Está en la página 1de 4

Formación de género en educación inicial convencional y no

convencional

El proceso a través del cual los individuos construyen su identidad de género


es complejo hasta el punto en que, ni siquiera, los términos que lo componen
resultan fáciles de abordar. La identidad hace referencia, por un lado, a
aquello que define a la persona como un ser singular y diferente al resto y,
por el otro, a lo que la conserva unida a un grupo de referencia. Partimos, por
tanto, de un término que abarca dos conceptos contrapuestos: Singularidad
(aspectos únicos que permiten diferenciarnos del resto de sujetos) y
homogeneidad (aspectos comunes que nos asocian a un grupo de
referencia). Se trata, tanto de una construcción personal como de una
construcción social que establece grupos y pautas de conducta.

La diferencia entre hombres y mujeres es la primera que nuestro cerebro


procesa cuando nos ponemos frente a otro ser humano estableciendo así,
una clara y rápida diferenciación entre ambos sexos con una seguridad
absoluta.

De acuerdo a la teoría del aprendizaje social de Bandura, la configuración de


la identidad de género supone algo más complejo y estructurado que, lejos
de ser heredado y atribuido a la persona desde su origen y nacimiento, es
aprendido y ensayado durante el transcurso de su vida, y la educación juega
un papel muy importante y podemos interpretar heurísticamente, que gran
parte de la responsabilidad de la interiorización de esta deseabilidad social
se da en las interacciones que se tienen en los primeros años de vida.

Actualmente la atención a la primera infancia está siendo reconocida como


una prioridad porque en ella se encuentra el potencial de mejorar la calidad
educativa, en este sentido la institución educativa encargada para atender a
la primera infancia es Educación Inicial, donde se divulga como eslogan que
“Los primeros años hacen la vida”, esta aseveración puede ser cuestionada,
mas es evidente la trascendencia que tienen los aprendizajes obtenidos en
estos primeros años.

En Venezuela la educación inicial favorece en las niñas y los niños el


reconocimiento y la valoración de su cuerpo como ser sexuado, el disfrute de
actividades con sus pares en condiciones de igualdad de género y
responsabilidad sexual, y preparándolos
Su finalidad es iniciar la formación integral de las niñas y los niños de 0 a 6 años de
edad en cuanto a hábitos, habilidades, destrezas, actitudes y valores basados en la
identidad local, regional y nacional, mediante el desarrollo de sus potencialidades y el
pleno ejercicio de sus derechos como persona en formación, atendiendo a la igualdad
entre los géneros, la diversidad e interculturalidad y la no discriminación. Se ejecuta a
través de dos vías de atención: la convencional y la no convencional.
La atención educativa convencional atiende a las niñas y niños de los centros de
educación inicial oficiales y privados tanto de las jornadas de 5 horas como las de 8
horas (Simoncito).
La atención no convencional se refiere a la atención integral de niñas y niños que se
encuentran fuera del sistema por diferentes factores: estructurales, sociales y
económicos. Se lleva a cabo mediante el desarrollo y la ejecución de estrategias de
formación, orientación y organización dirigidas a la familia y a la comunidad para
abordar el proceso de aprendizaje y desarrollo de sus hijas e hijos.
Desde estas dos vías se promueve la práctica social efectiva de relaciones de
construcción para la educación de la sexualidad en el marco de la cooperación,
solidaridad, convivencia entre las familias, las escuelas y las comunidades, allí los
niños y las niñas aprenden a desempeñar roles y a expresar
comportamientos apropiados a su sexo, según las normas establecidas;
transmitiéndose y reforzándose un código de género.
En la configuración o formación de estos patrones de identidad de género,
influyen una serie de actores sociales, tal como se establece en el Currículo
Básico Nacional de Educación Inicial (2005), el cual es constructivista-
estructuralista, es flexible, le da más importancia al niño y a la niña, como
seres activos partícipes de su propio aprendizaje, proyecta a la docente y al
docente como intermediaria e intermediario en la enseñanza-aprendizaje de
las niñas y de los niños y la familia juega un rol importante, ya que es desde
ese núcleo, donde el niño y la niña construyen sus primeros vínculos, sus
relaciones afectivas, aprenden hábitos y comportamientos. Hace énfasis en
la socialización, en la comunidad, en la escuela. La cultura también tiene un
rol fundamental, porque en ella se reflejan los patrones de crianza, las
conductas, las normas y las prácticas cotidianas que realizan las adultas y
los adultos significativos con los que las niñas y los niños tienen contacto.

Al respecto Prieto (1998) menciona que dentro de la familia y la escuela se


debe contemplar el tema del género como construcción social llena de
significados, desde la perspectiva del individuo, las colectividades y las
naciones. Debe estar disperso en la curricula y aparecer con tanta
recurrencia como sea posible, no sólo como contenido, sino como forma de
mirar y hacer preguntas a los otros contenidos. “No intervenir es perpetuar
los modelos existentes” (p.73).
Hierro (1992), señala que la educación democrática pugna por la igualdad
real, conservando la diferencia de género. Puntualiza que las mujeres no
quieren ser hombres, sino mujeres; no ser educadas como hombres,
gobernar como hombres, no crear como hombres, no amar como hombres;
desean ejercer su vida desde un cuerpo de mujer... se pretende trabajar,
amar y compartir con los hombres la creación.

Ante esto la escuela tiene un papel fundamental en la reproducción cultural,


pero a la vez puede ser un espacio de transformación, en la medida en que
los(as) profesores(as) hagamos posible la igualdad de oportunidades entre
niños y niñas.

Es por ello que Prieto (1998) menciona que dentro de la familia y la escuela
se debe contemplar el tema del género como construcción social llena de
significados, desde la perspectiva del individuo, las colectividades y las
naciones. Debe estar disperso en la curricula y aparecer con tanta
recurrencia como sea posible, no sólo como contenido, sino como forma de
mirar y hacer preguntas a los otros contenidos. “No intervenir es perpetuar
los modelos existentes” (p.73).

El reto para la educación, consiste en aportar elementos que combatan


estereotipos que condicionan el desarrollo equitativo de hombres y mujeres,
por lo que en los próximos capítulos se abordaran aspectos relacionados con
el cruce temático de la educación y el género, mas para contextualizar el
sentido en el que se abordara esta cuestión, es preciso considerar algunos
aspectos sobre el desarrollo de la interiorización de estereotipos de género y
delimitar el nivel educativo en el que giraran dichas reflexiones. Así pues, se
abordará en el siguiente capítulo el desarrollo de los niños de 0 a 6 años, las
distintas posturas teóricas y enfoques que explican el desarrollo, y en
particular, algunas reflexiones sobre el desarrollo de la identidad con
respecto a las diferencias de género.

Ante esto la escuela tiene un papel fundamental en la reproducción cultural,


pero a la vez puede ser un espacio de transformación, en la medida en que
los(as) profesores(as) hagamos posible la igualdad de oportunidades entre
niños y niñas.

Para poder llevar a cabo estas alternativas con miras hacia una equidad de
género se necesita de la participación de familia, escuela y sociedad para
que los niños se conviertan en ciudadanos comprensivos, autónomos, que
admitan diferentes puntos de vista llegando a acuerdos sin recurrir a medios
violentos y que sean capaces de aceptar a hombres y mujeres con los
mismos derechos y obligaciones que ellos.

También podría gustarte