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Informe Académico
El Bullying
Llamaré violencia al
“uso de la fuerza, abierta y oculta, con el fin de obtener de un individuo, o un grupo, algo que
no quiere consentir libremente”
(Domenach et al, 1981: 36).
Existen algunas posibles soluciones que podrían ayudar a mejorar estas condiciones.
Según Díaz (2005) hay que adaptar la educación a los actuales cambios sociales, ya que
esto ayudará a afrontar los complejos que la educación vive hoy. Romper la
conspiración del silencio sobre la violencia escolar, e insertar su tratamiento en un
contexto normalizado ayuda a mejorar la convivencia. Otra solución sería ligar la
educación en principios de tolerancia y convivencia, adquirir herramientas de
resolución y mediación de conflictos, y desarrollar actividades pro-sociales. Además
esta intervención debe ser sistemática durante todos los años escolares en colegios y
liceos, no esperar que salga un caso a la luz pública para empezar a crear estrategias de
intervención. La disciplina que se mantenga en el salón es fundamental para la
construcción de una buena conducta. Es importante la supervisión de los alumnos
dentro y fuera de las aulas, en los patios, baños, comedores. Se hace necesario, por lo
tanto, establecer claramente las reglas de la escuela y las acciones que se tomarán en
conductas como el bullying. Ante lo cual se deberá actuar rápido, directa y
contundentemente en el caso de que se presente alguna sospecha de acoso escolar. A
continuación entregaré en detalle la información introducida en este informe.
2. Planteamiento teórico
2.2 ¿Cuál es el papel que cumplen los establecimientos escolares ante esta
problemática?
Las escuelas funcionan como espejo de la violencia proveniente del medio exterior, sin
descartar la violencia interna de las instituciones educativas. Los actos que generan
alarma institucional son los de agresión física y/o verbal, pero también diversas formas
cotidianas como discriminación, falta de respeto, abuso o crisis de autoridad, falta de
contención. La violencia se manifiesta tanto en los niños, niñas y adolescentes, como así
también en el personal docente (Iturralde 2010)
Cabe señalar que los establecimientos educativos han sido considerados un espacio de
progreso y desarrollo de nuestros estudiantes, y en cierta forma, un espacio protegido.
Dicho carácter le ha permitido ocupar un papel fundamental dentro de la inserción
social, y ha hecho de ella una suerte de abrigo o cortafuego para muchas de las
desigualdades y horrores sociales. De ahí que resulte ciertamente desconcertante, pensar
la posibilidad de que estos sean un espacio vulnerable (Prieto 2005). Se ha considerado
que “La escuela es una de las instituciones de mayor relevancia, donde circulan
elementos culturales, normas, sentimientos, actitudes y valores que pueden ser alterados
por situaciones violentas y que influyen de manera importante en la convivencia y
desarrollo de los alumnos” (Prieto 2005: 1012).
2.3 ¿Cuáles son las medidas que los establecimientos escolares toman frente a
situaciones de violencia entre alumnos?
Los profesores cumplen un gran papel dentro del marco de la relación escolar, puesto
que muchas veces actúan como entes mediadores entre los alumnos, dado que los
jóvenes pasan la mayor parte del tiempo dentro de las aulas. Es por esta razón que los
educadores pueden ser los primeros en descubrir algún tipo de conflicto entre los pares,
lo que permite actuar con rapidez ante una situación hostil. De acuerdo con lo anterior,
(Arango, García y Moncada 2006: 161). Dicen que:
Dentro de la dimensionalidad que adquiere el manejo del conflicto, hay una ausencia en
cuanto a la función y el lugar que ocupan los padres en la mediación del mismo; es por esto
que los maestros prefieren obviar el papel que ocupa la familia en los procesos de
adquisición de valores y pautas de comportamiento para convivir en sociedad. Pudiendo
afirmar con lo anterior, que los maestros recurren al apoyo familiar exclusivamente cuando
se trata de casos especiales, para evitar que el niño(a) sea maltratado física y
emocionalmente.
Los maestros han optado por hablar con los padres, para que no sea mal interpretado lo
que se quiere decir, y la propuesta de solución al problema que es necesario dar sea más
expedita. Además, los jóvenes muchas veces no entregan las notas que los profesores
envían a sus padres, y este medio que se utilizaba para la comunicación entre los padres
y educadores es cortado arbitrariamente.
La violencia se asocia con factores externos que infieren en esta problemática, como los que
se refieren a explicaciones de naturaleza socioeconómica. Entre estos tenemos que señalar la
intensificación de las exclusiones de tipo social, racial y de género, así como la falta de
puntos de referencia de los mismos jóvenes. Otros factores son el tráfico de drogas, el
alcohol, y el colapso de la estructura familiar (Abramovay 2005:60).
Familiar: en el plano familiar se ubican ciertos problemas, entre los que se encuentran
la falta de cariño, de atención y de comunicación; separación de las familias, divorcio o
ausencia de los padres; ser hijo único; pobreza y privaciones; educación inestable y
agresiva, excesivamente estricta o, por el contrario, permisiva; falta de control hacia los
hijos, que día a día se ven más solos debido a que padres o tutores trabajan doble
jornada, y esto les impiden estar al pendiente del adolescente (Prieto 2005).
Grupo de amigos: en este ámbito, la influencia que ejerce un amigo puede ser mayor a
la de un docente e incluso a la de un padre, es así como encontramos que “en el
contexto de la escuela los actos agresivos y abusivos los ejecutan, con mayor
frecuencia, alumnos que se sienten integrados y aceptados por un grupo y,
naturalmente, entre más agresivo es éste, los ataques hacia sus compañeros son más
violentos” (Prieto 2005:1009).
3. Discusión
Por una parte la familia, es la principal fuente de amor y educación de los niños; a partir
de ella el niño aprende a socializarse basado en los principios, normas y
comportamientos enseñados en casa; por lo tanto, es necesario evitar que el hogar se
convierta en un escenario hostil o, por el contrario, demasiado permisivo. Por otra parte,
la falta de” supervisión familiar” es un factor altamente considerado por profesores,
padres y alumnos cuando se intenta explicar la indisciplina y la violencia. Hacer lo que
se desea, no tener límites, vigilar poco a los hijos y tener poca información sobre ellos
se consideran aspectos influyentes en la mala conducta. Los profesores y padres creen
que estos aspectos familiares tienen una influencia decisiva en la educación de los hijos.
Esto adquiere relevancia porque, “una de las variables que con mayor frecuencia suele
relacionarse con el ajuste psicosocial de los adolescentes es la comunicación familiar”
(Cava et al. 2006: 367).
Sabemos que la adolescencia es una etapa muy complicada para los jóvenes, ya que es
un periodo en el que los estados afectivos se suceden con rapidez y pueden encontrarse
disociados de cualquier causa aparente, dado que comienzan a experimentar cambios en
sus intereses personales y en la relación con sus pares. Este tipo de situaciones
desorienta enormemente a los adultos, ya que muchos no se encuentran preparados para
enfrentarlos debidamente, esto ocurre por la falta de conocimiento que tienen acerca de
la educación de sus hijos. El papel que cumple la familia en la educación es primordial,
pero hay que tener en cuenta que el concepto de familia ha sufrido grandes cambios en
los últimos años, debido a que hoy en día los padres deben trabajar por extensos
horarios y en muchos hogares la madre también ha salido a cumplir trabajos
remunerados, para lograr así tener una mayor estabilidad económica. En este sentido, se
aconseja a los padres un ajuste a las nuevas circunstancias: cuidar las necesidades
básicas, asegurar el bienestar emocional y el desarrollo psicológico, socializar, inculcar
valores y desarrollar la autonomía de cada uno de nuestros hijos. Según Prieto:
4. Conclusión
Rescatando los puntos tratados con anterioridad, debemos recordar que la violencia
escolar se ha incrementado cada vez más en nuestras aulas, pasando a ser parte de la
vida cotidiana de los estudiantes, es por esto que es necesario y fundamental que dentro
de las familias se les entregue a los jóvenes amor y cariño sin dejar de exigir normas,
principios y un buen comportamiento ante sus pares, esto debe ser enseñado desde el
interior de los hogares. Asimismo, debiese existir algún tipo de orientación para las
parejas que se convertirán en futuros padres, en donde se les enseñe lo necesario para
dar una buena educación a sus niños, ya que ésta comienza en el hogar desde que son
pequeños, los valores y principios se aprenden en “casa” y no en el colegio, ya que en
este último sólo se refuerza lo ya aprendido.
Según Díaz (2005) debemos adaptar la educación a los nuevos cambios sociales,
solicitando ayuda en distintos niveles para afrontar los complejos retos que la educación
está viviendo. Para lograrlo, debemos definir los papeles que cumplimos cada uno de
los participantes, integrando al alumnado a una mayor participación en su propia
educación, permitir que los profesores incrementen su autoridad, y que haya un
compromiso mayor entre colegios y familias, esto ayudará a buscar en forma conjunta,
las soluciones necesarias para una mejor convivencia y el desarrollo de una mejor
educación. La escuela debe favorecer a cada alumno para que defina y desarrolle sus
propios proyectos escolares. Debemos incidir para que los jóvenes sean más
participativos en los procedimientos educativos.
Es necesario tener en cuenta que dentro de nuestra sociedad se debe generar un cambio
en el pensamiento de cada uno de nosotros para que logremos comprender que el
bullying no se produce porque la persona quiera ser violenta, sino porque el medio en
que ha crecido le ha generado un daño psicosocial que lo ha llevado a mantener estas
conductas. Es así que podemos decir que el joven atacante ha sido anteriormente una
víctima de su entorno familiar o social, lo que muchas veces pasamos por alto y
solamente lo calificamos como un inadaptado social, queriendo decir con esto que este
agresor es el único culpable de estas conductas agresivas, evadiendo, de esta manera, la
responsabilidad que nos corresponde como sociedad.
Bibliografía