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1° Prueba Arte Contemporáneo, Ian Mezzano F.

3. En el texto de Marc Jiménez La Querella del Arte Contemporáneo (2010), se plantean


varias preguntas que buscan responder las conjeturas filosóficas y estéticas en torno al
contexto de crisis generado por el Arte Contemporáneo, un momento único en cuanto a la
disciplina artística, en gran medida por las transformaciones provocadas desde las
discusiones teóricas del arte, pero sobre todo producto de acontecimientos y ordenes social
que marcaron el transcurso del siglo XX. La situación inédita en que se dimensionan las
creaciones y el entendimiento de la disciplina, tratan de renovar el modelo de interpretación
tradicional, lo que inevitablemente produce paradigmas nuevos. Jiménez no se interroga
estrictamente por la conjuntura de qué es el arte cuando debe adaptarse a condiciones
aparentes de incongruencia, ámbito que desde la filosofía analítica y pragmática es tomado
con gran peso, ya que contiene una potencialidad ante transformaciones significativa del
estatuto que pueda estar vigente respecto a la obra de arte y el artista. Postula que el
mecanismo intelectual que debe operar no se trata de hacer referencia a una esencia
universal e intemporal del arte.
En el discurso que ofrece Jiménez, identifica el artefacto como objeto principal del Arte
Contemporáneo: la obra producida por el artista y entregada a la sociedad para que pueda
obtener un juicio estético. El autor selecciona como objetivo fundamental del Arte
Contemporáneo una ruptura sistemática con reglas establecidas desde los campo más
tradicionales del arte, , “la búsqueda de la no-verdad, de lo imprevisto, de lo inédito, de lo
incongruente”(Jiménez, M., La Querella del Arte Contemporáneo, p. 140)
Hace un repaso de las transformaciones de la estética y la crítica experimentados durante el
siglo XX , haciendo esfuerzos gigantescos por sustentar una comparación y cruce teórico
entre la escuela estética anglosajona Nelson Goodman y Arthur Danto y la mirada de la
estética francesa de Gerard Genette y Jean Marie Schaeffer. Lo que quiere dejar patente
como problemática en gran medida es la discusión filosófica entre la mirada “analítica” de
las corrientes inglesas, y la que proponen las cumbres del pensamiento más tradicionalista,
como Francia o Alemania.
Jiménez defiende el Arte Contemporáneo de las posturas conservadoras, que tienden a
poseer una mirada negativa de este, incluso no permitiéndose la posibilidad de su
existencia. Dentro de los problemas más generalizados que recorre este arte, uno relevante
es no dejar cabida a discusiones que abran sus límites estéticos, debido a que
constantemente se defiende desde la misma mirada de obsolescencia que algunos
argumentan. Se complica y produce un paradigma en la tradición artística y estética si nos
preguntamos por la utilidad que tiene socialmente un discurso académico particular, el que
puja por distinguir una cultura, entendida como “clásica”, contrapuesta con la “cultura
popular”, siendo que en la primera en el mecanismo es aprovecharse de las crisis culturales
de nuestro tiempo, haciendo guiño inconsciente a los análisis culturales que previeron
como se efectuaría el proceso histórico de evolución interdisciplinar que se da en el arte.
Se reconoce en el texto una naturaleza transdisciplinar en el arte actual, ya que puede
trabajar sin contradecirse en varios ámbitos, pero comúnmente en cuanto a lo tecnológico,
lo biológico, lo social y lo antropológico. Hay una preocupación en base a que “una nueva
estética de reemplazo corresponde realmente a la estética” (Jiménez, M., p. 168), por lo que
desde su perspectiva no aboga por un final pronosticado del arte, y que concluye en que,
según los parámetros del Arte Contemporáneo, la estética “no sería más que una rama de la
antropología, con vocación en esencia descriptiva y analítica” (Jiménez, M., p. 33).
4. En el primer momento de los 60’, dentro de Latinoamérica se produce un ambiente de
simultaneidad entre distintas naciones debido a los hitos histórico y políticos que se
enmarcan en esta época. El flujo que despierta en este momento determinado se transforma
completamente debido a eventos abrumadores, los cuales tienen la capacidad de acabar con
nociones instaladas. Desde las dictaduras en adelante se rompe con una de las
características principales del arte vinculado a la revolución, la radicalización de los
lenguajes artístico, aquel que se posiciona y tiene un papel constructivo en la conformación
del Estado. Es importante partir desde esta idea porque engloba y reconoce, desde la
disciplina artística, una fuerza liberadora en el arte, por lo tanto, traer vuelta el influjo y
connotación que surgió en el Arte Contemporáneo frente a las problemáticas,
principalmente sociopolíticas. Según este panorama, cuando analizamos gestos del presente
o previos que aluden al choque de la experiencia con el ingreso de los aparatos
dictatoriales, veremos cómo se coindice esta esencia primaria de un lenguaje artístico
radical, con el intento de responder a una memoria que se mantiene afectada y se identifica
con tiempos de violencia excesiva, pero que aún opera en un discurso contestario y
reivindicativo. Es claro que hoy ese lenguaje puede verse tergiversado dependiendo desde
donde haga entrada, ya que puede establecerse como un mero apropiacionismo, y no
aparecer sustentado por un contexto que implique realmente lo radical. Hoy en día algo ha
quedado pero no funciona como en el periodo de las vanguardias artísticas, las que
formaron lazos directos con la política, otorgando al arte una función en la revolución,
incluso armada.
Pasado el momento de instalación represiva, el mecanismo de respuesta desde el arte recae
en evidenciar las graves circunstancias que se estaban desarrollando, no tanto así en cuanto
a revivir la memoria, sino que denunciando por medio del señalamiento de practicas
inhumanas las que eran representadas de diversas formas. Andrea Giunta se detiene en este
aspecto y le da un valor fundamental al acceso de la memoria en el arte diciendo que: "Hay
que nombrar el horror para no olvidar. El arte, los artistas, han hecho de los dispositivos del
recuerdo un campo extenso de indagación. Los retratos y los nombres son los lugares en los
que se inscriben cuerpos, personas, identidades sumidas en la ausencia de la desaparición.
Ausencia de cuerpos, reconstrucción de archivos.”(Giunta, A., ¿Cuándo empieza
el arte contemporáneo?,p.37) Además de esto, cobra relevancia constar lo distintivo de las
dictaduras latinoamericanas, las que dejan espacio a una respuesta artística particular por lo
inédito de estas.
Uno de los enfoques recurrentes era relacionar las obras o intervenciones con las
dimensiones territoriales que conllevaba el agente represor puesto en práctica, ya que este
incide a lo largo de todo el país, haciendo del mapa y las calles elementos trascendentales
para expresar lo magnitud del acontecer. En su serie de fotografías La Araucana, Elías
Adasme hace uso de su propio cuerpo(factor esencial del Arte Contemporáneo) mediado
por la fotografía , para hacer referencia al territorio chileno y a una imagen que busca
denotar la violencia de la tortura, ya sea mostrándose colgado o tapado por tierra. Además
recontextualiza, acción cualitativa del Arte Contemporáneo, al haber seleccionado para el
título de la serie el canto épico de Alonso de Ercilla, con el que explora un modo declarar la
situación del país por medio del arte.
Para referirme a las cuestiones que pueden su suscitar estos planteamientos en nuestros
días, me gustaría referirme a la obra de teatro Colicidio, estrenada este mismo año. En esta
se hace una crítica a las contradicciones que se generan en el momento de transición a la
democracia, dando cabida a la participación de una comunidad LGBTIQ+ incipiente. Se
alude en esta obra a la memoria indicando un proceso vinculado a los 50 años del golpe
militar, pero no directamente tocando el tema que hace. Los personajes se desenvuelven en
escenarios del mundo gay de los 80’, haciendo un relato que muestra las cuestiones y
formas en que desarrollaba la comunidad disidente, como la falsa heterosexualidad, el
silenciosos avance del SIDA, la ambigüedad de géneros y la formación de organizaciones
militantes. A través del humor negro y una sátira de lo paranormal, la obra reconstruye la
memoria, pero en este caso la denuncia se realiza utilizando un objeto más específico; la
vida invisibilizada de las diversidades sexuales oprimidas

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