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Primer parcial Teoría Política I

LA POLIS Y LOS SOFISTAS:

La polis estaba compuesta por tres clases sociales que eran política y jurídicamente
distintas.

En el grado mas bajo de la escala social se encontraban los esclavos, quienes eran
propiedad de alguien. El segundo grupo estaba compuesto por los metecos o
extranjeros que no formaban parte de la vida política, pero eran considerados hombres
libres. Y por ultimo los ciudadanos; quienes contaban con el derecho de nacimiento y
por ende, tenían derecho a formar parte de la vida política.

Ser ciudadano era un privilegio que se obtenía por tener padres nacidos en esa polis.
Les otorgaba el derecho a pertenecer a ella y a su vez, a participar de la vida política.

Para los griegos, el problema consistía en descubrir el lugar que debía ocupar cada
clase de hombres.

Para los atenienses su mayor gloria era su ciudadanía. La polis tenía en la vida de los
griegos un rol mucho más importante del que tiene en la vida moderna. Para el griego
la ciudad era una vida en común, donde existía un deseo de que todos participen en la
vida pública sin excluir por rango o riquezas.

En cuanto a los Sofistas no tenían una filosofía propia, sino que enseñaban lo que
querían aprender sus discípulos. Uno de los sofistas más famosos fue Protágoras
según el cual “el hombre es la medida de todas las cosas” es decir, el conocimiento es
creación de sentidos y otras facultades humanas y por lo tanto es una empresa
humana.

PLATON:
Platón nace en el año 427 A.C y representa junto a Aristóteles el comienzo de la
filosofía griega. Fue discípulo de Sócrates y de el hereda la idea de que la virtud es
conocimiento.

Platón representaba la fe griega originaria en que el gobierno se basa en la convicción


y no en la fuerza, y que sus instituciones existen para convencer y no para coaccionar.

El ateniense trazaba una distinción tajante entre la restricción que es una mera
sujeción a una voluntad arbitraria y la restricción que reconoce en la ley una norma
merecedora de respeto, que se impone a sí misma. La tiranía es el peor de los
gobiernos, porque significa la aplicación de la fuerza ilegítima, aunque sus
aspiraciones o resultados sean buenos, es mala porque destruye la autonomía.

En el estado libre, la ley (no el gobernante), es soberana y merece el respeto del


ciudadano, aun cuando lesione sus intereses. La libertad del ciudadano es la libertad
de comprender.

La mayor influencia socrática en Platón es su creencia de que la virtud es


conocimiento, y que, por consiguiente, puede aprenderse y enseñarse. Este
pensamiento implica creer en que existe objetivamente una buena vida, tanto para
individuos como para estados. En la concepción platónica el problema era distinguir el
verdadero conocimiento de la apariencia, la opinión y la visión engañosa.

Todas las actividades del hombre estaban conectadas con su ciudadanía, para ser un
buen hombre había que ser un buen ciudadano, y esto es imposible si no es en un
estado bueno. Considerar lo que era bueno para el hombre implicaba considerar lo
que era bueno para la polis.

Su creencia de que la virtud es conocimiento implica la existencia de un bien objetivo


que es posible conocer, el bien es objetivamente real. En este sentido, la voluntad
tiene un rol secundario, porque lo que el hombre quiere depende de lo que ve del bien,
pero nada es bueno solo porque alguien lo desee. Por lo tanto, el hombre que conoce
debe tener un poder decisivo en el gobierno, y solo ese conocimiento le da título a ese
poder.

Las dificultades con las que tropieza la ciudad estado son resultado de una
enfermedad de todo el cuerpo político y de la naturaleza humana, que se haya en
guerra consigo misma. Para Platón, la ignorancia e incompetencia de los políticos era
la maldición especial de las democracias, y la inestabilidad de las polis era atribuida a
las discrepancias extremas entre ricos y pobres. Siempre hay una ciudad de ricos y
una ciudad de pobres en constante guerra entre sí. Por eso para Platón es importante
eliminar los extremos en la riqueza y los extremos en la pobreza, y sobre todo es
importante una buena educación que le enseñe a los ciudadanos a preferir el bienestar
cívico a todo lo demás. En el hombre hay una naturaleza permanente, que es
necesario captar para distinguir el conocimiento de la opinión.

Si la virtud es conocimiento, hay que suponer que los hombres desearan el bien
en cuanto descubran lo que es.

Para Platón en su análisis del estado, son necesarias tres funciones de las que
derivan tres clases sociales: trabajadores que producen, y guardianes, donde se
encuentran gobernantes y soldados. Esta distinción se basa en aptitudes naturales,
por lo que existen tres tipos de hombres, los que naturalmente son aptos para el
trabajo, pero no para el gobierno, los que pueden gobernar, pero solo bajo la dirección
de otros y los que son aptos para los más altos deberes del estado. Sócrates emplea
una clasificación de los tipos de almas, donde hay una concupiscente, una irascible y
un alma racional. La primera representa al mundo sensible, a los deseos del cuerpo,
guiada por el egoísmo y sin un control de la razón, este tipo de alma se corresponde
con la de los artesanos y el grueso de la población. La segunda representa un control
del ejercicio de los deseos, y, por ende, una superación en relación al alma
concupiscente, este tipo de alma pertenece a los guardianes. Por último, el alma
racional, a la que no muchos llegan, representa un total predominio de la razón sobre
los sentidos y los deseos, habiendo alcanzado la idea del Bien, este tipo de alma
pertenece a los filósofos, quienes son los aptos para gobernar. La justicia, siguiendo
esta línea, significa que cada uno debe hacer lo que puede hacer bien de acuerdo con
el alma que tiene, es decir, para lo que está naturalmente dotado, si cada una de las
partes, con sus almas correspondientes, realiza su función de manera adecuada, se
alcanzaría una ciudad justa. La justicia es el vínculo que mantiene unida a una
sociedad, es una unión armónica entre individuos que han hallado la ocupación para la
cual son naturalmente aptos. Es una virtud pública y privada, que conserva el máximo
bien del estado y sus miembros. Se debe dar a cada uno lo suyo, es decir, tratar a
cada uno como lo que es, en base a su capacidad y preparación, en tanto que lo que
él debe a la sociedad es la realización honesta de las tareas que de su puesto se
requieren.

LA REPUBLICA LIBRO I

Céfalo dice que la justicia es darle a cada uno lo que se le debe, y Polemarco dice que
la justicia es hacerles bien a los amigos y mal a los enemigos, Sócrates advierte
rápidamente los problemas que se encuentran en esa formulación, primero se
pregunta quiénes son realmente nuestros amigos y quienes nuestros enemigos,
viendo que tal vez se puedan generar confusiones o engaños. Por otro lado, este tipo
de definición aplica más a los tiempos de guerra, ya que, en los tiempos de paz,
recurrir a un hombre justo se vuelve innecesario. Y para concluir, Sócrates le
demuestra a través de ejemplos que hacer daño a los enemigos solo los volvería
peores, y, sobre todo, la justicia jamás puede ser vista como un medio para hacer
daño, porque el hombre justo no daña a nadie.

Trasímaco afirma que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.
Argumenta que, en todos los Estados, sean democráticos, tiranos o aristocráticos, es
el gobierno quien implanta las leyes, de acuerdo a lo que le sea conveniente al
gobernante. Por lo tanto, la conveniencia del gobernante se transforma en lo legal, y
cualquiera que desobedezca es castigado. La justicia en todos los Estados es lo
mismo, lo que le conviene al gobierno establecido. Sócrates le responde que la tekné
se interesa en el objeto, y no se hacen las cosas para el beneficio propio, su visión de
la política es más optimista, y defiende la existencia de hombres de Estado que solo
se preocupan por el bien público. Para trasímaco el hombre injusto es el que vive bien,
pero Sócrates le responde que si un individuo es injusto consigo mismo y si es esclavo
de sus pasiones no puede actuar, por lo tanto, no vive bien. Sócrates le demuestra que
el justo, jamás tratará de aventajar a su semejante, sino a su contrario, mientras que el
injusto tratará de aventajar a ambos, luego procede a establecer esta comparación con
diversas profesiones, para llegar a la conclusión de que quien es bueno y sabio no
quiere aventajar a su semejante sino a su contrario, por lo tanto, el hombre justo se
parece en este sentido al sabio y bueno mientras que el injusto al malo e ignorante.

LA REPUBLICA LIBRO VI:

Su tesis principal es que el estado ideal va llegar el dia que gobiernen los filósofos,
para definir qué es un filósofo y como se alcanza el conocimiento postula su teoría de
los dos mundos, es decir, existe el mundo sensible, donde están las cosas que
percibimos con los sentidos, las opiniones, y experiencias y el mundo de las ideas,
donde están los conceptos y las formas, todo lo que es eterno e inmutable, y solo
puede conocerse a través de la razón. La tarea de la filosofía es acceder al mundo de
las ideas. Por lo tanto, el mejor gobierno siempre va ser el de un filósofo que pueda
acceder al mundo de las ideas, sobre el gobierno del pueblo que solo se rige por el
mundo sensible. El verdadero filósofo, es un amante de la verdad, el conocimiento, la
memoria y dedica su vida a ellas, no le interesa el dinero o los placeres corporales.

En la metáfora del barco Adimanto le dice a Sócrates que en la práctica los filósofos no
concuerdan con su descripción, sino que, por el contrario, son ociosos, extravagantes
y pobres. Entonces Sócrates le responde con una metáfora: se entiende al Estado
como un barco, compara el funcionamiento de la sociedad ateniense con el de una
nave en la que los marineros conducen, habiéndole arrebatado el control del timón al
capitán. Los marineros dan órdenes y manejan la nave, aunque no saben nada del
arte de la navegación (teckné). De esta metáfora se entiende que la opinión de la
gente no siempre es la correcta, ya que siempre van a ser persuadidos por quien haga
un mejor uso de las palabras o la violencia. Además, a veces, la virtud y la sabiduría
no son suficientes para gobernar, la virtud no puede desarrollarse en un medio hostil
donde la filosofía está muy desacreditada, debido a aquellos que utilizan la filosofía
para hacer argumentos convincentes en las instituciones democráticas atenienses.
Sócrates le atribuye el desprestigio de la filosofía a los falsos filósofos que son aptos,
pero se corrompen y se dejan llevar por los caprichos de la mayoría, se refiere a los
muchos como una bestia a la que los sofistas intentan siempre complacer. Debido a
esto, los verdaderos sabios quedan marginados, mientras más talento tenga una
persona más peligrosa será cuando se corrompa, Platón hace alusión al juicio de
Sócrates para demostrar que los verdaderos filósofos corren peligro en la democracia
ateniense.

El filósofo es aquél que puede acceder a la idea del Bien. La gente común confunde al
Bien con el placer, pero esto es solo una apariencia, ya que algunos placeres nos
destruyen, por lo tanto, quien tenga esta definición errada del Bien no puede gobernar.

Para explicar esta idea Sócrates utiliza la alegoría del sol, en tanto que para ver se
necesita luz, sin ella, el ojo no funciona, el Bien en este caso representa la luz, que la
inteligencia requiere para ver en el mundo de las ideas, el bien es el principio activo
que organiza el cosmos.

LA REPUBLICA LIBRO VII:

La alegoría de la caverna pretende poner de manifiesto el estado en el que se


encuentra la naturaleza humana, en relación al verdadero conocimiento, o a el Bien, y
la ignorancia. Los prisioneros representan a gran parte de la humanidad, esclava de su
ignorancia, e inconsciente de ella, se aferran a las costumbres, opiniones, prejuicios y
falsas creencias de siempre. Creen que saben y están cómodos y felices en su
ignorancia. La función principal del mito es mostrar el proceso que debe seguir la
educación del filósofo gobernante, representado por el recorrido del prisionero que es
liberado y se enfrenta por primera vez al sol, el cual le irrita los ojos y le hace
cuestionarse si en verdad vale la pena abandonar la comodidad de su prisión,
abandonar sus viejas creencias, una vida sostenida sobre engaños confortables. Una
vez que lo logre, el filósofo debe descender nuevamente hacia la caverna para
ocuparse de los asuntos humanos, como la política, la justicia, y guiar a la multitud
hacia la virtud.

La alegoría del barco puede interpretarse como una crítica a la democracia y al estado
de la sociedad ateniense en aquel momento, donde los verdaderos filósofos se ven
como marginados, porque los ciudadanos se rehúsan a escucharlos. Sócrates
responsabiliza de esto a los falsos filósofos o sofistas, que sólo se preocupan por decir
lo que el pueblo quiere oír, son aquellos que utilizan la filosofía para hacer parecer
verdaderas cosas que en realidad no lo son y de este modo hacer argumentos
convincentes en las instituciones democráticas atenienses. La conclusión que se
obtiene de esta alegoría es que la opinión de la gente no siempre es la correcta, y que
muchas veces es posible que se dejen persuadir por quien haga un mejor uso de las
palabras, y, sobre todo, que un ambiente hostil, no importa qué tanto conocimiento y
aptitud posea un filósofo, mientras la sociedad no esté dispuesta a oírlo y obedecerlo.
En cambio, la alegoría de la caverna plantea un dilema que abarca a la naturaleza
humana, en tanto se postula que todos estamos en una especie de caverna,
representando todo lo que sabemos hasta ahora, las creencias y opiniones que
sostuvimos a lo largo de nuestra vida, que no son otra cosa que sombras y falsas
representaciones de lo que en realidad es verdadero. Eso es lo que se encuentra fuera
de la caverna. Sócrates plantea que la tarea del filósofo es salir de la caverna y ver lo
verdadero, pero no solo eso, sino que también debe volver a la caverna y contarle a la
gente lo que vio y experimentó, pero no va ser fácil. La gente dentro de la caverna está
cómoda y acostumbrada a las sombras, salir de la caverna puede dar miedo o incluso
pueden dudar de lo que dice el filósofo y optar por no creerlo.

Dentro de las similitudes entre estas alegorías se destaca la idea del filósofo como una
necesidad para la sociedad, pero que la sociedad no sabe aún que necesita. Por lo
tanto, los esfuerzos de los filósofos pueden ser en vano si la gente no está dispuesta a
comprender y a salir de su caverna. En la metáfora del barco Sócrates intenta
demostrar que lo que quieren todos no siempre es lo mejor para la polis y para los
ciudadanos, en la alegoría de la caverna se realiza un análisis más amplio, que puede
aplicarse a toda la humanidad, donde la mayoría suele preferir quedarse con sus
falsas certezas antes de salir de la caverna y enfrentarse con lo real.

ARISTOTELES:

El siglo IV se caracteriza por la decadencia general de la polis. Hay un deseo


extendido de paz y el peligro siempre latente es la desestabilización de la polis.

En sus comienzos Aristóteles plantea la política como ciencia, y requiere partir del
verdadero ser, ya que nada sino el conocimiento de éste puede dar al hombre de
estado una visión última de las normas según las que debe dirigir su actividad.
Sostiene que el bien es la medida más exacta, haciendo referencia a que la ética es
una ciencia exacta, y que la política es una ciencia de normas. Aunque posteriormente
dirá que en la ética no existen normas universales ni medida.

Hay dos principios contrapuestos que vertebran toda su construcción teórica de la


realidad:

Acto y potencia: Acto es la realización de un determinado ente y potencia es la


posibilidad de realización.

En la cúspide del universo está Theós, o Dios, que es acto puro, el motor inmóvil en
tanto él mueve el universo hacia sí, y es su propia causa final.

El Estado: tiene valor moral intrínseco y no es una imposición de la fuerza arbitraria,


la polis se convierte en un tipo de comunidad. La comunidad es la unión de personas
diversas que a partir de sus diferencias satisfacen sus necesidades a través del
intercambio de bienes y servicios. De este modo es posible afirmar que la familia es la
forma más primitiva de comunidad, que satisface necesidades básicas como
alimentación y continuación de la especie, una vez que los hombres comenzaron a
tener mayores necesidades se crearon las aldeas. La aldea representa un nivel de
desarrollo superior, ya que se considera aldea a una unión de familias. Finalmente se
encuentra la polis, es decir la unión de aldeas, que le permite a los hombres alcanzar
la eudaimonía al ser la única comunidad autárquica. En este sentido el crecimiento no
solo se da en cuanto a tamaño de la comunidad, sino que al llegar a la polis, se
producen las condiciones necesarias para una vida verdaderamente civilizada, que
tiene su origen en las necesidades básicas de los hombres pero perdura con el
objetivo de alcanzar la mejor calidad de vidas posible.

La polis es la comunidad suprema: toda comunidad está constituida en vista a algún


bien, la polis debe estar construida en vista del bien supremo. En la comunidad el lazo
que cimienta es la amistad, la coloca a la misma altura de la justicia en lo que respecta
a la unión de los ciudadanos. Es autosuficiente, la polis es sustancia, no depende de
otros para satisfacer sus necesidades, y en ella sus miembros pueden vivir bien
realizando todas sus potencialidades. Existe esencialmente, por naturaleza, está dada
por la mera existencia de los seres humanos, porque estos son sociales y políticos.

El hombre es por naturaleza un zoon politikon, un animal social y político, la


participación en la polis como ciudadano está dada por naturaleza, porque es parte de
la esencia del ser humano. El hombre es el único animal que tiene la palabra (logos),
que tiene un sentido ético, que diferencia lo malo de lo bueno, lo justo de lo injusto, por
eso pueden pertenecer a la polis. La polis es anterior a los individuos, porque el todo
es necesariamente anterior a las partes, fuera de la polis el hombre pierde su
autosuficiencia. El mayor desarrollo del hombre es cuando se llega a la polis.

La tipología de las formas de gobierno de Aristóteles se basa en la teoría y no en la


empiria. Tienen un criterio cuantitativo, basado en el número de gobernantes, y un
criterio cualitativo, en base a si gobiernan siguiendo el interés común.

Aristóteles reconoce tres tipos de constituciones según el número de gobernantes y


sus desviaciones, la monarquía, aristocracia y democracia moderada como formas
rectas y la tiranía, la oligarquía y la demagogia como regímenes impuros. En las
primeras el gobierno se ejerce en beneficio de los ciudadanos, en las segundas según
el de los gobernantes.
La filosofía y la teoría política aristotélica se caracteriza por buscar un punto medio, de
modo tal que considerará al gobierno mixto como el Estado Ideal. Esta clase de
Estado, se caracteriza por una gran clase media, que asegura la estabilidad del
mismo.

La POLITEIA constituye una combinación entre democracia y oligarquía, siguiendo la


ética aristotélica del justo medio, debe gobernar el sector medio, ya que, en la
posesión de bienes, la fortuna media es la mejor, ya que obedece más fácilmente a la
razón, y la amistad, que es vital en la comunidad, se da con más facilidad en ellos, son
más estables y los mejores legisladores han salido de ellos.

En el nivel ético, el justo medio esta dado en la acción, en la prudencia, en saber


reconocer el punto medio en cada caso.

Todas las polis se fundan en la justicia y en la igualdad, pero la igualdad es siempre


proporcional, y depende de la forma de gobierno. Para conservar una polis, los
magistrados deben reunir tres condiciones: amistad o filia con la polis, competencia en
las tareas correspondientes, virtud y justicia adecuadas a cada politeia.
El Estado es una asociación, tiende hacia un fin, con vistas a un bien, y su causa final
es la felicidad.

Los hombres están dotados, por lo tanto, los demás están naturalmente obligados a
obedecerlos. Está naturalmente dado que los seres superiores están hechos para
mandar y los inferiores deben someterse. Los que deben obedecer son mujeres,
esclavos y barbaros.

Una vez que se conforma la familia, se crea una aldea, porque un grupo de familias se
asocia y se brinda servicios recíprocos entre sí, un conjunto de aldeas conforma un
estado. Si la familia y la aldea se conforman de forma natural, significa que el estado
también es natural, el hombre, en su condición de zoon politikon, se ve obligado a
asociarse. Todo hombre es un ser gregario, y quien no aspire a serlo no puede
pertenecer al estado, por lo tanto, se trata de un animal o de un Dios, ya que, si
prescinde de la sociedad, debe ser autosuficiente.

El estado existe con anterioridad al individuo y a la familia, el todo es superior a las


partes, y el hombre por sí solo no puede haberlo creado, porque no es autosuficiente.

Para Aristóteles, la propiedad es un instrumento propio de la familia y lo domestico, el


esclavo es una propiedad más, pero esto es algo natural, ya que la esclavitud tiene un
fundamento racional, el hombre que tenga mayor racionalidad va dominar al que tiene
menos, el esclavo, por ser el que menos razón tiene, no tiene voluntad ni autoridad.
Aristóteles supone que el esclavo va obtener un beneficio de esta relación de mando.

Los ciudadanos sólo son aquellos nacidos en una ciudad, que participan en asambleas
y tienen la posibilidad de asumir un cargo público. El concepto de ciudadano varía
según la forma de gobierno.

Cada persona que forma parte de la asociación del Estado tiene su propio tipo de
virtud:

La virtud política o cívica, que es la relativa a los deberes del oficio, y la virtud privada,
que es la virtud del hombre del bien. Estas dos no siempre se encuentran juntas en
una misma persona, pero lo ideal es que cualquier magistrado posea ambas, ya que
debe cumplir con su trabajo y su trabajo lo obliga a ser un hombre de bien.

En toda forma de gobierno hay una relación entre los gobernantes y los gobernados,
en la tiranía y en la oligarquía la relación remite a la del amo y el esclavo, y en la
democracia y aristocracia remite a la de un padre con su hijo.

Si se encuentra una sola persona que sea más virtuosa que el conjunto ésta deberá
gobernar, de este modo Aristóteles es partidario de la monarquía, siempre que el
gobernante sea virtuoso y dirija a la sociedad según su bien común y no por intereses
personales y egoístas. Cada gobierno debe preservar la integridad física de los
ciudadanos, pero también procurar guiarlos hacia la felicidad y la virtud.

Virtud: es el hábito que nos permite hacer las cosas bien, a través del uso de la razón
y la deliberación, el hombre virtuoso es quien es prudente y sabe distinguir el justo
medio, buscando deliberadamente el equilibrio. La moral del hombre tiene la misma
forma y esencia que la moral del estado, se trata de buscar el justo medio y educarse
en la virtud.
Las virtudes capitales, la justicia, la prudencia, la amistad garantizan la cohesión de la
vida comunitaria, y conduce a la felicidad (eudaimonia).

La ciudad es una asociación de personas libres e iguales que comparten intereses en


común.

El Estado existe para garantizar el vivir bien de sus ciudadanos.

CICERON:

Cicerón creía en la excelencia de la forma mixta de gobierno. No existe res publica ni


populus si no están gobernados con justicia. Cualquier otro régimen político es falso.
Monarquía, aristocracia y democracia solo existen siempre y cuando estén basadas en
el respeto de la justicia. Un estado que esté integrado por estos tres elementos, un
genus mixtum o constitución mixta es el único capaz de garantizar el equilibrio entre
las distintas formas y fuerzas del estado, y así lograr la concordia y la justicia.

Según Cicerón existe un derecho universal que surge a la vez del gobierno del mundo
de Dios y de la naturaleza racional y social de los seres humanos, que les hace afines
a Dios. Según esta ley eterna, todos los hombres son iguales. No en saber o riqueza,
sino que son iguales porque todos tienen razón y una actitud general respecto a lo que
creen honorable y digno. Todos somos capaces de distinguir entre lo bueno y lo malo.

Para Aristóteles, la relación de libre ciudadanía solo puede existir entre iguales, y
como los hombres no son iguales, dedujo que la ciudadanía debía estar limitada a un
pequeño grupo. En cambio, Cicerón, infiere que como todos los hombres están
sometidos a la ley y son conciudadanos, tienen que ser de algún modo humanos. La
igualdad en este caso es una exigencia moral, se afirma que debe darse a todo
hombre una cierta medida de dignidad y respeto, ya que pertenece a la gran
fraternidad humana.

De esto se entiende que ningún estado puede perdurar a menos que se base en la
conciencia de las obligaciones mutuas y del reconocimiento de los derechos que unen
a los ciudadanos entre sí. El estado es una comunidad moral de personas que tienen
el derecho y el estado en común. Si el estado no es una comunidad con fines éticos,
unido por vínculos morales, no es nada sino un bandidaje a gran escala. La ley moral
no hace imposible la inmoralidad, pero mientras ocurra en el estado, pierde su carácter
de verdadero estado. El estado y el derecho siempre están sometidos a la ley de Dios
y a la ley natural. La ley natural se utiliza para entender por qué una ley es obedecida,
puede reconocerse si se utiliza la recta razón, que es aquello que nos permite
distinguir lo bueno de lo malo.

AGUSTIN DE HIPONA:

San Agustín se destaca por la concepción de una comunidad cristiana, justo con una
filosofía de la historia que presenta a tal república como la culminación del desarrollo
espiritual del hombre. La naturaleza humana es doble: el hombre es espíritu y cuerpo,
y por lo tanto, es ciudadano de este mundo y de la Ciudad Celestial. Para San Agustín
la historia está siempre dominada por la lucha entre las dos sociedades. De un lado la
ciudad terrenal, la sociedad fundada en los impulsos terrenales, apetitivos y posesivos
de la naturaleza humana inferior y por el otro la ciudad de dios, sociedad fundada en la
esperanza de la paz celestial y la salvación espiritual. Solo en la ciudad celestial es
posible la paz, solo el reino espiritual es permanente. Todos los reinos meramente
terrenales tienen que desaparecer ya que el poder terrenal es por naturaleza mudable
e inestable, se basa en aquellos aspectos de la naturaleza humana que producen la
guerra y la sed de dominación. Pero la iglesia como organización humana visible no
era para él lo mismo que el reino de Dios, así como el gobierno secular no era lo
mismo que los poderes del mal. Agustín también concebía el reino del mal como
representado por los imperios paganos.

Uno de los aspectos más influyentes de su pensamiento ha sido la realidad y la fuerza


que dio a la concepción de la iglesia como institución organizada. Su esquema de la
salvación humana y de la realización de la vida celeste se basaba absolutamente en la
realidad de la iglesia como unión social de todos los verdaderos creyentes, a través de
la cual puede operar en la historia humana la gracia de Dios. Por eso consideraba la
aparición de la iglesia cristiana como el punto culminante de la historia, que marcaba
una nueva época en la lucha entre los poderes del bien y el mal. De ahí en adelante, la
salvación humana está ligada con los intereses de la iglesia.

La especie humana es una sola familia, pero su destino final no se alcanza en la tierra
sino en el cielo. Y en la vida humana se da la lucha cósmica entre la bondad de Dios y
la maldad de los espíritus rebeldes. La unidad de la especie significa la unidad de la fe
cristiana bajo la dirección de la iglesia.

San Agustín expone la necesidad de que una verdadera republica sea cristiana.
Oponiéndose a Cicerón y otros pensadores que pensaban que corresponde a una
verdadera república la tarea de realizar la justicia. Agustín sostuvo que ningún imperio
pagano sería capaz de realizarla. Un estado justo tiene que ser un estado en el que se
enseñe la creencia en la verdadera religión. En este sentido, el carácter cristiano del
estado estaba inserto en el principio universalmente admitido de que su finalidad es
realizar la justicia y el derecho.

En Agustín hay una gran influencia platónica que lo hace postular que la verdad es
eterna e inalterable, y completamente ajena al mundo sensible. La verdad es todo
aquello que emana de Dios. Puede conocerse por tres caminos: el amor, el
conocimiento y la fe.

Su teoría de las dos ciudades tiene un plano espiritual, en donde en el alma de cada
uno, están en pugna estas dos ciudades, la terrenal y la celestial. Y existe también un
plano terrenal, en donde hay una pugna por la falta de diferenciación entre la iglesia y
el estado, y según Agustín, el buen monarca debe seguir los dictados de la iglesia.
Porque si todo poder es divino el estado debe subordinarse a la iglesia.

La iglesia y el papa están por encima de las decisiones del mundo terreno. La justicia
como deber del gobierno está marcada por la ley divina, la ley teológica eterna, que
puede entrar en conflicto con la ley secular.

La ley natural, que está en el corazón de cada uno, es la ley de Dios. El derecho
positivo debería ser el desenvolvimiento exterior de la ley natural. La ley divina es la
forma en la que el hombre se relaciona con la ley natural, lo que explica por qué los no
cristianos pueden ser virtuosos.

Se aplica a subrayar las diferencias de jurisdicción existentes entre un Estado y la


Iglesia. Sin embargo, desea que el poder civil esté impregnado de cristianismo y que
Cristo reine indirectamente, al reinar en el espíritu de los jefes y al inspirar las
costumbres y las leyes. Desea en el fondo que el imperio se subordine moralmente a
la iglesia.

El poder deriva de Dios, pero está en todos los individuos y hay tres maneras de
ejercerlo:

- OFFICIUS IMPERANDI: Es la capacidad del ejercicio del gobierno, sea


espiritual o terrenal, este poder lo detentan el emperador y el papa. (poder
político)
- OFFICIUS PROVIDENTI: Se ejerce el poder cuidando de la comunidad,
ayudando al otro, es ejercido por el señor feudal. (poder social)
- OFFICIUS CONCULENDI: El poder se ejerce a través del consejo y la guía del
pueblo, aconsejando e intentando desentrañar los problemas que tiene la
sociedad. Lo ejercen los obispos y sacerdotes. (poder intelectual)

Por ejemplo: El profesor explicando y guiando la clase es el tercero, preguntando y


saldando dudas es el segundo y tomando exámenes es el primero.

Un buen gobernante o papa debería contar con los tres.

TOMAS DE AQUINO:

Todas las cosas que tienden hacia un fin necesitan alguien que los guíe en aquello que
se pretende. El hombre es un animal social y político, un hombre solo no basta, por lo
que le fue obsequiada su razón para que, a través de ella, pudiese conseguir todo lo
que necesita viviendo entre muchos. Por lo tanto, si es natural que el hombre viva
entre muchos, también lo es que haya alguien que rija a la muchedumbre para que no
se disipe. Siempre es conveniente que además que lo que mueve al bien particular,
haya algo que mueva al bien común de los muchos, que haya algo entre todas las
cosas que rija a las demás.

Al gobernar a muchos se halla lo recto y la desviación, si la muchedumbre es


ordenada al bien de ellos mismos por quien gobierna, será un gobierno bueno y justo.
Si en cambio, es ordenada hacia el bien particular del gobernante, será un gobierno
injusto y perverso.

Tomas de Aquino utiliza la tipología de las formas de gobierno de Aristóteles, donde la


mejor es la monarquía, luego viene la aristocracia y por último la república. De estas
formas rectas existen desviaciones, como la tiranía, la oligarquía y la democracia, que
se vuelve mala cuando la muchedumbre oprime a los más ricos, y el pueblo se
convierte en tirano.

Es más útil el gobierno de uno que el de muchos, ya que ellos no pueden conservar la
multitud que gobiernan si son desconformes, por eso es naturalmente mejor que
gobierne uno solo. Pero, así como la monarquía es el mejor gobierno, la tiranía es el
peor de las desviaciones, sin embargo, aunque el gobierno de uno acarree el potencial
peligro de un tirano, siempre será preferible una monarquía al gobierno de los muchos,
entre una tiranía devenida de una monarquía y una tiranía devenida de una
democracia corrompida, siempre es peor la segunda.
Las ciudades que no son gobernadas por uno están llenas de disensiones y alejadas
de la paz.

La tiranía daña a los súbditos en sus bienes temporales, pero también busca alejarlos
de la virtud, porque le es ajena al tirano. Su principal objetivo es privarlos de la
felicidad y hacer que no confíen el uno en el otro, y de este modo, no podrán
organizarse para atentar contra él.

Se debe elegir un rey cuyas cualidades no lo inclinen hacia la tiranía, y se debe


disponer el gobierno de la república de tal modo que al rey se le pueda moderar su
potestad.

Si la tiranía es moderada es más conveniente tolerarla que intentar algo contra ella, ya
que las consecuencias de esto podrían ser peores que la tiranía en sí.

El rey debe esperar su premio de la mano de Dios, el premio de la virtud es la


bienaventuranza, que es el fin último de todos los deseos. La felicidad es a lo que todo
queremos llegar, pero no es posible alcanzarla en el plano terrenal, por lo tanto, ningún
premio terrenal es suficiente para el rey.

El gobierno real se debe medir por la forma de gobierno natural, entendiendo que en
las cosas naturales se encuentra el gobierno universal, de Dios, y el gobierno
particular, del hombre. Todas las criaturas corporales y las virtudes espirituales están
bajo el gobierno divino, del mismo modo que el cuerpo y el alma son regidos por la
razón. La razón en los hombres es como dios en el mundo. Por lo tanto, el oficio
del rey es ser en su reino como la razón en los hombres y como dios en el mundo. De
este modo será justo, mirando que está puesto en lugar de dios para juzgar su reino, y
clemente, teniendo a cada uno de sus súbditos como miembros suyos. El rey debe
encaminar a sus súbditos hacia la virtud y ayudarlos a alcanzar la fruición divina.

El fin que un pueblo junto tiene es vivir conforme a la virtud, por eso se congregan
para vivir bien juntos, ya que ninguno podría lograrlo por separado. Su fin último es
alcanzar la fruición divina por medio de la vida virtuosa. Por eso el oficio del rey es
ayudarlos a alcanzar ese fin.

El oficio del rey es procurar la buena vida de sus súbditos por los medios más
convenientes, para que alcancen la celestial bienaventuranza. El camino a la
bienaventuranza y sus impedimentos se conocen solo a través de la ley divina, cuya
doctrina pertenece al oficio del sacerdote. Una vez que sea enseñado por la ley divina,
el cuidado del pueblo se divide en tres tareas:

- Como ha de fundar en el pueblo el modo de buen vivir.


- Como ha de conservarlo.
- Como hará que vaya en aumento.

Es función del gobernante terreno poner los cimientos de la felicidad humana,


manteniendo la paz y el orden, conservarla vigilando que todos los servicios de
administración pública y defensa se cumplan, prevenir abusos y eliminar los
obstáculos que se opongan a la vida buena.
La finalidad moral para la que existe el gobierno político implica que la autoridad debe
estar limitada y que debe ejercerse solo de acuerdo con la ley. El poder solo está
justificado en la medida en la que sirve al bien común.

La ley humana era para Tomas una parte integrante de la totalidad del sistema de
gobierno divino por el cual se rige todo, tanto en el cielo como en la tierra. Es una
emanación literal de la razón divina. En este sentido, un gobernante ilegítimo es un
rebelde contra todo el sistema divino mediante el cual rige Dios al mundo.

Ley eterna: Es prácticamente idéntica a la razón de Dios, es el plan de la divina


sabiduría que guía a toda la creación, está por encima de la naturaleza física del
hombre y fuera del alcance de la comprensión humana, pero no es contraria a la
razón.

Ley natural: Es un reflejo de la razón divina en las cosas creadas, se manifiesta en la


inclinación a buscar el bien y evitar el mal, intentando vivir del modo tan perfecto como
sea posible.

Ley divina: Es la revelación, es un don de gracia de Dios. La revelación añade a la


razón, pero nunca la destruye.

Ley humana: Una ordenación de la razón para el bien común hecha por quien tiene a
su cargo el cuidado de la comunidad.

En el gobierno se dan una serie de pautas cambiantes a lo largo del tiempo, sin
embargo, hay una ley, un derecho y una justicia detrás de todas ellas. La vida tiene un
solo fin, pero muchos medios.

Para que el pueblo viva bien se necesita que haya una conformidad de paz, que estén
unidos y encaminados al bien obrar, y que haya en el gobierno suficientes bienes
materiales que son necesarios para el bien vivir.

Hay tres cosas que impiden el bien público:

- La mortalidad de los gobernantes, por lo que, si se desea que el bien del pueblo
sea perpetuo, debe procurarse diligentemente la sucesión de los gobernantes.

- Malicia de las voluntades, cuando algunos se rehúsan a hacer lo que es


conveniente para la república o cuando son dañosos a la paz del pueblo, por eso
se necesitan leyes y preceptos que aparten la maldad de los súbditos y los mueva
hacia la virtud.

- Amenazas externas que disuelvan la paz, por eso se debe procurar que los
súbditos estén seguros frente a enemigos externos.

Tomas describía a la sociedad como un cambio mutuo de servicios encaminado a la


vida buena. El bien común exige que tal sistema tenga una parte dirigente, del mismo
modo en que el alma rige al cuerpo.

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