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Mignolo, W. (1982). Cartas, crónicas y relaciones del
descubrimiento y la conquista. En L. Iñigo Madrigal (Ed.),
Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento

Historia de la Literatura Hispanoamericana (Tomo I – Época


Colonial). Madrid, España: Cátedra.

REPRODUCCIÓN EXCLUSIVA PARA FINES


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""- Vff' INTRODUCClÓN *
YJ:~;~~~~ªI'-_E_M
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No es esta, sin embargo. la dirección que
EDUCACIONALES. 1 La organización de la prosa narrativa de!
lomaremos aquí. Supondremos. no obstan te.
d conocimiento de alguna de estas periodi-
~ periodo colonial, en las letras hispanoameri- zaciones (ver Apéndice), ocupándonos de pee-
canas, presenta un problema tipológico que sentar la materia de este capituio y analizando,
puede dividirse en dos instancias: la una, que al mismo tiempo, ranto lo aspec10 que las
corresponde a lo que aquí denominaremos categorizan como tipos discursivos (por ejem-
formación textual. pone de relieve lo ti poló- plo, cartas, crónicas y relacion~sJ como aq ue-
gico en el carácter ((literario» o «no Jirerario,, llos que inscriben los tipo en !as forma ci ones
de los escritos sobre el desc ubrimiento } la textuales .
conquista; la otra. que corresponde a lo que Comenzaremo5 in1roducie, <lo la noción de
aquí llamaremos ripos discursivos presenta un texto3 suponiendo, por un lado. que lo lite-
nivel clasificativo interno en el cual debe con- rario es una particularidad del texto>, por otro,
sidera rse a qué tipo pertenecen lo~. discursos que el texto. por u definición misma. implica
actualmente -y en su generalidad- consi- una dimensión cultural. En este senrído la
derados como «crónicas» 1. expresión texto es la expresión abre, iada de
En tre estas dos alternativas hay tambien una

1
1ex10 de rn!wra. ¿Qué es, pr;es. el texto'' Lo
solución que han practicado la mayoría de los definiremos, bre vemen te y en (unción de nues-
historiadores de las letras hispanoamericanas. tros propósitos, como un ac1,; rerbal co11ser-

¡ Esta es la de considerar tales escritos como


«crónicas literarias» y organizarlas por perío-
dos. Lo que se pone en juego, en este caso. es
rado en la memoria co/eclira y de alw signi-
ficación en la organi:acion de 11na cu/111ra. De
esta definición podemos deri,·ar'dos corolarios
l la adecuación de las diferentes periodizaciones de uso inmediato: el primer0 c>S que el texto.

[ propuestas"· definido como acto verbal. es m;;eparable de la


lengua ; el segundo. e que la expresión «alta
significación en la organización de una cult ura;>
ii • Las notas a pie de página contemplarán sólo !a fue nte
directa de la cita o la biblio2ral1a secundaria directamente
relac10nada con lo dicho en ¡; exposición. No se darán. por
nos permite disti nguir. aunque de manera
intuit iva, el tex10 del documenlo. Esta dis-
lo ta nto, en esas notas, indicaciones de otra bibliograt1a de tinción, a su vez, no signirk2 que el texto no
n utilidad para el tema o para el autor. Ésta sera compilada
en la Bibliografía selecta. al final del articulo.
pueda emplearse como documento. La defi-

Mi agradecimiento a C. Go ic, no sólo por lecturas cri- nición de 1ex10 debe complew.rse aludiendo a
ticas del manuscrito sino también por largas conversaciones la operación clasificato ria. puesto que una
.¡ manten idas du rante el proceso de redacción. cult ura no sólo conserva los tex1os, sino que los
l Dos ejemplos il ustrativos de estos aspectos son los
t
siguientes: a) para lo «literario,, de tales escritos: «Claro está conserva como textos de una cierta clase.
l Ahora bien, los criterios de clasifica ción operan
que, en los primeros capituios, hemos tenido que admitir
l a muchos hombres de acción o de pensamiento que escri-
bieron crónicas y tratados si n intencion,s anistieas (sin
en disti ntos ni veles : dos de eilos nos son im-
\ embargo, aun en esos casos, la cu ota literaria (?) de sus es-
prescindibles para la materia que tratamos :
j cri tos es lo que apreciamos»: b) para el género :« ... apartando en primer lugar, los texios se clasifican por su
lo que se hizo en lengua indígena y en latín( ...) do; géneros. pertenencia a la clase más inclusiva (literarios,
aunque de apariencia medieval, son los que. al comacto
con la nueva realidad americana. adquieren fuerza creadora:
1 la crónica y el te3 rro 11 . Enri ue Anderson Imbert. Historia
de la Li1erarura H,sp<1noamerirnna. México. F. C. E., 6.• ed .. vol. 8. núm. 2-3. 19i 5. : 69-:~J Pa r., :a histonogralia. Be-
1967, t. l, págs. 11 y 19. nito S'1 nchez Alonso. H:s10r:n .ie !a h·:.¡ roriograJia espariola.
2 P:ira la periodización «literaria>). además de la propuesta Madrid. Gredas. J%.¡.
por el propio profesor Anderson lmbert (op. cil.); la pro• 3 Para la noción de texto pue-J~ consulta rse Boris
puesta posterior de Jose Juan Arrom. Esquema Gt!neraCional Uspenski y otros. «Theses of :he Semíotic St udy of Culture».
de las Letras Hispanoamericanas, Bogotá: Caro y Cuervo. en S1ruc1ures of Texts and Semio1ics .>/ Cu/1ure. J. van Der
2.• edición 1977, donde se contiene un resumen crítico de las Engy M. Grygar(eds.)(',louton). 19-;_págs. !-,8. También.
divisiones generacionales existentes, para la literat ura his pa• W. Mignolo Elememos para una reor:a del texto literarro.
noamericana; tam bién1 la mas reciente -para la época Barcelo na. Crítica/Grij albo. 1,r s. donde se encontrarán ias
colonial- , de C. Goic «La périodi,ation dans l'histoi re de bases de las cuales este tra ba'o se cc asidera co mo una ex-
la líttérature hispanoamériciinc>>, en Érudes l itiera fres, tensión de ciertos problemas· il!i tr:Hados.

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filosóficos, religiosos, etc.). Denominaremos pucio y de Pedro Mártir de Angleria. Estos
esta clase, en su generalidad, formación tex- textos forman parte de 1a cultura hispana las ideas o los valores personales de los autores el cual se consolidan la historia literaria y la
rual 4 ; en segundo lugar, los textos se clasifican no por la lengua en la que están escritos sino considerados. Con ello no negamos la impor- historia de la historiograf1a y se recuperan, del
en el interior de una clase. Para el caso de la por referirse a un hecho crucial en la historia tancia de esos aspectos, sino que sólo inten- pasado, aquellos textos que «muestran», desde
literatura, contamos con la conocida clasi- de esa cultura (por ejemplo, el descubrimiento): tamos precisar nuestros propósitos. Sobre la perspectiva de la recepción. ciertas propieda-
ficación en géneros y sus correspondientes y por estar los escritos relacionados, de algún estas bases podemos ya especificar nuestro des o historiográficas o literarias, aunque estas
subdh~siones. Denominaremos a esta segunda modo, con la estructura de poder de esa cul- ...... intento. Primero analizaremos las cartas rela- propiedades no sean características en la
operación clasificatoria ripos discursiros ha- tura en el momento de escribir. torías. Por «cartas relatorias>J entendemos, producción de tales discursos. Finalmente,
ciendo al mismo tiempo la salvedad de que, por Hemos introd ucido en el párrafo anterior como es obvio por el adjetivo, las cartas que aludiremos en forma breve a un grupo de
una parte, los 1ipos discursivos rescatan par- un principio que cumple una función orga- relatan con cierto detalle un acontecimiento; textos cuyo referente los adscribe a la familia
ticularidades de la /iJrmu de los textos y, por nizativa: los textos en consideración pertene- distinguiendo así las cartas relatorías. cultu- textual en consideración pero que presentan
otra. que podemos encontrar, en la historia cen a ciertos tipos y también, en ciertos casos. ralmen'te marcadas (por ejemplo, Colón, Cor- -esta vez a la «historia de la historioeralia»-
de una cultura, tipo,· di.1cursivos que no se rela- a distintas.formaciones textuales. Sin embargo. tés), del gran cúmulo de cartas que se inter- la dificultad de considerarlos (a pesar de sus
cionan estrechamente con una formación 1ex- el criterio organizativo del material que consi- cambian entre los conquistadores y la Corona propiedades referenciales) como parte de la
111al (tal como lo veremos en el caso de las deramos en este capítulo no lo determinan ni o entre conq uistadores y representantes de la historiogralia. En tamo que, para la «historia
cartas y de las relacio111•1•), el tipo ni la formación (como queda claro en la Corona en Indiass. Estas cartas, que 1ienden de la literatura», y a pesar de sus propiedades
Con estas definicionc~ t>paativas en nuestras segunda parte del título) sino el referente: el más hacia lo documental que hacia .lo 1extual, referenciales. muestran mayores evidencias de
manos, tratemo\ entonce, de acercarnos a la descubrimiento y la conquista de Indias. De son portadoras de mensajes, pero estos men- su carácter «Ii1erano11 (por ejemplo La Arauca-
materia empírica que nos corresponde. En es1a manera necesitamos un segundo criterio sajes no son relatos de los descubrimientos o de na. El Cautirerio Feli:. El Carnero. etc.).
primer lugar el uspccto relacionado con la al que podemos llamar cronológico-ideológico. las conquistas, escritos por los conquistadores
lengua y el te.xto. U1111 culturn puede considerar Si la agrupación de dos adjetivos incongruentes o navcgan1es o por alguien que no haya par-
significativos no sólo In~ 1,•x10~ escritos en la es sospechosa, la justificación de ella seria ticipado en los hechos (por ejemplo. An- l. CARTAS RCLATORI ~S
lengua de la culturu. sino t,m1bién aquellos que, por un lado, en el corpus textual cuyo glería). sino «comunicaciones» (informes, so-
que. escritos en otru len¡,1111 .1lgni(ic1m, de una referente es el descubrimiento y la conquista, licitudes) que reemplazan la inevitable falta El hecho de que la~ cartas ocupen el primer
manera o de otra (dctcr 11111111bk en cada caso), el límite cronológico puede trazarse situando. de copresencia entre el destinador y el destina- lugar en nuestra expo,1ción no necesna preám-
en la cultura en cucs11ó11. Un ca~o que se nos en una punta del espectro, el Diario de nare- tario. En segundo lugar nos ocuparemos de las bulos. Pero la simplicidad del hecho tiene.
aparece de inmediato Mlll 111~ ~111111, de A. Ves- gación de Cristóbal Colón y, en la otra, la relaciones marcando, en este caso, la distinción sin embargo, importantes consecuencias. Co-
Historia del Nuew Mundo de J. B. Muñoz entre la relación como tipo discursivo y el em- mencemos por lo mas obvio: el objetivo prin-
(1793). Esta cronología (que coincide con la pleo del vocablo «rclaciónJ> en contextos en los cipal de hombres como Cristóbal Colón y
' Llegamo, aqui a lu 11c«rnt1• 1m,1111ml1,lutl de In ter-
minología._L~ «reoria>J que l,1 hau• 11tu1,ar111 e), simple- época «colonial>i), está marcada - a su vez- cuales significa, simplemente relato o informe. Hernán Cortés no es el de escribir. sino el de
~cnt:': la s1gu1ente: a) de la mi,rnJ lll qué' en lu comu-
11'1 4r1t
por una dimensión ideológica: lo que se de- En tercer término nos ocuparemos de la crónica descubrir y el de conq111srar. Escribir es secun-
n1ca~1on oraL :1 hablan1c de un~ len,11,1 11,110 unJ compe-
nomina generalmente como «lndias>i o «1'< uevo ~n rdación con la historia puesto que, como dario y. en cierto sen1ido. una obligación:
tcnc_Ia pragmatica que le: permite, en vt 1urc11r111, concretas,
elc~r el r,~istro adecuado para 111 a, 111 do hnhlu (no nos Mundo»;en los escritos anteriores al fina l del sugeriremos. los «cronistas indianos» no escri- aunque esta sea. en el caso de Cortés. aparente-
dirigimos de la misma manera a nuc,1ru >1ílllMII 111111110 que siglo xv111y que, con más asiduidad, comienza bieron en realidad «crónicas»; y, en la mayoría mente, también un placer. Colón manifiesta
a nue!lro jefe). las forma., escnrn, 11cnr11 111111h1~n !u «re- a denominarse «América» en el siglo x1x de los casos en que ·el vocablo se emplea, lo esta obligación muy claramente en la carta del
Jistro>~ ni que denominamos utipo, dl1oicur,1"n"~ · lo cual hace como sinónimo de «historia». Las «his10- tercer viaje donde. refiriéndose a los anteriores.
ii@nifica que todo acto escrito de lcn,tu1iJC' ,e ¡,ltc~~ u una no sólo es -lo sabemos- un ca1;bio cÍ~
•forma,, (llpo¡ preesiablec1do en la ,o.icJu,I cn lM ,uul d uc10 nombre, sino una modificación conceptual rias» del descubrimiento y de la conquista les recuerda a los reyes que «... no hobo grande
de lenguaje tiene lugar: b) los lipoi d11r11r,1,01 pueden ser relacionada con un cambio político-económico permiten situar en sus respectivos niveles el ni pequeño que no quisiese dello cartaiib.
1cx1u~lizados y convertirse así en tipo, '•"unir, 111 curio, tipo •Y la formación textual. En tanto que Por su parte, la carta que los reyes le envían a
por eJemplo, es un tipo discursivo u meno, 1¡uc du1111, clr• que trazamos, cronológicamente, con la in-
cuns1ancias culturales otorguen a cicrru" y tlctc11n11111da~ dependencia. las cartas relatorias y las relaciones son, Colón dándole indicaciones para su cuarto
c~rias ~n valor textual; e) por aira parle, hny l11111b11l11 tipo• Finalmen1e, nos queda por agregar que el en el momento en que se escriben, sólo tipo viaje, ordena : «... facer memoria de todas
d15<:urS1_vos que tienen su lugar asignado en un• u,11vltlud corpus textual en consideración constituye discursii:o textuali:ado que. con posteriori- las dichas islas. y de la gente que en ellas hay
1n<11tuc1onal de la cultura (p. ej. la no,·el.1 o el rr,11.1uu tn In dad. se incorpora a la formación tex111a/ y de la calidad que son, para que de todo nos
•Ct1>1dad literaria o fil osófica. por ejemplo) 1 , u r,tr 111vel una unidad en la medida en que todos los
ln\titucional de la ac1ividad verbal oscritn ni qur 1lr11n111lnn textos tienen en común ta nto el referente como literaria o histuriogr~/ica. Hablamos de «tipo traigas entera relación» 7_ Un ejemplo más
111~ Jormanon 1extual. Tipo y JormantS11 son lot tl~m~lllo'I cimas fro nteras cronológico-ideológicas. Pero. discursivo textualizado» porque tanto las car- tardio lo ofrece Nicolás Federmán, hacia l530,
hl,ic~s o los componcn1e< básicos del con1cu ,1 di" urmu ras como las relaciones se escriben con la cuando dice: «Todo ... había sido ano1ado ante
,te la actividad escrita. Finalmente. 1ipu. j11rm11t•t,11, y / 111111/111 por otro lado, por pertenecer a tipos y a for-
1nd1can tres ntreles dis1intos de clasificaculn Y r,1e u el maciones distintas. tal unidad puede mejor obligación de informar a la Corona y no con un escribano público. que también iba en este
lundamento de la necesidad terminológica. A»rc»11•mnH¡11c designa rse como una familia tetlllal en la que la i111e11ción d~ pasar a la dimensión del libro: la viaje y que ano1aba lo que iba sucediendo ....
1 sc:nudo que le damos a la noción de Jomwr1011 '"''""' cncontrar~mos. como en 1oda familia. di- cultura los convierte de discurso en texto. de- Pues en todas las tierras de las Indias sometidas
11('ne su ori1?en en la noción dr uformacionc\ (lp1c,·11f'ltv11,,1 bido a la importancia del hecho cultural que
rropuesta por ,\l. foucauh «.-i prupos de ,n grmulr¡ ¡,, . v~r,rdad de formas y de funciones. En c~n~ral a la Majestad Imperial har orden 1• mandato
millts d' t'lu>t:eé.t, que s'imposn1t a ncJtre luJln111dt• tft ,~ 1ratara de señalar las características.-escruc- relatan. Finalmente, si las canas y las relaciones de hacer esto y de· dar infÓrme fid~digno a la
.¡uim designe cumme la m,uJ~,·m,:, ,.w I' üummm• u11 IAirum turales. discursivas y pragmáticas que tienen forman parte de la «historia literaria» o de la Majestad Imperial de lo que se lleva a cabo en
mu,re- je m • étais demandé sur quoi elles pm,1·ulu111 Jrm,ler
estos escritos desde la perspectiva de su pro- «historia de la historiogralia», no la forman las lndias1,8.
ltur unité» (L 'Archeologie du Saroir, Parí<: G111llmnrd,
1969, pág. 52). La formación discursiva o 1ex1ual ,e con,1i- dut.:i:ión; características que permiten agru- por la i11te11ción de escritura (i. e. ni Colón ni
1uye co_m~ unidad mediante los preceptos que lu definen parlos en tipos y en formaciones. Ello implica Cortés se proponían «hacer literatura o his-
l'Omo d1sc1phna: c<LA discipline est un principe de controle út•
que lo que se dirá sobre cada autor considerado 1oria»). sino por un cambio epistemológico en 0
M. Fcrnández de :--.a11arretc. Colección de los Viages
1<1 production du discour.1. Elle lui Ji.u des limites par le Jeu )' Descubrimientos que h1ctero11 por Mar los Espa,io/,s(l825),
il' une. idtn1,r; qui a la forme el' un niactualisation permm1u,11c afecrnrá sólo aquellas informaciones que nos tomo l. Buenos Aires. ed. Guarania. 1945. pág. 370
111 s regles1t (~t. Foucault. L 'urclre tiu discours, Purls, Ga~ permilan describir la actividad escritura!. Por ' Carta, de fodia, (publicadas por primera vez por el • rernández de i'<a,arrete. "P· w .. tomo t, pág. ~01.
lhmard. 1971. págs. J7-J8) tanto. se dejará de decir aquello que afecta Ministerio de Fomen10). Madrid. Imp. de E. G. Hcrnández. • Citado por Frnne1sco Esteve Barba. Hiswriu~rafla
1877. Reproducidas en B. A. E.. "ºl. 26~-265. 1974. tmi;tmu. ~Jdnd. Gre~a.. l9t>-l. pág._;:!. Cursivas agregadas.
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tolomé de las Casas, tiene la notable forma de !,.os elementos del paisaje, sostiene el mismo
uu diario en tercera persona: mientras que. autor, son los cuatro o cinco invariables:
por una lado, las Casas conserva las fechas; árbol, agua, brisa y canto de pájaros ig_ Estt·
por otro, reduce los enunciados en primera hecho, indudablemente cierto, no garantiza
persona a enunciados informativos de la ac- de ninguna manera la literariedad de las cartas
tividad de la tercera persona. Algunos claros de Colón; aunque más no fuera en el particular
ejemplos se encuentran en la transcripción aspecto de la descripción del paisaje. Es
correspondiente al viernes 21 de diciembre. quizás mas adecuado ver en e'ste hecho no una
En esta oportunidad Las Casas alterna las dimensión literaria, sino una dimensión cogni-
palabras de Colón con las suyas propias, hasta tivo-expresiva: la cognición de un objeto o
que. en un momento. las palabras de Colón acontecimiento, tal como se manifiesta en el
i;e continúan en las suyas: «Y hay muy lindos discurso, que expresa tal acto cognitivo. Sa-
cuerpos de mujeres, y ellas las primeras que bemos al respecto, que la cognición de un
venían a dar gracias al cielo y traer cuanto objeto o de un acontecimiento. no resulta
tenian, en e,p.:~iaJ co,as de comer, pan de únicamente de las Informaciones q1•e se 11ex-
ajes y gonza avellanada y de cinco o seis traem► de tal objeto sino tambien ¡y quizás
maneras frutas, de las cuales mandó curar el fundamemalmente), resultan de lo qu.: sa-
Almírame para traer a los Reyes» ' 4. Ob,1a- bemos antes de enfrentarnos con el obJeto. Los
mente, ni Colón en su organización del in- filósofos de la historiogralia han puesto de
Pasaporte expedido n l 'nli\n en 1492 por los Reyes Católicos forme sobre la base de dos tipos discursivos, relieve este hecho hablando. para la cognición
ni las Casas pasando, en una misma frase, de historiográfica, del «conocimiento ba,ado en
la primera a la tercera persona, intentaban las fuentes» y del «conocimiento no basado
El «Diario de n11vc11111.11>111>. informe de Colón tienen tanto la carta como el mápa, en la trans- alterar los géneros literarios: el primero se en las fuentes» 19. Se ha repetido muchas veces
sobre su primer viujc u e\ el texto inagural de la formación de las nociones cosmográficas. proponía simplemente informar echando mano que una de las particularidades de los escritores
f~milia. El sentido 411r t1t·n1: aquí la palabra Pero ¡,cómo. se dirá, si hablamos de canas de lo, recursos más inmediatos para hacerlo: del descubrimiento y de la conquista. al meno,
«inaugural» es dohll• JH1t•~1n que, por un lado, relatorías comenzamos con el «'oiario de nave- el segundo. como lo veremos, explícitamente los de la primera hora. es que no disponían de
es el primero y, por 1l1r,1, r, d texto que marca gación»? Pues, porque el «Diario de navega- se proponia escribir «historia». modelos para escribir sobre las Indi a,.'.'O . Esta
un lugar especiul l'n rl wntcxto verbo-con- ción» (o «Libro de navegación») es ambas cosas Hay todavía otros aspectos de las canas observación, sin duda cierta, implica que el
ceptual por ser, p1t'l't,11111r111c, el escrito que a la vez. dacio que su realización evidencia es- colombinas. muy destacados ya •ior la cri- objeto (por ejemplo, Indias) no tiene un len-
habla de tierra~ lu1'1,1 C\1 1110111cnto. nunca tructuras de los tipos discursivos diario y tica. a los que nos interesa referirnos. Anderson guaje que lo exprese; es, hasta el.momento deí
vistas; y por ello 1¡111111.u 111 lo que ofrece el carta 12. Distinciones que, para Colón, no Imbert los resume de esta manera: <<. .. en el descubrimiento. un objeto «silencioso» y es.
«diario» es la cvidr11~i., de unn realidad v el tenían mayor importancia y es asi que se fondo de los pasajes más vívidos de Colón no precisamente en este sentido. ignoto Nada
comienzo d.: unu I r,1yll 11111.1 ·11 la que, p~co refiere a su actividad con el verbo escribir: «... y habia una visión directa de América. sino el más natural, en casos semejantes. que rer
a poco, se va mod1tirn11tlu rl rnnccpto de la para esto pensé de escribir todo este viaje reflejo, como de nubes en un lago quieto, de el nuevo objeto con los ojos conformados al
estructura y la hub1111h1lul11d del orbe. Los muy puntualmente de día en día todo lo que yo figuras literarias tradicionales» 1s. Otros es- entorno que conocemos. Lo cual quiere decir.
textos del descub111rn111111 e diferencian. de hiciese y viese y ¡>"asase como adelante se tudiosos 16, analizaron más en detalle este expresarlo mediante el lenguaje con el que ex-
este modo, de los lle lu 1.,11111u1,1,1 no sólo por verá» 1-'. Lo curioso de esta cita es que en ella • aspecto acentu:rndo la polémica que, por un presamos y nos referimos a los objetos cono-
su tema, sino por In tl11nt1htu11 que tal tema se manifiestan los rasgos distintivos de la carta lado, atribu}e a Colón un gran don de obser- .:idos. [n~entar un «nuevo lcnguaje11 tcuai-
adquiere: en el cu111 1kl dr cubrimiento la y del diario. Por una parte, la apelación directa vación y, por otro, Ie·reprocha monotonía en la quiera que sea este), siendo que el destinatario
carta (información Vl'r hui ~11 ht que se des- a su destinatario identifica el «escrito» como expresión. Se subraya que: del mensaje no ha i:isto el objeto es, simple-
cribe la posición de In\ 1111,•hh 11cm1s) es com- carta; por la otra, la ex prcsió.n «de día en día» mente, producir un discurso ininteligible. s;
plemento de la car/11 11'1 111,11111, información lo identifica como diario. Un análisis detallado La polémica, de cieno modo. no da en el aceptamos estas premisas. la descnpción del
gráfica donde se di.rn111 l,1 pm11,1ó11 de las nuevas de los enunciados colombinos. en sus infor- blanco. puesto que la óptica del almirante paisaje en las cartas de Colón. de ninguna ma-
tierras) 11 : dos sistemas de MVJIIH que van arti- mes «de dia en día», permitiría observar, con es predeterminada por una tradición, que nera evidencia un aspecto «literario», sino
culando una mismu n111d1 J1, Mlón conceptual. mayores detalles, el carácter muchas veces selecciona la realidad a describir ) que le más bien coenitivo: isla tras isla, la descrip-
1lc ahí una de las dinu·mtor , ,~x1u,1lcs que hace reducirla a los cuatro elementos del ción se resu;lve en pocos renglones (que in-
ambiguo y muchas vece5 alternado. de la rela-
paisaJc culto de los trovadores y de la lírica terfieren, la mayoría de las veces, con las ex-
ción autor-destinatario. Agreguemos que. por y novela italianas. es decir. del paisaje que
el mero azar de haberse perdido el original. aún stgue siendo el paisaje ideal de aquella pectativas de encontrar oro en la rib.:ra de un
Y Sabemos que el OílKlll•I , h, 1 Ji<l11 y qut no, ~u,da
el <~compendio» rcali1ot10. 11~111 rnlh 111lr1 p111 H11rtok1rne
la copta que no~ queda. en la versión de Bar- ~poca. probablemente no sin sugerir cons-
.le las Casas. Carlos Sanz lo h11 rdli•,111 Ml~ntrni•ntc, Junto ciente o inconscientemente un color parn- 1, E. Palm. op. cit. Sabemos tambien la top,c, que ~
'1ln lo Vl!r'iión faci;imilM U~ l t C..a .J r /J,11110 .t, , fr ,,. disiaco t·. .:ons1ituyc iobn: el pai~aje ideal en la literatJra m~die,·al pC'r
,\ladnd, 81hho1heca Amem,111• Vrt 11,11111 !•lh' 1~ Form,1lmcn1e podemos dis11nguir estos do, tipo< por. el cs1udio de E. R. Curtius, literatura Europea y Edad .1/em,i
10 Sobre el muido de ta, ~Qlnhr.• ,.,1,•,rnhr1rn1en111" e
ni, ~enos1 una de sus estructuras: la carta tiene do:i personus Lati11a, México. F. -. E., traducción de Margit Fronk y
•n¡notas», como dcscnpdun do 111 0111111 ,·,11 ,~loinb,nu, d1sun1as en función de destinador y destinatario: en 1anto 1• Diario de Colon. op. cit.. folio 42. Antonio Ala1orrc. 1955, págs. 263-289.
ver el interesante (y ya cld1lco) •11•11111 ,IL I O (JormJn que para el diario, la persona del deslinador es la misma que 1i Enrique Anderson lmb<rt. np. cit .. pág. 21 19 Los conceptos provienen de Jcrzy Topolski. .\ferhoáv-
1a idea del descuhrimle1110 dt AmirltO. \l~\l<0, Con1ro da~•- la del destinatario. Para esta amphficación del 1<modelo co- to Leonardo Olschk,. «What Columbus saw on landing lo~y nf Historv (traducido del polaco por O. Woitasiewiczl
ludios Filológicos, 1951, e,pedalmen1, ll~W•• Y IX municauvon véase J. Lotman, <1Dos modelos de comunica- in th< West lndics?" Pruc,eJing., of the Ammcan Ph/111- lHolland, D. Reidel Publishing Compaoy). 1~i6. pagi-
11 Una buena parte de em inntcn•I p11eM cnn,ultM,c
ción en el sis1cma de la cultura», Tartu: Tr:,d,·. 1973. ;oph,cat Soci,ty, 84. ¡ 9,11, págs. 639-649. nas 418-30. Ed. esp.. Madrid. Cátedra. 1982.
en las_ediciones de Cario, Sanz: u, c;,.,,ruphlu rlr Pt11/m11ru. p,i¡s, 227-243. • •· E. 8. Palm. «España anle la realidad Americ,na,., lO José Antonio Maravall. Lusjacwre; de la Idea de pr•~
4mpltada con los prímertJS mupm 1mprt.t m d,• lmtlrw:z, l.' Dlarw de Colon. edición Je Carlos Sanz. op. dt .. Cuad,•,,os Am,rirn11os. vol. XXXVIII. núm. 2. 1948. p.igi- '?reso en el re,radmientu Español. Madrid. Real AcademtJ
drsde 1507, Madrid. 1959. folio l. na.\ ;:~1. Je la Historia. 196.1. págs. 11.1-114.

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clásicas: «Yo no hallo ni jamás he hallado es- discursiva en su posición geográfica; además.
río o especias en las hojas de árboles descono- con respecto al primer punto, observaciones criptura de latinos ni de griegos que certi- inician el discurso sobre lo «natural» y lo
cidos)21; siendo, además y la mayoría de las como la siguiente: ficadamente diga el sitio en este mundo del ccmoral» que se continuará en las historias pos-
veces. repetición de las descripciones ante- Paraíso terrenal, ni visto en ningún mapa- teriores: Por otra parte, sus cartas y diarios
riores22. Colón de ninguna manera marca (i. e., Yo siempre lei que el mundo, tierra é mundo, salvo, situado con autoridad de ar- son los informes de una empresa política y
da instrucciones a su desti natario) una inten- agua era esférico é las autoridades y espe- gumento))27; en tercer lugar, sitúa el Paraíso comercial y el testimonio de la imaginería y
ción escritura! que conecte su acto de len- riencias que Tolomeo y lodos los otros es- las obsesiones del sujeto a cargo de tal empresa.
cribieron de este sitio, daban e amostraban según sus conclusiones cosmográficas sobre la
guaJ~ con lu tradición poética de la cual, pre- forma de la tierra: «Yo no tomo q uel paraíso He ahi una red tópica que otorga su lugar
sumiblemente, extrae sus modelos. Caso muy para ello así por eclipses de luna y otra, de-
mostraciones que hacen de Oriente hasta terrenal sea en fo rma de montaña áspera como 1ex111al a estos escritos que. como tales. son el
distinto al de Ercilla quien, desde los primeros Occidente, como de la elevación del polo el escrebir dello nos amuestra. salvo quel sea resultado de un ac10 secundario, siendo el
versos de la Araucana, nos indica el legado de Septentrión en Auwo. Agora vi 1an1a dis- en el colmo alli donde dije la figura del pezón principal el de descubrir. Esto\ escritos, que
una tradición. Colón, por el contrario, si usa conformidad, como ya dije, y por esto me de la pera, y que poco á poco andando hacia se enderezan hacia la verdad y no hacia la vero-
1
modelos «literarios» los usa como la manera puse á tener esto del mundo, y fallé que no alli desde muy lejos- se va subiendo a él. .. »28. similitud, .que son pragmáticamente (defi-
más expeditiva de informar y señalar el asom- era redondo en la forma que escriben: salvo La quiebra del sujeto, po r su parte. que toma nidos por la intencionalidad del sujeto) ver-
bro que le produce lo que ve. que es de la forma de una pera que sea 1oda el lugar que debía ocupar el informe. se anuncia daderos, y semánticamente «erróneos), o ccima- 1

De los viajes subsiguientes de Colón. que muy redonda, salvo allí donde 1iene el pezón
que alli tiene más alto, 6 como quien tiene ya en la introducción de la tercera carta y ginarios»; ~on, por todo, estos aspectos. partes
fueron acompañados por respectivos «diarios», una pclo1a muy redonda, y en lugar della llega a su expresión más patética en la cana de las cdetras» 33 de una cultura. 1
nos queda sólo el testimonio de que ellos han fuese como una teta de muger allí puesta. y de Jamaica, cuando una «voz piadosa» - oída
existido. Nos quedan, sin embargo, otros de que esta parle deste pezón sea la más alta en circunstancias muy especiales (« ... yo muy 1
~us escritos. En especial las cartas de su ter- i: ma, propinca al cielo. y sea debajo la linea solo de fuera en tan brava costa, con fuerte Nos referimos ya al hecho de que la ex-
cer y cuarto viaje2J. En la trayectoria que equinoccial, y en esta mar. Océana en fin fiebre, en tanta fatiga ... » 29)- lo enfrenta al presión 1cColón descubrió América» es por
podemos trazar desde el «Diario de navega- del Orien1e : llamo yo fin de Oriente, adonde dilema entre la fama terrena y la salvación un lado obvia y por otro incorrecta. Es obvia 1
ción» y la primera carta2~ a las del tercer y acaba 1oda la 1ierra é isla,, é para esto allego divina. La «oración>) JO que Colón «trans- porque al mencionar tal hecho establecemos
cuarto viaje, vemos que las descripciones del 1odas las razones sobreescrip1as... »2i.
cribe» muestra, por un lado, cierta conciencia un lugar común de comprensión y de comu- 1
paisaje y de la gente, se alternan con otras preo- del «estilo»Jt y, por otro lado, deja testimonio nicación: es incorrecta porque. sabcmo,. para
cupaciones: la cosmografia y las obsesiones Trozo en el cual la dudosa sin taxis no oculta del sujeto demolido por la empresa societaria Colón las tterras descubiertas no so n ni :\m~- 1
personales. En la tercera carta encontramos, la linea argumentativa en la cual la experien- de la cual las cartas eran el informe de activi- rica ni un Nuevo Mundo, sino parte de Asia.
cia (conocimiento basado en las fuentes) co- dades. La quiebra del sujeto no puede sino El descubrimiento es. para Colón, descubri-
rrige los conceptos «leidos» (conocimiento no manifestarse en los términos que su cultura miento de lo na I ista pero sabido y de ninguna 1

~1 Ramón Iglesia, ha observado, no sin cierto desdén. basado en las fuentes). Este párrafo, junto con le ofrece: la salvación divina como alterna uva manera descubrimiento de /o no cvnocidv,
que«... en este primer vinje es el comerciante quien domina. la argumentación que le sigue, ejemplifican del fracaso humano («Yo así amortecido oí puesto que se sabía de antemano lo que eran: 1
TratJ de no espantar a los indios. de infundirles confianza, uno de los aspectos marcados en las carta~ todo: más no tuve yo respuesta a palabras Hel fin del Orien1~,, 14 . Este es el momento de
de enratu;arlo, (...) pegajoso e insistente co1no viajcnte colombinas: la intencional i11scripciú11 de sus
de comercion, El hombrr Coltm y UITIJS ensaytJs, M éxico. El tan ciertas, salvo llorar por mis yerros. Acabó la historia cultural en que la nom ínaliz,1ción
Colegio de México, 1944, pág. 31. cartas (al menos en uno de sus aspectos) en de fablar, quien quiera que fuese, diciendo: del referente (« Indias»: «América>)) entra en
22 Scriui di Cristo/oro Colombo. publicaui ed illustrati la tradición del discurso cosmográfico y no No temas, confia: todas estas tribulaciones litigio y cuando las cartas de A. Vespucio
da Cesare de Lollis. lllustrazione al documento !, Raccolla del poético. están escritas en piedra de mármol, y no sin (aunque escritas en lengua italiana y. la de
Colombiana, parte L, vol. l. págs. S yss. Por su parte, las obsesiones personales - que
23 Del segundo viaje nos queda el informe «que un Dr. causa»). mayor relieve «~lutidus ;',iovus». traducida y
ChJnca llamadc, natural de Sevilla, fue en este l'iagc y ar- nada tienen de literario en un momento en que Las cartas y los diarios colombino,, re- publicada en la1in) ;; adquieren , u lugar y
mada por mandato de los Católicos Reyes, y dende allá lo poético se determina por sus grados de vero- sultados de un deber y de una obsesión, son
escribió a los Señores del Cabildo de Sevilla lo que les acaeció similitud y no de expresión (en el sentido ro-
y lo que vio» (Fernández de Navarrete, up. c11., tomo !, los textos originales que definen, aunque cqui- JJ LJ noción de texto. en el senudo deñnido yen el marco
pág. 327). Del tercer viaje, «La historia del viage quel Al- mántico)- se manifiestan en dos direcciones: vocamente 32, el referente (Indias) de la familia de la lemióuca. podna. como conccp10 abstracto. relocio-
mirante D. Cristóbal Colón hizo la tercera vez que vino á por un lado en la imaginería, paralela a la com- narsc muy de cerca con uno de los sentidos empíricos que la
las Indias cuando descubrió la tierra firme. como lo envió probación empírica, que le lleva a pensar en fam1ha del vocablo lrtra., t«Se toma muchas vecn por las
á los Reyes desde la Isla Española» (Fcrnánde,de Navarrcte. :1 ~a••arrcte. op. dr. pág. 1~ ~- .:iencia!>, anc:~ y crud1~1on;.. Diccfonarfo de Autvridudes)
op. cit .. pág. 367); y también «Carta del Almiran1c al ama las puertas del paraíso: po r otro. en la mani- 18 Navarrete. op. cit., págs. 382-3. uene en el siglo xv1. Por e1emplo. en Fernández de 0v1edo:
(que había sido) del Príncipe D. Juan. escrita hacia fines del festación de la quiebra del sujeto. notable en su 29 r,;,varrete. op. cit.. pag. J ~). •• ... El Pontano en Náooles (... ) el qunl en aquella sa~on era
año 1500» (Nnvarrete, "P· cit.. pág. 387). Del cuarto 11ajc. cuarta carta26. la fuerte convicción dt! estar -'º El e¡emplo conocido. en la historiograíla clasica. ,s la tenido por uno de les !aera11ss1mos y e1octos hombres de
adema, de la cana de Jamaica. cscrua por el propio Colón, ante las puertas del paraíso, está ligada a sus «conmo\'edora oración fünebre» donde Tuctdtdcs ,>60- Italia,, (llmurra Grner~I y ,\atura/,,, las Indias. tomo l.
queda la relacióndel «escribano oficial» que los Reyes envían 400 a. de C.) le «otorga» la paiJbra a Periclcs (LA euerra del ~adrid. 185l. pág. JOl. Las letras y sus practicantes (los
~on ~!: uHabl!is de ver (le ordenan lo) reyes antci; del ~UJ.rh) especulaciones co~mogrúficas. En primer lugar. Pco/opont!su). C.Jrre\ponJI! ¡;1mbi(!n, en la r~1ór:,J Jtrna .itc:rJlOS y lo:i iitcrati).s1mo:,l. deñnen .:i ambilO dd It'.\to:
via¡el en estas islas y tierra firme que dcscubriercdcs. qué Colón comienza por repetir la posición del :1 lo que en Ad Here11nwm se clasifica t.·omo frnwr•
clásica. m1cn1 r:i.s que la gramJltC"'l se ocupa del hablar correcto. pero
oro é plata é perlas é piedras é espccma é otra, cosa, ho- para iso terrenal en la versión de la «Sacra mallo 1prosopopeya). y de la ~ual se observa que. como fi. !undamcnialmente del n...:Hexto, P:ira 13 nodón de no•lexro,
biere 1... ) é facer de todo ello relación por ante nuestro es- Escritura»; en segundo lugar, y al igual qu<' en gura umda 3. la amplificación. se la emplea en .cierto, 1..-.isos \Cf B. u~pcnski '! otri.'~. •>p. dt .. nola ·' ·
cribJno e: oficial que No~ mandamos 1r con vos para ello...•> para d~pcrtJr piedad (,, /lat1. con/ormmio. bu1 Uf. piures 34 F. d..: ~d\arretc. l. l . op, cit., pa~ .J9J.
t :,.;a\'arrele, op.
Ut., pag.
~0( ), su argumentación sobre la fo rma de l.i tierra. res muta.~ Ot{flll' mamnws uans/erawr, pru_/1clf tr.une" ¡,lu- ~~ La carta que cono~emos hoy conh:i ,(~t undus :"\ovus».
~~ E)ta carta, contenida 1amb1en en l·crnándcz de Nava- continúa con la revisión de. las autoridades rium in amplitica1ionis parlibus et commiseramme>>, Ad He- publicada en latín en 1505 por ~latía, Hutpfuff en Emas-
rretc. ha sido más rl!Cientemcn1c editada, reproduciendo la rennium. L. IV. cap. L1ii). No in,inúo que Colón iuera c~no- burgo. <Sta fechada. en ,u original italiano, en 150:. Esta
primera impresión de 1493. por Carlos Sanz: la carta de cedor consciente de estas fuentes, sino - lo que el t1tsulo1) '=S, al parecer. la 6.• edición: la primera. en italiano. habría
Colón anunciando el descubrimiento del Nuero Mundo :, Fernández de Navarrete. up. cit.. pág. 379. de la oración sugiere- que lo fuera de la trasmisión colec- sido publicado en ISO-!. De todas manera.s, esta es la pnmera
(~fadrid: Instituto de Cultura Hispánica). 1956. Un estudio ~ Quiebrn del sujeto relacionada. obviamente. con el tiva y cultural de esa tradición. a la cual apela Colón cuando carta. sobre el descubrimiento. que ha sido publicada.
detallado de los avatares de esta carta, su fecha, su impresión desplazamien10 que Colón va sufriendo en el desarrollo de sien1e la necesidad de despenar commi.rera1io. Para una descnpción m:is detallada del contenido. las f,chns
y dismbución. con numerosos documentos. es el del mismo la empresa que él mismo comenzó. Para un resumen histó- JI Me refiero a la definición v clasificación retórica J-: lo) y los destinatarios del epistolario 1espuciano (induidas
Carlos Sanz. El gra11 secreto ,Je la curta de Culón (critica nco vCase J. Viccns Vhes. editor. HiJtona soda/ r ~<'onomica tres csulos tAd Herennium. L.·1v .. cap. Vlll-.Xll1. Jquelts.s carta) que ~ (:-tcontraron en d -.iglo xvml. S<: con-
h1:.tOnca) ,. 01ras mlidune.s a /u Bibliutlrt'ca Amefll'UI/U I dUS· de E,pmia y Amérn·a. Barcelona. Editorial ~ccns 1·i,es. !:? E. O'Gorman. op. ctt. >ultar:i l'On mucho pro,echo los bien do.:umcntados. Junqut!
tis1111a, M·adrili. Librería Victoriano Suúrez. 1959. t. 11. págs. 433-65.
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mencionaremos con el nombre abreviado de cartas de Vespucio en comparación con el ée provoca la conciencia conceptual que asume
uLettera». De este modo. la relación enl re las cartas de Colón o de Cortés, comprobamos la~ nuevas tierras descubiertas como la cuarta f 4\ .
viajes y cartas sería la siguiente37 : que - n el caso de Vespucio- el rol textual parte del golbo. Se podría objetar eMa obser- ~
l) Primer tiaje, 1497: La única referencia no ocupa el primer plano como en los otros dos vación dicieñdo que Colón había sido, antes
a este viaje se encuentra en la «Lettcra». casos: tanto en la trayectoria del triunfo de la carta de referencia, consciente de que las
Los defensores sostienen que, en este viaje. a la caída, para el primero; como el proceso tierras al sur de la Española pertenecían a un
Vespucio llega, antes que Colón, a tierra firme; inverso (del c,yo» integrado al «nosotro»> ~. nuevo mundo. Y así lo dejan entrever el mapa
2) Segundo daje. /499: Las referencias a este a veces, remitido a la no-persona de un él de su hermano Diego Colón y el mamapundi
viaje se encuentran en la «Lettera» y en una referencial; hasta el predominio de la figura- de Juan de la Cosa 4 3. Pero lo cierto es que si
eplstola, dirigida a Lorenzo Pier Francisco ción tex1ual) en el epistolario cartesiano. En Colón lo supo, no hay repercusión de ello
de Medicis y fechada en Lisboa el 18 de julio las cartas de Vespucio nos encontramo, con !.:n después de su tercer viaje. nt tampoco Colón 1

de 1500. Ángelo María Bandini encontró esta ,uJelo textual observador que no ocupa d da demasiada 1mportanc1a a este hecho, preo-
epístola en el siglo xvm 38_ pri mer plano en su correlación con el agen:e cupado por su quimérico Cipango. Las cartas 1

3) Tercer riaje. 1501 : Descrito en la «Let- de la acción como se da, de nue, o. en los caso, de Colón no marcan, como lo hace la «Mundus
tera» y además en la famosa carta «M und u, de Colón y de Corte,. Es, repitamos. un sujelo Novus», lo que es crucial para Vespucio. Pre- 1
Novus». Es esta última la que adquiere mayor textual observador pero no un sujeto te:uual sumiblemente porque la misión de Colón
difusión y la que produce la polémica por que debe asumir, con todas su, conse,a.:nci.is, no era la de encontrar nuevas tierras sino la de 1
remitir a las nuevas tierras descubiertas como la responsabilidad de una empresa: ni su de- llegar a Asia. En la empresa descubridora las
Americe Vespucio «nuevo mondo» y no como parte de Asia 39. rrota oi su triunfo en ella. cartas de Vespucio se destacan y se conservan, 1
4) C11ar10 tiaje, 1503: Como en el caso del b) El segundo aspecto, semánuco-reieren- en relación al referente c<indias», debido al
primero sólo se hacen referencias a él en la cial y no pragmático como el primero. se re- cambio conceptual que desencadenan. 1
cumplen su función textual en los escritos del c<Lettera». laciona con el contenido de la er1swla
descubrimiento. Son estas cartas las que co- Finalmente, habria que agregar que los ccMundus Novus». No nos interesa. al hablar 1
mienzan a alterar el concepto (y no sólo el dos primeros viajes se realizaron bajo ban- de este aspecto, si es Vespucio o no su autor: Los historiadores de América conciben. en
nombre) del orbe a partir de los viajes descu- dera española. en tanto que los dos últimos ni ,i \'e,pucio llegó o no a los e~tremos ;¡. la historia de la época colomal, tres penados: 1
bridores. Enumeremos, en primer lugar, el bajo bandera portuguesa. mites de los mares del sur, como se sosuer.e el del descubrimiento (al cual nosotros pode-
material del epistolario y de los viajes de Ves- en la carta 4 1. Lo que nos interesa es que la mos hacer corresponder, en la histona del 1
pucio. Se suponen, por una parte, cuatro via- Dos aspectos nos interesa retener del epis- carta se publicó y en ella se desencadena ia texto -o de las letras-, las cartas de Colón
jes y, por la otra, un controvertido epistolario tolario vespuciano en relación al tema de las noción de la existencia de la «cuarta parte del v de Vespucio), el de la conquista (Cortés. 1
que relataría cada uno de estos viajes en dis- cartas del descubrimiento: mundo>1: y se la ilustra, además. con la po;i- Valdivia) y finalmente. el de la colomzación
tintas cartas. Entre este epistolario merece a) El lugar que Vespucio ocupa en la em- ción de las estrellas desde tales tierras (o mares) (relaciones v «crónicas» de las cuales nos ocu- 1
mencionarse. en primer lugar, la carta im-> presa del descubrimiento es secundario com- que se encuentran en las antípodas dci .. ,i.::o paremos er{ las secciones siguiente~). En e te
presa en 1506 (qui1as una de las piezas más parado con el de Colón, o aun con el de Conés mundo». Si. desde esta perspectha. compa- contexto las cartas relatorías de Cortés dan
debat idas del epistolario) baJo el nombre de en la empresa de la conquista. Sus cartas no ramos el epistolario vespuciano con el de Colon cuenta, lo sabemos, de los episodios funda- 1

Lellera di Amerigo Vespucci del/e isole nuo- son informes obligatorios y están dirigidas no no sólo se no, presenta el problema de la; mentales en la conquista de la región. llamada 1
rnmente trovate in cuatro s11oi l'iaggi36, que a los reyes de España o de Portugal. sino a prioridades del descubrimiento. a toda, iu~ por el propio Cortés, Nueva España. La re-
amigos italianos que son, en su mayoría. secundarios fuera de prejuicios nacionalist:i;: dacción de estas canas, entre 1519 y 1526, 1
:iltamcntc preJu1c10\0S, libros de R Lc\lllier· ..fmafra la <chombres doctos» y no hombres de empresa. smo fundamentalmente para nuestros pro- ocupa desde los treinta y cuatro a los cuarenta
bien llamada, (Buenos Aires, Krafl), 1948, t. 11. págs. 273- Este hecho pone de relieve el aspecto prag-
345; y Américo Vtsp11cio, Madrid. Cuhurn Hispánica. pósitos. el de la función que le otorga a estos y un años de Cortés. La primera carta. que se 1
1966. págs. 91-167. Ln mejor edición del csp1stolario ,cspu• mático de la producción epistolar y destaca 1extos su lugar en la historia de la cultura: ,a ha perdido es reemplazada en las ediciones
ciano pertenece también a R. Levillier: F./ "'"'º mundo. el rol social de quien escribe y, de manera cana c<\iundus Novus». cuya repercusion ;e conjuntas posteriores por la carta del l O de 1
Carias relatir.;as a sus viajes y dtsc11brtmil•111os (Buenos Aires. correlativa, el rol textual en el que se figu ra debe quizás más a un grupo de letrados que 1 julio de 1519 que la cdusticia y Regimiento de
Nova), 1951. En estos trabajos el lector puede encontrar el destinador. Si. a partir de esta nueva dis-
esquematizadas las polémicas sob~ la autenucidad de la las intenciones del propio Vespucio•=. es la qt:e la Rica Villa de la Veracruz» envia a •<doña 1
slenera». Ésta, publicada por Fcrnándcz de Navarrcte tinción, pensamos en el sujeto textual 40 de las Juana y al Emperador Carlos V. su h1jo»-1-1.
en el siglo x1x. habia ya despertado las sospechas de su editor: narrador como del agenoc de lo au1obiogra1ia. qu, cooc::>-
viéndose éste fom,do a sc~alar su desconñan,a medinntc rualizamos mediante las mformacion~ .:l.)nte:t!~as r, !l 1
notas. Véase Fcrn:lndez de Navarme. op. cu.. 1 111. pa- l7 Sigo el resumen de Vicente D. Sierra, Amn1co I t'J• Todo discur.so en cuanto construc-1.ión lingiiist.:c-J.
tt.t10.) de los nuevos de)cubr1rnicn1os mariumos: ta.r~n que lut con-
ginas 196-289. Navarrcte transcribe la traducciónlatina de la pucci. El Enigma de la H11toria de América, Madrid. Editora no con'lt3 iólo de c:nunciados reftrenciale~ Jn11Jiz3['te< t.::-·! ña~J • \<1artm Waldseemuler. S. •cN>ne que "1,~n Ring•
edición 11ahanu de ISO~. publicadJ en la C11Sm11grapl11e Nacional. 1969. p:i~s. 21-23. L, posición de Si<rra e, «anti• ba.5~ s1ntacuco•seminucas. sino que cuenta :amc-;en .:en .Jt man. poeta alsaciano. se vinculó ai Gimnasio a su regreso 1
/ntroduct io (ver nota s13u1en1c) ,espucoana• y opuesta a la de Lev,llier. ~onJunto i;~ c:nunc1ados que no nos rc:mnt Jl 1,re!e:;:-:;~~, !~:J de Paris. ydio a conoeer al grupo un c¡emplar del •\lundus
Jo Fechada en L,sboJ en 150-I y dmg,da a P,ero Sodenn,. lll A. B. Bandim. Vita t lttlere di Anumi:o l"espuc:c,. al whablante~: pues es este conJunto el que ccr.:i¡-:J:-J !l :,..o\ U),. V. D. Sierra. up. cit., pa~. -J
<e imprime en Florencin II principios de 1505. por el editor Florencia I i J5. r,.( (t."Ct'4Qt •! .\1 parecer. Bartolomé Colón ;: ,zó. ,1marg<1 Je un.i
P1c:tro Paccrni Siendo la mth debatida en cuJnto a su :iutC'n· Jv Cfr la transcnpcoón de una copia n,anuscrna. en .&I ParJ :a cucsuon de IJ «verdad)~ del \131C de: \ ~¡-: ..,;,:,. co~1.1 de la •tcarta de Jamaica,, (cuano v1aJc) unos Jpunrcs
ticidad. su función cuhurJI no es por ello menos signifi- R Levillier. or r/1. 1~48, 10010 11. págs. 3)5 y ss ,cr Lev111!er. 1966. págs. 77 y ss. Nótese. son em:-:u,~. .-·, canoeráficos «traduc1endo>1 al di;eño las idcJs geográficas
cativa. aunque coincodimo, con Lc,illicr, (up . cil. 1966. .ao De nuevo no~ C'OCOntramos con la incomoda neccs1dJ<l , veces forzados argumentos de Levillier para rosteoer .a de Colón. El mapa muema (véase la copia en Vicente Sie-
p:ig. 1} 1) cuando••~ala que In 101portJncia de esta es menor, 01! lu terminologla. La diMinción entre ccautorn y ~marradorn realidad de este viaje. rra. up. cit.) las islas descubiertas a ~lllltad de cam100• entre
en cuento a su conoenido, a In «Mondus Novus•. puesto que es hoy bien conoeoda en el ámbito de la ficción. Tal distin- .a: <(ºGimnasio J'oJgtn.u'" fue llamado un ceca.calo . :i- España y Asia. Al ,urde las islas;e disc~a la tierra firme con
en tanto que ésta es t1conccptual», la • Lcttera>t es meramente ción no ts sin embargo sólo OL"t..-esaria y operativa en ese 1ele<1ual orianizado en la ciudad de SainoD1é. en la lore-....t. la designación de •mondo novo,. El mapa de Juan de la
«dcscnpuva»). Lo cierto es que al ,cr publicada en laoin dominio. sino tambocn en el de los relatos no fictivos • por un !r'Jpo de humanistas -geógrafos. 2comctfh :1 Cosa. de 1500 (•er V. D. Sierra). tr= las uerras del ,ur como
como pane de la Co,movoMa, lniruJu, 1111 ,e sugiere. sobre en una outobiogratia. por ejemplo. podemos disunguir con poetas- ba¡o la prooeccion del Duque Ren••o y la J,recc:en un con11nen1e: y nada deja entrever que se piense que tal
la base que suministra la carta el nombre de America
1 cierta precisión el w/ ,ocia/ de su auoor (al que conceptuoli- inmediata del canónigo de la Catedral. \\"alter Ll!d. Cec:~ contiene es _¡\ s1a.
para las nuevas tierras, debido o en hoincnaJc .1 su odescu- zamos medianoc todo tipo de información que dispon~omo, )C dispon1.:1 de una 1mprcn1a. sus miembros se prorw:::-:-o " H. R. Wa~ner. ocThe Losi First Lener or Corti:s».
bridorn. sobre su «persona,,): del rol i,x1ua/ (la «figura» tanto del editar la ge~grafiade Ptolomeo. ampliadac~n la 1oior.nac:,·a Hispanic Amuicon Hi,tork al R,rie•·.1951. 669·6·:.

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La carta perdida está fechada unos pocos días acliridades sino más bien para referirse al primera cana. o carta de «la Justicia y Regi. gramática, la poética y la Jialectica ; sabemo,
después de la mencionada. En su segunda carta, intercambio de información de necesidad in- miemo» en la cual, al comienzo, se subraya: que los niños aprendían a componer frases.
el propio Cortés nos suministra la fecha: (<En mediata entre los españoles en Indias. En la <(Bien creemos que vuestras majestades, por oraciones y fábulas; y qui:: la retórica AJ
una nao que de esta Nueva España de vuestra segunda carta de relación encontramos un le1ras de Diego Velásquez, teniente de almi- Herennium (o el manual de1 catedrático de
sacra majestad, despaché á 16 de julio del año ejemplo : (<Y tras destos dichos indios vino otro rante en la isla Fernandina, habrán sido in• turno, forjado sobre su base) era el manual
de 1519, envié a vuestra alteza muy larga y natural de la isla Fernandina, el cual me trajo formados de una tierra nueva ( ...) que al oblígatorio 49. r-;o no · equivoquemos y vaya-
particular relación de las cosas hasta aquella una carla de un español que yo tenía puesto principio fue intitulada Cozumel y después mo~ a pensar que. ·al fin. er..contramos unos
sazón, después que yo á ella vine, en ella su- en la costa para que si navíos viniesen, les la nombraron Yucatán (... )>>. Como asi tam- principios «literarios» en las epístolas de
ccdidas» 45. diese razón de mí y de aquella villa que allí bién se explica el infor me detallado de lo que Cortés: lo que encontramos es oficio; o, si se
estaba cerca de aquel puerto, porque no se hay en esas tierras, al final <le la primera carla; quiere. aneen el ,entido que- :a palabra tenía
perdiesen» (pág. 36). Aunque, _también, en aspecto que desaparecerá prácticameme del en el ,iglo xv1 :o.
esos casos, «carta», y «relación» parecen in- epistolario cortesiano. Con algunas excep• Por otra parte, ía prosa más suelta y el ritmo
tercambiables. La transcripción de la carta cioncs, por cierto, como la descripción de la mas castellano de la frase. q¡;_e se ha señalado
que nos da el propio Cortés termina diciendo «gran Temixtitan»: la cu:il. ~in embargo, no se para IJ narración, segurJmtnte se debe al
<(y que luego vernía a me traer la relación». incluye tanto para informar lo que hay sino hecho de que Corte, no d1,;;onia de ningún
(pág. 36). Hay otros muchos ejemplos seme- por las maravillas que Cortés percibe en esta texto anrerior al cual seguir :"-io obstante. el
jantes. Sin embargo, el sentido en que Cortés ciudad. cuidadoso entretejido de b. narración nos
lo emplea para de.signar sus extensos informes Sin lugar a dudas que estos informes auto- sugiere. una vez más, el buen uso que Cortés
tiene un significado contextual muy preciso: denominados (<relaciones» se conforman al sabía hacer de su aprendizaje y dominio de la
Cortés no llama a sus informes (<relación» modelo epistolar. Hecho que no ha pasado acti n<lad verbal. Una detemria lectura de las
sólo porque es un vocablo corriente en la época desapercibido en los estudios sobre Cortés. cartas nos muestra que Cones (sin entrar en
(ni menos porque desee plegarse a un «género Aunque estos estudios versan, en general, un minucioso anális1~ retónco de su compo-
literario»), sino simplemente porque está cum- sobre su persona y los acontecimientos his- sición) se esforLaba por no áeJar «cabos suel-
pliendo con un mandato en el que se le exige, 1óricos en los que Cortés participa, no dejan to,», ni en los parrafo, m en iJ totalidad de las
precisamente. hacer (<entera relación» (\'OI• de <le,lizar observaciones rele\antes para nues- carta~: del párrafo a !a c:irt3. y de una cana
\·eremos sobre este aspecto en la segunda sec- tros propósitos. Se ha destacado, así, que uno a las anteriores. siempre encontramos las
ción). Cuando Diego Velásquez envía a Corté , de los aspec!os de las cartas son los latinismos indicaciones nece,arias ¡:;,arJ n0 perdernos en la
hacia octubre d.: 1518, a socorrer a Juan de léxicos, además de ciertas reminiscencias de la organización de lo narraao: la ma1ena (po-
Grijalba y a proseguir con la empresa iniciada sintaxi:. latina. Lo más interesante es que estas dríamos arries11ar haciendo t:50 de la termino-
en la isla Cozumel, no hace más que cumplir construcciones aparecen en «esa in1roducció11 logía retórica)~es cuidadosamente controlada
con un requisito de los gobernadores hacia los y ese final en que se despide de su emperador»; por la rer: y a ello sir. en lo; diver o, niveles
rnpitanes qu~ iban a descubir, conquistar o en tanto que. se agrega, «Ya en el 1.:uerpo, e:.o de la dispusitit)! 1. En el p.:i;r.rio, para ilustrar
poblar por cuenta y mandato de las autori- desaparece y la frase cobra un ritmo más cas• brevemente. Cortes abunda en morfemas co-
dades peninsulares. La caria de Diego Velás- tellano, más suelto»47. Lo interesante, como nectivos y en elementos ,10.1fóricos que re•
quez a Cortés, dice lo sigu iente: decíamos, es que -no por azar- las reminis- toman. a ca<la instante. lo dicho anterior-
cencias de la sintaxis latina se encuentran, pre- mente. En la lotalida..: de la ~arta. emplea el
Trabajareis con mucha diligencia e solí· cisamente. en la salutatio : lo cual indica que apeíativo epistolar («En k,, c:ipitulos pasados.
citud de inquirir a saber el secreto de las Cortés, al menos en este preciso aspecto, muy poderosos Señor...»): los: indicadores tem-
dichas islas e tierras e de las demás a ellas era muy consciente de las exigencias retóricas porales y espaciales («Y el dio que el dicho
comarcanas y que Diqs Nuestro Señor haya impuestas a la epístola ~s. No es por casualidad alguacil mayor y yo con la g~:ite llegamos a la
sido servido que se descubran o descubrie- el que estos detalles se encuentren en las cartas ciudad ele Cempoal. donde el dicho Nar\·áez y
Hc:rnán Cortés, por Coello ren, así de la manera e conversación de la
gente de cada una della en particular, como de Cortés y no, por ejemplo, en las de Colón. su gente estaba aposenuáa.-,. pág. 39): los
de los árboles y frutas, yerbas, aves, animales, Sabemos que Cortés estudió en Salamanca ; constante; reen\ ios a 10 dic:io en otras rela-
oro. piedras preciosas, perlas e otros metales. sabemos que la base de toda educación huma- cione, (,,En la otra rdacié:i. muv católico
El título que nos es hoy familiar de «e.mas especeria e otras cualesquier cosas que de las nista consistía en el estudio de la retórica. la Señor. .. ». pág. 55: «En :.:. ,,:ra reht~ión.'muy
de rela..:1ón» proviene, recordémoslo, no de dicha~ islas e tierra pudiérede, saber e al- venturoso~ cxcelentis::::.:- ?~:::cipe ... ». pág. 58).
Cortés -quien no escribía «para publicar>>- canzar, e de todo traer entera relación por org;tnizando la materia de :m modo claro;
'7 Manuel Alcalá, «Nota preliminar» a la edición de
sino de Jacobo Cronberger quien edita la ante escribano(...) para que de todo yo pueda Cartas de Relación, Mhico. Pomia. 1960. pág. xvi. mostrando así no sóio :a ::::cesidad \. obli-
segunda carta en Sevilla. en noviembre de hacer entera e w·dadera relación al Rev Nues- •s Un estudio de las fórmulas retóricas en las epístolas. eación de informar. sin0 ,1:nbién el éonoci-
trn S~ñor.Jil. • principalmente en la tradición medieval. M. Murphy.
1522. Corté~ remite a sus informes repetida- ¡;,iento en el manej-:i de: .:lSlrumento «!in-
Rltetorir in the ,\/iddle A~ev: A Hiuor1 1 o/' Rht'torical Tlrton
mente, es cierto, con el vocablo «relación,>. Jrmn Samt Agwmne w the Rc!nU/jJUm..·11, Bi:rkelt!y, U. C. P,
El vocablo <(Carta», empleado algunas veces Esta «orden» de Velásquez nos recuerda. 1974; sobre la saiurario ver págs, 205-7, 216-22. Un estudio
para sus propios escritos, aparece con mayor por un lado, el porqué de la palabra «relación» más especifico es Carol Dana LJnham. Sal11rario Form¡¡/as '' Véase .\jo y Sáinz de Zsñiga. C '-laria. Hisroria de las
asiduidad no para referirse al informe de sus in lar in lerrers ro /200 : Synrax, Sryle anti Theury (Munchen: Cmrersidauf!s Hi'spunu.:as. ~t.id::cL _.,1 Normal. 1957.
en el epistolario cortesiano y, por otra, nos Bei der Arbeo-Bcsellschaft), 1975. págs. 22. Los tratados io Se consultará con pro, <eho. ;.,ore este punto. el ar-
conecta con la <ffespuesta» que constituye la sobre la epístola, basados en la retórica, abundan todavía ticulo de Paul Osklr Kris1eller. , T." .\lodern SySl<m of the
en el Renacimiento. Citemos uno de los más notables ejem- Ans11. en su Renaissance Thuug~J /l. 'Nueva York. H:uper
45 ><Cartas de relación de Fcrnt1ndo Cortés sobre el des-
plos: Orazio Toscanella: Applicamenro de i precmi titila and Row, 1965, págs. 163-::- .
cu~nm1ento y conquista de la Nu~vu España». fliswrwdores >6 Citada por Marcos Jim<nez de la Espada. en su intro- inrentlünr. dispositione et d ucurione. che propiamen1e serre ! t Para -estas n~:ones r:::n:t..:o i :i. Lauslxrg. .\/anual
Prm1111cus de Imitas, Madrid, ll. A. E.. vol. XXI l. p:í•. 1'.!. du..:ción 3 l:is Relariorrl!J Grográficas de India! - Perú. al/u Jcrirvrr di tpistol~ /aune, et Mlgari, Vencti, Pietro de d, Rer,mca lireraria MadnJ. G::J,,. 1966. págs. 99-106;
Todas las cilas posteriores corresponden a esta edi,,ón. ~ladrid. BAE. vol. 183. pág. 18. Cursivas agregadas. Franceschi. 1575. )67. ttomo t), (wsión e,p.1ñe2 ;~ José Pérez Ri<sco).

66 67
güístico». Lleva sin dudas la razón A. Reyes52 Anglería anota que «su autoridad no me dejaba relatando los sucesos acontecidos a medida Además del interés que tienen las cartas d~
cuando objeta a quienes ven el apresuramiento dormir, y me hacia manejar asiduamente la que llegan las noticias. Este aspecto es im- Anglería como informes de los acontec1mit:n-
del hombre de armas transparentarse en rasgos pluma. A él le había dirigido dos libros ante- portante en lo que concierne a la gesta- tos del descubrimiento y de la conquista. Sl''l
rápidos y entrecortados de sus cartas y sos- riores de esta Década, a más de otras muchas ción de las Décadas, puesto que ellas crecen ellas también las que ejemplifican mejor ql!.:
tiene que. todo lo contrario. sus «relaciones» cosas que algún día verás de mis comen- como un desprendimiento de la común ac- ninguna otra la importancia que la carta. como
muestran una clara conciencia en el manejo tarios [el «verás» remite a Íñigo López de tividad epistolar de Angleria y no son, re- tipo discursivo, tiene en el Renacimiento~6 .
de la materia verbal. Mendoza, destinatario de estas palabras]. petimos, un intencional libro de historia (véan- Así, si para los navegantes y conquistadores la
Informes que son el cumplimiento de una aún no publicados. La fortuna me quitó a mi se. además de los ejemplos citados, las palabras carta es la manera más práctica de cumplir
obligación («traer entera relación»). el epis- el gusto de escribir, así como derribó a As- relacionadas con el mismo tópico, en páginas con una obligación y, por lo tanto, el medio
tolario corte,1ano es, además, ejemplo del canio del poder» (pág. 105). Las exigencias de 119 y 120). A un letrado humanista, como lo es más adecuado para hacerlo, para AngkriJ
ejercicio de un tipo discursivo privilegiado por Ascanio, apagadas por las exigencias políticas. Anglería, no podia s:scapársele esta distinción: no sólo es un medio sino también un fin m
los «humanistas» y que, por lo tanto, era parte le hacen perder también a Anglería el «calor «Una cosa resta, Beatísimo Padre, muy digna la educación humanista. Esta afirmación la
básica de la educación por la cual pasa Cortés de investigar» hasta que (<el año mil quinien- de la Historia, la cual quisiera yo que hubiese ilustra más que bien la cana número 129. de
en las aulas de Salamanca. Pero sabemos tam- tos, hallándome en la corte de Granada (... ) caído en las manos de Cicerón o de Livio, mejor su Epistolario. D1rigida al joven Gilbert,,.
bii:n que en esa estructura educativa el «arte el cardenal Luis de Aragón (... ) me enseñó las que no en las mías ... » (pág. 185). Veamos al- hijo del conde Borromeo y fechada el 5 de
de bien decir», regulado por la retórica. se cartas que me di rigía el propio Rey Federico, gunos aspectos de este proceso. enero de 1493, el tema de esta carta cs. digá-
diferencia del «arle de imitar», regulado por la en las cuales me exhortaba a que compilara La carta número 130, del Epis1olario de moslo así, la carta (como tipo discursno)
poética. todas las cosas que seguían a las de los dos Anglería, está dirigida a Juan Borromeo y misma en cuanto manera de ejercitarse en !3s
libros dirigidos a Ascanio, pues ambos de- fechada el 14 de mayo de 1493 (trc;, meses letras:
El epistolario de Pedro Mártir de Anglería claraban que habían tenido en sus manos lo después del regreso de Colón del primer viaje).
que, desde la edición de 1530, conocemos por que yo le había escrito al Cardenal» (pág. 105). Este epistolano, en la edición que conocemos, Tu padre, que me escribe con mucha i:e-
Décadas del Nuei·o Mundo 53, cubre -en lo Sigue, entonces, diciéndole a Íñigo López de comienza en 1488. La carta 130 se ocupa de cuenc1a, me envía alguna ,ez que otra tus
que concierne al referente- tanto los aspectos Mendoza: «Más ahora (supuesto que tú te distintos asuntos, tal~ como el del «atentado ~aludos, pero hasta ahora ninguna carta
del descubrimiento como los de la conquista. has empeñado en arrancarme un ejemplar al Rey» que ,e continúa de cartas anteriores. tuya. Por tanto, ¿que voy a re;ponder. ,1
111, me han llamado' Sólo pued1.1 d~:~!e
En el aspecto pragmático, Angleria se encuen- integro de mis obras. para juntar mis libros La mención de Colón es rápida. y la carta ter- una cosa; hermosa tarea es en la ¡u,en:ud
tra en una situación muy distinta al del epis- con los volúmenes innumerables que tienes mina discutiendo la situación política de Italia. la de provocar a los mayores en edad· de
tolario de Colón o de Cortés: no sólo que las en tu biblioteca) me he propuesto añadir en Veamos lo que se dice de Colón en ella: ello, pueden. en cierto modo. robar lo .:¡u~
cartas las envía desde España a sus cofrades breves palabras lo que se ha descubierto desde han de escribir por su cuenta. Si por vcrgúcn-
italianos sino que, también, sus escritos son aquel año mil quinientos hasta éste, que es el Hace pocos días, volvió de los aniípodas za - aunque esto sea propio de gente h,:,n-
1<cartas sobre cartas» que recibe en «paquetes» mil quinientos diez» (pág. 106). occidentales cieno Colón. de Liguria. quien rada- no se atreven a hacerlo, adqumran
y que resume en los «libros» de sus décadas. En el libro X, de la octa~a década. nueva- a duras penas consiguió de mis reyes tres menos cultura y serán de menos unlidad.
El mismo Angleria, hace explícita la «moti- mente Anglería habla de las condiciones y naves, porque creían quimérirn; las co,as
vación» de sus décadas : motivaciones de su escritura : «Mejor pues que que decía. Ha regresado trayendo como A continuat:ión Angleria exhorta al joven
pruebas muchas cosas preciosas, pero prin- Gilbcrto a que se ejercite escribiendo ()' la
la últ ima tanda de estas cosas tan grandes la cipalmenle oro que, naturalmente. se pro-
Desde el primer origen y designio reciente lleven por delante las magnificas armadas que duce en aquellas regiones. Pero demos de lado exhortación alude a escribir cartas), <(Con fre-
de acometer Colón esta empresa del Océano, frecuentemente surcan el Océano, y que con a las cosas ajenas, ilustre conde, pasenrolas cuencia a tantos varones cuanto en abundante
amigos y principc, me estimulaban con cartas ellas pare de escribir mi ya cansada mano de- por a/Jo. Cursivas agregadas. número alimenta nuestra Italia, y. mediante
desde Roma a que escribiera lo que había
sucedido; pues estaban llenos de suma admi- recha.» Agrega, a manera de disculpa, pero este ejercicio. llegues a formarte una cultnnv>.
ración al sa bcr que se habían descubierto discul pa reveladora del tipo de «libro» que son El primer libro de las Décadas está fechado La carta no está destinada a dar informaciones
nuevos territorios y nuevas gentes, que vi- las Décadas: «y además, porque, a causa de el 13 de noviembre de 1493, siete meses des- sino. para el joven, a recibirlas puesto que,
vían desnuda y a lo natural, y así tenían otros negocios, yo no tengo libertad para po- pués de la anterior y la perspectiva ha cambiado además, este «ejercicio» -nos dice Angleria-
ardiente deseo de saber esm cosas (pág. 105). nerme todos los días a escribir los sucesos de en .forma radical. Para esa fecha se ha comen- «aguza el ingenio, amplia y robustece la me-
Indias: a veces me pasa en claro un mes en- zado ya el segundo viaje. Si seguimos la pista, moria y, en el manejo de los asuntos, suministra
Refieiéndose a Ascanio Sforza, cardenal vice- tero, y por eso todo lo escribo de prisa y casi el comienzo del Libro Dos fechado el 20 de abundancia de palabras y de sentencias». Obje-
canciller y principal motivador del epistolario en confuso cuando hay lugar ; y no se puede abril de 1-194 (cuando Colón ya ha regresado tivo fundamental del letrado y no sólo o ne-
(a quien, además, está dirigida la primera guardar orden en estas cosas porque suceden de su segundo viaje). el interés ha cundido y cesariamente del poeta. En resumen. en el
carta impresa en el Opus EpistolarumSJ), sin orden» (pág. 623). Cuando Juan Bautista las Décadas comienzan a crecer. Angleria co- corpus textual de las cartas del descubrimiento
Mu ñoz55, en el XVIII le reprocha a Angleria. mienza este libro diciendo: y de la conquista. el interés de Anglería no resi-
lo que es todavía hoy un lugar común. el poco de sólo en ser «informante» de los hechos
' 1 A. Reyes, /.,t1ra.r d1• la Nuera E.,pañu. Mcxico. F. C. E.. cuidado que ¿ste pone en IJ organización de la oceánicos. sino en escribir cartas y practicar
1948, pá~. J7, Me re piles, ilustrísimo Príncipe, que deseas
ll De Orbe No,·o, Alcnlil de Henares. 1503. Empleamos materia, señala un aspecto cierto pero el re- conocer las cosas del nuevo mundo que en este ejercicio en el ámbito y en la función que
la segunda edición cu.iellunu (lu primera de 1892), «Ver- proche es sin duda injusto: Muñoz se sitúa. España suceden y me has insinuado que te la epístola adquirió en la cu.ltura humanista.
tidas del lnlin a In lengua cus1ellu11a por el Or. O. Joaquín por un lado, en un momento posterior en el agradó lo que hasta a/rora escribi de la primera
Torres Asensio quien diohu u las prensas como homenaje naL"egaclón. He aquí lo que ha ocurrido des-
al cuarto centenario del Descubrimiento», Buenos Aires. que se puede pensar «en el orden de los acon-
Bajel, 194J. Todas !ns citas corresponden a esta edición; tecimientos» y. por otro. con la plena con- pués. (Décadas, pág. 13).
Y a ella remiten los numeros de páginas. ciencia de estar haciendo «historia» y no S6 Consúltcsc. por ejemplo. P. O. Kris1ellcr, «Hun,anis1
•• Alcalá de Henares, 1530. Edición castellana. Epi.rto- Ya no se trata de cosas que hay que pasar por Learning in the ltaliaa Ren~issancc•, op. tít., pigs. 1-19:
larw (estudio ytraducción de Josc Lóp,zde Toro), en Dotu- también J. Siegel. •From the Dittator,1 to thc Huma:ust».
mentos lnlditos para In Historia de España, vol. 9. :'vladrid. SS Juan Bautista Muftoz. Historia del Nuel'o ,',fundo. alto, sino de cosa de interés, cuyo relato agrada en Rhetorrt and Philosophy. Nueva York. Princcton Uni•
Las rcicrcnc1as en la c:xpos1c1on rc:1nutn J esta c:du:1ón. 1793. prólogo. y que. por lo tanto. hay que coniinuar. vcrsity Prcss. 1968.

68 69
la Espada donde por relaci.ón se alude al in- llaman los indios: y cuánto hay de una a 1l\ ra
forme oficializado por Ovando y Godoy y (... ). Y todo nos lo escribáis por nuestro ser-
continuado por Juan López de Velasco. Por ricio60.
otro lado, debe distinguirse también este sen-
tido preciso del general que encont ramos, por No aparece tampoco la palabra relación
ejemplo, en Berna! Díaz del Castillo, el cual lo pero el «queríamos que nos escribiésedes».
emplea en un sentido cercano al actual vocablo aunque sea «cordial», es un pedido de la co-
relato. (Volveremos sobre este aspecto más rona: y da la pauta de lo que en gran parte
adelante.) aparece en las cartas de Colón (o de cualqui~r
Aceptadas estas generalidades. veamos con otro conquistador o descubridor¡ y de lo que el
un poco más de detención. tr~s momentos his- escntor '"erá» ~n h1s Indias: parcialmente su
tóricos que caracterizan el tipo discursivo ~er estará condicionado por lo que los reyes
relación: 1) el periodo no oricial, que ~e ex- quieren saber tc:otéjesc, por ejem plo, la úitima
tiende c.lcsdc 1505 ha,ta 15-.¡: 2) el periodo parte de la primera carta de rdación de Cort~s.
oficial posterior a 1574. y 3) los libros que se con la cana de Diego Velasqucz). En tin,
modelan, en parte. bajo el mismo principio aparece aquí una de las primeras caracterís-
organizativo de las relaciones cuya base es el ticas de las relaciones y es que ellas no trans-
cuestionario. criben la observación «libre» de quien escribe,
de !o que re quien escribe, sino que responden,
El primer periodo del pedido de informes. de alguna manera, a los pedidos oficiales.
aunque no oficializado, comienza -aparente- Estas respuestas. repitá moslo, se oficializan
Alegoría de lo~ viaje~ de exploración mente- con la carta que los reyes le envían y se codifican en las preguntas del cuestiona-
a Colón, desde Barcelona con fecha 5 de sep- rio a partir de 157.t. Pero sigamos viendo al-
tiembre de 1493: gunos momen!o, má, de esta trayectoria no
2. RELACIONI S Pero vayamos por panes ~ tratemos de 01k1ahzada. !::. la carta de los reyes a Colon,
especificar el sentido de la palabra relacirín. No~otros mismos y no 01ro alguno. hemos ,obre su cuarto 1·iaje (que ya mencionamos)
El grupo de textos al cual nos referiremos en El sentido que tiene el vocablo, en el siglo vis10 algo del libro que no; deja,t.:s. y cua rido el «habíamos menester saber» y el «qucriamos
esta sección, y que designa remos específica- xv1, es el de «la narració n o informe que se más en es10 platicamos y vemos. conocemos que no, escrib1::redes». de las dos canas ante-
mente como relar/1111c.1 tle la conquista y de la hace de alguna cosa que sucedió» (Dicciv11ariu cuán gran cosa ha sido este negucio vuestro riores. se trueca en una orden de /racer emera
colonización, se carnctcrira tanto por sus rasgos de Autoridades) : ves el vocablo caqellano co- que habéis sabido en ello más que nunca
se pensó que pudiera saber ninguno de los relacton:
pragmáticos como or¡mnizativos; y se dis- rrespondiente a Íos latinos relatio y narratin. nacido1 (... ). Y porque para bien ent~ndcrse
tingue del grupo d~ Ju~ «cartas relatorias» y l:n uno de sus sentidos corre,pond~na al mejor es1e vuestro libro. habiamus menester Y /cabe!! Je 111/ormamos del grandor de las
del las «crónicas» o «historias». El nücleo de actual vocablo relato. Pero, en el ontexto del saber los grados de las islas y tierras que dichas ,;~a,. e facer memona de todas las
este tipo discursivo lo ejem plifican las Rela- grupo de textos que denominamos relaciones fallastes y los grados del camino por donde dichas islas y de la gente que en ellas hay y de
ciones geográficas d,· l11dlar, estudiadas y pu- de la conq11is1a y de la coloni:ación. tiene el fuistes, por servicio vuestro que nos los la calidad que son para que de todo nos
enviéis luego; y 3s1mismo. la mrta que vo, 1rai,ztiis entera reiución61_
blicadas por don M,m·o, J1ménez de la Es- sentido más especifico de «relato informe soh-
pada 57 . A su vez, la h,1'C organizativa de estas c1tado po; la Corona». A su vez. como lo ve- rogamos que no< ~nviáredes antes Je vue~-
remos de inmediato, este ultimo sentido debe lra partida. nos enviad luego muy cumplida
relaciones (que, como lo veremos, reside en un A partir de este momento se esbozan los
diferenciarse, por un lado. del uso que de él y escrito en ella los nombres~.
cuestionario oficinl confeccionado y distri- llarnad0<. ;'M Jimé;1ez de !a Es¡,ada. '<:l~tece-
buido por el Con~eJo tk Indias) permite hace Cortés, cuando el pedido de informes es dentes» de las relaciones oficializadas a partir
identificar un grupo de libros, escritos bajo obligatorio pero no oficial; del uso que encon- de 15746:. En esca primera etapa, la cuestión
No se emplea. todavía. el término relación,
otras condiciones prn¡¡múucus distintas a las tramos en los textos recogidos por Jiménez de parece ser. siguiendo el estudio de Jiménez
sino que se habla de libro, de carta. de escribir.
de las relaciones y no UJ11,t11dos estrictamente De igual manera, ocurre en la cana fechada de la Espada. que no es seguro que se estable-
a ellas, pero que sin omlmr!!o mantienen en Segovia el 16 de agosto de 1494: ciera obiigatoriamen1e. ni que se diera sin
en gran parte el prindpio orguni,utivo deter- discursiva historiográfica que eSludrnremos en el apartado alteraciones a todos los navegantes y descu-
minado por el cuc,ttonurio. E~te grupo de si~uiente. Esta intuición la confirma ~lanuel Ballestero, bridores. Por otra pane, las instrucciones no
Gaibrois ( Vida y ubra de Fray Bwrardino de Sahag1111. Vimos ,uestr:i; /erras e memoriales que
textos, debido a la~ crcr11:nlc~ cxi¡¡cncias prác- León. C. S. l. C.. 1973). Al comentar sobre la.s «minutas•>. nos envias1es con Torres. Y ,isto todo lo son tampoco homogéneas: así. por ejemplo.
ticas, es el que menos cu11cx1011é, truzu con la como metodo de trabajo del fraile. el autor ob,erva: «Esta que nos escribisr~s. como quiera que asaz las in5trucc1one; dadas J Maeallanes de «hacer
cultura «letrada» y el qu~ mús se 11Jus1a, c.lere- mmwa (que en castellano antiguo signiñca borrador o pro• largamenle decis todas las co,a;. de que es relacion,,. ~l 1~ Je marzo de 1519, «nada hablan
)'~C'IO) es d moderno Wistionario. Debemos dc:cir que C:'llC
chamente. a la informución que trusmne y mucho gozo y ale~na l,m!as: ¡xro al~o más d.: descrip,ión jel ,udo. calidad. gente : fru-
,;i:.1ema era en cierto modo usual en b escola,uca y en la
organiza 5•. metodologiu española. y que en alguna manerJ tenia mJs
queríamos que nos ~scriAit'.'ied., s. ansí ~n que
1
tos de los pai;e; que se descubran. encuentren,
bien un origen procesal que cientifico. Mieniras Sahagún sepamos cuántas islas fa,ta aqui se han fa- visiten o exploren» (pág. 16). No hay tampoco
v»la sus últimos años, los funcionarios oficiales de Felipe 11 llado, y a las que habeis puesto norr,bre, evidencia de que la orden se aplicara en todos
51 B. A. E., vol. 183-186; 19(15, e<l1t1ón y e,iud10 preh• preparaban los cuestionarios para las «relaciones geográ- qué nombre a cada una; porque, aunque
minar por José Urbano MartlnCl Cnrrcrna, ficas», y el sislcma •sel mismo, luego era algo usual y comim nombráis algunas en , uestras cartas, no los casos. aunque hay numerosos caso; en-
l& Lo libros de Vclasco y de Vt11que, de Esprno1u son en Jo.s pcsquisicioncs españolas. Sahagún le da al cuestiona- son todas. y a las otras los nombres que las
sólo dos ejemplos que nos podrinn llevar a rclac,onnr con no un empleo cien1ífico, para interrogar sistemáticamente
d ios otras obras: entre ellas Ju lli.11uria de la., C11ra1 de tu a los indios viejos. que habían de ser sus informadores. Y .., Jimena de la Espada. op. cir., pag. 14.
\'11era España. de Fray Bcrnardino de Sahugún. Aunque Ju en cs10 demostró su enorme prudencia científica. ya que no ot Fernár.Cu de ~a\arrete, op. cit.. vol. l. pág ➔01.
obra lleve d titulo de Historia su concepción se relucion.1 busco rcl't.:rencia:>. sino h:s111nonios qu< pud1aan )Cr ve- 5Q Citada por Jimcne, de IJ EspadJ. op. cit .. págs. 13-1 4. o; Para los tt3Dl~edcntes)►, ver el dc.:tallado cstuéio de
mús con tus <1rclaciont:s geográficas» que con la formaci ón races» (pág. 101) Cursivas ugr~g•das. Jim<nez de iJ EspaJa. vp. m .. págs. 5-9 l.

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contrados, entre 1501 y 1522, en que aparece para la formación de un Libro descriptiro de El análisis de estas relaciones nos mostraría l. En el primer asiento se dice: «... esta pro-
tal pedido. Por otra parte, entre 1523 y 1528, todas las provincias indianas. Esta tarea seria que las «cincuenta funciones)) (por ejemplo. vincia, en tiempo de los Incas, se llam,,
constata De la Espada, parecen omitirse en los encomendada a quien asumiera el cargo de las preguntas del cuestionario) s1 bien no se Vilcas Guaman, que quiere decir guamw1
asientos el artículo o artículos referentes a la cosmógrafo y cronista mayor de Jndias64. encuentran todas en cada relación, todas se provincia, y t"ilcas principio de la provin-
descripción del país descubierto, conquistado Desde este momento, Ovando comienza a encuentran en el gran número de relaciones cia; y este asiento de Vilcas era muy po-
blado, como cabecera de provincia de
o poblado. A su vez se supone que, a juzgar establecer exigencias rígidas a los pedidos existente. Veamos; a manera de ejemplo, al- todos los indios de esta comarca. y era
por los asientos capitulados, durante el periodo de información para llevar a cabo la compila- gunos aspectos de dos de ellas : la Relación el medio de en1re la ciudad del Cu:co.
q uc va de 1520 a 1572, rige más o menos explí- ción de los datos necesarios para tal libro. Y general de las poblaciones espa,iolas del Perú donde los Incas residían y de la ciudad de
citamente una disposición general, para des- comienza, desde este momento, la confección hecha por el Licenciado Sala:ar de Villasante Los Reyes». Dejando de lado lo correcto
cubridores y pobladores, que se ponía en de los cuestionarios que se envían a goberna- y la Relación de la ciudad de G11amanl(a y sus de la etimología. la cual anota De la E~
práctica cuando los pobladores o desc ubri- dores y virreyes. Los cuestionarios sufren términos. A,io di! 1586. Algunas de ellas. pada. nos encontramos con que este
dores solicitaban rentas, vasallos o tierras. muchas transformaciones hasta que, después cuando la persona que informa uene un rasgo pnmcr .c.icnto <la d nombre de la coman:a
y también ;<qué quiere decir el d1cbo
En esta trayectoria, parece de importancia la de la muerte de Ovando (1575 ó 1576), López social más o menos elevado. puede pre5entarse nombre en lengua de indios y por que
cédula de 1533, fechada en Zaragoza el 8 de Velasco, que había sido nombrado para el como carta escrita, directamente. por el in- se llama así», según la pregunta 1
de marzo y firmada por «La Reina y Sámano, cargo de cosmógrafo y cronista, se ocupa de formante. Asi, por ejemplo. la de Salazar de 2. El segundo asiento es el que sigue: «Con-
secretario». Este documento (que se confeccio- reducir el cuestionario a cincuenta preguntas. Villasante : «Muy ilustre señor: El licenciado quistóse esta provincia por manda10 d~I
na para asegurar los frutos económicos durante Veamos los primeros puntos de este cuestio- Salazar de Villasante, oidor que fui en la Real marqués don Francisco Pizarro y por sus
el reinado de Carlos V, y dirigido a «vos el rio 65 para, 1uego, ver a grandes rasgos la Cancillería de los Reyes y ahora lo soy en la capitanes, y después de poblada la ciudad
nuestro governador y oficiales de la provincia «estructura» de las relaciones. El cuestionario de Quito. en el Pirú. digo. que v.md .. como de Los Reyes y la del Cuzco. se pobló
del Perú»63) consta de siete asientos, (divididos pide: visitador del Consejo de Indias y persona ce- ésta. Poblóla Vasco de Guevara, teniente
en cuatro y tres respectivamente) y es una de la losa de saber el estado de las provmcias de de gobernador del dicho marqué>. en
Quinua, tres leguas de es1a ciudad: y
primeras manifestaciones de una regulación 1. Primeramente, en los pueblos de los es- Pirú. pueblos y disposición de cada uno( ... ) tuvo nombre Quinua por una sem11i.1 que
sistemática de las preguntas. Los primeros pañoles se diga el nombre de la comarca me mando le diese una descripción de las partes alli se daba de comer (...) y fund~ el
cuatro asientos, piden. en forma resumida : o provincia que están, y qué quiere decir y lugares que (así) yo he estado y tenga noticia año de 1539. (... ): y por ser aquel sitio
1) que se informen de los nombres de todas las d dicho nombre en lengua de indios y de aquellos reynos...» (pág. l.:!l 1. En cambio, frío. húmedo y llu,io,c,, ,e pJ,ó el pu~b,o
provincias, poblaciones, etc. 2) que se ave- por qué se llama así. la Relación de la ciudad de Guamanl(a y sus .i donde al presente es1á». E>1e .i,ien ..,
2. Quién fue el descubridor y conquistador p,1rece conjugar los pum os ~ y 3 de, ,ue:--
rigüe cuáles fueron los primeros conq uistado- de la dicha pro\iocia, y por cuya orden términos, no tiene la form:i. de carta smo de
res; 3) que se diga cuántas provincias hay «declaración jurada» ante e,cribano : «En la 1ionano. El punto 3. sin emt>argo. se c:1-
y mandamientos se descubrió, y el año cara más en detalle en el asiento si2u1ente
pobladas de españoles. y 4) que se determine en de su descubrimien10 y conquista, lo que ciudad de Sanee Joan de lc1 Froncua de Gua- 3. «Esta ciudad llene un 1ernple ta; :n-><J~-
qué panes hay minas de metales, piedras, pes- de lodo buenamente se pudiere saber. manga, veinte e dos días del mes de febrero rado, que ni es frío ni calicn1e: e; tJn
quería de perlas, etc. En los tres asientos res- 3. Y generalmente el temperamen10 y ca- de mili e quinientos e ochenta y seis años, apacible que ni ea verano ni in,1erno
tantes, se pide hacer memoria de repanimen- lidad de la dicha provincia o comarca. Pedro de Ribera. vecino 1· rel!idor de la dicha no da pesadumbre el calor oi el frio. por
tos entre los conquistadores y pobladores, si es muy fria o caliente o húmeda o seca, ciudad, y Antonio de Chave·s y de Guel'ara. mayo y junio hiela moderadamen1e ,,
según la calidad de personas y servicios, esti- de muchas aguas o pocas, y cuando son vecino della, en cumplimiento de lo que Ex- Etcétera. Si del asiea10 3 saltamos al
pulándose, específicamente : l} que se deter- más o menos. y los vientos que corren asiento 7, siguiendo los pun1os del cues•
en ella, qué tan violentos y de qué parte celentísimo señor Conde del Villar, visorrey,
mine qué tributos podrá dar a la corona cada gobernador e capitán general destos reino,. tionario que transcribimos anteriormente
son. y en qué tiempos del año. como ejemplo, vemos que este punto
encomendero : 2) que se determine qué tierras -1. Si es tierra llana o :ispera. rasa o montosa. mandó por su carta e inmucción de ,u yfajc,- pregun1a por «las leguas que cada ciudad
convendrá reservar para pobladores que en de muchos o pocos ríos o fuentes. y abun- tad se hiciese acerca de la Descrición de las o pueblo estuviere de la ciudad donde
adelante vayan a l ndias, y 3) que se regule la dosa o falta de aguas, fértil o falta de Indias (...) respondiendo por la orden que en residiere la Audiencia».
justicia y hacienda en las provincias y cabece- pasto,, abundosa o estéril de fruc1os y d~ ella me manda, se responde lo que se sigue ... » 4. Y el punto 7 de la relación dice: •<Esta
ras que quedaren en la corona. Poco de literario mantenimientos. (pág. 181). Al final de la relación. Jiménez ciudad eslá a 79 !el!llas <le la ciudad <Je
( ... ) los Reyes. ques donde reside la Auóien,-:a
o de retórico hay qui,ás en todo esto; pero es de la Espada informa lo siguiente : «Vienen aqui
ella y no otra la base de las relaciones. 7. Las leguas que cada ciudad o pueblo de y virrey a quien es subjeta esta ciudad». etc.
españoles estuviere de la ciudad donde la Instrucción y Memoria impresas por las
residiere la Audiencia en cuyo districto cuales se ha de hacer la relación. y luego
Los momentos rápidamente bosquejados en cayere o del pueblo donde residiere el se inserta la carta en que el Virrey del Perú En tanto que la carta por un lado y la h1,-
los párrafos antcriore\ ~on los antecedentes. gobernador a quien estuviere sujeta; y a remite el documento al corregidor de Gua- toria por otro. tenían una tradición y los que
corno dijimos. de la tarea que con sistcmatici- qué" pane de las dichas ciudades o pueblos manga ...» (pág. 200). Suficiente en lo que res- emprendían esta tarea. directa o indire-:::i-
dad y rigor emprendcr11 Juun de Ovando y Go- estuví~re. pecta a la «presentación,, de tale. relaciones.
(...) mente la implicaban, las relaciones, por el
doy, destinada a recoger ,.rclnc1oncs geográ- Veamos ahora algunos :ispectos de su orga- contrario. se presentan como ajustadas J un
ficas e históricas» de Indias. Ovando y Godoy 9. El nombre y sobrenombre que tiene o niz3ción.
hubiere tenido cada ciudad o pueblo. modelo creado sobre la marcha (de lo cuJI te5•
obtuvo, en 1568, el ca r¡¡o de Consejero de la Tornemos la Relacitin .fe la ciudad de G11a- timonian los sucesivos ajustes del cuestíonJr,oJ
Inquisición y visitador de Indias, pasando a la y por qué se hubiere llamado así (...)
y qui~n le puso el nombre y fue el fundador 111a11ia (págs. 18 1-200) la cual. tanto por la y basado sobre las necesidades que brotan de la
presidencia del Consejo de Indias en octubre della. fecha como su estructura. parece conformarse info rmación que se desea obtener.
de 1571. Además de las ;<Leyes de Indias», E1cétera. al cuestionario de Vdasco : en tanto que la de
Ovando es, al parecer, el responsable de la Salazar Villasante, parece estar dirigida a
publicación en las Ordenanzas Reales del Ovando y responder a la forma anterior de los Vayamos, finalmente, a aquellos libros que
consejo, en septiembre de 1571, de las bases 64 V.ase Rómulo D. Carb,a, La crónica u¡icial de las cuestionarios. La Relación de G11ama11ga tiene sin llevar el titulo de relaciones siguen. en
Indias occidentales, Buenos Aires. Francisco A. Colombo,
1940, págs. 141-149. la 1en1aja. además, de enumerar los párrafos algunas de sus partes, el prin,ipio organizati1 o
61 Jiméncz de la Espada. op. cit.. pág. 27. 6 ' J1méncz de la Espada. op. cit . págs. 86-89. y responder a 37 asientos: trazado en el cuestionario.
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El pri mero de estos libros es, obviamente. delo» sugerido. Vázquez de Espinosa comien7ll. Céspedes, que ocupó el cargo de cosmógrafo para basar sobre ellos la dminción de un tipo
el de Juan López de Velasco, Geografla y Des- como en los libros del siglo xv1, por describir desde 1596 hasta 1611». le sirvieron para or- discursfro-1ex1ual de rasgos bien definidos.
cripción Unirersal de las Indias 66. Siendo Ve- la navegación desde España y continúa, un ganizar la materia del Compendio. Los pro-
lasco parte en la formulación de los cuestiona- tanto tardíamente para el siglo xvn, repitiendo loguistas y estudiosos de un autor persisten.
rios, nada debe sorprendernos que su libro afirmaciones sobre la redondez de la tierra, sin embargo, en salvaguardar la originalidad 3. LA CRÓNICA Y LA HISTORIA
siga, aunque no en su totalidad, esos princi- etc. Velasco Bayón, señala que el Compendio del autor de turno. Y es así que el prologuista
pios. La Geografla sobrepasa, sin lugar a dudas, es «obra única en su género». Si algún antece- de Vásquez de Espinosa agrega. a la observa- Un tercer grupo bien diferenciado de textos
los estrechos limites del cuestionario. Es más, dente puede encontrarse, ese antecedente sería ción de Jiménez de la Espada, que «puede ad- es aquel que, partiendo de algunos de los au-
al propio Velasco se le reconoce un lugar es- el libro de López de Velasco. Las diferencias, mitirse en términos generales. la opi111ón tores y títulos canómcos. lle\ an el vocablo
pecial en la geofísica por su trazado de las agrega Velasco Bayón, son también notables : de Jiménez de la Espada. porqu~ efecm a- «historia» como indicador de la clase a la
longitudes, de la declinación magnética y el «Apenas importante el aspecto etnológico, mente corresponde el esquema de Vasquez cual pertenecen. Es cambien, paradójicamente,
trazado de las líneas de los vientos que afectan religioso, •histórico y naturalista en López, a la fórmula propuesta por García Céspedes. en algunos de estos libros donde encontramos
a la navegación. El largo capitulo sobre la ocupan éstos un lugar destacado en V:.ízquez pero no se ajusta de manera inflexible y se como sinónimo de histor.a. el vocablo «cró-
navegación es, obviamente, ajeno al cuestiona- de Espinosa» 68. Reconociendo estas diferen- mue\'e libremente por otros campos»69, S111 nica». De modo que recordar la trayectoria y
rio aunque no a su espíritu: si bien se necesita cias, daremos algunos ejemplos para sugerir, duda, ni Vásquez de Espinosa 111 Lópel de él sentido que tienen ambos vocablos en el
un cosmógrafo pura «res.pondcr a tales cues- luego, la relación de principios entre estos dos Velasco, son los in terrogados pnr el cuestio- siglo xv1, no es una mera cuno,idad etimoló-
tiones», la inforrnuc1ón referente a la navega- libros, aunque sus resultados - obviamente- nario y lo que están escribiendo son libros 2ica sino, l'undamen1almente. el punto de par-
ción es tan necesa ria - para la corona- como difieran. Veamos el capítulo 1, libro segundo, (descripción, compendio) y no relaciones y tida para identificar la .:fase áe discur,os a la
las informaciones que se recogen, en tierra primera parte (consagrado a la descripción de pueden, por lo tanto, moverse <<libremente por cual alude quien emplea. para designar lo
firme, de los informantes. Pero cuando López la isla La Española), recordando la descri p- otros campos». El uno como cosmógrafo que escribe. uno o ambos ,ocablos. En primer
de Velasco llcgu a la descripción de las tierras ción de López de Velasco y el 'cuestionario ya y cronista mayor, el otro como misionero car- lugar, historia (que pro\ine del gncgo icrr opict)
de Indias y de sus ciudades, el cuestionario citado. Vázquez de Espinosa enumera los melita. ocupan roles sociales que los snuan se emplea, en la antigua Grecia lY es así como
«aparece». Veamos un ejemplo de los muchos: asientos y sigo, en la transcripción, los núme- como rela1ores particulares: son los que apro- al parecer lo emplea Herodoto) 71 en el sentido
ros de este ca pítulo: vechan las relaciones, indirectamente en el de ver o formular pregumas apremiantes a tes-
La 1,IJ de Sún Juan d~ Puerto Rico. que caso de Velasco. directamente en el ca~o de 1igos oculares; y sígniñca también el informe
por 01ro nombre llaman Borique11. y es la 98. la isla Española, que los Indios lla- Espinosa en su deambular por las 11errJ) de de lo visto o lo a prendido por medio de las
prnncra de la\ i~lu, pobladas de españoles, maron Haití que significa lierra de as- Indias. Pero el resultado es que. estos libros, preguntas. El primer hecho que debe destacar-
y donde 01111~uamente se hacía la primera pereza, a quien iambién llamaron Qui;- no se ajustan ni a las cartas (aunque sea obvio se de este sentido éel ,·oclblo es que no
escala de lu, India,. c,ia a 64 grados y medio queya que 4uierc decir tierra grande. contiene de nin11una manera. el componente
y 66 y lrC) c11urto, de longitud del meridiano decirlo) ni tampoco a las «historias» (de las que
descubrió Cris1óbal Colón el año J e nos ocuparemos en el apartado s1gu1ente). tempornÍ en su deñn1.:1ón. Es qu11ás por esta
de Toledo ( . l. lla~ en esta isla. al presen1e, 1-192 ( ...) a fa cual nombró fapañou.
tres pueblo, 11\• c,ranoles (...). El prima es- que hasta hoy conser"a es1e nombre: Sino que se aJustan, más bien, al modelo del razón por lo que Tácilo -e denomina anales al
pañol 4ue IU\c 1101"1" Je,ta isla, y la dc,- tiene de lar20 de Oriente a Ponien1e informe o recopilación general de no11cias informe de lo pasado: en tanto que llama his-
cubrió se ll11111ubu el capi1án Juan Poncc 150 leguas ( .). sobre Indias de las cuales el cuestio n,trio. ~ las ioria al informe de IC'S uemros de los cuales.
de León (... ) 11 lrrnrlc de csla isla es parti- 99. El 1emple de esta isla es c{1lido y húmedo. relaciones que de él se obtienen, son un paso por su trayectoria , ita!. es contemporáneo.
cipante de mucho cnlor y humedad como siempre es verano, iguales los días :, intermedio para la composición de los com- Tal definición la recol?e San Isidoro en sus
las demás islu, d~ rnc paraje (...). l a prin- las noches, por estar dentro del trópico. pendios y las descripciones que. por cierto. E1imologias y se repue: rodaita. en los trata-
cipal grnngcrf,14ur np¡,n ucne es el ganado, fértil y abundante de man1enimicn- distas de la historiogra1ia en los si2los xv1 y
cueros y pnnc1palmrntc el azucar, que se da 1os (... ). no escri birán los gobernadores y los vice-
rreyes, ni menos «los vecinos», sino los hom- XVJI . La ausencia iel componente- temporal
con gran abund11nc111 (... ) (pág. 66). 100. Las frutas de la Isla son las que más hay
en las Indias, como son plátanos de bres de letras. En este sentido, estos libros, explica el nombre y el concepto de «historia
diferenles suertes, (...) la piña es fruta con las diferencias del caso y la~ ~:,tin- naturll»: v es JSÍ cor.:0 lo encontramos. en los
Al recorrerse o tras descnpc1oncs de la Geu- regalada que se da en unas matas a cíoncs necesarias. pueden considerarse como siglos xv1· y xv11 hispánicos. Cromca, por el
grafia se comprobar.in la, c,11c~·hu, relaciones modo de cardos (... ). parte del grupo de textos que denominamos contrario, es el \'OC:!.blo para denominar el
con el cuestionario; de la 1111 ,m,1manera que en 10 J. Por toda la isla hay abundancia de caza. relaciones de la conquisla y de la coloni:ac1ó11. informe del pasado 0 !a anotación de los acon-
este ejemplo vemos: 1) nombre v c11mología : palomas grandes y torcaces, tórtola, Su rasgo distintivo, en el orden pragmático es. tecimientos del presentt. fuertemente estruc-
~) situación (que Velasco da ~n ~rado, ) lon- de muchas suertes. gallinas de Guinea. como dijimos, ser obra de hombre de lmas: turados por la secuencia temporal. Más que
gitudes): 3)descubndor; -l)l~mplc , 5l nquezas: faisanes (...). relato o descripción la crónica, en su sentido
IOJ. ·Tiene la i,la nqui,imas mi nas de oro y en el aspecto sintáctico-semántico. responder
que corresponde a las pregunta, ~-1 ~ ,icuicntes Je subida lcv, como son la, Je Sibav a una organización que no se basa en modelos medieval, es una «ií,:J , orpnizada sobre las
del cuestionario. y otras. de donde a los principio~ se de la 1radición clásica. sino en modelo, for- fechas de los ac00!~=:f.']ien,os que se desean
El segundo ejemplo del que no, ocupur~mos. sacó grande riq ueza (... ). Jado, por las necesidades del caso: recoger conservar en la merr:oria. En el momento en
1ambién brevemen1e. es el Cum¡wmlio \' Des- y ordenar la información sobre las nuevas que ambas acti1·idaces y ambos vocablos coe-
cripción de las Indias Occiden11iles, dd padre No hace falta ya comcnlar ni destacar la tierrJs conq uistadas ·o. Criterios sufic~ ntes
Antonio Vázquez de Espinosa 01. Como en d pauta que sigue la descripción: nombre, des- edición de las Rtladt ,r.{; ;_ i ~.,n, .;_, Je Indias de Jim~ntz
caso anterior, no todo este libro sigue el ,1mo- cubridor, temple, mantenimientos y riquezas de la Espada. op. r 11. ;iii-1i, . •
69 Op. cit., xxiii. " V. !'s. Toporo,. ,L,,_ •Jcree; :osmolc-~ques des pre-
mineras. Señalar este hecho no es por cierto ·o Habría que mencio1rnr.. al re:Spccto. la.i R,·:.I.JL'iom's micres descriplions hi;ior.¡ucs•. ea J. M. Lo1man Y B. A.
novedad. Ya lo había hecho Jiménez de la peninsulares, pueslas de relieve por Fermin Cabal?<ro. en Uspcnski. Traraux r.u !,, S1s1ém'1 de Signes. Bruselas.
06 8. A. E.. vol. 2-lS. 19il. con esiudio prehm1n•r Je
Espada. sugiriendo que «los modelos para las 1866 («Las relaciones topováficas de España,,. J1scurso Ed11ions Comple~e. 19"6. ;i:ig. 116.
\!aria del Carmen Gontdlcz. y edilJdo por ~!arco~ J1mcn« leído en la Real Academia de la HiSloria). como otras man•· n Cayo Comeho Tkm, \hacia ~110): los ,ein1e libros
J, la Espada. " Relaciones Geográficas·• de Andrés García fcs1Jcioncs del mismo tipo discursi\'O, aunque ,erS<n sobre de Historim comprender. :1 peric-~~ Galba-Dominic1ano
•·B. A. E.. , ol. 231. 1069.cd1c1on yc,1udio prehm10Jrde la "~nin)ula» y no :,obre ••lndiasn. Véase. iobrc e!:.i.s rcla· (68-96) : en 1an10 que !<>< .i:<'1.-iséis ~nalts. : emprenden el
B Velasco Bayón. b.i Op c:11 . niii c1on<,. el estudio de Jose l:rbano ~lartinez Carre,ls. en la pcnodo an1erior. T,!x:-:c--'::ón 1! J-68).

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xisten, es posible encontrar, al parecer, cró- ido desapareciendo gradualmente: y fueron ciles de encontrar y, a veces, puede emplearse gación de informar, sino que lo hace accp•
nicas que se asemejan a las historias; y el aseme- reemplazados por la historiae (narración del anales. en lugar de crónica, para designar la tando el fin que la caracteriza y la distingu~
jarse a la historia, según los letrados de la épo- tipo gesta o del tipo vitae, éste último, que irá narración de acontecimientos «dignos de mc- (i.e.: el .fin de la actividad historiográfica).
ca, proviene del hecho de escribir crónicas no conformando la biografia). Es este. al parecer, morilll> que corresponde a la historia 76_ Hay, El .fin de la historia (del escribir historia) se
sujetándose al seco informe temporal síno el sentido en el que se emplea el vocablo «cró- sin embargo, un caso que merece mayor aten- caracteriza, por un lado, en un nivd filosófico
hacerlo mostrando más apego a un discurso nica» en los escritos sobre el descubrimiento y ción: el prólogo a la Historia de fas lndiasn, y, por otro, público. En cuanto al primero. sa-
bien escrito en el cual las exigencias de la re- la conquista. Cieza de León, a pesar de que del padre Bartolomé de Las Casas*. Dado el bemos desde Aristót~les que la historia se
tórica interfieren con el asiento temporal de los titula Chrónica del Perú a su libro, no tiene volumen de la bibliogralfa sobre el padre Las diferencia de la poesía por ocuparse de ver•
acontecimientos 73. Las dos actividades que ningún empacho en afirmar, en el «proemio Casas, relativamente poca atención se le ha dades particulares, en tanto que la poesía
designan ambos vocablos tiende n, con el al lector», «Y cobrando ánimo, con mayor prestado a este prólogo. Quizás debido a que la lo hace de generalidades verosímiles. El fin
correr de los tiempos, a resumirse en la his- confianza determiné de gastar algún tiempo de figura de Las Casas ha despatado mayores pú blico de las verdades particulares es el de la
toria la cual, por un lado, incorpora el ele- mi vida en escribir historia». También: «Y intereses ideológicos que h1stong ráticos. Enm utilidad comunitaria. Los pwpusitos. sin em-
mento temporal y, por el otro, desplaza a la si no va escripta esta historia con la suavidad las excepciones se encuentra el apartado VI bargo, pueden variar de acuerdo a los fines.
crónica como actividad verbal 14 _ De estas que da á las letras la sciencia, ni con el ornato de la introducción de Lewis Hanke a la citada Así, por ejemplo. Las Casas comienza ana-
interferencias. las cuales prod ucen la sino- que requería. va á lo menos llena de vercl,1d~s». edicion de la Historia, que lleva corno título lizando las causas que mov ieron a diver~os
nimia de los vocablos. nos da debida cuenta «Por qué escribió Las Casas histona». Como historiadores a escribir. Siendo teleológico el
- en el siglo XVII krónimo- de San José. lo señala el reconocido espec1alis1a ,,~1ngún sentiJo que tiene en este c"so la palabra
cuando tr;ta d.: «los \anos nombres que se historiador español del siglo xv1 ha c:-.puesto causa, Las Casas está busc;.mdo más los
, dan a la Historia»: de forma tan docta y tan clara como Las Casas motivos o propósitos que impulsaron a los
los motivos que le impulsaron a escribir his- escritores a escribir historia: al2unos. nos dice.
El primero y mas ord111ario, y aun más torian (pág. lvii). Este prólogo es, sa1 lugar deseosos de fama y gloria eligieron escribir
universal, según el comtin modo de hablar, a dudas, el <(tratado» más completo redactado historia por «polidas y limadas palabras, du l-
es este nombre de Historio, el cual se origina en el xv1 por los historiadores indianos. Ten- zura y hermosura suave de decir»: otros para
de una voz griega. que quiere decir, conocer.
ver o mirar (...). Llámasc tumb1én Crónica; dremos oportunidad de volver sobre él. Por servir y lisonjear a los pnncipes: otros para
y nuestra lengua e;pañola que no sufre as- el momento sólo nos interesa lo q u~ no, die:~ rescatar los hechos acaecido, en su tiempo del
pereza. ni dificultad en la pronunciación y Las Ca;as de por qué escribió •<historia». olvido: otros «compelidos por la necesidad
sonido de las palabrus. y por eso añude o El prólogo, en su primera part~, es un listado de contar lo que de sus propios ojos vieron»
quita letras a las dicciones ásperas, purc- de erudición señalando (en los historiadores (pág. 3). El ¡in y el propósiio se resumen en la
ciéndoselo ésta le añade una o en lu primera griegos romanos. hebreos y. entre ellos. dando frase siguiente: «Resta pues afirmar. con \er•
silaba diciendo Corónica. v de ahi coronist,1 : un especial lugar a Cicerón) los moti1·0:; que los dad sol,1111cntc mol'ermc a di~tar este libro Lt
aunque los muy escrupulÓsos eruditos siem- impubaron a escribir historia. Al concluir este grandísima y última necesidad que por mu,no,
pre retienen la propiedad griega. diciendo
crónica y cronista. y aun b onogralia de análi;is, Las Cas,is observa: «¿Dónde l'a a años a toda España. de verdadera noticia y
aquella lengua retienen escribiendo con /J parar tanto y tan luengo discurso de prólogo, d..: lumbre Je I erdad en todo, .os esudos della
chrónica (...). Es, pues, Corónica la Historia trayendo tantas cosas de originales antiguos'> cerca <leste Indiano Orbe. p<idecer ne visw,,
difusa de alguna República eclesiástica, re- Digo que a poner los fundamentos y asignar (pág. 12). Si bien el ejemplo es flaco y no po-
ligiosa o seglar ajustada a los años, aunque las causas de todo lo que en esta Corónica de demos aquí cletem:rnos en estos principios
no tan ceñida y precisamente como los estas Indias propongo decir. va todo lo suso- definitorios de la formacion J 1scurm a his-
Anales o Diarios. Pero Crónico es Historia dicho dirigido» (pág. 12, cursi1as Jgr~¡pd:isJ. toriogdfica. baste para decir. repitiendo. que
breve y cei'l idn, ajustada a los años. La cual Lo cual es un ejemplo bastante con vincenle de cuando la formación discursiva existe es ésla
tambitn se llumn Cronologia y especial•
mente si es narroción y averiguación de años la sinonimia de los vocablos o. mejor. del la que de alguna manera dicta la forma y los
y de tiempos. porque Chrono.r es voz griega empleo de corónica para referirse a la histo- motivos por los cuales se emprende la acu-
que significa riemrn 75, ria. vidad de escribir. Y, si no en todos los casos
lo vemo tan claramente formulado como en
Antes de ocuparnos de algunas de las prin- el padre Las Casas, toda atenta lectura los
Este análisis nos rccuerdH que ya hacia el cipales figuras de la historiogralia indiana, revela diseminados en los prologos y en aque-
siglo xv1 los antiguos nnab ) crónica, habían mencionemos rápidamente los aspeclos que llos enunciados que no son descriptivo-narra-
Crri11in1 ,¡.,¡ Paú. ,•dici,ii. J~ 155-1 carac;erizan a la historiografia como fo rma- tivos sino t<palabra del historiadon• : donde
73 Los vocablos de mutll!T , t•r,u,1e•t1t , 111,:uflildos en la An~ ción discursiva. Ello quiere decir que quien éste "toma pos1ció!l), y hJ..:c explicitas las
11gücdad, son los vocablos pi 111c1p11le, que -e consorv11n en
la Edad Media para asen1ur lo, 11con1cc11n1cn10, nornbles.
esci be his1oria no lo hace, corno en el CJ~o de reglas del ju.:go que adopta. Tcndremos opor•
\nales y crónicas estaban lig11dn, 11 tu, pri\c1ic11, de lo l~lcsia Concluye. ademas, refiriéndo,;e a la muy co- las cmas y de las relaciones. sólo por la obli- tunidad de señalarlo en las ;-jginas siguiente,
y a la confección de c,dend.r11" y de ,,do, p,1>c11lc,, Veu,e nocida definición que Cicerón da ,k la his- cuando nos ocup~rnos de h,storiado res par-
Reginald L. Pook. Cliro111de, u111/ t4111wl,1, O,fo1d, Cl11ren• to ria llamándola. curiosamente. no historia 7ti .\,¡ Ruv Diaz di;: Gu1mUn titula Anultts dd J,,_ 1\·uhn• ticula res.
don Press. 1962. mien1 , publa~im, y conquisra del Riu de la Piara {ócri10 hada
" Los anales y las crónica; tienden .1Je1up11recor h11c111 el
sino escriptura: «Y así, llamó á la escriptura Un segundo y fundamcmai aspecto es el de
Cicerón testigo de los tiempos, maestra de la 161:J. Y es 1.mibién anales cl vocablo que emplead Jutor
iiglo xv1 y se reemplazan por lus uarrucione, l111t6ncn, («tomando la pluma para escribir estos anales del descubrí• la «causa eficiente» 78: el histuriador. Corno en
del tipo gesta o ri1ae. Cfr. K. Kcuchk. Hls1ur/11, Gcscl,tchta vida, luz de la verdad,>. Pese a los nombres que mien1J,,).
tle,r Wurtes und seiner Betle11t1111g in der Antike mu/ In dtm empica Cieza para remitir a su escrito, queda 77 His1oria de las hldias. Edición de A2ustin ~lillarcs 71 El padre Las Casas usa las cuai.o causas aris101élica.;
romanisclien Sprachen. Muns1er, 1934. 0

Cario y estudio preliminar · de Lcwis Hankc. ~léxico. tanto para definir la historiografia ,.·orno para \tcxplkar,
75 Genio de la His1oria (1651 ). Edición moderno con Cll· clara la «intención» del tipo de discurso que
F. C. E.. 1951. pág. .l·22. los acontecimientos que la historiJ ,uenta. Este modelo.
sayo bio•bibliográfico y notas por fray Higin10 de Sanrn adopta y la formación discursiva en la cual • \ i:ase. en (Sle mismo volumt!n. A. SJinL- Lu. ,,Fra~ popular ya en el siglo xv1, lo resume. para la his1onogrn1ia.
f cr~sa, Victoria, Edii.:iones de::! CJrmi:n. 1957. póg. 270. lo inscribe. Ejem plos como éste no son difi- 8:.1rt..<.Jmé de las Cas.is>). en 161 1. C'Jbr~ra de Córdoba : ((y~.., Ji~o. l''i t., hi.'it cirfa ,w .

76
toda formación discursiva, ésta regula las materia. La «historia universal» comprenderá rnya no tenia 1al tor111w1a». Señalemo). al
condiciones que deben cumplir los agentes de así una historia que comienza con el origen del pasar, el empleo sinónimo de escrip111r y coro-
tal actividad. La historia exige que el historia- mundo (a la cual suele a veces denominarse 11ista para designar el agente de la actividad de
dor cumpla con determinadas condiciones. también general. por ejemplo, «La General escribir historia. para subrayar la evidencia que
De nuevo Las Casas se hace cargo de este as- Historia»). La «historia general», en el caso de el párrafo deja del cono~er los requisito) d~ tal
pecto: «Tampoco conviene a todo género de Indias se delimita la mayoría de las veces topo- actividad; aunque lo dicho sea dicho, como en
personas ocu parse con tal ejercicio. según se gráficamente. Finalmenk, la «historia parti- este caso, para justificar lo que le falta a la
entendía de Methástenes, sino a varones esco- cular» lo es de una nación o de una región. De suya: «porque en la verdad d e,tilo y elo~uen-
gidos, doctos, prudentes, filósofos, perspi- acuerdo a estas di visiónes vemos que en la his- cia del auctor de una famosa historia mucho la
cacísimos. espirituales y dedicados al culto toria del siglo xv1 predomina lo «general ; moral engrandescc e sublima por el ornamento de su
divino como antes eran y hoy son los sabios y nat ural»: en tanto que hacia el xv11 la tenden- gracio~a pluma e sabio pro~·eder. ó mul'ho lo
sacerdotes» (pág. 6). En una palabra, la escri- cia más marcada es hacia la ((historia parti- que le dismin uye del propio \dor. quando en el
tura de la historia no puede dejarse en manos de cular». Lo cual, de ninguna manera indica que tal escriptor no hay la habilidad que se requiere
cualquiera. sino de los letrados. No obstante. la no hubiera «hi,torias particulares» en el xv, en co,a5 grande,» (vol. lll. 185). En esas pala-
h1stonogralm indurna brinda una exccpcion a n1 «h1~torias generales» en el xv11. Veremos in- bras no sólo ,e evidencia la conc1e11cia del
la regla dada\ lus circunstancias históric:1s que directamente~este aspecto en los apartados «estilo,) sino tamb1en la del «terna1> de la his-
hace a capitn111•, y soldados tomar a su carno 1¡•uic111cs. toria: se «,osas 1?rande,, 0•

una tarea que no están en condiciones de No sólo es Fernández de Oviedo el primero Oviedo destac; <<lo natural•> en el primer
hacer. Por esto rozón encontramos, en los que emplea el vocablo «historia» en el con- informe que titula. precisamente, Sumario •
casos en los que la historia se ejercita por texto que estamos estudiando, sino que lo hace de la Natural H1J1ur1a; pero su obra mayor,
personas no «udt·cuudas» para tal práctica, con plena conciencia de la acti~idad historio- como sabemos, licia d 1itulo de Historia Ge-
los «pedidos de d1sculpns» que no sólo ma- gráfica que emprende 79. Como ha sido seña- neral y Natural de las Indias. Es cierto sin
nifiestan el tópicu de lu «falsa modestia», lado repetidas veces por los especialistas en embargo. que esta histona se ocupa tamb1en
sino también la conc1cm'111 de estar ejercitando Oviedo, sus viajes por Italia y su cercanía a del aspecto «moral,>. Veamos por separado
una prácrica que 11,nc ,us preceptos y, entre la familia real 11.: du n la oportunidad de conocer «lo natural» v 11!0 moral». observando. para
ellos, aquél que ,1tu1k ,1 In~ rcrsonas indicadas las lendencius intelectuales de su tiempo y estar «lo general>,. que ello pone de relieve el hecho
para hacerla. al corriente de lus preocupaciones de la con- de que la historia se ocupa de la totalidad de
Finalmente, lu lor11i.ici n11 d1~cursiva se ca- ciencia letrada 80. El hecho de que se haya la, nuevas tierra, cescuberta,.
ra.:taiza tamh1c11 rur l,1\ d1~1sio11cs internas puesto en duda ~uán le1radn era o cuánto a) ¿Cuúl es la concepción de la hbtoria
que establece. Aunl)ut' nu pndl'mos decir que latín sabia, no e\ cuestión en litigio para este natun1I que subyace :1I l:bro de Ovicdo"! En
haya, en los siglo~ xv1 \' \VII . ni1crios claros la historia ~enera/ de laf Indias. edición de 1535
capítulo. Lo cierto es que sabía «lo suficiente» pnmer lugar es la tendencia a va lorar la ex-
sobre la división d,• 111 lu·,11111,1 huy al menos como para orientar la ruta de su trabajo. periencia, sobre todo en relación al momento ción de la materia (la realidad natural Je las
ciertos principio) grnc1,dc~ rn111p11nidos que Las huellas de estas orientaciones se encuentran cultural y a la significación de las nuevas tierras Indias) organizada sobre el modelo de un
podemos resumir d;: 111 1111111.:1,1 ,,¡miente: a lo largo de la Historia General v Natural descubiertas, dejando de lado los lapidarios y libro. Plinio no sólo inspira, sino que dicta
I) Historia Divina de las Indias81 , mediante opiniones ·y referen- bestiarios medievalesg:_ En segundo lugar. el el orden expositivo. Veamos algunos ejemplos.
rrs. l ll\lnr111 Natural cias bibliográficas. En el prohemio al libro hecho de que esa experiencia le sugiera «con- El libro I, por ejemplo, consta solamente del
Historia Humano { ll1, 1nr1n Moral XXXI, por ejemplo, comienza con un a cita tinuan, la obrad~ Plinto: «Y ra¿Ón es que le «prohemio» a los libros de esta primer,\ parte.
2) Historia Umver~ul 111 l,r11r111I y Purncular. de Cicerón, continúa con los versos de Petrarca ayudemos a e,crib1r lo que no supo 111 nalÍó En el Libro II se aclara por que el Libro 1
en los cuales Alejandro, frente a la tumba de escripto en las partes australes é occidentales consta solamente del «probemio»: «Pues Pli-
La división 1) st bu111 ,11h11· r l urnnl l'nido» Aquiles. «dixo suspirando»: «Oh! afortunado. destas nuestras Indias ru en la~ otras re1!iones nio contó su prohemio por primer libro, sea
de la historia. Como ,,. ,,1h, , l,1 1dmto1111 na- que tan clara trompeta hall,L~le, é quien de ti della» {vol. 1, 387)>;_ Ahora bien. lo n~tablc as)Í mi introducción precedente en quien
1ural y moral» cubr,• 111 qur rnn po~lcrio- a,si altamente escribiese.» Lo que Ovicdo es no sólo que se tra1e de «ayudar a escrebir». comienzan los míos. e questc llamemos se-
ridad al siglo xvu1 Ne d1v11lr, p111 u11 l11do, en extrae de esta referencia es el hecho de que la Historia Natural de Plinio con lo que Oviedo gundo». Es1e prurito llega a dimensiones insos-
disciplinas independicnlc~ (h111n11k11, rno lo¡,ln, «Estas palabras de Alexandro muestran la conoce directamente en Indias. sino que tal pechadas en el Libro XII, cuando se propone
sociología, psicologl11, 1·11 ) 1'01 1111 n Indo, In envidia que ovo de aver tenido Achiles tan experiencia esté ligada al modelo que le ofrece hablar de los animales y justificar el porqué
<<historia humana» se p1 lllu, • rn un 111,m;o Jito l!Scriptor para su historia. ¿ quél para la el libro de Plinio. La concepción de la historia Plinio destinó el Libro VIII a los animales
L'pistémico que no mnrcn 111d11vl.1 ,•1 1·onf11c10 natural se manifiesta. entonces. en la ex posi- terremes en tanto que él, Oviedo, le destinará
4ue veremos apa recer h11~111 f111nk•, d~I ,1¡ilo ••1:. 0"Gorman ha señaladoeslc aspcclo. Aunque incurra
1 el XII. El lector podrá dudar de la importan-
x1x bajo la división dc •<ttt:111·111 11,11 11ralc)'' ·n d equivoco sobre la 111radueció11» del Clarihalte (cfr J: Cfr. J. t\. ~IM3\3;1. "LJ :\puienc1J personal ~ ..1 Ju• cia de ~s10s detalles. pero son precisamente ellos
irs. «ciencia humanas o dl'I e plti1u» 1¡1 ,e- <cdomli Goic. «La novela hispanoamcric:ina de lo, ,,~lo, lonomiJ d~ la razónn y ,cLJ e:q,',;!riencia del descubrim1('nto los que nos muestran la particular «estructura
\\ l. \VII ~ '<VIII)), 'i!n este mismo volumen). no son rncno~ de .~\meric~M. en LJS \:~·:oul Ju uh•a ,/1! pmgrt'\I• <'1 1/
qunda división a1a1ie 11,, 11 l.1 111111rriu ~11111 ,1 w 't•

conceptual» de la historia natural; que con-


,!ti.la, u, obst:nacrnnl!s sobre la 1<con~1cnci..1 hiM0no~rj. Rrnacmttt•nt" ,pañol. \fadrid. Real r\c:idcrniu de b H i:,.-
los limites temporal es (l'I n11nln¡¡1rn1l y ¡¡co- ne.o, c1uc las Indias despienan en 0vicdo («0viedo ysu IOria. 196.1. siste, en el caso de Oviedo, m la orga111zación
gráficos (topográficos) en liis q11L' w cnnturcu la "'IIIHIOri:i general y na1ural de las lndius··,., prólogo a la B Sin embargo. se ocupa de :narcar la diferencia ~ntrc la de la materia sobre el modelo de un libro.
de S11ccs11.1 v diálogo de la Nueva Espa,ia. México, UNAM. lectura y la experiencia: ,,Todos ~s10s libros 0s1án di\1d1dos.
1°l4h según el genero ecalidad J~ las m,ucrias por donde discurren: Nada nuevo en este hecho. Lo que nos interesa
rranOn de rerdades por /,()lnhr, 1 whlu, p11r,1 ,,,iu•tlllf u b1t11 "' Sobre la b1ogralia de üv1cdo vease Josc de la Peña v las qualcs no he sacado Je dos m,11 millares de volúmenes que destacar sin embargo es que. al parecer. Oviedo
Consta es1a definición dé genero y l11lorc11c111, y con•
• /f/r. t.1muru. 11Con1r1buciones documenlales y crilieas para uná haya lcydo. como en el lugar suso alegado Plin10 escrib< no toma en cuenta ni el hecho de que el Libro
uendas ~ua1ro causas, mn1erinl. íorrnul, eflc1enle y hn~I" b1ogranu de Gonzalo Fernández de 0vicdo1>, Reris1a de (...) pero yo acumulé todo lo que aqui escribo de dos m,11 Vll de Plinio haya tratado del hombre y en el
D, historia para tni,nderla y ,scrihir/11, Ed1cic\n de S11n11a¡¡a India,, núm. 69-70. 1957, págs. 603-705. millones de trabajos y necess,~ades é peligros en ,c1n1<
\lon1er? Diaz, Madrid. lns1i1u10 de F,1ud10\ Polil,co,, " Madrid. 1mprcntu de la Real AcaJemia de la His1oria. é dos años é mas que ha que "" y cxpcnmen10 por m, p,r• Vlll se disponga a tratar, siguiendo la jerarquía
1qJ~. pag. "J
1811. J vol<. Toda< la, d1a, corresponden a es1a edición. sonn estas cosa). ►• CVol. l. 6.1 del modelo aristotélico, «los otros animales y
78 79
primero de los terrestres» (Ad reliqua tran- rrectos 86, tampoco debemos dejar de lado el Una aproximación más particular de la
seamus animalia, et primum terrestria); ni criterio acumulativo y noticiario que cara<;- concepción de la historia moral en Oviedo,
que la lógica no sea la del número sino la del teriza, en estos momentos. a la historia na tural. podemos ejemplificarla tomando el capítulo
concepto: la división del mundo natural en b) ¿Cuál es la concepción de la «historia XXIX. del Libro XXXIII, dedicado a las
animales, vegetales, minerales; y, en el reino moral» en Oviedo? Dos aspectos, comunes en conquistas de Hernán Cortés. En esta parte
animal, la división entre racionales e irracio- otros escritores de la época, pueden darnos comienza citando palabras de Cicerón despues
nales. Este modelo, que desde Aristóteles se una aproximación al problema. En primer del castigo de la conjuración de Catilina (según
extiende hasta finales del siglo xv111, es evi- lugar, la concepción de la historia como memo- la versión de Salustio, De Bello Carhilinario),
dente en Plinio al comenzar al libro VII! con ria de los hechos notables del pasado, y el de la en las cuales palabras éste pide: 1<Por estas
los animales terrestres y darle el primer lugar historiografía como el discurso escri10 capaz cosas grandes (... ) vuestra perpetua memoria
al elefante, porque es el que más se asemeja de cumplir tal tarea. de a..¡uesta jornada. De la memoria vu.:s1ra.
al hombre (1\tfaximum est elephas, proximunque oh. romanos d.: ella sean mis cosas nodndas: -
humanis sensibus). Junto a este apego al orden Por todas las ,ías que he podido, después crescerán por las palabras, e durarán por las
del modelo, se encuentra en Oviedo una gran que á escas Indias passé. he procurado con historias tomando siempre una mayor fuerza
preocupación por el orden de materia expuesta: mucha a1 enc1ón, dssi en e;tas islas como en (... ) Palabras, memorias, hlSlorias, perpetua-
orden que toca mayormente al discurso pero la Tierra-Firme. de saber por qué manera ó ción del pasado y perpetuación de la Jama:
no al concepto. El orden conceptual oscila forma los indios se acuerdan de las co;as de
su principio é antecesores. ~ si tienen libro,, base de la concepción de la historia moral o de
entre las necesidades que dic1a la experiencia o por cuáles vestigios é señales no se les olvida la conservación de los hechos humano, me-
(tan10 el «sumario» como la «historia» co- lo passado. Y en esta isla, á lo que he podido diante «historias escritas». Sobre esta base.
mienzan, en lo vegetal, por el maíz que provee entender, solos sus cantares, que ellos llaman como lo hizo anteriomcnte con el ejemplo de
el pan como ali mento básico) y el conocimien- areytos, es su libro o memorial que de gente Alejandro, Oviedo conecta su justificación para
to común de los reinos vegetal y animal. Al en gente queda de los padres a los hijos, y de escribir la gesta cortesiana: «Más es muy justa
poner en perspectiva el concepto de historia los presentes a los venidores (...) (vol. l.
pág. 125).
cosa que en la memoria de los que viven e5tén ~c!tbs1 am
natural en el siglo XVI (sin emplear tampoco escritas las hazañas é fechos memorables de '\bdeMc.1ico.N~
tal perspectiva pura «valorar» la obra de Hern<1ndo Cortes» (vol. 111. pág. 412). Esta
Oviedo), es útil recordur que el concepto de la Para la historia moral. la definición de concepción de la historia humana la veremos ce.y ton fíttnc:~ 1
con1inuidad que se mantiene todavía en Buffon Cicerón es el modelo seguido. En éste. la his- acentuada en el siglo x, 11 con el agregado de la .,.. Modé. f
(i.e. cuando del cabullo, por ejemplo, se pasa toria no sólo se reduce a la memoria de lo importancia que la elocutio adquiere en la na-
al cuadrúpedo, de lo~ cuudrúpedos a los pá- pasado, sino que también se concibe como rrac1011 (por ejemplo. Antonio de Solisl.
jaros, de los páJ11ro~ u lo~ reptiles y de los rep- «narración» (o relato). Tal narración, que Crónica ee11eral de las Indias. ed ..:1011 de 1553
tiles a los peces) ~e bu,u sobre el presupuesto implica la temporalidad, presupone. a su vez. En Francisco de Gómara encontramos otro
de un mismo plan o un m"mo dise,io que es el el discurso verbal como único sistema de ejemplo d.: la concepción de la historia moral
de los animales vcrtcbrndos. S1 este es uno de signos pertinente para hacerlo. En Oviedo, al aunque ésta sea sólo una parte del libro que se que se escribe Hispania f'ifrix. se agregan los
los grandes aportes de lluffon a la historia menos en el párrafo citado, esta idea no está anuncia bajo el titulo general de Hispania designios particulares que caracterizan la pri-
natural, el paso siguien te corresponde a Cu- claramente expresada aunque el «solos sus Virrix y que se compone de dos partes: la pri- mera y la segunda parte. Comenzaremos por la
vier y es el de proponer, pura el reino animal. cantares», localiza (y quizás minimiza) la mera la Hisrona General de las indias y la segunda, alterando el orden. para continuar
no un plan sino cuatro: el plun de los verte- transmisión oral. La idea que subyace a ést<1 segunda, la Co11q11isra de .\léxico. «Segunda de esta manera d tópico que introdujimos al·
brados, el de 10< mol uscos, el de los insectos observación de Oviedo podemos ini'enrla de pane de la Crónica General de las India~» hablar de la concepción de la ,,historia moral»
y el de los 2001110s. Pero c,tu discontinuidad, otros escritos, entre ellos la historia de José cursivas a!!reeadas)gg_ El libro se escri be en loa en Oviedo.
tomando como único ejemplo el reino animal, de Acosta, sobre la que volveremos más ade- a las glori~s de España que uomara hace ex- En primer lugar, la Conqwsra de Méx1cv se
no se conocerá sino ha~w principios del lante; también de los Come111arius Reales plícitas en la dedicatoria a <<Don Carlos. Em- orsraniza desde el nacimiento hasta la muerte
siglo x 1x84. La historia nuturul htmu el mo- del Inca Garcilaso de la Vega (L. I, cap. XV): perador de Romanos y Rey de España»: de-Hernán Cortés. Esta organización muestra
mento de Buffon, quien lu orienta hacia la «-[nea, tío, pues no hay escritura entre voso- así como también en el capitulo tina! de la (aunque no sean -como lo veremos- los
búsqueda de «sistemas», se munilics1u en la tros, que es la que guarda la memoria de las primera parte. En la dedicatoria, Gómara designios de Gómara) la estructura de lo que
acumulación de información, d~ tal 'lucnc que cosas pasada.1. qué noticia tenéis del origen y repite en sus palabras lo que había señalado más tarde se consolidará co::io un tipo dis-
la historia Jd caballo o del a~no con,l\tíra en principio de nuestros Reyes» (cursivas agr~- C. C.:-Ión en !a introducción a su «Diario de cursivo historio2ráfico: la bic ~rafia 89. El <din>>
lo que los antiguos pensaban. todo In que se gadas). Aun que esta concepción es la que pre- na\'egación»: ,<La mayor cosa después d~ la de esta historia ~sel de narrar-lo, hechos nota-
han imaginado de sus vi rtudes. carúctcr, coruic. valece de tal manera de ir reduciendo cada vez creación del mundo -dice Gómara- sacando bles de una persona para re;-:atar del olvido
los usos o empleos posibles. los cui:ntos 1.JUe má's la noción de historia a la de historia la e;icarnación y muerte del que lo crió. es el la memoria de sus hazañas: ~stableciendo así
existen sobre ellos, los milagros a los que e,1.111 moral, tiene sin embargo sus opositores entre descubrimiento de Indias( ... ) Quiso Dios des-
ligados en ciertas religiones. etc. 85, Sin lle 'Jr a lo~ tratadistas de la historiogr:ilia: entre ellos. cobrir las Indias en vuestro tiempo~- á vuestros
tales extremos. y aunque Ov1edo haya obser- el principal es Francesco Patrizzi 87. vasallos, para que las conviniés~des i su ,~ Dejemos de lado. al lrltJr ,la c~nquista de México».
vado aspectos que a ún hoy se consideran ~ll- santa ley (... ). Comenzaron las conquistJS de el problema de la ,,biogralfa». la cual r,xfna analizarse como
tipo d1scursi"o de l.1 10rmac1ón discutsiva historiografica.
ló Enrique Álvarez López. «La H1!loria Natural de Fer-
1ndios acabada la de los moros, porque siempre Puede consultarse. al respoc10. Jo« Luis Romero, S11hre
ntlndez de Oviedo». Reeista de btd,as, 69-70. 1957. pági- guerreasen españoles contra infieles». A estos la bwgrajia y la /11s1or1a. Buenos Aires, Sudamencana.
•• Cfr. P. Flourens, Histoire des traraux ,1 des idus Je nas 541 -601. designios generales que sitúan el «fin>> con el l9J5. Para lo que podríamos cons,~trar la manifestación
811//011, París, !SSO. Nueva edición. Ginebra, Sb1k1ne '' Della ffistorla dice dialoghi, Venecia. 1560 (Dialogo anterior del tipo au1obiograrico. rita: ,onsúltese H. Delehay
Reprints, 1971, ptigs. 35-45. Tt(ZO), Empleo la versión facsimilar recogida por K•ssi<r Les /igendet ha~iographiqun. Brusela<. ~' ed .. 1906. Sobre
U Oeurres, París. Garnier Frl!res. l 8SJ. t. l. <•Prcm1cr ~n su Thenretikcr f/umanisri:,chrr Gesthíd1tnclirdh1111i,z. u L.IS rcf•rencia., ;on a la edición de 8. A. E., 1. XXII. la biogralia en general, J. A . Garrat¡. The Nature ni Bio-
Dii;cours». p.i~. 1J. Muntch, Wilhelm Ftnk Verlag, 1971 MadnJ. 19J6. graohy. Nue\O York. 195'.
80 81
la fama de la persona historiada 90. Gómara para emplear el propio vocablo que ellos em- ~salgo más que el «documento» irremplazablc Toda historia. aunque oo ,ea bien escrita.
aclara este aspecto en la dedicatoria a don Mar- plean. a la historia. En este aspecto de la con- de su experiencia y ocupa también su debido deleita. Por ende no hJy qu~ recomendar la
tín Cortés, marqués del Valle: «A ninguno cepción de la historia moral es donde coinciden lugar textual. Al parecer dos son las razones nuestra (...). El romane-e que lleva es llanu
debo intitular, muy ilustre señor, la conquista Oviedo y Gómara; aunque Oviedo acentúe fundamentales que le otorgan este lugar en la cual agora usan. la orden concertada é igual,
de Méjico, sino á vuestra señoría, que es hijo el valor de la experiencia en la escritura de la historiografia de la conquiqa: los capitulos cortos por ahorrar palabra, la,
del que Jo conquistó, para que, así como heredó historia y Gómara responda más al hombre de sentencias claras, aunque bcc,es (...). Contar
a) una. como ya hemos dicho. la de hacer cuándo, dónde y quien hizo una cosa, bien
el mayorazgo, herede también la historia. En letras que lo faculta (por ello y no necesaria- { la historia no de .capitanes o de emperadores se acierta ; empero decir cómo es dificultoso;
lo uno consiste la riqueza y en lo otro la fama.» mente por la experiencia directa) para hacerlo. sino de elevar al rango de personaje digno de y asi siempre suele haber en esto diferencia.
R. Iglesia, apelando a otros escritos de Gó- Hagamos un paréntesis y, anles de llegar ser historiado a los participante, en la, accione, Por tanto. se debe contenr.ir quien lee his-
mara, ha resumido en forma clara su con- a la primera parte de la historia de Gómara, de l,1 conquista; turia, tle ,ab.:r lo q,e ,k,.:a en summa y ver-
cepción de la historia moral. al decir que integremos a Berna! Díaz del Castillo* y su 1 b1 la otra. un cierto imponderable como dadero (...).
1<para Gómara, en una palabra, la historia es Verdadera Historia de los Sucesos de la Con- es «el ane de contar». que lo destaca sobre
esencialmente la biografia de los grandes hom- quista de la Nuera España 93. No encontraremos informes semejantes de otros muchos capitanes El estilo condensado de Gornara se mani-
bres» y cita, en apoyo de su afirmación, el en Berna! Diaz, como en los demás hbtoria- o dC'icuhridore, fiesta aun en este prólO!!º d c..:il. de anotarse,
prefacio de la Cr6nica de los Barbarrojas: dores, una clara posición con respecto a la El empleo de la lengua <(que va según nues- nos conduciría a desarrollar un capitulo sus-
acti vidad escriptural que emprende. El vocablo tro común hablar de Castilla la Vieja» Justi- tancioso de los preceptos historiográficos:
Dos maneras hay, muy ilustre señor, de rerdadera tiene más peso, en este caso, que el fica todas sus excusas con respecto a ,u (<falta de en él, se resumen los probler.::as de la lengua
escrebir historias. La una es cuando se escribe vocablo historia puesto que, sabemos, Berna! retórica». Pero sabemos que el arte de contar, en que debe ser escrit:1 la hi~.oria (que tanto
la vida, la otra cuando se cuentan los hechos Diaz nos ofrece la «otra cara» de la Conquisra
d.: un emperador o valiente capitán. De la de Méjico, laudatoria de Cortés, escrita por como lo muestran numerosas experiencias preocupaba a Ovíedo, y que otros también
primera usaron Suetonio Tranquilo, Plu- folklóricas, no es una virtud que se adquiera manifestaron)9'>; la organizaC!on del discurso
tarco, San llierónimo y otros muchos. De Gómara. No es la otra cara porque sea nece- en la universidad. La referencia a las experien- y, finalmente, los critenos de \·erdad historio-
aquella otra es que todos tienen de escrebir: sariamente «anti-Cortés» sino porque se es- cia, fol klóricas no es gratuita. puesto que no gráficos 97, que Gómara cuidadosamente dis-
de la cual. para ~atisfacer al oyente, bastará criben no las hazañas de un <<valiente capitán» ,on las historias clasicas ni meno, los trata· tingue entre lo que hay u ocu:-,ó de la manera
relatar solamente los hazañas, guerras, vic- sino de los soldados. Es por esta razón. quizás, distas de la hmorio2rafia o de la retórica en que lo habido u oc:mido ;e conceptualiza
torias y drn1stre) del capitán. En la primera por lo que Berna! Díaz emplea, indistintamen- 4u1enes suministran a- Berna! Diaz el cono,1- en el discurso: en ::rmtn<'' má, actuales
han,e de decir toJos los vicios de la persona te, el término relación como sinónimo de lrütv· miento no basado en las fuentes. Berna! Díaz veríamos en ello el crucial problema d.: la re-
de quien se escribe(...) Ninguno me reprenda ria; «Como acabé de sacar en limpio ésta mi
al presente, s1 d1~crc algo, o echare a menos relación. me rogaron dos licenciados que se las no ha escapado al escrutinio «literario» v no ferencia y ht si11111fic,1L!On. T~ntados aunque
alguna co,,1 en c,111 mi escriptura. pues no sólo se le ha li2ado al Arnadis de Gaula. sino impedidos de detener:1os en todos estos as-
escribo 111/u, 1/no hl.!loria, aunque pienso. emprestase para saber muy por extenso las lJUé ,~ han hecho rnnex1on~s .:on Baceo. ,on pectos, ilustremo, el '-iJe ¡r.¿, con,iene a la
s1 los alcan111re de di.ts, de escrebir asimesmo cosas que pasa ron en las conquistas de M~jico Pérez t!e Guzmán y con Fernando del Pulgar 9J. concepción de la /wr· 'Ía g,'rleral: el de «1:i
>11' vidas'11 y Nueva-España, y ver en qué diferencia lo que Pero las referencias que más se destacan en su orden concertada e i2ua1>,. De~pués de una
teman escrito escmo los coromstas Francisco repenorio son quizás el refranero. el romancero breve introducción en· iJ q¡¡e ,.: di,cuten los
Notemos, de nuevo al pasar, el vocablo López de Gómara y el doctor Illescas ...» y lo, libros de ca ballena. Es quizás esta conju- temas comunes relati,os a· ,, ha) o no ant í-
crónica empleando en el título y el de historia (pág. 315). Es también en ese capítulo CCXII gación de la experiencia y de la <cliteratura podas, el sitio de las India . ~te. Gómara co-
no sólo empleando en el prefacio sino también donde Berna! Díaz se confiesa iletrado pero popular» lo que permite entender su arte de mienza su «historia 1=enernl•• por las tierras
cuidadosamente d1stíng u11.lo de !ida. Vemos así defiende, pese a ello, la rerdad de lo dicho: contar. lo que produce el «encanto» de su Je! Labrador e introduc~ un c~:,11ulo muy cono
más claramente por qué le dedica la segunda «é yo se la presté, porque de sabios siempre se relato. Es quizás esta marginalidad de los en el cual se nos dice·
parte de la Crónica Gcnt'ral di! las Indias a la pega algo á los idiotas sin letras como yo soy, modelos sobre los que articula su relato. la
gesta de Hernán Corte~: lu nurrución de los y le dije que no enmandasen cosa ninguna de que le otorga el lugar especial que ocupa en un Comienzr, a cc>n1ar le- dc,cubrimientos
hechos de «un valiente cnpítñn», se considera las conquistas, ni poner ni quitar, porque todo corpus historiográfico que. en su mayoría. de las Indias en el cabo Jd Labrador por
/ris1oria y no dda92_ Vemos también un ejemplo lo que yo escribo es muy verdadero» (pág. 315). está estructurado, como discurso. o sobre las seguir la orden qi:e Jle,e ~a poner su sitio,
pareciéndome que ,ería r..!;or asi. y más ciaro
de lo dicho más arriba cuando señalábamos No sólo esto sino que también, al escuchar las historias clásicas o sobre los preceptos del de contar v aün ée enm:jer: ca fuera con-
que las narraciones del tipo Kt•sta y del tipo observaciones que le hace «el uno dellos muy relato histórico95. fusión de· ()Ira mJoer.i. Junque también
rira, más comunes en el medioevo, pasan a retórico», señalándole que «para dar más Volvamos, despues de ~ te parrntesis. a la llevará buena orden comenzándolos por los
constituirse, en el siglo n,. cumu tipos dis- crédito á lo que he dicho, que diese testigos y pri mera parte o Hiscoria Genera! de Indias de tiempos en que se hicier ~o I pág. 177).
cursivos integrados a la hi~toríografia: o. razo nes de algu nos coronistas que lo hayan Fra ncisco López de Góm:ira. E,ta tiene un
escrito. como suelen poner y alegar los que carácter bien distinto del oue hemos anotado
escriben. y aprueban con otros libros de cosas La <<Orden cor.,ertaC:.! e i2:;.!:» :i la ,ual alude
para la Conquis1a de .\l r!JÍ<'.; o la Cr,>mca de los ~n el prólogo se maniñ~st::i ·a.:·J1 bajo dos prin-
pasadas. y no decir. como digo tan secamente. Barbarrojas. Pero, como en estos ca,os. Gó-
-o Sobre la fa ma en la h1,1orio~rallu 1·C,l\c d •xcden1e
r~,umcn Je Victor Frank en El o. l nll/1111,,11 ,k G,111:Jl,1 rno hice y tal me acaeció. porque yo no soy mara nos deja en d prók;o ''ª lo, leyentes•> .,. Ver. en O>1<Jv. H,.,. , J : • .. -.vi I\ . pági-
'· 11t•,it: dt• Qut,sad.1 .\' lm e ,r1<·tpt:Hm,•s dt R(t1"'lwl J' 1r•r,l11d t~stigo de mí mis mo» (pág. .1 15), Berna! Diaz el trazo claro de 5US de;;gnios: nas 589-91 Un eieniplo de ;1g,J ,·.·1 :, el de Sckirzano
en la épuca de la con1rarrejorma y el manlw .111w, Madrid, defiende su experiencia apoyándose en el tes- y Pereyra. en su Política lnd!ana 1B .\. E.. ~ladrid. 1972).
Ediciones Cultura Hispánica, 1963. págs 191-216
•1 Citado por RJ món lgle,ia, Crumsra, t l/1.1111r,uJ,,rrs
timonio de Cortés y del virrey don Antonio de quien hace explicito el probi<ma de :.i !engua en su dedica-
\,(endoza sobre su propia trayectoria en Indias toria. Algunos de los 1rabaJ0> :· J c1as1.:-...'> sobrcel tema. ~lord
,/, la Cunquista de .1/hico, México. El Col<~•n de Mrnco.
OJ St<phen G1!mJn. "lkrnJI D•,1 del (J,:illo and ••..\m,1- Fatio. «L'Espagnol. Languc L"m, er,::lc». Bulleti11 H1spa11i•
1942, p/tg. 100. Cursivas agregadas. (cfr. pág. 315). Pero el libro de Berna! Díaz dis de Gaula"'». en Studia Ph,lol.>g:ca, 11. H~menaJe • Da- qut, XV. 1913. pág1 107-2:. R. ~lc:<ndC? PtJal. «El Lcn-
•2 Para la tradición de lo que en el Rcnacrn11en10 ,e Je no-
maro Alonso. Madrid. Gredas. 1%1. pig< Q9-l 13. guaJe del siglo xvrn. en LA ltr.r .JO át C·-.s10/,af Coló11. ~ladrid.
mina dúo. ver H. Dclehay, op. cit. Además. del mi5mo autor.
Yl Alfonso Reyes. utras tJ< Li ·' ""ª E.,pwla, ~!meo. Ausiral. 1942; Manuel Garc:a B!aoc~. LA lt11~ua ,spwiola
«La methodc historiquc el hagiographi~uc». en Bult.ii11 • Véase. en este mismo volumen. M. Alvar. «Berna! ,., ta época de Carlos V. MadnJ. Esc:'Jcer. 196'. págs. 1-43.
de la Classe des Lettres et des Sciences Morales et Politiques, F. C. E.. 1948. págs. 50-52: 1ambih Carmel,, S.ienz de S.rnta
Diaz del Castillo». Mana. lntrndw·r1ún Critzra a la 'H1s10na ~ ·~rclatl,•rr.1· dtt Y7 Víctor frankl. El ••. In; ·1¡r;u,. j / Gi n:1.1.'11 Jmh11.t: de
l'.. serie. 1: XVI. ntims. 5-7. 1930. p:igs. :!18-11 9J B A. E.. t. XXVI. 1947
B,,nal Dio: del Crutillo. \ladr:d. IQ6" pJ,' 117-t:c Qu,s~da .... <d. C!I.

82 81
cipios básicos de la preceptiva historiográ- propuestos y discutidos por los especialista:, (... )» 101. Las palabras siguientes resumen y
fica: la topografia y la cronología. Como nos serán de enorme valía para nuestros propó- sitúan a la Apologética como un libro que oscila
lo dice en esta cita, al situar las Indias, lo hizo sitos. Volvamos sobre el prólogo a la Historia entre los propósitos de la dialéctica y de la
por la topografia (pág. 162); y es así como «la de las Indias: retórica 102 : por un lado, la intención mani-
orden» seguirá el derrotero geográfico descen- fiesta de demostrar la verdad nos remite a
diendo de norte a sur y continuando, luego de (...) porque desde cerca del año 500 veo y la primera en tanto que, por otro lado, la in-
pasar por el estrecho de Magallanes, hasta en- ando por aquestas Indias y conozco lo que tención latente de forzar una posición ideo-
contrar las Molucas (pág. 221 ). Pero, al ter- escribiere; a lo cual pertenecerá, no sólo lógica, nos remite a la segunda. Veamos, no
minar tal recorrido topográfico, y pasar al contar las obras profanas acaecidas en mis
tiempos, pero también lo que tocare a las obstante, los fines o propósitos manifiestos:
<<Descubrimiento del Perú» (pág. 224) cambia eclesiásticas, entreponiendo a veces algunos
la «orden» topográfica por la cronológica morales apuntamientos y hqciendo alguna Para demostración de la verdad (...) ,e
pero, siguiendo con sus propias exigencias. mix111ra de la cualidad, naturaleza y propie- traen y compilan en este libro(...¡ seis causas
tiene el buen cuidado de advertirlo: dades desta religión. ri1os, cerimonias y con- natural~s. que comienzan en el capitulo 12.
dición de las gentes natural~s <k ellas (...) (... ) lu iníluenciu del cielo. la di,puskion Je
Quisiera sc11u1r e,1 este descubrimiento y tocando las veces que pareci~re a la materia las rcgione1, la compostura Je lo, miembro,
conqui1ta~lu ó,drn que hasta aquí, dando á de la cosmogralla y geografia conveniente: y órgano, de l01 scn1ido1 exteriores e inte-
cada coita rn ¡¡ucrrn y tiompo, según comi- cuya noticia a muchos, y mayormente a los riores. la clemencia y sua\idad de los tiempm.
nuamo, lu ¡¡co~rnllu; mas déjolo por no príncipes se conoce ser provechosa, según de la edad de los padres, la bondatl y ,anidad tic
replicar una corn muchn, veces. Así que, tras- los sabios antiguos fue conforme sentencia; los mantenimientos; con las cuales concurren
trocando nucstru propuesto orden, digo que y así esta corónica podrá engendrar menos algunas particulares causas. como la dispu-
residiendo Pcclr.ir1,1~ de Avilu (...) (pág. 224). fastidio y mayor apetito d~ ser proseguida sición buena de las tierras y lugares y aires
por los oyentes (pág. 22). locales de que ,e habla en el capitulo 32.
ltem otras cuatro accidentales causa, que se
La «historia ge,wrnl>> que se complementa tractan en el capitulo 26 y éstas son la sobrie-
cuando es necesario cun la d11nensi6n crono- Destaquemos la advertencia de <<hacer al-
dad en el comer y b.!b.!r. la templanza de 1,h
lógica sigue, en ¡¡cncr,ll, el derrotero norte guna mixtura»: ella nos conduce, por un lado. afecciones sensuales, la camma de ;olicnud
a sur donde pura <1~·.1il,1 rnsta» Gómara no a la razón por la que denomina también coru- y cuidado cerca de las co,as mundanJ, y
sólo se ocupa de lns I,'lll'I rus de los españoles nica al libro y, por otro lado. nos conducirá a temporales. el carecer asimesmo de las per-
y de las conquistas ~1nn tnmbicn integra la la Apologética. En primer lugar. st hablar de turbaciones que causan las pasiones del
i<historia moral» de lm hn h1t11ntcs nativos v ritos, ceremonias, cosmografia y geografía ánima, conviene a saber. la ira. gozo, amor.
es ,<mixtura» lo es porq uc el designio funda- etc.
también datos de «J11stor1111h1tural». Cincuent;
y nueve años después dt· ¡111hhrnda la historia mente es la cronologla. Esto lo demuestra la
de Gómar:i. estos prel'epto, tic l,1organización organización cronológica de los tres libros La Apulugética está organizada en tres
del discurso histonosrnlkn, pusun a primer que componen la HISioriu de indias. Al fin al libros. de los cuale, d tercero e, el m:i, ~x-
plano en un tratad1slu comn C'itbrera de Cór- del prólogo nos advierte estos designios: 1<Lo tenso ( 500 páginas. en la edición citada. con
doba: «La narración ~i¡¡.ut· 111 urden natural, formal de él comprenderá seis panes o seis aproximadamente 110 para el primero y 110
que otros llaman en elh1 tic p1 udcncia, que es el libros, las cuales contengan historia casi de para el segundo). El tercer libro «se propone
de los tiempos, lullorcM , personns y cosas, sesenta años, en cada uno refiriendo los acae- demostrar la capacidad racional del indio
ministrada de la g1111gr11/la, que enseña las cimientos de cada diez, si no fuere el primero, por sus obras. examinadas de acuerdo al entre los climas y las condiciones de los
regiones, ciudades, monlc~. h1 rnmologia, los que contará los de ocho, porque la noticia esquema aristotélico de las tres especies de hombres». Son, por lo tanto, este primer y
tiempos, la genealog/a 111, 1w1 ,ollll~»Q8, de estas Indias no la tuvimos sino en el año de prudencia: monástica, económica y política». segundo libro, los que esuin estructurados
1492» (vol. I, pág. 22); lo cual se repite en las El libro más extenso. por lo tanto, es el que sobre la base de la indagación de las «causas
Ya hemos mencionado, 1•11 In 1mroducción introducciones al libro segundo (vol. II, pág. trata de cuestiones morales en tanto que los naturales, particulares y accidentales».
a esta sección, el pr6lo1c10 c.k Uurt ulomé de 201) y tercero (vol. 11, pág. 432). El designio otros dos se ocupan más bien de los aspectos De acuerdo al esquema propuesto en el
Las Casas a su Historia ti,• /a.1 lnditn. Ahora cronológico nos explica entonces el por qué naturales que contri buyen a hacer del indio 1<argumento de toda ella», el primer libro
nos interesa apuntar ul¡¡.1111111 ,1,pcclos de llamar mixtura a los hechos que no convienen un ente racional. O, para decirlo de otra ma- comienza por una descripción -en cuatro
esta obra y de la ,l¡ud,w,•11rn 11/sroriuc,.>. a tal designio. Pero, por otra parte, ¿qué ha nera, si el segundo libro culmina hablando de vueltas- de la isla La Española. En las cuatro
en relación al corpus de 1c, 1os 4u~ 11.itamos pasado con tal promesa siendo que lo poco que «la castidad y otras virtudes», de la <<manse- vueltas toca los distintos puntos cardinales de
de configurar. Sobre lu , 1cl11c11111c~ entre queda. en la Hiswria de las Indias, de geografía. dumbre } del excelente ingenio» y de la •<11<)- la isla para, luego. detenerse sobre los man-
ambas obras. E. O'Gorman , e h11 ocupado religión, costumbres, son los caps. XX a XXV bleza de las almas» es porque d io se analiza tenimientos. los frutos v los árboles. Los
de resumir las posicione~ c,Mcnlc~ 1 de del libro 11? O'Gorman nos sugiere que es desde el punto de vista de la <<relación que huy capítulos finales del prime~ libro los dedica a la
proponer su propia hq11H cs1,1111, Sin c·ntrar precisamente éste el punto de donde se des- denrosiración. apelando a las causas parJ de-
en esta debatida cues11on, ulgunu~ de los UJto:, prende la Apologética. Estos datos. en tonces. 101 rl¡10/1,g111ira fUsroria. 11p. ci1.. ,cAryumento de toda mostrar la salubridad de la isla. y las riquaas
que en un principio se piensan como «noticia ella». pag. 3. nat urales que el dima permite. El segundo libro
a muchos provechosas», pasan a ser los funda- zu: Aris1ó1de,. El Arte Je la Rar,irica, (eap. l. 1):J-57). usa do la descripción del primero para ocu-
Luis Vives, en el siglo xv1. recurre a la met:ifora común
98 Cabrera de Córdoba. De hlswria... ,1p, ,·11 , p~~ I. i ~-11. mentos de la argumentación «apologética». «del puño cerrado y de la palma abierta>►. Además. propone parse, directamente. de la extensión del aná-
99 Apologética Historia Sumanu, E<l1c1611 prup.rau" por Pero vayamos aquí con cuidado. es1as otras diferencias : «Dos son. pues. las artes que 5e es~ lisis de las causas que producen el «goce de
E. O'Gorman, U. N. A. M.. 1967. El plan de la Apologética es uno muy distinto tablccieron referentes al lenguaje. a saber: la <lialéc11cJ. que plenitud de entendimiento». Para ello apela
zoo E. O'Gorman, • la ,lpologétlca 11/storla, su génos,s Cicerón llama ar<e de discurrir, y Aris1ó1eles le da el nombre
Y elabo:ación. Su estructura y su ,cntidon, op. cu.. pags. al de la Historia: «La causa fi nal de escrebir- de lógica y la retórica, que es el arre de haNar » (D, Disci-
a la influencia de los cielos primero y de las
w-uxv1, El lector se remizirá con provecho n c~ze estudio la fue cognoscer todas y tan infinitas naciones plinis ( 1531). Cizo por la traducción de Lorenzo R1bcr, cualidades del clima y de la tierra después.
paro un minucioso resumen de la obra. deste vastisi mo orbe infamadas por algunos Madrid. Aguilar. 19J8, tomo 11. pág. J25. En la tercera parte comienza demostrando la
84 85
prudencia monástica en el buen gobierno que También lo hace, aunque con diferentes fines, La primera objeción de Patrizi es la de sostener
los indios tuvieron de ellos mismos, para luego el padre Jose de Acosta en su Historia Na1ural que historia es en primer lugar memoria y no na-
ocuparse brevemente de la economía domés- y Moral de las Indias 104. Acosta declara en el rración; puesto que la memoria puede conser-
tica. La «prudencia política» es mucho más prólogo que varse mediante otros tipos de signos distintos
extensa que las anteriores y en ella se dedica, a las palabras («con altri segni materiali o con
en primer lugar, siguiendo el esquema aris- Del nuevo mundo e Indias occidentales diversi forme di cose») De modo que la his-
totélico, a analizar las «seis clases de ciudada• han escrito muchos autores dirersos libros toria es narración cuando tal memoria se
nos»: labradores, artesanos, guerreros, ricos y relaciones, que da11 noticia de las cosas conserva mediante los signos verbales o la
hombres, sacerdotes, jueces y gobernantes. nuevas y extrañas, que en aquellas panes se palabra. Por otra parte, Patrizi intenta definir
han descubierto, y de los hechos y sucesos la historia en relación con la filosofía y no sólo
Pero antes de pasar a analizar la primera de de los españoles que la han conquistado y
estas «seis clases de ciudadanos» dedica diez poblado. Más hasta agora no he visto autor en relación con la poesía: para Patrizi la
capítulos a la ciudad, que contrapone al que 1rate de declarar las causas y razón de filosofia se ocltpa de las causas. en tanto que la
caso «de hombres silvestres solitarios». Aten• tales novedades y extrañeza de la naturaleza, historia lo hace de la narración y memoria de
ción especial recibe también el tratamiento de ni que haga discurso e inquisión, en esta pane, los efectos «11 narramento adunque degli effeti,
la quinta clase de ciudadanos, a saber, los ni lampoco he topado libro cuyo arg11111r1110 che caggiono s0110 alla cognitionc dt' senti•
sacerdotes. Es esta In parte más compleja, que sea los hechos e historia de los mismos indios mentí, e degli ochi sopra tuto, ha ragiona-
ocupa desde el capitulo LXXI al capítulo anliguos y na1urales habitadores del nuevo volmente nome historia») tos, Sin embargo,
CXXXIV, quedándosele en el «tintero» lo orbe. (Cursivas agregadas). al limitar Acosta, al contrario de Las Casas. la
relativo a los jueces y u los gobernantes. estructura argumentativa a la parte natural,
Como vernos, podemos aceptar la hipó• En lo subrayado vemos que emplea libro se mantiene en los limites de la búsqueda de la
tesis de O'Gorman que concibe la Apologética o relación para lo que, en otras óportunidades. verdad y no de la persuasión. En este sentido
como el desarrollo de estt\ «mixturas» que llamará también historia ( i.e. una relación de el fin de conocer las causas de los hechos
anunciaba en la Historia donde se ocupa, fun- hechos verdaderos, un libro que cuenta hechos naturales es un paso hacia la admiración que
damentalmente, de lo~ hcdtos, cronológi- verdaderos); en segundo lugar, que llama la se le debe profesar a su Creador.
camente narrados, de los c~p1111oli.:s en Indias. atención sobre la falta de libros que indaguen Aunque el libro se divide derechamente en
Por otra parte, podcmo~ ver que la Apologé- en las causas de «tales novedades v extra- dos partes, lo natural y lo moral, podernos en
tica Historia es una hi~ton u en donde una de las ñezas». Esta exigencia lo llevará, más ~delante realidad considerarlo en tres, teniendo en
estructuras fundamcntnle~, no 11~cé~nriamente en el mismo prohemio, a sostener: «Así que cuenta también que lo considerado como pri•
común para la forn1nrni11 d1~u11,iv11 histo- aunque el Mundo Nuevo ya no es nuevo sino mera parte son los capítulos escritos
riográlica, es la cstrucl urn iU ¡iumentat1\·a. viejo, según hay mucho dicho y escrito de ~l. por Acosta en latín y en Perú, cuya ad verten·
La descripción y la nurrurn,n \Oll, como en todavía me parece que en alguna manera se cia hace el mismo Acosta al comenzar el Li- Historia natural y moral de las Indias, edición de 1590
todo discurso argumcntuli\u, l." pruebas de podría tener esta Historia por nueva. por ser bro 111 106. Esta primera parte está consagrada
la demostración. Pero unn drn1u~tr,1ci6n que, juntamente Historia y en parte Filosofia y por «al cielo y a la habitación de las Indias en ge• la función ornamental de ella. sino con una
como dijimos al comienzo de l'~tc upanado, ser no sólo de las obras de naturaleza, sino neral» (pág. 88). En la segunda trata de los función puramente cognitiva :
oscila entre el argumento d1nlc,·1 1rn (filosÓ· también de las del libre albedrío.» En tercer tres elementos (aire, agua y tierra) y de los
fico) y el argumento retórico. IJ,~1111"611 fun- lugar, y en relación a ésta última cita. emplea compuestos (metales. plantas y animales). Los metales son como plantas encubiertas
damental para Aristóteles. ya qu,• por encima también el vocablo argume1110 no para la La tercera está dedicada a las «obras del libre en las enlrañas de la licrra. y ticn~n alguna
de las semejanzas entre dialéctic:11 y 1ctórica estructura verbal demostra1it•a sino más bien albedrío». Como se intuye por lo dicho, y semejanza en el modo d~ produc:r•e. pues
se ven también sus ramos y como 1rvnco
(que. a diferencia de la mcdid1111 o lil geome- en el sentido de «assunto o materia de oue habla sobre todo en las dos primerºas partes. el donde salen. que ~on !a• vetas mavores y
tría, abarcan todos los asunto-. 111111~1n,1bks, algún libro» (Diccionario de Autorid¿des). La «repertorio» de Acosta proviene de la lógica. menores, que entre si tienen notable trabazón
puesto que se ocupan de los princ1p111'! comu- terminología es pertinente por cuamo el dis- de la fisica y de la astronomía. Es en el Li- y concierto, y de alguna manera parece que
nes que atañen al razonamiento), 111 tl111lcc11ca curso sobre las «causas» afecta fu ndamental· bro IV donde encontramos la articulación crecen los minerales al modo de plantas, no
conduce a la formación de lus rc¡.¡lnK de lo mente la «historia natural» en tanto que es cognitiva o la concepción de la naturaleza que porque tengan verdadera vegetativa vida
verdad lógica y entimcmáticu, mt~nlills que notable la caída hacia lo meramente descrip- Acosta retoma de Aristóteles. Después de interior, que esto es de \'Crdaderas plantas,
la retórica se ocupa de la verdad pú blicu , de tivo en las «obras del libre albedrío». La decla- haber considerado los tres elementos simples sino porque de tal modo se producen en las
la persuasión 103. o introducir los mixtos, lo hace mediante una entrañas de la tierra por virtud y eficacia del
ración sobre el hecho de que su libro sea en sol y de los otros planetas(...) Y así ,orno los
No es sin embargo la Apo"1gét1C·a el u1111:o pune historia y en parte fi.losofia cs. al parecer. comparación cuya función no es simplemente metales so11como pla1J1as ocuhas de la 1ierra.
libro del siglo XVI que incluye la éslntl'IUr,1 una concepción si no común al menos consi- la de proporcionar al lector un punto de rek- asi también podemos decir que las plantas
argumentativa en el discurso historio¡u,1tlco derada en el siglo xv1. Mencionamos anterior- renc1a en común (como lo son por ejemplos son como animales fijos en un lugar, cuya
mente u Francisco Patrizi. Es este uno de los las numerosas comparaciones de Oviedo) : vida se gobierna del alimento que la na1ura-
u.11adi~t.h de la historia que se ocupa fund:i- ni tampoco. por cierto, nos encontramos con kza les provee en su propio nacimiento. Más
103 Agreguemos. a la no1a anterior. la ob,crv11rlón de mcntulmente ele combatir la definición cicero- los animales exceden a las plantas, que como
Bacon·a1_ diferenciar dialéctica y retórica crnpleundo, p,,1 un mana de la historia argumentando, en su con- tienen ser más perf'ec10. tienen necesidad de
lado, la unagcn de Zeno («el puño y la palmu») y por 01m, alimento 1ambién más perfecto, y para cono-
observando que mientras las pruebas y demos1rnc1onc, Jo tra, qu~ no puede definirse la historia como IOS Francesco Palrizi. De 1/iswria... op. cit. (Dialogo celle y descubrille, sentido. De suene que la
la lógica (dialécuca) están dirigidas a los hombres en ge11er.1I. narración de cosas hechas del remoto pasado. Secondo. pág. 8). tierra estéril y ruda es como ma1eria .Y ali-
las de la retórica difieren de acuerdo al auditorio pamcular IO<i De Natura Orbis Ltbri Duo. En 1589 se edila en SJla-
mento de los metales: la 1ierra férlil v de más
Véase, W. S. Howell. «Poelics, Rhetoric and Log,c in Rena,- manca De Na1ura Nori Orbts Libri Duo. el tÍ< Promulga11011,
ssancc Criticism)), en C/aJsical lnjf11e11ces on Europtan (ul• 104 Ed1e1ón preparada por E. O'Gorm3n, con Jn prólo~o. Erangelii aputÍ Barbams. sire de Procuranda lndor11m Sa- sazón es materia y alimento de pla~tas; las
iure, R. R. Bolgar (ed), Nueva York, Cambridge U. P., lres apend,ces y un indice de materias. México. F. C. E., lutre, Libri Sex) que le sirvo de base, con el agregado de lo mismas plantas son alimentos de animales.
1976. págs. 1SS-162. J9JQ, Las mas corresponden a esta edición. reíerente a México. para su Historia Nawral y .\foral. y las plantas y animales alimento de los

86 87
hombres, sirviendo siempre la naturaleza don os no tan to por la doctrina de los antiguo~ las nues1ras, sino son figuras de cosas, como di! por un lado, aquellas que presta el desarrollo
inferior para sustento de la superior y la filósofos, cuando por la verdadera razón, y sol, de fuego. de hombre, de mar y así de lo de los propios acontecimientos indianos: el
menos perfecta subordinándose a la más cierta experiencia» (pág. 65) 101. interés creciente por el conocimiento de regio-
perfecta. (Libro IV, cap. 1, pág. 140; cursivas demás» (cap. V¡. Luego de estas considera-
agregadas.) En la «historia moral» Acosta cambia su ciones, Acosta llega al tema que ya señalamos nes específicas más que la generalidad de
orientación y asi nos dice, en el prólogo a los con respecto a Oviedo: «Y queriendo yo ave- Indias que había preocupado a los primeros
libros correspondientes, puesto que «después riguar en qué manera podían los indios con- escritores; por otro lado, la propia tendencia
En este párrafo advertimos claramente el del cielo y temple, y sitio y cualidades del servar sus historias y tantas particularidades, historiográfica que va concentrando la con-
modelo continuo y jerárquico (del cual ha- Nuevo Orbe, y de los elementos y mixtos(... ): entendi que aunque no tenían tanta curiosidad cepción del relato histórico no sólo en los
blamos con respecto a Oviedo). A este modelo la razón dicta seguirse el tratar de los hombres v delicadeza como los chinos y japoneses, fines (rescatar del olvido los hechos notables
Acosta superpone, en la organización de la que habitan el Nuevo Orbe» (pág. 215). Íodavía no les faltaba algún género de letras para bien de la comunidad). sino también,
materia, las «cuatro causas» aristotélicas que Pero esto no es todo puesto que si, por el mo- y libros, con que a su modo conservaba las por asi decirlo, de los medios· la idea de una
emplea como base de la estructura argumen-. delo jerárquico adoptado, después de los ani- cosas de sus mayores» (cap. Vlll). De estas narración coherente se hace más perentoria.
tativa. Así, por ejemplo, cuando explica la males corresponde hablar de los hombres, hay ideas a la concepción de la historiogralia Quien ellpresa este tópico de manera clara
diferencia de los vientos («Cuál sea la propia y también una razón distinta que j ustifica el ligada a la escritura silábica no hay mas que un es Antonio de Solis y Rivade,¡eyra, cuando al
original causa de estas diferencias tan extrañas conocimien to, comparado con las razones que pu~o. (<Los indios del Perú, antes ele renir /r,.1· ju,tificar, como cronista oficial, por que se
de los vientos, yo 110 atino a otro sino que el hablan justificado los capítulos dedicados a la españoles, ningún género de escritura tuvieron, ocupará sólo de la conquisia de México, lo

~
eficiente y quien produce los vientos», pág. 90). «historia natural». Mientras que el conocimien- ni por letras, ni por caracteres o cifras o fi. hace bajo el principio de «coherencia», ya
Las causas formul y eficiente están presupues- to de la naturaleza le conduce a la admiración gurillas, como los de la Cbina y los de Méjico; que ella no puede alcanzarse en las historias
tas en esta afirmución. A su vez, Acosta declara del Creador, el de la historia moral «no es sólo mas no por eso conservaron menos la memoria generales sino en la concentración de la narra-
«desconocidas» 111 c11u,u formal y la causa dar noticia de lo que en Indias pasa, sino en- de sus antiguallas». A éste respecto. la his- ción sobre un hecho panicular. (Ver IV. 8.)
final : «El principio y ori¡¡en de estos vientos no derezar esa noticia al fruto que se puede sacar toria (o relato historiográfico), tiene su lugar Este aspecto de la «bibhogralia del Inea»
le vemos ni aún s11hc111os qué tanto durarán, del conocimiento de tales cosas, que es ayudar como la prác11ca de los pueblos que han llegado lo ha puesto de relieve uno de sus mayores es-
ni dónde proccd1c11111 111 li.1,tu dónde llegarán» aquellas gentes para su salvación, y glorificar a la escritura silábica y. por otro. debido a las pecialistas. Aurelio ;vliró Quesada. en la in-
(pág. 90). Qucd,1, l'rllonn , la causa eficiente al Creador y Redentor que los sacó de las ti- ex1genc1as del momento histórico. se s11uan troducción a La Flnrida. Lo que habria que
y la material como ¡,m1hk1 Cllplicaciones de la nieblas oscurísimas de: su infidelidad» (página y se distingue de las «fábulas y ficciones,,: agregar a esa introducción. con miras a nues-
diferencia de los , ll'lltn,. De esta manera 215). En esta presentación general nos interesa «Así que cuando esto no tuviese más que ser tros propositos. es la vigencia que adquiere tal
Acosta arguye que l,1 t,1u .,1 lormal es desco- señalar las consideraciones de Acosta sobre historia, siendo como lo es. y no fábul.is y concepción de la historiogralia a finales del
nocida aunque ,c prr 11pu11r, para establecer la escritura que, indirectamente, nos conducen ficciones. no es sujeto indigno de escrebirse siglo XVI y el acercamiento decisivo que se
la diferencia, que uq111l'II produce el viento ese a su concepción de la bistoriografia. Los capí- y leefü» tpág. 319)111~ establece ent re. por un lado. la narración y la
le da la primera y 111/1~ nr 111111111 propiedad». tulos I al IX, del libro VI, están dedicados a preceptiva historiográfica y los módulos retó-
Por su parte, Ju Cilll\11 111111t•r111I, «porque la demostrar que «es falsa la opinión de los que La obra de Garcilaso de la Vega puede to- ricos, por el otro. Ejemplo singular de este
materia de que \C h,1t1 n 111 11r111u,, 4uc según tienen a los Indios por hombres faltos de en- mar e como un buen ejemplo de los cambios acercamiento lo constituye la De historia para
Aristótele· y n11ó11 , ,un r,hnlHl'loncs de los tendimiento» y a considerar, en este libro, el que va sul'riendo, hacia el siglo xvn, la forma- leerla y escribirla de Cabrera de Córdoba
elementos inferiores, 1111111p11l 1·1111 MI di versidad problema del entendimiento en relación a su ción discursiva historiográfica. Sánchez Alon- (1611). Notemos al respecto que su editor e
de ser más gruesa y RIII il, 11111\ accu o más «falta de letras». Letras, en este capítulo, se so ha scrialado. para el corpus de la historio- in troductor. Montero Diaz, a quien le interesa
húmeda, puede causur, y en clctlu causa gran emplea en sentido restringido y es sinónimo gralia ind iana. que la tendencia más notable más la concepción de la historia que la de la
parte de esta diversitl11d>1 1,1 r,111~u material no de «conocimiento o sabiduría», sino de en este si2lo es la de las historias particulares histonogralia. pone el acento sobre la primera
no le parece todavía b11 ~11111tc y I ecurre asi escritura : «las letras se inventaron para re- y la de las-historias eclesiásticas t09, Siendo que parte de la obra de Cabrera. Señalando, para la
a la causa eficiente: «\ usl purc~, ,¡u,· ,e hu de ferir y significar inmediatamente las palabras estas úlumas quedan fueran de consideración segunda, que ésta es de mei::cr interés puesto
reducir el negocio al cílc1t"nh• up,·nor y ce- que pronunciamos, así como las mismas pala- en este artículo donde tratamos de aquellos que repite temas ya conocidos en los tratados
leste que ha de ser el sol, y n111~1n11rntn e in- bras y vocablos» (cap. VI). Acosta liga estas escritos que se refieren <(al descubrimiento y de retórica. Para nosotros, como es obvio. es
fluencia de los cielos, que dr cl1vrr 11, p.irtcs ideas sobre las «letras» a la concepción del a la conquista>>, centramos la atención sobre precisamente ahi donde reside su interés.
mueven e influyen variument • (P,IJl 90). «discurso» cuando analiza el «género de letras las historias paniculares. Las razones por las En La Florida. el Inca maniñesta. aunque de
Al pasar a los mixtos o com1111n10,, In e,pu- y libros que usan los chinos» y afirma que cuales éstas tienden a reemplazar las historias manera mdlrecta. la 1endeoc1.i por un lado, a
sición comienza a ser fundamcnli1lmcn1e dc,- «piensan muchos, y aún es común opinión, generales, natu rales y morales pueden ser la l'eracidad del discurso htstorioQráfico en
criptiva más que argumentivu 1 1.1 p.irtc de la que son letras como las que usamos en Europa, varias. Las que primero aparecen para una oposición a las «fábulas o ficciones>; que con-
historia natural se mantiene sobre l,1 c11ru~ quiero decir. ·que con ellas se puedan escribir consideración aproximati\·a al problema son. tinua la \3 manifiesta en Oviedo. entre los
tura descriptiva dominada por In, 1 c1 hu, «,cr,,, palabras o razones, y que sólo difieren de nues- ((Libros le verdad» y los (<lit-ros de ficción»llO
«estar», «tener» y «hacern (o cq111vulcn1c~). tra~ letras letras y escritura por sus caracteres lúd Sobre los aspec10s relau,o, a la «ficción» y los «libro· y, por otro. la necesidad de que esta narración
cuando se trata de describir el us11 que: ~e h,rcc y forma (...) y por la mayor parte no es así de verdad» ver E. O'Gorman «La "His1oria na1ural y moral verdadera cumpla con los requisitos de una
de un metal. un vege tal o un unim,11. A c,1,1s de las ln<l,~,-- del P. Joseph de A.costa», publicado en la
porque ni tienen alfabeto, ni escriben leiras. edición de 1940. y recogido en Cuarrn Hlsrnriad,>rf'.< Je narrnción bien articu lada. Crn respecto a lo
descripciones se intercalan no sólo l11s rdé 111 es ltt diferencia de caracteres, sino en que Indias. Mexico, Sep1c1cn1a. págs. 116 y ss. Esie prólogo hu segundo d <(prohemio» a La Florida lo mani-
rencias clásicas pertinentes, sino también lu1 prtncipalmcnte su escribir es pin1ar o c/frar, sido ligeramente modificado para la edición citada en la fiesta cuando dice que habiendo conservado
experiencias personales del propio Acosw >sus /erras no significan partes de diccivnes como nola I0J. Ambos se consullarán con provecho para la de,:
que comienzan a aparecer con mas asiduidad. cripción de la «estructura» del libro de Acosta.
109 Benuo Sánchez Alonso, Hi.JtorÍil de la Hi.Jruriograjia 110 Sobre esle aspecto, ver el «Proioio» de Aurelio Miró
No obstante ello, la experiencia ya no jugará Española. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Quesada a la edición Je La Flurida dtl fn,·a, México. F. C. E..
un rol fundamental como en Oviedo puesto 107 Sobre la relación enlre el padre Acosta y la ciencia de Cientlficas, 1944, 3 vols. La referencia pertenece al vol. 2. 1956: págs. :uxviü y ss. Más reciente:nentc, E_nn~ue Pupo-
que, para Acosta, la razón es primera a la ex- su 11empo, el cldsico libro de José R. Carracido, El Padr, pág. 161. Sc~ala también que en es1e periodo la monumental Walkcr, «Los Com,nrarias R,alts ! !:I hmonoc1dad de lo
hui d, Aco.u a y su Importancia ea la Littratura Ciearifica obra de Anlonio de Herrera es una de las poca< «h,storia, imaeinario•. Rrrisra lbtroamericar.a.. t978, núms. 10.1-t0S,
periencia «... para inquirir sus causas, guián- E<puñula, Madnd, 1899, pAgs 91-1S} generalts>t fvol. 2, pág. 238). pág~ J85-J08.
88 89
sión de tiempo, si no es al principio. ni orden Se ha sugerido que el vocablo del título («co- gión. Pero, además. a esta organización ero•
en l?s hechos que cuentan, porque van ante• mentarios») proviene de su conocimiento del nológica de la sucesión de los Incas, y al detalle
pontendo unos y posponiendo otros. ni nom• libro de Julio César. Quizás sea cierto. Pero de las conquistas de cada uno de ellos y la ex-
bran provincias, sino muy pocas y salteadas». también parece ser cierto que al optar por tensión del Imperio, Garcilaso agrega capí•
En resu~en, «tener el discurso» significa poner «comentarios» en lugar de «historia», opta tulos descriptivos que no nos remiten al lm•
la relac1on en los términos exigidos por Ja por una máscara que, bajo la intención mani• perio Inca en un momento determinado de su
formaci?n discursiva_ que, en palabras y en la fiesta de «servir de comento y glosa» a los historia sino que son válidos para su totalidád
concepc!?n de Garcilaso, se manifiesta en la autores españoles (que también habían narrado por ejemplo (Libro IV. cap. !-XIV. Libro VIL
«1mpres1on del libro»: los hechos del Perú, faltándole sin embargo, cap. 1-XII). Hay sin embargo algunas excep-
por no conocer la lengua. la interpretación ciones. Los capítulos 1-XVJ, del Libro V
... como la obra no había de salir en su correcta de algunos datos). esconde un libro están dedicados a la sociedad Inca bajo el
nombre, no s~ le debió dar nada por ponella • de plena y consciente organización historio- reinado de Viracocha, o al meno~en el momen•
en orden y d1Jo que se le acordó más como
testigo de v1s1a que no como autor de la obra gráfica: es decir, los Comelllarios son. lisa y to en que Viracocha toma el poder después de
c~t~~1d1cndo ~.ue el padre provincial qu; llanamente, de acuerdo a los principios enun• la huida de su padre, Inca Roca. Lo que llama
p1d10 la rclac1on la pondría en forma para ciados por Garcilaso y a la org.inizac1tin la atención en este caso es que. al contrario de
pod1•rst• i111pri111ir. misma, un libro de historia; aunque para la los libros anteriores. el Jnca Garcilaso pro·
-c.'-'•"-m conciencia historiográfica del x1x no sea ta l duce el «suspenso», dejando a los Chancas en
••• , ... o ... En lo que respecta a las fronteras del dis- sino «novela utópica» 112. su avance y a los Incas en los preparativos de
.......r"Nil~ c~rso historiográfico, en relación a las «fic. Sabemos que en lo) Come111arios, después su defensa, mediante el conocido tópico «de
• AIIO ue,- c1ones», nuevamente Garcilaso es claro en el de unos capítulos iniciales donde sitúa el Perú, no cansar al lector»: e introduce, de esta ma-
•íí14¡¿; «prohemio» a La Florida, lo repite en Comen- habla del origen de su nombre. de la cuestión de nera, la parte descriptiva. Este hecho, por un
tarios Reah•s (Libro J, cap. XVTII) y con las antípodas, etc., se traza una ordenada ero• lado, se podria atribuir a la conciencia Ji.
la florida. cdicion úe 1/,IJ~ mayor claridad quizás, en el cap. XXVII de nologia en dos niveles: por un lado. las tres bresca del relato. que le ha llevado ya (en el
La Flurida: etapas. de las cuales la primera corresponde a cap. VI 11. Libro ll. después de haber dado los
<<m ucho tiempo y c11 d1vc-11os lugares con un t los habitantes del Perú que precedieron a los límites del Perú. a introducir la levenda de
cabal_Ier?, grande 111111¡10 111111 ( .) me pareció ~~r lo c_ual, con verdad podré negar que sea 1 [neas, que ocupa unos pocos capítulos ini- Pedro Serrano, «porque este capítuÍo no sea
cosa md1gna y de rn11d111 l,i.11111.1 que obras tan ficc1on mia, porque toda mi vida -sacada ciales; la segunda, que ocupa el resto del libro, tan corto». Pero este caso parece tener una
heroicas que en el_ mumlo '11111 pll\Udo quedasen la buena poesía- fui enemigo de ficciones está dedicada a los Incas y la tercera. constan• si1mificación distinta a· la del mero artificio
en perpetuo olv1du>J. 1'111 111 !unto, «impor• como son libros de caballerías y otras seme- temente presente en la narración de esta narrati vo, y cumplir una función enfática y
Jantes. segunda etapa, aunque descrita en detalle en la justificativa del peligro de destrucción de una
tu~e muchas veces II nq11d l'ilhullcro escri-
h1ese111os es1a l,m,,,111, 11111i1,,,1,,1, ro de escri- 1 Historia del Perú. es la de la conquista hispana . sociedad que se presenta con todas las v1rtu•
. En donde la clasificación de discursos se A esta organización por etapas se superpon~. des del respeto de las leyes. y organiLada sobre
b:ent~». ¿Qué ind1cu e,tn d1vmun entre, en
eJerce, por ~n lado, entre .tres conjuntos y, además, una rigurosa cronología trazada ,obr~ la conciencia del tra bajo. fata concepción de la
ter_m,nos actualc_s, q11w11 ¡ir111•1• la historia y
quien posee el d1sc1ir11¡'• o, puru decirlo con
pala~ras de el Inca. entre ljllll'll tll'llC In relación
Y quien posee la cscn1 ur,1·1
por otro, articula una clasificación cruzada: la
verdad_ se distingue de la ficción (o mejor.
los. <~discursos verdaderos» de los «discursos
íl la base de la sucesión de los reyes Incas, desde sociedad Inca, sobre el modelo de la sociedad
Manco Cápac hasta Atahualpa. No obstante hispánica, se articula a lo largo del libro sobre
ser la primera más extensa la que pertenece las dos actividades básicas que enseñan Mánco
ficuct~s:>) en un nivel, pero también, dentro de
lo fict1c10, nos propone distingui r jerárquica-
Empero. crccié11du1111• l'1111 d tkmpo el mente entre la ficción que es «la buena poesía»
¡
l
estrictamente a los Incas, la primera y la tercera Capac y Mama Ocllo: el primero enseña a los
están constantemente presentes porque ellas hombres a «cultivar la tierra»; mientras que la
son las que le permiten justificar las grandezas segunda enseña a las mujeres a «hilar y tcxern
deseo, Y por otru J'ílllL ,·I 1e 111111 q,w , 11118uno Yaquella que representan «los libros de caba-
de los dos faltub11 pc•ml11 1111c11rn 1111en10 ll~rías y otras semejantes». Pero, en cuanto el y miserias de la segunda: todo el «bien» que (Libro I, cap. XX!l.
po~qu_e, muerto Y?, 1111 h11 hl11 ~Ide 1r11cr 4u1c~ los Incas, bajo la religión de un dios único Si estos dos planos cronológicos (el de las
le tnCitasc Y s1n1e11• dr r,u11 11cnlc y fnl- discurso cerdadero es, además de verdadero (El Sol), hicieron a los «idólatras» y, en conse• etapas históricas y ei de la sucesión de los
táadome él, no \ublu yu d,• ,111 ¡~11 pud~r ,;ubcr t~mbién d'.scurso, éste no debe perderse en 1~ cuencia, de qué manera los Incas. por haber Incas), al cual se agregan los «bloq ues» des-
la relación que él podln el irmr ¡ ) sola func1on de ser informativo y verdadero llegado a la concepción monoteísta. prepararon criptivos, constituyen la base organizativa
sino también de cumplir con las exigencias de la implantación de la verdadera y única reli• del libro, no debemos olvidar que más allá de
pt. r • su ser discurso y, por lo tanto, coherente : los requisitos de la «historiografia», hay un
arra,o sin desperd1c10, como rl rc110 del "llevar el orden de los tiempos».
<'.prohemio», . en .'': postul11c1(u1 ti,• lo\ prin• principio «fantasmático» (Atahualpa ). en el
up1 os h1stor1ograhcos. Pcm ~i¡11111111~ el lulo A no dudarlo. los libros de Garcilaso ilus- sus discursos podrían perferramente on11iirse. pues afecta cual anidan las obsesiones personales, del
de cste_prmcip,o qui! (fol111¡¡11l' ,·nlr,· l,1 pu,c\lón tran más _q~e bien estos principios. Sorpren- a cuestiones de retórica que no son prh:wvas dti genero Inca. Obsesiones que cumplen, a su vez. un
d.: l.t h1ston,1 y la posc,1011 Jcl d1w111 ,u Gurc,. dentes qu1zas, por la complejidad de niveles
histórico, sino de cualquier obra liternri.:i.,► (cfr. discurso~
1:. : .'. ~J . c:tc.}. (Cur,ivas a~rcgadas.l
fuerte papel estn:cturador. Cronológicamente,
laso nos dice que, adern,\~ de 111 rd11c1611 del que incluyen, son los Co111e111ariM Reales 111. El comeniario es de lo más mleresan1<: por un lado Atahualpa es el último de los Incas. y por lo
lal «caballero», «tengo la Cll11tcNl11c1011 de otros muestra la 1.tct:nsura» impues1a por una conciencia modernu tanto, su lugar en el relato corresponde a los
dos sold_ados tesugos de visw, que ~e hulluron 111 Recordemos que el libro se publica en 1609; y la obra de la h1>1onogrnfia ; por oiro lado, señala lo que ,dquierc últimos capítulos del discurso. No obstante,
cada 1ez mayor fuerza en ta his1oriografia y en los 1raiados
en la misma Jornada». De igual manera, los de Cabrera dc_Córdoba, De historia... op. cit., en (61 t. del siglo xv11: ta a1ención que se pres1a a la orgamzac,ón del a Atahualpa los vemos aparecer desd~ el
•~!dados llenen la relación pero 110 tic111•11 el 20),\lon1ero D1az. al anotar la edición ci1ada incluye (no,a
el ~•gu1en1c c~mentario: «El ''libro segundo" del 1ra1ado
discurso y a la retórica que le sin-e de base. l ndirec1amen1e Libro I, cap. XX. Reaparece frecuentemente y,
d1sc11rso. Después de ~la barlos como testigos D, ~•stortn ~on1~ene excelen1es discursos. No obstan1e, en podríamos suponer que Garcilaso no es a¡eno a es1a «con• por cierto, en el Libro V, cap XXI, concep•
ciencia historiográfica» que pone el accn10 sobre la rnicu- tual mente el más confuso del libro, donde el
Y como hombres de bien, Ga rcilaso advierte · conJun10 es mfenor al primero. Los discursos 4. 17, 27. 28 lación del discurso.
•<Verdad es que en su proceder no llevan succ: 1ra1an de problemas fundamen1ales. Pero. en general. esia 11~ Marcclino Menéndez y Pelayo. Hi.u oria de fa puesia Inca debe justificar la conquista, mantener el
\C\.!unda partt es -con prefc:rencia- retórica. Muchos de 1,ispanoamericana, Madrid. 19(;, sistema religiosos tan estrictamente trazado
90
91
del siglo xv1t1, se cuenta con el puesto de «cro- rica1> se relega a función adjetival y modificado- [se rejiere <t los ríos caudalosos, W. M.]. que
nista oficial» que es un cargo adrninistrati\o ra de «Relación». Sus referencias a la «general templase D10, ,us rrgores con el entrete-
respaldado por la corona. se da un nuevo paso histona>1 y a la ,,h!Sloria uruversal», no sólo nimiento de tanrns y tan alegres fuentes ~
hacia la consolidación disciplinaria, cuando el separan y sitúan el sentido de su «relación», manantialc,. como los que ;e van descubrien-
puesto de cronista se cancela y se reemplaza do y go¿ando por ellos; ,ensc algunos des-
sino que ta¡nbién evidencian el conocimiento colgarse de una imperceptible altura, no
por el de miembro de la Academia de la His- que Ovalle tiene del campo en el cual se ins- hallando obstáculo en el espacio intermedio.
toria 115. La obra de J. B. Muñoz, Historia del tala. El libro tiene dos partes, sólo la primera saltar esparcido todo el golpe del agua. que
Nuern Mundn, es un libro que da testimonio nos interesa, puesto que la segunda es la his- suele ser muy grande. y desbara1ándose en
del desempeño oficial en la Academia. de la toria de la Compañia en Chile y, corno tal, el camino en menudas gotas. hacer en la
misma manera que Solís y Herrera ejempli- pertenece más a la historia eclesiástica. aunque bajada una hermosísima ,,sta como de al-
fican la crónica oficia!l 16_ Pero antes de dete- ésta sea inseparable de la «conquista>), Pero. jófarderramado. o perlas desatada,. que con
nernos en Solís y pasar a M uñoz, mencionemos en la opción que hemos tornado en esta apro- la fuerza del aire que sopla. de esta pane.
brcv~rnente otros ejemplos de la historiografia ya de la opuesta. se cruzan y entretejen entre
ximación a las clases de discursos sobre la con- si, h.icicndo un vistoso ondeado desde el
del siglo xvn que trazan la ruta entre Garcilaso quista y el descubrimiento, la historia ecle- alto de su nacimiento hasta la tierra. donde.
y Solís: La Historica Relación del Reino de siástica es una rama que debe estudiarse por convirtiCncio,e en arroyo... v:m :1 encnrpo-
Chile ( 1646) del jc~uita Alonso de Ovalle; y separado. El libro primero se ocupa «De la rar,e con la canal principal del rio. que corre
la Historia General del Nuera Reino de Granada naturaleza y propiedades del Reino d~ Chile» por medio. (Ca p. VII. Li bro 1).
(166 1) del mestizo y clérigo colombiano Lucas y el libro segundo ,,De la Segunda y Tercer.i
Fernández de Piedrahita 111. Parte del Reino de Chile», trata de las islas, Donde Acosta. escuetamente. constataba
Ambas son historias particulares· ambas de la Tierra del Fu ego, de los estrechos. y de la existencia (mediante un seco «hay ríos...
escritas por motivos semejantes (dar a'conocer la provincia de Cuyo. El libro tercero se hay manantiales») y lo, describ1a como natu-
las zonas respectivas de rei neis de Jndias): ocupa «De los habitantes del Reino de Chi- raleza, Ovalle los integra ea un proceso dis-
y ambas ejemplifican una tendencia historio- le»; y desde el libro cuarto al sép1irno de la cursivo («Menester fue para contrapeso .. .»)
gráfica que da fundamental importancia a la entrada de los Españoles. de las guerras y y los describe no corno naturaleza sino corno
Antonio c.k Solí,> Rl\,1dc11c11J armonía de la narración, aunque ello vaya en gobernaciones. Es decir. que la «relación" «paisaje». La historiogralia del X\11 tiene, éll
desmedro del acopio de datos. cubre tanto la «historia naturah> como la este aspecto, uno de sus fuertes. puesto que.
en correspondencia con lus proximidades del La razón por la cual Ovalle escribe el libro «historia moral,> en sus dos aspectos. el in- como lo acon,eja la retórica. la descripción
modelo católico 113 y, én consecuencia mar- se aclara, como es común, en el «Prólogo al dígena y el hispano. El (<tema» es el mismo es una de las estructura, privilegiadas donde se
ginar al dios Virncocha como obra del de- Lector»: «Habiendo venido del Reino de que el de la historiografla del siglo xv1. pero puede ejercer el cslilo elevado del discurso.
monio. Pero, al mismo tiempo, debe justificar Chile y hallado en éstos de Europa tan poco el lenguaje ha cambiado: y es en este cambio de Aspecto que evidencia también Piedrahiia. en
que tal nombre hayu sido dado n los españoles. conocimiento dél que en muchas partes ni lenguaje donde encontrarnos evidencias de la el cual, también encontrarnos •<descripción del
Desde esta perspccuvu, y como lo deja ver aun sabían su nombre, me hallé obligado a importancia que la armonía discursiva adquie- paisaje» más que «descripción de la natu-
claramente el capítulo c1lt1<.lo. Atahualpa debe satisfacer al deseo de los que me instare';¡ diese re en !J historioura11a del siulo xv11. Tomemos raleza».
necesariamen te apa rcl·cr en toda su maldad a conocer lo que tan digno era de saberse.» un ejemplo. pa(a ilustrarlo~ En los capítulos
puesto que es ella lu que hucc pchgrur el im- La falta de información con la que emprende 17 y 18. del libro llI. José de Acosta (uno de los Tan deleitoso sitio es el del Nuevo Reino.
perio I nea el cual. esta ve,. es salrndn por los tal. trabajo se manifiesta a continuación; y es autores. junto con Herrera. más citados por que apenas se imaginará deiette a los sentidos
españoles, como antes el lncu Viracocha lo quizás esta situación la que le lleva a poner el Ovalle), se ocupa de los rios, fuente~ y manan- que t'altc en la amenidad ce sus paiscs. Hav
había sal vado del peligro de los chancas. titulo de His1órica Relación en el cual «histó- tiales. El capitulo dedicado a los ríos tiene dos eminencias limpias v descolladas. vegas apa-
cibles en los ríos. arroyos:, iuentes en abun-
páginas en la edición citada. Todo lo que se dancli!., lagunas de aguas y peces muy salu-
115 «En 1735 consti1uyó don Julián de Hermosílla una dice de los ríos. en este capítulo, es lo siguieme: dables. La de To1a, puesta en lo más levan-
Hacia finales del siglo xv11 cncor11rnrcmos en tertulia literaria, cuyos miembros díéronle primero el nombre tado de un páramo, tiene ;e1s leguas en coo-
~ntonio de Solís y Rivadcncyra un ejem plo de Academia Universal y luego el de Academia de lá His- De la parte del Sur, en las sierras del Pirú torno. formada en círculo perfecto, tan pro-
1~ndamen!~l no sólo de !u historia particular, toria. señalándose como objetivo un diccionario hístóríco- no son tan grandes los ríos comúnmente. funda que apenas puede sonda ria el arte:
-crí1ico de España. Trasladadas sus reuniones al año siguien- porque tienen poco espacio de corrida y no
sino tambten de la creciente consolidución de te a la Real Biblioteca. se solicitó en 1737 el amparo de Fe-
sus aguas claras y suaves son de color verde
lu disciplina historiográfica. Hn \1,1 ese mo- hpe V, que, en efecto. acogió la naciente institución, apro- pueden juntar tantas aguas. pero son recios mar en el centro. inquietame a la manera de
mento, la disciplina se manifiesta en la codi- bando sus esta<ulos (1738): (...). Hubo de enfrentarse la por caer de la sierra y tienen avenidas súbitas, un golfo y de continuo hacen en las orillas la
nue~• íns1ilucí6n con dificultades de varío carácter. Las eco- y por eso son peligrosos y han sido causa de batería ruidosa que el oceano en las arenas.
ficación de los tratados historiogr.irlco\. Uno muchas muertes: en tiempo de calores crecen
nómicas fueron a¡en uadas por el monarca. accediendo a (Libro l. cap. l. )
de estos muchos ejemplos, de particular in- refundir en ella los oficios de Cronistas y a atribuirle dota- y vienen de avenida.
li:rés por haber sido compuesto ~n India\, son ciones. Ello se hizo de momento (I 7~4) con los que estaban
v~cantes. y se completó más tarde (1155) con el de Indias...» Por otra parte. el libro de Piedrahita. tanto
l~s Preceptos f!ist~riales 11 1 de fuen1es y E: resto del capitulo está destinado a narrar
<,uzrnán. Ademas. s1 hasto los prirn~ro~ ,u'los
Sanchez Alonso. op. cit., vol. 3. págs. 71-72. corno el de Oval!.:, nos enfre::i,a a otra de la;
116 Rómulo D. Carbía. La crúnita oficial de /a., Indias las penurias de los Españoles en la travesía del preferencias de la «historia :nora!» del siglo
Occidenta/e,, Buenos Aíres, 1940. Estudia en detalle la Amazonas y los artificios que emplean los xv11: su carácter altamente «;entencioso>) 11°.
lll Pierre D_uvíols, «L'lncu Gnrc,1,uo de 1~ Ycaa, ,11• tradición del cargo, antes de crearse el de India.. Sobre
Solls. págs. 207-2 14; sobre J. B. Muñoz, págs. 242-267. indios para cruzar los ríos ... Es decir que d.:
lrrprcte humaniste de la relígíon incalquc». Diorrn, num, 47
1964, págs. 39-54. ' • En relación a lo mencionado en la nota 115, puede consul- los nos poco sa bernos. Veamos, en contraste,
11 tarse. también, en Carbía, «La Academia de la Historia, un párrafo de Ovalle, donde de los ríos pasa 111 La senumcia. sab(mos. es una observación moral.
' Escrito hacia finales _d~! siglo xv11, publicado por pri- cron,s1a_ perpetuo de las Indias». págs. 234-240. que tiene el carácter de lección ·Y que ;e expresa en poca,
mera vez en 1957 en la ed1c1on de Chinchilla Agulior, lns-
. 117 C110 _por las síg~íen1es ediciones: para Ovalle, Ins-
a las fuentes y manantiales: palabras («Stnlentia est oratio sumta JI! rira, quae aut quid
llluto de Antropología e Historia de Guatemala. El tratado sil. out quid tsse oporteat in ri1a. tr1!t:iter ostendim. Ad
tituto de L11eratura Chilena. 1969; para Piedrahíta, Bíblío-
: ~~o;a~sumen» de la obra ya mencionada de Cabrera de tcca. Popular de Culrura Colombiana. Bogota. 1942. ~ Menester fue para contrapeso y alivio de Herennium. líber IV. xv1í). También en Cabrera de Córdoba,
6
volumenes. los peligros y penalidades de estos caminos De Hiswria... up. dt .. segunda parte. Jcscurso XV).
12
93
El historiador, tomando al pie de la letra la lo hace mediante los recursos que ofrece la
definición de la historia como magistra vitae, para transcribir «razonamientos11 de Córtes de la narración, es el de «la relación del todo
retórica para producir discursos armónicos y (cfr. Libro III, cap. 11). Como se comprende con las partcs1>. Tal es la importancia de este
no pierde oportunidad para, antes o después efectivos. Antonio de Solb y Rivadeneyra
del relato de una acción, introducir la se111e11- por la tradición de esta estructura discursiva, aspecto que llega a justificar, soore el. el por
ilustra en exceso este aspecto de la historio- la originalidad de Solis no reside en emplearla qué de haber elegido la conqui,tz de México
cia de la cual la acción relatada no es sino el grafia del siglo xv11120_ Solls nos sitúa, desde
exemp/11111. Entre los muchos párrafos que (también los historiadores del siglo xv1 lo como tema de su historia: las hlitorias gene-
las primeras pí,ginas de su Historia de la Con- habían hecho, cfr. Gómara La Conquista de rales. dice Solís. por su diversidad ~ "arieqad.
pueden ilustrar esta observación, tomemos uno quista de México (1648)121, frente a dos prin-
de cada libro: México), sino que su originalidad consiste en son antagónicas al principio de unidad. Este
cipios fundamentales : el del estilo y el de la otorgarle el lugar adecuado en los niveles del sólo puede conseguirse en las hi,tonas parti-
«coherencia» narrativa. Con respc~to al pri- estilo forma ndo sistema con la narración y la culares, y en la narración de ui:os aconteci-
Nadie la d6 (la muerte] a otro por asegurar mero, claramente expresa:
su vida, porque no hay camino más breve descripción. Finalmente, otorgar a la descrip- mientos estrechamente relacionados. Razón
ni más cierto de perderla; ni e,iibe en el ar- ción histórica el nivel adecuado para ejercer «discursiva» podríamos decir. q_e (junto con
tificio de la política que dicta la iniquidad y A tres géneros de d:1rse a entender con
palabras redutcn los los Erudito, el Carácter. el es tilo elevado. Al observar este aspecto po- otras razones contextuales¡ e~p ,anJ ei auge
traza la ambiciosa pasión, porque aunque ó Estilo que se puede usar en diferentes Fa- demos comprender mejor los p.1rrafo, antes de las historias particulares <'n :! ,1i;k Xl'II
tenga la apariencia de estabilidad. son. en cultades, y todos caben ó son permi11dos en citados de Ovalle y Picdrahila; por otro lado. Veamos las palabra~ de Solis a. :~ pe,to. las
fin, tela, de araña que con un soplo deshace la Historia. El Humilde. ó familiar (que se podemos comprobar cuán de cerca seg.uia cuales, paradójicamente. son sif.r .~cama, para
la divina justicia. que a la corta o a la larga usa en las carlas ó en la conversación) per-
no deja delicto ninguno sin castigo. (Ovallc, Solís a los preceptistas, ya que ~,ta dms1ú11 ciertas preocupaciones modern .. qu..: ,~ fijan
Cap. XIV, Li bro IV). tenece a la Narración de los Sucesos. El Mo- de los estilos. y el lugar que se le otorga a la como objeto las condiciones de 1~ ,,coherencia»
derado (que prescribe a los Oradores) se descripción en tal sistema, se encuentra en discursiva:
Poco tuvieron siempre de meritorias las debe seguir en los Razonamien1os, que al- Jerónimo de San José. Este autor observa
calamidades, que no pasaron por el crisol de gunas veces se introducen, para dar a en- Quieren los Maestros del Ane que en las
tender el fundamento de las Resoluciones. (Primera parte, VIII, 5) que «En el estilo tiene
los trabajos hasta el examen de la constancia. aquí (se refiere a las descripciones) más licen- transiciones de la H1s1ona a»t llaman al
Fúndase é~1a en la grandeza de un ánimo Y el Sublime. ó más elevado (que sólo es passo que se hace de uno, ,_<:e:;o, a otros)
peculiar a los Poetas) se puede introducir con cia el historiador. Porque la descripción admite
elevado a quien ni lo~ prósperos ni los bue- más gallardía y bizarría que la narración: que se guarde la! conformidad de las partes con
nos sucesos inmutan. A muchos acreditó la debida moderación en las De,cripciones. el todo. que ni se haga monwuo,o el cuerpo
poderosos el rel1impago de una buena for- que son como unas pinturas, o dibujos de como esta parte de la Historia si rve más al de la Historia con la demasía ce los miembros.
tuna; pero muy Jl(lco, dejaron de llegar a las Provincias, ó lugares donde sucedió lo ornato que a la rnstancia, más al gusto que a ni dexe de tener los que son ~=san,,, para
la cumbre del premio, habiendo encaminado que se n:fiere, y necessi1an de algunos co- la necesidad, aunque también a la necesidad conseguir la hermosura de la ,-:in~dad: pero
los pasos por la es1rcch11 senda de la perseve- lores para información de los ojos. (... ) concédese más lugar al deleite y diverti- deben estar (según docmna¡ :.J:i unid,,, entre
rancia. (Piedra hila, Libro IV, Cap. 1). miento con las flores de la elocución (... )». si que ni ,e ,can las atadura;. ni sea tJnta la
El párrafo es rico en varios aspecto~. En Solís emplea la descripción en ambos sentido, dfrerencia de las cosas que se ~eu de conocer
Hemos bosquejados dos u~pectos que carac- primer lugar, situar el estilo con respecto a las la semejanza o scnur la ccniustón. Y este
(como ornato y como necesidad). Como nece-
terizan el cambio en la h1storiogral1a del siglo Facultades y, traslaticiamente. considerar la sidad, la descripción forma el marco del acon- pnmor de e11tre1e¡er íos su-,; » sin que pa-
xv11: uno de ello~ l,1 conl'cn1r,1ción en la his- historia como una facultad o disciplina. En tecer narrativo. Pero no se reduce sólo a su
re:can los unos disgresiones de los otros, es
segunda lugar. otorg,1r su propio lugar his- la mayor dihruftad de fu. Hi.<tor;,idores.
toria humana, la que Justamente responde a la función (de nece5idad). sino que podcmo5 com- porque si ,e úJn muchas sefa, ,.kl , u.:c:;o que
definición de magistra rita!' y donde, conse- 1oriográfico a los razonamientos o conciones
probar también la «gallardía y bizarría» en se dexó atrasado. qu:mdo le ·.u~ive a recoger
cuentemente, se practicn lu sc.:ntl•ncia ; Ju otra, («Las que el la tino llama Conciones en la que se la construye. Para dar un ejemplo. re- la narración se incurre en ~! ,ncon,cniente
que apunta hacia la urmonl¡¡ <le In narración Historia, son unos razonamientos o pláticas cordemos primero que Solis nos dice en su pre- de la repetición y la prolig-b.d: y si se dan
y que tiene, en la descripción del pnm1jc, uno que los personajes de quien se habla en ella sentación de los tres estilos. que las descrip- pocas se tropieza en la ob,-:~r.dad :, la de-
de los ejemplos carac1eristicos. 1'11 Sohs en- hacen en ocasiones muv notables». Jerónimo ciones 50n ucomo unas pinturas o dibujos sunión. Vicios que se deben ., .:0n :¡!.!JI cui-
contramos no sólo acen tuadu, c)l,1s tcnJcn~ia~. de San José, Primer~ parte, cap. IX 122. dado porque destruye~ le; .:~:nás aciertos
(... ) de los lugares donde sucedió lo que se
~ino también marcadamente cxplk itn, Solís apela a los razonamientos repetidas veces, del Escritor. (Libro l. Cap. 1: cursl\as agre-
refiere, y necesitan de algunos colores para gadas.)
información de los ojos». Esta unión de «lo
El auge de los tratados de historio~, ar,,,
en 111buc1011 Je las cosas de IJ dispo,idón y osicnto por orden útil con lo a2radable», del <<deleite con la Para este caso también encon1r3mos referen-
el siglo xv1, se continúa todavln cu d s1¡ilo d111in10, que los grandes y excelentes histórico, hizieron» necesidad», pu~ede intuirse en el párrafo enu-
xv11. En España se publican las ya menc1011ud11, CJbrcrJ <le Córdoba, De H1S1<ma ... vp. d 1., segunda pan,: cias semejantes en Jerónimo de San José (Pri-
mcra1i10 en el que se anuncia la entrada de los mera parte, cap. Vlll). Ahora bien, este prin-
obras de Cabrera de Córdoba (1611) y <le Jeró- d11c11rso 11.
españoles en Cho! ula:
llO 1'1 todavla irrcmplazable, sobre este aspecto, el estudio
nimo de San José (1651). Los tratados prestan do Lui< Arocena : Amonio de Soli.r: Cronma Indiano. cipio que se aclimata en el siglo x, 11 tien_e
poca atención a la «historia natural>,, f'uc, u de l-.'U1lfll11 wbrf lq.f form,1s hiswriograrica$ df/ Barrofo. todavía vigencia en el siglo x,111: y sobre el
La entrada que los españoles hicieron en se puede bosquejar una linea C! continuación
mencionarla como una de las «divisioncw de lluono, \ 1rc,. FUOEB.\ . 196). Especialmcn1< lo, capitulo, Cholula fue semejan,e a la de Tlaxcala:
la historia. Los dos intereses mayores son d IV V> VI "lc.ina, y prJcllcas l11sto11ografica, Je Solis».
innumerable concurso de gente que ,e dejaba del concepto historiográtko ...\: :nismo tiempo
,.(. ornpc-,,1cu',n,, y 1,Es11lo),,
fin y la utilidad de la historia. por un ludo. y 1l 1 t JI ,11u, corrc,ponden a IJ ed1c1on de l 6SJ I Madrid. romper con dificultad: aclamac1ones de bu- puede servir de punto de reiere::.::a para marcar
-sobre todo en el siglo X\ 11- la di.1po.111to llernuril11 Je V1ll;1 1>1cJ¡ol. Entre las ed1c1one, modernas. la llicio; mujeres que arrojaban y repartían el cam bio de orientación en la d;;ciplina. en este
y la elocutio en el discurso historiogrúfico, por lo~o de 111A, íJ,·11 ,,cces.i e, IJ Je Me.,ic.,, Porrua. 1%S. con prJ- r.1milletes de Hores :c3l'Íques y 1acerdo1es que sis!lo. Juan Fornert23, por eje::1plo. ,e ocupa
el otro. La narración (y sobre todo la narración
Je L. O'Gormun y n.,l,1! de Josó VJloro S1ha. frecuentab,tn reverem:ias y perfumes: va- ÚI mismo problema. contra;:vn1endo el sis-
lll 1'111es In fuer¿¡¡ dom1n11111e que impone la retórica a la riedad de instrumentos, que hacían más es-
<le hechos humanos) recibe atención especial l11>1orlowruíl11, que In tendencia crí1icu munifics1a en lo que es tema de la Poética a la indete:71unacion de la
truendo que música. repartido por las calles... Historia. Con ello alude. como resulta obvio,
por ser ella «el cuerpo de la historia» 119, y qui,6, In •primer historia de In lustoriogralla• (H. L. V. (Libro lll, Cap. 6.)
Je la l'opeliniere, fllsturw des l fo101r,s a,,c i'Jdée de fhis- al «sistema de la narración » en el discurso his-
11 "'"' amm,plit, 1599), cn1ica arduamente las historias que
9 t<La narración es este cuerpo. c~posici6n con Juizio,
ornamento y prudencia, de las cosa, que. el tiempo en qué, ororgun J los per,ono¡es palabras inventadas por el hisrona- El segundo aspecto en el cual Solís pone el t1J J. P. Forner. -t.• Histor.• de E,!"ñ••· cd1c1ón de
el lugar dónde, el modo cómo y la causa por qué( ... ). La d1s-
dor Pero rna lendenc,a no~ hara dominante ha~,a el sielo acento v al hacerlo. evidencia la importancia
XVIII, ... Francois López. Textos H1spanicos \(,xcrno<. num. 2J.
que 1ie~~- para la historiogra11a. la armonía Barcelona. Labor (cap. 11 ).
94
95
toriográfico que no ha tenido, corno la poética, Si a Solís se le ha podido reprochar, aunque otros grupo, de isletas. Porfia el alm1ran1c por sus felicidades» u1 . Además, Solís coniinúa
exigencias de unidad semejantes. Forner señala el reproche sea de relativa validez 126, que la hasta ponerse al norte de la Isla de Pino~. (al desarrollar el estado de cosas e~bozados en
que las nociones de todo y de unidad, propuestas preocupación por la armonía de la narración que nombró Evangelista. Allí observa que la la primera frase), con un informe ceñido a las
por Aristóteles para la poesía, no están desti- descuida la acumulación de datos y la vera- costa tuerce al sur. como lo esperaba según personas de la familia real, aunque bosquejadas
nadas a enseñar cómo hacer un poema bello cidad del discurso historiográfico; el mismo lo escrito por los viajeros (pág. 2 D). en su dimensión política. Muñoz, por el con-
sino más bien, a buscar «el centro íntimo a reproche no tendría cabida en el caso de Juan trario, en el Libro I, bosqueja el cuadro general
donde debían ir dirigidas todas las partes y Bautista Muñoz, aunque éste -al igual que La preocupación por el «efecto» narrativo de que co ndiciona el descubrimiento, su impor-
bellezas de su composición, y de aquí resultó Solís- le otorgue gran importancia al estilo Muñoz. que no, recuerda, además de a Solís. tancia y su magnitud. En el Libro II, antes de
aquella máxima en la poesía, a saber que todo de la narración : Juan Bautista Muñoz, un a otros relatos que empleaban los datos hist o- entrar a la historia de Cristóbal Colón, dedica
poema debe constituir no sólo un todo sino una siglo después de Solís, es quien realiza una riográficos para articular una narración de,- algunos párrafos a las co11dic:io11es que han
unidad completa en lo posible» (pág. 114). de las primeras tareas monumentales de reco- pojada de los ripios que exige una fidelidad hecho posible el descubrimiento. He aquí cómo
Esta unidad, continúa Forner, existente en los pilación, copia y organización de los docu- a ellos'~"- no Jebe llevarnos a equivoCl,,. nos introduce a la importancia de «la piedra
grandes historiadores de la Antigüedad, mentos sobre el descubrimiento y la con- haciéndonos ver en la II istoria de Muñoz solo imán» en las empresas de navegación:
quista 121. Esta preocupación, como dijimos, un relato que, uno o dos ,iglos dc~pués. re-
es cabalmonte la que se escapó a la perspi- no invalida ni mini miza lu importancia que le pite la com:epción hi~toriográfica de ,us ante- De entre las tinieblas de los ~iulos búrburos
cia de los que formaron el arte histórico, otorga a la trabazón de «las partes con el todo». cesores. Esta afirmación no debe tampoco salió casualmente la luz que ha dirigido a los
naciendo de oqui que sus reglas se dirigían Al leer la Historia de Muñoz tenemos una sen- llevar .i poner énfasis en la «originalidad» de navegantes en sus expediciones por el grande
a formar cúmulos más que unidaaes, siendo sación semejante a la que nos produce la lec- Muñoz, aunque la tenga, sino más bien a des- océano, en cuyo seno estaban encerradas y
asi que las historias mismas que les suminis- ocullas las dilatadas regiones del Nuevo
traron las reglas eran unidades dispuestas tura de Solís: el cúmulo de información se tacar el cambio de orientación que se está Mundo. Una interpretación hecha por los
y trabajadas con la misma atención que usan procesa de una manera en la que el resultado produciendo en la época en la cual escribe. árabes en el libro de las piedras atribuido
el buen poeta y pintor en la composición se asemeja más a un resumen. depurado de los Los indicios que en Muñoz nos llevan a rela- a Aristóteles demuestra que los filósofos de
de sus obras; en la eYposición de lo ~erdaderu datos existentes, vertidos en una prosa que cionarlo con un cambio de época en la concep- aquella nación conocieron la maravillosa
wbcn las mi.!mar n·gl<Js en que la ficción y mantiene, por ella misma, la atracción y el ción historiográfica son varios. En primer propiedad de la imán o calamita, que puesta
expresitin de lo rerosímil (págs. 114-11 5, interés de la lectura. No es dificil, después de la lugar, 1.i, notas documentales que, además de en hbrc movimiento alrededor vuel\e cons-
cursivas ugrc~adas). lectura de Muñoz, recordar la observación de las pocas que incl uye. promete ampliar. Esto. tantemente uno de sus lados hacia el norte.
Forner: «En la exposición de lo verdadero junto al criterio que le lleva a pensar en la
Si ponernos estas observaciones de Fomer en caben las mismas reglas que en la ficción y en la edición de documentos inédi tos, su esmerado Párrafo en el cual se puede apreciar tanto el
perspectiva, comprobamos un proceso en el expresión de lo verosímil.» Muñoz ha elimi- trabajo en la recopilación de fuen tes, nos ponen estilo al que nos habituará Muñoz, como el
cual la preceptivo historiográfica va acentuan- nado, en su narración, las pesadas descripcio- frente a una concepción hi,toriográfica que se leve desplazamiento hacia los factores histó-
do, a partir de lu sq¡u nda mitad del siglo xv1, nes marcadas por los verbos de existencia o de distingue tanto del resumen y la repetición ricos que condicionan la realización y efec-
la tendencia a ocuparse no sólo de la defi- estado, las acumulaciones innecesarias en la que practicaban los autores de los siglos x,1 y tuación de un acontecimiento, más que la de-
nición. los fines y In 111ilid11d de la historia. sino descripción de un objeto o de un acontecimien- XVII (y que mu~has veces llevó a los especiJ- 1erminación de voluntades individuales. sobre
también de la «estructuro» del discurso histo- to; ha eliminado también las conciones y el li,tas a acu,ario de «plagio» o de <(deshone,- la, que gira la «introd ucción» de Solis a la
riográfico, «turn Rhctorurn arlibus» 124_ De estilo directo en el informe de las palabras tidad» al emplear, sin hacer referencias. el •<historia de la conquista de México».
ello se deriva lu importancia decisiva que la dichas por otros. Ha introducido, sin embargo, material de otros cscritores)tJO corno de la Fuera de estas evidencias de concepción
narración ocu pu como esrruc111ra verbal bá- un artificio en los tiempos ve rbales al recurrir falta de mención explícita de las fuente; e:i h1storiográfü:a que se detectan en la narración
sica del discurso h1sto rio~ráfico, al tiempo que al presente que es, justamente, uno de los tiem- Solis. :~:sma, :VI uñcz nos deja en el prólogo no sólo
la narración consolido la historia como his- pos en litigio entre aquellos tiempos peni- No obstante lo dicho con respecto a la nJ- un informe de los pasos que ha seguido en su
toria moral. sepurámlo~e cadn vez más de la nentes para la ficción y para la historia 128: rración practicada por Muñoz, un cuidado trabajo, sino también una manife ·tación ex-
historia natural. La rctórícn, como base cons- análisis diferencias notables con la narracion phcita de sus principios. El eco de los nuerns
titutiva del discurso h1stonográfico, tendrá Vuelvese a empezar el camino, y a poco en Solís. En este autor. el capítulo inicial a,pectos que preocupan a los filósofos de la
validez hasta que en el si~lo xv111 la tendencia vuelven también los riesgos y trabajos en (cap. JI !) de la narración propia, comienza con historias se hace presente desde las primeras
«erudita» (véase mó~ ndclnntc) la rechace un marcador del puro dominio del rela10: páginas:
en nombre de la verdud de los datos y, en el discurso «De la Historia considerada como obra artística», «Corría el año de mil y quinientos y diez ~
x1x, sea reemplaza da por el nugc creciente de en el cual esta corriente no se evidencia {reproducido en siete, digno de particular memoria en esta mo- Determiné hacer en mi historia lo que han
la lógica 12s. Es1udios dt Critica Li1erorla. ~tadrid, 1893, 1, pági- narquía no menos por sus turbaciones. que practicado en distintas ciencias naturales
nas 81-135).. los filósofos a quienes justamente llaman
116 Vease E. o·Gorman. en el «Prólo•o» a la edición de restauradores. Púseme en estado de duda
12• An1oni1 Vipcrn111, Dr Sa1h,111/11 1/111,ma l1her, 1569. la Historia de la Co11qui.rra de México: Mrnco. Porrúa.
cap. XV («De Difftcuha1e Scrihend,.,) PI 1rn1ado de Vipc- 1968. universal sobre cuanto se habia publicado
ran1 es in1ercsan1e porque. aunque no clnrumcnte divididos. 121 Juan Bautista Muñoz. Historia del Nueru Jfundo ,;,¡ Por eJemplo. Hcrnan Pérez de Oliva, ( 1494~-l 5.', 1. en la materia, con firme resolución de apurar
se notan los dos aspectos 4ue cu,1 medio 11aln más iarde (1793). Edición moderna con introducción y notas de Jose Histuria dt la lm <'th :,111 de las /ndi.is e:itudio. c<lidón.., :1....-•:Js la verdad de los hechos y sus circunstancias
,cparJra claramente C'JbrerJ dc Córdoba. V,pcrnnr se Alcina Franch, MJdrid, Aguilar, 1975. Sobre la tarea de de José Ju•n Arror.1. Bogota. ln1ti1u10 Caro y Cuen~. 1 °-:. hasta donde fuese posible en fuerza de docu-
ocupa. cnlre otro, aspcc10~ del d11c11rso, de In scnlcncia Muñoz en la recopilación de documentos sobre el Nuevo Tambi~n. Uanolome Leonardo d< Argensola, C,mquisr<1 N mentos ciertos e inconstras1ables: resolución
(cap. XI); de las digresiones, descripciones y conciones Mundo, A. Balles1cros Bcrella, «Juan Bautista Muñoz: .\Jéx1C·u. ln<roducci~ny notas de Joaquín Ramirez Cabana,. que he llevado siempre adelante sin desmayar
(cap. IX¡ y también de la narración (cap. XIII y XIV). La creación del Archivo de Indias». Rcris1a de Indias, México. Pedro Robredo. 1940. En esta edición se exm,n por lo arduo del trabajo. lo prolijo y dificil
l25 Por ejemplo J. S. Mili. A Sy11t111 uf Luglc, 1843, 1rarn 11-4, 1941, págs. 55-95. las narraciones reitrente:> .i M!!:tico del volum~n Primera
de las investigaciones.
de la historia en el libro VI (cap. X y XI): También H. Th. 121 K. Hamburgcr, Die lugik der Dic/11ung, 1956 (tra- parte de lus anales de .-lragún, publicado en ZaragolJ ,n
Buckle, History o/ Cirili:atíon in E11gland. 1857, cap. 11 ducción inglesa por M. J. Rose, Indiana Universi1y Prcss. 1630.
IV, del volumen l. Paro un panorama genernl, E. Fue1er, 1973, págs. 98-110) además. sobre la temporalidad en la llO Por ,jemplo la larga y disputada cuestión del Códice
Hisroire de l'hi.rtorioRraphie Moderne. Paris, 1914. Sin duda historia, E. Bcnvenis1e, «Les rela1ions de 1emps dans le Ramircz-Tovar-Acos1a (cfr. E. QºGorman. en el prólo~o
estas posiciones no son todavía unánimes en el siglo x:1x, verbe fran~is», en Problimes de lingui.rtique générale, a la edición de
la Hiswria Saiural y .\fura/ del padr< Aco,1J. tll Sobre cs1e comienzo, ver L. Arocena. Amomo de
porque en 1883 Mcnéndez y Pelayo pronuncia su famoso Paris, Gallimard, t966. nota 10•1. Satis. op. c,1 .. páss. 168-70.

96 97
Las referencias del párrafo no· son dificiles cartas y relaciones han dejado de escribirse. vía de acercarse al problema, al igual que lo
de detectar, aun en una primera aproximación. puesto que han dejado de cumplir, hace 1iempo, hicimos para el «género crónica», es la de
Por una lado, la mención de las «distintas el rol que cumplieron en su momento. Nuevos buscar las indicaciones en los textos en el mo-
ciencias naturales>> y a «los filósofos que llaman tipos discursivos se hacen predominantes: el mento de producción en relación con los
restauradores», nos dirige la atención, lo pri- ensayo y la novela. Ellos responden, además, contextos discursivos disponibles. En La Arau-
mero, hacia la influencia que ejerció la fisica a las nuevas exigencias político-históricas cana. no hay lugar a equívocos en la inscrip-
de Newton en el área hasta entonces conside- que caracterizan, en el siglo x1x, a Hispa- ción tanto en el upo como en la formación
rada de las humanidades y cuyos difusores, noamérica y no ya a las «Indias» o al «Nuevo discursiva. Los 1·ersos iniciales,
en el dominio de la filosof1a. son Voltaire Mundo».
/ 1696-1778) y el abate Condillac ( 1715-80). .Vo las damas. amor, no gentilezas
A su vez, la segunda referencia, más la men- de caballeros canto ~namorados.
111 las mueslra; regalos y ternezas
ción del «estado de duda universal», no sólo 4. OBSERVACIONES FINALES
nos remite a una posición filosófica conocida de amorosos afectos v cuidados:
mus el valor. los hecrio,. la, proezas..
(que además de,crcc, en lo!> términos estrictos Aun que escapa estrictamente a nuestro (Canto 1)
de Desearles, de la posibilidad de llegar a la tema no podemos concluir sin hacer men-
verdad histórico) in, sino que también nos ción de un grupo de textos que pertenecen a no remiten ni J Tito Lr,10 ni a T:ícito ~in0 a
invita a considenir la tendencia dieciochesca de la familia, por tener como temas aspectos del Ariosto 136. La doble negación («no . . ni»).
la «erudición» historiográfica, que se presenta descubrimiento, conquista o colonización de no es una negación del tipo discursivo (ep1-
como una posible ~i,t para asegurar la verdad Indias, pero que, por un lado, no se inscriben ca), sino del wma de dld. E, d reemplalo del
en la historia. Psw úllimn adhesión se mani- en ninguna de las tres categorías consideradas tema y no del tipo discursivo lo que propone
fiesta. en Muílo,, en su «firme resolución de (cartas, relaciones. crónicas) y, por otro, su Ercilla al proponer. por alternativa, «el valor.
apurar la verdad(... ) en fuerza de documentos ambiguedad discursiva ha concitado siempre los hechos, las proezas11 y decir. más adelante.
ciertos e ineomtrustublcs»; y, también, al el problema de su adecuada clasificación. «es relación sm corromper sacada I de la
manifestar má, .tdcluntc, en el mismo prólogo. Los textos en consideración son: La Arauca- verdad, cortada a ;u medida».
que «Para satisfucer u los literatos. exhibiré na (1569-78-89) de Alonso de Ercilla. El Pero afirmar que se rn a relatar la 1·erdad.
al fin de cada reinado los fundamentos en que Camero ( 1638) de Rodríguez Freile ; Los in- no significa necesariamente que se inscriba
se apoya la verdad de los sucesos referidos...» fortunios de Alonso Rámirez (1690) de Carlos el discurso en la formación discursiva h!!>tO·
(pág. 68). Mui\oz parece conciliar la conciencia Sigüenza y Góngora; El cautireriofeli: (1673) riográfica; puesto que si la verdad es uno de
dieciochesca que, por unu lado, destaca la de Pineda y Bascuñán; y, finalmente. El la:a- los criterios que definen a la historiogralia,
erudición como turen historiográfica destinada rillo de ciegos cami11a111es (1773) de Concolor- éste no es priva1ivo de ella ni marca. por lo
a los e~pccialisrn~ con In nrmonia de la narra- corvo. tanto, su d1jere111ia specdica. Como discurso.
ción dirigida al gran publico. Esa conciliación Creemos que la perspectiva propuesta a lo La Araucana da sutic1entes md1cacione:, de
se manifiesta en el estilo de su narración, que largo de este capitulo (en el cual se distin- inscripción en el tipo discursivo épico y en la La .·lruu,arw. ~d,~1011 J~ 1)YV
se mantiene en lu trndic16n retórico-historio- guieron, por un lado, los niveles de tipo, es- formación discursiva poética. Es sólo en el
gráfica. y en la importuncrn del documento tructura y formación discursiva y, por otro. nivel de una «semántica del mundo» en el que
que responde a lus cx1¡,:cni.:1J, de 1:r erudición. se consideró que las estructuras pueden ser se 01rece una vaname al cambiar la gcn.:r.i- Ei J.:,tin.it.ino ;1,1 c;imb,.1uv . .,J. ;;.:; .:5 ~l
La importancia de l11 1/istoria del Nuew elementos migratorios en relación a los tipos lidad de lo verosímil por lo particular de la <<gran Felipe» sino «las damas11. Hay. en este
Mundo, que com1ituye en nuemo trabajo el y los tipos en relación a la formación) puede verdad. Pero esto no es todo puesto que, sabe- cambio, toda una dimensión enunciativa que
extremo final del espectro, es lu de cerrar un permitirnos plantear el problema de otra mos, el programa (en términos cog¡1iti1os) está puesta en juego: mientras su destina-
ciclo: el del com1en20 de la h1storiografia manera: esa «otra manera)) es la de no forzar inicial no se lleva a cabo. Y este cambio de tario es Felipe, la enunciación se mantiene
indiana, que comienza en el cuadro renacen- la clasificación rígida de los textos en conside- orientación conduciría al discurso más y más en los marcos comunicativos de la carta:
tista y que culmina en l,1 confluencia de las ración, sino tomarlos en su ambigüedad; una hacia la épica y la poética. Es así como en el en tanto que, en el momento en que las
transformaciones de la d1\C1phnn y de la situa- ambigüedad localizada en los niveles de las canto XIX (segunda parte) encontramos la «damas» pasan a ocupar el lugar del des-
ción política que se producir.\ con los movi- estructuras, los tipos y la fo rmación. El pro- modificación de la primera estrofa: tinatario, la estructur,t enunciativa remeda
mientos y las guerra~ de la mdcpendencia. blema, desde esta perspectiva, ya no residiría la figuración ya codificada para la épica.
Más allá de este limuc, encon1 rarcmos, por en decidir. por ejemplo, si la Araucana 13 4 Hermosas damas. ;1 mi débil canto entre el «va1e y su audiencia». Correlativo al
un lado. la «histomL crud11,1» que tomará u es historia o es épica. Este esfuerzo nada diría no comienza a es¡xrcir vuestros loores. cambio de la estructura enuociatil'a, es el
cargo los acontecimiento, del descubrimiento sobre La Araucana sino más bien sobre los y si mis bajos versos no levanto
a cantos de amor v obras de amores. cambio temático y en el canto XXI. donde
y de la conquista ; y, por 01ro ludo, encontra- criterios evaluativos de quien trata de decidir culmina la narración de Te1rnalda, el amor es
rem os l,1 hlSloria «nuc1on:tll\tu» que se ocupará una clasificación. Dicho de otra manera. ello mi priesa es grande. y qu.: decir hJy tanto
que a mil desocupJdos escritores. tema del canto: ((Quién de -amor hizo prueba
de hacer resallar los hechos que cond uJcron ul nos conduciría a saber lo que se consiJera <!pica t.in bastame? Quién vio tal mues1ra y obra
o historia no necesariamente en el momento que en ello trabaJasen noche y dia.
nacimiento de las nuc1 J:, naciones 113. Las para todos materia y campo habría. tan piadosa?» Estas pocas observaciones. en
en que Ercilla escribe sino en el momento en el relación con la compleja estructura narrativa de
in Sobre este Jspccto puede con,ull•r>e Ge~ne, Lefc-
bvre, la Naissanct dt l'His/t/rí<'Xraphit Modtrnt. París. que T. Medina o A. Bdlo 135 lo hacen. Otra La Araucana, son indicios suficientes para no
Flammarion 1971. págs. 91-12J : R. N. Stromberg. «His- ed. Nascimento. 1935. págs. 522-31. J. T. Medina, «Don
Alonso de Ercilla» en Hisrorw de la lireraru,a colonial de dudar que, en el contexto discursil'o dispo·
tory in lhe Eightcenth Century». en Journal o{ Hisrory oj ll• La Araucana (edición especial en conmemoración del Chile, l. Santiago. Librería del ~ercurio. 1878, págs. 26-118.
Ideas. XII, 1951. págs. 295-3().1. primer centenario de la 1ndependenc1a de la Republica de nible, el acto de Ercilla se inscribe en los pre-
llá M. Chevalier. •Emlla et ses d1sciples,, en L'Aríos-
'll Para un informe de car:icter general. A. C. Wilgus. Chile), Valparaiso. Imprenta Moderna. 1910. ceptos de la poética más que en los de la his-
" ,n Espagnt. Burdeos. l96o. págs. 1-1-1-64. J. 8. A\JIIC•
His1ories and Historia,u o/ Hispan/e America, Nueva York, ll! A. Bello, •la Araucana por don Alonso de Ercilla toria, aunque algunos de sus capítulos 1e11gan
Cooper Square Publishers. pá@s, J6 y ss i Zúiligai► (1841 ). recosido en Obrauomplrras. IX. Santiago. Arce. «El poeta en su poemJ: el caso Ercilla». Rewra de
Occrdenre. segunda época. XXXII. 95. págs. 152-70. 1ambién valor documental.
98
I

El caso del Cautiverio Feliz rn es sin duda ¿Pero una crítica desde qué perspectiva? En justifica la inserción de El Carnero entre los sidad y, por otro, se encuentran rodeados de
más problemático que el de La Araucana, el capítulo IV, del Discurso IV (pág. 318), antecedentes de la novela picaresca diciendo contextos discursivos con diferentes episte-
Esteve Barba, (Histo.1iotrafia Indiana, 1964, tenemos algunos indicios para comenzar a que «esta obra se podría ubicar en la (división) mologías. Con respecto a lo primero, Freile no
pág. 545) lo integra en el grupo de «memorias desenredar la madeja. Después de considerar correspondiente al mito picaresco por pre- tiene la experiencia mmediata del descubridor
de soldados de la guerra del Arauco». Dos pre- las enseñanzas que los antiguos nos brindan sentarnos una realidad social coloreada con o del conquistador; con respecto a lo segundo.
guntas surgen de inmediato ante esta clasi- en la veneración de sus dioses y culto y la pinceladas literarias que son reminiscencias el momento en que escribe le ofrece una varie-
ficación: ¿qué vigencia tiene la «memoria», reverencia de sus templos, culmina diciendo estéticas y que producen en el lector una im- dad mucho mayor di' p0sibilidades discursivas
como tipo discursivo, hacia finales del siglo que «De aquí podremos sacar algunas conse- presión de hallarse ante una obra del género con las cuales «modelar>• su relato. Los mismo
xvn? Es indudable que la «intención» de Pi- cuencias al principal in1en10 de es1e libro ajus- picaresco» (pág. 19). Las propias palabras de veremos para el caso de Sigüenza y Góngora
neda no es la misma que la de, pongamos por tadas». Las consecuencias son tres: la primera Freile parecen orientarnos por otros rumbos: y. aun, para el de El I.a:arillo... La conclusión
caso, fray Servando Teresa de Mier. De modo es que «estos bárbaros no pueden reducirse a «Y volviendo a mi propósito digo que aunque que se desprende u~ ,tJS pocas ob ervacione:;
que podemos intuir, sin detenernos en la policía cristiana, porque en sus principios el reverendo Fray Pedro Simón en sus escri- es que, por un !ad Freile iuscribt ,u libro en
«historia» del vocablo que hoy sirve para de- fueron mal industriados. maltratados y opri- tos y noticias y el padre Juan de Castellanos la clase de los libro5 uuc se escriben para guar-
signar un tipo discursivo, que no es ésta la midos ... »; la segunda, <da nota y mal ejemplo en los suyos trataron de las conquistas de estas dar ((memoria» del p,1sado de una. región.
intención discursiva de Pineda y Bascuñan. con que fueron doctrinados»; la tercera y úl- partes, nunca trataron de lo acontecido ::n dentro del marco J, 1,, conquista y de la colo-
Por otra parte, en lo que respecta a la segunda tima la citaremos completa: este Reino, por lo cual me animé yo á decirlo; nización; por otro l "l•J. tal relato no se apega
parte de la clasificación de Esteve Barba y aunque en tosco estilo, será la relación su- a la seca narracii,n de los hechos acaecidos
(«soldados de la guerra del Arauco»}, vale la Lo último que podemos notar, es decir que cinta y verdadera, sin el amalo retórico que (como en las relac•,n:w, de sol<lados. o en las
pena recordar el primer párrafo de la lntro- adonde no hai ju,ticia igual a la de estos piden las historias, ni iampoco llern raciuci- relaciones oficiak, no 4m: se articula me-
d ucción de Barros Arana a la edición del libro antiguos jentiles, y se permiten iguales mal- naciones poéticas. porque sólo se hallará en ella diante estructuras -mi••rantes» que provienen
dades y sacrilejios, cómo podemos esperar
de Pineda: paz, quietud ni dcscan,o, sino es una guerra desnuda la l'erdad, ( ... )» (Prólogo al lector). de distintos tipos> 1 ,rmaciones discursivas: en
perpetua y inacabable. como la que hasta Las partes del libro que justifican las conexio- algunas de estas ticturas podemos e:,ia-
Cuando los soldado, del rey de España el día de hoi se ha continuado en este des- nes con la no1·ela picaresca son los «relatos» blecer conexione~ la picaresca: pero. en
que servían en la conquista del nuevo mundo dichado reino, a cuyo blanco t·a11 endere:ados de la vida ciudadana colonial 143. y no los pri- otras. lo haremo, .•,,., un tendencia morali-
solicitaban un.1 ~rada de su soberano, acos- estos t·erdaderos disc11rJos. meros capítulos consagrados a las disputas de zante que hace de . "~ntencia una estructu ra
tumbraban hacer una relación de sus ser- los caciques Guatavita y Bogotá. ¿Pero qué tipo migratoria que a,M , . en distintos tipo, y
vicios y acompuilarla de documentos jus- No queda duda entonces de que el intento
tificativos. Esas solicitudes(... ) eran cuidado- de conexiones' No tenemos las andanzas también formacione, discursivas. De ahi a
samente conservadas en los archivos (...). no es sólo comar (narrar una historia, la de su de un pícaro, sino meramente una sucesión considerarlo como ,,ankcedente de la novela
El el rico archivo de Indias, depositado ahora cautiverio), sino persuadirl:l. Y para este obje- de cuadros, que sirven de exemplum a la sen- picaresca>> en Ame 1c nay un gran paso.
en Sevilla, donde cfü\n reunidos lodos los to se escriben estos «verdaderos discursos». El tencia moralizante (como lo vimos en Ovalle Muy distinto es t 1 libro de Sigüenza y Gón-
documen tos relutivo~ a lu conquista y colo- acto persuasiro, en este caso. no es oral ni, y Piedrahita, para la historia del xvn), en los gora: la inscripción er la tradición picaresca I JJ
nización de lu Américu antes española, exis- por lo tanto. se ejerce ante una audiencia, cuales se podría quizás justificar una cierta e~ mucho meno., , . idosa pero. al mismo
ten gruesos puquctci de solicitudes de ese co-presente con el emisor. No obstante, el ironía impuesta por el modo narrativo. Pero tiempo. radicalmen .~ distintos sus resultados.
jénero dirijidus por 101 soldados que servían modelo del «discurso del orador» no deja de estos ejemplos son flacos para sostener el El vocablo del títuk> 1«1nfortunios»). no parece
en la guerra de Chile (. .. ). Sin embargo, la estar presente. Es, entonces, desde esta pers-
firma del autor del Caurherlo Fe/i; no se halla carácter de nore/a y el carácter de picaresca ocultar ningún vmculo con las «fortunas y
al pie de ninguna de esas solicitudes. pectiva desde donde podemos entender las de un libro que, por lo demás se presenta como adversidades» de E' la:ari!/o de Tnrmes.
abundantes referencias de Pineda a la elocuen- relaciun y se diferencia de la historia y de la De la misma man:. !.i narración «autobio-
Barros Arana nos ccrtthca, indirectamente, cia. cuyas miras están puestas no en la historio- poétira. ¿Dónde estamos entonces? El conte~to gráfica» parece in.t•. ,r otro vínculo: también
que el Ca111freriv fr/i: no~• re"1citi11 en el sen- grafía sino en la oratoria. Es, por tanto, en el en el cual escribe Freile, su conciencia de escri- la inserción exphc " ~n las ultimas págmas,
tido en que hemos anali7ndo las relaciones «discurso del orador» donde quizás poda- bir «algo» que difiere de la poética y de! la ni:,- del «destinatario J_ la narración que. en
no oficiales que anteceden a su oficinlización en mos encontrar el modelo (tipo discursivo) en el toria pero que, al mismo tiempo, tiene como este caso es Sie:üenza v Gómwra, v en el caso
cual se inscribe el Cautirerio Feli:. objeti1·0 «guardar memoria» de los hechos del La=arillo «oríginai». es <~-uest~a merced».
d cuestionario prcparad11 ¡)l)r O\Jndo ;
Velasco. Si descartamos la «memoria y la re- Los tres libros restantes. de los menciona- de la r.:gión de Nueva Granada, parece tener Sin embarno, las J: _-~ncias son también no-
lación», como tipos dbcursivos posibles en dos, tienen puntos en común en la considera- como modelo antecedente un tipo discursivo, tables. No-sólo que los Jnforrunios de Alonso
ción crítica que se hace de ellos. Tanto El que no hemos analizado, representado por las Ramírez forman parte de la; ,,relaciones his-
los cuales inscribir el libro ¡,cuál es su lugar.
Carnero 139. como Los lnf<munios ... 140_ como relaciones diferentes a las oficiales que nos tóricas» de Sigüenza y Góngora. sino también
entonces. en el contexto discursivo en el cual
El La:arillo .. _14 1 han sido entroncados con la ocuparon en el apartado 2: la del soldado que, que se lo recoge. en 1902. en una «Colección de
se produce? Pineda mismo se oc upn de! hacér-
<<novela picaresca». Maria Casas de Faunce 14 2 en el siglo x1·1. escribe sus experiencias, relata, Libros que tratan de América». no como obra
noslo saber. Sus referencias a la historio-
grafía. que aparecen desde el primer capítulo. hace relación de hechos que le parecen dignos literaria sino histórica. El propio Sigüenza la
y sus especulaciones sohr~ la docucncia en los il6 A Luis Alberto S~nchel 'e c(mole~t.rn la rl!tórica de memoria. pero sabiendo, al mismo úm- presenta como tal ~n el prólogo. aunque !a na-
historiadores, no deben llevarnos tampoco porque escapa a su inlcnto de forzar el libro a los antl!ce~ po, que su acto no se inscribe en ningún molde
denles de la novela (Escritores represen/a/iros de América, institucional, sino que es producto de las cir-
a pensar que Pineda intenta escri bir una obra Madrid, Oredos. págs. 77-84). Para el «estado actual>,, de la no\'Cla picaresca véase
historiográfica. Más bien. de lo que se trata 139 El carnero, con notas de ~ligue! Aguilcra. Bogotá,
cunstancias (cfr. Ruy Diaz de Guzmán). En 144
la edición de la <ida de la:ari/1.J de formes, por y coo intro-
es de una crítica a cierto tipo de historiografia. lmprenui Nacional, 1963. el siglo xv11, ya no hay soldados de la conquista, ducción de Alberto Blccua. :Vludrid. C"Jstalia: el im¡,,mante
140 «Infortunios de Alonso RJmirez», Colección de libros sino que hay «vecinos». como en el caso de estudio Lu nor:ela picaresca y el poeta de rista. de Fr3ncisco
que tratan de América. Madrid, t'l02. Freile que. por un lado sienten la misma nece- Rico. Barcelona, Seix Barral: Fana.ndo Lázaro (3rrc:ter.
117 Cautireriu Ftli: de las guerras clilatada.t de C/rile. 1"1 El lazarillo de ciegos camu1antes, edición de E. Ca- La:arillo d, Tormes ,11 la picaresca. Barcclooa. Ariel. 1971.
Colección de Historiadores de Chile y documentos relativos rilla. Barcelona. Labor, 1973. Debe mencionarse para el caso de S. Y. G. el articulo de
a la historia nacional, vol. 111, Santiago. Imprenta del Ferro- 142 la nol'cla picaresrn latin,, .~mericana. Madrid, Pla- t 4J S. Denso. (<la 1ecnica narrativa de J. R. F.)), Tiu1au• R. H. Castagnino, «C. de S. y G. o la pii:aresca a la ln\~rsan.
carril. 1863. con introducción de Diego Barros Arana. neta-Universidad. 1977. rus. t XXXII. núm. l. 1977. págs. 95-165. en Ra:ún v Fáhula. ¡gn. p:igs. c7-:U.

100 101
rración se realice en primera persona. Pero, viaje, populares en los siglos xvu y xv111; y PLRIODIZACIÓ:-1 DE BENITO SÁ~CHEZ Aw:-so
en este caso, no se trata de una autobiografia es así que lo recoge Torre Revello 146. Ello nos
ficticia, como en el del Lazarillo de Tormes, llevaría al análisis de este tipo discursivo, que
sino de una autobiografia narrada por el auto- no hemos considerado en este capitulo: b)
biografiado y escri1a por Sigüenza. Tal ambi- Periodo de N80 a 1543
pero, además de ser libro de viajes, el detalle
güedad queda pendiente al final del libro, en la de la descripción, las estadísticas, etc., lo en-
medida en que se sugiere que el relato que aca- troncan también con las primitivas relaciones . Ca~acteristicas: 1) Exp_ansión territ~rial de España: 2) Impulso numamsuco en la hi>ll'-
bamos de leer, narrado por Alonso Ramírez, de Indias; c) en tercer lugar, el «libro» que nograha: el lierundense VJsl_umbra la srtuación y propone el origen de un pueblo que ocupJ
ha sido escrito por Sigüenza: «Mandómc (...) leemos es el resultado de la confrontación de un lugar panrcular rn el perrodo. En este sentido. una <le «las influencias» del humanismo ,e
fuese a visitar a don Carlos Sigü.enza y Góngora dos textos que se mencionan como dos tipos dc,ta,a en la exaltación de lo nacional: 3) Abandono del tipo de crónica medieval: 41 Lis form.),
(... ). Compadecido de mis trabajos, no sólo discursivos distintos: el diario de Concolor- <le expresión se enrrque,en: el diálogo y la carta ganan para la expresrón historio2ráfica. 51
formó esta relación en que se contienen, sino corvo y las memorias del visitador: .\ uge J~ las historias nacionaks: 6) l.in nuevo capítulo en la historiografia castella~a: la h1s-
que me consiguió con la intercesión y súplicas wria de India~
que en mi presencia hizo ... etc.» El enunciado Después de hab<:r descansado dos dias
subrayado es el que manifiesta la ambigüedad en Potosi, pidió el visitador este diario, que
de la «autoría» de un relato que, narrado en cotejó con sus memorias y le halló puntual
primera persona, es -sin embargo-compues- en las posta, y leguas (...) (pág. 275). Al/lores y obra:. Fechas de la obra Fechas I itall!s
to por un sujeto que no es precisamente el
<<autobiografiado». Oc este aspecto nos inte- Hasta aquí podemos resumir diciendo que se
resa señalar que, por un lado, nos encontramos trata de un lihro de viajes, que integra, en su
en un caso semejante al que se encontró Gar- forma, dos tipos discursivos (diario y memoria) A. I. Historiogra/ia peninsular
cilaso al escribir Lu F/Qrida en donde se re- y que, además, introduce ciertas estructuras
parten responsabili<ludes el poseedor de «la de la «novela picaresca». Pero esto no es todo, Juan Marganc (El Gerundense): Escrita probablemente después 1421-8-1
relación» y el po,ecdor «del discurso»: por puesto que hay claras referencias a la hiscorio- Pi.1ralipo111enon llíspanial! de 1-H2 : publicada en 15-15.
otra parte, la di fer encía reside en la manera grafia que se mencionan desde el principio y
en que se resuelve lu nurr,1dón : apegada a las donde se opta por la fdbula como alternativa
normas historiográflcn, en el caso de Garci- de la hisloria : «Si fuera cierta la opinión común. A.2. Preceptistas
laso, se inclinan, en d Cil\O <le Sigüenza, hacia o llámase vulgar, que viajero y embustero son
un relato cuyo mo<lclo no lo ~uministra la his- sinónimos, se debía preferir la lectura de la Luis Vi1es
toriografia sino lu trn<l1crón de ida novela pi- fábula a la de la historia» (pág. 123) observa- De disciplinis 1m
caresca». No nos c.¡uc<l,1, por tunto, má, que ción que se corona con el epígrafe que inau- DI! ra1ione dicendi 1532
aceptar el libro en la nmb1pOednd de una ins- gura la primera parte (canendo et ludendo De conscnbendis epmohs 1536
cripción referencial y de 111111 correfcrencia- re.fero rera) y que se transforma en el cierre
lidad entre el sujeto tcx1u11l y el sujeto social del libro (ca11e11do et ludendo re111li rera ).
(por ejemplo Alonso ll.unhc1); al mismo Emilio Carilla no ha observado las conexiones .\..3. Hiswrio.~ra1ia Indiana
tiempo, verlo estructur,1Ju ~obre un modelo entre el encuadre epigráfico y las posiciones
que no tiene tradición en l<lo, li bro, de verdad» declaradas con respecto a la fábula y a la his- ln,t0bal Colon
sino en «los libros dt· licc1011» /.rs casual toria, y sólo dice que «Carrió había comenzado Diario de a bordo Escrito en 1-192-93.
que estos tres libros St' es~, 1bur1 en el si- su obra (después de su detallado prólogo) con Cuca <ld primer 1iaje F. are. 33-12; 3366: 336i.
glo xv1y que a la vez que po,tulun unu rcfcrcn- el epígrafe de una frase latina (... ). Quizás Publicado por Navarrete en 1826.
cialidad explícita. escupen ,1Ju rrm•món <lrrec1n remede algún comienzo de poema, que no Carta del tercer viaje Escritas entre 1500 v 1505.
en un tipo discursivo, y 11dc11111 , que lo hagan puedo precisar(...). De todos modos aceptamos Carta del cuarto viaje Fuentes, art.. 3373."75_
a partir del título mi,mu'1 que el viaje de Carrió fue, para el lector, ilus- Publicado por Nal"arrece en 1826.
Finalmente, el La:ur 11/11 ti~ Ci1•¡¡11.1 Cami• trativo y entretenido» (pág. 473). Digamos fi-
11an1es ofrece un cuso M'lllCJ.irllc, por su am- nalmente que, a lo enumerado, hay todavía Pedro ~lárcir de Amúria
bigüedad, al de Sigílrn1,1 y <ii'in¡rnm. ¿Qué que agregar el diálogo, como estructura dis- D¿cadas de Orbe No:-,, Escritas entre 1-19-1 y 1526. 1-155 59-1526
duda cabe, desde el titulo 1111rn1u, que lwy una cursiva, que se inserta en la segunda parte y Publicadas en 15 30.
referencia al libro que fundu el llpu dl\cursrvo donde se contraponen los puntos de vista de
denominado «novel u pr,,11 ,~i:il»'/1 1' Pero ~qué Concolorcorvo y del visitador. introduciendo Hernán Cortés
duda cabe. tambi~n. que ,1unqut' ,e inlroduLca una estructura discursiva que habia tenido gran C1rras J¿ relación Escrit.is entre 15 19-26.
un narrador ficticio («Concolorco1v¡rn ), el libro relevancia en la «Literatura» de los siglos
tiene muchos elementos que no porwncccn u lo xv1 y xvr1. Tal es la complejidad silenci;da José Fernández de Ül"iedo 1478- 155'.'
«picaresca»? La complcjidud de este li bro nos de este lazarillo, al que sólo se ha acertado a S11111ariv de la Natural Histvria Publicado en 1526.
remite hacia varia<las direcciones: a) por un trazarle conexiones con la picaresca y clasi- Historia General r .\'atura/ de Primera parte publicada en 1535.
lado corresponde al tra1ado de los libros de ficarlo en los libros de viajes. las Indias. • Primera edición completa,
1851-55.
l'6 Torre Rcvcllo, «Viajeros, relaciones. cartas y me-
" ' Véase, sin embargo. la discusión y puesiu al dia del mori:n. !iglos xv11 . xv111 y primer decenio del XIX)>. en His- Fray Toribio de Motolinia
problema en la introducción de E. CJrilla a la cd1c1ón ct1ada l 495(?)-1569
1or/Q de la 11ació11 argt11ti11a, Buenos Aires, 1940, pági- Historia de los Indios Je la
!cfr not.t IJJ). na< JQ7,407. Escrita hacia 1541.
.\'uera Espwia.
102
m. 1597
Juan Costa
DI! co11scribe11da rernm historia Publicado en 1591.
/ihri duo

A 6. H1storiogra(ia Indiana.

Bartolomé de las Casas 1474-1566


Ap,1/ogética Historia Primera pubhcac1ón comp.. 1909
Brerisima relación de la dt?struc- Publicada en 155:.
/'Í1Ín de /01 Indias
Hmona Geueral ,.ie las Indias. Primera pubhcacion. 1:s: !.

Francisco López de Gómara 15 ll -72?


lfotona Ge,wra! Je las Indias Publicada en 155::!.

Juan Lópcz de Velasco


Geografía y descripción C,nirersal Compuesta entre 1571-7➔:
de las Indias publicada rn 189-1.

José de Acosta -1539-1600


Hisroria Jloral y Satura! de Publicada en 1590.
las Indias.

Berna! Diaz del Castillo


rllllU/'/11111rJ.idt•r.; ,i~ .'u Cm,¡1,.,1<1 Compuesta después de 1568: se
de fa Nuera España publica por primera , ez en d
siglo XVII.

Francisco Cervantes de Sal:!zar


(rrinica de la .\'uera üoaña Escrita después de l 560: publi-
cada en 1~1 -1.
11 wr11111t1111ral úe las Indias, de Fernándet de o, 1edo 1522-160-
Juan de Castellanos
Eler.¡ía de rarones 1/usrres de Primera parte publicada en 1589:
Indias. e,crna hacia 1570. Se1rnnda
Paiodo de 1543 a 1592 pJne, escrita hacia 158~~ Ter-
c~rJ par~~. esc:-ita ~:ic!:1 160!.
Características: 1) Corn1cn1.o~ del Siglo de Oro de las letras; 2) En la historiogralia se nota Segunda y tercera parte se pu-
bl:c:in e:: 1~_¡~
tanto 71_ ngor ~orlos dato~ en ul¡¡unos, como el primor lnerario en otros; se nota tamb1en una
profus1on de _gener?s; lo~ tr,1tud1sla~. obscrv~ S. A., se ocupan de la manera de exponer y olvidan
lo que e?tra?~ la 10vest!gac1on y dcpurac1on de los hechos; 4) Auge de los cronistas oficiales Fray Bernardino de Sahagün
Histona General Je las Cosas de la Terminada en 1569; re,isada en
Y c~nsol!d~c1o_n de la h1s1onollrulln ofü:iul; 5) en la historiogralia indiana, preocupación por
la historia 10d1gena. Suero España 1585. La encuentra ~ uñoz en
el siglo xvm.

Pedro Cieza de León 1518-60


A..4. Historiograt7a peni11rnlar
Chromca del Per:1 Primera parte impre;.; e.:i 155:.
Florián de Ocampo Segunda parte. en 1880.
1~90 95-1558
Crónica Gmera/ de Espa,ia. Publicada en 1543.
\ gustin Zárate
HÍs1 t1ria del des,:1brimim 1.; y ,on- Publicada en 1555.
A.5. Preceptistas quisra del Perú.

Sebastián Fox Morcillo 1526,28-60


De Historiae lnstitutioue Dia/ogur Publicado en 1557. Periodo de 159: a 16;3

Pá~z de Castro m. 1570 Curacterísticas: 1¡ Periodo \enturoso par:i d progreso de bs '.~:~1s y de las ciencias: marc_a
De las cosas necesarws para e.1- Publicado en IS92. en España el apogeo de la literatun de ficción : no es propicio para la historiografia; :!) lnter~s
escribir historia en Europa por la historia eclesiámca debido a la Reforma y Contrarreforma: 3) Importancia

104
de la historia del padre Mariana; 4) La historia de Indias tiene como rasgo más saliente el estar Garcilaso de la Vega. Inca
a cargo .de religioso~; la predicadón del cristianismo se aneja a la historia eclesiástica; 4( Evan- La Florida del Inca Publicada en 1605
gch¿ac1on y aprendizaje de las lenguas indígenas. Come111arios Reales de los Incas Publicada en 1609.
Hisroria del Perú Publicada en lól7.
A.7. Hiswriograf¡a peninsular
Ruy Díaz de Guzmán 1554-1629
Juan de Mariana 1536- 1624 Historia del descubrimien//J, pv- Eserita en 1612.
Nisrvriae de Rebus Hispaniae Edición príncipe, 1592. blaciún y conquista del Rio di:! Publicada en 1836.
Libri XXX Edición castellana, 1601. la Piara

A.S. Pn·n·¡,wras Fernando de Alva I,nlilxochitl 1569-1648


Hl)rrihl.:s crueldades de los cc,n- Puohca<lu en 18'.:'i
Luis Cabrera de Córdoba 1559-1623 quistadores de México y de /,,s (Fuente~, art. 5515 J
De Hisroria, para e111e1u/erla y Publicada en 161 l. Indios que los auxiliaron
e;crih,rla
Fernando Alvarado Tezozomoc
Anto ni o de Herrera 1549-1625 Cránica Mejicana Publicada en 1878.
Discursv sobre los prurechos de Manuscrito. (Fuentes. an . 3028.)
la hisrnria
Discurso y rrarado d<' la hisroria Manuscrito.
e histonadure1 Espa,ioles Periodo de 16:!J a 1684

Rartolomé de Argcnsola 1562-163 1 Características: 1) Apogeo de la historia de sucesos particulares; '.:) Se :iplican al ~éne~o
Discurso acnca di' las cualidades Publicado en 1889. hombres de dotes literarias: 3) Contraste con la prosa retorcida del momento: 4) La h~~tona
,¡110 hu ,h rrncr 1111 pu/ecto general apenas se cultiva; 4) La historiogra_,ia inJiana muestra. en general. la contmuac1on de
cronista la participación de los religiosos en el penodo.

A.9. tlisroriadon·.1 de /,11/111 ¡ A. 10. Hisrorfo~ra/ia peninsular

Antonio de Jlerr~ru Francisco de Moneada 1586-1635


1549'?-1625
Hisroria G1•11aal tlt' los hechos Publicada entre 1601 y 1615. Expedición de los catalanes y ara- Termi;iada en 1620
de los caitt'l/111101 rn lar ,:,/as y goneses coMra turcos y grie!!OS Publicada en 1623.
rierra firmt• ele•/ 1/1</f nr,•11110.
A. 11 . Preceptistas
Antonio de Rcmcsnl
f!isroria di! /11 pro1'111ci11 di• S1111 Vi- Jerónimo de San José 1587-168-l
ce111e de Chw,pa Publicada en 1619. Genio ele la H istnria Publicada en 165 1.

Grab.ido de lu H1sIoria general de Herrera. edición Pedro de Valdma. 11rabado de H1:,1órica relac1ó11 ...
de 1601 de .-\lonso de Ovalle

106 107
A.12. His1oriogra.fia Indiana
Periodo de 1727 a 1781
Bernabé Cobo
His1oria del Nuevo Mundo Terminada hacia 1653. Características: l) Fundación de la Academia de la Historia; 2) Se acentúa la tendencia
1572-1659
Publicada en 1890-93. a depurar la historia eludiendo las fábulas; 3) Crece el interés por la preceptiva orientada hacia
la aplicación práctica; 4) Se acentúa la historia de sucesos particulares; 5) En la historiografia
Juan de Solórzano Pereyra indiana hay poca variedad.
Política Indiana 1575-1655
A. 16. Preceptistas
Alonso de Ovalle
1601-51
Histórica relación del reino de Publicada en 1648. Jacinto Segura
Chile .Vorte Crítico (Vn las reglas más lmpreso en 1733. 1688-d. 1i 48
cienos para la discreción en
Antonio de Solís y Rivadeneyra la hisroria
Historia de la Conqu1S1a de Méjico Publicada en 1684. 1610-16
José Mora (marqués de Llió)
Obsert'aciones sobre los principios Impreso en 17 56.
elementales de la·his1oria
'I
Periodo de 1684 a 1727 Fray Benito Feijoo 1676-1 764
Reflexiones sobre la Historia Impresa en 1773.
~~racterístic_as: 1) Rcacci_ón c_ontra la fábula que desde el siglo xv impregnaba la historio-
grafía, 2)__Se rc,inudan lus h1stonas _generales; 3) Aparece un tono polémico como marca de Fray Miguel de San José 1682-1757
1 hl~ansic1on del pcno?o;_ 4) En la h1stonografía indiana se editan pocos escritos y predomina
.ª Cricis de Critices arte Impreso en 1745.
1a 1stona ctvII y ccles1/ist1ca.
A.1 7. Hisroriova/ia lndianu
A. l 3. Historiogrq/'ía ¡m,/11.wlar
Lorenzo Boturini Benaduci 1702-5 l
Juan de Ferrern~ Idea de una nuet'Q historia general Impresa en 1746.
1652-1735 de la América Septentrional
Sinopsis hisrórico•cro11nlóf(lca de Publicada entre 1700 y J 727.
España
Jorge Juan y l 71 3-i3
Antonio de Ulloa 1716-95
A.14. Preceptistas
Discurso y reflexiones políticas Impreso en 1826.
Francisco Antonio de Fuentes 1643( ?)-90
sobre el estado preseme de los
y Guzmán Reynos del Perú
Precep1os historiales Escritos hacia J685
Publicados en 1957. Dionisia de Alcedo y Herrera 1690-1777
Compendio Hislórico de la Pro- Impreso en 1741 .
A. l 5. Historiovafia Indiana rincia de Guayaquil

Pedro Fernández del Pulgar José Martín Félix de Arrate 1697-l 766
Historia General de las Indias l623-97 Liare del nuero mundo; amemural
No publicado; ref. al manuscrito Escrita en 1761.
Occiden1ales en F. , art. 6208. de las Indias; La Habana des- Impresa en 1827.
crita
Francisco Antonio ele Puente~
y Guzmán l 643( º)-90
Recordación Florida Compuesta después de 1680. Periodo de I ~8 I a 1808
Primera parte publicada en l 924.
Carac1eris1icas: l) A!to nivel de la historiografia en la cual se alcanza el copioso alumbra-
José de Oviedo y Baños miento de fuentes: 2) En;anche del campo histórico a todas las facetas de la vida nacional:
Historia de la población y co11- 1671-1738
Impresa en 1723. 3) La historiografía indiana manifiesta un renacimiento del interés por la empresa descubridora
quis1a de la provi11cia de Vetw- y por la difusión de fuentes.
zuela
A.18. Historiograjia peninsular
Lucas Fernández de Piedrahita
Historia de las conquistas del c. 1600-88
Escrita en 1666. Juan Francisco de .\fasdeau l 744-18l 7
Nuel'O Reino de Granada Impresa en l 688. Historia critica de España y de Publicada en 1781.
la cultura española
108
109
A.19. Preceptistas

Pabl o Forner GUÍ,\ BlB LI OG RÁFICA


Reflexiones sobre el modo de es- Escri to hacia fines del reinado d.:
cribir la historia de España 1754-97
Carlos fII ; publicado en 18 J 6.
y notas de Sa ntiago Montero Díaz. Madrid , Ins-
tituto de Est udios Políticos, l9-IB.
Gaspar Melch or Jovel lanos A. I. Historias de la historiogra))a. de la literarura, F UENTES Y G UZM,ÍN. F. A. DE. Pm:epros H istoriales.
Sobre la necesidad de unir el esiu- 1744-!8!0 lemas generales, reperrnr ios bibliográficos con prólogo de Carlos SarnayC1 Chmchilla. G u,,-
Pro nunciado en 1780
dio de la legislación al de 1/lles- (fngreso en la Real Academia
temala. Instituto de Antropología e Histo ria.
tra historia y sus antigüedades .-\ DERSON [MBf:RT, E., H istoria de la literatura f l'spa- 1957 .
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.-\NTOSiO A.. ,.,El.mi to de la edad de oro en las letras con ensayo bio-bi blíografico ,. notas por Higinio
A.20 His1vria de Indias hispanoa merican as del siglo X\'I>>. T/;e.,·,wms. de San ta Tere,a . Vitoria, El Carmi:n. 1957.
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Primera parte impresa en 1793. ginas 279-330. R. Robondlo. D. . t:i::.!z:. F ?atmi. G. -\c0n-
Segunda parte en ma nuscrilO. ARRO~l. J. J.. Esquema generacionai de las urras cio. G. A. Vipera no. C. Fog.heta. A. Sardi. Spe-
H ispanoamer icanas. Bogotá, Instituto Caro y rone Speroni J.
Anto nio de Al cdo y Herrera Cue rvo, 2.'. ed., 1977. P.\EZ DE CASTRO. De las cosa.< necesarias oara escribir
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Impreso entre 1786 y J789. Gredas, 1964. queda inédito hasta 189::. l.,,¡ .Ciudad "" D i,•Y,
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octubre. noviembre. págs. 85-108. Quesada y las co11cepc1ones ae r~aiiáad y rerdad en
NORRIS. Y. E.. «Estudios critico, ,obre la h1>:,mo- la época de la co111rar~(orrr..: _¡- el manierismo.
grafi a latinoamerica na». Rerisw de H is:oria. Madrid, Cul tura Hispánica. 196,.
,i96ó), núm, ~l-li2. pags. 2➔ 5 - :l c . \ IAF FEI. E.. / tra11mi del/" arre s1nrica da/ Rinasci-
O· GORMAN. E.. La idea del descubr imien:,., de men10 al seco/a XVII. :'iapvles. !897 (claro e
.~máica: Historia de esa i111erpre1ació11 r .•itica importante resumen de la precepti\'a his torio-
de sus Jimdamemos, México. Centro de Estudi os 1!.fáfica).
Filosóficos. 1951. \1E; ÉNDEZ Y PEL.->. YO . .\l arce!ino. Hisroria de las
SÁ:-:CHEZ A1..o:sso. B.. Hisrnr ia de la H istnrin~•a /ia Ideas Es1éticas. Consejo Superior. 1974. \'ol. 1,
Española. Madrid. C. S. l. C.. 1947. 3 vols. cap. IX (Vienes. Fox \l ordlo. Juan Costa. Ca-
- Fuentes de la His1oria Españula e Hispanoame- brera de Córdo ba v k:0 ni:::o de San Joséi.
ricana. Madrid, C. S. [. C.. 1952. 3 vo l.. MONTERO DiA:z;, 5.. (( La doctrir.;1 de la Historia en
Mignolo, W. (1982). Cartas, crónicas y relaciones del C1\0. STE r 10 . «Cen·antes. el ·Persrles v la hi;;,,riD - lo, trat Jdi sta; es pa ri ,, b -=~ ' Sigk, de Oro».
qra fia [ndiana». A11ales de Literan;ra /-fi;.-,111oa- Hispa,1111 (194!1. IV . ¡:,.1gs. _;_:<> 1r~impreso en la
descubrimiento y la conquista. En L. Iñigo Madrigal (Ed.), ;11ericana. num. 4 ( 1975). págs. 5-25. edición mode rn a de L. CJn rera de C<!nioba,
Historia de la Literatura Hispanoamericana (Tomo I – Época W! LGI s. A . C.. Histor ies and 1-fis 1orians o/ H:,oanic De l, is1vria para e111e11cierla y ,:s,ribirla. \l a<l r¡d_
.-l merica. ;\/ueva York. Coo per Square Pubi: ;hers. 1948).
Colonial). Madrid, España: Cátedra. 1965. T.->.TE. R. B.. Ensaros .,orr~ la h':s1 ,,ritl <!r<1/1a Pen in-
sular del siglo ·xv. Madrid. Gredos. 1970.
STRLEVER. , .. Ti1e Lan'(llD <!e ,.- Hí,;orr in :he Re-
REPRODUCCIÓN EXCLUSIVA PARA FINES A.2. Preceptira his1oriográfica 11aissance (Rhet oric •Jnd His toncat' Con,cious-
ness in Florentine Huma=:sm,. Pri nceton. P.
EDUCACIONALES. A.~. l. Tratados U. P.. 1970.
W1LCOX. D. J.. The Derelúpmeu ••t Florem in, H11-
CA RRERA OE C ÓRDOBA, De lustor ia para ,•,11 en.:<'rla _,. m,mi.H Hist oriog raphy. Har·. .1 rJ Histori~~t Stu-
escr ihirla . (16 11). Edición, estud io pre!imin ar dies. 82.1969.
110
111
A.J. Sobre la preceptiva epistolar (Reproducción del texto original español. impreso 1968 (tanto en esta obra como en la de Levilher, Pedro Mártir», en Documentos inéditos paru la
en Barcelona [Pedro Po~a, 1493]). Transcrip- el lector encontrará buenos resúmene~ de la~ Hmurw de Es¡Jaiía. Madrid, 1953-1957. ,oh
La preceptiva epistolar es una «invención» medie- ción y reconstitución del mismo, con not.is cn- pos11;1un~ ant.igórncas <iesarrollada5 en el campo l'<-XII
val; los principales estudios versan sobre este 1icas. Historia del impreso y de su influencia en la de lo, e;tudio5 vespuc1anos: las dos obras de MF.NF:,iDE.l y i'EtAYO. Marcclino. «Los hmonador,·,
momento, que es en el que se encuentran la historia universal preparada por Carlos Sanz, Levilhcr contienen detallados análisis de las de Colón>,, en Estudios de critica histórica .1
mayor cantidad de tratados. Sin embargo, afirma Madrid, Instituto de Cull ura Hispánica, 1956. carta,). literaria. Madrid, 1895. vols. 2, pág$, 201-,04.
R. Murphy (cfr. 6, pág. 267) que, en realidad, los Diario de Colón, Edición facsimilar publicada por O GORMAN. E., Cua1ro Historiadores de Indias.
tratados epistolares continuaron produc1i:ndose, Carlos Sanz, Bibliorlteca Americana Vetusti- B.3 1/cmán Cor/is (1485-J,J7) México. Scptsc1er.ta,. I972.
al menos, hasta el siglo xv1. Anotamos sólo tres ssima, Madrid, 1962, (2 vols.). TORRE REVELLO, Jo,é. «Pedro Mártir de Anglen,l y
de los varios. Hacia los siglos xv11 y xvm, se FERNÁNDEZ DE NAV/\RRETE, Coleccion de los ~iages 83.1 failc1ones I F. 5099 J su obra 'De orlx no\'o·». en Thesaurus, Bogorn.
siguen escribiendo «tratados» que ya se alejan y descubrimientos que hiciero11 por mar los espa- 1957, pags. 1.1_;_¡5,,
de las exigencias de la retórica y se inclinan más ñoles desde.fines del siglo XV, vol. 1, 1826 (edición Carlas y relacwnes de H. Curres al Emperador SALAS, A. Mano. Tres crums/Ui de lndws ; P~Jro
hacia exigencias prácticas: Cfr. Giovani Gua- moderna, Buenos Aires, Guarania, I945). Carl11t 1·, corregida e ilumad,1 r"' don PascuJI .l fárlir de Anglcría. G"n:aln Ferntindc:de Onedo.
ri ni, // Sel[retarin (1600), Pánfilo Pérsico. Del - los cuatro viajes de C. Colón. ed. y prólogo de de Gavan2os. París. 1866. Bartulc1111¡; de L.i., Curns. :Vlc,ico, F. C. E. 19~9.
Scgretario (1643) y, menos interesante, ,\ uero l. B. Anzoátegui, Buenos Aires. Espasa Calpe, Cartas cN ~.:la;·wn de la .,mqui:;ra J,, ¡.., .\'u, ú fap"1ill pags. 15-o().
estilo y formulario de escrib,r (1757) en el que se 1958. escrita., al t'mperador Carlos ¡·.'otros document•if SÁ1'CHEZ MART1:-.1 z. t<Pedro M:inir de Anglena.
hace, referencia a los «caminantes» y se dan ejem- relatil m, a la conquista. atio~ de i~/9~! ;. Cudcx crontsla de India,,., en Cuadernos amcm·,1110.1.
plo; de can¡1~. 8.1.2 Estudios Vindc>bonen,is, S"' 1600. Introducción;' h,~•:o- 119~0 , . .¡,_,. ra~- •%-~19
grafía de Charles G1bson, Verlagsan,tall. 1960.
A.3. l. Tratados BALLESTEROS Y BERETT/\, A., Cristóbal Colón y el Carras de relación de Femando Coriéi sobl'e ,,¡ de.1-
descubrimiemo de América, Barcdona, Salvat. cubrimie11I0 v conquista de la .\'utra España. C. REL/\CIO!'ES
EsPINOS/\ DE S/\NT/\VAN/\, Rodrigo, Arte de rheto- I945, 2 vols, Madrid. B. A. E., t. XXII. 1940.
rica, en el qua/ 1·1• cm11w111•11 rre.i libros: El primero FERNANDEZ-ARMESTÓ, F., Columbus a11d tl,e Con- C. l. Relacwnes geoirúricos de Indias
ense,1a el anc ,:1•111•r1d11w11tr; el segundo particu- ques/ of the lmpossible, Londres, 197~. 8 3.~ Estudios
larmente el arrt d,• l111/v1 iaúur; el tercero escrfrir IGLESIA, R., El hombre Colón y otros,ensayos, México. C.1.1. Ediciones
eplstolas y tl11ílo11111, M,1drid, Guillermo Drouy, El Colegio de México, 1944. CAILLH-Bo1s, Julio, <1La pnmera cana de rela,1on
1578. Lou1s, Cesare de, Cristo/oro Colomb11 ne/la leggenda JI\IÍ!>IU DE LA EsP .o\. \!arcos. Re!ac111nes ie11fru-
de Hernán Cortes•>. Re1is:a de fi/olr>gia H"nÓ·
ToscA:-.lLLA, Or~11ó, lf'l1/1,,1mr1110 de I preceui e ne/la storia, Lanciano, I93 l. nica (fil). 1941. págs. 50-54. /i<'a., de illdws. Perú. :V1adnd. 1~81 -1 89". 4 \'OIS
della inrentiu11,•, ,J;,pou11,mt' et elocutione, che MENl:'>óDEZ PIDAL. R.. ÍA lengua de Crrs1ooal Colón. t LA.>LHt. Han,, <1Svnta1'lls,ne Suu1< turproo,eme 1Rc1mpreso en ti.A.E .. 1965. ,01>. lh:-,6b.
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