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‘El Binomio Discapacidad-Normalización: ¿Por Qué es Necesaria una Perspectiva Alternativa?


Laura Maria Morales-Navarro*

El tema de la discapacidad es algo que se ha vuelto muy importante en nuestra sociedad. Hay
muchas personas discutiendo sobre esto, como personas con discapacidad, médicos, políticos y
activistas. Este debate comenzó durante la segunda mitad del siglo XX con el surgimiento del
movimiento de personas con discapacidad. Este movimiento ha hecho que la sociedad piense más
sobre la discapacidad y cómo trata a las personas que la tienen. Ha mostrado que la discapacidad
no es solo un problema médico, sino también social, moral, psicológico y político.

La inclusión de las personas discapacitadas en la sociedad y cómo se cuida su salud son temas
importantes en este debate. También se habla mucho sobre cómo hacer políticas que ayuden a las
personas con discapacidad. Este tema ha llegado a ser tan relevante que incluso los estudiosos de
diferentes áreas, como la salud y las ciencias sociales, están interesados en él.

Por ejemplo, en países como el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda,
se han escrito muchos trabajos sobre discapacidad. En América Latina, también hay más interés en
investigar sobre este tema. Antes, la discapacidad se estudiaba por separado en campos como la
medicina, la psicología, la filosofía, la sociología y la historia. Pero ahora, hay más gente tratando
de entender la discapacidad desde diferentes puntos de vista.

Los estudiosos de la discapacidad no solo miran los aspectos médicos, sino también los sociales,
políticos y ambientales relacionados con ella. Se preocupan por cómo se define la discapacidad,
cómo afecta a las personas y cómo la sociedad puede ser más inclusiva con quienes tienen
discapacidad.

Hay temas difíciles que se han discutido mucho en estos estudios, como el derecho a vivir y morir
para las personas con discapacidad, quién puede hablar por ellos y qué significa realmente la
discapacidad. Y es precisamente este último punto el que este texto quiere explorar más a fondo.

En resumen, este texto nos habla sobre cómo la discapacidad no solo es un problema médico, sino
también social, y cómo la sociedad puede ser más inclusiva con las personas que tienen
discapacidad. También nos dice que hay muchas personas de diferentes áreas interesadas en
entender mejor este tema y encontrar soluciones para hacer del mundo un lugar más justo y
accesible para todos.

En el ámbito académico, se habla de dos formas principales de entender la discapacidad: el


modelo individual o médico y el modelo social. Estas dos perspectivas ofrecen diferentes visiones
sobre qué es la discapacidad y cómo se debe tratar.

El modelo individual o médico ve la discapacidad como un problema personal, como si fuera una
enfermedad o una deficiencia que está dentro de una persona. Desde esta perspectiva, la
sociedad tiende a ver a las personas con discapacidad como diferentes o anormales. Aquí, la
discapacidad se mide en términos de las limitaciones físicas o mentales de una persona
comparadas con un estándar de normalidad. Por ejemplo, si alguien no puede caminar tan bien
como la mayoría, se considera discapacitado. Este enfoque se centra en la rehabilitación para
hacer que las personas se ajusten a lo que se considera "normal".

Sin embargo, este modelo tiene críticas importantes. No tiene en cuenta cómo la sociedad y el
entorno pueden influir en la experiencia de la discapacidad de una persona. Además, tiende a
simplificar demasiado la idea de discapacidad, ignorando que es un concepto complejo que va más
allá de las limitaciones físicas o mentales.

Por otro lado, el modelo social de la discapacidad ve las cosas de manera diferente. Desde esta
perspectiva, la discapacidad no es solo algo que está dentro de la persona, sino que también es el
resultado de cómo la sociedad está organizada. Se enfoca en las barreras físicas, sociales y
económicas que impiden que las personas con discapacidad participen plenamente en la vida
cotidiana. Por ejemplo, si una persona usa silla de ruedas pero no puede acceder a un edificio
debido a la falta de rampas, no es solo un problema de la persona, sino también de cómo está
diseñado el edificio.

Este modelo ha llevado a un cambio importante en la forma en que se entiende y aborda la


discapacidad. Las personas con discapacidad han comenzado a luchar por sus derechos y a exigir
cambios en la sociedad para que sea más inclusiva. Ahora se ve la discapacidad como una cuestión
de derechos humanos y justicia, y se reconoce que las personas con discapacidad deben participar
activamente en la toma de decisiones sobre temas que les afectan.

En resumen, estas dos perspectivas ofrecen formas diferentes de entender la discapacidad.


Mientras que el modelo individual se centra en las limitaciones personales y la rehabilitación, el
modelo social destaca las barreras sociales y aboga por un cambio en la sociedad para ser más
inclusiva. Ambos enfoques han contribuido a ampliar nuestra comprensión de la discapacidad y
han llevado a importantes debates y cambios en la forma en que se trata este tema.

En el estudio de la discapacidad, se presentan dos formas de entenderla que son bastante


diferentes entre sí. Por un lado, está el modelo individual, que sugiere que las personas con
discapacidad necesitan ser tratadas para adaptarse a la sociedad. Por otro lado, está el modelo
social, que sostiene que la sociedad debe cambiar para que las personas con discapacidad puedan
participar plenamente.

En el modelo individual, la discapacidad se ve como una especie de falta en una persona, ya sea
física o mental. Se compara con un estándar de normalidad, como si hubiera un modelo ideal de
cuerpo y mente. Si alguien no encaja en ese modelo ideal, se considera que tiene una
discapacidad. Entonces, se intenta "normalizar" a la persona a través de tratamientos y
rehabilitación para que se parezca más al ideal.
Por otro lado, en el modelo social, se reconoce que las personas pueden tener deficiencias físicas o
mentales, pero se enfoca en cómo la sociedad puede hacer que estas personas se sientan
incluidas. Se entiende que la discapacidad no solo está en la persona, sino también en las barreras
que la sociedad crea. Por ejemplo, si alguien en silla de ruedas no puede acceder a un edificio
porque no hay rampas, no es culpa de la persona, sino del diseño del edificio.

Ambos modelos giran en torno a la idea de normalidad. Se basan en la idea de que hay un
estándar de normalidad al que todos deberían aspirar. Sin embargo, esto plantea la pregunta de
quién decide qué es normal y quién queda fuera de esa definición.

En resumen, el debate sobre la discapacidad se centra en cómo se define la normalidad y cómo la


sociedad debe responder a las necesidades de las personas con discapacidad. Mientras que un
modelo busca cambiar a las personas para que se ajusten a la norma, el otro busca cambiar la
sociedad para que sea más inclusiva para todos.

En la experiencia que se describe en este texto, se observa cómo los terapeutas ocupacionales
trabajan con una niña que tiene una condición llamada simbraquidactilia, que afecta la formación
de sus manos. Durante la sesión de terapia, la niña realiza diversas actividades para evaluar su
habilidad funcional mientras el terapeuta observa y conversa con su madre.

El terapeuta ocupacional evalúa cuidadosamente la funcionalidad de las manos de la niña y discute


la posibilidad de una cirugía con la madre. Aunque la niña puede hacer muchas cosas con sus
manos, se plantea la opción de cirugía para mejorar su apariencia y proporcionarle dedos pulgares
más funcionales.

Sin embargo, el terapeuta señala que la niña es completamente funcional tal como está y que la
cirugía no parece necesaria desde el punto de vista funcional. Explica que, aunque los médicos
pueden sugerir la cirugía por razones estéticas, no habría un cambio significativo en su capacidad
funcional.

Esta situación plantea preguntas sobre la definición de normalidad y cómo se debe abordar la
discapacidad en la práctica clínica. Se cuestiona si la discapacidad se define por la falta de
conformidad con un estándar preestablecido de normalidad o si debe considerarse en términos de
funcionalidad y capacidad para participar plenamente en la vida diaria.

Además, se destaca la importancia de considerar cómo se construye la discapacidad a través de


una variedad de factores, incluidos los aspectos sociales, materiales y discursivos. Este enfoque
más amplio permite explorar cómo las prácticas médicas y sociales influyen en la experiencia de
las personas con discapacidad y cómo se puede trabajar para promover la inclusión y la
participación plena en la sociedad.

En resumen, la experiencia descrita ilustra la complejidad de abordar la discapacidad en la práctica


cotidiana y destaca la necesidad de un enfoque más amplio y crítico que considere una variedad
de factores en la definición y el tratamiento de la discapacidad.

Comencé introduciendo brevemente el concepto de discapacidad y luego exploré dos


enfoques principales: el individual o médico y el social.

Después, examiné cómo estas perspectivas influyen en la manera en que se trata la


discapacidad en la sociedad. Utilicé un ejemplo concreto de una sesión de terapia
ocupacional para ilustrar cómo se negocian las identidades de las personas con
discapacidad y cómo se define lo que es "normal".

Además, señalé la necesidad de adoptar una perspectiva alternativa que cuestione las
nociones tradicionales de discapacidad y normalidad. Esta nueva mirada busca hacer visible
la complejidad de la discapacidad y considerar una variedad de factores en su definición y
tratamiento.

Por último, planteé algunas preguntas para reflexionar sobre cómo abordamos la
discapacidad y cómo podríamos cambiar nuestra forma de pensar al respecto. En resumen,
este texto es un intento de contribuir a una discusión más amplia y reflexiva sobre la
discapacidad y su tratamiento en la sociedad.
RELFEXION
El tema de la discapacidad ha sido objeto de un intenso debate en diversas esferas, desde
los movimientos de personas con discapacidad hasta los campos académicos y políticos.
Este debate se ha intensificado desde el surgimiento del movimiento de personas con
discapacidad en la segunda mitad del siglo XX, que ha cuestionado profundamente la
forma en que la sociedad aborda y comprende la discapacidad.

En este contexto, se han delineado dos enfoques principales: el modelo individual


o médico de la discapacidad y el modelo social. El primero considera la
discapacidad como una tragedia personal y la aborda principalmente como una
condición médica, mientras que el segundo reconoce las barreras sociales y
ambientales que contribuyen a la discapacidad y busca adaptar la sociedad para
incluir a las personas con deficiencias.

El modelo individual enfoca su atención en las deficiencias del individuo y busca


normalizarlo a través de intervenciones médicas y rehabilitación. Por otro lado, el
modelo social sitúa la discapacidad en el contexto de la sociedad, destacando
cómo las barreras sociales y físicas excluyen a las personas con discapacidad de
participar plenamente en la vida comunitaria.

La disputa entre estas perspectivas revela una tensión fundamental en torno a la


noción de normalidad y cómo se define en relación con la discapacidad. Ambos
modelos parten de una concepción preestablecida de lo que se considera normal y
buscan ajustar a las personas con discapacidad a ese estándar, ya sea
normalizando al individuo o adaptando la sociedad.

Sin embargo, esta dicotomía entre normalidad y discapacidad es problemática, ya


que ignora la diversidad de experiencias y capacidades humanas. Además, ambas
perspectivas tienden a simplificar la complejidad de la discapacidad al reducirla a
una condición médica o a barreras sociales, sin considerar la interacción entre
ambos aspectos.

Para avanzar en la comprensión de la discapacidad, es necesario adoptar una


perspectiva más amplia y compleja que reconozca la diversidad de experiencias y
capacidades humanas. Esto implica considerar no solo las deficiencias individuales,
sino también las estructuras sociales y ambientales que contribuyen a la
discapacidad y buscar formas de inclusión que vayan más allá de la normalización.

En última instancia, el tratamiento de la discapacidad debe basarse en un enfoque


que respete la dignidad y la autonomía de las personas con discapacidad,
reconociendo sus derechos humanos y promoviendo su plena participación en la
sociedad. Esto requiere un cambio en la forma en que entendemos y abordamos la
discapacidad, alejándonos de las concepciones simplistas de normalidad y
trabajando hacia una sociedad más inclusiva y accesible para todos.
La experiencia narrada en el centro de rehabilitación para niños discapacitados
ofrece una visión vívida de las complejidades que rodean el concepto de
discapacidad y la normalización. Más allá de simplemente catalogar a los
individuos como discapacitados o normales, surge la necesidad de adoptar una
perspectiva alternativa que cuestione las nociones tradicionales y aborde las
tensiones presentes en la práctica clínica.

Desde un enfoque metodológico y epistemológico, es crucial reconocer que la


discapacidad no es un estado estático, sino un proceso dinámico influenciado por
una multitud de factores interrelacionados. Este enfoque desafía la dicotomía entre
normalidad y anormalidad, invitando a considerar cómo se construye la
discapacidad en la práctica, en lugar de asumirla como un hecho predefinido.
Al interrogar cómo se hace la discapacidad, se revelan las complejas interacciones
entre diversos elementos, como las condiciones médicas, las políticas de salud, las
interacciones sociales y los preceptos culturales. Esta perspectiva reconoce la
agencia tanto de los individuos como de las estructuras sociales en la formación de
identidades discapacitadas, desafiando la idea de la discapacidad como un atributo
inherentemente negativo o pasivo.

Además, este enfoque alternativo subraya la importancia de considerar la


diversidad de experiencias dentro de la discapacidad, reconociendo que las
necesidades y capacidades de cada individuo son únicas. Así, se cuestionan las
estrategias de tratamiento convencionales que tienden a homogeneizar la
discapacidad y promueven la rehabilitación y la adaptación como objetivos
exclusivos.

Al adoptar esta perspectiva crítica, se abre la puerta a nuevas interrogantes sobre el


papel de las prácticas médicas y sociales en la construcción y perpetuación de la
discapacidad. ¿Cómo se entrelazan el poder, el conocimiento y las relaciones de
poder en la definición y gestión de la discapacidad? ¿Qué implicaciones tienen
estas dinámicas para la autonomía y la participación de los individuos
discapacitados en la sociedad?

En última instancia, una reflexión profunda sobre la discapacidad desde una


perspectiva metodológica y epistemológica alternativa no solo cuestiona las
concepciones tradicionales, sino que también abre nuevas posibilidades para
comprender y abordar las experiencias de las personas con discapacidad en toda
su complejidad.

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