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El México prehispánico o época prehispánica de México, puede ser definido como el tiempo o
etapa histórica del país, durante la cual se desarrollaron culturas de una trascendencia importante
para una parte de la estructura que fue y aun hoy es pilar de la formación como nación de lo que
es la república mexicana.
Hace apenas 21.000 o 25.000 años, el actual territorio mexicano comenzó a poblarse de hombres
y mujeres que procedieron de Asia, esto según la hipótesis del paso de estos por el estrecho de
Bering y de ahí a toda américa.
Transcurrieron estos hombres y mujeres la llamada etapa lítica de México o prehistoria mexicana,
siendo individuos organizados en grupos de cazadores recolectores, que vivían de lo que podían
obtener atacando en grupo a presas de las cuales se beneficiaban, de su carne, piel y huesos; esto
hasta que aproximadamente hace 5.000 años anteriores a nuestra era, se inició con el
descubrimiento de la agricultura en la zona, una etapa protoagricola en Mesoamérica, lo que
revolucionó totalmente la vida de los grupos de cazadores recolectores que abandonaron la vida
nómada volviéndose gradualmente sedentarios. Se inicia una organización de estos individuos de
forma tribal, hasta que finalmente evolucionó a una organización sociopolítica bien estructurada y
definida, dando paso a la formación de las llamadas culturas prehispánicas o mesoamericanas.
Al iniciar el proceso agrícola a partir del 2500-1500 a.C. la vida social y religiosa en las aldeas
sedentarias prosperó cada vez más de forma organizada, dando paso a la creación de centros
poblacionales destinados no solo a habitarse sino también al control político y culto religioso del
colectivo humano que los integraban, así inicia la formación de las culturas mesoamericanas; una
cultura madre, la de los olmecas, es considerada el germen de las sociedades mesoamericanas que
evolucionaron a través de los llamados horizontes culturales.
Los inicios del Preclásico están definidos por la economía de subsistencia basada en la agricultura,
la formación de poblados y el surgimiento de la alfarería; la cerámica es uno de los atributos de las
sociedades plenamente sedentarias. La cerámica mesoamericana más antigua se ha detectado en
Puerto Marqués en la costa del Pacífico denominada Ceramica Pox (2.440 a.C.), la cual fue
confeccionada con arcilla y desgrasante de fibra, por lo que se supone que sus antecedentes se
encuentran en las cestas de fibra del Arcaico. Estas sociedades del 2.500 al 1.500 a.C. son
igualitarias y mantienen unas relaciones sociales basadas en la solidaridad en relación con el
control de los recursos.
A finales del Formativo Temprano varias zonas de Mesoamérica evolucionan hacia formas de vida
más complejas, incluyendo la construcción de montículos públicos y la confección de bienes de
status, reflejados por formas no utilitarias de cerámica. El principal elemento a tener en cuenta es
que una cerámica más compleja sólo pudo ser manufacturada por artesanos especializados,
manifestando una incipiente jerarquización de la sociedad.
El Formativo Medio (1.200-400 a.C.), se caracteriza por un mayor control de los recursos agrícolas,
algunos de los cuales están acompañados por técnicas intensivas de producción, por la
construcción de los primeros sistemas de irrigación y por la formación de grandes centros
ceremoniales que integran jefaturas complejas. En estos grandes asentamientos vive una sociedad
cada vez más estratificada, donde solo la clase dirigente (compuesta por la nobleza y los
sacerdotes) pueden obtener bienes exóticos y de alto rango. Para ello se hace necesaria la
existencia de especialistas alejados de la producción agrícola, que elaboran productos de elite con
un complicado estilo artístico. Aparecieron nuevos grupos, como los artesanos, y los comerciantes
cobraron una presencia más importante.