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Pocos organismos poseen enzimas que puedan digerir la celulosa. Por ejemplo, los seres
humanos no la tenemos, por lo que la celulosa de nuestra comida pasa a través del tracto
digestivo y se elimina con las heces. A lo largo del camino, la celulosa erosiona la pared del
tracto digestivo y estimula la secreción de moco, que ayuda a lograr un paso suave de la
comida a través del tracto. Así, aunque la celulosa no es un nutriente para los seres humanos
es una parte importante de una dieta saludable. La mayoría de las frutas frescas, los vegetales
y los granos enteros son ricos en celulosa.
Los animales como las vacas y las ovejas parecen ser la excepción puesto que se alimentan
de hierba y productos vegetales similares, pero realmente tampoco pueden romper el enlace
β glucosídico, sino que dependen de una población de microorganismos residentes en el
rumen (una de las partes del estómago). Los microorganismos digieren la celulosa y los
huéspedes obtienen los productos finales de la digestión microbiana en una forma que si
pueden asimilar.
Los lípidos constituyen una categoría muy diversa de componentes celulares que se parecen
entre sí más por sus propiedades de solubilidad que por su estructura química. El rasgo
distintivo de los lípidos es su naturaleza hidrofóbica. Son insolubles en agua debido a sus
muchos enlaces covalentes no polares, pero solubles en solventes orgánicos, tales como el
cloroformo o el éter.
La heterogeneidad estructural de los lípidos explica su diversidad funcional y su
amplia distribución en la naturaleza.
Los ácidos grasos son los componentes de varios tipos de lípidos. Un ácido graso está
formado por una larga cadena hidrocarbonada no ramificada, con un grupo carboxilo en un
extremo. La molécula del ácido graso es anfipática, es decir que tiene una región polar y otra
apolar: el grupo carboxilo le confiere naturaleza polar a uno de los extremos (cabeza),
mientras que la cola hidrocarbonada es apolar. Los ácidos grasos contienen un número
variable, pero generalmente par, de átomos de carbono. Lo normal es que oscilen entre 12 y
20 átomos de carbono, siendo especialmente frecuentes los de 16 y 18 átomos de carbono.
Los ácidos grasos están altamente reducidos, por lo que son capaces de rendir mucha energía
tras su oxidación, siendo, por lo tanto, una forma muy eficaz de almacenamiento energético.
Los ácidos grasos con enlaces simples se denominan ácidos grasos saturados, puesto que
cada átomo de carbono presenta el máximo número posible de átomos de hidrógeno unidos
a él. Los ácidos grasos insaturados contienen uno o más dobles enlaces. La presencia de los
dobles enlaces afecta a la forma y estructura de la molécula.
Los ácidos grasos saturados tienen colas largas y rectas que pueden empaquetarse
estrechamente, mientras que los dobles enlaces originan dobleces o curvaturas en las
moléculas, dificultando el empaquetamiento entre ellas.
Los triacilgliceroles o triglicéridos, están formados por una molécula de glicerol unido
mediante enlaces éster a tres ácidos grasos. Los ácidos grasos no tienen que ser idénticos.
Pueden y, de hecho, es lo frecuente, varían en la longitud de la cadena, en el grado de
insaturación, o incluso en ambos.
La principal función de los triglicéridos es el almacenamiento de energía: producen 9.3
Kcal/g, en comparación de las 3.79 kcal/g que producen los carbohidratos o proteínas. En
algunos animales, los triglicéridos confieren también aislamiento frente a temperaturas bajas.
Por ejemplo, animalitos como las morsas, las focas y los pingüinos, que viven en climas
extremadamente fríos, almacenan triglicéridos debajo de la piel y dependen de las
propiedades aislantes de esta grasa, para poder sobrevivir en un ambiente tan adverso.
Esto explicaría también por qué los gorditos no tienen tanto frio como los flaquitos.
Los triglicéridos en los que predominan los ácidos grasos saturados, son generalmente
sólidos a temperatura ambiente y se denominan grasas.
En los vegetales, la mayoría de los triglicéridos son líquidos a temperatura ambiente, de allí
el nombre de aceites vegetales. Como los ácidos grasos de los aceites son predominantemente
insaturados, sus cadenas hidrocarbonadas se retuercen, previniendo el empaquetamiento
ordenado de las moléculas.
Si bien las grasas son importantes en la dieta, las grasas saturadas aumentan la concentración
de colesterol en la sangre y pueden producir acumulación de grasa en las arterias, lo que a su
vez puede conducir a una cardiopatía.
Los ácidos grasos esenciales son aquellos ácidos grasos que el organismo no puede sintetizar,
por lo que tienen que ser obtenidos a través de la dieta. Hay dos familias de ácidos grasos
esenciales: los omega-3 (ω-3) y los omega-6 (ω-6). Por la posición de su primer doble enlace,
contando desde el carbono ω (el carbono más alejado del carboxilo), estos ácidos grasos
pueden ser de tipo ω-3 u ω-6.
Dado que estos ácidos grasos no están saturados de átomos de hidrógeno y tienen más de
un enlace doble entre los átomos, se denominan ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs por
sus siglas en inglés). La mayoría de los PUFAs provienen de las plantas y los pescados grasos.
Existen tres tipos principales de ácidos grasos omega-3 que se ingieren a través de los
alimentos y que el organismo utiliza: el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido
eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Una vez ingeridos, el cuerpo
convierte los ALA en EPA y DHA, los dos tipos de ácidos grasos omega-3 más fácilmente
asimilables por el organismo. La mayoría de los ácidos grasos omega-6 se consumen en la
dieta a partir de aceites vegetales como el ácido linoleico (LA). El organismo convierte el
ácido linoleico en los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga: gamma-linolénico (GLA)
y ácido araquidónico (AA). El AA también se puede consumir directamente de la carne, y el
GLA se ingiere a partir de varios aceites de origen vegetal.
Entre las funciones que cumplen los ácidos grasos ω-3, podemos citar las siguientes:
Lentifican la coagulación intravascular (ayudan a prevenir infartos), Suprimen la inflamación
(previenen la sobrerreacción a alérgenos), Dilatan los vasos sanguíneos (reducen la
hipertensión), Controlan el crecimiento celular (pueden hacer más lento el crecimiento de
células cancerosas).
En cuanto a las funciones de los ω-6, podemos mencionar las siguientes: Aumentan la
coagulación (un exceso en su consumo puede conducir a un riesgo de infarto), Suprimen al
sistema inmune (un exceso en su consumo puede aumentar el riesgo de infección), Aumentan
el crecimiento celular (un exceso en su consumo puede promover el crecimiento de células
cancerosas), Favorecen la formación de nuevos vasos sanguíneos (un exceso en su consumo
pueden facilitar la alimentación de células cancerosas).
Los ácidos grasos Omega 3 y Omega 6 son esenciales y su consumo debe estar balanceado
para que el cuerpo obtenga el mayor provecho de ellos.
Los fosfolípidos, son similares a los triglicéridos en algunos detalles químicos, pero difieren
marcadamente en sus propiedades y en su función en la célula.
Los fosfolípidos son muy importantes en la estructura de las membranas. En términos
químicos, los fosfolípidos son fosfoglicéridos o esfingolípidos.
La composición de los fosfoglicéridos consiste en dos ácidos grasos unidos al glicerol y el
tercer grupo hidroxilo del glicerol está unido a un grupo fosfato, el cual tiene una carga
eléctrica negativa. Pequeñas moléculas adicionales, por lo general cargadas o polares, pueden
unirse a los grupos fosfato para formar una variedad de fosfolípidos.
Los fosfoglicéridos son los fosfolípidos predominantes en la mayoría de las membranas.
Además de fosfoglicéridos, algunas membranas contienen otro tipo de fosfolípidos,
denominados esfingolípidos. Como sugiere su nombre están formados por el aminoalcohol
esfingosina. A través de su grupo amino, la esfingosina puede formar un enlace amida por el
que se une a un ácido graso de cadena larga. La molécula resultante se llama ceramida y está
formada por una región polar flanqueada por dos largas colas apolares.
Los esteroides, son derivados de un esqueleto hidrocarbonado formado por cuatro anillos,
que los hacen estructuralmente diferentes del resto de los lípidos.
El esteroide más abundante en las células animales es el colesterol. El colesterol es el punto
de partida para la síntesis de todas las hormonas esteroideas, entre las que se incluyen las
hormonas sexuales masculinas y femeninas, los glucocorticoides y los mineralcorticoides. Las
principales hormonas sexuales son los estrógenos producidos por el ovario de las hembras
(por ejemplo el estradiol) y los andrógenos producidos por los testículos del macho (por
ejemplo, la testosterona). Los glucocorticoides, por ejemplo el cortisol, pertenecen a una
familia de hormonas que promueven la gluconeogénesis (síntesis de glucosa) y suprimen las
reacciones inflamatorias. Los mineralcorticoides, como la aldosterona regulan el balance
iónico y estimulan la reabsorción de iones sodio, cloruro y bicarbonato en el riñón.
Vale la pena resaltar que la gran variedad en el diseño de la estructura de los carbohidratos y
de los lípidos es crucial para el cumplimiento de la gran diversidad de funciones de cada una
de estas moléculas.
Para terminar, considerando que los carbohidratos y los lípidos cumplen importantes
funciones en nuestro organismo, es necesario que los incorporemos en nuestra dieta en una
proporción adecuada, teniendo en cuenta que todo exceso podría terminar comprometiendo
gravemente nuestra salud.
Es importante que consideremos consumir un mayor porcentaje de carbohidratos complejos
presentes en verduras, frutas, cereales, legumbres y un porcentaje menor de alimentos ricos
en azúcares simples como dulces, mermeladas, etc. En cuanto a las grasas es importante
limitar el consumo excesivo de grasas saturadas y poliinsaturadas (omega 6) y evitar
completamente el consumo de grasas trans, las cuales elevan los niveles del colesterol LDL
(el malo) y disminuyen los niveles del colesterol HDL (el bueno). Las grasas trans se
encuentran en las margarinas, galletas saladas y dulces, los bocadillos y otras comidas hechas
o fritas con aceites parcialmente hidrogenados.
Espero que esta información les sea útil para reforzar lo que han visto en clase y para mejorar
su estilo de alimentación.
Con mucho cariño,
Prof. Elizabeth Chávarry Noriega
“¡Cuán dulces son tus palabras en mi boca! ¡Son más dulces que la miel en mis labios!”
(Salmos 119:103)