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principios que orientan y direccionan la tarea a nivel provincial, pero que sobre todo
cobran presencia y traducción en acciones y propuestas de la micropolítica escolar.
● Primer principio: centralidad de la enseñanza.
La enseñanza debe ocupar el centro de la tarea y el aprendizaje debe ser garantizado
en todos los niveles y todas las modalidades para debatir abordar analizar y producir
los saberes pedagógicos necesarios
● Segundo principio inclusión en la clave de igualdad
Garantizar el acceso la permanencia y el egreso con aprendizaje de todas y
todos las y los estudiantes
● Tercer principio la identidad en tanto construcción social e histórica.
Atender reconocer y poner en valor la multiplicidad de posiciones
identitarias en el territorio bonaerense
● Cuarto principio la educación sexual integral como derecho la educación
ambiental integral y la educación intercultural. Ofrecen un campo de
trabajo atravesado por diferencias diversidades y desigualdades que
representa un avance cualitativo significativo así como el derecho a la
diferencia y la inclusión educativa como política de estado la igualdad
resulta un Punto de partida en un camino compartido de responsabilidad
entre la educación inicial y todas las modalidades que integran el sistema
educativo.
Es una perspectiva que se tiene que tener en cuenta desde el nivel inicial para que los
niños y sus familias estén en contacto con ella y construir vínculos de reconocimiento y
respeto hacia las experiencias sociales y culturales que son importantes no solo para
este nivel sino para toda la trayectoria escolar.
Educar en esta perspectiva requiere desde la primera infancia, valorar las diferencias
como parte de la sociedad. Reconociendo las múltiples identidades, ya sea étnicas y
nacionales, de género, de discapacidad, de diversos territorios, para promover la
igualdad. Oponiéndose a cualquier tipo de discriminación entendiendo a la desigualdad
como un problema de la sociedad que se debe revertir.
Durante la pandemia nos vimos afectados por una profunda desigualdad que nos llevó
a otras formas de precarización y distanciamiento en la vida cotidiana. Si bien las
desigualdades persistentes, que son: las condiciones económicas, las experiencias de
vida, las relaciones de opresión, estas se profundizaron y expandieron. La realidad nos
mostró la importancia del contacto y el encuentro cotidiano entre niños y niñas para la
tarea pedagógica. Frente a esta vulnerabilidad vivenciamos la importancia de
estructuras, instituciones, relaciones y prácticas que son necesarias para la continuidad
de la vida y sin las cuales nos sentimos en la intemperie.
Dentro de la acción pedagogía una mirada intercultural aporta una noción revisada y
deconstruida de capacidad, cuestionando los conceptos de autonomía e independencia
de las niñeces desde una posición de las personas adultas.
La noción de desarrollo infantil se aborda según las condiciones de cada niño o niña
lejos de los parámetros normativos, como pasaba con el género y la discapacidad.
Llevar adelante la educación sexual desde una mirada integral supone hacer de las
escuelas espacios inclusivos y respetuosos donde todas las personas tengan derecho
a la libre expresión, a vivir su orientación sexual y su identidad de género sin
discriminaciones ni violencias.
Para el Nivel Inicial la ESI supone el enriquecimiento de los procesos de enseñanza y
aprendizaje en pos de promover experiencias vitales más justas para las niñas y los
niños.
En la actualidad encontramos aún representaciones generalizadas sobre la sexualidad
y la identidad infantil, por ejemplo, cuando creemos que “todavía son demasiado
pequeñas y pequeños” como para saber qué desean, qué prefieren, qué les gusta. Al
abrigo de determinadas ideas acerca de cómo son y deben ser las niñas y los niños
respecto de la sexualidad, a las personas adultas muchas veces se nos dificulta la
comprensión de sus interrogantes o inquietudes y de lo que expresan desde la
exploración y curiosidad. Incluso solemos interpretar que son parte de un juego, como
si ello le restara importancia a sus vivencias y experiencias o como si en el propio
desarrollo del juego no se elaborara la sexualidad.
Ejercer los derechos: El punto de partida es la concepción de las niñas y los niños
como sujetos de derecho, a ser escuchados y no discriminados, a la igualdad de
oportunidades, a tener acceso a servicios de calidad, a ser educadas y educados en la
participación, a exigir el cumplimiento de sus derechos, de manera que las instituciones
del Estado, la comunidad y, en general, la sociedad civil, deban garantizarlos.
Se destaca en este eje el derecho de niñas y niños a no ser maltratados, a la salud y al
acceso a condiciones dignas de higiene y, al mismo tiempo, la autoridad respecto de su
propio cuerpo. Esto se traduce en la promoción de prácticas de cuidado relacionadas
con la prevención de las diversas violencias y situaciones de vulneración de derechos
como el maltrato infantil, el abuso sexual en la infancia y la trata de niñas y niños.
Valorar la afectividad: El trabajo con y desde la afectividad se articula a su vez con las
prácticas de autocuidado y cuidado hacia las y los demás, el respeto de la intimidad
personal y ajena, así como también con el rechazo de toda forma de violencia. De allí
la importancia de enseñar a poder decir no ante situaciones que vulneren los derechos
de niñas y niños. Es por ello que “Cuando en la escuela se favorece el análisis y la
expresión de emociones y sentimientos, se crean mejores condiciones para el abordaje
de las distintas situaciones que pueden suceder (...) Tener presente el aspecto afectivo
no implica anular o invisibilizar las tensiones o los conflictos que existen en todos los
vínculos; por el contrario, nos permite dar cuenta de esas tensiones y abordarlas de la
mejor manera posible para que no se resuelvan, por ejemplo, desde la violencia.
En el jardín de infantes el abordaje de la afectividad tiene que ver con intervenciones
tendientes a promover formas de vinculación colectiva, de lazos de solidaridad y
compañerismo.
El cuidado del cuerpo y la salud: Desde este eje se promueve la autonomía
progresiva de las niñas y los niños respecto de los conocimientos, las actitudes y los
hábitos en torno a las prácticas de autocuidado y la participación responsable del
cuidado de las y los demás y del ambiente. Así el cuerpo es como una construcción
cultural, que se materializa y elabora sobre el soporte dinámico de la vida orgánica y se
visualiza a través de diversas manifestaciones corporales, como son la mirada, la
escucha, el contacto, la gestualidad expresiva, el rostro, la voz, las praxias, la actitud
postural, los sabores, la conciencia de dolor y de placer, etc.
Se busca contribuir también con la construcción de una mirada problematizadora sobre
las representaciones sociales que se hacen de los cuerpos en relación con ciertos
cánones de “normalidad” y estereotipos de belleza corporales de niñas y niños, mujeres
y varones y las desigualdades que generan.
Nuestro sistema educativo bonaerense es vasto y heterogéneo, construido con firmeza y con el
ejercicio de derechos como premisa central. Las múltiples diferencias que lo habitan han ido
ganando un lugar, disputando sentidos y ampliando derechos, desafiando la homogeneización
y la uniformidad para constituir la experiencia de estar juntos y aprender.
Hoy más que nunca será necesario considerar las políticas llamadas de inclusión como una
responsabilidad que no es excluyente de la modalidad de Educación Especial, ni exclusiva de
trayectorias educativas de niñas y niños con discapacidad que transcurren en el nivel. Será
entonces necesario reconsiderar el significante “inclusión” como el derecho de participación
para todas y todos desde la escuela en lo público, en los saberes culturales, en los derechos y
responsabilidades de ciudadanía, en la construcción de conocimiento.
La diversidad que constituimos todas las personas al establecer las categorías “iguales y
diferentes”. La inclusión puede ser pensada, entonces, como derecho de participación tanto en
escuelas de los niveles como en las escuelas de las modalidades y se expresa en diferentes
trayectorias escolares.
Ya en el segundo ciclo del nivel inicial, se incluyen actualmente miles de niñas y niños
que realizan su trayectoria en los jardines junto con la modalidad de Educación
Especial. Ese es nuestro horizonte y a la vez nuestro camino. Enseñamos juntos y
trabajamos a la par. En el caso de la educación inicial se realiza en parejas
pedagógicas junto a maestras y maestros del nivel. También se les asigna un lugar a
los especialistas a la tarea de la educación especial en el sistema educativo, supone
que quienes despliegan su labor con personas con discapacidad poseen un saber
técnico específico tal, que no es accesible al campo de quienes enseñan lo “común”.