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AZTERLANAK
ESTUDIOS
Sumario
1. Una sociedad sin crédito.—2. Teoría y práctica de la ética pública.—3. La hipertrofia del control.—4. Gene-
rar confianza.—5. Referencias.
«Un mundo en el que las personas interactúen ex- «Social capital consists of the stock of active con-
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clusivamente mediante transacciones en el mer- nections among people: the trust, mutual understan-
cado no solamente es moralmente estéril sino que ding, and shared values and behaviours that bind the
probablemente resulte insostenible. La cuestión es members of human networks and communities and
cómo prevenir que el mercado invada todas aque- make cooperative action possible». (Cohen & Prusak
llas esferas de la vida social que de hecho actúan 2001:4).
como un contrapeso de él. Recientemente diversos
filósofos han comenzado a investigar las razones Este concepto de capital social está vinculado a cier-
por las cuales ciertos bienes y relaciones humanas tas virtudes cívicas, como la coherencia, la integridad,
deben mantenerse aisladas de los mecanismos de la sinceridad, el cumplimiento de las promesas, que
mercado (…). Las razones que se dan son muy varia-
das pero una de ellas se refiere a cómo la exposi-
son generadoras de confianza (Camps 2011: 199-200).
ción a los mecanismos de mercado puede cambiar La diferencia estriba en que el capital social incide en
el carácter de las relaciones para lo peor, por ejem- el hecho de que las virtudes cívicas son más podero-
plo, minando la confianza». (D. Miller 1999, en Álva- sas cuando se inscriben en el marco de redes socia-
rez 2003: 55).3 les de relaciones recíprocas:
Así, el antídoto contra el miedo, es la confianza, carac- «A society of many virtuous but isolated individuals
terizada ya por Aristóteles como lo contrario del temor is not necessarily rich in social capital». (Putnam
(Retórica, 1383a). Confiar es manifestar tranquilidad y 2000:19).
seguridad ante una persona, cosa o institución que se
espera que se porte o funcione bien o que ocurra tal y En consecuencia, la confianza se muestra en co-
como se pensaba; esto es, la confianza tiene que ver nexión con la responsabilidad (Camps 2011: 202),
con la fe en las expectativas. La confianza es un he- dado que confiar en los demás es suponer que son
cho básico de nuestra vida social, uno de los elemen- responsables y que cumplirán con las expectativas
tos dentro de los cuales vivimos nuestra vida cotidiana puestas en ellos y, alternativamente, que no tiene
y cuya completa ausencia la haría imposible y parali- sentido rendir cuentas si no se presupone una rela-
zante. En un mundo, como hemos señalado, abruma- ción de confianza con el destinatario de las explica-
doramente incierto y complejo, la confianza constituye ciones:
un mecanismo esencial para absorber dicha compleji- «(…) la conexión entre responsabilidad y confianza,
dad. Pero además, la confianza supone la aceptación y sus satisfacciones (que no optimizaciones) respec-
de ciertos riesgos, si bien no se confía de modo incon- tivas, aparecen como componentes de un posible
dicional sino dentro de límites y con relación a expec- modelo de individuo que consideramos soporte de
tativas racionales y específicas.4 emociones y objetivos. Si no nos consideramos res-
ponsables es muy probable que no tengamos con-
«La confianza reduce la complejidad social, es de- fianza en los demás. Y si tenemos confianza es muy
cir, simplifica la vida por medio de la aceptación del probable que nos consideremos responsables de
riesgo. Si la disposición para la confianza está faltando nuestras acciones.» (Álvarez 2003: 55-56).
o si la confianza es expresamente negada, con el pro-
pósito de evitar los riesgos implicados en la precipi- Volviendo al principio de este capítulo, la descon-
tada absorción de la inseguridad, esto por sí mismo fianza y el descrédito son letales para organizacio-
deja el problema sin solución. De este modo, la fun-
ción de la confianza quedaría incompleta. Cualquiera nes, empresas e instituciones y minan las bases de
que simplemente rechace otorgar confianza, restaura la organización política de la sociedad. Como re-
la complejidad original de las potencialidades de la si- cogían varios informes de la OCDE (1997, 2000),
tuación y se carga él mismo con ella. Sin embargo, el desde la década de los noventa del siglo pasado
excedente de complejidad pone demasiadas exigen- se detecta un declive de la legitimidad de los go-
cias al individuo y lo hace incapaz de la acción». (Luh-
biernos y la caída de la confianza en las institu-
mann 1996: 123-124).
ciones públicas en muchos países, con un efecto
Mostrar confianza es adelantar el futuro, es compor- negativo para la legitimidad de tales gobiernos e
tarse como si el futuro fuera cierto sobre la base de instituciones. En el extenso estudio coordinado por
un trasfondo confiable de experiencias previas (la Robert Putnam (2003) sobre el capital social en va-
confianza genera confianza). Para Luhmann (1996: 111), rios países (Gran Bretaña, Suecia, Australia, Ja-
la confianza se acumula como una especie de capital pón, Francia, Alemania, España y Estados Unidos)
que ofrece más oportunidades para una acción más se constata que, a pesar de las diferencias, se da
extensa. En este sentido, la confianza es un elemento un creciente descontento con las instituciones pú-
clave del concepto de «capital social», utilizado am- blicas y un descenso de la confianza social, con-
pliamente en economía y ciencias sociales, y que se cretado en una bajada conjunta de la participación
puede definir como las conexiones entre individuos electoral, del compromiso público con los partidos
y redes sociales y las normas de reciprocidad y con- políticos, de la afiliación sindical y de la asistencia a
fianza que surgen en esta interacción: la iglesia.
Si, por un lado, los políticos tienen la responsabilidad blico (O’Neill 1989). Así, las situaciones concretas no
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de dirigir los asuntos públicos, por el otro, los apara- se reducen a ser un mero ejemplo de lo que estable-
tos administrativos estatales (burocracia), propician la cen los principios y la puesta en práctica de un princi-
ejecución de las decisiones políticas, en la medida pio nunca es la mera aplicación de un criterio general
en que la administración está implicada en todas las a un caso individual, de modo que se da una interac-
etapas de las políticas públicas (inicio, formación, di- ción entre los principios y las situaciones reales, con-
seño, adopción e implementación) —asumiendo de cretas, complejas y cambiantes —de acuerdo con la
forma delegada y subordinada, poderes cuasi-legis- concepción integrativa de teoría y práctica acerca de
lativos y cuasi-judiciales (Aberbach, Putnam & Rock- la ética aplicada que hemos defendido—. Estos princi-
man 1981). pios pueden entenderse y justificarse de muy diverso
modo: bien como generalizaciones prudenciales de la
Más aún, la ética pública presenta una complejidad
experiencia moral adquirida por los individuos y gru-
añadida frente a otras éticas aplicadas en la medida
pos a lo largo del tiempo (punto de vista empirista);
en que la reflexión ética atañe no solo a la actividad
bien como a prioris éticos universales y universaliza-
profesional misma desempeñada por el servidor pú-
bles; bien como aspiraciones (telos) de buena vida.
blico (ética profesional) sino también a su condición
Un ejemplo de estos principios aplicables a la ética
de servicio público orientado a los intereses genera-
pública son los de no-maleficencia, respeto y benefi-
les y la utilidad pública, como hemos dicho anterior-
cencia, tomados del campo de bioética, donde se han
mente. Pero es que, además, la ética pública con-
mostrado especialmente fructíferos (Ausín 2010).
cierne tanto al individuo que desarrolla su actividad
en el servicio público (gobierno, administración) como Todo lo anterior se refiere a la teoría de la ética pú-
a la misma organización de dicha función pública blica pero ¿cómo se concreta en procedimientos, ins-
(ética de las organizaciones). [Sobre la variable insti- trumentos y herramientas? Muy brevemente, pode-
tucional en la ética pública volveremos al final del ar- mos distinguir:
tículo].
1. Acuerdos sobre ética pública: Son numerosos los
En cuanto al marco teórico general para la ética pú- documentos y recomendaciones relativos a la lucha
blica, ésta se mueve entre dos modelos. Uno es el contra la corrupción, como la Convención Interame-
que hemos llamado «enfoque agregacionista», donde ricana contra la corrupción de la OEA (29/03/1996),
se enumeran enormes listas de valores de referencia los Veinte principios rectores de la lucha contra la
para los servidores públicos: mérito, honradez, integri- corrupción del Comité de Ministros del Consejo de
dad, compromiso, responsabilidad, mejora continua, Europa (06/11/1997), el Convenio sobre la Lucha con-
imparcialidad, profesionalización, fiabilidad, lealtad, tra el soborno de los funcionarios públicos extranje-
transparencia, actitud innovadora, liderazgo, equidad, ros en las transacciones comerciales internacionales
apego a la ley, interés colectivo, objetividad, confiden- de la OCDE (21/11/1997), la Convención penal sobre
cialidad, austeridad, neutralidad, promoción medioam- la corrupción del Comité de Ministros del Consejo
biental … dándose una mezcolanza de principios de Europa (04/11/1998), el Modelo de Código de Con-
estrictamente éticos (integridad, imparcialidad, hones- ducta para los titulares de cargos públicos del Co-
tidad, respeto), con otros técnicos (excelencia, innova- mité de Ministros del Consejo de Europa (11/05/2000)
ción) y otros organizativos (liderazgo, austeridad, efi- o, recogiendo buena parte del espíritu de todos estos
ciencia) en una suerte de totum revolutum.5 Se cae así documentos, la Convención de las Naciones Unidas
en el riesgo de que valores organizacionales defini- contra la corrupción (Resolución 58/4 de la Asamblea
dos por la eficacia, la racionalidad formal y la compe- General, 31/10/2003).6 Se ha generado de este modo
tencia técnica desplacen a valores y principios funda- un conglomerado de soft law internacional relativo
mentales del servicio público, como el interés general, a la lucha contra la corrupción y la promoción de la
la justicia o la equidad. ética pública.
El otro modelo es de carácter prudencial y pondera- 2. Entidades públicas y privadas: Al hilo de estos
tivo, basado en definir y delimitar principios éticos mí- acuerdos sobre ética pública y corrupción se ha ido
nimos y orientadores de la actividad de los gobier- desarrollando todo un entramado institucional rela-
nos y de las administraciones públicas, que luego irán tivo a la probidad y buenas prácticas en el servicio
concretándose en acciones, reglas y procedimientos público. Incluye grupos de trabajo internacionales
en función del contexto, las estructuras organizativas ad hoc sobre el blanqueo de capitales, el soborno y
y el cambio tecnológico y cultural (Cooper 2006). Prin- la corrupción promovidos por la OCDE, el Grupo de
cipios entendidos como máximas mediante las cua- Estados contra la corrupción (GRECO) del Consejo
les el agente organiza numerosas intenciones espe- de Europa o la Oficina Europea de Lucha contra el
cíficas, a modo de directrices para llevar adelante una Fraude (OLAF) de la Unión Europea. También existen
determinada actividad, en este caso, el servicio pú- organismos anti-fraude y anti-corrupción de carácter
nacional (Diego 2009: 98 ss.), entidades de evalua- del control social (naming & shaming) de las prácti-
ción y control de la calidad de las políticas públicas, cas profesionales, políticas y de la administración. Ello
como es el caso de la Agencia Estatal de Evaluación tiene todo el sentido, con respecto a la actividad del
de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios servicio público, en tanto en cuanto comporta un con-
(AEVAL), creada en España en diciembre de 2006, glomerado de acciones, gestiones, procesos y trámi-
así como comités y comisiones dedicadas al segui- tes que afectan a las personas en particular y a la co-
miento de documentos y códigos de buenas prácticas munidad en general donde se desenvuelven. Esto es,
(como es el caso de la Comisión de Ética Pública del la actividad de servicio público entraña consecuen-
Gobierno Vasco). También en este apartado hay que cias y resultados sobre los que habrá que rendir cuen-
incluir organizaciones no-gubernamentales que im- tas (accountability). Y, en este sentido, a los servidores
pulsan la lucha contra la corrupción y la promoción de públicos les son imputables determinadas acciones y
la ética pública, como son Transparencia Internacio- omisiones y sus consecuencias de las que habrán de
nal, Global Witness, Common Cause, Probidad para «hacerse cargo», en acertada expresión de Roberto R.
América Latina o Global Integrity, por citar algunas re- Aramayo (1999). Se trata de un básico principio de res-
levantes. En conjunto, esta red de instituciones, públi- ponsabilidad de los servidores públicos —entendido
cas y privadas, nacionales y supranacionales, busca aquí en términos éticos y no tanto jurídicos, penales
mejorar la calidad de los gobiernos y administraciones o civiles—. Más aún, en términos de ejemplaridad pú-
mediante la lucha contra la corrupción y la promoción blica (Gomá 2009), los políticos y otros servidores pú-
de la transparencia, la rendición de cuentas, la innova- blicos deben ser responsables además de su ejemplo
ción y la eficiencia en la gestión de los servicios y po- en la medida en que su círculo de influencia es mucho
líticas públicas. mayor y su modelo constituye una de las principales
3. Códigos de conducta y buenas prácticas: Más allá fuentes de creación de costumbres sociales; por ello,
de su carácter meramente retórico y cosmético en su responsabilidad es mayor que la del resto de ciu-
muchas ocasiones, los códigos deontológicos relati- dadanos.
vos al servicio público constituyen una reflexión so- En consecuencia, control, rendición de cuentas y
bre la dimensión moral de las actividades del ser- transparencia en el servicio público constituyen pila-
vicio público, sobre qué prácticas llevan a alcanzar res básicos para la ética pública y, por ello, se reco-
las metas de dichas actividades y sobre qué valores gen como principios básicos en los documentos in-
y principios se consideran necesarios para propor- ternacionales y códigos de conducta a los que nos
cionar a la sociedad el bien que les incumbe. Tie- hemos referido en el apartado anterior. Así, como
nen una triple función: informativa, argumentativa ejemplo cercano, el Código Ético y de Conducta de
y educativa en tanto en cuanto recogen el acervo los cargos públicos y personal eventual de la Admi-
moral de la actividad de servicio público y contribu- nistración General e Institucional de la Comunidad
yen a defenderla frente a presiones externas, incre- Autónoma de Euskadi (BOPV 28/05/2013) dice lo si-
mentando su prestigio y dignificándola socialmente guiente:
—esto es, estableciendo condiciones de ejemplari-
dad (la fuerza de lo que es como debería ser)—. Su «5.2.2. Responsabilidad por la gestión: Los cargos
efectividad e impacto dependerán mucho de si han públicos y asimilados deberán responder por la ges-
sido elaborados desde la propia organización y con tión realizada, así como por las decisiones, acciones
participación de usuarios y otros stakeholders (y no u omisiones propias de su ámbito de competencia y
de sus propias funciones. (…) Para hacer efectiva esa
se han importado acríticamente) y de si plantean un responsabilidad, los cargos públicos y asimilados de-
buen sistema de adhesión y vigilancia (comisión de berán exteriorizar y justificar en sus resoluciones, ac-
seguimiento, sanciones vinculantes). tos o en aquellas otras decisiones que adopten las ra-
zones objetivas de tales medidas, sometiéndose de
ese modo a un correcto escrutinio por parte del Parla-
mento y de la propia ciudadanía.
Todo este planteamiento resulta loable y necesario paña un sencillo proyecto de investigación con fon-
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desde la perspectiva de la responsabilidad contem- dos ministeriales podrá describir con precisión esta
plada en la ética pública. Pero también ha de ser ma- kafkiana situación.
tizado, especialmente atendiendo a la otra cara de la
responsabilidad a la que nos hemos referido también Más aún, buena parte de estos instrumentos para la
antes, la confianza. rendición de cuentas en el servicio público respon-
den a un modelo de auditoría importado acríticamente
Por un lado, no se debería absolutizar el principio de desde el sector financiero y que se impone para el
transparencia. Muchas veces, la abundancia de da- análisis de procesos y sistemas del servicio público
tos no garantiza la vigilancia democrática, dejando que son completamente distintos —pensemos en la
a la ciudadanía sumida en la sobreinformación y el atención sanitaria, la instrucción pública o la investi-
«ruido». En definitiva, la disposición de más datos no gación científica—. Los llamados «indicadores de ac-
implica necesariamente más conocimiento ni que tividad» se usan para medir las prácticas adecuadas
nuestras decisiones serán más razonadas y precisas e inadecuadas con una supuesta precisión que no es
—los datos pueden resultar ininteligibles para la ciu- sino pseudo-objetivismo (Power 1997). En palabras de
dadanía—. Hace falta una contextualización e inter- Onora O’Neill:
pretación de la información (análisis). Más datos tam-
«Serious and effective accountability, I believe, needs
bién pueden resultar en más confusión y más falsos to concentrate on good governance [margins for self-
positivos. Este problema está muy relacionado con el governance], on obligations to tell the truth, and on
auge de la analítica de big data y los problemas éti- intelligent accountability [not wholly standardised or
cos que plantea con respecto a la intimidad, la vida relentlessly detailed procedures]. I think we need to
privada, el determinismo de los datos y el riesgo de fantasise much less about Herculean micro-manage-
discriminación por perfilamiento (Mayer-Schönberger ment by means of performance indicators or total
transparency. If we want a culture of public service,
& Cukier 2013). Pero además, un principio de trans- professionals and public servants must in the end be
parencia total paralizaría la política, como ha obser- free to serve the public rather than their paymasters.»
vado Daniel Innerarity (2013): convertir la democra- (O’Neill 2002: 59).
cia en una «política en directo», caracterizada por la
vigilancia constante e inmediata, lleva a una sobre-
protección de las acciones y discursos políticos, en
una suerte de «política/administración defensiva», en-
corsetada y paralizante, basada en la desconfianza y 4. Generar confianza
en la que evitar las quejas, incluso las infundadas, se
convierte en el objetivo institucional primordial. Por
ello, Innerarity prefiere un principio de publicidad (re-
medo del formulado por Kant en La paz perpetua), de
justificación de las decisiones públicas, limitado a los
actos que tengan sentido político y en los espacios No cabe duda de que los controles, la rendición de
de dominio público. cuentas y el principio de publicidad son elementos
indispensables para la ética pública en su aspiración
Por el otro lado, muchas veces ha sucedido que la por elevar la calidad del servicio público mediante la
rendición de cuentas ha terminado en una multiplica- honestidad y la integridad, siendo asimismo meca-
ción de los controles administrativos de la vida ins- nismos de control de la arbitrariedad en el uso del
titucional de los servicios públicos, regulando hasta poder y elementos de ejemplaridad pública. Sin em-
minucias —desde una visión negativa y desconfiada bargo, la hipertrofia del control a la que nos hemos
hacia el servidor público— y diluyendo las responsabi- referido también contribuye a desarrollar una cultura
lidades, que se remiten al «sistema». Los procesos de de la sospecha y de la desconfianza pública (O’Neill
control se convierten en un fin en sí mismos y no en 2002: 57).
un medio para la mejora de los servicios; se cumpli-
mentan las formas, los procedimientos, pero sin alcan- En este sentido, muchos de los instrumentos de ética
zar el fin de la mejora de la actividad. Importa rendir pública mencionados anteriormente (especialmente
cuentas ante el «empleador», sea éste el regulador, los acuerdos internacionales), se han centrado básica-
departamentos del gobierno o patrocinadores, sin im- mente en el combate de la corrupción económica sin
portar el usuario, el servicio y la sociedad en general. considerar otro tipo de valores/anti-valores implicados
Y además, en este agotador proceso de total acccou- en el servicio público y que transcienden el estrecho
ntability se generan resistencias y se malgastan recur- margen de lo estrictamente económico: abuso de au-
sos y tiempo valiosos y escasos que se detraen del toridad, acoso, falsedad, nepotismo, etc. (Diego 2013:
propio servicio público —quien haya ganado en Es- 102 ss.). Es lo que Adela Cortina ha denominado como
«La confianza entre las instituciones y las personas no AUSÍN, Txetxu. «El poder de los miedos, ¡perdón!, de los
se logra multiplicando los controles, sino reforzando medios». Claves de razón práctica, 2014, 233, pp. 86-95.
los hábitos y las convicciones. Esta tarea es la com- BECK, Ulrich. La sociedad del riesgo. Barcelona: Paidós,
pete a un ética de la administración pública; la de ge- 1998.
nerar convicciones, forjar hábitos, desde los valores y
las metas que justifican su existencia». (Cortina 1998: BECK, Ulrich. «Convivir con el riesgo global». En D. Innerarity
160). y J. Solana (eds.), La humanidad amenazada: gobernar
los riesgos globales. Barcelona: Paidós, 2011, pp.21-31.
Y es que las instituciones «crean» el sentido de la res-
ponsabilidad colectiva, en lo que Rawls llama una «so- CAMPS, Victoria. El gobierno de las emociones. Barcelona:
ciedad bien ordenada», impregnando la mentalidad Herder, 2011.
de la gente, produciendo un cambio de la cultura cí- COOPER, Terry L. The Responsible Administrator. An Ap-
vica y favoreciendo la interiorización de las normas. proach to Ethics for the Administrative Role, 5th.edition,
San Francisco: Jossey-Bass, 2006.
Retomando la idea de capital social, las relaciones so-
ciales repetidas y las redes sociales en las que se cul- COOPER, Terry L. ed. Handbook of Administrative Ethics,
tiva la confianza constituyen una verdadera riqueza. 2nd edition. New York: Marcel Dekker, 2001.
Así, como consecuencia de la confianza en que sere- CORTINA, Adela. Hasta un pueblo de demonios, Madrid:
mos bien tratados por los demás (el médico, el cien- Taurus, 1998.
tífico, el profesional, el político, el servidor público), DENHARDT, Kathryn G. The Ethics of Public Service: Resol-
el capital social produce incentivos a cooperar, basa- ving Moral Dilemmas in Public Organizations, New York:
dos en pasadas experiencias positivas [véase nota 2 Greenwood Press, 1988.
sobre la cooperación]. La confianza entre individuos
DIEGO BAUTISTA, Óscar. Ética para corruptos, Bilbao: Des-
deviene en confianza entre extraños y confianza en clée de Brouwer, 2009.
el conjunto de las instituciones sociales. Sin esta in-
teracción, la confianza decae y se manifiestan serios DIEGO BAUTISTA, Óscar. Ética para gobernar. Lecciones
problemas sociales, como constatamos en la actual básicas para un gobierno justo. México: Senado de la
República, 2013.
profunda desafección ciudadana hacia la política y la
acusada desmoralización en la vida pública. GOMÁ, Javier. Ejemplaridad pública. Madrid: Taurus, 2009.
La conclusión es que el robustecimiento de la ética INNERARITY, Daniel. «De dominio público», El País, 23-4-
pública debe orientarse a la generación de confianza 2013.
(intelligent accountability), reforzando el ethos del LUHMANN, Niklas. Confianza. Barcelona: Anthropos / Uni-
servidor público. Confiar nos hace la vida más fácil y, versidad Iberoamericana / Pontificia Universidad Católica
como concluye Luhmann en su libro Confianza (1996), de Chile, 1996.
si bien la confianza no es la panacea universal ni la MACINTYRE, Alasdair. «¿Se basa la ética aplicada en un
única razón del mundo, no es posible mantener una error?». En A. Cortina y D. García-Marzá, Razón práctica
sociedad compleja sin la confianza. y éticas aplicadas, Madrid: Tecnos, 2003, pp. 71-91.