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La enfermedad de Fabry está causada por la acumulación de glucoesfingolípidos debido a una deficiencia de la enzima α-galactosidasa A, lo que provoca manifestaciones como angioqueratomas, acroparestesias, anhidrosis y afectación cardiovascular, renal y cerebral. El diagnóstico se basa en la detección de bajos niveles de α-galactosidasa A y mutaciones en el gen GLA, y existe un tratamiento de sustitución enzimática que puede mejorar los síntomas.
La enfermedad de Fabry está causada por la acumulación de glucoesfingolípidos debido a una deficiencia de la enzima α-galactosidasa A, lo que provoca manifestaciones como angioqueratomas, acroparestesias, anhidrosis y afectación cardiovascular, renal y cerebral. El diagnóstico se basa en la detección de bajos niveles de α-galactosidasa A y mutaciones en el gen GLA, y existe un tratamiento de sustitución enzimática que puede mejorar los síntomas.
La enfermedad de Fabry está causada por la acumulación de glucoesfingolípidos debido a una deficiencia de la enzima α-galactosidasa A, lo que provoca manifestaciones como angioqueratomas, acroparestesias, anhidrosis y afectación cardiovascular, renal y cerebral. El diagnóstico se basa en la detección de bajos niveles de α-galactosidasa A y mutaciones en el gen GLA, y existe un tratamiento de sustitución enzimática que puede mejorar los síntomas.
La enfermedad de Fabry está causada por una progresiva acumulación
lisosómica de glucoesfingolípidos neutros, primariamente globotriaosilceramida; se debe a una deficiencia de la enzima α- galactosidasa A, que es codificada por GLA en el cromosoma X. 86 Como enfermedad ligada al cromosoma X, la mayor parte de los afectados son hombres y la transmisión es por mujeres portadoras, aunque también se presenta enfermedad significativa en años más tardíos en mujeres. 868788 El fenotipo patológico comprende diversos signos y síntomas con las siguientes manifestaciones principales: angioqueratomas, acroparestesias, anhidrosis, cambios oculares y, posteriormente, afectación cardiovascular, vascular cerebral y renal, todas relacionadas, en gran medida, con la fisiopatología central de enfermedad vascular de pequeño vaso debida al depósito de glucoesfingolípidos y la consecuente insuficiencia vascular. El rasgo clave de la enfermedad clásica de comienzo precoz en hombres durante la infancia son las crisis episódicas de intenso dolor en las extremidades (acroparestesias), que se caracterizan por quemazón en la parte distal de las extremidades desencadenado por diversos agentes estresantes, y que provoca isquemia de los nervios periféricos por la afectación de los pequeños vasos. Los angioqueratomas, lesiones dérmicas puntiformes rojas y violáceas que afectan a la parte inferior del tronco, glúteos, muslos y parte superior de las piernas, pueden ser uno de los signos más precoces de la enfermedad, y se acumulan progresivamente con la edad. La anhidrosis también es un hallazgo precoz en la mayoría de los casos. Un estudio de las características fenotípicas derivadas del registro de enfermedad de Fabry 87 mostró que la edad de comienzo y la variabilidad fenotípica estaban relacionados con el grado de deficiencia de α- galactosidasa A, con la actividad inferior al 1% asociada con enfermedad más temprana y agresiva La mayoría de las manifestaciones de morbilidad y mortalidad de la enfermedad de Fabry están relacionadas con la afectación cardiovascular, vascular cerebral y renal, y aparecen en hombres de edad media que han presentado el fenotipo clásico y tenido un comienzo temprano en la vida, aunque la edad de comienzo de la enfermedad avanzada es variable y en algunos casos puede llegar en la segunda y tercera décadas de la vida. Los problemas cardiovasculares relacionados con la afectación de pequeño vaso incluyen ataques isquémicos transitorios y trombosis con resultado de accidente cerebrovascular hasta en una cuarta parte de los pacientes en una variedad de localizaciones, más habitualmente de la circulación posterior. La afectación cardiovascular no suele resultar clínicamente evidente hasta la tercera o cuarta década de la vida, pero posteriormente la mayoría de los pacientes presentan alguna manifestación cardiovascular. El hallazgo más frecuente es hipertrofia del VI en la ecocardiografía, aunque el grado de hipertrofia es leve en muchos casos en la tercera década, pero progresa con la edad. El empeoramiento de la hipertrofia del VI se asocia a angina que aparece como consecuencia de la afectación de pequeños vasos, mientras que la afectación coronaria epicárdica resulta infrecuente. Los hallazgos del ECG incluyen inicialmente un intervalo PR corto e hipertrofia del VI, con evidencia más tardía de bloqueo cardíaco. También se pueden apreciar retrasos inespecíficos en la conducción intraventricular. La bradicardia es habitual y unos pocos pacientes precisan marcapasos. También son frecuentes cambios inespecíficos de ST-T. Los hallazgos ecocardiográficos se encuentran en un rango de hipertrofia del VI de leve a grave, esta última más frecuente en los pacientes de mayor edad, y de disfunción diastólica de leve a significativa. En la mayoría de los casos, la función sistólica es normal, aunque se ha descrito insuficiencia cardíaca con el progreso de la enfermedad. También aparecen palpitaciones y arritmia. Se han categorizado fenotipos atípicos de la enfermedad de Fabry como variantes cardíacas o renales. Aunque la enfermedad de Fabry más clásica es sindrómica, como se señaló anteriormente, y en la inmensa mayoría de los casos el diagnóstico de enfermedad de Fabry estará establecido antes de la remisión para valoración cardiovascular o renal, en ocasiones los pacientes serán remitidos a especialistas cardiovasculares o renales por patología específica del órgano antes de haberse realizado el diagnóstico de enfermedad de Fabry. El fenotipo de variante cardíaca atípica tiene pocos o ninguno de los signos y síntomas clásicos, sino que más bien se manifiesta como una hipertrofia del VI de causa no explicada entre la sexta y la octava décadas de la vida, en ocasiones acompañada de miocardiopatía, insuficiencia mitral y leve proteinuria, pero sin o con mínima disfunción renal. Debido a sus variadas manifestaciones, se ha estudiado la frecuencia de enfermedad de Fabry en los pacientes que presentan hipertrofia del VI no explicada compatible con el diagnóstico de MCH. En un estudio de 1.386 pacientes en 13 centros europeos que incluyó a hombres y mujeres de más de 35 y 40 años de edad, respectivamente, todos ellos con el diagnóstico de MCH, se llevó a cabo un cribado sistemático de enfermedad de Fabry mediante la búsqueda de mutaciones de GLA y, cuando se identificaban, se confirmaba mediante los niveles de α-galactosidasa A. 89 Se identificaron siete personas (0,5%), siendo cuatro de ellas mujeres de 45 a 72 años de edad, todas con hipertrofia del VI significativa (rango de 15 a 22 mm). Solo tres presentaban otros signos de la enfermedad de Fabry, más frecuentemente angioqueratomas. No se describió en este estudio exclusión de mutaciones en otros genes codificadores de proteínas sarcoméricas que se sabe que causan MCH, pero exhaustivas pruebas moleculares (paneles) de MCH identificarían actualmente variantes sarcoméricas, así como variantes de GLA. El diagnóstico de enfermedad de Fabry se basa en la demostración de reducción de la actividad de la α-galactosidasa A y en pruebas genéticas moleculares para mutaciones de GLA. Una muestra de biopsia endomiocárdica donde se aprecien inclusiones en el citoplasma del endotelio vascular al microscopio de luz o electrónico puede también conducir al diagnóstico ( fig. e77-11 ). Como los hallazgos cardiovasculares en los adultos con enfermedad de Fabry casi siempre incluyen hipertrofia del VI y en muchos casos se considera el diagnóstico de MCH, los paneles de genes para estudio genético actualmente incluyen el gen GLA para asegurarse de que casos atípicos de enfermedad de Fabry no pasen desapercibidos. De manera importante, hay disponible un tratamiento de la enfermedad de Fabry como sustitución enzimática, lo que puede detener el depósito de globotriaosilceramida y, en algunos casos, revertir el fenotipo patológico, mejorar los síntomas y restaurar la función de los órganos. Por esta razón resulta importante el diagnóstico de enfermedad de Fabry, incluso aunque la mayoría de médicos raramente se encuentren con ello.