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SOCIALIZACION Y CICLO VITAL

Anthony GIDDENS1

NIÑOS "NO SOCIALIZADOS"


¿Cómo serían los niños si, por alguna razón, crecieran sin la influencia de los adultos?
Obviamente ninguna persona podría criar a un niño apartado de la influencia humana a modo
de experimento. Sin embargo, han existido varios polémicos casos de niños que pasaron los
primeros años de su vida apartados del contacto humano normal. Empezaremos este capítulo
con dos de estos casos, antes de pasar al estudio de modelos más ortodoxos de desarrollo
infantil.

El "niño salvaje de Aveyron"

El 9 de enero del año 1800 una extraña criatura surgió de los bosques cercanos al
pueblo de Saint-Serin en el sur de Francia. Excepto por el hecho de que caminaba en posición
erecta se asemejaba más a un animal que a un humano, pero pronto fue identificado como un
niño de unos once o doce años. Únicamente emitía estridentes e incomprensibles chillidos. El
niño parecía carecer del sentido de la higiene personal y evacuaba donde y cuando le parecía.
Fue conducido a la policía local y, más tarde, a un orfanato cercano. Al principio trató de
escapar constantemente y pudo ser retenido no sin dificultades, y se negó a llevar ropas
rasgándolas tan pronto como habían terminado de ponérselas. Ningún padre le reclamó jamás.

El niño fue sometido a un detallado examen médico en el que no se identificó ninguna


anormalidad digna de destacarse. Cuando se le puso delante de un espejo pareció que era
capaz de ver su imagen pero no de reconocerse a sí mismo. En una ocasión trató de alcanzar a
través del espejo una patata que había visto reflejada en él. (La patata estaba, de hecho,
sostenida por alguien detrás de su cabeza). Después de varios intentos, y sin volver la cabeza,
cogió la patata por encima de su hombro. Un sacerdote que observaba al niño a diario y que
describió el incidente de la patata al que hemos aludido escribió:

Todos estos pequeños detalles, y muchos otros que podríamos añadir, prueban que este niño no carece
totalmente de inteligencia ni de capacidad de reflexión y razonamiento. Sin embargo, nos vemos obligados a
reconocer que, en todos los aspectos que no tienen que ver con sus necesidades naturales o la satisfacción de su
apetito se percibe en él un comportamiento puramente animal. Si tiene sensaciones no desembocan en ninguna
idea. Ni siquiera puede compararlas unas con otras. Podría pensarse que no existe conexión entre su alma con su
mente y su cuerpo. (Shattuck, 1980, p. 69; ver también Lane, 1976.)

Más tarde, el niño fue trasladado a París, donde se llevó cabo un intento sistemático de
transformarle "de bestia en humano". El esfuerzo resultó parcialmente satisfactorio. Aprendió
a utilizar el retrete, accedió a llevar ropa y aprendió a vestirse solo. Pero no le interesaban ni
los juguetes ni los juegos, y nunca fue capaz de articular más que un reducido número de
palabras. Hasta donde sabemos por las detalladas descripciones de su comportamiento y sus
reacciones, la cuestión no estaba en que fuese retrasado mental. Parecía que o no deseaba
dominar totalmente el habla humana o que era incapaz de ello. Con el tiempo hizo escasos
progresos, y murió en 1828 a la edad de cuarenta años.

Genie
1
Tomado de SOCIOLOGIA, Alianza Editorial, Madrid, 1991. Pp. 94 - 96. (Impresión: Humberto PORRAS)

1
No podemos saber el tiempo que vivió solo en los bosques el “niño de Aveyron” o si
sufría o no de algún defecto congénito que le impidió desarrollarse como un ser humano
normal. Sin embargo, existen ejemplos recientes que apoyan algunas de las observaciones
hechas sobre su comportamiento. Un caso muy reciente lo proporciona la vida de Genie, una
niña de California que estuvo encerrada en una habitación desde que tenía aproximadamente
un año y medio hasta los trece. El padre de Genie retuvo a su esposa, que se estaba quedando
ciega, prácticamente confinada en la casa. La principal conexión de la familia con el mundo
exterior era a través de un hijo adolescente que iba a la escuela y hacía la compra.

Genie tenía un defecto en la cadera de nacimiento que le impidió aprender a andar


bien, y su padre le pegaba a menudo. Cuando Genie tenía veinte meses parece ser que el padre
decidió que era retrasada y “la encerró” en una habitación con las cortinas corridas y la puerta
cerrada con llave. Permaneció en dicha habitación durante los siguientes nueve años, y sólo
veía a los otros miembros de la familia cuando le traían la comida. A Genie no se le enseño a
asearse, y estuvo parte del tiempo atada, desnuda, a una sillita de niño. A veces, de noche, la
soltaban, pero sólo para meterla en una prenda represora, un saco de dormir en el que sus
brazos quedaban inmovilizados. Así atada, la metían en una cuna con una malla metálica a los
lados y una manta de red por encima. De algún modo consiguió, en estas tremendas
circunstancias, soportar el paso de las horas, los días y los años. Apenas si tuvo oportunidad
de escuchar alguna conversación entre los miembros de la casa. Si intentaba hacer algún ruido
o llamar la atención, su padre le pegaba. Este no le habló nunca, y ladraba o emitía ruidos de
animales si ella hacía algo que le molestaba. Carecía de juguetes propios de su edad o de otros
objetos con los que ocupar su tiempo.

En 1970 su madre escapó de la casa, llevándose a Genie con ella. La situación de la


niña llegó a oídos de un trabajador social y la niña fue ingresada en la sala de rehabilitación
de un hospital infantil. Cuando llegó al hospital no podía mantenerse en posición erecta,
correr, saltar o trepar, y sólo era capaz de andar arrastrando torpemente los pies. Un psiquiatra
la describió como “no socializada, primitiva, apenas humana”. Sin embargo, una vez en la
sala de rehabilitación Genie hizo progresos relativamente rápidos. Aprendió a comer
normalmente y a asearse, y accedió a vestir como los demás niños. Pero permanecía callada
casi todo el tiempo, excepto cuando reía, con una risa aguda y “artificial”. Se masturbaba
constantemente en situaciones públicas, negándose a abandonar el hábito. Más tarde vivió
como hija adoptiva en casa de uno de los doctores del hospital, y fue desarrollando
gradualmente un vocabulario bastante amplio, suficiente para emitir un número limitado de
frases elementales. Pero su dominio del lenguaje nunca progresó más allá de un niño de tres o
cuatro años.

El comportamiento de Genie se estudió intensivamente y se hicieron una serie de test a


lo largo de un período de siete años. Estos parecían indicar que no era imbécil y que no sufría
ningún otro defecto congénito. Parece que lo que le ocurrió a Genie, al igual que al “niño de
Aveyron”, es que cuando accedió al contacto humano había sobrepasado la edad en la cual los
niños ya han realizado el aprendizaje del lenguaje y de otras habilidades complejas, después
del cual es demasiado tarde para llegar a dominarlos completamente. El “niño salvaje” y
Genie proporcionan una idea aproximada de lo que sería un niño “no socializado”. Ambos
retuvieron numerosas actitudes “no humanas” aunque, a pesar de las privaciones que
sufrieron, ninguno demostró ningún vicio duradero. Respondieron de inmediato a los que les
trataron con cuidado, y adquirieron un nivel mínimo de las habilidades humanas ordinarias.

2
Sin duda, hay que tener cuidado a la hora de interpretar casos de este tipo. En cada uno
de estos ejemplos es posible que quedase sin diagnosticar una anormalidad mental. Por otra
parte, las experiencias a las que fueron sometidos los niños pudieron causar daños
psicológicos que les impedían dominar las habilidades que la mayoría de los niños adquieren
a una edad mucho más temprana. Aun así, existe una similitud suficiente entre estas dos
historias, así como con otras que se conocen, para poder sugerir cuán limitadas estarían
nuestras facultades si careciéramos de un amplio período de socialización temprana.

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