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Como futuros profesores, sabemos que todo signo lingüístico consta de dos
partes: un significante, la palabra en sí, y un significado, el concepto asociado
al término, pero hoy en día, hay un debate recurrente en el mundo y muchos
creen que es el idioma el que va cambiando a medida que cambia la sociedad,
mientras que para otros el fenómeno corre en la dirección contraria: solo
impulsando cambios en la lengua lograremos que cambie la realidad que esta
designa.
Las nuevas tendencias generan una desnaturalización del lenguaje. Y en cierta
medida una imposición, ya que el uso del lenguaje, en la enunciación, siempre
acarrea una determinada ideología.
Cabe aclarar que desde el principio el lenguaje en sí mismo, por sí solo, no
incluye o excluye, sino que lo hace la gente que lo usa. Para afirmar esto nos
apoyamos en John Searle, quien en el siglo pasado llamó la atención en el
hecho de que no son las oraciones (el lenguaje) las que expresan
proposiciones semánticas, sino que es el hablante quien expresa una
proposición al pronunciar una oración (Searle, 1969). Por consiguiente, el
término refiere a una cuestión de decisión de la persona o de los grupos
humanos, más que de la lengua, ya que la lengua cambia en una relación
dinámica con la realidad. Se trata de una influencia recíproca, de un cambio
de la organización social junto a los símbolos que le dan cohesión,
continuidad y sentido.
Las reglas vienen siempre detrás de los usos. Nadie puede planear o
imponer a consciencia cómo se hablará en el futuro. Tampoco es posible
prohibir determinados usos y costumbres, decir que son incorrectos o
detenerlos. El lenguaje se abre camino a pesar nuestro. Nosotros somos
construcciones del lenguaje.
El término lenguaje inclusivo se usa a menudo como sinónimo de sexismo,
pero es evidente que no es eso, pero la discusión en torno al tema ha
alcanzado un espacio global en las noticias y genera acaloradas discusiones
en las redes, donde participan el público en general de diferentes edades y
niveles educativos, así como los grupos feministas y antifeministas. Así, se
genera un diálogo social global que pone en evidencia las actitudes ante los
usos del lenguaje, casi siempre prejuiciadas, y también los grandes problemas
de nuestra sociedad, las desigualdades, la discriminación, la exclusión de
ciertos grupos, el control del poder por parte de unos pocos, las fallas en los
gobiernos democráticos existentes, las injusticias y la lucha por los derechos
políticos y humanos.
¿Cuál es la meta? La meta aparenta ser producir un lenguaje alternativo al
imperante, por esa razón se producen guías y se proponen cambios en el
lenguaje, con el fin de que sus hablantes sean más democráticos, menos
discriminatorios y más incluyentes.
https://www.diariovivo.com/breve-ensayo-sobre-lenguaje-inclusivo-rae-
feminismo-todes/
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-
58112019000200355
https://www.fundeu.es/lenguaje-inclusivo/lengua-y-realidad.html