Situaciones de Riesgo Social y Desamparo - Unlocked

[AFO02870W] Atención Socioeducativa
[MOD0247M8] Atención Socioeducativa

[UDI150C2N] Situaciones de riesgo social y desamparo
Introducción
La presente Unidad Didáctica se va a ocupar del análisis de las situaciones de riesgo y desamparo.
Cualquier definición de maltrato infantil se encuentra inmersa en el sistema social en que se
estructura todo grupo humano; por ello las conceptualizaciones de este término, están relacionadas
con aquello que una comunidad acuerda como prácticas de crianza y educación aceptables y con las
actitudes y valores que la definen.
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Resultados del aprendizaje
Analizar el maltrato infantil, el desamparo y los procesos de intervención.
Conocer el sistema de protección social.
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Mapa Conceptual
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1. Maltrato infantil: concepto
Cualquier definición de maltrato infantil se encuentra inmersa en el sistema social en que se
estructura todo grupo humano; por ello las conceptualizaciones de este término, están relacionadas
con aquello que una comunidad acuerda como prácticas de crianza y educación aceptables y con las
actitudes y valores que la definen.
El maltrato es intrínsecamente una etiqueta social, de tal modo que no basta con que una conducta
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sea nociva o perjudicial, sino que, además, debe violar alguna norma de aquello que se considera
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apropiado, de acuerdo con los valores del grupo. Por tanto, la definición del maltrato varía en
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función de criterios y valores tanto sociales como culturales, del espacio geográfico y del momento
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histórico, en que se produzca.
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Se entiende maltrato como cualquier daño físico o psicológico producido de forma no accidental a un
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menor, por personas o instituciones, que ocurre como resultado de acciones u omisiones físicas,
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sexuales o emocionales y que amenazan el desarrollo normal, tanto físico como psicológico o social,
del niño.
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1.1. Tipos de maltrato infantil

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Cuando hablamos de maltrato infantil nos estamos refiriendo a una serie de variadas conductas que
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pueden ser perjudiciales para los menores. Por tanto, estamos hablando de diferentes clases de
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malos tratos que presentan características diferenciadas, pudiéndose abordar su estudio desde
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diferentes perspectivas.
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Por su expresión o comportamiento cabe diferenciar entre:
Maltrato por acción: cualquier tipo de intervención de la persona que maltrata provocando un daño
físico o emocional.
Maltrato por omisión: se produce cuando se dejan de atender las necesidades básicas de los niños.
Por el ámbito de ocurrencia diferenciamos entre:
Maltrato familiar: se da en el hábitat cotidiano del niño, siendo agresores cualesquiera de las
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personas que conviven cotidianamente con él.
Maltrato extrafamiliar: se produce por determinadas instituciones o por la misma sociedad,
pudiendo ir dirigido hacia el niño como individuo o hacia la infancia como grupo.
A continuación, se presentan las diferentes formas de malos tratos, cada una de los cuales se
diferencia de las demás y presenta sus propias características:
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Maltrato físico: cualquier acción no accidental llevada a cabo por una persona que provoque
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daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo. La idea
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autoritaria y de propiedad genera, en muchas ocasiones, la agresión física, la cual se utiliza
como respuesta ante situaciones límite o conflictivas o como recurso para ejercer el control
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sobre el niño.
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Abuso sexual: aquellas situaciones en las que una persona, desde una posición de poder o
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autoridad, utiliza los contactos e interacciones con un menor para estimularse sexualmente él
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mismo, al niño o a otra persona (las conductas abusivas pueden suponer, o no, el contacto
físico).
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Maltrato psicológico: se trata de la hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla,

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desprecio, crítica o amenaza de abandono, y el constante bloqueo de las iniciativas de
interacciones infantiles, por parte de cualquier persona.

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Abandono emocional: falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa),

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expresiones emocionales y conductas de proximidad e interacción iniciadas por el niño, así

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como la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de los demás.

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Negligencia: aquellas situaciones en que las necesidades básicas del niño no son atendidas
por los responsables de su atención. En general, se puede decir que existe negligencia cuando
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se producen daños físicos o psicológicos como consecuencia de la falta de cuidado, supervisión,
atención y privación de las necesidades esenciales para el desarrollo físico, emocional o
intelectual del niño.
Maltrato prenatal: se refiere a la falta de cuidado, por acción u omisión, del cuerpo de la
futura madre o el autosuministro de sustancias o drogas que, de una manera consciente o
inconsciente, perjudican al feto del que es portadora.
Explotación laboral: aquella situación donde determinadas personas asignan al niño, con
carácter obligatorio, la realización continuada de trabajos, domésticos o no, que exceden los
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límites de lo habitual y que interfieren en las actividades y necesidades sociales o escolares del
niño.
Síndrome de Manchhausen por poderes: consiste en aquellas situaciones en las que se
somete al niño a continuas exploraciones médicas o ingresos hospitalarios, alegando síntomas o
enfermedades ficticias, las cuales son generadas de forma activa por el adulto.
Maltrato institucional: cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente
de los ámbitos públicos o privado, o bien derivada de la actuación individual del profesional
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que comporte abuso, negligencia, detrimento de la salud, la seguridad, el estado emocional, el
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bienestar físico, la correcta maduración o que viole los derechos básicos de los menores. Tal y
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como se desprende de esta definición, los malos tratos institucionales pueden producirse en
cualesquiera de los distintos escenarios de atención a la infancia, por tanto, podemos hablar de
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maltrato institucional en el campo de los servicios sociales, en el de la educación, en el sistema
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de salud y en el ámbito de la justicia. En este tipo de maltrato se pueden incluir todas las
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tipologías anteriormente señaladas y. en realidad, los protagonistas de este maltrato son las
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personas responsables de la atención, protección y educación del niño, así como los
responsables de las diferentes políticas aplicables a la infancia.

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1.2. Modelos explicativos del maltrato infantil: etiología del

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maltrato infantil
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Modelo psiquiátrico-psicológico
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El primer retrato teórico de los padres que maltratan a sus hijos y, por tanto, las primeras
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explicaciones sobre las causas del maltrato infantil se realizaron desde el modelo psicopatológico y
centraron sus estudios en las características psicológicas, así como en la existencia de
psicopatologías en los padres maltratantes, especialmente en las relacionadas con desórdenes
mentales y de personalidad.
Este modelo ha presentado dos vertientes:
Perspectiva psiquiátrica: de carácter intraindividual, se basa en la idea de que los padres
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maltratadores están mentalmente enfermos y emocionalmente desajustados. Estos trastornos
podrían llegar a bloquear, distorsionar e incluso impedir el desempeño adecuado del rol de
padres, pudiendo generar situaciones de maltrato hacia los hijos. Desde este modelo se destaca
la presencia de características en los padres que maltratan, tales como la presencia de
síntomas de tipo depresivo, ansiedad y bajo nivel de autoestima, antecedentes de abusos,
impulsividad y, por tanto, poco control ante las reacciones inmediatas, falta de previsión de las
consecuencias en la toma de decisiones, poca tolerancia ante situaciones de tensión, escasa
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capacidad empática, incapacidad o dificultades en la resolución de problemas, por señalar las
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más significativas. Sin embargo, la existencia de casos de maltrato infantil en los que los
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padres no padecían trastornos mentales cuestionó seriamente este enfoque.
Perspectiva psicológica: investiga aquellas características del funcionamiento psicológico
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que, sin ser patológicas, darían explicación a la aparición de situaciones maltratantes. Para ello
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se estudiaron, entre otros, los aspectos individuales relacionados con la historia temprana de
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los padres, sus habilidades y capacidades cognitivas, su historia de crianza y los mecanismos
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psicológicos utilizados para la resolución de problemas. Este enfoque, también intraindividual y
unifactorial, presta especial atención a los aspectos evolutivos y cognitivos de los padres,
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teniendo en cuenta cuestiones tales como la madurez personal y la complejidad psicológica, ya

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en
que se basa en el supuesto de que los padres maltratadores son personas caracterizadas por su
nivel de inmadurez, las cuales ponen en marcha formas y mecanismos de reacción ante
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determinado tipo de estímulos generados por los hijos, que se caracterizan por la impulsividad
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y el poco control.
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Modelos sociológicos
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A partir de los años setenta, se comienza a considerar, de forma definitiva, la importancia de los
factores socioeconómicos, así como la de los valores y prácticas culturales que sostienen y justifican
el uso de la violencia. De igual manera, serán entendidas como relevantes las situaciones de estrés
generadas por las deprivaciones de tipo económico y social a las que se ven sometidas ciertas
familias.
Bajo este modelo, se considera que la causa del maltrato está en la sociedad, de tal manera que
ciertas condiciones sociales como la pobreza, el desempleo o el aislamiento social actuarían como
poderosas fuentes de estrés en los padres. Todo ello podría alterar su capacidad de control,
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haciéndolos más propensos a la puesta en práctica de conductas maltratantes hacia sus hijos.
Algunos autores resaltaron la importancia de los factores socioeconómicos en la aparición del
maltrato infantil, a la vez que se oponen a la idea de que se dé en la misma proporción en todas las
clases sociales. Las investigaciones demuestran la elevada incidencia del maltrato y abandono en las
clases sociales más bajas.
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Sin embargo, el modelo psicológico-psiquiátrico, así como el sociológico, asumen implícitamente que
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las relaciones entre padres e hijos son unidireccionales, siendo los primeros los que únicamente
ejercen la influencia en el subsistema de las relaciones familiares. Obvian, por tanto, la influencia
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que las propias características de los hijos pueden ejercer en la dinámica relacional.
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Modelo centrado en la vulnerabilidad del niño

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Existe una laguna evidente en los modelos estudiados, ya que el niño maltratado es considerado
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exclusivamente como sujeto paciente y se omite la influencia de las características o la situación
personal de éste en las relaciones establecidas con sus progenitores. Este modelo, sostiene que en
todo análisis del maltrato infantil ha de ser considerado el papel que el niño ejerce en su propio
maltrato, ya que puede influenciar y perturbar las condiciones del ambiente familiar hasta tal punto
de que se produzcan situaciones de abuso. El modelo centrado en la vulnerabilidad del niño se
centra en las condiciones que posibilitan que unos determinados niños y no otros se conviertan en
sujetos maltratados; de igual forma, evidencian la alta frecuencia con que ciertos niños separados de
sus padres, a causa de su maltrato, resultan nuevamente maltratados en los hogares adoptivos.
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Algunos de estos factores pueden ser anteriores al nacimiento como, por ejemplo, la llegada de hijos
no deseados, niños con deficiencias o necesidades especiales, niños hiperactivos o con un bajo
umbral de irritabilidad, que son difíciles de calmar en sus llantos.
Modelo ecológico-ecosislémico
El modelo ecológico-ecosistemico, partiendo de una crítica hacía los enfoques parciales, recoge las
aportaciones más importantes de cada uno de ellos.
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La integración más completa y minuciosa de los distintos factores de riesgo del maltrato infantil ha
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sido la llevada a cabo por Belsky en su Modelo Ecológico.
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Belsky considera que el maltrato infantil se produce en un proceso de interacción de los diferentes
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niveles ecológicos (individual, familiar y ambiental), y entiende que las fuerzas ambientales, así
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como las características del cuidador y del niño, actúan de manera dinámica e interactiva en la
génesis del maltrato. Por tanto, este fenómeno es entendido como la expresión de una disfunción en
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el sistema padres-niño-ambiente, y no exclusivamente, como se sostiene desde otros

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posicionamientos, consecuencia de los rasgos patológicos de la personalidad parental, de un elevado

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nivel de estrés ambiental o de unas características particulares de los menores.

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Belsky, partiendo del Modelo ecológico del desarrollo humano de Bronfenbrenncr, adoptará la
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terminología de este investigador (microsistema. ecosistema y macrosistema), asumirá el concepto

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de desarrollo ontogénico propuesto por Tinbergen e irá integrando, en cada uno de estos niveles
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ecológicos o subsistemas, todos los factores que hasta el momento habían aportado las diferentes
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perspectivas. El resultado de esta síntesis es un modelo conceptual que permite articular, en
distintos niveles de análisis, los factores y procesos explicativos que contribuyen a la etiología del
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maltrato infantil.
El desarrollo ontogénico se refiere a la herencia que los padres arrastran consigo y en él se
consideran las variables relacionadas con su historia personal y de crianza de los padres, así como el
resto de los elementos que llegan a configurar su personalidad. Tanto la relación como el tipo de
cuidado y atención recibidos durante la infancia podrán condicionar la capacidad para el desempeño
del rol parental hacia los hijos.
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El microsistema hace referencia al contexto inmediato donde tiene lugar el maltrato, estando
incluidas en este nivel las características psicológicas y comportamentales de los miembros del
sistema familiar, presentando especial relevancia la interacción que se produce entre todos ellos.
El exosistema representa las estructuras tanto formales como informales en las que se encuentra
inmerso el microsistema familiar, fundamentalmente el mundo laboral y las relaciones sociales. Uno
de los aspectos más estudiados en este nivel ha sido el referente a las relaciones laborales y, más
concretamente, al desempleo.
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El macrosistema representa los valores culturales y los sistemas de creencias que permiten y
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fomentan el maltrato infantil a través de la influencia que ejercen los otros tres niveles, la persona,
la familia y la comunidad. Situaciones sociales como la crisis económica, las actitudes sociales hacia
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la infancia, la educación, la movilidad social y la emigración, entre otras, pueden afectar de manera
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importante a las distintas situaciones familiares y, por ende, a las posibilidades de ocurrencia de
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situaciones de violencia y malos tratos. Este nivel se puede considerar constituido
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fundamentalmente por variables socioeconómicas, estructurales y culturales que estructuran a todo
grupo humano.
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Este modelo teórico analiza el problema desde una perspectiva multicausal; no se interesa sólo por
en
la suma de los factores, sino por el efecto multiplicador que puedan poseer en su conjunto. Por
as
tanto, no basta con conocer y analizar los factores de riesgo, es necesario analizar sus relaciones y
estudiar sus efectos interactivos.

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2. Desamparo: concepto
Se puede definir la situación de desamparo como “la que se produce de hecho a causa del
incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por
las leyes para la guarda de los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia
moral o material.
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Por lo que, el concepto de desamparo se encuentra ligado a dos requisitos: uno de carácter
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subjetivo, representado por la falta de asistencia moral o material que sufre el menor de edad, y otro
objetivo, el incumplimiento o inadecuado ejercicio de los deberes de protección que provoca el

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estado carencial, afectivo o material en el menor de edad.

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Existen diferentes tipos de situaciones de desamparo, algunas de ellas son:

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El abandono del niño/a o adolescente.

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La existencia de malos tratos físicos o psíquicos o de abusos sexuales por parte de las personas
de la unidad familiar o de terceros con consentimiento de estos.
La inducción a la mendicidad, delincuencia o prostitución.
La drogadicción o el alcoholismo habitual del niño/a con el consentimiento o con la tolerancia
de los padres o guardadores.
El trastorno mental grave de los padres o guardadores que impida ejercer correctamente el
cuidado del menor.
Ausencia habitual de escolarización.
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La convivencia en un medio socio–familiar que perjudique gravemente el desarrollo del menor.
3. Desprotección infantil: concepto
Se considera situación de desprotección aquella en la que el menor tiene necesidades básicas sin
satisfacer, que le han provocado o se valora que es probable que le provoquen un daño significativo
en su bienestar y desarrollo.
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Los factores que pueden intervenir en la aparición de una situación de desprotección, son los
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siguientes:
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Circunstancias familiares y/o comportamiento parental:
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Imposibilidad temporal o definitiva de los padres/tutores o guardadores para ejercer los
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deberes de protección: por fallecimiento, encarcelamiento, enfermedad física, mental o
ea
toxicomanía incapacitantes, o causa de naturaleza similar y ausencia de familiares que se
hagan cargo del cuidado del menor (se incluyen menores extranjeros no acompañados).
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Incumplimiento por parte de los padres/tutores o guardadores de los deberes de protección:

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en
renuncia o no reconocimiento de maternidad/ paternidad, abandono total del menor, o causa de
naturaleza similar.
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Trato inadecuado (por acción u omisión) de los padres/tutores o guardadores hacia los menores
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de edad: maltrato físico, maltrato psicológico, negligencia física, negligencia psicológica, abuso
st
sexual, explotación laboral y mendicidad, modelo de vida inadecuado, maltrato prenatal,

ae
incapacidad parental de control de la conducta del menor.

m
Problemas o circunstancias externas, fuera del control parental a pesar de que la disposición
de los padres/tutores o guardadores es proporcionar un cuidado adecuado, por ejemplo:
La inexistencia, inaccesibilidad o ineficacia de los servicios de apoyo necesarios para los
menores.
Graves carencias económicas o materiales que afectan a la familia o la comunidad en la que
viven.
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Elevado índice de violencia en el entorno donde vive la familia o donde el menor desarrolla sus
actividades cotidianas (vecindario, centro escolar).
2.1. Tipología
La tipología de desprotección infantil es la siguiente:
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Maltrato físico, engloba:
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Agresiones físicas.
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Castigos físicos.
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Envenenamiento y administración de sustancias tóxicas.
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Síndrome de Münchausen por poderes.
Mutilación genital femenina.

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Maltrato psicológico, engloba:

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Rechazar.
Aterrorizar.
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Aislar.
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Exponer a situaciones de violencia en el hogar.

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Exponer a situaciones de violencia de género.

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Restringir la autonomía.
Sobreexigir.
Instrumentalizar en conflictos entre adultos significativos.
Negligencia física, engloba:
Negligencia hacia necesidades físicas: alimentación, vestido, higiene personal, etc.
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Negligencia hacia necesidades de seguridad: supervisión y protección ante situaciones que
provocan un daño significativo causado por terceras personas.
Negligencia hacia necesidades formativas: inasistencia injustificada y repetida a la escuela y
falta de colaboración e implicación de los padres/tutores o guardadores con el Centro Escolar.
Negligencia psicológica, engloba:
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Negligencia hacia necesidades de interacción y afecto.
Negligencia hacia necesidades de atención específica a problemas emocionales y/o
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conductuales.
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Negligencia hacia las necesidades cognitivas.
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Negligencia hacia necesidades de normas, límites y valores positivos.
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Abuso sexual, engloba:

in
En función de la relación entre la víctima y el abusador: abuso sexual intrafamiliar y abuso

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en
sexual extrafamiliar.
En función del tipo de contacto sexual: abuso sexual sin contacto físico, abuso sexual con
as
contacto físico agresión sexual y explotación sexual infantil.

ri
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Explotación laboral y mendicidad: los padres/tutores o guardadores asignan al menor con

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carácter obligatorio, la realización continuada de trabajos (domésticos o no) que:

m
Exceden los límites de lo habitual
Deberían ser realizados por adultos
Interfieren de manera clara en las actividades y necesidades sociales, formativas y/o de
descanso del menor
Son asignados al menor con el objetivo fundamental de obtener un beneficio económico o
similar para los padres, responsables o la estructura familiar.
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Modelo de vida inadecuado: el hogar donde vive el menor constituye por el rol,
comportamiento, actitudes, etc. de los padres/tutores, guardadores o miembros de la unidad
familiar, un modelo de vida inadecuado para su normal desarrollo por contener pautas
antisociales, delictivas o autodestructivas relacionadas con conductas delictivas, tráfico y/o
consumo de drogas o tóxicos, o legitimación de la violencia. Engloba:
Conductas adictivas.
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Tráfico de drogas.
Inducción a la delincuencia.
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Ejercicio de la prostitución.
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Legitimización de la violencia.
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Conductas socialmente inadaptadas.
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Maltrato prenatal, engloba:

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Descuido en el mantenimiento de hábitos de vida saludables.

l
en
Ausencia o incorrecto control sanitario.
Consumo de drogas durante el embarazo (tabaco, alcohol, cocaína, heroína, etc.)

as
Malos tratos a la madre durante la gestación.

ri
Rechazo manifiesto del embarazo.

st
ae
Abandono, los padres/tutores o guardadores del menor:

m
Le dejan solo deliberadamente sin intención de volver.
Han acordado con terceras personas que éstas asuman el cuidado del menor, y transcurrido el
tiempo acordado no vuelven para hacerse cargo de él y las terceras personas ya no pueden
asumir su cuidado durante más tiempo.
Dejan frecuentemente al menor bajo la responsabilidad de diferentes personas (desconocidas o
poco familiares para él) sin acordar o disponer de un plan estable para asegurar su atención o
una previsión temporal para la delegación de la responsabilidad.
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Expulsan o niegan al menor la entrada en el domicilio familiar.
Renuncia, engloba: negativa explícita a reconocer la paternidad/maternidad del menor o a
poseer/mantener cualquier derecho o responsabilidad legal sobre este. El ámbito sanitario, y
en especial el hospitalario, es quien más atiende estas situaciones con niños recién nacidos.
Son casos en los que los padres delegan la responsabilidad en las instituciones, renunciando a
sus derechos.
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Incapacidad parental de control de la conducta del menor, engloba:
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Problemas de comportamiento del menor tanto en el ámbito familiar como fuera del domicilio.
te
Utilización de estilos educativos inadecuados. .u
Falta de flexibilidad y adaptación a las necesidades evolutivas del menor.
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Padres que hacen dejación de sus responsabilidades provocando un vacío de normas y límites
en el entorno familiar.
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3. Procesos de intervención
Los servicios que integran el sistema de protección social a la infancia tienen la responsabilidad de
proporcionar a los niños que se encuentran en una situación de desprotección y a sus familias los
recursos y apoyos necesarios para garantizar la integridad de los menores y capacitar a los padres
para ejercer adecuadamente sus responsabilidades.
El proceso que habitualmente se sigue ante la presencia de un caso de desprotección infantil consta
c
de una serie de fases diferenciadas:
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du
Detección.
.e
Notificación.
Investigación.
te
Evaluación.
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Planificación de la actuación.
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Desarrollo del plan, seguimiento y revisión.
Cierre del caso.

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en
Este es el esquema básico del proceso de intervención y, como tal, suele estar sometido a
variaciones. De hecho, es preciso tener en cuenta que estas fases son interdependientes y no
as
necesariamente siguen siempre una dirección lineal. Por ejemplo, en algunos casos la seriedad y
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gravedad evidente del daño sufrido por el menor exigen que, como primer paso y antes de evaluar
st
con detalle la situación, se tomen medidas para garantizar su protección. Igualmente, aunque la
ae
separación entre las denominadas fases de investigación de la notificación y de evaluación se realiza
fundamentalmente basándose en la diferencia en los objetivos perseguidos por cada una de ellas, en
m
la práctica, no es raro que se produzca un solapamiento de las mismas.
Así, la notificación de un caso de desprotección infantil inicia un proceso evaluativo-interventivo en
el que la recogida de información y la toma de decisiones tienen un carácter continuado de forma
que, a menudo, la información recabada resulta relevante para los objetivos perseguidos tanto por la
investigación como por la evaluación del caso.
No obstante, y aun reconociendo la flexibilidad de los límites entre cada una de las fases del proceso
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de intervención, se entiende que el mantenimiento de esta estructura secuencial es positivo no sólo
por razones didácticas, sino también porque supone un marco conceptual operativo para plantearse
la intervención con estos casos que facilita la toma de decisiones en el trabajo con los mismos.
Los instrumentos de recogida de información son los siguientes:
Protocolo de recepción a utilizar para todas las notificaciones referidas a menores en situación
de dificultad.
c
Protocolo para la recogida de los datos de Identificación familiar.
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Protocolo de investigación para casos de desprotección no confirmados.
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Protocolo específico para la notificación de situaciones de urgencia de los Servicios Sociales
.e
Municipales a los Autonómicos.
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Informe de evaluación, en el que se integra toda la información recogida en esta fase y en la
anterior de investigación, el Protocolo de Pronóstico del Caso, y otros contenidos que ayudan a
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enlazar la fase de evaluación con la del diseño del Plan de Caso.
ea
Protocolo de Plan de Caso para el Servicio especializado de protección de menores.

in
Protocolo de Revisión del Plan de Caso en el Servicio especializado de protección de menores.
Protocolo de Plan de Caso adaptado al tipo de casos a atender en los Servicios Sociales
l
en
Municipales.
Protocolo de Revisión del Plan de Caso en los Servicios Sociales Municipales.

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3.1. Plazos para la realización de cada una de las fases del

ae
procedimiento
m
Es corriente que los procedimientos de intervención ante situaciones de desprotección infantil
incluyan un plazo temporal para el desarrollo de cada una de las fases del proceso. En todos los
casos, el establecimiento de esos plazos toma como referencia los siguientes criterios:
Rapidez. Dado que nos encontramos ante situaciones de desprotección infantil que en muchos
casos pueden exigir una respuesta de urgencia, es totalmente necesario acelerar al máximo
posible la realización de los trámites que incluye cada una de las fases del procedimiento.
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Eficacia. Es evidente que la celeridad que se quiere imprimir al proceso no se puede hacer a
costa de una tramitación deficiente. Por este motivo, es fundamental que la rapidez se concilie
con una actuación profesional eficaz.
A los dos anteriores criterios de actuación se une en la práctica un tercer elemento que ejerce una
importante influencia en la temporalización real de las distintas fases del procedimiento de
intervención. Nos referimos a los medios, a la capacidad de un servicio para desarrollar las
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funciones que tiene encomendadas.
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Esto da lugar a que los distintos manuales publicados sobre intervención ante situaciones de
du
desprotección infantil propongan tiempos distintos para la realización de unas mismas actividades.
.e
En concreto, para la realización de la fase de investigación podemos encontrar propuestas de
te
desarrollo en un plazo de siete días, mientras otras disponen un máximo de cuatro semanas para
realizar la misma actividad. Por su parte, en la fase de evaluación encontramos propuestas que van
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de las cuatro a las seis semanas.
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Lo expuesto nos lleva a ser prudentes en lo relativo al establecimiento de una determinada

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temporalización cuando no disponemos de una información al respecto obtenida de nuestra propia

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en
experiencia. La inexistencia de un procedimiento como el que ahora presentamos, la novedad que
supone para casi todos los profesionales de los servicios sociales trabajar con un instrumento de
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estas características, hace que no dispongamos de referencias propias para establecer los plazos
ri
más ajustados para desarrollar cada una de las fases del proceso de intervención ante situaciones de
st
desprotección infantil.
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Por este motivo, se evita proponer unos plazos determinados y sí se aconseja que cada servicio que
m
vaya a aplicar el Procedimiento de intervención ante situaciones de desprotección infantil aplique
los criterios expuestos de celeridad y eficacia en el desarrollo de las actividades.
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4. Sistema de protección social
El legislador ha desjudicializado las primeras etapas de la protección del menor a través de las
figuras de la asunción de la tutela automática del menor por las Administraciones públicas y la
guarda administrativa. La tendencia desjudicializadora de los instrumentos jurídicos para la
protección del menor está presente no sólo en las instituciones de tutela y guarda sino también en la
de acogimiento, resultando así, que en los primeros pasos de las actuaciones de protección del
menor se ha sustituido la función de los jueces por la intervención de entidades administrativas que
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pasan a tener competencia convirtiéndose en las piezas claves del nuevo sistema de protección del
du
menor.
.e
Las entidades públicas deben ahora intervenir desde el primer momento, con lo que se pospone la
entrada en escena de jueces y fiscales para un momento posterior y sólo con el objetivo de fiscalizar
te
las actuaciones administrativas y garantizar los derechos de los padres biológicos. Esto significa que
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la administrativización del sistema de protección de menores no es óbice para que las actuaciones
ea
de la Administración se coloquen siempre bajo la constante supervisión de la Fiscalía, que puede

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intervenir a posteriori, con amplias facultades, y la posible intervención judicial revisora de sus
actuaciones.
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en
De todo ello resulta que la intervención judicial no es imprescindible en las primeras actuaciones
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protectoras del poder público, circunscribiéndose su actuación, al menos de forma prescriptiva, tan
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sólo al final del proceso en lo que se refiere a la constitución de la adopción. Una solución
st
desjudicializadora la adoptada que, en principio, tiene su causa en la mayor agilidad y capacidad de
actuación puntual y urgente de las instituciones administrativas frente a los operadores jurídicos
ae
tradicionales en la aplicación de un derecho «regulativo» que desarrolla fines y objetivos de interés

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social definidos políticamente.
De igual modo, el reconocimiento jurídico concedido a los equipos pluridisciplinares ubicados en las
Administraciones públicas competentes en la protección del niño deriva de la necesidad de
legitimidad de estas estructuras administrativas que solventan dotando de una garantía terapéutica
y científica a sus decisiones y resoluciones normativas, lo que explica la presencia de estos equipos
formados por psicólogos, pedagogos, sociólogos, educadores especializados, médicos, etc.
En definitiva, una vuelta hacia las ciencias humanas, y la incorporación de técnicas de “lo social” en
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el Derecho que pasan a concurrir, provocando la disolución del hasta entonces normativismo
positivista precisamente al fin de permitir al legislador aproximarse o incluir las técnicas de las
ciencias sociales y asegurar con ello el relevo del Derecho tradicional y su sustitución por otro de
nuevo corte, que quizás resulte más conveniente o apto para regularizar el espacio social y familiar.
Resumiendo, el Estado, en su afán de proyectarse estratégicamente en la realidad social de las
familias y de sus hijos, va a instrumentalizar un sector del Derecho Privado, en concreto, va a
administrativizar las figuras más relevantes de la protección de la infancia, desplazando con ello del
c
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centro de gravedad a la justicia y a la figura del Juez, cuya labor ahora se limita a constatar lo que
podría denominarse la razonabilidad, la trama argumentativa del proceso administrativo de la
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declaración de desamparo, por considerar que la decisión está más que probada y acreditada en el
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expediente.
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en
as
ri
st
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Recuerda
Se entiende maltrato como cualquier daño físico o psicológico producido de forma no
accidental a un menor, por personas o instituciones, que ocurre como resultado de acciones u
omisiones físicas, sexuales o emocionales y que amenazan el desarrollo normal, tanto físico
como psicológico o social, del niño.
La situación de desamparo es la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del
c
imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la
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guarda de los menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o
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material.
Se considera situación de desprotección aquella en la que el menor tiene necesidades básicas
.e
sin satisfacer, que le han provocado o se valora que es probable que le provoquen un daño
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significativo en su bienestar y desarrollo. .u
Los servicios que integran el sistema de protección social a la infancia tienen la
ea
responsabilidad de proporcionar a los niños que se encuentran en una situación de
desprotección y a sus familias los recursos y apoyos necesarios para garantizar la integridad de
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los menores y capacitar a los padres para ejercer adecuadamente sus responsabilidades.
l
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Los procedimientos de intervención ante situaciones de desprotección infantil incluyan un
plazo temporal para el desarrollo de cada una de las fases del proceso. En todos los casos, el
as
establecimiento de esos plazos toma como referencia los siguientes criterios: rapidez y eficacia.
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Situaciones de Riesgo Social y Desamparo - Unlocked

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[AFO02870W] Atención Socioeducativa

[MOD0247M8] Atención Socioeducativa

Cualquier definición de maltrato infantil se encuentra inmersa en el sistema social en que se

actitudes y valores que la definen.

Resultados del aprendizaje

Analizar el maltrato infantil, el desamparo y los procesos de intervención.

Conocer el sistema de protección social.

1. Maltrato infantil: concepto

Cualquier definición de maltrato infantil se encuentra inmersa en el sistema social en que se

actitudes y valores que la definen.

1.1. Tipos de maltrato infantil

Por su expresión o comportamiento cabe diferenciar entre:

Por el ámbito de ocurrencia diferenciamos entre:

personas que conviven cotidianamente con él.

Maltrato extrafamiliar: se produce por determinadas instituciones o por la misma sociedad,

diferencia de las demás y presenta sus propias características:

Maltrato psicológico: se trata de la hostilidad verbal crónica en forma de insulto, burla,

desprecio, crítica o amenaza de abandono, y el constante bloqueo de las iniciativas de

interacciones infantiles, por parte de cualquier persona.

Abandono emocional: falta persistente de respuesta a las señales (llanto, sonrisa),

expresiones emocionales y conductas de proximidad e interacción iniciadas por el niño, así

como la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de los demás.

se producen daños físicos o psicológicos como consecuencia de la falta de cuidado, supervisión,

atención y privación de las necesidades esenciales para el desarrollo físico, emocional o

intelectual del niño.

futura madre o el autosuministro de sustancias o drogas que, de una manera consciente o

inconsciente, perjudican al feto del que es portadora.

Síndrome de Manchhausen por poderes: consiste en aquellas situaciones en las que se

somete al niño a continuas exploraciones médicas o ingresos hospitalarios, alegando síntomas o

Maltrato institucional: cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente

responsables de las diferentes políticas aplicables a la infancia.

1.2. Modelos explicativos del maltrato infantil: etiología del

centraron sus estudios en las características psicológicas, así como en la existencia de

psicopatologías en los padres maltratantes, especialmente en las relacionadas con desórdenes

Este modelo ha presentado dos vertientes:

Perspectiva psiquiátrica: de carácter intraindividual, se basa en la idea de que los padres

maltratadores están mentalmente enfermos y emocionalmente desajustados. Estos trastornos

la presencia de características en los padres que maltratan, tales como la presencia de

síntomas de tipo depresivo, ansiedad y bajo nivel de autoestima, antecedentes de abusos,

consecuencias en la toma de decisiones, poca tolerancia ante situaciones de tensión, escasa

Perspectiva psicológica: investiga aquellas características del funcionamiento psicológico

psicológicos utilizados para la resolución de problemas. Este enfoque, también intraindividual y

teniendo en cuenta cuestiones tales como la madurez personal y la complejidad psicológica, ya

Algunos autores resaltaron la importancia de los factores socioeconómicos en la aparición del

clases sociales más bajas.

Modelo centrado en la vulnerabilidad del niño

exclusivamente como sujeto paciente y se omite la influencia de las características o la situación

de que se produzcan situaciones de abuso. El modelo centrado en la vulnerabilidad del niño se

umbral de irritabilidad, que son difíciles de calmar en sus llantos.

aportaciones más importantes de cada uno de ellos.

el sistema padres-niño-ambiente, y no exclusivamente, como se sostiene desde otros

posicionamientos, consecuencia de los rasgos patológicos de la personalidad parental, de un elevado

nivel de estrés ambiental o de unas características particulares de los menores.

terminología de este investigador (microsistema. ecosistema y macrosistema), asumirá el concepto

perspectivas. El resultado de esta síntesis es un modelo conceptual que permite articular, en

El desarrollo ontogénico se refiere a la herencia que los padres arrastran consigo y en él se

del rol parental hacia los hijos.

fundamentalmente por variables socioeconómicas, estructurales y culturales que estructuran a todo

estudiar sus efectos interactivos.

objetivo, el incumplimiento o inadecuado ejercicio de los deberes de protección que provoca el

estado carencial, afectivo o material en el menor de edad.

Existen diferentes tipos de situaciones de desamparo, algunas de ellas son:

El abandono del niño/a o adolescente.