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EL JUICIO A JESÚS, ES EL MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA

Sin duda es el juicio jurídico mas importante de la historia de la


humanidad es el instaurado en contra de Jesús de Nazareth el
hombre mas importante en la historia, juicio que despojado del
dogmatismo religioso debiera ser estudiado en nuestras
Facultades de Derecho, las normas que se aplicaron y su validez,
el tribunal que juzgo a Jesús y quienes ejecutaron la sentencia. Es
un estudio que goza de actualidad. El problema en síntesis es:
¿quien sentencio a Jesús a morir en la cruz? ¿Por que? ¿Con que
fundamento legal?, ¿Cómo fue el juicio? ¿Fue defendido, por quien
y con que argumentos?
Los procesos conforme al derecho judío y al derecho romano se
dan en cuatro días, inicia un martes y concluye el viernes
siguiente, el martes en la noche Jesús es arrestado en el monte de
los olivos, después de la oración del Getsemaní. Es conducido
primero con Annas y luego mas noche con Caifás. El miércoles en
la mañana es presentado ante el Sanedrín para la primera fase del
proceso. El jueves en la segunda etapa del proceso es encontrado
digno de muerte y es encomendado al prefecto de Judea, también
llamado gobernador o procurador, Pilatos, funcionario romano. Es
interrogado por primera vez por Poncio Pilatos, quien lo envía a
Herodes, quien lo interroga y regresa a Pilatos. El viernes por la
mañana es regresado al tribunal del gobernador romano, es
nuevamente interrogado y luego condenado a muerte, por lo que
es conducido al lugar de la crucifixión, El gólgota.

Son dos procesos diferentes, uno religioso ante el Sanedrín


conforme al derecho judío o hebreo (Mischná) y otro político
basado en el derecho romano ante el gobernador romano, con dos
derechos diferentes en consecuencia. Es determinante el juicio
ante el Sanedrín, sin duda tienen responsabilidad, pero finalmente
el que lo sentencio a muerte fue el gobernador romano, conforme
al derecho romano, Poncio Pilatos podía abolir la pena o dar por
terminado el proceso.
Conforme al derecho romano la pena de muerte procedía por el
“crimen laesae maiestatis populi Romani”, que es el que se
comete contra el pueblo o contra su seguridad y también procedía
la pena de muerte contra los que provoquen sedición o tumulto
incitando al pueblo o el de “perduellio” ataque grave al imperio,
pero estos delitos no fueron debidamente probados. Los dos
juicios contra Jesús fueron ilegales y en consecuencia injustos,
los judíos acusaron y presionaron, los romanos sentenciaron y
crucificaron.

Las normas del derecho penal judío en la época de cristo son


conocidas con mucho menos rigor histórico que las del derecho
romano. En efecto la biblia ha sido mantenida con tenacidad y
respeto en Israel, pero contiene muy pocos desarrollos jurídicos
aparte de algunos preceptos elementales.

En el año 63 a.c., Pompeyo tomó la ciudad de Jerusalén en nombre


de Roma. Sin embargo la monarquía judía no se destruyó, pues
siguieron gobernando Hircono II, Antígono y Herodes el grande,
cuyo período comprendió los años 37 a 4 a.c. Desde el año 6 a.c.,
Judea fue regida por procuradores romanos, entre quienes
destaca Poncio Pilatos.

Judea, gozaba de autonomía frente a roma, conservó su


organización político – religiosa, sus leyes, sus costumbres y la
jurisdicción de sus tribunales. Tal autonomía, que no
independencia, concernía en su régimen interior, sin intervención
del poder romano, el cual solo se ejercía en casos de sentencias
de muerte que pronunciaran sus jueces, pues estas deberían de
ser homologadas por el procurador nombrado por el emperador.

En cuanto a los delitos que pudiesen llamarse del orden común, la


resolución correspondía a los tribunales locales, únicamente los
delitos públicos que afectaran al estado romano provocaba la
injerencia del procurador romano.

Esta dualidad de competencia ocurrió en el caso de Jesús, ya que


fue acusado, por delitos religiosos y delitos políticos.

De esta circunstancia se deduce claramente que el proceso en


contra del maestro se bifurca en dos sentidos, en dos juicios
autónomos, que se desarrollaron respectivamente, ante el
sanedrín y el procurador o gobernador romano Poncio Pilatos.

En Judea las leyes eran simultáneamente religiosas y jurídicas.


Se contenían en el antiguo testamento o biblia. Su fundamento era
el decálogo, es decir los diez mandamientos. Tales mandamientos
implicaban normas rectoras de la conducta del hombre frente al
ser supremo (religiosas), así como del comportamiento de los
hombres entre sí y entre la sociedad. Es más, el decálogo era la
fuente principal del derecho penal hebreo. Ya que su violación no
solamente implicaba una ofensa a dios sino al mismo pueblo
judío. Igualmente este derecho derivó de los cinco libros que
forman el pentateuco y que los hebreos denominaron torah o ley,
siendo tales libros: el génesis, el éxodo, el levítico, los números y
el Deuteronomio. En ellos se encuentra lo que se conoce como
tipificación delictiva o sea la prevención del delito.

El proceso judío debía normarse por los siguientes principios:

1.- El de la publicidad, en el sentido de que los tribunales deberían


de actuar frente al pueblo, y especialmente el sanedrín, que se
reunía en un recinto llamado Gazith.

2.- El de la diurnidad, ya que el proceso no debía prolongarse


después del ocaso.

3.- El de la amplia libertad defensiva del acusado.

4.- El de la escrupulosidad en el desahogo de la prueba testimonial


de cargo y de descargo, sin que valiesen las declaraciones de un
solo testigo.

5.- El de la prohibición para que nuevos testigos depusieran contra


el acusado una vez cerrada la instrucción del procedimiento.

6.- El de la sujeción de la votación condenatoria a nueva revisión


dentro del término de tres días para que generare la sentencia en
caso de corroborarse.

7.- El de la inmodificabilidad de los votos absolutorios en la nueva


votación.

8.- El de la posibilidad de presentar pruebas a favor del condenado


antes de ejecutarse la sentencia.
9.- El de la invalidez de las declaraciones del acusado, si no eran
respaldadas por alguna prueba que se rindiera en juicio.

Además de respetarse los citados principios en el régimen


judicial hebreo, los jueces deberían juzgar con justo juicio, sin
inclinarse a favor de ninguna de las partes y sin aceptar dádivas.

En el imperio romano coetáneo a la vida de cristo, el sistema


penal era muy severo, la aplicación de la pena de muerte llegó a
ser frecuente, y se decretaba en los casos en que no se impusiera
al delincuente la relegación y la deportación, que entrañaba la
pérdida de los derechos civiles.

Bajo el reinado de Augusto, subsistieron los derechos de las


provincias (Judea era una de ellas). Sin embargo en cuanto a la
administración de justicia, se permitió la subsistencia de los
derechos vigentes en ellas. Pero es importante recalcar que las
leyes, las constituciones imperiales y los edictos de los
gobernadores, hicieron prevalecer la legislación romana, la cual
no obstante no se pudo substraer a la influencia de los pueblos
conquistados por roma, cuyas normas formaron el jus gentium. Los
gobernadores conservaron la facultad de administrar justicia. Su
sede llamada conventus, la tenían en diferentes ciudades de la
provincia respectiva. Los gobernadores por sí mismos o a través
de funcionarios subordinados, tenían la facultad jurisdiccional.

Tratándose de provincias, sus gobernadores, tenían la facultad de


homologar las sentencias que pronunciaran los tribunales locales
cuando en ellas se impusiese la pena de muerte. En este caso el
gobernador romano debía de revisar el proceso correspondiente
para determinar la homologación, misma que se negaba, cuando
de dicha revisión resultaran graves anomalías procesales.

En la época en que vivió Jesús Judea era una provincia sometida a


Roma, por lo que imperaba el derecho romano, que en su parte
penal (Ius Puniendi) señalaba que la pena aplicable a los que
alteran el orden público; a los autores de sedición o que exciten al
pueblo contra la seguridad del imperio, son llevados a la cruz y la
sentencia es pronunciada por el representante del emperador
proceso llamado Coercitio. El poder romano se reservaba el
derecho de vida y muerte.
Imperaba el derecho romano pero los judíos podían vivir de
acuerdo con sus leyes y costumbres, los sanedrines en
consecuencia conservaron sus papeles de administradores y de
justicias locales, podían juzgar y condenar por delitos ordinarios,
religiosos o no, con la restricción de que el gran sacerdote que lo
presidía era nombrado por el prefecto, procurador o gobernador
romano.

El Sanedrín era un consejo integrado por los grandes sacerdotes,


los ancianos y los escribas. Eran sacerdotes y los ricos laicos, la
plutocracia de Jerusalén, era la autoridad religiosa y política,
“tribunal supremo del pueblo judío” o “tribunal de Jehová”, sus
fallos se llamaban: “fallos de dios”, conocía de delitos graves
como la blasfemia e idolatría, se castigaba con la pena de muerte,
pero esta debía ser homologada por el gobernador romano.

Se componía de 70 miembros mas el presidente, su quórum era de


23 miembros. Su presidente en la época en que nos referimos se
llamaba José pero se le decía Caifás “el buen amparo”.

El derecho judío establecía que estaba prohibido matar a un


hombre que no había sido juzgado por el Sanedrín, por esta razón
Jesús tenia que ser juzgado por el Sanedrín, pero esto no
significaba que el Sanedrín podía pronunciar o ejecutar una pena
de muerte, solo era una especie de prerrequisito procesal. Solo el
detentor de la autoridad ocupante, los romanos podían en esta
época pronunciar y hacer ejecutar las condenas capitales.

El sanedrín o gran consejo era el alto tribunal de justicia, el


Tribunal Supremo de los judíos, fue establecido en Jerusalén
después del exilio de Babilonia basado en el modelo de los setenta
ancianos de Moisés, en tiempos de Jesucristo, eran setenta y un
miembros en tres cámaras; la de los sacerdotes que eran quienes
dominaban, la de los escribas y doctores que eran levitas y laicos
versados en la ley y la de los ancianos que eran los personajes
notables de la nación, había dos presidente nasi (príncipe) que era
el real y ab bet din (padre del tribunal) que era vicepresidente.
Veintitrés años antes del proceso de Jesucristo los romanos le
habían quitado el ius gladii, “el derecho soberano de vida y
muerte” para ejercerlo ellos mismo.
El valor moral de los jueces nos permite apreciar el valor jurídico
de sus actos, según esta obra después de un análisis de cada uno
de los integrantes concluye que los sacerdotes eran degenerados,
ambiciosos e intrigantes, en su mayoría fariseos hombres de
espíritu estrecho, volcados a lo exterior, de una devoción
desdeñosa, oficial y pagada de si misma. Se creían infalibles e
impecables; esperaban al Mesías, pero a un Mesías que pisotearía
a todos sus enemigos, establecería el diezmo sobre todos los
pueblos y consagraría todas las prescripciones con que ellos
sobrecargaron la ley de Moisés. El hombre que juzgaron había
desenmascarado su fingida piedad y menguado los privilegios de
que gozaban, rechazo las prescripciones que inventaron por
encima de la ley y pretendió abolir los diezmos ilegales con que
oprimían al pueblo.

Los sacerdotes soñaban con la pleitesía de los reyes de la tierra y


resultaba que el Mesías llamaba bienaventurados a los humildes,
sus discípulos era pescadores ignorantes de oscuras tribus y con
un lenguaje de una simplicidad ultrajante, condenaba ante las
masas el lenguaje altivo y las pretensiones de los doctores que
querían centralizar en Jerusalén todos los bienes del mundo,
mientras que Jesucristo prescribía a sus discípulos abandonarlos
y despreciar todo lo que los saduceos mas anhelaban: las
genealogías, los tejidos, las copas de oro, las comidas suntuosas.
Con razón resulto culpable y digno de la muerte ante sus ojos,
frente a los excesos y abusos de la iglesia bien valdría la pena la
“tournée de dios” parafraseando la obra de Enrique Jardiel
Poncela, para que metiera en orden su iglesia.

Es entendible entonces que la condena de Jesucristo se determino


en tres decisiones del sanedrín previas a las del Jueves 13 y
Viernes Santo 14 de marzo del 782 año de Roma 34 de Jesucristo,
en el primer consejo del 28 al 30 de septiembre del 781 se
excomulga a los partidarios de Cristo, se le llama falso profeta y
se le declara digno de muerte, en el segundo en febrero del 782 se
resuelve su muerte y en el tercero 12 de marzo del mismo año, se
acuerda su detención y ejecución. Al tomarse previamente la
decisión de su muerte y sin su comparecencia se acredita la farsa
del juicio.

El Proceso ante el Sanedrín


La predicación de Jesús en el transcurso de su vida publica, había
atraído a una muchedumbre cada vez mas densa, seducida por su
doctrina y sus milagros, pero esto evidentemente no era del gusto
de las autoridades oficiales judías, especialmente cuando llega a
Jerusalén un domingo antes de la pasión, aclamado como el
Mesías, el acontecimiento que mas molesta a las autoridades
judías es la resurrección de Lázaro.

Caifás el gran sacerdote, que era nombrado por el gobernador


romano, decide con el Sanedrín, suprimir a Jesús para que los
romanos no tomaran como pretexto su éxito popular y ejercieran
represalias en contra de la nación entera y de manera especial
contra sus privilegios, Judas Iscariote discípulo de Jesús promete
a Caifás entregarle a Jesús a cambio de 30 monedas de plata
llamadas “denarios”

El arresto

El martes, Judas que guiaba a una turba besa al maestro y Jesús


es arrestado por la guardia judía del templo (cohorte) que era una
verdadera fuerza policíaca religiosa, no intervienen soldados
romanos, sin orden de arresto en secreto y en la oscuridad de la
noche ya casi a la una de la mañana del miércoles.

Pre-juicio

Comparecencia ante Annas

Los guardias tras haber aprehendido a Jesús lo conducen con


Annas, que había sido gran sacerdote y que era suegro de Caifás.
Annas no tenia ninguna autoridad formal pero si moral y buscaba
al interrogar a Jesús algunos elementos de prueba para el juicio
frente al Sanedrín.

El proceso

En Judea las leyes eran religiosas y jurídicas, se contenían en el


antiguo testamento (la Biblia), y en el decálogo, es decir en los
diez mandamientos.
El derecho penal adjetivo tenia principios a los que debían
sujetarse los juicios; publicidad (actuar frente al pueblo), diurnidad
(no podían prolongarse después de la puesta del sol, del ocaso),
libertad defensiva, escrupulosidad (desahogo de la prueba
testimonial, de cargo y descargo, no valía un solo testigo),
limitación de testigos (una vez cerrada la instrucción, no podía
haber nuevos testigos contra el acusado), sujeción de la votación
a revisión (dentro de tres días en caso de ser condenatoria),
inmodificabilidad de los votos absolutorios, presentación de
pruebas a favor del acusado, invalidez de la declaración del
acusado sin pruebas, sanción a testigos falsos.

Con antelación al procedimiento se llevo a cabo una especie de


“pre-juicio” contra Jesús en la casa de Annas suegro de Caifás.

Acusación

El proceso ante el Sanedrín requería primero que los hechos


constaran en la denuncia de la parte ofendida o en la
comparecencia de dos testigos de cargo, pues no se podía pedir la
pena de muerte para alguien sin este requisito. Se presentaron dos
testigos de cargo pero fueron contradictorios en su declaración y
en consecuencia no tenia valor su declaraciones, por lo que se
llama a otros dos testigos que lo acusan de haber dicho: “destruiré
este templo hecho por la mano del hombre y en tres días volveré a
construir otro que no será hecho por la mano del hombre”.
Acusación terrible pues la destrucción de edificios de culto se
consideraba uno de los crímenes mas graves, merecedores de la
pena capital.

Pero los testigos nuevamente se contradicen y no tienen valor. No


hubo testigos de descargo, los discípulos que debieron serlo,
huyeron cuando Jesús fue apresado. Debió desde el principio
contar con un defensor de oficio, Bali rib, pero nadie se presto.

Caifás busca obtener una declaración de Jesús y le dice: “te


suplico por el dios viviente decirnos si eres cristo, hijo de dios”, y
Jesús le contesta: “tu lo has dicho; si, lo digo de ahora en adelante
veréis al hijo del hombre sentarse a la derecha del todo poderoso”,
entonces Caifás grita “ha blasfemado”, “que necesidad tenemos
de mas testigos”, Caifás señala que el Sanedrín entero es testigo
de la blasfemia. El Sanedrín responde: “merece la pena de
muerte”. Otra violación al proceso pues se debió excluir la
participación de los testigos en la formulación del veredicto.

Defensa

Jesús tenía adeptos entre los miembros del jurado, Gamaliel, José
de Arimatea y Nicodemus que fue su defensor. La defensa es una
de las mas celebres piezas oratorias forenses en que se
demuestra con elocuencia impresionante, las violaciones a la ley
judía que se cometieron en el proceso a Jesús, sesenta y cinco
votan a favor de la sentencia y seis por la absolución.

Pruebas

El Sanedrín no respeto las formas tradicionales, Nicodemus en su


defensa lo demuestra, el proceso se inicia en casa de Caifás y no
en el recinto oficial el “Gazith” por lo que la sesión no fue publica
como debía serlo, se inicia en la noche, no hubo testigos, ni de
cargo ni de defensa y no se respeta el plazo de reflexión, pues el
jueves al ser condenado, el Sanedrín estaba obligado a sesionar
nuevamente el día siguiente, es decir el viernes para votar
nuevamente, era una garantía del acusado, debía ser nula la
sentencia.

Sentencia

El derecho hebreo no contemplaba la crucifixión como pena de


muerte, sino la lapidación que era el apedreamiento, la
incineración que era ahogar al reo metiéndole una antorcha
encendida en la boca, la decapitación y el estrangulamiento, el
Sanedrín le aplica a Jesús una pena no prevista en la ley judía,
pues la crucifixión era un castigo romano.

Fue un juicio ficticio, los miembros del Sanedrín podrían


simplemente llevarlo ante el procurado romano, Pilatos y pedirle
que lo condenara y ejecutara, pero si no había sentencia previa del
sanedrín, Jesús hubiera sido considerado un mártir nacional,
crucificado por los invasores.
Después de esta farsa Jesús es llevado el jueves ante Pilatos, el
nombre correcto del cargo de Pilatos era prefecto de Judea, pero
también se le decía procurador o gobernador. Sus facultades eran;
mantener el orden público, en la provincia, asegurar la integridad
de la administración y de la justicia y respetar la costumbre de la
provincia, tenía el poder supremo, podía condenar a muerte, era el
jefe del ejército romano de esa demarcación, era nombrado por el
emperador y solo rendía cuentas a este.

El Sanedrín y su policía llevan a Jesús ante Pilatos, quien les


pregunta: “¿que acusación tienen contra este hombre?”. Caifás
busca acusar a Jesús con base al derecho romano, entonces las
acusaciones son diferentes a las hechas ante el Sanedrín,
contesta: “si no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos”.
Pilatos le dice: “prendedlo vosotros mismos, y juzgadle según
vuestra ley” y le contesta: “no nos esta permitido matar a nadie”.

Se le acusa de tres delitos: incitación a la revuelta, impedir el


pago de impuestos al Cesar y decirse el cristo rey.

Pilatos interroga a Jesús y le pregunta: “¿eres rey de los judíos?” y


la respuesta de Jesús es: “tu lo dices”. Pilatos dice entonces: “no
veo ningún motivo de condena a este hombre”, pero ante el
griterío de la gente, se ve presionado y creyendo que Jesús era de
Galilea lo envía a Herodes Antipas quien en esos días se
encontraba en Jerusalén.
Podían conocer los gobernadores en dos casos: por el lugar en que
cometieron los hechos o, por el lugar donde había nacido el
acusado, Jesús predica en Galilea un tiempo importante de su
vida, en las inmediaciones del lago Genezaret, su residencia
habitual era Cafarnaúm, el había nacido en Belén, que
correspondía a Judea. También habría que recordar que Herodes
había encarcelado y ejecutado a Juan “el bautista”.

Herodes recibe a Jesús lo interroga con abundantes preguntas y


Jesús no contesta, Herodes no pronuncia ninguna sentencia, ni de
condena ni de absolución, pero se burla de Jesús, lo viste con una
manta y lo abofetea y lo regresa a Pilatos. Pilatos dice al Sanedrín
y a la muchedumbre que no encuentra nada de reprensible en la
actitud de Jesús, y en virtud de que considera que no ha hecho
nada que amerite la muerte determina castigarlo y después
soltarlo.

Era costumbre judía en ocasión de la pascua liberar a un


prisionero. Pilatos pregunta a la gente: “¿deseáis que libere a
Jesús Barrabas o a Jesús quien es cristo?”, la muchedumbre
azuzada por los sacerdotes piden que Barrabas sea liberado y
Jesús sea muerto. Barrabas estaba en prisión por asesinato y por
motín.

Pilatos manda flagelar a Jesús, los soldados le trenzan una corona


de espinas como rey de los judíos, lo envuelven en una manta
púrpura y lo abofetean. Después Pilatos lo presenta a la gente que
grita: ¡crucificadlo!, ¡crucificadlo!

La gente le grita en tono de amenaza y en esto reside que Pilatos


se decida a condenar a Jesús a muerte: “si lo dejas libre, no eres
amigo del Cesar, pues cualquiera que se dice rey se opone al
Cesar”.

Pilatos pregunta: “¿crucificare a vuestro rey?”, y le contestan: “no


tenemos otro rey que el Cesar”. No ceder Pilatos significaba
problemas ante Roma y el prefería su carrera política a la vida de
Jesús, sacrifico el valor de la justicia, luego se lava las manos una
costumbre común en determinados casos

Pilatos dice: “no soy responsable de esta sangre: ¡que caiga sobre
vosotros!” y le responden: “¡que su sangre recaiga sobre nosotros
y sobre nuestros hijos!”. Los seguidores de Jesús nunca
aparecieron, lo abandonaron. Pilatos entrega a la gente a Jesús
para ser crucificado, pero son los soldados romanos quienes lo
llevan al Gólgota y lo crucifican.

Pilatos debía de condenar a Jesús por los delitos que había sido
condenado en el Sanedrín, y debía revisar que el juicio religioso
cumpliera con las formalidades del derecho hebreo, y no lo hizo.
Pilatos condena por un delito de lesa majestad a la pena de la
damnatio in crucem sin haber delito, no se probaron las
acusaciones, tampoco hace un proceso a Jesús, los evangelios no
recogen la formula de la sentencia.
Ahora bien son dos procesos diferentes, uno religioso ante el
Sanedrín y otro político ante el gobernador romano, con dos
derechos diferentes. Es determinante el juicio ante el Sanedrín,
sin duda tienen responsabilidad, pero finalmente el que lo
sentencio a muerte fue el gobernador romano, conforme al
derecho romano, Poncio Pilatos podía abolir la pena o dar por
terminado el proceso.

Conforme al derecho romano la pena de muerte procedía por el


“crimen laesae maiestatis populi Romani”, que es el que se
comete contra el pueblo o contra su seguridad y también procedía
la pena de muerte contra los que provoquen sedición o tumulto
incitando al pueblo o el de “perduellio” ataque grave al imperio,
pero estos delitos no fueron debidamente probados.

Los dos juicios contra Jesús fueron ilegales y en consecuencia


injustos, los judíos acusaron y presionaron, los romanos
sentenciaron y crucificaron y el pueblo lo abandono.

Podemos concluir:

Hubo condena sin delito, pues el juez que la impuso, Pilatos, lo


creó. Asimismo no se respetaron las reglas procesales del derecho
penal romano, y en el que se permitía la homologación de las
sentencias que pronunciaran los tribunales locales en la que se
aplicara la pena de muerte, buscando siempre la revisión del
proceso, correspondiente y se podría negar la misma cuando se
encontraran fallas graves en el proceso, como ocurrió en el
sanedrín.

Es evidente que Jesús fue víctima de dos sistemas jurídicos, en


cuyos respectivos casos, se violaron las normas procesales más
elementales y en evidencia sé transgredieron los derechos
fundamentales que el acusado tendría para su defensa.

Jesús fue sentenciado por delitos que no cometió y pocas veces


podemos estar en presencia de circunstancias tan especiales en
las cuáles, los intereses, las ambiciones, los temores a la figura
del salvador orillaron al hombre de su tiempo a cometer un
verdadero crimen.

Contravenciones en que incurrió el sanedrín en el proceso:

1. Violación al principio de publicidad, en virtud de que el


proceso se verificó en la casa de Caifás y no en el recinto oficial
llamado “Gazith”.

2. Violación al principio de diurnidad, puesto que el proceso


se efectuó de noche.

3. Violación al principio de libertad defensiva, ya que a cristo


no se le dio oportunidad de presentar testigos para su defensa.

4. Violación al principio de rendición estricta de la prueba


testimonial y de análisis riguroso de las declaraciones de los
testigos, pues “la acusación se fundó en testigos falsos”.

5. Violación al principio para que nuevos testigos depusieran


en contra de Jesús una vez cerrada la instrucción, ya que con
posterioridad a las declaraciones de los testigos falsos, el
sanedrín admitió nuevos.

6. Violación al principio consistente en que la votación


condenatoria no se sujetó a revisión antes de la promulgación de
la sentencia.

7. Violación al principio de presentar pruebas de descargo


antes de la ejecución de la sentencia condenatoria, puesto que
una vez dictada, se sometió a la homologación del gobernador
romano, Poncio Pilatos.

8. Violación al principio de que a los testigos falsos debía de


aplicárseles la misma pena con que se castigaba el delito materia
de sus declaraciones, toda vez que el sanedrín se abstuvo de
decretar dicha aplicación a quienes depusieron en contra de
Jesús.

Es evidente que las violaciones apuntadas afectaron el proceso


contra el maestro, por vicios in procedendo e invalidaron la
sentencia condenatoria con la que culminó, misma que se
pronunció por 65 votos contra 6 absolutorios, figurando entre
estos, los de José de Arimatea y Nicodemus.

El juicio más significativo en la civilización occidental; sin embargo, su importancia trasciende por
tratarse del proceso al símbolo más importante de la cristiandad: Jesús de Nazaret.

Andrea Martínez[1]

La Pascua había terminado. Jesús y sus apóstoles se dirigieron al jardín de Getsemaní para pasar la
noche, pero el nazareo se alejó del grupo para orar en privado. Sabía que su aprehensión era inminente y
necesitaba el consuelo del rezo. Según los evangelios, en ese lapso Judas Iscariote llegó con soldados y
guardias de los principales sacerdotes y de los fariseos, todos armados.

“Entonces los soldados, su comandante y los guardias de los judíos arrestaron a Jesús. Lo ataron y lo
llevaron primeramente a Anás, que era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año. Caifás era el
que había aconsejado a los judíos que era preferible que muriera un solo hombre por el pueblo[2]”.

Este es el inicio del juicio más significativo en la civilización occidental; sin embargo, su importancia
trasciende por tratarse del proceso al símbolo más importante de la cristiandad: Jesús de Nazaret. No
un revolucionario político que buscaba la liberación del Israel de la hegemonía romana.

Más bien, como escribió el doctor Ignacio Burgoa Orihuela en su libro El proceso de Cristo,
monografía jurídica sinóptica (Biblioteca Jurídica Porrúa, 2020) https://bit.ly/31IIlmY: “Fue un
renovador espiritual de la Humanidad…” No obstante, a pesar de la abierta fe de Burgoa Orihuela, este
libro —que desde hace muchos años accedió a los clásicos de cultura jurídica general— no busca
pontificar o propagar la fe cristiana.

El objetivo de este libro es analizar qué hay sobre el aspecto jurídico del proceso de Cristo, ejercicio
intelectual que Burgoa Orihuela realizó con base en su amplio conocimiento en el juicio de amparo y,
haciendo uso del Derecho comparado, dialoga con el Derecho Penal Romano que imperaba en Judea,
así como en el Derecho Penal Hebreo.

Así las cosas, este estudio estrictamente jurídico muestra las omisiones, yerros y violaciones de los
derechos humanos contra Jesús de Nazaret. Por su parte, como si los evangelios fueran declaraciones
que los apósteles hicieran ante un Ministerio Público, o bien, como cronistas que registraran el caso,
Burgoa Orihuela hace que el lector se pregunte: ¿y si Cristo hubiera tenido la defensa de un
abogado aquella noche de su aprehensión?

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