1- La fibrilación auricular es la arritmia sostenida más frecuente. Consiste en la
desorganización total de la actividad eléctrica de la aurícula y ausencia de contracción auricular. El mecanismo fisiopatológico consiste en la coexistencia de múltiples frentes de onda eléctricos que cambian constantemente de dirección y dan como resultado una activación auricular caótica. El nodo auriculoventricular actúa como filtro de la actividad eléctrica proveniente de la aurícula y deja pasar sólo parte de los impulsos eléctricos hacia los ventrículos. Por ello, la actividad ventricular es irregular y varía en función de la refractariedad del nodo auriculoventricular . 1.1- Es una arritmia en la cual la actividad eléctrica auricular normal con onda P es reemplazada por multiples y pequeñas ondas fibrilatorias de diferente morfología, amplitud y duración, sin contracciones auriculares organizadas.
Epidemiología
La FA constituye un tercio de los diagnósticos de pacientes con arritmias,
afectando aproximadamente a un 6% de sujetos mayores de 65 años y 9% de mayores a 80 años de edad, por lo tanto, debido al movimiento demográfico actual de envejecimiento de la población, se espera que los casos de esta patología incrementen en las próximas décadas17,18. El estudio “Global Burden of Disease” realizado en el año 2010, estimó la frecuencia de FA y su relación con los años de vida ajustados por discapacidad (DALF, por sus siglas en inglés) a nivel mundial, encontrando que aproximadamente 33,5 millones de personas globalmente padecieron de FA (20,9 millones de hombres y 12,6 millones de mujeres), además la carga de morbilidad asociada a esta patología aumentó en un 18% desde el año 1990
Factores de riesgo
Los factores de riesgo de FA pueden clasificarse en no modificables y
modificables, en relación a los no modificables se encuentran la genética, la edad, el sexo y la raza, mientras que en los modificables principalmente están el tabaquismo, actividad física, comorbilidades como la obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial y la apnea obstructiva del sueño. Esta diferencia permite enfocar la atención hacia los factores modificables en la prevención de la FA. Diversas mutaciones genéticas de transmisión mendeliana han sido asociadas con el riesgo de FA, afectando los canales de K+, canales de Na+ y proteínas de las uniones GAP (intercelulares). La ganancia de función de los canales de K+ (KCNA5, KCND3, KCNE1, KCNE2, KCNE3, KCNE5, KCNH2, KCNJ2, KCNJ5, KCNJ8) ocasionaría una mayor corriente de repolarización, disminuyendo el tiempo del periodo refractario y aumentando el riesgo de reentradas, por otro lado, la pérdida de la función de estos canales (KCNA5, KCNH2) podría retrasar la repolarización, alargar la duración del potencial de acción y causar PPP36. Los estudios de asociación del genoma completo (GWAS, por sus siglas en inglés) también han permitido identificar polimorfismos de un solo nucleótido asociados con FA, en loci como el 4q25 (rs6817105 en PITX2), 16q22 (rs2106261 en ZFHX3), 1q21 (rs6666258 en KCNN3), entre otros, relacionados con procesos biológicos como el automatismo, transducción celular y el desarrollo cardiopulmonar, lo que genera nuevas dianas de investigación. Por otro lado, en América y Europa esta patología es más frecuente en los pacientes mayores a 65 años, pero se ha encontrado variabilidad de estas cifras en países de África y Asia, al tener los pacientes promedios de edad por debajo de los 50 años. El estudio “Framingham” demostró, en un seguimiento de 50 años, que el envejecimiento es el principal factor de riesgo para FA, aumentando hasta 9 veces el riesgo de padecer esta patología después de los 80 años (HR: 9,8; IC 95%: 6,68-13,0 en la corte 1998- 2007) y se mantuvo constante durante todo el estudio. En cuanto al sexo, diversos estudios reportan que la incidencia de FA es mayor en hombres (596 casos por 100 mil personas) que mujeres (373 casos por 100 mil personas), sugiriéndose como relación causal la mayor prevalencia de factores de riesgo y a altura en los primeros. No obstante, otras investigaciones también han reportado que las mujeres presentan mayor sintomatología, menor calidad de vida y mayor riesgo de complicaciones (ictus, cardiopatía isquémica y mortalidad) que los hombres, posiblemente porque son diagnosticadas a una edad más avanzada38. En relación a la raza, se ha observado que los blancos tienen mayor prevalencia de FA que los afrodescendientes e hispanos, por el contrario, en los estudios realizados en USA, los afroamericanos tuvieron mayor riesgo de padecer un evento trombo-embólico. El determinante de esta diferencia parece ser el linaje europeo, encontrándose que la presencia de marcadores de esta ancestría aumenta el riesgo de FA, lo que puede deberse a la presencia de variaciones genéticas que ocurrieron en la migración desde África hacia el norte durante las olas migratorias al inicio de la humanidad39. En este sentido, en el proyecto “Healthcare Cost and Utilization Project” realizado en USA, los hispanos presentaron un menor riesgo de padecer FA al ser comparados con las razas caucásicas (HR:0,78; IC 95%: 0,77-0,79; p<0,001), este mismo comportamiento lo presentaron los asiáticos (HR: 0,78; IC 95%:0,77-0,79; p<0,001)40. Entre los factores de riesgos modificables, la remodelación auricular (sustrato de la FA) debido a estímulos pro-inflamatorios y pro-fibróticos es el principal mecanismo asociado, por ejemplo, la inactividad física aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, que se relacionan con estados de inflamación crónica de bajo grado. El tabaquismo interviene de manera indirecta aumentando el riesgo de isquemia atrial, miocárdica e insuficiencia cardiaca, a su vez, la nicotina tiene un efecto pro-fibrótico aumentando la expresión de colágeno tipo III en la aurícula41 y prolonga la duración del potencial de acción bloqueando los canales rectificadores de potasio. La hipertensión arterial es uno de los principales factores de riesgo relacionados con la FA, debido a la sobrecarga hemodinámica que genera mayor presión en aurícula izquierda y su alargamiento. Además, la activación crónica del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAA) es causante de fibrosis y remodelado auricular, constituyendo un sustrato para la arritmia, por esta razón, es plausible el uso de bloqueadores de este eje como inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o antagonistas del receptor de angiotensina (ARA) para la prevención primaria y secundaria de pacientes hipertensos. La hiperglucemia también contribuye con la remodelación auricular anatómica y eléctrica, por medio del estrés oxidativo y la formación de productos finales de glicación avanzada (AGEs, por sus siglas en inglés), que infiltran el miocardio, promueven hipertrofia y fibrosis. En la obesidad, también existen cambios hemodinámicos que incrementan el gasto cardiaco y sobrecargan la aurícula, además, el estado de inflamación crónica de bajo grado que presentan los obesos debido a la disfunción del tejido adiposo visceral (incluyendo el epicárdico), generan señales proinflamatorias y pro-fibrótica, por último, existe infiltración grasa que genera daños estructurales en la aurícula. En la apnea obstructiva del sueño, los episodios de hipoapnea y apnea, con la subsecuente hipoxia, estimulan la actividad simpática y disminuyen el tono vagal, aumentando la sobrecarga hemodinámica de la aurícula y la activación de mediadores inflamatorios que pueden relacionarse con la dilatación auricular y la promoción de AF.
Etiología
El flúter puede aparecer en individuos sanos sin cardiopatía aparente, a menudo
practicantes de deportes de resistencia. Sin embargo, más frecuentemente se asocia a hipertensión arterial, edad avanzada, enfermedad pulmonar crónica, cardiopatía coronaria, reumática o miocardiopatías. En ocasiones existe un factor precipitante como pericarditis o hipertiroidismo.
Clasificación
La FA puede clasificarse según su etiología en valvular y no valvular pero esto ha
generado confusión en el ámbito clínico y epidemiológico, por lo que la Asociación Europea del Ritmo Cardiaco (EHRA, por sus siglas en inglés) y la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) actualizaron estas definiciones en sus últimas publicaciones. En relación a la FA valvular, se refiere a la FA en el ámbito de una valvulopatía, siendo ésta específica mente la estenosis mitral de moderada a grave severidad, que pueda requerir un reemplazo valvular o que el paciente ya presente una prótesis valvular. Por otro lado, la FA no valvular no implica la ausencia de valvulopatía, sino la ausencia de la estenosis mitral de moderada a grave severidad o la prótesis valvular. Es así como, la FA no valvular puede incluirse en escenarios clínicos de alteraciones mitrales, aórticas o tricuspídeas.
Por otro lado, la FA se clasifica según su presentación clínica, duración de
episodios y resolución en 5 patrones
• Primer episodio de fibrilación auricular. Esta categoría pone de manifiesto que el
paciente es visto por primera vez en fibrilación y, por tanto, es difícil de establecer si presentará nuevos episodios y su riesgo de recurrencia. • Fibrilación auricular paroxística. Autolimitada, en la mayoría de los casos en 48 h. Algunos episodios pueden durar hasta 7 días.
• Fibrilación auricular persistente. Se mantiene durante más de 7 días, incluidos
los episodios que se terminan por cardioversión farmacológica o eléctrica después de 7 o más días.
• Fibrilación auricular persistente de larga duración. Pacientes con FA continúa
durante más de 1 año.
• Fibrilación auricular permanente. El paciente (y el médico) asume la fibrilación.
Por lo tanto, por definición no se adoptan intervenciones para el control del ritmo cardíaco en estos pacientes. En caso de aplicarse medidas para el control del ritmo, la arritmia se reclasificaría como fibrilación auricular persistente de larga duración.
Fisiopatología
(pendiente)
Cuadro clínico
A pesar de que en ocasiones la fibrilación auricular puede ser asintomática
durante largos períodos de tiempo, las repercusiones clínicas son múltiples: a) la frecuencia ventricular excesiva puede precipitar insuficiencia cardíaca o angina de pecho; b) la pérdida de la contracción auricular facilita la formación de trombos auriculares que provocan fenómenos embólicos; c) la pausa sinusal en el momento de cesar la crisis de fibrilación puede condicionar la aparición de síncope; d) la pérdida de la contribución auricular a la contracción cardíaca puede empeorar la insuficiencia cardíaca o causar fatiga y disnea; e) la persistencia de un ritmo ventricular rápido puede provocar el desarrollo de taquicardiomiopatía secundaria a la taquicardia, y f) las crisis de palpitaciones repetidas pueden crear una ansiedad y una molestia insoportable para el paciente. La exploración física permite en general establecer el diagnóstico, ya que el pulso arterial es completamente irregular y rápido, excepto cuando el paciente ha recibido tratamiento. El primer ruido cardíaco varía de intensidad constantemente y en el pulso yugular se comprueba la ausencia de ondas a.
Diagnostico ECG
La activación rápida e irregular de las aurículas se traduce en el ECG
convencional en la ausencia de ondas P y en la sustitución de estas por una actividad desorganizada que modifica la línea de base En algunas ocasiones, el voltaje de las llamadas ondas f de fibrilación es mayor y en algunas derivaciones estas adquieren una cierta regularidad que puede llegar a simular un flúter Además, destaca en el ECG la irregularidad del ritmo ventricular. En pacientes que no han recibido tratamiento, la frecuencia ventricular acostumbra a oscilar entre 100 y 160 latidos/ min. En enfermos tratados o en los que presentan bloqueo AV de diverso grado, la respuesta ventricular es más lenta y puede llegar al bloqueo completo con ritmo de escape que se diagnostica por un ritmo regular y lento con QRS ancho.
Tratamiento
En el tratamiento de la fibrilación auricular hay que considerar tres aspectos:
reversión a ritmo sinusal, prevención de las recurrencias y prevención de las complicaciones.
Reversión a ritmo sinusal
Para el restablecimiento del ritmo sinusal se puede realizar la cardioversión eléctrica o farmacológica. Si existen causas precipitantes como tirotoxicosis, fiebre, neumonía, embolia pulmonar o pericarditis, el tratamiento debe dirigirse a tratar el factor desencadenante. Una vez descartadas estas causas precipitantes se deben valorar en primer lugar las consecuencias hemodinámicas del episodio. Los pacientes en los que la fibrilación provoca un trastorno hemodinámico grave (miocardiopatía hipertrófica, síndrome de Wolff-Parkinson- White, postoperatorio de cirugía cardíaca, infarto de miocardio) deben recibir un tratamiento que restablezca lo antes posible la estabilidad hemodinámica. El método más rápido es la cardioversión eléctrica sincronizada. Sin embargo, en ocasiones se produce una recaída inmediata tras la cardioversión. En este caso es recomendable iniciar tratamiento con amiodarona i.v. Si la situación clínica lo permite, es preferible el control farmacológico de la frecuencia ventricular, para evaluar a continuación la necesidad de cardioversión.
Control de la frecuencia cardíaca
En pacientes con insuficiencia cardíaca o función ventricular disminuida se puede conseguir mediante digitalización i.v. En pacientes con buena función ventricular la primera opción será el uso de fármacos b-bloqueantes o antagonistas del calcio (verapamilo o diltiazem). Si la fibrilación auricular es de menos de 48 h, es aconsejable la cardioversión eléctrica tras unas horas de observación. En caso de una fibrilación de más de 48 h y menos de 1 año, se inicia la terapia anticoagulante y el tratamiento antiarrítmico vía oral que deberá mantenerse crónicamente. A la vez, se cita al paciente a las 3 semanas para realizar la cardioversión de manera programada y ambulatoria. La tasa de restablecimiento del ritmo sinusal mediante la cardioversión es superior al 90%. Una vez restablecido el ritmo sinusal, el objetivo debe ser su mantenimiento a largo plazo. En pacientes que han presentado un solo episodio o que presentan episodios muy ocasionales es preferible no iniciar ningún tratamiento antiarrítmico. Los fármacos más utilizados son los de clase IC, como propafenona (450-900 mg/día) y flecainida (200-400 mg/día), siempre que no exista cardiopatía estructural. Por otro lado, dichos fármacos deben asociarse a otros que aumenten la refractariedad del nodo AV, tales como β-bloqueantes o antagonistas del calcio, al objeto de evitar, en caso de flúter, una conducción 1:1 a los ventrículos. También se puede utilizar dronedarona que, además de mantener el ritmo sinusal, controla la frecuencia en caso de recaída. En pacientes con hipertrofia aguda, disfunción ventricular o insuficiencia cardíaca el fármaco de elección es la amiodarona en dosis de 200 mg/día. También se puede utilizar sotalol (160-320 mg/día) si no existe contraindicación a los b- bloqueantes. La probabilidad de recurrencia al año se sitúa alrededor del 50%. Dada la limitada eficacia del tratamiento farmacológico, hoy día se aconseja la práctica de ablación con radiofrecuencia en los pacientes refractarios. La técnica consiste en el aislamiento eléctrico de las venas pulmonares en la aurícula izquierda, acompañada a menudo de la realización de líneas de ablación en el techo de la aurícula izquierda y el istmo entre la válvula mitral y la vena pulmonar inferior. Dicha técnica tiene buenos resultados en pacientes con fibrilación auricular paroxística o persistente. Sin embargo, tiene resultados más pobres en fibrilación permanente de larga evolución (más de 1 año). Cuando no se logra el mantenimiento del ritmo sinusal, ni un buen control de la frecuencia cardíaca, se puede optar por el implante de un marcapasos y la interrupción de la conducción AV mediante ablación con radiofrecuencia.
Prevención de las complicaciones
En primer lugar, se debe considerar la necesidad de iniciar un tratamiento anticoagulante tanto en pacientes con fibrilación auricular crónica como paroxística. En cualquier paciente con cardiopatía reumática o en presencia de factores de riesgo embólico, como en todos los pacientes con antecedentes cardioembólicos, se debe iniciar tratamiento anticoagulante. Existen diversas clasificaciones de factores de riesgo; la más utilizada es la clasificación de CHA2DS2-VASc, promovida por las guías de la European Society of Cardiology. Los factores de riesgo son: a) edad superior a 65 años (1 punto) o superior a 75 años (2 puntos); b) diabetes mellitus (1 punto); c) hipertensión arterial (1 punto); d) insuficiencia cardíaca (1 punto); e) embolia previa (2 puntos); f) sexo femenino (1 punto), y g) enfermedad vascular periférica (1 punto). Los varones con 0 puntos o las mujeres con 1 punto no requieren anticoagulación. En caso de ser varón se recomienda iniciar la anticoagulación a partir de 2 o más puntos, y hay que considerarla e individualizarla si tienen 1 punto. En caso de ser mujer está recomendado iniciar la anticoagulación a partir de 3 o más puntos, y hay que considerarla con 2 puntos. En pacientes con fibrilación auricular permanente en los que no se considera adecuado intentar la reversión a ritmo sinusal deberá establecerse un tratamiento que permita un control adecuado de la frecuencia cardíaca. De acuerdo con la pauta comentada en el tratamiento de fase aguda, en casos con insuficiencia cardíaca la digoxina es el fármaco más apropiado. Sin embargo, la digoxina ejerce un buen control de la frecuencia cardíaca en reposo pero no durante el ejercicio, por lo que en ausencia de insuficiencia cardíaca es preferible la utilización de b-bloqueantes o de antagonistas del calcio.