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GERARD GENETTE

PALIMPSESTOS
La literatura en segundo grado

Traducción
de
CELIA FERNÁNDEZ PRIETO

taurus

T
]

El objeto de este trabajo es io que yo denominaba en otro


luéar: 1, a falta de mejor término, la paratutUIIÜdlld. Después. he
encontrado un término mejor ..:..o peor:·-·y•· Ió vi~. y
«paratextualidad» pasó a designar alJO ·muy distinto a lo que
designaba entonces. Así pues, es preciso revisar la totalidad
de aquel imprudente programa. '· . · _
EmpecelDOS. El objeto de la 'poética -(decla yo poco más .o
menos) no es el texto considerado en su singularidad (esto es
más bien asunto de la criticá), sino el architexto o; si se pre-
fiere, la architextualidad del texto les casi lo mismo que suele
llamarse «la literarieciad •de la literatura»), es decir, el conjunt::,
de categorías generales. o transcendentes -tipos de discurso,
modos de enunciación, géneros literarios,_ etc.- del que depende
cada texto singular 2 • Hoy yo· diría, en un sentido más amplio,
que este objeto es la transtextualidad o transcendencia textual del
texto, que entonces definía, burdamente, como «todo Jo que pone
---··
• Introduction a rarchitme, Seuil. 1979, p. 87. . .
2 Al,o tarde he sabido que el término de orchitato babfa __, Jnt,-
poesto por Louis MAJUN (cPour une th6orie du texte parabolique», Q1
Le Rkit hanplique, Bibliotheque des scienc:es religieuses. 1974•.• ) para
daipar ce1 ato original e1e toc1o discurso posible. 111 ·onaen- 1 su
medio de imtamci6n•. Muy próxñno, en 111111&, a b qr denamiaeé
l,ipotato. Va siendo bon ele que an Comisario de la Repúbljca ele Ju
Letras IIIOI mpoap 11118 tetmiaulop¡ cabacale.

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al texto en relación, manifiesta o secreta, con otros textos». La estas rocas móviles y atentas parecerán absurdas a quien ignore
t:-anstextualidad sobrepasa ahora e incluye la architextualidad y las leyendas de OrfC('I y de Anfión. Este estado implícito (y a
algunos tipos más de relaciones transtextuales, de entre las que veces completamente hiP.Otético) de] intertexto es, desde hace
sólo una nos ocupará directamente aquí, pero antes es necesario, algunos años, el campo de estudio privilegiado de Michael Riffa-
aunque np sea más que para delimitar y segmentar el campo, terre. que define en principio la intertextualidad de una manera
establecer una (nueva) lista de relaciones que corre el riesgo, mucho más amplia que yo, y, a lo que parece, extensiva a todo
a su vez. de no ser ni exhaustiva ni definitiva. El inconveniente lo que Jlamo transtextualidad. Así, por ejemplo, escribe: «El
de la «búsqueda» es que a fuerza de buscar acaba uno encon- intertexto es la percepción. por el lector, de relaciones entre una
trando ... aquello que no buscaba. obra y otras ~ue la han precedido o seguido», llegando a identi-
Hoy {13 de octubre de 1981) me parece percibir cinco tipos ficar la intertextualidad (como yo la transtextualidad) con la litera-
de relaciones transtextuales que voy a enumerar en un· orden riedad: «La intertextualidad es [ ... J eJ mecanismo propio de la
apra.,imadamente creciente de abstracción. de implicitación y lectura literaria. En efecto, sólo ella produce la significancia,
de globalidad El primero ha sido explorado desde hace algunos mientras que la lectura lineal, común a los textos literarios y no
años por Julia Kristeva 3 con el nombre de intertextualiáad.. y esta literarios, no produce más que el sentido»•. Pero esta extensión
denominación nos sirvió de base para nuestro paradigma termi- de principio se acompañ,t de una 111t1iccidn de hecho, pues las
nológico. Por mi parte, defino la intertext:1alidad, de manera relaciones estudiadas por Riffaterre penenecen siempre al orden
restrictiva, como una relación de copresencia entre dos o más de las microestructuras semántico-estilísticas, al nivel de la frase,
textc!., es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presen- del fragmento o del texto breve, generalmente ~tico. La «huella»
cia efectiva de un texto en otro. Su forma más explícita y literal intertextual, según Riffaterre, es má bien (como la alusión) del
es la: práctica tradicional de la cita• (con comillas, con o sin refe- orden de la figura puntual (del detalle) que de la 'lbra considerada
rencia precisa); en una forma menos explícita y menos canóni- en su estructura de conjúnto, campo de pertinencia de las relacio-
ca, d plagio (en Lautréaumont. por ejemplo), que es una copia nes que estudiaré aquí. Las investipciones de H. Bloom sobre
ne declarada pero literal; en forma todavía menos explícita y los mecanismos de la influencia '• aunque desde una perspectiva
menm literal, la alusión, es decir, un enunciado cuya plena com- muy diferente, se centran sobre el mismo tipo de interferencias,
prensón supone la percepción de su relación con otro enunciado más intertextuales que hipertextuala.
al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no El segundo tipo está constituido por la relación, generalmente
perceptible de otro modo: así, cuando Mme. des Loges, jugando menos explícita y más distante, que, en el todo formado por una
a los proverbios con Voiture, le dice: «Este no vale nada, ábranos obra literaria, el texto propiamente dicho mantiene con io qLe
otro». el verbo abrir (en lugar de «proponer») sólo se justifica sólo podemos nombrar como su ptmllRUA 1: título, subtítulo, in-
y se c:omprende si sabemos que Voiture era hijo de un comerciante tertítulos, prefacios, epílop, ........_, pn,logos, etc.; nota;,
de ,-mos. En un registro más académico, cuando Boileau escribe
al margen, a pie de pqma•...._ - • : iJIIIINCioaes; fajas,
aLmXIV:
sobrecubierta, y muchos ótnll ...,. • _... accaorias, autó-
Au ricit que pour toi je suis prit d'entrependre, grafas o alógrafas, 'l1IC ptoanta • - - • (WlriabJe) al texto
Je crois voir la rochers attcourir pour m'entendre 5•, y a veces un comentario oficial I' alillila 411 . - el lector más
l Snrta6filci, Seuil. l!M,
' Sobre la historia de esta prictica, ver el estudio inausural de A. COM- 6
el.a tncc de J'intertall»~ 1,.- ~ __... • 1.►. •La sylepsc
•fl••• • •
=~ •. . .
PAGNON, La S«ondc Maín, Scuil,. 1979.
5 El primer eiMaplo ~tt tomado del artículo afüaion dei T,mté dn
intertextue)Je-, Poltíqw 40, a. 1.11 Productíon du
texte, Seuil, 1979, y Shniotiqw .,., ,.....,. ..... 1112.
Tropes de Dum-.is; el segundo, de Fi,uns du D,scours de Fontanier. 1 TM Anxiety o/ l,.,,,,.,,_ Oafiiliil,V.,;. 11'11 J II coadnuación.
• A! relato que para ti estoy e punto de empezar, / ::::reo ver a las
' Hay que entenderlo • el ..ilili. hip6crita, que
rocas acudir pan escucharme funciona en adjetivos COIJIG. ;mafflailll -~ Ji¡ C

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purista y menos tendente a la erudición externa no puede siempre El tercer tipo de transcendencia textual ID, que llamo metatex-
disponer tan fácilmente como lo desearía y lo pretende. No es mi tualidad, es la relación -generalmente denomirtada «comenta-
intención iniciar o desflorar aquí el estudio, quizá futuro, de este rio,.__ que une un texto a otro texto que habla de él sin citarlo
campo de relaciones al que nos referircmos con frecuencia en este (convocarlo), e incluso, en el límite, sin nombrarlo. Así es como
libro, y que es uno de los lugares privilegiados de la dimensión Hegel en La Fenomenología del espíritu evoca, alusivamentc y casi
pragmática de la obra, es decir, de su acción sobre el lector en silencio, Le Neveu du Rameau. La metatextualidad es por
-lugar en particular de lo que se llama, desde los estudios de excelencia la relación crítica. Naturalmente, se han estudiado mu-
Pbilippe Lejeune sobre la autobiografía, el contrato (o pacto) ge- cho (metametatexto) ciertos metatextos críticos, y la historia de
nérico'-. Me limitaré a recordar, a título de ejemplo (y como an- la crítica como género, pero no estoy seguro de que se haya consi-
ticipo de uno de los capítulos siguientes), el caso de Ulysse, de derado con toda la atención que merece el hecho mismo y el esta-
Joyce. Se sabe que esta novela, en el momento de su prepubli- tuto de la relación metacextual. Esta tarea debería desarrotarse en
cación por entregas, tenía títulos en los capítulos que evocaban el futuro 11 •
la relación de cada un.o de ellos con un episodio de la Odisea: El quinto tipo, el más abstracto y el más implícito, es la archi-
«Sirenas», cNausícaa», «Penélope», etc. Cuando aparece en libro, rextualidad, ya definida en páginas anteriores. Se trata de una
Joyce elimina esos intertítulos que poseen, sin embargo, una sig- relación completamente muda que, como máximo, articula una
nificación «capitalísima». Est06 subtítulos suprimidos, pero no mención paratextual (títulos, como en Poesías, Ensayos, Le Romo.n
olvidados por los críticos, ¿forman o no parte del texto de Ulysse? de la Rose, etc., o, más generalmente, subtítulos: la indicación
Esta pregunta embarazosa, que dedico a los defensores del cierre Novela, Relato, Poemas, etc., que acompaña al titulo en la cubier-
del texto, es típicamente de orden paratextual. En este sentido, el ta del libro), de pura pertenencia taxonómica. Cuando no hay
«avant-texte» de los borradores, esquemas y proyectos previos de ninguna mención, puede deberse al rechazo de subrayar una evi-
la obra pueden también funcionar como un paratexto: e1 reencuen- dencia o, al contrario, para recusar o eludir cualquier clasifi-
tro final de Lucien y de Mme. de Cbasteller, hablando propiamen- cación. En todos los casos, el texto en sí mismo no está obligado
te, no está en el texto de Leuwen; el único testimonio de él se halla a conocer, y mucho menos a declarar, su cualidad genérica. La
en un proyecto de final abandonado por Stendhal: ¿debemos te- novela no se designa explícitamente como novela, ni el poema
nerlo en cuenta en nuestra apreciación de ]a historia y del carácter como poema. Todavía menos quizá {pues el género es sólo un
de los personajes? (Más radicalmente: ¿es lícito leer un texto aspecto del architexto), el verso como verso, la prosa c-.omo prosa,
póstumo en el que nada nos dice si y cómo el autor lo.habría pu- la narración como narración, etc. En último término, la deter-
blicado en caso de estar vivo?). Puede ocurrir también que una minación del estatuto genérico de un texto no es asunto suyo,
obra funcione como paratexto de otra: el lector de Bonheur /ou sino_del lector, del crítico, del público, que están en su derecho
(1957), al ver en la última página que el retorno de Angelo a Pau-
de rechazar el estatuto reivindicado por vía paratextual. Así, se
lina es muy difícil, ¿debe o no acordarse de Mort d'un personnage dice corrientemente que tal «tragedia» de Comeille no es una
verdadera tragedia, o que Le Roman de la Rose no es una novela.
( 1949) donde encuentra a sus hijos y nietos, lo que anula por
anticipado esta sabia incertidumbre? Como vemos, la paratextua- JO Tal vez habría debido precisar que la transtextualidad no es más
lidad es, sobre todo, una mina de cuestiones sin respuesta. que una transcendencia entre otras; al menos se diatin¡ue de esa otra
transcendencia que une el texto a la realidad extratntual, y que por el
momento no me interesa (directamente) -eunque " que existe: me la
' El tfrmino es, desde luego, muy optimista en cuanto al papel del encuentro cada vez que sal¡o de mi biblioteca (no tengo bíblioleca)-. En
lector, que no ha firmado nada y pan quien la obra es asunto de tomar cuanto a la palabra transe~. que me ha sido atnDUida a CGDversÍÓn
o dejar. Pero ocurre que los indicios genéricos o de otro tipo compro- miltic:a, su RDtido es aquí puramente tknico: seg6n creo, Jo cootrario
rMten al autor, quien -so pena de una mala recepción- los rapeta con de Ja inmanencia. .. .
mucha ~ fm:uencia de lo que espcruíamos. Encoatraremos varias "' ll.Enc:uentro un primer anUJIClo en M. CR.w.ls, «La lec:turc critiqub,
pruetias ele ello. . . .. . . . p ~ 34. abril de 1971.

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Pero el hecho de que esta relación sea implícit11 y sujeta a discu-
sión (por ejemplo: ¿a qué género penenece La Divine Come- de un mismo hipotexto: La Odisea. Como puede comprobarse
dia? J o a fluctuaciones históricas (ios largos poemti narrativ~ a través de estos ejemplos, el hipertexto es considerado, más
como la epopeya no se perciben h::>y como pertenecientes a Ja generalmente que el metatexto, como cna obra «propiamente lite-
«poesía», cuyo concepto se ha ido restringiendo poco a poco basta raria» -por esta razón simple, entre otras, de que, al deriva~se
identificarse con el de poesía líricé) no disminuye en nada su por Jo general de una obra de ficción (narrativa o dramática),
importancia: La percepción genéri.:a, como se sabe, orienta y queda como obra de ficción, y con este titulo cae, por así decir.
determina en gran medida el «horiz::mte de expectativa!>,, del lec- automáticamente. a ojos del público, dentro del campo ae la
tor, y por tanto la recepción de la obra. literatura-; perc esta determinación no Je es esencial y encontra-
He retrasado deliberadamente la mención del cuarto tipo remos algunas excepciones.
de transtextualidad, porque es de ella y sólo de ella de la que Otra razón más decisiva ~ ha llevado a elegir estos dos ejem-
\·amo~ a ocupamos directamente er. este trabajo. Se trata de lo plos: si . Lll Eneida y Ulysse tienen en común no derivar de
que yo rebautizo de ahora en adelante hipertexzualídad. Entiendo La Odis«z como tal J)Ílina de la Poltico deriva de Edipo Rey,
por ello toda relación que une ur. texto B (que llamaré hiper- es decir, c.omentándola, sino por una operación transformadora.
zexto) a un texw anterior A (a] que llamaré hipotexto ::, en el que estaS dos obras se distinguen enue lf por el hecho de que no se
se injerta de una manera que no es la del comentario. Como se ve trata en los dos casos de) mismo tipo •·transformación. La trans-
en la metáfora se injerta y en la determinación negativa, esta formación que conduce de La Odl,,- • :y,,,_ puede ser descrita
definición es totalmente provisional. Para decirlo de otro modo, (muy groseramente) como una rnmfórmac:ión ,imple o directa,
tomemos una noción generai de texto en segundo grado (renuncio que consiste en transponer la ICCi4ft dé· Lo Otli#a al Dublín del
a buscar, para un uso tan transitorio, un prefijo que subsuma siglo xx. La transfonnacidn. qta COllftCe de la misma Odisea
a la vez el hiper -y el meta-} e texto derivado de otro texto
a La Enrida es nm cómpa.ja'•Y . . ~ . ,elle I las aparien-
preexistente. Esta derivación puede ser del orden, descriptivo o cias (y a la mayor proximidact 1hil&driCa),;"pues Vir,ilio no tras-
intelectual, en el que un metatexto (digamos tal página de la
lada la acción de La OdiM, dé'·Otilit' • Ctrtaao y de 1taca al
Poética de Aristóteles) «habla» de un texto (Edipo Rey). Puede
Lacio; Virgilio cuenta una .~,CIOIIIJiJUamente ·distinta 0.1!
ser de orden distinto, tal que B no hable en absoluto de A. pero aventuras de Eneas, y no de t.m..); ,....., inspirándose pal'l!
que no podría existir sin A, del cual resulta al término de una
hacerlo en el tipo (genérica. es decir, a la ve formal y temático)
operación que calificaré, también provisionalmente, como trans-
establecido por Homero II ea·La OtliMr•ffi,l• hecho, igualmente
formación, y al que, en consecuencia, evoca más o menos explí-
citamente, sin necesariamente hablar de él y citarlo. La Eneida en La /liada), o, como ,t'ha ••H•■a4ift durante siglo~,
y el U/ysse son, en grados distintos. dos (entre otros) hipertextos
imitando a Homero. La imi&lei6a • 1tlW1rWJa tnnaíormación,
pero mediante un procedimiento Dlá CC16l l ',jo.
pues -para de-
cirlo de una manera muy b_,_,eáp,.jac:alárución previa de
12 Este ténnino es empleado por Mickc BAL, «Notes or. narrative em-
bedding,,. Poetics Tod.ay, invierno de 1981. en un sentido con:pletamente un modelo de compctencia . . . . . . (JJ•IIICllil qica) extraído
c:iistinto: más o menos equiva~ente a mi definición de «récit métadiégéti- de esa perfonnance siDrul,ar . - ~ u 10.-Jy t:Yentualmente
que». Decididamente, no hay manera de arreglar elle asunte> de la termi- de alguna$ otras) y c:ap1% dl,._uclr'1",IIIUIIÍIIIIIO indefinido de
nología. Algunos dinn: «La solución está en hablar como iodo el mun- performanc:es mi~ticas. Así• . - . •••..».imitado y el
do.• Desafortunado 1;onsejo. Sería aún peor. pues el uso está empedrado
de palabras tan familiares, tan falsamente transparmtes que se las emplea
·texto imitador, este modelo.~ •"911..,.
Y una mediación
e menudo para teorizar a lo Jarso de volúmenes o coloquios sin ni siquie- indispensable, que no ~.~.,-a .la,. trmlfarmación simple
ra preguntarse de qué se habla. fncontraremos muy pronto un ejemp_lo o directa. Para transformar UÍl texto, puede bastar con un gesto
típico de este psitacismo en la noción, si se puede decir asl. de parod,a.
La «jerga» técruca tiene al menos la ventaja de que. en general. cada_ uno D ~~- • modo al~no
Por supuesto, Ulym y 1,11
de sus usuarios sabe e indica qué sentido da a cada uno de sus ténmD05. (tendn! ocasic5n má adclant~ ~. ...... . . . .· . •) ••-- ~fonnac1ón
directa o indirecta de La O,U,., ~ . • . . "• ti f:ruco ~ue aquí
DOS iDlaaa. . • . ..
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supone que yo expreso de esta manera (en este estilo) otra opi-
simple y mecánico (en el límite, arrancando algunas páginas: es nión, corriente o no: por ejemplo, que cada cosa lleva su tiem-
una transformación reductora); para imitarlo, en cambio, es pre- po, de ahí este nuevo proverbio 15 : Paris n'a pas été bati en un
ciso adquirir un dominio al menos parcial. el dominio de aquel jour [ «No se ganó Zamora en una hora»] . Espero que se vea me-
de sus caracteres que se ha eiegido para la imitación; de aquí jor ahora en qué sentido la segunda operación es más compleja
que, por ejemplo, Virgilio deje fuera de su gesto mimético todo y más mediata que la primera. Lo espere. porque no puedo per-
lo que en Homero es inseparable de la lengua griega. mitirme por el momento llevar más lejos el análisis de estas ope-
Alguien podría justamente objetarme que el segundo ejemplo raciones, que encontraremos a su debido tiempo y lugar.
no es más complejo que el primero, y que sencillamente Joyce
y Virgilio no retienen de La Odisea, para conformar a ella sus
obras respectivas, los mismos rasgos característicos: Joyce extrae
un esquema de acción y de relación entre personajes. que trata
en un estilo muy diferente; Virgilio extrae un cierto estilo, 11
que aplica a una acción diferente. O más radicalmente: Joyce
cuenta la historia de Ulises de manera distinta a Homero, Virgilio
cuenta la historia de Eneas a la manera de Homero; transforma-
Llamo, pues, hipertexto a todo texto derivado de un texto
ciones simétricas e inversas. Esta oposición esquemática (decir lo
anterior por transformación simple (diremos en adelante trans-
mismo de otra manera/ decir otra cosa de manera parecida) no
es falsa en este caso (si bien descuida quizá en erceso la analo-
formación sin más) o por transformación indirecta, diremos imi-
gía parcial entre las acciones de Ulises y de Eneas), y comproba- tación. Antes de abordar su estudio, son necesarias dos preci-
remos su eficacia en muchas otras ocasiones. Pero también vere- siones o precauciones.
mos que esta oposición no posee una pertinencia universal. y En primer lugar, no se deben considerar los cinco tipos de
sobre todo que disimula la diferencia de complejidad que separa transtextualidad como clases estancas, sin comunicación ni entre-
estos dos tipos de operación. lazamientos recíprocos. Por el contrario, sus relaciones son nu-
Para aclarar esta diferencia, voy a recurrir, paradójicamente, merosas y a menudo decisivas. Por ejemplo, la architextualidad
a ejemplos más elementales. Veamos un texto literario (o parali- genérica se constituye casi siempre, históricamente, por vía de
terario) mínimo, tal como un proverbio: Le temps est un grand imitación (Virgilio imita a Homero, el Guzmán imita al Lazarillo),
maitre [«El tiempo es un gran maestro»]. Para transformarlo, bas- y, por tanto, de hipertextualidad; la pertenencia architextual de
ta con que yo modifique, no importa cómo, uno cualquiera de sus una obra suele declararse por vía de indicios paratextuales; estos
componentes; si, suprimiendo una letra, escribo: Le temps est un mismos indicios son señales de metatexto («este lit,ro es una
gran maitre, el texto «correcto» ha sido transformado, de una ma- novela») y el paratexto, del prólogo o de otras partes, contiene
nera puramente formal, en un texto «incorrecto» (con una falta muchas otras formas de comentario; también el hipertexto tiene
de ortografía); si, sustituyendo una letra, escribo, como Balzac a menudo valor de comentario: un travestimiento como Virgile
pone en boca de Mistigris 14 : Le temps est un grand maigre, esta travestí es, a su manera, un «critica» de La Eneida, y Proust dice
sustitución de letra provoca una sustitución de palabra, y pro- (y demuestra) que el pastiche es «crítica en acción»; el metatexto
duce un nuevo sentido; y así podríamos seguir. Imitar este texto crítico se concibe, p.!ro casi nunca se practica sin una parte -a
es, en cambio, asunto m~y distinto. En primer lugar supone que menudo considerable- de intertexto citacional de apoyo; el hi-
yo identifico en ese enunciado una cierta manera (la del prover- pertexto trata de evitarlo, perp no absolutamente, aunque no sea
bio) caracterizada, por ejetnplo, y muy por encima, por la bre- mú que por vía de alusiones textuales (Scanon invoca a veces
vedad, la afirmación perentoria, y la metaforicidad; después,
IS Que no me tomarE la molestia ni el ridfculo de inventar: lo extrailo
se Un cUbut dans la w, Plaadt, l, p. 771. del mismo texto de BaJzac al que YOlvcremos .a teferil'DCII. .

-·t7...,...
a Vqilio) o paratextualcs (el título de Ulysse); y. sobre todo, textualidad (más o menos clasificables) es un esbozo de clasi-
la ~¡,ertextualidad, como clase de obras, es en sí misma un archi- ficación architextual.
texto genérico, o mejor transgenérico: entiendo por esto una clase ¿Y la bipertextualidad? También es. ~ e luego, un aspecto
de textos que engloba enteramente ciertos géneros canónicos (aun- universal de la literariedad: no hay obra literaria que, en al-
que menores) como el pastiche, la parodia, el travestimiento, y gún grado Y según las lecturas, no evoque otra, y, en este sen-
que atraviesa otros -probablemente todos los otros--: algunas tido, todas las obras son hipert:xtualcs. Pero, como los iguales
epopeyas.~ La Eneida, algunas novelas, como Ulysse, algunas de Orwell, algunas lo son más (o m'5 manifiestamente, masiva-
tragedias 9 comedias como Phedre o Amphitryon, algunos poe- mente y explícttamcnte) que otras: Virgile travati, por ejemplo,
mas iíri~ como Booz endormi, etc., pertenecen a la vez a la es más bipeitextcw. que La Confasions de Rousseau. Cuanto
clase reconocida de su género oficial y a la clase, desconocida, de menos masiva y declarada es la hipertenualidad óe una obra, tan-
los hipertextos; y como todas las categorías genéricas, la hiper- to más su an'1isis depende de un juicio CODStitutivo, de una deci-
textualidad se declara muy a menudo por medio de un indicio sión interpretativa del lector: yo puedo decidir que Les Confes·
paratextual que tiene valor contractual: Y irgile travestí es un sions de Rousseau IIOll un mnob actuaJindo de las de San
contrato explícito de travestimiento burlesco, Ulyss~ es un con- Agustín, y que su título es el indicio contractual de ello -deci-
trato implícito y alusivo que debe, cuando menos, alertar al lector dido esto. las c:onfirmaciones de delde no faltarán, simple cues-
sobre la existencia probable de una relación entre esa novela tión de ingeniosidad crftica-. Puedo igualmente perseguir en cual-
y La Odisea, etc. quier obra ems parciales. locaJizacb J fuptjvos de cualquier
La segunda precisión responderá a una objeción que supongo otra, anterior o posterior. Tal actitud nos Denrfa a incluir 1a
presente en el ánimo del lector desde que ne descrito ia hipertex- totalidad de la literatura univeral ea el campo de la bipertextua-
tualidad como ~na clase de textos. Si se considera la transtex- lidad, 1o que baria imposible su estudio; pero. sobre todo, tal
tualidad en general, no como una clase de textos (proposición actitud da un crédito, y otorp un papel. para mf poco soporta-
sin sentido: no hay textos sin transcendencia textual). sino como ble, a la actividad hermen6utica del lector -o del arcbilector-.
un aspecto de ]a textualidad, y, sin duda a ioniori, diría justa- Enemistado desde hace tiempo. para mi mayor bien, con la her-
mente Riffaterre, de la literariedad, se debería igualmente consi- menéutica textual. no voy a casarme a estas alturas con la herme-
cierar sus diversos componentes (intenextualidad, paratextuali- néutica hipertextual. Concibo la relación entre el texto y su lector
dad, etc.) no como clases de textos, sino como aspectos de la de una manera más socializada. más abiertamente contractual,
textualidad. formando parte de una pragmática CQ.mcionte y organizada. Así
Es a_cí como yo lo entiendo, pero no en exclusÍva. Las diver- pues, abordaré aquí, salvo excepciones, la hipertextualidad en su
sas formas de transtextualidad son, a la vez, aspectos de toda aspecto más defim.do: aquel en el que la derivaci611 del hipo-
textualidad y, en importancia y grados diversos, ciases de textos. texto al hipertexto es a la vez masiva (toda la obra B derivando óe
Todo texto puede ser citado y, por tanto, convertirse en cita, pero toda la obra A) y dcciarada de una JDIDera mú o menos oficial.
fa cita es una práctica literaria definida, que transciende cada una Al principio había pensado iDclulo en rcstrln¡ir la investigación
de sus performances, y que tiene sus caracteres generales; todo a los· únicos ~eros ofic:i1bneme hipertatáa1es (sin la palabra,
enunciado puede ser investido de una función paratextual, pero claro), como la parodia, el tratatimieuto. el pastiche. Razones
el prólogo (y yo diría lo mismo del título) es un género; la críti- que aparecmn en las pfcinll ~"~ ~~ o más
ca (metat,?Xto) es evidentemente un género; sólo el arcbitexto exactamente me persaadieraa de que ~. 1C1Cded6u -err unprac-
no es una clase, puesto que es, si me atrevo a decirlo, la «clasei- ticable. Será preciso. pía. ir ,enlBueaare. mis lejos, comenzan-
ciad> (literaria) misma. Queda por señalar que algunos textos do por estas pricticaS maaifiálai 1 Depndo hasta otras menos
tienen una architcxtualidad más cargada (más ·pertinente) que oficiales -aunque ningdn t6JniDó las ~ ~ tales y ren-
otros, y que, como he tenido ocasión áe decirlo en otra parte, gamos que inventar algunos-. Dejando~·paes, de lado toda hiper-
la simple distinción entre obras más. o menos provis+.as de archi- textualidad puntual y/o facultatin Cque;·en mf opinión, se trata

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· :::tás· bien· de intertextualidad) nos queda todavía, como más o ésta habría sido la innovaci6n aportada. en alguna parte entre
menos dijo-i.aforgue. suficiente infinito que cortar. los-flglos vm,y 1v, por un tal Hegemón de Tbasos, al que volve-
remos a referimos. Si tales fueron las primeras parodias, &tas
no modificaban el texto propiamente dicho Oo que no les impedía
af,ctarlo de una manera o de otra), y así se entiende que la
tradición escrita no haya podido conservamos ninguna de ellas.
III En un sentido más amplio, e interviniendo esta vez sobre el pro-
pio texto, el recitante puede, a costa de algunas modificaciones
mínimas («minimales»), desviarlo hacia otro objeto y darle una
Parodia: este término es hoy el lugar de una confusión quizá significación ctistinta. Esta interpretación, sobre la que volvere-
inevitable y que no viene de ayer. En el origen de su empleo, mos, corresponde, digámoslo en seguida, a una de las acepciones
o muy cerca de este origen. una vez más, la i'oética de Aristó- actuales del término parodia en francés, y a una práctica trans-
teles. textual todavía en (pleno) vigor. En un sentido todavía m6s am-
Aristóteles, que defme la poesía como una representación en plio, la transposici6n de un texto épico podría consistir en una
verso de acciones humanas, opone inmediatamente dos tipos de modificación estilística que lo transportaría, por ejemplo, del
acciones, que se distinguen por su nivel de dignidad moral y/o registro noble que es el suyo, a un registro más coloquial, e in-
social: alta y baja, y dos modos de representación, narrativo y cluso vulgar: es la práctica que ilustraron en el siglo XVIII los,-tra-
dramático 1ó. La combinación de estas dos oposiciones determina vestimientos burlescos del tipo de L'Enéide travestie. Pero la
un cuadro de cuatro términos que constituye, propiamente ha- susodicha tradición no nos ha legado, ni íntegra ni mutilada, nin-
blando, el sistema aristotélico de los géneros poéticos: acción guna obra antigua que hubiese podido conocer Aristóteles, y que
alta en modo dramático, la tragedia; acción alta en modo narra- ilustraría una u otra de estas formas.
tivo, la epopeya; acción baja en modo dramático, la comedia; ¿Cuáles son las obras a las que se refiere Aristóteles? Del ya
en cuanto a la acción baja en modo narrativo, sólo se ilustra por citado Hegemón de Thasos, el único al que relaciona explícita-
reierencia alusiva a obras más o menos directamente designadas mente con el género que llama paródia, no hemos conservado
· bajo el término de paródia. Al no haber desarrollado Aristóteles nada, pero el solo hecho de que Arist6teles lo tenga en mente y
esta parte, o bien porque este desarrollo no ha sido conservado, y describa, por poco que sea, una o varias de sus «obras•, revela
al no haber llegado hasta nosotros los textos que cita, nos vemos que su actividad no pudo ~ucirse a una simple manera de· reci-
reducidos a las hipótesis en relación a lo que parece constituir tar la epopeya (otra tradición le atribuye una Gigantomaquia de
en principio, o en estructura, el cuarto-mundo de su Poética, inspiración también «paródica», pero se trataría más ?ien de una
y estas hipótesis no son en absoluto convergentes. . parodia dram4tica, lo que la deja automáticamente fuera del
En primer lugar, la etimología: oda, es el canto; para: «a lo campo aquí delimitado por Aristóteles). De Nicocares, Aristót!!-
largo de», «al lado»; paródein, de ahi paródia, sería (?) el hecho les parece citar (el texto no es seguro) una Deilíada que sería
de cantar de lado, cantar en falsete, o con otra voz. en contra- (de deilos, «cobarde») una Ilíada de la cobardía (por el sentido
canto --en contrapunto-, o incluso cantar en otro tono: defor- ya fijado tradicionalmente al sufijo iade. la Deilioda esen sí un
mar, pues, o transportar una melodía. Aplicada al texto épico, oxímoron} y. por tanto. una especie de anti-epopeya: puede acep-
esta significación podría conducir a varias hipótesis. La más lite- tarse, pero es un poco vago. Al propio Homero le atribuye un
.aj supone que et rapsoda modifica simplemente la dicción tradi- Margites que sería «a las comedias lo que 1A llíada y 1A Odisea
cional y/o su acompañamiento musical. Se ha sostenido n que son a las tragedias». De esta fórmula proporcional ha partido

. 16 Poitique, cap. I; cfr. lntrodw:tion a rarchuut,:, cap. 11. «Parodie. Travesti und Pastiche». ~ Rpmanische Monatschrift,
17 Herman K0BID. «Die Pa.-odie>, Glotta 35, 1956, y Wldo HmPa, ~~ .

-20- -21 -
mi íciea dé un cuadro de cuatro casillas que 111e parece, cualquiera · tico• .é1' griego par6dü,-, et latín parodia cubren etimológicamente
que sea la obra que pongamos en la cuarta (además de MllTgites}, la primera acepci6n- -,, en un sentido algo más figurado, la se-
lógicamente indiscutible e incluso inevitable. Pero Aristóteles gunda; empíricamente (parece) la tercera. El francés (entre otras
define el tq. cómico, y lo confirma pfCCisamente a propósito lenguas) heredará esta confusión y le añadirá, al paso .de los
de las cparojias» de Hegemón y de la Deilíada, por 1a repre- siglos, un poco de desorden.
sentación de-jlmODBjes «inferiores» a 1a media. Utilizándola me-
cánicamente, esta defmic:i6n orientaría la hipótesis (la caracteri-
zac:ión ~tica de estos textos desaparecidos) hacia una ter-
cera forma de «parodia» de la epopeya, que mucho IÚS tarde.
incluso demasiado tarde, como veremos, se bautizará como «poe- IV
ma heroico-cómico», y que consiste en tratar en estilo épico (no-
ble) un tema bajo y risible, como la historia de un soldado co-
barde. De hecho -y a falta de las obras de· Hegemón, de la Dei- ¿Cuándo nace la puoctia? En la P'gina ocho del Essai sur
liada y del Margues-, todos los textos paródicos griegos, siri la parodie de Octave Delepie.r:re 19, encontramos esta nota que
duda más tardíos, que han llegado basta DOSOtros, ilustran esta nos incita a soñar: «Cuando los rapeodas cantaban los versos
tercera forma, ya se trate de algunos fragmentos citados por de La Ilíada o de l4 Odiaz, y percibían que estos relatos no
.Al:neo de Naucratis 11 , o del texto, aparementemente íntegro, de satisfaáan las expectativas o la curiosidad de los oyentes, intro-
la Batracomiomaquia, atribuida durante mucho tiempo ~ Homero ducían en ellos para distraer al público, y a modo de interme-
y que encama a la perfección el género heroico-cómico. dio, breves poemas compuestos con versos más o menos iguales
Sin embargo, estas tres formas de «parodia» -las que su- a los que se habían recitado, pero desviando su sentido para
giere el -término paródia y la- que inducen los textos conservados expresar algo distinto, adecuado para divertir al público. A esto
por la tradición- son completamente 9istintas y difícilmente re- es a lo que ellos JJamabln parodiar, de para y 64.e, contracanto».
ductibles. Tienen en común una cierta burla de la epopeya (o Nos sust'ría saber de dónde ha sacado el estimable erudito esta ·
eventualmente de cualquier género noble, o sencillamente serio, información capital, si es que no se la ha inventacio. Pi.testo que
y -restricción impuesta por el cuadro aristótélicc.-- del modo en la misma página cita- el diccionario de Richelet, acudimos rápi-
de representación r.arrativo) obtenida por una disociación de su damente a Richelet (1759, 1. v. ¡,tl1'0(&), que también evoca los
ietra -ei texto, el estilo- y de SU: espírirJ: el contenido heroico. recitales públicos de los aedos, y ~ : «Pao como estas.narra-
Pero una resulta de la aplicación de un texto noble, modificado ciones eran lánguidas y no aatisfacl,an las upectativas y la curio-
o no, a otro tema generalmente vulgar; ·1a otra, de la transposi- sidad de 10$ oyentes, se .introduda en -dlas para hacerlas más
ción de un texto noble en un estilo vulgar; la tercera, de la apli- a
amenas, y iDOdo de intermedio,. actores que recitaban breves
cación de un estilo noble, el de la epopeya en general, o de la poemas compuestos en los millPOI versos que se habían reci-
epopeya homérica, e incluso, si tal especificación tiene algún tado, pero desviando su RDtido para expresar a1Jo muy distinto
sentido, de una obra concreta de Homero (La llíada), a un asunto apropiado para divertir al público». A.q\&f estaba, pues, disimu-
vulgar o no heroico. En el primer caso, el «parodista» aparta lada, pero resurgiendo, como de costumbre. a pocos-centímetros
un texto de su o!>jet::> modificándolo justo lo imprescindible; de su pérdida, la «fuente» de l)elepiem. Puesto que Richelet
en el segundo caso, lo transporta íntegramente a otro estilo, invoca en el mismo lupr, naque a .prop6alto de otra cosa, la
dejando su ob~o tan intacto como lo permite esa transformación autoridad del abate Sa11ier, :\'eUIDI lo que qic:e· Sallier~- ·Cha,
estilística; en el tercer caso, toma su estilo para · compvner en
ese estilo otro texto de asunto distinto, preferentemente antité- 19 O. l>ELmERU. &mi ,¡,,. i. ptll'Ot& dta ld i,«:s, la Romains et
les 11UHÚrnG, Londres, 1870.
20 «Discoun sur l'origjne et sur le ~ ele la parodie•, Histoire
11 Deipnosophistes, siglos n-m· despu~ de Cristo, iioro XV. de l'Academie da Jmcriptio,g, t. VIJI, 1133. .

-22- -23-
para rechazarla, la .opinión, según él muy extendida, que atribuye · viado (invertido) hacia una significación cómica. En el siglo x.
a Homero la invención de la parodia «cuando él se ha servido, el enciclopedista bizantino Suidas había aíinnado más rotunda·
como Je ocurre a veces, de )os mismos versos para expresar cosas mente 22 que la parodia consiste -cito la traducción de Richelet
diferentes. Estas repeticiones no merecen más el nombre de paro- que, a decir verdad, acentúa un poco la contundencia de la defi-
dia que esos juegos de ingenio que llamamos centones, cuyo arte nición (texto griego: houto legetai hotan ek tragódias mete•
consiste en componer una obra entera con versos sacados de Ho- nekhthe ho logos eis kómódian, que literamente queda así: «se
mero, de Virgilio o de algún otro poeta célebre». Volveremos dice cuando el texto de una tragedia es transformado en come•
sobre esta opinión que Sallier cometió quizá el error de rechazar dia»)-- en «componer una comedia con versos de una tragedia».
tan rápidamente. Y continúa: «Tendría tal vez mayor funda- Pasando de lo dramático a lo narrativo, la, descripción de Esca•
mento creer que, cuando )os cantores que iban de ciudad en ligero presenta la parodia como un relato cómico compuesto,
ciudad recitando diferentes fragmentos de las poesías de Home• mediante las modificaciones verbales indispensables, con versos
ro terminaban de recitar alguna parte, aparecían )os bufones que de una epopeya. Así habría nacido la parodia, «hija de la rapso-
intentaban divertir a los oyentes ridiculizando lo que éstos acaba• dia» (o quizá de la tragedia) en el mismo lugar de la recitación
ban de oír. No me atrevería a insistir demasiado sobre esta con• épica (o de la representación dramática), y de su mismo texto,
jetura. por muy verosímil que me parezca, ni a proponerla como conservado, pero «invertido» como un guar.te. De nuevo nos gus-
una creencia que se deba aceptar». Sallier no invoca ninguna taría ascender por la escala del tiempo, más allá de Escalígero Y
autoridad en apoyo de una «conjetura» que evita reivindicar, de Suidas, y, de tradición en tradición (de plagio en plagio), llegar
dejando. sin embargo, entender que él la sostiene; pero sucede a obtener algún documento de época. Pero ni Escalígero ni Suidas
que, junto a Sallier, Richelet nos remite a la Poética de Julio alegan alguno, y aparentemente la escala se detiene ahí, en esta
César Escalígero. Escuchemos entonces a Escalígero ~1: «Del mis- hipótesis puramente teórica, y quizá inspirada a Escalígero por
mo modo que la sátira ha nacido de la .tragedia, y el mimo de la simetría con la relación (también oscura) entre tragedia y drama
comedia, así la parodia ha nacido de la rapsodia ... En efecto, satírico. El nacimiento de la parodia, como el de tantos otros
cuando los rapsodas interrumpían sus recitales, se presentaban géneros, se pierde en la noche de los tiempos.
cómicos que, para alegrar los ánimos, invertían todo lo que se
acababa de escuchar. A éstos les llamaron parodistas, porque, al
lado del tema serio propuesto, introducían subrepticiamente otros Pero volvamos a la opinión «de algunos (?) sabios», desde-
temas ridículos. La parodia es, por tanto, una rapsodia invertida, ñada por el abate Sallier. Después de todo, es un hecho que
que por medio de modificaciones verbales evnduce el espíritu Homero, literalmente o no, se repite a menudo, y sus f 6rmulas
hacia los objetos cómicos» (Quemadmodum satura ex tragoedia, recurrentes no se aplican siempre al mismo objeto. Lo propio
mimus e comedia, sic parodia de rhapsodia nata est [ ... ] quum del estilo formulario, marca de la dicción y punto de apoyo de la
enim rhapsodi intermitterent recitationem lusus gratia prodibant recitación épicas, no consiste sólo en los epítetos de naturaleza
qui ad animi remissioMm omnia illa priora inverterent. Hos -Aquiles el de los pies ligeros, Ulises el de las mil trampas--
iccirco paródous subinferrent. Est igitur parodia rhapsodia in- indefectiblemente pegados al nombre de tal o cual héroe; sino
versa mutatis vocibus ad ridícula retrtmfflS). Este texto, fuente también en los estereotipos móviles. hemistiquios, heúmetros,
~dente de todos los anteriores, no cm demasiado daro, ·e in- grupos de versos, que el aedo repite iin recato en situaciones
cluso mi traducción fuerza quizá aquí y alU su sentido. ·Al me• a veces similares, a veces muy difercntes. Houdar de la Motte 2l
nos parece acreditar la idea de una parodia original conforme se aburría mucho con lo que S llamaba los «refranes» de La !lia-
a la etimología de ·par&lia, a la que Escalígero no deja de refe- da: «la tierra tembló horriblemente con el niido de sus armas»,
rirse: una recuperación más o menos literal del tato q,ico des-

21 ,1"'fique, 1561, I, 42. D DiJCOUtS ,ur H---. PmfoF


21 Laique. ,. 1', ,-&lit,.
a aa 1'1Chacri6n» de LII IUoda. 1714.

-24- -.25-
ese precipitó en la sombría J?orada de Hades•~ et~., y le indig.
naba que Agamenón pronunaase exactamente et mismo discurso Desdeñado por la poética, el término se refugia en la ret~
en el canto II para probar la moral de su ejército y en el canto IX rica. ar su Traité des- Tropes (1729), Dumarsais lo examina a
para incitarlo seriamente a la huida. Estas repeticiones Plleden título de las figuras «de sentido adaptado», citando y parafrasean-
considerarse como autocitas, y puesto que el mismo texto &J)arece do el Thesaurus griego de Robertson, que define )a parodia como
aplicado a un objeto (una intención) muy diferente, hay que recc,.. «un poema compuesto a imitación ~ otro», en el que se «desvía
nocer en ellas e1 principio mismo de la parodia. El principio, pero en un sentido burlesco versos que otro ha hecho éon una inten-
!IO la fuDciór. pues con estas repeticiones el aedo no intentaba ción diferente». Se tiene Ja li&ertad. añade Dumarsais, de añadir
seguramente hacer reír; pero si esto se produjese sin haberlo o quitar aquello que es necesario según el plan propuesto; pe·o
pretendido, ¿no se podría decir que había hecho involuntaria- se deben conservar tantas palabras cuantas sean precisas para
mente el trabajo del parodista? Verdaderamente el estilo épico, mantener el recuerdo del origiDal del que se han tomado. La idea
a causa de su estereotipia formularia, no sólo es un blanco dise- de este original y la • ~ que se hace de ella a un tema
ñado para la imitación divertida y el desvío pa..-ódico, sino que menos serio forinan en la imagiuacl6u un contraste que la sor-
además está constantemente en instancia e incluso en posición prende, y precisamente c:n él consiste la sracia de la parodia. Cor-
de autopastiche y de autoparodia involuntarios. El pastiche y la neille ha dicho en esh1o grave, hablando 4el padre de Jimena:
parodia están inscritos en el propio texto de la epopeya, lo que
conñere a la fó:mula de Escalígero una significación más fuerte Sa ridn sur mn t,ont .,,, , - .a aplolU. •
de Io- que él mismo imasinaba: hija de la rapsodia, la parodia
está desde siempre presente, y vivaJ en el seno materno, y la Racine parodió este verso en la Plaibun: e] Mandadero,
raJIIDCÜa, que se alimenta constantemente y recíprocamente de su hablando de su padre que era alguacil, dice ·burionamente:
propio retoño, es, como los cólquicos de Apollinaire, hija de su ll Mnait .n .,,. iour ;,lus qtñll IIIJW ,n liz mois,
hija. La parodia es hija de la rapsodia y a la inversa. Misterio Ses rúJn sur son front grawiitmt toua _• _aploits. • •
más profundo, y en todo caso más importante, que el de la Trini-
dad. La parodia es el revés de la rapsodia, y todos saben Jo que En C.Omeille, exploits significa clCCÍOIHÍs memorables, haza-
Saussure decía acerca de la relación entre recto y verso. Del mis- ñas militares»; y Cll ÚS Plaideurs, se
exploit, refiere a los tctos
I:JO! modo, lo cómico no es otra cosa que Jo trágico visto de es- o pl'OCCSQS en que intervienen los a)peciles. Parece que el gran
palda. Corneille se sintió ofendido por esta burla éfeJ joven Racine.
La forma más rigurosa de la parodia, o parodia mínima, con-
siste en retomar Jiteralmepte un texto conocido para darle una
significación nueva, jugando"si ~ fa,lta y tanto~ sea posi-
ble con las palabras, coiiio'bac:e ~ ·cxm i._palabra exploits,
perfecto ejemplo de cal~ ~ . ta parodia más ele-
gante, por ser la más econ6imca:'no•·es, ·pues, otra cosa que una
En las poéticas de la época clásica, e incluso en la querella cita desviada de su sentido, o si111pl~te de su contexto y de
(de Ja que hablaremos) de los dos burlescos, no se emplea la su nivel de digni~ad, ·como Jo -~~~p)~te Moliere al
palabra parodia. Ni Scarron y sus sucesores, hasta Marivaux in- poner en boca de Ar1ioJfo
. . ,ene, di.~:
este ; ·,"" '

clusive. ni Boileau, ni, segmi creo, Tassoni o Pope consideraron


sus obras burlescas y neo-burlescas como parodias, e incluso Je sub""""'·~ )i;Mni'-. oHma_•.
Le Chapelain décoiffé, que vamos a analizar ~me ejemp1o can~ ----
• Las ffllllllUla•--:•- bazdas.
ffl1IPS soble-tu
nico del géneiv tomado en su definición más estricta, se titula •• Ganaba ea -1111 dí- ~ ~ _-. ~-~ / Las arrugas sobre
evasivamente comedia. su frente eran la JDtrCI de sus halda. - _.,,,~ r i
14 Sctorius, (ebicn> ifi62, v. tt&trt;atí fa jftllllWI, diciembre 1662,
-26-
Pero la desviación es indispensable, aunque Michel Butor Como vemos por la brevedad de estos ejemplos, el paro-
haya podido decir con razón, desde otrt perspectiva, que toda dista casi no tiene posibilidad de llevar esre juego más lejos.
cita es ya paródica zs, y aunque Borges haya demostrado en el La parodia, en este sentido estricto, se ejerce casi siempre sobre
ejemplo imaginario de Pierre Ménard 36 que la más literal de las textos breves tales como versos sacados de su contexto, frases
reescrituras es ya una creación pór desplazamiento del contexto. históricas o proverbios: así Hugo deforma en uno de los títulos
Si ante un suicidio con puñal un testigo pedante cita a Théophiie de Les Contemplations el heroico Veni, vidi, vici de César en un
de Viau: metafísico Veni, vidi, vixi, o Balzac se entrega, a través de perso-
najes interpuestos, a estos juegos sobre los proverbios de los que
Le llOila done, ce Jer qui du sang de son maitre ya hemos hablado: Le temps est un grand maigre, Pa; .. n'a pas
S'est souillé láchement. JI en rougit, le trairre, •
hé báti en un four, etc., o Dumas escribe en la agenda de una
esta cita puede ser más o menos oportuna, pero no es realmente mujer bonita este (soberbio) madrigal bilingüe: Tibi or not to oe.
o perceptiblemente paródica. Si retomo estos dos versos a pro- Esta dimensión reducida y esta investidura a menudo extra
pósito de una herida causada por una herradura [fer a cheval], o paraliteraria explican la inclusión en la retórica de la parodia,
o mejor por una ,plancha [fer a repasser) o por un soldador [fer considerada más corno una figura, ornamento puntual del dis-
a souder], es indicio de una mediocre, pero verdadera parodia, curso (literario o no). que como un género, es decir, una clase
gracillS al juego de palabras sobre fer. Cuando·Cyrario, en la tira- de obras. Podemos, sin embargo, señalar un ejemplo clásico,
da de versos sobre las narices, aplica a su propio caso la cé1ebre e incluso canónico {Dumarsais lo menciona en el capítulo antes
paráfr~is. está justificado para calificar esta aplicación como citado), de parodia estricta que se mantiene a l:; largo de va-
una parodia, lo que hace en estos términos: rias páginas: se trata de le Chapelain décoiflé, en el que Boi-
leau, Racine y uno o dos más se divirtieron, hacia 1664, adap-
En/in, parodiant Pyrame en un sanglot: tando cuatro escenas del primer acto de le Cid al tema de una
Le voila done, e, ne: qui des traits de ~on maitre disputa literaria de baja condición. El favor del rey concedido
A détruit /'harmonie. 1/ en rougit, le traitre. • • se
a Don Diego transfonna aquí en una pensión concedida a Cha-
v. 642. Otra aplicación paródica de un verso del mismo Sertorius, pero pelain e impugnada por su rival La Serre, que le provoca y le
con cambio de una palabra: arranca su peluca; Chapelain pide a su discípulo C.assagne que
Ah, pour étre Romain, je n'en suis pas moins homme! le vengue escribiendo un poema contra La Serre. El texto paró-
(~·. 1194) se convierte en Tanufle (v. 966) ... Jo que ya sabemos. dico sigue tan de cerca como puede el texto parodiado, limitán-
:5 Rtpertoire IJ/, p. 18. dose a algunas transposiciones impuestas por el car !>io de tema.
2> La performance de M~nard («Pierre Ménard, autor del Quijote•. Como ilustración, veamos los cuatro primeros versos del mon<>-
Ficciona.'ttad. fr. Callimarc:l, 1951) es. en su JUUltado imaginario (y por
otra parte inacabado) una parodia minimal, o puramente semántica: Mé·
logo de Chapelain-don Diego, que no dejan (supongo) de recor-
nard recscñbe literalmente El Quijole. y la distancia histórica enue las dar los otros cuatro del modelo:
dos redacciones idénticas da a la 5egunda un sentido muy diferente al de
la primera (este ejemplo ficticio muestra que el carácter «minimal» de O rage, ó dés.spoir! O perruque ma mie!
esta parodia no depende de la dimensión del texto, sino de la transforma- N'as-tu done tant duré que pour tant d'in/amie?
ción en sí IIIÍlma). Lo mismo puede decirse de un perfecto pastiche (por . ''os-tu trompé l'espoir de tant de JMTTUfllÚerS
ejemplo La Sym~ en u, de Bizet en relación al estilo elásico-tchuber•
tiano), pero dipmos una vez más que en el pastiche sólo hay identidad
u~ pour voir en un jour /létrir tant de lauriers? 27•
de estilo y no de texto. ·
• Hdo ahí, ese hierro que de la sangre de· su dueño / se ha man- Z7 Bou.nu, Oeuvm Compllta, fléiadc, p. 292.
chado YiMDtc. Está rojo de ella, el traidor. • ¡Oh nbia, oh desesperaci6n, oh peluca, amip mía! / ¿Es que has
•• En fill, parodiando a Píramo con un sollozo: / Hela aquí, esta durado tanto s61o para recibir tanta infamia? / ¿Es que has frustrado la
nariz que de los rasgos de su dueño / ha destruido la armonía. Está roja. esperanza de tantos peluqueros / sólo para ver en un día mana1larse tan-
la traidora. tos laureles?

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Los autores de Le Chapelain décoiffé se detienen sabiamente de Le Chapelain décoiffi; estas cuatro primeras especies no son
al cabo de cinco escenas; pero un poco más de perseverancia en más que variantes. sqún la importancia de la transformación
su labor burlesca nos habría proporcionado una comedia en cin- (puramente semántica, de una letra, de una palabra, de varias
co actos merecedora de la calificación de parodia de Le Cid ll. palabras), de la parodia estricta según Dumarsais. Pero la quinta
La «Advertencia al lector» delimita bastante bien el mérito (el (que Sallier sitúa en cuarta posición sin que parezca darse cuenta
interés) puramente transtextual de este género de performance de su originalidad en relación a las otras cuatro) consiste «en
al reconocer.--:aue «toda la belleza de esta obra consiste en la hacer versos er, el gusto y el estilo de ciertos autores poco a;.,re-
relación que rtiantiene con la otra fLe Cid}». Se puede. cierta- ciados». Tales son en nuestra lengua los versos que Voiture y
mente, leer Le Chapelain décoi!fé sin conocer Le Cid; pero no Sarrasin hicieron a imitación de los del poeta Neufgermain. Tal
se puede percibir ni apreciar la función de una sin tener la otra es también este cuanetc, de M. Despréaux (Boileau) en el que
en la mente o en las manos. Esta condición de lecturc forma parte imita la dureza de los versos de La Pualle (de Chapelain):
de la definición del fénero, y -en consecuencia, aquí mucho más
obligada que en otros féneros- de la perceptibilidad, y, por Maudit soit l'autn,r dur dont r•apu et rutk verw,
tanto, de la existencia de la obra. Volveremos sobre este punto. Son un,-., lfflllillont, rima ntal,ri MiMrw
Et, d~ son lourd ""'1'1ftUI ,,,.,..,,,,, J. bon SfflS,
A I• • ,,.,_,s IWI tloua, /ois dOllff ean.. •
Esta última dae de parodia • (,-a Dosotroe) el pasliche
VI satírico, es decir, una imitación estilfstica con función crítica
(«autores poco apreciados») o ridiculizadora -una intención
que, en el ejemplo tomado de Bolleaa, se enuncia en el estilo
Dumarsais sólo aceptaba considerar como parodia esta forma mismo al que apunta (la cacofonia), pero que normalmente que-
estricta, la más conforme, hay que recordarlo, con la etimología da implícita y es el lector quien debe inferirla a partir del aspecto
de parodia. Pero este rigor, tal vez ya entonces excepcional, no caricaturesco de la imitación. ·
va a ser imitado. En el citado Discours sur la parodie, Sallier dis- De este modo, el pastiche hace· aquí su· entrada, o su «ren-
tingue cinco especies, que consisten bien en cambiar una sola trée», entre las especies de la parodia. El abate Sallier es muy
palabra en un verso. (hemos visto varios ejemplo~ de este caso), consciente de incluir en ella, al mismo tiemPI>;· ·tolio el género
bien en cambiar una sola letra en una palabra (es el caso de heroico-cómico, puesto que una pqiDI despais se pregunta si
Vmi, vidi, vixi./, bien en desviar, sin niguna modificación textual, «el breve JJOe1D1 del Combate de Jo, ratonei y Ju ranas» es, como
una cita de s.u sentido (e~ prácticamente el caso de exploits del algunos pretenden, «la parodia má anti¡ua que conocemo:;».
Mandadero), bien en componer (la última y, según Sallier, «la Y si rehúsa suscribir esta opinión, DO es porque la Batracomio-
principal espe~ie de parodia•) una obra entera ~sobre una obra maquia no dé «una idea cucta de esta clase de composición»
entera o sobre una parte considerable de una obra de poesía sino sencillamente porque· au fecha es incierta._ Tal vez no es ¡~
conocida, a la que se desvía hacia un nuevo tema y un nuevo más antigua, pero, desde hlqo, ·es ,-a Q · ~ parodia de las que
sentido mediante el cambio de algunas expresiones•: es el caso imitan «el gusto y el estiló de dtirtós autora .po<:o apreciados»:
como se sabe, en la q,oca cJMica el «..-o»··Y el «estilo» de
2! El boceto en estilo «pied-noir» de Edmond Brua que lleva ese título Homero son ~ «apreciadol• • Jo que su &enk> es (con mu-
(creado en noTiembre de 1941, Charlot 1944) tiende más bien hacia el cho) admirado.
:ravestimiento o, mejor, hacía lo que llama~ parodia mixta. La tirada
de versos de don Die¡o, convertido en Dodiezc (como Rodrigo en Roro, • ¡Maldito sea el autor claro 'Cl1JO ~ j~~ verbo, / 5\1 cerebro
Jimena en Chipette, etc.) se lee allí así: Qué rabia! Qiui molMur! Pour- atenazando, rimis a pesar de Minerva-/ Y. con IU peudo manillo marti-
quoi c'nt qu·on vient vieux?... llando el buen sentido,/ ha hecho~ llllDI· dClce veces doce cientos.

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Esta defini::ión de la parodia que integra el pastiche satírico por Delepierre, que se apoya en la autoridad de P. de Montespin,
(heroico-có:!Úco u otro), y que enlaza de nuevo con la definición auto.- de w:. inencontrable Traité des Bella Lettres (Avignon,
implícita di 1a Antigüedad clásica, se tr!lWDi~ fie~~ du- 1747): «La esencia de la parodia --di::e éste- tsUí en susritui:
rante lCY.. siglos xvm y XIX, y a menudo en 1~ D11smos tenrunos, siemorc el tema que se parodia por un tema nuevo: los temas
tomados con mayor o meno!' literalidad de Sallier. La volvcmo~ serio~ por temu ligeros y alegres, empleando tanto como sea p~-
a encontrar en L'Enc:yc!opédie (1765), en ei Dictionnaire univer-
sible las expresiones del autor parodiado» (Mannontel habla
sel de Jos jesuitas de Trévoux (edición de 1771~, en los E~.s iguaimente de «sustituir una acción heroica por una acción tri-
de littérature de Ma...-znontel í 1787), en el fasa: de Delep1erre ,ial»). Esta sustitución de tema o de acción es pan. Delepierrc
(1870), y también en e! Prólogc de la an:ología realizada_ en 1912 . la condición necesaria de toda parodia, y lo (?UC la distingue abso-
por Paul .Madieres, Le:; Poe,es pcrodistes. So!!IDcn:e_ Pierre .1:8- lutamente del tra.-estimiento burlesco: t1El Virgile :ravesti Y
rousse (187;) y Littré (1877; parecen dudar ante esta mtegrac1on,
L'Henriaie ti-avestie no son parodias porque los te~ no han
oue sólo admiren en un se:nido amplio e figurado. sido cambiados. Lo que constituye el género h11rle!;ro es so!a-
,A

El cerá:te:- exten::.;..-o "'..J'° esr~ ét1!n;.:1on


• " ,- • . , ..,.,..ffl ... -
se i"'411Liparu, ue • .,V
1

uente hacer nablar a 105 mismos personaj~ en un lenguaje trivial


aparentemente se reafirma en. una importante exdi!!i6n: la del
: bajo». Aunque Scarron se torne algunas libertades de detalle
t!"avcstimien1:; ourlescc. Ni:lgun:, de estos ensayos o artícu-
en la~ conductas, los sentimientos y los discursos de sus perso-
los menciona dentro de lt categoría dt' parodia e! \'irgile travestí.
najes, Dido y Eneas cor.ti~úan siendo Dido y Eneas, re.ina de
sino siempre y ~clamer:t: Le Ch.:pelain décciffé, L. Batracomio-
Cartago y príncipe troyano, dueños de sus grandes destlnOS, y
maquic o Le Lutrin. L'Encyclopédie, que habla de «travestir lo
esta permanencia excluye el travestimiento del campo de le paro-
serio en bur!esco», precisa a ::onrinuación: «fingiendo conservar
dia. 1=.sta es u.mbién la opinión de Víctor Fournel, en ei estudio
en Jo posible las mismas rimas, las mismas_ pála~r--.s y 1a~ mismas
«D-.¡ bur!esque en Frartce), que aparece ai principio de su edición
cadencias», lo que excluye evidentemente los· procedimientos de
óe Virglle trlWffti (1858): «La parodia, que putde confundirse
Scarron, y afíade más adelante que t<la parodia y lo burlesco son
a menudo v en muchos aspectos con Jo burlesco, $C difercncia
dos géneros muy diierentes», y que «Le \'irgilt travestí es C'.1al-
sin emba:r~ de éste en que. cuando es completa, cambia también
quier cosa menos una parodia de la Eneida». La antología de
la condición de los personajes de las obras que traviste, y esto
Madieres, que abarca tres si¡ios, contiene esencialmente parodias
es lo qtK. no hace lo burles:o, que encuentra una n~a fuente
del género de! Chcpelain décoif!é, algunos pastiehes, todos del
de comicidad en la constante antítetis entre el rango Y lH pala•
~:glo XIX y todo~ a cuenta de Hugo, un blanco perleéto, ~· dos o
•bru de sus héroes. La pnmera rrcocupación de un parodista
tres Í?Bo"tDCDtOS de parodias dramáticas co:no L'.Acna de Chaillot
aate la obra de Virgilio bubit:ra sido despojar a cada personaje
de Dominique {sobre la Inés de Castro ie La Motte) o el Htmuz!i
de su título, su cetr0 f su corona: habría hecho, ~t cjem~lo..
de Duvet v Lauzannc (sobre Hernani, e'-identcmente), perfor-
de Eneas ... \:n viajante de comercio sentimental y poco av1spaac;
mances .ruitas o in~.sas de las que hablaremos, situadas entre
de Dido, una posadera compasiva, y de la conquista de Italia una
la narodia esttfota y el pastiche satírico, ~ue mezclan o alternan,
grotesca batalla por un objetivo acorde con estos n~evos perso-
olvidándolos a veces para seguir su huella, pero nuncz en pro-
vecho del travestimiento burlesco. najes». . • .
Así pues, el travestimiento burlesco modifica el estilo sin
Esta exclusión casi unánime 3 es explicita~ y justüicada
modificar el teme; inversamente, la «parodia» mod:fica el tema
• La ún::a excepción notable es la de Au¡er, que engloba bajo el
sa·n modificar el estilo, y esto de dos maneras posioles: ya co~scr-
t6rmUao de •parodia de la epopeya> las dos formas ~ltticls del ima- vando el texto noble para aplicarlo, lo m'5 literalmente p051ble.
timicnlo burlesco -y del pastiche hetoiC'N'6micc. Picm Laroaac, i. •·
,,....,.,..,,, al decir que ..e1 estilo bu:J=sco, propio JOlamaac d& la parodia,
no debe ser c:onfuodido co:i el estüo heroico-c:6:nico», pancc identifk:,n- esteaparente desliz al ilustrar su clefuüc:i6n con un solo ejemplo, cminen-
. parodia. y ~ . pero su a.~c:ulG ptl/OIW }'& IN!ICionado ooniac aemente restrictivo: el del Cilapelain tlit:ai//1 CM~ philosophiques et.
liUúGita.. 1928. JI.. R.- J51).
-32-
-33-
a un tema vulgar (real y de actualidad): la parodia estricta (Cha- parodia con Le Chapelain dkoíffl, el /.,aroww del siglo :xx (1928)
pelain dlcoiffé);_ ya inventando por vía de imitación estilística un Jo sustituye.sin mú por V-ú-güi"trin,ati: «Paroauz: travestimíen-
nuevo texto noble para aplicarlo a un tema vulgar: el pastiche to burlesco de un poema, de una obra seria: Scarron hizo una
heroico-cómico (Le Lutrin). Parodia estricta y pastiche heroico- parodia de La Eneiclaa (o sea, exactamellle lo que su editor Four-
cómico tienen en común, a pesar de sus prácticas textuales com- oel negaba setenta. afios antes). En nuestros días, el Larousse
ple~te distintas (adaptar un texto, imitar un estilo), el intro- ~ de 1957 o e1 ~ Robnt de 1967 testimonian esta
ducir 1qt tema vulgar sin atentar a la nobleza del estilo, que con- nueva wfgata: Ull'Oll8ltr. «Travestimieato burlesco de una obra
servan .'-<>n el texto o que restituyen por medio del pastiche. Estas de literatura seria: parodia de La Eneida. Por mensión: toda
dos prácticas se oponen juntas, por este rasgo común, al traves- imitatión burlesca, ir6nic::a»; Robnt: .•Imitaci6ri burlesca (de
timiento burlesco: por tanto, podemos incluir a las dos bajo el una obra sma). V-,rgile trtnle$tí, de Scarron, es una parodia de
rérmíno común de parodia que, por lo mismo, no nos sirve para la &teü/4.c 'Fipradainentc: - simulación grotesca».
En los dos
el travestimiento burlesco. Un sencillo esquema puede represen- casos, el tra\reStimícnto :burlesco se presenta como sentido pro-
tar este estado (clásico) de la vulgata: pio de parodia, el pastiebé satírico -o cómico como su sentido
amplio o fiprado, y expresiones tales· como «imitación burles-
ca• o «simulaei6n grotacá» oscurecen la frontera entre estas dos

~ noble vulgar prácticas. Todavía estos · artículos de dléaonarios se ven obli·


o gados por profesión, y por tradicidn, a un cierto barrido del
campo léxico. En la conciencia ~•. et 1mnino -parodia ha
noble <mt.c.ROS NOBLES PARODIAS llegado a evocar espondfteamQte; y exclusivamente, el pastiche
(epopeya, tragedia) (parodia estricta, satírico, -y pór tanto i ·~ equivalente a imittici6n satfrica [ char•
pastiche heroico-cómico) ge] o caricalllra, como en ·JocuciOnes habit_uales del tipo «paro-
dia de la justiciait o «paiOdia del waterll•, o tan transparentes
vulgar TRAVESTIMIEJl,'TO G~EROS CÓMICOS
BUJtLESCO (comedia, narración
como la de los Goncomt a·J)l'(Jp6Sito del parque de Vmcennes,
1 :ómica) «parodia de bosque»•. Los ejemplos serian innumerables. Para
1 resumir, retuerdo que relevantes estucfios SI muestran
una aplica•
ción (casti c5oostante det tfflnino ;,aro& al pastiche· Satírico, y
Este parentesco iuncionai de la parodia y del pastiche heroi- disfü1guco (casi} constamemente _la parodia del pastiche como
cc,-cómico se iiµstra muy bien en el recurso constante , Jel se- una imitación mis cargada de efecto iatfrico o· caricaturesco.
gundo a la primera: la Batracomiomaquia hurta sistemáticamente
a. La [liada fórmulas guerreras que aplica a sus animalitos com-
En 1977 aparece en Prancla una ~ ó n de pastiches satí•
batientes; y cuando la relojera de Le Lutrin apostrofa a su ma-
lD Gennmie Lacertem. cap. XLVID.
rido para hacerle desistir de su expedición nocturna, su discur- 3' Citamos entJe b mejores: BAIÍl'l'JJCI, Ítm'ATIUI, passim; H. MAR-
so aparece salpi~do, como veremos, de préstamos tomados de los ICIEWJC::Z. «On tbe defiaitioa of liway ,...,_,-To Honor R. fakobson,
textos canónicos en situaciones parecidas. Mouton, 1967; ·o. lor, «i.. parodie: ~ : l J U leclare?•, Le Discours
En el siglo XIX este campo semántico se modifica rápida- 8-- ~ . d!tl,,Jieu com•
et le Suiet, Naaterre, t!J72..t973: C.
mente a medida que el travestimiento burlesco entra en las acep- mun lz la parodie, Larousa, 1974; C. MPT.-,, cSituation dé ·1a parodie».
Cahias du xx lih:le, t916; L. Duim, Si,d;;, .Porotli4, Calanbour, Stan•
ciones de parodia y que pastiche, importado de Italia durante ford U. P.• 1978; L. Hurcemir, «Moda et formes du narcissisme littérai-
el siglo >.,-ym, se impone para designar el hecho mismo (cual- dc», «lronie et parodieit, dronit, puodie., 11ahit; Poitiqw 29 (197i). 35·
quiera sea su función) de la imitación estilística, mientras que (1978) y 4ó (1911). En ata CIOllfuli6a ,..i,eac:ontramos también el
la práctica de la parodia estricta tiende a borrarse de la concien- empico parad6jico de,-- por «pllOllp; ..i,·ai ú Norule del 5 de
junio de 1976, «Scillcia ,-cicbe ~ , -'IC trata evidentemente de
cia literaria. Pierre Larousse ilustraba en 1875 su definición de
Candido, que es un trnt:F&bsde• - ~ - - • ~ -
-34- -35-
ricos con el título de Parodies 32 • La ausencia en este campo de VII
la parodia estricta y del travestimiento burlesco. procede de una
desaparición cultural de estas prácticas, hoy sumergidas en la
de la imitación estilística -a pesar de la persistencia e incluso Para terminar con esta tentativa de «saneamiento de la situa-
la proliferación de la práctica paródica en las formas breves ción verbab (Valéry) conviene quizá precisar. por última vez,
como el título o el eslogan (volveré sobre esto), y algunos super- y resolver, con la mayor claridad posible, el debate terminoló-
vivientes populares del travestimienter-. Cuando un esfuerzo de gico que nos ocupa y que en adelante no debe ya estorbamos.
consciencia o de resurrección histórica reintroduce estas form!ls El vocablo parodia es habitualmente el lugar de una confu-
en el campo semántico, se obtiene una estructura más comprehen- sión muy onerosa, porque se utiliza para designar tanto la defor-
siva, que reagrupa juntas bajo el término de parodia las tres for- mación lúdica, como la transposición burlesca de un texto, o la
mas que tienen una función satírica (parodia estricta, travesti- imitación satírica de un estilo. La raz1n principal de esta confu-
miento. imitación caricaturesca), dejando aparte el pastiche puro, sión radica en la convergencia funcional de estas tres fórmulas,
entendido a contrario como imitación sin función satírica: así 1ue producen en todos los casos un efecto cómico, en general
diremos que los pastiches de Proust son pastiches puros, y que a expensas del texto o del estilo «parodiado»: en la parodia es-
los de Reboux y Muller son parodias o pastiches paródicos. tricta, porque su letra se ve ingeniosamente aplicada a un objeto
Esta distribución común responde, conscientemente o no 33 , a que la aparta de su sentido y la rebaja; en el travestimiento,
Wl criterio funcional, parodia implica irresistiblemente la con- porque su contenido se ve degradado por un sistema de trans-
notación de sátira y de ironía, y pastiche aparece por contraste posiciones estilísticas y temáticas desvalorizadoras; en el pastiche
como un término más neutro y más técnico. Podemos represen- satírico, porque su manera se ve ridiculizada mediante un pro-
tarla impcrfectamente 34 en el siguiente cuadro: cedimiento de exageraciones y recargamientos estilísticos. Pero
esta convergencia funcional enmascara una diferencia estruc•
/unción satírica: «parodias• no satírica tural mucho más importante entre los estatutos transtextuales:
la parodia estricta y el travestimiento proceden por transfor-
,eneros PAAOOIA TRAVUTIMIENTO PASTICHE PASTICHE mación de texto, el pastiche satírico (como todo pastiche) por
ESTRICTA SATfUCO imitación de estilo. Como el término parodia, en el sistema ter-
minológico corriente, se encuentra, implícitamente, y, por tanto,
l2 De M. A. Bumier y P. Rambaud, en Balland. En ya el titulo de una confusamente, investido de dos significados estructuralmente dis-
compilación inglesa muy anterior. El empleo de parody para designar el cordantes, tal vez convendría tratar de refonnar dicho sistema.
pastiche satírico es, sin duda desde antiguo, más corriente ea inglés, en el Así pues, propongo (re)bautizar parodia la des~ación de
que paJJidre resulta un cuerpo extraño. Así pues, nuestra wlgata com-
pona una pane de anglicismo. texto por medio de un mínimo de transformación, tipo Chapelain
J3 A veces me pregunto si la confu-ión que reina en la vulgata no se décoif/é; travestimiento, la transfonnación estilística con función
debe en pane a la secreta asociación léxica de los adjetivos par6dico, satí- degradante, tipo Virgile travesti; imitación satírica [chargeJ » (y
rico e irónico, que se evocan fkilmente uno al otro.
,. Muy imperfectamente, porque la nitidez de un cuadro apenas da se muestra sorprendentemente estable: 5 por 100 de respues+.as correctas
cuenta de un usq tan impreciso. Así, la imitación satírica responde a la (a mi juicio), 40 por 100 demasiado confusas para ser significativas, 55
vez a uno de los sentidos de parodia, y a uno de los matices de pa$1iche, por 100 conformes a la vulgata. Quiza es aquí el lugar de rcconoc:er en
que Robert define como cuna obra li~ria o artística en la cual el autor Fi1ura ll, p. 163, y en Mimologiqua, pp. 10 y 428, un empleo de parodia
ha imitado, ha contrahecho la manera, el estilo de un maestro••. a menu- tambiál conforme a la vulgata.
do por juego, ejercicio de estilo o con una intención paródica, satírica•. JS Mejor que caricatura, cuyas connotaciones piflCIS podrlan dar lugar
Sólo en oposición, cuando se intenta distinguirlos, pasJidw y parodio se a equívocos: pues la caricatura grifa a a la vez una «imitación• (re-
conespcmden respectivamente con imitación lúdica y satfrica. He tenido presentación) y una transformación satírica. Los hechos no pertenecen
•.-oc:aí6íi-de'~1f a ftUp0S de estudiantes ftanceses o americ:anoa, que re- aqu{ al mismo orden de los que. WIUIDOli analizando, ni porl01 .medioe
dactuen una definición de estos dos términos. La media de estos IODdeos empleados ni por )os objetos, que DO IOD latos, lino personas.

-36- -n--
no parodia, como en paginas anteriores) el pastiche satírico, extirpar de él un término o una acepción heredados, una costum-
cuyos· ejemplos canónicos son los A la manera de ... , y del cual bre adquirida. No pretendo censurar el abuso de la palabra
el pastiche heroico-cómico es una variedad; y simplemente pas- parodia (puesto que. en suma. es fünclámentalmente de esto de Io
tiche la imitación de un estilo sin función satírica, como ilus- que se trata), sino solamente señalarlo y, a falta de no poder en-
tran al IIJ$DOS algunas páginas de L'Affaire Lemoine. Finalmente, mendar efectivamente este cantón del léxico, proporcionar al me-
adopto el término general de transformación para subsumir los nos a sus usuarios un instrumento de control y de puesta a punto
dos primeros géneros, que difieren sobre todo en el grado de que les permita, en caso de necesidad, determinar con bastante
deformación infligido al hipotexto, y el de imitación para subsu- rapidez en qué están pensando (eventualmente) cuando pronun-
mir los dos últimos·; que sólo se diferencian por su función y su cian (al azar) la palabra parodia.
grado de intensificación estilística. De aquí sale una nueva distri- Tampoco pretendo sustituir absolutamente el criterio fur.cio-
bución, ya no funcional, sino estructural, puesto que separa y nal por el criterio estructural, sino solamente desocultarlo, aun-
aproxima los géneros según el criterio del tipo de relación {trans- que no sea más. que para hacer sitio, por ejemplo, a· una forma de
formación o imitación) que se establece entre el hipertexto y su hipertextualidad de una importancia literaria incomparablemente
hipotexto: mayór que la del pastiche o de la parodia canónica, y que llamaré
por el momento parodia seria. Si acoplo aquí estos dos término~,
imitación
que en el uso común forman oxúnoron, 'lo hago deliberada-
rclaciór: transformación
1 mente y con el fin de indicar que P.U8 ciertas fórmulas gené-
;_.Ít:!!TCS
1 ?,UUlDlA TRA\"ESTI· lMITA(;IÓS PASTICHE
ricas no bas!a con una·-definición puramente funcioriál: si se
MIF.\70 SATÍRICA :iefine la parodia sólo por su función burlesca, no podemos dar
1 1 1 cuenta de obras como Hamlet de Laforgue, Electre de Giraudoux,
Doctor Fausto de Thomas Mann, Ulyue de Joyce o Vendredi de
Vn mismo cuadro puede recapitular la oposición entre las dos Toumier, que, sin embargo, mantienen con su texto de referencia
distribuciones, que siguen repartiéndose, claro está, los mismos er mismo tipo de relación que Virgile travesti con La Eneida.
objetos, es decir, los cuatro géneros hipertexruales canónítos:. A travé~ de las diferencias• funcionales hay, si no una ider.:tidad,
a! menos una continuidad de procedimiento que es preciso asu-
distribuci6n ordinaria (funcional) mir y que (como lo anunciaba más arriba) impide limitarse sola-
mente a las fórmulas c:anómcas.
:;,:r..d:RJ satírica («parodia,.) no satirica Pero, como se habri sin duda advertido, la distribución «es-
(«pastiche•) tructural» . que. propongo conserva .un rugo en común con la
distribución tradicional: 1e trata, dentro de cada una de las
géneros PAROX>IA TRAVUTI· IMITACJÓS PASTICHE grandes categorías relacionales. de la ~ci6n entre parodia y
IOV,"TO SATÍRICA
travestimiento por una parte, y entre .imitación satírica y pas-
tiche por la otra. Esta última 1e bua nideatemente en un criterio
reiación transformación imitatión
funcional, que es siempre la oposic:idn entre satírico y no satí-
rico; la primera puede estat moti'vtda por un crlteijo puramente
distribuci6n estructural
formal, que es la diferencia entre.~. ~ f o ~ semán-
tica (parodia) y una ttanspOSición·estillstica (travestimiento), pero
,ü proponer esta reforma taxonómica y terminológica, no me implica también un aspecto fuacional;; pues· es innegable que el
hago demasiadas ilusiones sobre la suene que le espera. Como travestim.ienfo es más satírico, o -mfs agresivo, en relación a su
la experiencia ha demostrado tantas veces, si nada hay más fácil hipotexto, que la parodia, que: propiamente hablando, no lo
que introducir en el uso un neologismo, nada hay más difícil que toma por objeto de un tratami~to estilístico comprometedor, sino

-38-
sólo como modelo o patrón para la construcción de un nuevo
texto que, una vez producido, ya no le concierne. Mi clasifica-
-"'...
.!:
--;.
ción sólo es estructural en el nivel de la distinción entre grandes
tipos de relaciones hipertextuales, y se vuelve funcional en el
ni\"el de la distinción entre prácticas concretas. Sería mejor en-
z
,o
i:i
-
~
~
~
o
:::
-i
~
tonces oficializar esta dualidad de criterios y hacerla aparecer o
·.:... iñ
o ~ <
¡¡¡
en un cuadro de dos entradas, una estructural y otra funcional
~
t .,111 =ª...a
"' z"' :s
-algo parecido al cuadro {implícito) de los géneros en Aristó- .
<
= !..... z
,o
teles, que tiene una entrada temática y otra modal: .
<
ü
8ªª
!
-.3
~ . DO satírica utfrica ....
~
"5.... ~
transformación PAIGIIJA TMVUTIMJJNTO ::::,
~ '!;
<
-3
111 ! u t
imitación PASTICHE IMITACIÓN SATfalCA [dla,•J JJ:
¡
i
;::
"'111>
t
J!
~
-.
¡¡
~
:!!
E
i
Pero si es preciso adoptar o recuperar. al menos parcial- •.< ~
..... 1 J!
mente, la distribución funcional, me parece que se impone una
corrección: la distinción entre satírico y no satírico es demasia-
.
!
~ ~
......
.,
do simple, pues hay, sin duda, varias maneras de no ser satí-
rico, y la frecuencia de las prácticas hipertextuales muestra que
es necesario, en este campo, distinguir al menos dos: una, de la
que resultan manifiestamente las prácticas del pastiche o de la ;.- .;-
.s
parodia, apunta a una especie de puro divertimento o ejercicio
ameno, sin intención agresiva o burlona: es lo que llamm el
régimen lúdico del hipertexto; pero hay otra, a la que acabo de
o
:a
<
8 f !!
ü
¡:
i
.:s
.• .5
."' -~~
.t- --
aludir al citar por ejemplo e) Doctor Fausto de Thomas Mann, S! < -!! <
y a la que bautizo ahora, a falta de un término más técnico, su ~
~
régimen serio. Esta tercera categOria funciona) nos obliga a am- ~
pliar nuestro cuadro por la derecha para hacer sitio a una tercera
columna, la~ de las transfonnaciones e imitaciones serias. Estas
dos vastas categorías no han sido nunca consideradas en sí mis- ¡
mas, y, por tanto, ·no tienen todaria nombre. Para las transfor- .! s:
maciones serias, propongo el término neutro y extensivo• de f 1!
~ Es qui2' .i único m6ito, pero toc1os 1os demá tinninos posibles
(reescritura, rccuperaci6n, anqlo, ráecci6n, revisión, refun6:i6n, etc.)
presellbibau todavfa JÚS inconvenienla; tldemú, aimo..ftfflMI. la pre- i"'...
.2·
•s:
::•
1
sencia cid prefijo ,,.,,,... ofrece una c:íata ventaja paradiplitica.
..

-,- 40 ....
-••--
transposici6n: para las imitaciones serias, podemos tomar pres- sólo que, entonces, el entrecruzamiento con la categoría de las re-
tado' ·ir hr antigua iengua un término casi sinónimo de pastiche laciones resultaría irrepresentable en el espacio de dos diqlensio-
o de apócrifo, pero también más neutro que ellos: forgerie. nes de la galaxia Gutenberg. Por lo demás, no ignoro que la tri-
De aquí sale este nuevo cuadro más completo, y provisional- partición de los regfínenes es bastante e1emental (un poco como
mente definitivo que, al menos, nos servirá de mapa para la la determinaci6n de los tres colores «fundamentales», azul, ama-
exploración ,siel territorio de las prácticas 37 hipertextuales. Como rillo y rojo), y podríamos afmarla introduciendo otros tres grados
ilustración, indico entre paréntesis. para cada una de las seis en el especí..o: entre el lúdico y el satírico, consideraría de buena
grandes cat~orías, el título de una obra característica cuya elec- gana el irónico (es, frecuentemente, el régimen de los hipertextos
ción es inevitablemente arbitraria• e incluso injusta, pues-las obras de Thomas Mann. como Doctor Fllll1to, Carlota en W eimar y
singulares son siempre, afortunadamente, de estatuto más com- sobre todo José y sus htrinllnos); entre el satírico y el serio, el
plejo que la especie en la cual las incluimm 38 • régimen polémico: con esta intención Miguel de Unamuno trans•
Todo lo que sigue no será, en cierta forma, más que un exten- pone El Quijote en su 'riolentamérite ·arintérvantiria Vida de Don
so comentario de este cuadro, que tendrá come prinéipal efecto, Quijote y Sancho, lo mismo _ocurre con la anti-Pamela que Fiel-
según ~pero, no justificarlo, sino confundirlo, diso:verlo y, final- diñg titulará Slurmela; entre el lúdico y el serio, e] humorístico:
r:iente, borrarlo. Antes de abordar esta tarea, tres palabras sobre es, ya lo he dicho. el régimen dominante de algunas transposicio-
dos aspectos de este cuadro. He sustituido _f un~ión por régi- nes de Giraudoux. como Elp6nor; pero Thomas Mann, constante-
men, por ?arecerme un término más fiexibíe y menos drástico, mente, ósclla entre la ironía y el fnimor: nueva gradación, nueva
:,ero sería inj!enuo hnaginar que se pueda trazar una frontera interferencia. Así son las grandts ·obras. Tendríátnos entonce,,
estanca entre estas grandes diátesis dei funcionamiento socio- a titulo meramente indicativo;
. . .
un . rosetón
-
de este tipo:
\

psicológico del hipenexto: de ahí las grandes iíneas de puntos


discontinuos, que permiten eventuales gradaciones entre pasti-
che e imitación satírica, travestimiento y transposición, etc. Pero
la configuración tabular tiene el insuperable inconvenienie de
hacemos creer en un estatuto fundamentalmente intermediario
de lo satírico, que separaria siempre- inevitablemente, v como na--
!Uralmente, el régimen lúdico del serio. Esto no es ~í en modo
alguno, y muchas obras se sitúan, por el contrario, en la frontera,
:... posible de representar aquí, entre el lúdico y el serio: basta
pensar en Giraudoux, por ejemplo. ·Pero intercambiar las colum-
nas del régimen satírico y del lúdico acarrearía una injusticia
inversa. Lo mejor sería imaginar un sistema circular, parecido
al que proyectaba Goethe para su tripartición de los Dichtart«n,
en el que cada régimen estaría en contacto con los otros dos,
En compensaci61).-.~.Ja.61iaai6aame los dos tipos
de relaciones mucbc>-•.i-. , ~ . de1hí 1a frontera abso-
37 Teniendo en cuenta, de una parte, su estatuto a menudo paralitera-
rio, y, de otra, la extensión transgenérica de algunas de sus clases, prefiero lut": que los separa.·~•·no-'•• •1'10dc> algúooJa posibi-
lidad de prácticas mixtas, ;flllD 116illÜIIIO bipenmo puede, a la
evitar la palabra género. Práctica me parece aquí el término más cómodo
;· ;::-;ó:; pertinente para designar, en suma, tipos de operaciones. vez. por ejc¡nplo, ~ - " • ,hipelllil • imitar a otro: en
38 •Como ej~pfo del tipo de for8fflt he seleccionado una obra poco
cierta fonp, eJ ~~: asfate:;,p .~ormar un texto
conocida pero aJUstada a los cánones: Úl Continuación dz Homero de noble imitando el estilo de otro texto, mú difuso, que es el discur-
Quinto de Esmima. que es una continuación de La iliada. Me volv~ a
reft-rir a ella, por descontado. so. wlgar. Se pue~ inclUJO U8DSÍ.Ql'JDlf;.J.~ a la vez el mis-

-42-
mo texto: es un caso límite del que hablaremos a su debido tiem-
po. Pero, como más o menos decía Pascal, el que Arquímedes
fuera a la vez príncipe y geómetra, no debe llevamos a confundir
nobleza y geometría. O, como diría esta vez M. de la Palice, para
hacer dos cosas al mismo tiempo es necesario que las dos cosas
sean distintas.

Todo lo que sigue, pues, -consistirá en observar desde muy


cerca cada una de las casillas de nuestro cuadro, en proceder a
veces a distinciones más sutiles*, y en ilustrarlas con algunos
ejemplos elegidos ya por su carácter paradigmático, ya, al con•
trario. por su carácter excepcionai ~ paradójico, ya sencillamente
por su propio interés, aunque su presencia resulte molesta digre-
sión, o saludable diversión: todnía aquí la alternancia, más o
menos reglada. entre crítica y poética. En relación al damero
(quizá habría que decir marelc o íuego áe la oca) dibujado por
nuestro cuadro, nuestra andadura será aproximadamente la si-
guiente: terminar con la casilla, ya explorada en más de la mitad,
de la parodia .:lásica y moderna {Capítulos VIII a XI); pasar al
travestimiento. bajo sus formas burlescas y modernas (capítu•
los XII y XIII); pastiche e imitación satírica, a menudo difí-
ciles de distinguir, nos ocuparán en los capítulos XIV al XXVI,
junto con dos prácticas complejas que tienen un poco de todo
a la vez, la parodia mixta y la antinovela; después, algunas per-
formances características de la imitación seria [forgerie], y más
particularmente de la continuación (capítulos XXVII al XXXIX);
finalmente, abordaremos {del X al LXXX) la práctica de la trans-
posición, la rná~ rica en operaciones técnicas y en investiduras
literarias; habrá llegado entonces el momento de concluir y de
guardar nues.tras herramientas, pues las noches son frescas en esta
estación .

.w Ninguna de las cpdctica» que figuran en e) cuadro a elemental, Y


queda por analizar cada una de ellas, en particular la transposición, en
operacioocs mú sencillas; inwnarneme, tendremos que examinar pros
mú complejos, mixtos o de dos o tra plicticas fundamentales, que por
ao DO paodaa aparecer aquí.

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