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Alicia Girón.

GÉNERO, GLOBALIZACIÓN Y DESARROLLO

El proceso de internacionalización de los mercados financieros ha construido durante


los últimos sesenta años sociedades discriminatorias hacia la gran mayoría de las mujeres. La
globalización amplió la marginación y feminización de la pobreza. En un mundo
profundamente desigual, la apertura de los mercados y las estrategias de desarrollo
hegemónicas profundizaron la inequidad de género, ampliando la brecha entre hombres y
mujeres más que entre ricos y pobres.
Para aproximarnos a una comprensión de la situación de las mujeres en el mundo
global, la autora explica la necesidad de entrelazar los conceptos de género, globalización y
desarrollo, tomando a Benería (2006) en su aporte desde la economía feminista, al explicar
cómo las mujeres contribuyen al proceso de desarrollo económico, al abatimiento de la
pobreza y a su incorporación al mercado global, en el contexto neoliberal.

Globalización
La autora define a la globalización como el proceso de integración entre culturas,
naciones y mercados que se conjugan en espacios cada vez mas estrechos, donde desde el
saber hacer hasta los mercados financieros, se entrelazan en el marco de relaciones e
intereses contradictorios. Entendiendo que dichos elementos parten de estructuras
políticas, económica y sociales profundamente desiguales, se entiende que el mismo
proceso potencia la existencia de ganadores y perdedores. Ya que facilita la implementación
de definiciones hegemónicas por sobre las mas débiles, generando inequidad al interior de
las sociedades.
En éste sentido la situación de las mujeres se lee por un lado como una importante
participación en la fuerza laboral, pero con una gran desventaja, ello es posible al considerar
en el análisis la unidad de tres categorías de dominación: patriarcado, raza, y clase social.
Explica la elementalidad de la consideración de los conceptos de Género,
Globalización y Desarrollo como cuerpo teórico metodológico, desde donde disputar las
nociones de desarrollo y desarrollo económico tradicional, el cual omite a la mitad de la
población.
Desde Bretton Woods 1944, período de postguerra, y hasta la crisis de 1971, el
sistema hegemónico que se propagó por el mundo, en gran parte de Latinoamérica y Europa
fue el modelo estadounidense. Desde la década del 70 con la implementación y
globalización de las políticas neoliberales, la situación de los países no desarrollados
empeoró, la retracción del estado en materia de políticas públicas en post de ubicar al
mercado como regulador central de la vida social, económica y política, tuvo un fuerte
impacto en la situación de su población mas vulnerable, y dentro de ésta puntualmente en
las mujeres.
La situación de las mujeres
Las mujeres fueron vehículo central de la reestructuración económica, ya que
pasaron a integrar de manera masiva el mercado laboral, viendo como se amplificaban sus
tareas laborales al ritmo de la reducción del gasto público en los sectores de salud,
educación y vivienda. Las mujeres pasaron a ser proveedoras de los ingresos familiares, sin
poder despojarse de la jornada laboral del hogar.
Las consecuencias de dichos cambios, son las que concientizan a las mujeres, y lo que
explica la proliferación de movimientos feministas. Quienes en su heterogeneidad coinciden
en la necesidad y demanda de inclusión de las mujeres en todos los aspectos de la vida
social.
Benería (2004) expresa que cualquier política que pretenda afrontar los problemas
actuales del mundo globalizado debe contener necesariamente las aportaciones de las
mujeres al sostenimiento de la vida y de las relaciones interpersonales, sobre las que se
establecen las relaciones de producción y circulación del proceso de acumulación
internacional, esto es: considerar la participación de las mujeres en la creación, distribución
y consumo de la riqueza de la sociedad.
Macroeconomía, desarrollo y género
En el análisis propuesto, la autora remite también a las políticas macroeconómicas
implementadas, a partir de las cuales se generan los estados de situación de desigualdad
que estudia. Indica que la relación entre macroeconomía, desarrollo y género se expresa en
las reformas de las políticas monetarias, fiscales y financieras y en la profundización de la
inequidad económica y social entre los géneros.
A partir de los 70, las políticas macroeconómica implementadas para “el desarrollo
de america latina”, plasmadas en el consenso de Washington, y consideradas de altos logros
en el nivel macroeconómico, resultó en una productividad insuficiente para su población,
marcando altos índices de desempleo, pobreza y disparidad en materia de ingresos. La
apertura sirvió a los interese del país imperante EEUU, en detrimento de las economías
locales, y el consecuente empobrecimientos de sus poblaciones, como lo muestran los
ejemplos de México y Argentina que explicita la autora.
La autora explica cómo las políticas macroeconómicas presentan una relación de
causalidad en el impacto de la instrumentación y su efecto en la doble y triple jornada de las
mujeres, en el incremento del empleo femenino, como en la feminización de la pobreza y en
la transformación del patrón familiar. Es así que refiere a organismos internacionales que
toman éstos aportes y promueven la integración de los enfoques de género en la
delineación de las políticas, para contener el impacto negativo tan profundo que se descarga
sobre las mujeres. En referencia a la ONU y los planteamientos en los Retos del Milenio.
Desarrollo Desarrollo Humano
Es muy importante y necesario que las mujeres ocupen espacios en la toma de
decisiones de aprobación de leyes y presupuesto público, en la delineación de las políticas
públicas, ya que es imprescindible armar un discurso propio para elaborar aquellas que
tomen en cuenta la complejidad de las relaciones que intervienen en la vida social, ya que
hay experiencias en las que por solo referirse e implementar aspectos de “lo femenino” en
las políticas económicas, se ha terminado por desarrollar políticas para la sobrevivencia que
nada tienen que ver con el mejoramiento de la situación de las mujeres y la equidad de
género. Es decir, se evidencia la continuidad del modelo de desarrollo económico basado en
indicadores macroeconómicos, omitiendo la visión de un desarrollo humano que
considerando el género y la diversidad cultural, podría dar lugar a un desarrollo con equidad.
En ese discurso propio a generar para el desarrollo autónomo y sostenible de las
diversas sociedades, la autora propone tomar el concepto de capacidad social para elegir, de
Amartya Sen, frente al supuesto de libertad de elegir.
Hacia el final de su análisis sobre el estado actual de situación, la autora refiere a
diversos hechos que evidencian la exclusión y la inequidad de género: la contradictoria
movilidad ascendente y descendente en el mundo del trabajo junto a la creciente
precarización y el desempleo, la feminización del empobrecimiento, la proliferación de la
migración femenina, la violencia intrafamiliar, entre muchos otros.
¿Qué hacer para el futuro?
La autora propone cuestionar el desarrollo en su expresión categórica economicista
que deja de lado su vinculo con la cultura y con los principios de justicia e igualdad. Propone
pensar en un proceso de mundialización alternativa, como condición para ese otro
desarrollo, humano, que pueda fundar un nuevo pacto entre clases, etnia y género.

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