene a introducir un
término suplementario, es decir que viene a introducir algo que destotaliza yendo más allá
de lo que era solamente aquí habrá historizacion.

Si en la adolescencia efectiva hay un proceso de historizacion es porque algo pasa en la


situación 2 adolescente que no es reductible al conjunto de marcas estructurantes de la
subjetividad 1.

Algunas precisiones sobre historia de la subjetividad: primer punto, la historia de la


subjetividad seria la historia de las marcas que humanizan a ese animal homo sapiens,
pero lo humanizan en un sentido de humanidad no genérico, sino especifico de esa
comunidad.

En la historia de la subjetividad es decisivo el concepto práctico de hombre, para una


situación histórica cualquiera, el conjunto de los hombres no coincide con el conjunto de
los homo sapiens, sino que es el conjunto de todos los homo sapiens que verifican una
propiedad.

La institución del concepto práctico de hombre es práctica, es un mecanismo de


estructuración de la vida psíquica misma. Para nosotros la institución del concepto
práctico de humanidad es también la institución de las etapas de la vida. Ser hombre es
recorrer una serie de etapas.

La significación de las etapas vitales depende de tres términos, uno: son las marcas
reales corporales, hay algo biológico que inexorablemente se da y a la vez exige una
significación. Lo biológico exige una significación pero no postula la significación, sino que
más bien absorbe y excede cualquier significación que se le ofrezca. El segundo término
serían las prácticas sociales y la significación socialmente ofrecida.

El tercer término es este, es el sujeto; hay unas marcas biológicas que exigen y exceden
las significaciones, hay unas marcas sociales y unas significaciones prácticas que se
instituyen sobre esos elementos biológicos, pero tanto las marcas biológicas como las
marcas sociales producen un plus, es decir producen un sujeto que tiene que significar
eso, que tiene que absorberlo, que tiene que armar con eso una biología y una ideología,
una vida.
Las marcas sociales que subrayan e instituyen los momentos de la vida decisivos y las
significaciones sociales atribuidas a esos momentos alterar la naturaleza del momento
biológico; no es lo mismo cualquier práctica de institución de la adolescencia y no es lo
mismo cualquier significación socialmente ofrecida para la adolescencia, en el sentido de
que no es una relación a solas entre el cuerpo del pobre individuo y el individuo tratando
de significarlo, sino que los elementos socialmente ofrecidos para instituir y significar son
decisivos en la constitución de la esencia de eso que podríamos llamar en este caso la
adolescencia.

No es biología y psiquismo, y decorado cultural; es vida psíquica que intenta significar la


biología y los elementos culturales que marcan y estructuran, esa vida psíquica misma.

La adolescencia esta siempre planteada en distintas sociedades como el pasaje a ser


hombre, pero depende de qué es ser hombre en esa sociedad para que se entienda en
que tiene que consistir ese pasaje.

Si hay historizacion en la adolescencia es que la serie de marcas con que se estructura la


vida psíquica del primer cachorro no alcanzan para significar ese segundo momento. O lo
que es más o menos lo mismo, que la representación anticipada de la vida sexual, de la
vida militar, de la vida laboral, de la vida familiar, no es suficiente para la vida sexual,
militar, familiar… motivo por el cual ha sido suprimida la colimba, quiero decir que entre la
representación anticipada y la presentación efectiva de nuevas prácticas, ahí hay un hiato
en el que tiene que instaurarse una nueva marca.

Ese punto de desquicio que se produce en la adolescencia tiene dos posibilidades de


interpretación, la primera es que lo latente de la vida sexual se libera, se des-reprime; es
decir, que hay alfo latente en 1 que finalmente se libera y se manifiesta en 2. La otra seria
que el desquicio que se produce en el terreno de la adolescencia se deba a que entre la
representación anticipada y la realidad efectiva en que se inscribe hay un desacople.
Serian dos motivos distintos para el desorden de la adolescencia: liberación de lo
reprimido o irrupción de lo radicalmente nuevo.
Moreira, Diego (1997) La pubertad y sus transmudaciones. Fau. Ed. Cap. 2 “Sobre el
desarrollo normal y patológico”

El tiempo y su dirección: Las estructuras y funciones anímicas se despliegan y degradan


en una temporalidad específica y es precisamente esta propiedad la que permite que el
tiempo tenga una dirección determinada. Esta direccionalidad psicológica del tiempo, se
despliega en sistemas alejados del equilibrio, situación que les permite constituir su propia
historia. Este alejamiento de las condiciones de estabilidad funda ciertos tiempos lógicos
no lineales, que exigen una secuencia determinada en la constitución de los diversos
elementos y organizaciones psíquicas, tanto en el plano de la pulsión, como del yo.

Es posible pensar que cuando un adolescente recurre a la palabra hablada, previamente


se deben haber constituido por identificación (introyección) las normas que en uno de los
extremos del preconsciente regulan las preferencias, como las sintácticas, fonológicas,
semánticas aunque sea parcialmente, pragmáticas, lógicas, y orgánicas, desde luego que
estas regulaciones pueden ser perturbadas por los procesos patológicos. La temporalidad
conforma una unidad en la cual podemos descondensar momentos lógicos y
cronológicos. Estos últimos si bien discriminados y cercanos al equilibrio permanecen
enlazados a los lógicos, en cuyas proximidades deberán desplegarse los procesos
anímicos. Cuando esto no ocurre, la patología suele cobrar eficacia. Estos tiempos son
demarcados por una especie de reloj biológico o químico que está representado en lo
anímico, por lo que podríamos hablar de un reloj biológico.

Los períodos en proceso de formación poseen un momento de inicio y otro de finalización


caracterizados por una cierta inestabilidad, lo que demarca ciertas fronteras entre las
cuales se despliega el proceso de lectura y reescritura, es decir, de traducción de lo
inscripto a la lógica de la nueva época. A esta concepción del tiempo podemos ligar
algunos conceptos como el de anticipación, efecto a posteriori, progresión, regresión,
fijación patógena o no, tanto del yo como de las pulsiones. Se trata de un tiempo interno,
que goza de cierta autonomía del tiempo externo, que no podría ser desplegado por
organismos menos complejos.

Caso Emma: "siendo una niña de 8 años, fue por 2 veces a la tienda de un pastelero para
comprar golosinas, y este caballero le pellizco los genitales a través del vestido. No
obstante la primera experiencia, acudió allí una segunda vez. Luego de la segunda vez,
no fue más. Ahora bien, se reprocha haber ido por segunda vez, como si de ese modo
hubiera querido provocar el atentado. Probablemente ante la emergencia de la tensión
genital, "Emma", anticipó las manifestaciones del orgasmo al cual no puede acceder
mediante el "hacerse pellizcar" los genitales, principalmente ella retorna allí en búsqueda
del goce no logrado. Es decir, que la sexualidad intenta responder anticipadamente a un
interrogante por el placer genital. Estas exteriorizaciones son sostenidas por el pensar
anticipatorio de un desempeño que el joven logrará obtener posteriormente. Estos
pensamientos, que generan un efecto retardado podemos llamarlos actos a posteriori y
frecuentemente generan un resultado traumático. En "Emma", nos encontramos que el
segundo recuerdo (la escena del pastelero) que habíamos visto como un sustituto del
goce no alcanzado en la prepubertad, accede a otra comprensión con el advenimiento de
las alteraciones propias de la pubertad, lo que posibilita el desprendimiento de un afecto
ausente en el momento de la vivencia del "atentado" y deriva en un trauma de efecto
retardado.

El concepto de progresión se refiere a ciertos decursos anímicos, que pueden ser


descompuestos en tres sentidos diferentes: a) como una corriente que tiene una dirección
desde el extremo perceptivo al motor del aparato psíquico, recorriendo los sistemas
intermedios (sentido tópicos), b) según el desarrollo de la libido y del yo (sentido temporal)
y c) conforme a la construcción de modalidades de expresión y figuración cada vez más
complejas (sentido formal). La regresión implica una inversión de estos decursos
anímicos, en las tres modalidades consideradas para la progresión, a saber: a) tópica,
indaga fundamentalmente en el sueño, en la alucinación patológica y en ciertos procesos
normales con relación a la memoria. b) temporal, se refiere a las pulsiones, al yo y a los
objetos que de él se agregan. c) formal, como retorno de las modalidades de
funcionamiento del proceso secundario al primario.

También la temporalidad se despliega de acuerdo a un determinado ritmo, que puede


acelerarse o retardarse de acuerdo a ciertas instrucciones o clausuras de tiempo. Los
instantes sucesivos pueden responder a una compulsión de condensación y comprimirse
en un instante generado por simultaneidad hasta llegar a la parálisis. En algunos casos se
genera un desfasaje con el ritmo acorde a la representación anímica del reloj biológico o
viceversa, lo simultáneo se puede descomprimir en una diversidad de instantes sucesivos.

La histeria de angustia es la patología que prácticamente no requiere presupuestos y de


aparición "más temprana", alrededor del cuarto año suele emerger la histeria de
conversión que "se dirige en contra del primado de los genitales". La neurosis obsesiva
suele aparecer en los años de la prepubertad (8-10) y esta "en contra de un desarrollo
libidinal consumado", mientras que en la pubertad suele manifestarse una patología
narcisista como la dementia praecox (hebefrenia) en la cual se recupera el auto-erotismo.
La paranoia en cambio corresponde a la madurez, y la melancolía-manía a esos mismos
años. También considera que las neurosis narcisistas están ausentes en la niñez. En
síntesis, la serie sería la siguiente: histeria de angustia, histeria de conversión, neurosis
obsesiva, dementia praecox, paranoia, melancolía-manía. A grandes rasgos se puede
afirmar que cuando más tarda en manifestarse una patología, más temprano es el estadio
al cual regresa la libido.

La ecuación etiológica: La formación de rasgos de carácter, síntomas, inhibiciones y


procesos normales, puede ser comprendida y explicada a partir de un modelo teórico que
Freud llamó ecuación etiológica.

En cuanto a la condición suficiente, puedo decir que Freud toma como tal no una sola
condición sino un conjunto de enunciados a los cuales llama series complementarias.

Producción anímica = vivencia y pulsión


vivencia e instinto
vivencia y disposición
La producción anímica puede ser normal o patológica, y en su generación intervienen
varias condiciones necesarias, tales como vivencias, pulsiones, instintos y disposiciones o
aptitudes y todas ellas se incluyen en la condición suficiente. Estos factores se articulan
de diversa manera: vivencias-pulsiones, vivencias-instintos y vivencias-disposiciones,
entre otras.

En el acoplamiento de la vivencia con la pulsión puedo discriminar dos series, una primera
que implica la predisposición por fijación libidinal y el llamado vivenciar accidental que
tiene un carácter traumático, y una segunda serie que deriva de la descomposición de la
predisposición por fijación libidinal en la constitución sexual, que incluye el vivenciar
prehistórico del sujeto y el vivenciar infantil.

Observemos el esquema que propone Freud

Causación de neurosis = predisposición por fijación libidinal + vivenciar accidental


(traumático) [del adulto]

Constitución sexual (vivenciar prehistórico) vivenciar infantil

Los factores de estas series complementarias se despliegan en el marco de una


estructura interindividual, la familia, que a su vez se encuentra inmersa en un contexto
más amplio, determinado por una formación cultural y un modo de producción específico.
Se requiere un proceso de articulación entre las vivencias y los diferentes elementos del
ello (energía pulsional, nerviosa, instintos y disposiciones, incluso entre ellos mismos).
Estos enlaces se van a desplegar de acuerdo a procesos específicos como el de: fijación,
progresión, regresión, anticipación, a posteriori y un ritmo determinado que se pueda
acelerar o retardar.

Lo instintivo y la prepubertad: Freud trabaja una serie complementaria que considera


como la más extraña o singular, puesto que incluye la articulación de las vivencias
contingentes del sujeto y el instinto. Este último concepto nos permite enlazar la
psicología del individuo y de la masa, a la par que podemos relacionar la psicología del
hombre y la del animal. El instinto es un componente de la herencia arcaica que implica
una escritura realizada con letras genéticas (llamadas nucleótidos). Por un lado, sus
instrucciones distribuyen o colocan universalmente las impresiones sensoriales y las
vivencias, es decir, que les otorgan una forma y por otro, incluyen un saber previo que
implica una "preparación para entender". Se trata de fantasías primordiales, entre las
cuales puedo citar a la seducción, la escena primaria, la castración, el regreso al vientre
materno y la novela familiar. Esta última cobra eficacia en la prepubertad. El despliegue
del desarrollo del individuo (ontogénesis) en lo que hace al yo, a la pulsión y a sus
conflictos, requiere de un soporte de carácter filogenético.
Moreira, Diego. Guía de Cátedra: “La adolescencia y los destinos del otro”.

El portador del fuego.

El termino adolescencia, que había sido acuñado para aludir a un tiempo particular del
sujeto, por los antiguos habitantes del Lacio.

En el lenguaje popular y en algunos diccionarios, se relacionan los términos adolescencia


y adolescente a una etimología un tanto ambigua y poco precisa.

Así, nos encontramos que se hace derivar la palabra adolescente del verbo castellano
adolecer. Este verbo encontraría su fundamento en el verbo latino adoleceré, que
implica… padecer alguna dolencia habitual: caer enfermo; fig. tener o estar sujeto a vicios,
pasiones o afectos, o tener malas cualidades, causar enfermedad o dolencia. En
ocasiones, también se lo suele vincular al verbo crecer.

Si bien es cierto que en latín el verbo doleo vinculado al griego doléo remite al significado
doler y al incoativo dolesco que implica afligirse, apesadumbrarse. Este verbo no se
articula con la partícula ad para componer el termino adolecer, sufrir ni tampoco para
construir la palabra adolescencia.

Por el contrario, el termino adolescentia en latín deriva del verbo adolezco que
llamativamente no proviene de la articulación entre la partícula ad y doleo, sino de ad y
oleo y su incoativo olesco. Este verbo hace referencia a el crepitar de los fuegos
sagrados; los que llevan y transmiten el fuego: el crecer, desarrollarse, desenvolverse la
razón, el ardor.

El joven Prometeo.

Sobre la conquista del fuego. Prometeo, significa previsión. Epimeteo significa


llamativamente lo opuesto: imprevisión.

Inferir una redistribución del goce basada en la renuncia de Prometeo a apagar el fuego,
en un vínculo social determinado.

Freud rescata tres elementos en el estudio de esta saga: la manera en que el joven
Prometeo trasporto el fuego, el carácter de la hazaña y el sentido de su castigo.

¿Por qué la importancia del fuego?

Entre los múltiples usos puedo citar que le permite al hombre trabajar los metales,
conservar los alimentos, afrontarlas inclemencias del tiempo, vencer la oscuridad.
Indudablemente se trata de un bien cultural. En este contexto Prometeo se instaura como
un héroe cultural.

¿Habrá algo de sacrilegio, y de héroe cultural en la constitución de todo adolescente en


un vínculo social?
Estos dioses-padres se enlazan al ello al esfuerzo de la querencia o pulsión.

Es notorio que el dador del fuego, de un bien cultural, sea castigado.

Entonces aquí podríamos considerar al adolescente como un héroe cultural que se


constituye en objeto del rencor que la sociedad movida por las pasiones siente hacia él.
Estas pasiones encuentran su fundamento en el apartamiento de la alienación en el
destino de los padres, lo que implica una renuncia al goce, es decir, a la satisfacción de la
pulsión o querencia.

El joven narciso:

Una posibilidad diferente a Prometeo es la posición de otro adolescente cuya historia es


una leyenda, en la cual queda alienado vía desmentida, en el goce del Otro, en el destino
del Otro.

La muerte de narciso vinculada estrechamente, a la desestimación, y al goce del Dios-


padre implica un dejarse morir. En esta posición el sujeto no tiene vocación de sustraerse
del destino determinado por el rio padre. Se trata de un pasaje al acto, que pone en
evidencia el fracaso del recurso de la palabra.

La ruptura con el destino del Otro, implica la constitución del sujeto en otra posición. Un
sujeto que en su singularidad remite a una relación con el deseo del adolescente.
 Moreno, A. y Del Barrio, C. (2000) “La experiencia adolescente: a la búsqueda de un
lugar en el mundo” Ed. Aique Capítulos 1 ”Las concepciones de la adolescencia” y
4 “El desarrollo del auto concepto y cambios en la identidad”

MORENO Y DEL BARRIO “La experiencia adolescente” Capítulo 1 “Las concepciones


de la adolescencia”

Concepto de adolescencia: es un momento vital en la vida de una persona en donde


suceden una multitud de cambios que afectan todos los aspectos fundamentales de una
persona. Se transforma nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestras relaciones familiares y
sociales. Debito a esto, no es un proceso que lo experimenta solo las personas que están
transitando este proceso de cambio, sino que también lo vive su entorno familiar, social y
educativo.

Definición de periodo adolescente: es un periodo de transición ente la niñez y la edad


adulta. Es necesario establecer subetapas que significan distintos momentos con diversas
problemáticas en la vida del adolescente:

Adolescencia temprana: entre 11 y 14 años.

Adolescencia media: entre 15 y 18 años.

Adolescencia tardía o juventud: a partir de los 18 años.

El principio y final es difícil de determinar: su comienzo se asocia con la aparición de la


pubertad, osea maduración física y sexual. Se suele afirmar que la etapa de la
adolescencia comienza en la biología y termina en la cultura.

El fin de esta etapa esta asociada con el proceso de emancipación, osea el logro de la
independencia económica, la administración de recursos, autonomía personal y un hogar
propio.

La adolescencia es un proceso en donde cada persona alcanza grados de madurez


superiores en relación a cada una de las esferas vitales en momentos diferentes.

Kaplan: la adolescencia no es una repetición del pasado n tampoco una estación


intermedia, sino que es un espacio pleno de historia y potencialidad.

La adolescencia a través de la prehistoria:

Grecia: efebia: los hombres realizaban una especie de servicio militar donde se brindaba
aprendizaje y preparación para la vida colectiva con una disciplina severa. Esto fue
perdiendo validez con el tiempo hasta llegar a la paideia: la cual se vinculaba con ideas de
eros, de amistad y reforma. Las mujeres tenían ritos de iniciación en donde les
enseñaban actividades como danza, poesía y gimnasia.
Roma: se hacia una ceremonia en donde los jóvenes varones entre 15 y 16 años se
despojaban de los signos de la infancia, el amuleto que llevaban desde el nacimiento y la
toga purpura para pasar a usar una toga blanca y acudían al foro, iniciando su
incorporación a asuntos públicos. El rito de iniciación femenino era el matrimonio, su
función social de esposa y madre. Las vírgenes ofrecían sus muñecas a los dioses
familiares y vestían la túnica recta el dia antes del matrimonio.

Edad media y moderna: la naturaleza del fenómeno que hoy conocemos como
adolescencia se produjo con la llegada de la industrialización y los cambios sociales que
esta produjo. Surge en Europa y en EEUU como una etapa diferenciada y que produjo
transformaciones sociales en diversos ámbitos, como la esfera jurídica (donde se dan
reformas legales que son la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, las leyes sobre el
trabajo infantil y la edad mínima y la promulgación de leyes especiales de la delincuencia
infantil), familiar (la extensión de la educación obligatoria y la salida del mercado laboral
que termino con una semi independencia con respecto a los padres) y educativa. (en
donde la educación no tenía el valor que tiene ahora sino que consistía en el aprendizaje
de tareas específicas con utilidad inmediata).

En la actualidad: nos encontramos con una percepción de la adolescencia como personas


limitadas, como adultos no logrados. Pero hay una idea posmoderna en donde la
adolescencia es sinónimo de elaboración y madurez.

La adolescencia en las culturas tradicionales

Los ritos de iniciación: incluyen un conjunto de ritos, ceremonias y prácticas que señalan
el paso de la infancia a la edad adulta. Lo fundamental de estas ceremonias de paso es
que una vez terminadas transmitieron a la persona las reglas de la comunidad y le
asignaron papeles domésticos, sociales y religiosos

También estos ritos incluyen un conjunto de pautas fijas y concretas que debe seguir para
integrarse a la edad adulta. La adolescencia se vive de diferentes maneras dependiendo
de la cultura en la que uno pertenece.

Estudio de la adolescencia

Enfoque multidisciplinar: la teoría psicoanalítica: Freud: trato a la adolescencia como un


periodo de desarrollo en donde muchos de los cambios fisiológicos que acompañan a la
pubertad estan acompañados de impulsos sexuales y se produce una primacía del
erotismo genital. En donde, se reviven los conflictos edipico infantiles y la necesidad de
resolverlo con una mayor independencia y el traspaso afectivo a nuevos objetos
amorosos. Erikson: le da un papel relevante a los factores intelectuales y sociales en lo
que, para el constituía el objetivo psicológico central : la construcción de una identidad
coherente. Benedict: afirma que el grado de dificultad de la transición adolescente esta
determinado por la discontinuidad de las pautas de socialización. Una gran discontinuidad
impica que los jóvenes tienen que aprender en poco tiempo de papeles que no estan
preparados. En la teoría cognitivista: Piaget: que consideraba un rasgo distintivo la
capadidad de ir mas alla del presente y elaborar teorías sobre si mismo, la realidad física
y social.

La perspectiva del ciclo vital: necesidad de considerar en el estudio del desarrollo humano
tres tipos de influencias: las influencias normativas dependientes de la edad influencias
normativas dependientes de la historia y las influencias no normativas relacionadas con
acontecimientos vitales.

Enfoque ecológico: se propone estudiar a los individuos dentro de un contexto compuesto


por niveles de coordinación multiples e integrados entre los que se incluyen el biológico, el
individual-psicologico, el interpersonal-social, e institucional, el cultural y el histórico.

Métodos de estudio de la adolescencia

Cuestionario: conjunto cerrado de preguntas sobre uno o diferentes aspectos de su


comportamiento. Presenta dificultades para diferenciar entre la multiplicidad de
significados que puede tener una respuesta.

La entrevista clínica: un interrogatorio de carácter abierto que se desarrolla siguiendo


directrices fundamentales que permiten al investigador obtener respuestas espontaneas
sobre diversos problemas.

Estudio de casos o investigación clínica: recoge informaciones procedentes de fuentes


diversas como pruebas estandarizadas, entrevistas clínicas y observaciones.

MORENO Y DEL BARRIO “La experiencia adolescente” Capítulo 4

El adolescente se toma como propio objeto de conocimiento y reflexión y de ahí surgen


preguntas sobre sus propios pensamientos, opiniones, deseos, sentimientos,
conocimientos y reflexión. Surgen preguntas sobre pensamientos, opiniones, deseos,
sentimientos. Esto lo hace tambien repasando el pasado y proyectando el futuro.

El autoconcepto: recoge percepciones que tenemos y las evaluaciones que realizamos


sobre nosotros mismos. Estas autodescripciones pueden ser de carácter general o estar
relacionado con nuestro desempeño en determinadas tareas o situaciones. En el origen
de nuestro autoconcepto se mezclan las experiencias personales de éxito o fracaso en
diversas tareas o situaciones y las valoraciones que realizan los demás sobre nosotros.
La familia, la escuela, la sociedad nos devuelven un retrato de nosotros mismos que va
conformando nuestra propia autoimagen. Estas autopercepciones influyen en las
conductas concretas de los adolescentes y pueden servir para predecir conductas futuras.
La naturaleza de esta representación de si mismo o de este autoconcepto cambia en la
adolescencia en dif aspesctos:
En primer lugar la continuidad del yo que recoge aspectos psicológicos y físicos que en
este momento se reconocen como modificables.

En segundo lugar una mejor comprensión de la perspectiva temporal que permite al


adolescente representarse no solo en relación con el presente sino con respecto a su
futuro y a su pasado.

En tercer lugar el adolescente capta la complejidad de su yo. Reconoce que aun siendo
una única persona puede describirse de acuerdo a diferentes ambientes y facetas.

En cuarto lugar el adolescente emplea sus capacidades de razonar hipotéticamente en la


concepción de si mismos también posibles. Su reflexión lo hace superar el presente y
tener en cuenta el futuro.

En la primer adolescencia se construyen las abstracciones que integran diferentes rasgos


de personalidad. Pero, las abstracciones no se coordinan y son objeto de reflexión
aislada.

En la adolescencia media se comienzan a relacionar diferentes abstracciones y surge la


conciencia de la contradicción entre algunos rasgos de la persona.

En la adolescencia tardia se produce cuando el adolescente llega a aceptar sus diferentes


modos de pensar y actuar y las integra en una personalidad coherente con sus
adaptaciones a situaciones especificas.

El autoestima: en la conformación de nuestro autoconcepto también se incluye la


valoración que hacemos de uno mismo, lo cual es el autoestima.

Se encuentra el autoestima positivo el cual esta señalado por la seguridad y la confianza


en si mismo y la capacidad para relacionarse adecuadamente con los demás. Por otro
lado se encuentra el autoestima negativo, en la que el adolescente lo manifiesta
mostrándose sumiso, autocriticándose, evitando el contacto con otros o adopta el papel
inverso, osea intenta dominar a los demás, exhibe sus meritos, habla y gesticula como
bravucon, etc.

El desarrollo de la identidad: todos poseemos una identidad propia ya que somos


conscientes de poseer rasgos físicos, una manera de pensar y actuar, valores que
tomados en su conjunto nos convierten en personas únicas. La identidad en este
momento sufre cambios, por esto el desafio fundamental al que se enfrenta todo
adolescente consiste en organizar su identidad y dotarla de coherencia tomando como
nucleo un conjunto de aspiraciones y percepciones de si mismo.

El desarrollo de la identidad del adolescente pasa por un largo proceso inconsciente que
comienza en el nacimiento y prosigue durante toda la vida. En la adolescencia tienen que
enfrentarse a sus propios cambios internos de tipo biológico y cognitivo y compaginarlos
con sus nuevas relaciones sociales y las demandas poco claras que vienen de los
adultos. Puede pasar que algunos encuentren muy difícil esta tarea y atraviese por una
crisis de identidad, en el cual se encuentran distintas opciones posibles:
El sentimiento de aislamiento: no logra establecer relaciones intimas y desea distanciarse
de los otros como una forma de combatir el miedo a perder su identidad.

La perdida de la perspectiva temporal: teme al cambio y se resiste a planificar el futuro.


Puede desembocar en una paralisis absoluta o en la búsqueda de acciones inmediatas.

La capacidad para aprender: muestra una escasa concentración en el estudio o en el


trabajo o bien se centra exclusivamente en una sola actividad.

La adopción de una identidad negativa: rechaza los valores transmitidos hasta ese
momento por su familia o por su entorno social.

J. Marcia habla de diferentes maneras de afrontar las crisis de identidad

Difusion de la identidad: donde no ha enfrentado una crisis ni establecio ningún


compromiso con una vocación o con creencias.

Identidad hipotecada: no ha enfrentado una crisis pero igual se encuentra comprometido


con metas o creencias que le proporcionaron otras personas.

Moratoria: se halla en un estado de crisis y como no pudo resolverla busca elegir entre
diversas opciones para alcanzar su propia identidad.

Logro de la identidad: ha experimentado la crisis y la resolvió por sus propios medios,


comprometiéndose con una ocupación y una ideología.

La adolescencia como tiempo de conflictos psicosociales: Steinberg propone dificultades


transitorias y normativas por un lado y problemas psicológicos serios por otro. Por esto es
que los adolescentes pasan por momentos de depresión, en el cual pueden beber alcohol
o fumar pero una minima de esta población va a sufrir una enfermedad depresiva u
adicciones. Por esto es necesario poder diferenciar entre problemas con un origen en la
adolescencia y aquellos que surgen en la infancia. Tambien, la conducta desadaptada
nunca es consecuencia directa de los cambios normativos de la adolescencia sino de algo
que no funciona bien.

Desarrollo de la personalidad y contexto: las relaciones entre padres e hijos, el clina


familiar parece guardar relación con el logro de la identidad. Los adolescentes en
búsqueda de una definición personal necesita autonomía sin dejar de sentirse apoyados
por su entorno. Debe exisitir en la familia normas claras, coherentes, negociadas en el
entorno. Por otro lado, la familia también puede cooperar en el desarrollo de una
autoestima positivo presentando al adolescente un apoyo incondicional como persona sin
que esto suponga una ausencia de criticas. Ademas, el clima escolar influye de manera
importante en el desarrollo personal de los adolescentes. El ambiente educativo puede
contribuir a formar un autoconcepto positivo y una identidad equilibrada.

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