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En el examen final, el profesor incluyó un problema como éste: “Hay un hoyo de 100 metros en
la tierra. Una pelota de tres kilos de peso es arrojada en el hoyo. ¿Cuánto tarda en alcanzar el
fondo?”. Algunos estudiantes no reconocieron la conexión entre el problema de la “torre” y el
problema del “hoyo”. Luego del examen un alumno se presentó ante el profesor con una
airada observación: “Pienso que este examen fue injusto. ¡Nosotros nunca hemos ejercitado en
clase problemas de hoyos!”
De esta anécdota surgen dos puntos. Antes que nada nos dice qué significa transferir. El
término se refiere a un fenómeno por el cual algo aprendido en una situación es trasladado a
otra, en este caso desde el contexto del problema de la torre al del hoyo. En segundo lugar,
la anécdota nos advierte que no todo puede ser transferible. Generalmente entre los
ámbitos educativos y la vida cotidiana no conseguimos la transferencia deseada. Los
estudiantes adquieren conocimientos y desarrollan habilidades sobre cada situación, pero
fallan al hacer conexión con otras situaciones, en cuyos casos esas habilidades y
conocimientos probarían su validez. Si la transferencia no sucede tan frecuentemente como
deseamos, entonces estamos ante un grave problema para la educación. Después de todo, el
éxito de la educación depende de la transferencia. No les enseñamos a los alumnos
Aritmética en el colegio para que la puedan aplicar en adivinanzas o exámenes escolares;
queremos que pongan la Aritmética a trabajar en el mundo, haciendo más inteligentes las
compras en el supermercado, comprendiendo con más claridad lo que es una hipoteca,
haciendo un seguimiento de los gastos de mantenimiento de sus casas, y por supuesto
ingresando en carreras en las cuales la Aritmética y las más complejas formas de las
Matemáticas jueguen un rol predominante.
No les enseñamos a los estudiantes Historia para que sólo aprueben un examen al final del
curso. En realidad queremos que comprendan el mundo en el que viven desde una
perspectiva histórica. Les enseñamos a comprender las noticias mas importantes de los
periódicos para que tengan sentido en comparación con el pasado. No les enseñamos a los
alumnos a leer y a escribir en la escuela para que recurran a la enciclopedia y reproduzcan
ensayos escolares que satisfagan a sus maestros. Queremos que sean lectores inteligentes, y
escritores prácticos y efectivos a lo largo de sus vidas.
Estas metas educativas ambiciosas nos llevan a preguntarnos qué es, de todo lo aprendido
en el colegio, lo que los estudiantes aplican fuera. Incluso dentro de las paredes de la escuela
la transferencia tiene su valor. Los estudiantes necesitan en las clases de Ciencia lo que
aprenden en las clases de Matemáticas. Necesitan en las clases de Historia las tareas de
escritura y lectura que adquieren en las clases de Lengua. Todo esto depende de la
1
Perkins, D. & Salomon, G.: The Science and Art of Transfer (en Costa, A.; Bellanca, J.; Fogarty, R.: If Minds Matter. A foreward to the
future. IL, Skylight Publishing, 1992.) Traducción: María Cristina Colabello y Marisa Vázquez Mazzini, Centro de Educación
Empresaria de la Universidad de San Andrés.
transferencia de aprendizaje. Si la transferencia está en riesgo, mucho de lo implicado en el
proceso de escolarización también se encuentra en riesgo.
La “transferencia lejana” ocurre cuando la gente hace conexiones hacia contextos que
intuitivamente parecen muy diferentes al contexto de aprendizaje. Por ejemplo, un amigo
nuestro está disfrutando de un día de campo y se encuentra sin cuchillo para cortar el queso.
En su lugar usa una tarjeta de crédito. Transfiere su conocimiento desde las características de
la tarjeta de crédito, afilada y delgada, a un uso en un contexto radicalmente diferente.
LA CIENCIA DE TRANSFERIR
Los lectores pueden haber notado una singularidad en este título. Generalmente hablamos
de “arte y ciencia” de algo, pero acá nos referimos a “ciencia y arte” de transferir. No es un
accidente. En el caso de transferir, al menos la ciencia es mucho más necesaria para conducir
al arte.
¿Quién expone la Teoría de la Pastora Confiada? Nadie, por supuesto. Es una teoría tácita no
articulada, pero implícita en la manera en que nos comportamos en la clase.
Desafortunadamente, las lecciones de la experiencia y de la investigación en Psicología
muestran que la trasferencia muy pocas veces sucede espontáneamente.
Diversas investigaciones desde los días de Thorndike han reforzado esta misma visión. Muy
comúnmente, la transferencia no sucede si no hay similitudes claras entre las tareas
originalmente aprendidas y la tarea de transferencia.
Pero, ¿es correcta la Teoría de la Oveja Descarriada? Tal vez no. Algunos hallazgos surgidos
en las investigaciones la ponen en duda. Lehman, Lempert, y Nisbett (1988) encontraron que
los estudiantes que cursan programas en Psicología o en Medicina –no así en Química–
producían impresionantes efectos de transferencia con respecto a sus habilidades para
razonar estadísticamente y para pensar condicionalmente.
Alguna ayuda nos llega del modelo recientemente propuesto por Gavriel Salomon y Davind
Perkins. Salomon y Perkins articularon los modelos de transferencia por vía baja y
transferencia por vía alta para explicar complicados patrones de hallazgos. De acuerdo con
este modelo la transferencia se da de dos maneras muy diferentes, a través de los
mecanismos de vía alta o vía baja. Pero en cualquiera de los dos casos se produce sólo
cuando las condiciones activan uno u otro mecanismo: ciertos rasgos institucionales activan
uno u otro, o no activan ninguno.
Vamos a presentar sintéticamente el modelo de transferencia por vía alta y transferencia por
vía baja. Necesitamos ser proactivos en cuanto a establecer las condiciones de aula que
favorezcan una u otra. Si no lo hacemos, perderemos mucho de la transferencia que
deseamos; la oveja se habrá perdido. Así, podemos hablar de la Teoría del Buen Pastor que
sostiene que la transferencia puede ocurrir solamente si somos buenos pastores y
colaboramos para ello.
Ahora veamos que es transferir por vía alta o por vía baja. Consideremos dos casos. El
primero: un amigo de tu hijo se queda en tu casa por unos días mientras sus padres están
afuera. Acostumbrado a recordar a tu hijo que guarde sus cosas, tratas a su amigo de la
misma manera. El joven acepta tus recomendaciones y la casa se mantiene impecable. Sólo
después notas que te has comportado más o menos automáticamente: “un adolescente es un
adolescente”; tu comportamiento se transfirió de tu hijo al visitante.
El segundo: enfrentas un problema. Cuanto más presionas a tu hijo para que haga sus tareas,
él menos disposición muestra. Piensas en el tema y tratas de hallar una solución. Tu
búsqueda te sugiere un principio que has aprendido en otro contexto: “bajo algunas
condiciones, una solución perfectamente razonable puede no sólo perpetuar el problema sino
también exacerbarlo”. Decides que esa máxima es aplicable a tu caso. Puede que tu hijo se
vaya involucrando gradualmente en su tarea si evitas presionarlo. Intentas dejarlo tranquilo,
y encuentras que en este caso también funciona: tu hijo comienza a avanzar en su tarea con
mayor voluntad.
Ambos casos ilustran lo que es transferencia. Pero los procesos subyacentes a ambas son
claramente diferentes. En el primer caso la transferencia de una habilidad bien manejada
parece “dispararse” cuando se da la situación apropiada. Sucede automáticamente. A esto
llamamos transferencia por vía baja. Se basa en el dominio de una habilidad merced a la
práctica continua y repetida, y a la aplicación de esa habilidad a una situación muy similar a
aquéllas en las cuales se la ejercitó. Las transferencias lejanas no se producen por vía baja; las
transferencias por vía baja son simples y automáticas. La tendencia a manejar sobre la
derecha en Londres a pesar de que sepamos que se trata de un error es un ejemplo de
transferencia negativa por vía baja.
En el segundo caso (el del hijo y las tareas), nada resultó automático. Por el contrario, implicó
un esfuerzo y una deliberada búsqueda en la memoria para encontrar una respuesta al
problema. Más aun: la solución se basó en la aplicación de una idea general, un principio
abstracto escuchado o aprendido en la experiencia tiempo atrás. Una vez abstraído y
“liberado” del contexto en que se lo escuchó o aprendió, ese principio general –“Las
soluciones razonables pueden no sólo perpetuar sino exacerbar el problema”– se convierte en
algo aplicable en una amplia gama de situaciones. Esa transferencia a nuevas situaciones no
es simple ni automática; requiere de la abstracción mental de una idea, del esfuerzo de
búsqueda en la memoria, de la selección del principio apropiado, y finalmente de la
aplicación del principio a una situación nueva. Esta es la transferencia por vía alta.
EL ARTE DE TRANSFERIR
Los avances de la ciencia de la transferencia pintan un panorama más optimista que el tácito
que encontramos en la Teoría de la Pastora Confiada o en la Teoría de la Oveja Descarriada.
Podemos lograr la transferencia si logramos ser “buenos pastores”. ¿Cuál es el arte de
“pastorear” la transferencia? ¿Cómo pueden los maestros aprovechar los mecanismos de la
transferencia por vía baja y por vía alta y enseñar a transferir?
Estudiantes: no responden.
Profesor: Sí, todo eso tiene sentido (el profesor lista los ejemplos en el
pizarrón). Hagamos una rápida comparación y contraste sobre alguno
de estos ejemplos. Toma las cañerías de tu casa. ¿Cuáles son las
semejanzas y diferencias clave con el sistema circulatorio humano?
Estudiantes: En las cañerías, una similitud es el líquido, que es usado y sus restos son
evacuados a través de las cloacas.
Otro estudiante: Y la diferencia clave es que no hay ni gases ni tóxicos que salgan
despedidos, es solamente agua.
Profesor: Volvamos un poco para atrás y veamos qué hemos aprendido de esto.
¿Qué es común a todos o a casi todos los sistemas circulatorios que
hemos visto?
Estudiantes: Uno de los puntos es que las cosas tienden a ir en una sola dirección,
excepto en las calles de doble mano. Fluye mucho mejor el tránsito
siempre en calles de una dirección.
Estudiante: Supongo que porque de otra manera el tránsito no sería tan fluido. Por
eso tenemos calles de una sola dirección, y por eso tenemos que
conducir sobre un lado aun cuando las calles sean de doble mano. ¿Y
cómo podría el agua, la sangre o cualquier otra cosa fluir en dos
direcciones dentro de un mismo conducto? Bueno, podría ser...
Una vez más un ejemplo sirve para develar el espíritu del acercamiento. Todos los alumnos
de una escuela aprenden a escribir párrafos con oraciones bien construidas. ¿Pero qué tipo
de práctica reciben? En realidad, prácticas muy diferentes entre sí dependiendo del texto. Se
puede pedir a los estudiantes que copien una lista de oraciones marcando cuáles de ellas
parecen ser oraciones principales y cuáles parecieran ser oraciones subsidiarias. Se les puede
solicitar que revisen una página llena de párrafos, haciendo un círculo alrededor de las
oraciones principales. Estos ejercicios, sin duda, tienen alguna utilidad. Pero no tienen
demasiado alcance. El objetivo de la instrucción es alentar a los estudiantes a escribir mejor,
pero estas actividades no implican ningún acto de escritura en sí. En otras palabras, la
práctica no conduce hacia la performance deseada.
¿Cómo podemos proveer la práctica que, de la manera más directa, involucre a los
estudiantes en la escritura de párrafos con ideas principales? Hay varios caminos. Por
ejemplo, la maestra puede entregar una hoja de papel con una consigna para que los
alumnos escriban un párrafo con una idea principal. Algunos ubicarán las ideas principales
cerca del final del párrafo y otros cerca del comienzo. Después de que los alumnos redactan
sus párrafos, los intercambian con un compañero. ¿Puede el compañero marcar con un
círculo la idea principal en el párrafo? Si no lo logra, entonces el autor del párrafo no ha
escrito una idea principal muy visible, o el compañero no ha entendido la idea principal del
párrafo. Este tipo de actividades brinda práctica en la diferenciación y composición de ideas
principales.
Como en el caso del tendido de puentes, hay una variedad de estrategias para fomentar la
transferencia por acercamiento. Aquí tenemos unos pocos.
Los juegos de simulación permiten a los alumnos experimentar qué significa participar
de un complejo modelo de interacción social. Por ejemplo, se puede asignar a cada
estudiante un rol diferente en una disputa racial u organizacional.
La práctica mental es una de las claves del acercamiento. Cuando los aprendices no
pueden participar físicamente en una actividad, suele ser factible la práctica mental
útil. Por ejemplo, en la preparación de una entrevista laboral, los estudiantes pueden
imaginar una “película mental” de lo que podría preguntarles un entrevistador y de lo
que ellos responderían. Dado que la práctica mental es necesaria en una amplia gama
de circunstancias (incluyendo el anticipar qué se va a tomar en un examen y qué hacer
ante tal o cual ítem de prueba), las maestras pueden alentar a los alumnos a adoptar
esta táctica poderosa con frecuencia.
Hay una gran oportunidad de considerar cada materia no sólo desde su propia perspectiva
disciplinaria, sino también desde un punto de vista más amplio.