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UNIDAD DIDÁCTICA

2 EL SEXISMO
LINGÜÍSTICO EN EL
ÁMBITO LABORAL
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

ÍNDICE

Introducción y objetivos ............................................................................................................. 3

1. Lo que no se nombra no existe.................................................................................... 4

1.1. Definición del sexismo lingüístico ........................................................................ 4

1.2. La evolución del lenguaje no sexista ................................................................... 5

1.3. Características del uso sexista del lenguaje ....................................................... 7

1.4. Sexismo lingüístico: léxico y sintáctico .................................................................. 8

2. Las mujeres, el lenguaje y la igualdad en el ámbito laboral............................... 11

2.1. Introducción ................................................................................................................ 11

2.2. El lenguaje sexista laboral ........................................................................................ 12

2.3. Sexismo en el lenguaje iconográfico ..................................................................... 13

2.4. El papel del lenguaje en el cuidado de trabajadoras y directivas.................. 16

2.5. Los efectos del masculino genérico ...................................................................... 18

2.6. Beneficios de adoptar un lenguaje laboral no sexista ...................................... 20

2.7. La identidad femenina y los apelativos profesionales ..................................... 21

3. Necesidad de un cambio de lenguaje en las Administraciones Públicas ...... 26

3.2. Motivos de un lenguaje administrativo no sexista............................................ 28

3.3. La normativa del lenguaje administrativo no sexista ....................................... 30

Resumen ............................................................................................................................... 32

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Introducción y objetivos

En esta unidad profundizaremos en el lenguaje sexista, que se define como el uso del
lenguaje que utiliza exclusiva o mayoritariamente uno de los dos géneros,
habitualmente el masculino, para referirse a ambos.

Para ello, desarrollaremos estos conceptos:

Veremos cómo esta forma de lenguaje excluye sistemáticamente a uno de los dos
géneros y fomenta la discriminación, bien por los vocablos escogidos o bien por el
modo de estructurarlos. Sin embargo, cuando la discriminación se debe al fondo del
mensaje, es decir, a lo que se dice, y no tanto a cómo se dice, se incurre en sexismo
social.

Reflexionaremos cómo el uso sexista del lenguaje discrimina e invisibiliza a las


mujeres, sobrevalora lo masculino e ignora o minimiza su presencia, instaura
fórmulas asimétricas al nombrar o establecer categorías, considera más importante
la figura del varón sobre la mujer y se basa en los viejos estereotipos.

Diferenciaremos entre el sexismo lingüístico léxico que alude a la discriminación que


surge debido al uso de las palabras, veremos cuáles son los principales elementos
con los que se muestra, y el sexismo sintáctico, que se refiere a la discriminación en
la forma de construir una frase, siempre bajo la perspectiva del varón.

Veremos los elementos que inciden en el lenguaje sexista laboral, los beneficios de
adoptar un lenguaje no sexista para la igualdad laboral, y cómo influyen los apelativos
profesionales en la identidad femenina.

Por último, fijaremos la atención en el uso del lenguaje en el entorno de las


Administraciones Públicas, en los motivos de utilizar un lenguaje no sexista y en la
normativa existente sobre este asunto. Actualmente tenemos un marco jurídico de
ámbito internacional, estatal y autonómico potente y claro en materia de igualdad
que insta y justifica, sin lugar a dudas, la utilización de un lenguaje no sexista en la
Administración.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Los objetivos de esta unidad son:

• Profundizar en el sexismo lingüístico, los tipos y elementos con los que se


muestra en la sociedad.

• Conocer los detalles de la importancia de la igualdad de género en el ámbito


laboral y cómo afecta el lenguaje para avanzar en el asunto.

• Aprender los motivos, la normativa y las características del sexismo lingüístico


en las Administraciones Públicas.

1. Lo que no se nombra no existe


1.1. Definición del sexismo lingüístico

Lo que no se nombra no existe. Las mujeres constituyen más del cincuenta por ciento
de la sociedad y, al igual que los varones, desarrollan su trabajo en diferentes
actividades. Esta mitad de la población no puede ser ignorada, ni nombrada como
una parte del grupo masculino.

El papel crucial que el lenguaje juega a la hora de construir nuestra visión de la


realidad se reconoce en la propia RAE y es incuestionable en el día a día. El propio
Wittgenstein decía que “los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestra
mente”.

No podemos olvidar que el lenguaje interpreta, reproduce, crea y transforma la


realidad y, sobre todo, refleja las actitudes de quien habla, su grado de reflexión hacia
el propio lenguaje y hacia las relaciones entre mujeres y hombres.

Definición del sexismo lingüístico

Con el término sexismo se designa la discriminación de personas de un sexo por


considerarlo inferior a otro. “El sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y el
lenguaje es uno de ellos”.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Por ende, el lenguaje sexista es el uso discriminatorio del lenguaje por razón de sexo,
bien por los vocablos escogidos o bien por el modo de estructurarlos. Este es el
denominado sexismo lingüístico.

Sin embargo, cuando la discriminación se debe al fondo del mensaje, es decir, a lo


que se dice, y no tanto a cómo se dice, se incurre en sexismo social. Por ejemplo, en
la frase “Los trabajadores de la organización fueron invitados a un ágape”, se incide
en sexismo lingüístico si se entiende que deriva de la masculinización de la expresión.
Dicho con otras palabras, que se discrimina a las mujeres que no se ven
representadas en el vocablo masculino “trabajadores”.

Sin embargo, en oraciones como “La precariedad laboral afecta más a las mujeres que
a los hombres” o “Las mujeres no saben conducir” se manifiesta el sexismo social, en
el primer caso relacionado con la estructura social que sigue subordinando a las
mujeres; en el segundo, relacionado con el sexismo de la persona que emite el
mensaje que recurre a los estereotipos sociales. No obstante, en ninguno de estos
dos casos se comete sexismo lingüístico porque no se oculta a las mujeres.

Diferencias entre lenguaje inclusivo y lenguaje no sexista

El lenguaje inclusivo es el conjunto de propuestas de uso de la lengua castellana que


busca personalizar la presencia de mujeres y hombres al escribir, hablar y
representar, promoviendo que las y los hablantes abandonen o no incurran en el
sexismo lingüístico y en el sexismo social presente en el lenguaje.

El objetivo más general de la comunicación inclusiva es dar relevancia a la presencia


de los dos sexos en los diferentes mensajes emitidos y evitar también el uso de
imágenes que pudieran afectar a la dignidad de mujeres u hombres o que transmitan
estereotipos sexistas.

Para lograr este objetivo se recurre a fórmulas lingüísticas que den cuenta de la
presencia de ambos sexos, entre ellas, el lenguaje no sexista.

1.2. La evolución del lenguaje no sexista

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Gracias al lenguaje, los seres humanos podemos comunicarnos, transmitir


pensamientos, sentimientos, conocimientos, ideas. El lenguaje es, al mismo tiempo,
reflejo y modelo de la sociedad.

No solo es nuestra mejor herramienta para el conocimiento y la comunicación, sino


que debe serlo también como elemento integrador para todas las personas.

Cambios en la lengua y en la sociedad

Toda lengua cambia y se adapta a las nuevas realidades y necesidades de la


comunidad que la utiliza. Solo las lenguas muertas permanecen inmutables. Basta
comprobar cómo los cambios tecnológicos y las redes sociales nos han
proporcionado palabras inimaginables tan solo hace unos años (googlear, bloguera,
tuitero, etc.).

Pero esta revolución no ha sido la única que ha tenido lugar en los últimos tiempos,
pues no olvidemos la revolución que las mujeres han protagonizado al conseguir, de
manera pausada y pacífica, derechos fundamentales que antes les estaban vetados.

Hábitos lingüísticos

Esta profunda transformación social, al mismo tiempo que ha cuestionado a las


sociedades patriarcales, ha propiciado el replanteamiento de muchos hábitos
lingüísticos como, por ejemplo, las feminizaciones de los términos, el nacimiento de
neologismos, los cambios de significados en algunos términos, la preferencia por
otras construcciones que eviten el abuso del masculino genérico, etc.

Todo ello empieza a apreciarse, en mayor o menor medida, en todos los ámbitos de
la sociedad y si esta realidad no la visibilizamos a través del lenguaje y de las
imágenes, es como si no existiera, pero, al mismo tiempo, si la visibilizamos mal,
contribuimos a dar una imagen deformada de la realidad.

Cuando hablamos de política, publicidad, enseñanza, trabajo, etc., la importancia de


las palabras elegidas tiene un valor evidente en la igualdad entre hombres y mujeres.

Lenguaje no sexista

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Por otro lado, el lenguaje no sexista no busca tan solo tratar de forma simétrica a
mujeres y hombres a nivel lingüístico, sino ganar precisión y exactitud a nivel
cognitivo sin excluir ni invisibilizar a ninguno de los sexos.

Pensamos con palabras y categorías gramaticales, e imaginamos la realidad a través


de la representación cognitiva que hacemos de ella mediante el lenguaje.

Asumir la existencia de las discriminaciones a través del lenguaje no solo no implica


desconocer u olvidar las otras discriminaciones que sufren las mujeres, sino que el
uso de una comunicación incluyente interviene activamente en su erradicación.

1.3. Características del uso sexista del lenguaje

Se hace un uso sexista del lenguaje cuando se:

1. Discrimina o invisibiliza a las mujeres al hablar o al escribir, ya que se expresa


en masculino exclusivamente con valor genérico.

Por ejemplo, en las frases “Los españoles somos líderes en donación de órganos”,
¿qué hay de las españolas, no son generosas?, y “Nosotros aplaudimos dicha medida”,
¿nosotras también?

2. Sobrevalora lo masculino e ignora o minimiza la presencia de las mujeres:

“Es la respuesta de los médicos”. ¿Se han mantenido al margen las doctoras?

“Los presidentes del Gobierno y los primeros ministros de la Unión Europea”.


¿Excluyeron intencionadamente a la alemana Ángela Merkel?

3. Induce a malentendidos y a confusión:

“Los expertos en bolsa aconsejan vender”.

“Todos están convocados”.

“Una gran oferta para nuestros suscriptores”.

No se puede saber con seguridad si la expresión incluye a las mujeres.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

4. Insiste en identificar “humanidad” con “hombre”.

El término “hombre” funciona como genérico y sinónimo de “personas”. A esto es lo


que se le denomina androcentrismo, el hombre como referencia y medida de todas
las cosas. Es decir, se acepta como natural la preponderancia del varón. Por ejemplo,
“El hombre es el único animal racional”.

5. Se basa en los viejos estereotipos en vez de acoplarse a las nuevas ideas.

El español en sí no es una lengua sexista, pero sí lo pueden ser tanto las y los
hablantes como las y los oyentes, dependiendo de sus interpretaciones. No es
necesario tener mala intención para que una frase contenga una carga sexista. Siendo
completamente neutras, ciertas expresiones están inevitablemente asociadas, por
medio de una imagen mental, a uno u otro sexo.

Por ejemplo, es difícil encontrar un referente masculino para la expresión “Una


criatura muy delicada”. Lo mismo ocurre con “Es un lince para los negocios”. La
primera visualización es un varón con traje y corbata.

6. Considera más importante la figura del varón sobre la mujer, anteponiendo


el orden de aparición de ellos sobre ellas: “Marcos y Manuela”. O hace un
tratamiento asimétrico, “Don Marcos y Manuela”.

7. Instaura fórmulas asimétricas al nombrar o establecer categorías. Por


ejemplo, usar el masculino para los puestos de más prestigio y el femenino
para los que están jerárquicamente por debajo. Además de reflejar la
segregación vertical puede inducir a ella: “Presidente y secretaria”, “Médico y
enfermera”.

8. Toma a las mujeres como un subgrupo: “El colectivo de las mujeres”.

1.4. Sexismo lingüístico: léxico y sintáctico

Con el término sexismo se designa la discriminación de personas de un sexo por


considerarlo inferior a otro. “El sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y el
lenguaje es uno de ellos”.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

El lenguaje sexista es el uso discriminatorio del lenguaje por razón de sexo, bien por
los vocablos escogidos o bien por el modo de estructurarlos. Este es el denominado
sexismo lingüístico.

Sin embargo, cuando la discriminación se debe al fondo del mensaje, es decir, a lo


que se dice, y no tanto a cómo se dice, se incurre en sexismo social. Ya hemos
hablado anteriormente del sexismo lingüístico o del sexismo social y sus diferencias,
pero vamos a ampliar la información.

Por una parte, el sexismo lingüístico léxico alude a la discriminación que surge
debido al uso de las palabras. Dentro del sexismo léxico encontramos:

• El masculino genérico. Según la RAE, consiste en utilizar la forma masculina


de persona para designar a todos los individuos de la clase que se mencione,
ya sean varones o mujeres. El género masculino posee así una doble función
porque sirve tanto para referirse solo a los varones como para aludir a mujeres
y hombres. En este último caso, el masculino genérico produce ambigüedad y
contribuye a la ocultación de las mujeres en el discurso.

• Los tratamientos de cortesía inadecuados. Por ejemplo, la palabra “señor”


define a un hombre adulto, independiente de su estado civil. Sin embargo, la
palabra “señora” o “señorita” sí define el estado civil de las mujeres.

• Los pares incorrectos. Utilizar la expresión “hembra/varón” o


“macho/hembra” es denigratorio para las mujeres.

• Duales aparentes. Alterar el significado de una misma raíz léxica cuando se le


añade el morfema género y produce conceptos diferentes. Por ejemplo, no es
lo mismo un zorro que una zorra.

• Vacíos léxicos. Ausencia de palabras para referirse a ciertas cualidades en las


mujeres que sí tienen vocablo para los hombres: “caballerosidad”.

• Chistes y refranes que patentan el sexismo. Por ejemplo, “la mujer en casa y
con la pata quebrada”.

• El uso del género femenino para descalificar y hacer alusiones peyorativas.


Por ejemplo, “débil como una mujer” o “nenaza”.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Por otra parte, el sexismo sintáctico se refiere a la discriminación en la forma de


construir una frase, siempre bajo la perspectiva del varón. Aquí encontramos el
denominado salto semántico, es decir, el uso de palabras que se refieren al conjunto
de la población, varones y mujeres, como “sociedad”, “gente”..., y que se insertan en
la construcción de las frases de tal manera que quedan identificadas únicamente con
los hombres.

Algunos ejemplos están en expresiones como “Los nómadas se trasladaban con sus
enseres, mujeres y niños” o “La gente se deja influir más por sus mujeres que por las
encuestas”. Para esta forma de sexismo, lo femenino es considerado una
subcategoría, mientras que lo masculino se representa como lo universal, lo neutro.

Para detectar el sexismo lingüístico con facilidad y rapidez, se puede emplear la regla
de la inversión que consiste en sustituir la palabra dudosa por su correspondiente
género opuesto. Es decir, poniendo a las mujeres en el lugar de los hombres, y
viceversa. Si la frase resulta inadecuada, es que el enunciado es sexista y, por lo tanto,
hay que hacer un esfuerzo por hacerla más inclusiva.

“A la cena de Navidad de la organización acudieron los trabajadores con sus


elegantes mujeres”. Si se aplica la regla de la inversión la frase puede parecer ridícula.

“A la cena de Navidad de la organización acudieron las trabajadoras con sus elegantes


hombres”. Esto significa que la frase es sexista.

Aspectos positivos de la cultura española que posibilitan un uso no sexista del


lenguaje

En España, y en la mayoría de países de habla hispana, las mujeres conservan su


apellido independientemente del estado civil; eso sí, anteponiendo el apellido
paterno al materno, aunque las nuevas leyes posibilitan cambiar el orden.

El derecho al nombre no es cuestión baladí cuando se piensa que en las sociedades


punteras en cuestiones de igualdad, como la holandesa, para una mujer es una
auténtica odisea burocrática recuperar su propio apellido tras un divorcio.

También ha sido relativamente sencillo feminizar las profesiones en español, sobre


todo si se compara con el inglés. Con excepciones, añadir una simple “a” al vocablo

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

ha sido más fácil que buscar una palabra de consenso, son


ejemplos, policeman, businessman o postman, que han representado un serio
problema cuando las sociedades anglohablantes se han propuesto feminizar cargos
y profesiones.

El diferente uso de los pronombres posesivos y su referente femenino/masculino


representa un problema en inglés (her/his), donde el masculino actúa como genérico,
hecho que es más fácil de evitar en castellano por su riqueza.

El tuteo, cada día más extendido tanto en el ámbito político como en los medios de
comunicación o las organizaciones, hace más directas las relaciones y facilita la
inclusión de expresiones que sustituyen palabras discriminatorias. Por ejemplo,
“Únete al equipo” es una forma más abierta y positiva de reclutar personal que
“Seleccionamos vendedores”. Sin embargo, en otras lenguas como la francesa,
resulta muy difícil sortear los tratamientos con tanta holgura.

2. Las mujeres, el lenguaje y la igualdad en el ámbito laboral

2.1. Introducción

En un mundo cada vez más preocupado por conseguir la igualdad existen abundantes
elementos que atestiguan que esta no se ha producido en el ámbito laboral:

• La brecha salarial.

• La persistencia de estereotipos hacia las cualidades y capacidades de mujeres


y hombres.

• La pobre valoración de las opiniones femeninas.

• El techo de cristal.

• Un menor número de directivas.

• La escasa presencia femenina en ciertas profesiones.

• La falta de conciliación de la vida laboral y familiar.

• El acoso sexual…

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Ante obstáculos de tanto calado, en apariencia infranqueables, podríamos


preguntarnos qué sentido tiene detenernos en el lenguaje

La respuesta a esta pregunta viene dada por la función que cumple el lenguaje en la
desigualdad.

Mediante el lenguaje reproducimos la cultura, interpretamos la realidad y


transmitimos ideología y valores; además, el lenguaje nos sitúa en el mundo, nos
proporciona identidad y conciencia de quiénes somos y cómo se nos considera.

Juega, por tanto, un papel muy relevante en la visión que tenemos de los seres
humanos, mujeres u hombres: es fundamental a la hora de conceptualizar a unas y
otros, contribuye a mantener los estereotipos sobre la idoneidad de hombres y
mujeres en ciertas tareas y sirve para asentar las viejas creencias de que ellas son “el
segundo sueldo del hogar” o no están capacitadas para ciertos puestos.

El lenguaje sexista está, por ello, íntimamente unido a la falta de equiparación de las
actividades, salarios y valoraciones de hombres y mujeres.

2.2. El lenguaje sexista laboral

Llamamos lenguaje sexista laboral a aquellas expresiones que degradan o


discriminan a personas de uno de los sexos en el entorno laboral.

Este lenguaje, normalmente, se produce con las mujeres porque:

• Las invisibilizan: “Los empleados tendrán jornada reducida durante el verano”


(¿y las empleadas también?).

• Las subordinan: “Los trabajadores y trabajadoras, junto a sus hijos e hijas”


(¿ellos deben mencionarse siempre en primer lugar?).

• Se utiliza con ellas un trato más coloquial y carente de formalidad y respeto:


“Luis Pérez, el asistente de María, nuestra directora de sección”.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

• Deja ver que se atribuyen cualidades y valores diferentes a hombres y


mujeres: “Me atendió una taxista, pero me llevó muy rápido”; “Es muy buena
oradora para ser mujer”.

• Se asigna uno u otro sexo a las categorías profesionales: “En nuestras tiendas,
los reponedores y las cajeras cobran el mismo sueldo” (¿no hay reponedoras
ni cajeros?).

• Se confunde a una de las categorías con un objeto sexual de consumo: “En el


sur de Europa, los fondos se han gastado en viajes y mujeres”.

Forma parte de la herencia recibida tras siglos de patriarcado. Para que se consolide
la incipiente transformación de nuestra sociedad se hace fundamental un cambio en
el lenguaje.

Asimismo, existe sexismo en el lenguaje iconográfico en función de cómo están


representadas las mujeres y los hombres en las imágenes.

Tanto en el lenguaje visual, como en el hablado y el escrito, el balance general suele


saldarse en contra de las mujeres, que quedan excluidas, subordinadas a los hombres,
ocultadas y minusvaloradas. La causa de ello es el machismo, fruto de una cultura
androcéntrica que discrimina a las mujeres.

2.3. Sexismo en el lenguaje iconográfico

Vamos a explicar este punto utilizando casos de sexismo implícito, con usos
genéricos del masculino y ocultación del femenino.

Tal y como se ha planteado anteriormente el género gramatical masculino, a menudo,


es usado en los textos con valor genérico, invisibilizando así al género femenino.

Esto ocurre, también, con fotos e ilustraciones, por ejemplo, de profesiones. En este
sentido, al igual que en el lenguaje escrito podemos usar la duplicidad (ellas y ellos)
para garantizar la igualdad, las fotos también permiten soluciones de otro tipo, ya
que fotografiar a hombres y mujeres a la vez realizando juntos una determinada
actividad, pública o privada nos mostrará una realidad plural, sin añadir ninguna
dificultad a la expresión.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Además de todo esto, veamos:

Casos de sexismo explícito: trato asimétrico de hombres y mujeres

En la mayoría de casos no se puede decir que la publicidad omita la imagen de las


mujeres. Los anuncios publicitarios están repletos de mujeres jóvenes que anuncian
gran variedad de productos.

No obstante, en un importante número de casos, el uso de las mujeres tiene mero


carácter decorativo siendo los hombres los llamados a utilizar el producto que se
anuncia.

Lo anterior ha de ser evitado si de lo que se trata es de la búsqueda de una


comunicación no sexista. En este sentido es importante hacer un trabajo de ruptura
de estereotipos, mostrando otras realidades basadas en la pluralidad de modelos
sociales de la democracia real. Es, por tanto, recomendable:

• Hacer un trato paritario de las participaciones de hombres y mujeres en las


imágenes: qué acciones realizan unas y otros, qué escenarios se les atribuyen
por razón de género, jerarquías en actividades familiares, domésticas y
laborales, de liderazgo político y social, recreativas, deportivas…

• Equiparar la distribución del protagonismo gráfico de hombres y mujeres en


la web: tamaño de las imágenes, jerarquía de las imágenes en la estructura de
la web y en el resto de la información…

• Evitar la caracterización y valoración estereotipada del masculino y del


femenino: imágenes resultantes de juicios de valores estereotipados,
emociones y sentimientos atribuidos a mujeres o a hombres; patrones de
comportamiento propuestos para hombres y mujeres, etc.

En consecuencia, para que una compañía genere una marca responsable


necesita imágenes consistentes con tal responsabilidad social, dado que las imágenes
pueden ser transmisoras de estereotipos y discriminación o convertirse en el medio
idóneo para difundir nuevos modelos de conducta.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Para no caer en el sexismo, las imágenes de la publicidad y de las TIC deberían:

• Estar en consonancia con el mensaje no sexista correspondiente.

• Incluir un número equilibrado de hombres y mujeres, con trato simétrico en


tamaño y jerarquía visual.

• Evitar imágenes de grupos humanos sin mujeres, incluso en ámbitos


tradicionalmente monopolizados por los hombres.

• Evitar imágenes que representen oficios y profesiones sin mujeres, incluso en


ámbitos masculinizados.

• Visibilizar la presencia y la diversidad de funciones, roles, aportaciones y


logros de mujeres y hombres en el ámbito laboral, de forma que unas y otros
realicen las mismas acciones, pueblen los mismos escenarios y manifiesten el
mismo liderazgo.

• Evitar imágenes que reproduzcan los papeles y los estereotipos tradicionales


(ellos: competitivos, activos, expertos, torpes con las labores domésticas y
asociados al espacio público; ellas: en profesiones de baja consideración
social, ineptas con las máquinas, poco informadas, pasivas y asociadas al
espacio doméstico).

• Evitar imágenes de mujeres subordinadas a los hombres.

• Evitar especialmente la utilización de las mujeres como objetos sexuales o


víctimas pasivas de la violencia.

• Evitar voces en off (que son voces de “autoridad”) solo masculinas.

Inventario de fotos que promueven una visión igualitaria de hombres y mujeres

Existen imágenes que pueden reforzar estereotipos


sexistas si no son compensadas, por ejemplo:

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Hay ejemplos de visibilización de las mujeres en


ámbitos tradicionalmente monopolizados por los
hombres, como, por ejemplo, esta imagen:

Como ejemplo de ruptura con los estereotipos


masculinos tenemos esta imagen:

2.4. El papel del lenguaje en el cuidado de trabajadoras y directivas

La revista Gender Issues publicó, en 2015, un artículo sobre una investigación de la


actitud de las nuevas generaciones en Suecia hacia el trabajo. El estudio constituye
una prueba del cambio que se está produciendo en los roles de género. La
investigación se pregunta sobre lo que constituye “un buen trabajo”.
Las conclusiones son que, sobre todo, entre personas con mentalidad menos
conservadora y tradicional, los chicos y hombres jóvenes valoran menos el sueldo y
más poder conciliar, disfrutar de su pareja y de su familia; sin embargo, a las mujeres
no les convence tanto el buen horario, como las posibilidades de promocionar, estar
orgullosas de su labor y ser respetadas.

Si consideramos representativo este estudio, podemos sacar varias conclusiones.


Una de ellas es que, para que las mujeres desarrollen todo su potencial, las empresas
tienen que tomarse en serio dos aspectos claves: además de alentar la promoción
femenina interna y la conciliación, deben demostrar reconocimiento y consideración
hacia sus trabajadoras, para lo cual se deben adoptar políticas de tolerancia cero ante
los comentarios sexistas y un lenguaje no sexista que las respete y visibilice a ellas y
a sus logros.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Los comentarios sexistas dentro de la organización

Algunas empresas en Estados Unidos o Australia tienen una política de tolerancia


cero hacia los comentarios racistas, homófobos y sexistas.

Motivos para no utilizar comentarios sexistas en el entorno laboral

Van relacionados con una hostilidad encubierta y el ambiente laboral debería ser un
ambiente libre de hostilidad. Cualquier mujer se siente amenazada por quienes
realizan comentarios sexistas, incluso cuando no van dirigidos a ella.

Tienen un efecto desmoralizador. Por una parte, cuando los comentarios sexistas se
utilizan para atacar o mostrarse condescendiente con una integrante del grupo, el
resto de las mujeres del equipo se sienten también devaluadas y relegadas, por lo
que su compromiso con el trabajo disminuirá.

Por otra parte, las investigaciones han demostrado que los comentarios sexistas
crean un ambiente en el que las mujeres temen confirmar el estereotipo que trasluce
el comentario. Este miedo, conocido como “la amenaza del estereotipo” tiene como
consecuencia que las mujeres rindan menos y no promocionen.

Para retener a las mujeres en las organizaciones hay que tenerlas en cuenta también
a nivel verbal. Y, de hecho, en los planes de igualdad de muchas empresas se hace
hincapié en el uso de lenguaje no sexista. Existen razones para esta medida.

Las mujeres han ido dando los pasos necesarios para abrirse camino en el mercado
laboral y en los ámbitos de dirección y lo han hecho formándose, preparándose,

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

trabajando duramente, pero mientras tanto el mundo simbólico ha variado muy


poquito.

A menudo, el mundo del lenguaje visual y verbal de la empresa las excluye. No


aparecen trabajadoras ni directivas en las imágenes de las compañías en Internet, por
ejemplo, y en todo el texto del sitio web se usa el masculino genérico (esto es, decir
cántabros para incluir a cántabras y cántabros).

Además, con frecuencia se recurre a estereotipos, atribuyéndose capacidades y


cualidades diferentes a mujeres y a hombres, y se menciona a mujeres y a hombres
de forma asimétrica.

2.5. Los efectos del masculino genérico

En castellano los sustantivos tienen género gramatical: son masculinos o femeninos.


En castellano, y en casi todas las lenguas del planeta, en los casos de términos que
representen a seres humanos con forma masculina y femenina (por ejemplo,
empleado-empleada), la forma masculina tiene la facultad de representar a los
varones y también al grupo compuesto por varones y mujeres: a este segundo uso
se le denomina “masculino genérico”.

Sin embargo, la forma femenina carece de tal facultad y se usa de forma restrictiva
únicamente para referirse a mujeres. Por esa razón el masculino produce ambigüedad
(no se sabe si se refiere a los hombres solo o a mujeres y hombres) y,
frecuentemente, esconde la presencia femenina.

No conocemos, a ciencia cierta, los procesos mentales que tienen lugar en la


adquisición del masculino genérico por parte de las mujeres, pero las investigaciones
realizadas en todo el mundo apuntan a que tiene por resultado que se autoexcluyan
de ciertos procesos de la realidad.

También desconocemos exactamente cómo han aprendido a sentirse incluidas en el


masculino a lo largo de su socialización, que es también el proceso de aprendizaje de
la lengua y de construcción de su identidad.

Algunas investigaciones han apuntado la posibilidad de que pudiera repercutir en la


formación de una subidentidad femenina frente a la sobreidentidad masculina. De

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

otros estudios se infiere que el masculino genérico tiene un efecto negativo en la


autoestima de las chicas jóvenes.

Si son correctas todas estas investigaciones, las mujeres acaban teniendo una
cierta incertidumbre sobre su presencia y valor. El lenguaje, a menudo, refuerza la
ambigüedad de su presencia y acentúa la tendencia a excluirse.

Es aquí donde entraría en juego el poder invisible, el simbólico. Los estudios sobre el
poder señalan que el poder que se ejerce con más eficacia es el invisible, el que se
arraiga en estereotipos y símbolos, aquel del que no somos conscientes, ni de su
funcionamiento, ni de que se despliega a nuestro alrededor subrepticiamente.

El lenguaje sexista las excluye y las hace autoexcluirse. La exclusión y la


autoexclusión conducen a una menor autoestima y a una carencia de la confianza
necesaria para el liderazgo.

No es que la igualdad se logre meramente por el reconocimiento de la presencia


femenina en el lenguaje o por decir trabajadores y trabajadoras cada dos líneas. Pero
sí que es necesario visibilizar mejor las oportunidades profesionales de las mujeres y
dejar que vean las posibles trayectorias de su carrera en la empresa.

Para ello deben ser nombradas y tenidas en cuenta, algo que no solo queda
establecido en las normativas y disposiciones internas, sino que debe mostrarse de
forma palpable en toda forma de comunicación institucional.

Cuando se usa el masculino, la imagen inmediata que viene a nuestra mente es la de


un varón.

Frases como “Se recuerda a los trabajadores...” o “Los empleados que deseen...”
evocan en nuestras mentes imágenes de hombres.

Contrariamente, la idea que late tras el lenguaje inclusivo es permitir que las
mujeres pueblen los escritos y documentos de la empresa, del mismo modo que
pueblan los centros de trabajo.

Al principio puede no ser una tarea fácil, sin embargo, se trata de un objetivo
importante, sin coste, que muestra buena voluntad y genera buen ambiente en la
empresa.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Se debería incluir el cuidado del lenguaje en todos los planes de igualdad y ser
consecuente con lo aprobado.

Tiene que haber medidas de respeto y reconocimiento en el lenguaje verbal y visual


hacia trabajadoras y directivas.

En la web de la empresa, en las redes sociales, en la comunicación externa e interna:

• Visibilizar a las mujeres de la plantilla en las imágenes y en el lenguaje


corporativos.

• Mostrar visual y verbalmente a la actividad de empleados y empleadas


rompiendo estereotipos sociales o profesionales y roles de género (por
ejemplo, ella escucha encandilada lo que dice él, quien se sitúa en una posición
superior de autoridad).

• Equilibrar la presencia verbal y visual de mujeres y hombres.

• Utilizar fórmulas de tratamiento simétrico para hombres y mujeres evitando:

o Referirse por el nombre de pila a ella y por el apellido a él.

o El título de “señorita”.

o Un tratamiento más cercano e informal para ellas y más formal y


respetuoso hacia ellos.

• Nombrar a las mujeres por su apelativo profesional en femenino.

• Tolerancia cero ante comentarios sexistas.

• Evitar el uso del masculino genérico.

2.6. Beneficios de adoptar un lenguaje laboral no sexista

El cambio en los usos verbales utilizados hasta ahora no asegura la igualdad, pero un
lenguaje no discriminatorio e inclusivo, es decir, un lenguaje no sexista, en el ámbito
laboral sirve:

20
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

A las trabajadoras y trabajadores para verse en todo tipo de puestos, actividades y


profesiones de manera simétrica y, como consecuencia, luchar por la igualdad de
oportunidades.

A las empresas para presentarse ante el mundo como marcas que se han tomado en
serio la igualdad en su plantilla y que han aceptado responsabilidad social.

A la sociedad para cambiar los estereotipos sobre lo que hacen o pueden hacer las
mujeres y los hombres, alentar la participación femenina en el mundo laboral,
reforzar las identidades laborales femeninas y otorgar visibilidad a las profesionales.

Cuidar el lenguaje en el ámbito laboral es una muestra de que se tiene en cuenta y


se respeta a las mujeres como trabajadoras y como directivas; con ello se colabora a
superar la brecha de género que hace que las mujeres tengan menor acceso al
empleo, o que lo hagan en peores condiciones, y que no alcancen los puestos más
altos de la empresa.

Es también una señal de que se ha dejado de minusvalorar su potencial y su


significado como consumidoras. Velar por la utilización de un lenguaje no sexista no
excluye la adopción de otras medidas para alcanzar la igualdad.

El lenguaje no sexista no sustituye tales medidas, sino que es un requisito que las
debe acompañar inexorablemente.

2.7. La identidad femenina y los apelativos profesionales

Durante siglos las mujeres no han podido ejercer muchas profesiones u oficios. Eso
ha podido contribuir a que nos cueste imaginar a mujeres en ciertas actividades o a
que a algunas mujeres les sea difícil asumir verbalmente las nuevas identidades
profesionales que adoptan con toda normalidad en su día a día.

Actualmente, se hace más imprescindible reconocer la presencia de las mujeres en el


mundo laboral y normalizar en el lenguaje la realidad social, denominándolas con los
mecanismos que la lengua española nos permite.

21
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Nombrar a las mujeres con las formas femeninas de puestos, cargos, oficios y
profesiones está más ajustado a la situación real, promueve su identidad social y un
reconocimiento de la presencia femenina en el mundo laboral.

Veamos una lista de las formas actualizadas del femenino de profesiones y


oficios (DRAE, 2015):

• Utilizar el femenino en puestos, actividades y profesiones

Cuando nos refiramos a una persona concreta, el nombre del puesto, cargo o el título
profesional debe utilizarse en su forma femenina si se trata de una mujer y en su
forma masculina si se trata de un hombre.

Hace años la RAE se resistía a reconocer el femenino de algunas actividades y


profesiones (alfarera, bedela, obispa…) y el masculino de otras (amo de casa,
azafato…). En los últimos años la Academia ha avanzado y ahora incluye en su
diccionario la mayoría de las formas femeninas que la sociedad necesita en su habla
diaria. Se puede consultar la última edición del diccionario de la RAE si se duda de la
forma femenina de una profesión.

La notario, la médico o la cartero son términos incorrectos, se debe usar la notaria,


la médica o la cartera.

Cuando el nombre de una profesión, actividad o puesto está formado por un


sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino
dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la segunda árbitra, una
intérprete jurada, la jueza interina, la delegada médica, etc.; ella trabaja de jardinera,
técnica, cartera, ingeniera, arquitecta, médica, informática, la comisaria técnica/una
notaria pública/las traductoras juradas/la consejera delegada/la comentarista
deportiva/aquellas músicas…

Entre las excepciones a la necesidad de atender a la presencia femenina en


profesiones, cargos o actividades figuran:

o Los nombres propios mientras estos no cambien (por ejemplo, Unión


General de Trabajadores), aunque aparezcan como siglas (UGT).
Nombres propios representativos del ámbito laboral son las

22
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

asociaciones profesionales: Sindicato de Técnicos del Ministerio de


Hacienda, Asociación de Ingenieros Municipales y Provinciales de
España o los colegios profesionales como el Colegio de Procuradores.
La mayoría de estos casos mantienen el masculino genérico en su
denominación, que debe respetarse al tratarse de un nombre propio, si
bien algunos colegios profesionales y algunas asociaciones han
decidido optar por términos no sexistas, por ejemplo, Ilustre Colegio
de la Abogacía de Barcelona, Juezas y Jueces para la Democracia,
Asociación Profesional de la Magistratura, Colegio Notarial de
Cantabria, etc. Otros nombres propios están en pleno proceso de
cambio, como Consejo de Ministras y Ministros.

o Las denominaciones profesionales masculinas que forman parte de un


título o una ley: Ley del Estatuto de los Trabajadores; Ley del Estatuto
Básico del Empleado Público; etc.

o Las citas literales de una ley, un reglamento o una normativa. El recurso


mejor para tales ocasiones es entrecomillar siempre que se acuda a las
palabras exactas utilizadas por la legislación. Ejemplo: El artículo 1 del
Real Decreto-ley 1/2011 establece que: “Para el cálculo del
incremento neto de la plantilla de la empresa, se tomará como
referencia el promedio diario de trabajadores con contratos indefinidos
o temporales”.

El resto del documento ya puede ser redactado conforme a criterios no sexistas.

Si se desea cambiar la redacción literal del artículo y utilizar lenguaje incluyente, se


puede parafrasear. En ese caso, nunca se debe entrecomillar: según establece el
artículo 1 del Real Decreto-ley 1/2011, para calcular el incremento neto de la
plantilla de la empresa, se tomará como referencia el promedio diario de trabajadores
y trabajadoras con contratos indefinidos o temporales.

• El femenino de los masculinos acabados en -o se forma en -a

23
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

carnicero-carnicera, abogado-abogada, médico-médica, arquitecto-arquitecta,


ingeniero-ingeniera, perito-perita, payaso-payasa, niñero-niñera, etc.

Y esto es así aunque en algunos casos la forma femenina esté ya “ocupada” por artes,
técnicas, ciencias o saberes: el músico-la música, el técnico-la técnica, el informático-
la informática, el mecánico-la mecánica, el físico-la física, el químico-la química, etc.

Esta polisemia no confunde, de la misma manera que no se presta a equívocos el


hecho de que existan sustantivos para nombrar a hombres en una profesión u oficio
que significan también objetos: joyero, frutero, monedero y un largo etcétera.

Excepciones: la/el piloto, soldado, cabo, modelo, buzo, canguro, etc.

• El femenino de los masculinos que acaban en -or y en -n normalmente acaba


en -ora y -na: revisor-revisora, patrón-patrona, peón-peona, etc.
• Suelen ser comunes (es decir, con la misma forma en femenino y en masculino)
los sustantivos acabados en -i o -u, en -ar, -er, -ir, -ur o en -l, -so -z

La/el maniquí, la/el gurú, la/el militar, la/el auxiliar, la/el sumiller, la/el ujier, la/el
cónsul, la/el albañil, la/el botones, la/el mecenas, etc.

Sin embargo, a veces, la palabra ha desarrollado además una forma femenina, por lo
que contamos con dos formas posibles para mujeres: la edil(a), la juez(a), la
concejal(a), la fiscal(a), la capataz(a), etc.

En otros casos, existen la forma masculina y femenina diferenciadas: bedel-bedela,


aprendiz-aprendiza, etc.

Y van apareciendo en nuestro país algunas formas femeninas que gozan ya de larga
vida en Hispanoamérica: lideresa, consulesa, etc.

• Los sustantivos acabados en -e suelen ser comunes

La/el conserje, la/el pinche, la/el orfebre, la/el agente, la/el intérprete, etc.

Aunque también contamos con algunos con formas diferenciadas: alcalde-alcaldesa,


monje-monja, etc.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Y otros que han desarrollado otra forma femenina manteniendo también la común:
la jefa/jefe, la cliente/clienta, la gerente/gerenta, etc.

Suelen ser también comunes un subgrupo de los terminados en -e, los procedentes
de los participios de presente latinos que terminan en -ante o -ente: la/el cantante,
la/el dibujante, la/el estudiante.

Esto no ha impedido que algunos sustantivos derivados de verbos latinos se hayan


feminizado a lo largo de la historia del español: sirvienta, regenta, dependienta,
asistenta, presidenta o, por supuesto, parturienta o infanta.

• Los sustantivos terminados en -tra, -ista, -ta son comunes

La/el psiquiatra, la/el atleta, la/el recepcionista, la/el homeópata, etc.

También lo son muchos términos cuyo masculino termina en -a: guardia, policía,
guarda, guía, etc.

• Las palabras compuestas son comunes para el género: la/el aparcacoches,


la/el guardaespaldas, la/el sobrecargo, etc.
• Debe huirse especialmente de recurrir a construcciones del tipo: el abogado-
la mujer abogado, el médico-la mujer médico, el obispo-la mujer obispo, etc.

En esos pares ambos sexos realizan la misma actividad, pero el varón asume la
competencia profesional general al identificarse con el ser humano “universal” que la
realiza. La exclusión de la mujer de la universalidad viene dada por la
subcategorización, “mujer abogado”, mientras la identidad social del grupo de
“abogados” viene dada por su esencialidad masculina, las mujeres quedan fuera, en
una categoría subordinada.

Además, en “mujer abogado”, el núcleo de la expresión es el género, mujer, y la


profesión queda en un segundo plano al tratarse de un complemento del núcleo
mujer.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

3. Necesidad de un cambio de lenguaje en las Administraciones


Públicas

Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia (Madrid, 2001), el


sexismo es:

1. Atención preponderante al sexo en cualquier aspecto de la vida.

2. Discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro.

Por tanto, el sexismo supone la discriminación de un sexo por parte del otro.

En los distintos documentos administrativos podemos encontrar, por un lado,


sexismo social (por ejemplo, cuando se considera que las tareas del hogar son propias
tan solo del sexo femenino); y, por otro, sexismo lingüístico, que ocurre en diferentes
ocasiones, por ejemplo, cuando un género gramatical (en este caso, el masculino) es
preponderante sobre otro (el femenino), cuando no se nombra a la mujer en el
discurso, cuando se la menciona con términos peyorativos o cuando aparece en
segundo orden de importancia con respecto al hombre.

En este apartado trataremos el sexismo lingüístico en la Administración Pública. Para


ello comenzaremos por describir las características del lenguaje administrativo en
general, basándonos en el Manual de estilo del lenguaje administrativo (Madrid,
1990, MAP), donde se enumeran las siguientes:

1. Un léxico especial (dejación, dación, meritado…).

2. Acepciones propias y particulares de la lengua común, incluso no recogidas


en los diccionarios (significar, librar…).

3. Uso reiterado de determinadas formas gramaticales (el mismo/la misma,


dicho/dicha).

4. Repetición de estructuras sintácticas (como el denominado gerundio del


Boletín Oficial, incorrecto, pues sustituye a una oración de relativo: *los
escritos recibidos conteniendo la información necesaria/los escritos recibidos
que contienen la información necesaria).

26
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

5. Mantenimiento de formas anacrónicas poco habituales en la lengua actual,


como el futuro de subjuntivo (no lo hiciere).

6. Uso y abuso de perífrasis o circunloquios (para la debida constancia, para


general conocimiento y cumplimiento…).

7. Abundancia de locuciones prepositivas (en lo referente a, en la medida de, en


función de, en orden a…).

8. Abuso de clichés, fórmulas y muletillas (sin más aviso, hallar conforme…).

Según estas características, se puede deducir que el lenguaje administrativo dista


bastante del cotidiano, por lo que requiere un análisis específico, adecuado al
contexto en el que se utiliza.

Puesto que se trata de documentos que van dirigidos a toda la población, habremos
de cuidar la expresión para que el mensaje sea claro y fácilmente entendible, y se
debe incluir realmente a mujeres y a hombres.

Ejemplos de sexismo social y lingüístico en las Administraciones Públicas

• Sexismo social:

• “En el Ayuntamiento hay trece concejales y dos concejalas”.

• Este ejemplo manifiesta el sexismo social, puesto que se da una


descompensación entre el número de hombres y de mujeres en los cargos
públicos. No existe sexismo lingüístico, al no ocultarse a las mujeres.

• Sexismo lingüístico:

• “Acceso permitido solo a funcionarios”.

• “A la inauguración podrán acudir los alcaldes acompañados”.

• Ambos términos –alcaldes y funcionarios– parecen referirse únicamente a


varones. Si se aplica la “regla de la inversión” se detecta el sexismo lingüístico.

• Propuesta de cambio:

27
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

• “Acceso permitido solo al funcionariado”.

• “A la inauguración podrán acudir alcaldesas y alcaldes acompañados”.

• Por lo tanto, no hay que confundir sexismo social con sexismo lingüístico,
aunque tengan una relación entre sí. En el lenguaje administrativo la forma
más usual en la que se encuentra el sexismo lingüístico es a través de la
ocultación de las mujeres en el masculino genérico, tanto en su valor plural
como singular, en la designación de cargos y profesiones, y en la anteposición
del masculino al femenino.

• En numerosas ocasiones se hace referencia a los funcionarios, los concejales,


los diputados o los jefes de servicio, olvidando el hecho de que el
funcionariado incluye tanto a hombres como a mujeres.

• No se encuentra una justificación lógica a este hecho, que no es más que un


reflejo de la herencia del sexismo inherente a la sociedad y que pone a los
varones en una posición preferente respecto de las mujeres.

• Apliquemos la regla de la inversión, vista anteriormente.

• Por ejemplo:

• “Al evento podrán acudir los alcaldes con sus mujeres”.

• “Al evento podrán acudir las alcaldesas con sus hombres”.

• ¿Se tendría que modificar?

3.2. Motivos de un lenguaje administrativo no sexista

Aunque hay algunos cambios que, poco a poco, se van produciendo, el lenguaje sigue
siendo sexista y no inclusivo.

Las Administraciones Públicas forman parte de esta dinámica y, aunque se van


asumiendo ciertos cambios en este sentido, se siguen utilizando sesgos de género en
sus vías de comunicación, el uso del masculino genérico y una invisibilización de las
mujeres.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Las Administraciones poseen un marco normativo al respecto que tienen que cumplir.

Tanto a nivel europeo, como estatal, provincial y municipal existe una clara normativa
sobre la necesidad y obligatoriedad del uso de una comunicación inclusiva y no
sexista a nivel interno y externo en las Administraciones Públicas que es necesario
conocer y aplicar.

Lo que no se nombra no existe…

La forma que las personas tienen de expresarse y comunicarse muestra una manera
determinada de ver e interpretar la realidad, que se encuentra sesgada por diferentes
condicionamientos sociales, como pueden ser la edad, el sexo, la etnia, el estrato
social, la religión, etc.

El lenguaje es un instrumento de poder, no solo existe para posibilitar la


comunicación, sino que perpetúa las ideas en la sociedad. Por ello, según la manera
en la que se use, puede incurrir en sexismo o en todo lo contrario.

En la sociedad actual, mujeres y hombres se comunican de manera diferente,


pudiendo caer en estereotipos sexistas e invisibilizar a las mujeres en algunos
espacios. “Lo que no se nombra no existe”, de ahí la importancia de reflejar y dar
nombre a las mujeres para evidenciar su existencia y evitar posibles discriminaciones
en cualquier ámbito comunicacional.

Un lenguaje que no oculta, no subordina, no excluye…

Una sociedad democrática como la nuestra requiere de una comunicación inclusiva,


donde tanto mujeres como hombres sean visibilizados de forma correcta.

En este sentido, es primordial trabajar en la implantación de un lenguaje -escrito, oral,


iconográfico y digital- paritario y no sexista, para avanzar en la consecución de una
igualdad real y efectiva.

Es responsabilidad de todas y todos crear un lenguaje acorde a la sociedad


democrática en la que vivimos, y en la cual la igualdad es uno de los principios básicos
de la Constitución española.

La Administración Pública tiene el deber de incluir a toda la ciudadanía.

29
Lenguaje no sexista para la igualdad de género

La Administración Pública debe administrar para todas las personas con el fin de que
la ciudadanía, compuesta por mujeres y hombres, se sienta representada en su
totalidad. Para conseguirlo se debe hacer un uso adecuado de la comunicación
administrativa.

La preocupación por el cuidado de un lenguaje inclusivo y no sexista no es una moda


pasajera, es una prioridad en la consecución de una sociedad igualitaria.

Necesitamos identificar los estereotipos de género…

La ONU adaptó, en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, en 1995, el


término “género” como herramienta de análisis de la realidad de las mujeres.

Según la ONU, “El género es la forma en que todas las sociedades del mundo
determinan las funciones, actitudes, valores y relaciones que conciernen al hombre
y a la mujer”. A través de la socialización se han asignado, tanto al género masculino
como al femenino, rasgos diferentes.

Estereotipos femeninos Estereotipos masculinos

Dependencia, debilidad, sumisión, Independencia, fuerza, dominio,


cooperación, inseguridad, resignación… competitividad, seguridad, confianza…

Mientras que el sexo hace referencia a los aspectos biológicos que se derivan de las
diferencias sexuales, el género es una construcción sociocultural que determina lo
que se considera propiamente femenino y masculino en cada momento histórico.

La identificación de los estereotipos de género ayudaría a visualizar sexismo en la


comunicación y a detectar los aspectos que habría que modificar.

3.3. La normativa del lenguaje administrativo no sexista

Las actuaciones de la Administración Pública deben desarrollarse según establece la


legislación de acuerdo con el principio de transversalidad de la igualdad de
oportunidades entre mujeres y hombres.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

Esto significa que la Administración debe trabajar por la eliminación de todas las
formas de discriminación hacia las mujeres, lo cual engloba el sexismo presente en
los procesos de comunicación.

Así lo recoge la normativa vigente tanto de la Unión Europea y las principales


instituciones internacionales, como del ámbito nacional y provincial.

El Comité de Ministros del Consejo de Europa el 21 de febrero de 1990 aprobó una


recomendación sobre la eliminación del sexismo en el lenguaje: “(…) el sexismo que
se refleja en el lenguaje (…) hace predominar lo masculino sobre lo femenino,
constituye un estorbo al proceso de instauración de la igualdad entre mujeres y
hombres, porque oculta la existencia de las mujeres (…), y niega la igualdad entre
hombres y mujeres.

Advirtiendo que el empleo del género masculino para designar a las personas de
ambos sexos provoca (…) incertidumbre con respecto a las personas, hombres y
mujeres, de que se habla; Recomienda (…) que fomenten el empleo de un lenguaje
que refleje el principio de igualdad entre mujeres y hombres”.

Estas son algunas de las referencias normativas que establecen la igualdad de


oportunidades y la no discriminación de mujeres y hombres en la sociedad, donde el
lenguaje es uno de los aspectos a tener en cuenta a la hora de lograr esta premisa.

• La UNESCO se comprometió “A adoptar, en la redacción de todos los


documentos de trabajo de la Organización, una política encaminada a evitar,
en la medida de lo posible, el empleo de términos que se refieren explícita o
implícitamente a un solo sexo, salvo si se trata de medidas positivas en favor
de la mujer (1987)”.

• Por su parte, el Parlamento Europeo aprobó el Informe sobre el lenguaje no


sexista, para su aplicación por el funcionariado (2008).

• A nivel nacional, la Constitución española, en su artículo 14, reconoce la


igualdad ante la ley “sin que pueda prevalecer discriminación algún por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social”.

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

• La Ley Orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en


su artículo 14, aboga por “la implantación de un lenguaje no sexista en el
ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales”.
Además, en el artículo 28, se fomenta la incorporación de las mujeres a la
sociedad de la información y al uso de un lenguaje no sexista del contenido y
el lenguaje de los proyectos que se lleven a cabo.

• La Ley 29/2005, de Publicidad y Comunicación Institucional, señala la


igualdad entre hombres y mujeres como requisito en las campañas
institucionales de comunicación y publicidad.

• El Ministerio de Educación y Ciencia (1995) publicó una orden por la que se


adecuaba la denominación de los títulos oficiales a la condición masculina o
femenina de quienes los obtengan.

Resumen

El lenguaje sexista se define como el uso del lenguaje que utiliza exclusiva o
mayoritariamente uno de los dos géneros, habitualmente el masculino, para referirse
a ambos.

El sexismo lingüístico excluye sistemáticamente a uno de los dos géneros y fomenta


la discriminación, bien por los vocablos escogidos o bien por el modo de
estructurarlos. Sin embargo, cuando la discriminación se debe al fondo del mensaje,
es decir, a lo que se dice, y no tanto a cómo se dice, se incurre en sexismo social.

El uso sexista del lenguaje discrimina e invisibiliza a las mujeres, sobrevalora lo


masculino e ignora o minimiza su presencia, instaura fórmulas asimétricas al nombrar
o establecer categorías, considera más importante la figura del varón sobre la mujer
y se basa en los viejos estereotipos.

El sexismo lingüístico léxico alude a la discriminación que surge debido al uso de las
palabras, y el sexismo sintáctico, se refiere a la discriminación en la forma de construir
una frase, siempre bajo la perspectiva del varón.

En un mundo cada vez más preocupado por conseguir la igualdad, existen


abundantes elementos que atestiguan que esta no se ha producido en el ámbito

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Lenguaje no sexista para la igualdad de género

laboral: la brecha salarial, la persistencia de estereotipos hacia las cualidades y


capacidades de mujeres y hombres, etc. El lenguaje sexista está, por ello,
íntimamente unido a la falta de equiparación de las actividades, salarios y
valoraciones de hombres y mujeres.

En los distintos documentos administrativos podemos encontrar, por un lado,


sexismo social (por ejemplo, cuando se considera que las tareas del hogar son propias
tan solo del sexo femenino); y, por otro, sexismo lingüístico; este ocurre en diferentes
ocasiones, por ejemplo, cuando un género gramatical, normalmente el masculino, es
preponderante sobre otro, el femenino, o cuando no se nombra a la mujer en el
discurso.

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