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Caso Clínico (Luis D.).

C - 1, C – 2, C – 3, C – 4, C – 5, C – 6, C - 7, C- 8 , C-9

A los 20 años, Luis D. era en muchas formas una copia al carbón de su hermano mayor,
nacido en forma prematura, había pasado sus primeras semanas de vida en una incubadora.
Sin embargo, había ganado peso con rapidez y en pocos meses estaba dentro de los valores
normales para la edad.
Caminó, habló y controlo esfínteres a las edades ordinarias. Era posible que debido a que
ambos habían trabajado muy duro en la granja y quizá porque no había otros niños para que
él y sus hermanos jugaran, que sus padres no habían notado nada extraño en Luis D. hasta
que entró al primer año escolar. En pocas semanas, su maestra les había contactado para
solicitarles una entrevista.
Luis D. parecía ser brillante, les había dicho; su trabajo escolar no se cuestionaba. Sin
embargo, su sociabilidad era casi nula. Durante el recreo, cuando otros niños jugaban con la
pelota o rondas, él se quedaba en el salón a dibujar. Era raro, que participara en las
discusiones del grupo y siempre se sentaba algunos centímetros más atrás que los otros
niños en el círculo de lectura. Cuando tuvo que hacer una presentación de actuación y relato
frente al grupo, se paró en silencio al frente durante algunos momentos, sacó un hilo de
papalote de su bolso y lo tiró al piso. Luego se sentó.
La mayor parte de su conducta era similar a la de Lyonel, de forma que los padres no se
habían preocupado mucho. Aun así, lo llevaron con el médico familiar, quien estuvo de
acuerdo en que era probable que eso no fuera lo normal en su familia y que lo "superaría".
Sin embargo, nunca lo hizo; simplemente creció. Nunca realizaba actividades con su
familia. En navidad abría su regalo, lo llevaba a una esquina y jugaba ahí solo. Ni siquiera
Lyonel hacía eso.
Cuando Luis D, entro a la habitación, fue evidente que no consideraba que la cita fuera algo
especial. Llevaba pantalones de mezclilla, rasgados en una rodilla, un tenis andrajoso y una
playera que alguna vez había tenido mangas.
Durante la mayor parte de la entrevista estuvo hojeando una revista dedicada a la
astronomía y las matemáticas. Después de esperar más de un minuto para que Luis D,
dijera algo, el entrevistador preguntó: "¿Cómo estás?"
"Estoy bien". Luis D, siguió leyendo.
"Tu mamá y tu papá te pidieron que vinieras hoy a verme. ¿Puedes decirme por qué?"
"En realidad, no".
"¿No tienes alguna idea al respecto?".
"No".
La mayor parte de la entrevista transcurrió de esta manera. Luis D. aportaba información
con buena disposición, cuando se le solicitaba de forma directa, pero parecía no tener
interés alguno en hacerlo de forma voluntaria. Mientras estaba en silencio, mirando la
revista, no demostró otras conductas anormales o excéntricas. El flujo de su discurso (el
poco que existió) era lógico y secuencial. Estaba orientado por completo y tuvo una
calificación perfecta de 30 en su Mini-Examen del Estado Mental. Su ánimo estaba "ok", ni
muy contento ni muy triste. Nunca había consumido alcohol o drogas. Con calma negó en
forma enfática haber escuchado voces, tener visione so ideas de estar siendo observado,
seguido, de que hablaran de él, o que de alguna forma alguien estuviera causándole alguna
interferencia. "No soy como mi hermano", fue la respuesta espontánea, más larga que había
tenido hasta ese momento.
Cuando se le preguntó cómo era, Luis D, dijo que como Greta Garbo, quien también quería
que la dejaran en paz. Dijo que no necesitaba amigos y que también podía estar bien sin su
familia. Tampoco necesitaba tener relaciones sexuales. Había visto revistas de sexo y libros
de anatomía. Mujeres u hombres, era algo aburrido. Su concepto sobre como pasar la vida
bien era vivir sólo en una isla, como Robinson Crusoe, "pero sin viernes".
Se puso la revista bajo el brazo y salió del consultorio, para nunca regresar.

Trastorno de personalidad:

Criterios:

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