Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El principal móvil de los españoles para lanzarse a los peligros de la conquista fue
el conseguir oro y mano de obra indígena. Lo primero, como siempre, no resultó
tan abundante como se esperaba, pero lo segundo sí lo era, por lo que Cortés
remuneró a sus capitanes con tierras, trabajo y tributo de los indígenas entregados
en encomienda. Ciertamente el reparto no fue equitativo: Cortés y sus amigos
recibieron el mayor número de pueblos; unos cuantos más se beneficiaron con
encomiendas menores y muchos se quedaron sin nada.
Fue así como los religiosos junto con algunos colonos y encomenderos como
Cortés se distribuyeron la tierra para su explotación y, buscando el mayor
beneficio, introdujeron nuevos cultivos. Muy pronto, el maíz, el frijol, la calabaza y
el jitomate prehispánicos compartieron las tierras con el trigo, la caña de azúcar, la
cebolla, el ajo, los manzanos y los cítricos. Efectos más notorios provocó el arribo
de animales domésticos como la gallina, el cerdo, la cabra, la oveja, la vaca, el
buey y el caballo. En consecuencia, aumentó el consumo de carne y de algunas
fibras textiles como la lana, y se agilizó el transporte de mercancías que antes se
realizaba sobre las espaldas de las personas. Por último, el hierro y la rueda
aplicados al transporte, a la minería y a la agricultura, aumentaron la producción.
La distribución de la tierra que se efectuó tras la conquista militar tuvo como base
el derecho feudal de la conquista. Apelando a este derecho Hernán Cortés se
autonombró primer capitán general y gobernador de la Nueva España, emitió
leyes, repartió tierras y encomiendas, administró justicia y organizó campañas
militares. Para desempeñar algunas de estas funciones nombró autoridades bajo
su mando: un alcalde mayor de justicia para la capital, tenientes de gobernadores
para cada una de las regiones sometidas y cabildos municipales, con alcaldes
elegidos por él, para el gobierno de las villas de españoles. En los pueblos
indígenas se mantuvo a los caciques nativos.
Su poder ilimitado y reparto de beneficios y cargos entre sus allegados provocó
descontento entre sus enemigos y cuando Cortés partió a las Hibueras entre 1524
y 1526, estuvo a punto de estallar una guerra de facciones. Tales conflictos
llevaron a la Corona a nombrar una Audiencia gobernadora en 1529 que debía
imponer el orden; pero su presidente, Nuño de Guzmán, cometió grandes abusos
contra indios y españoles, y provocó muchas denuncias del obispo fray Juan de
Zumárraga y de los franciscanos por lo que fue destituido en 1530.
Los diferentes sectores de la Nueva España aceptaron este sistema como base
para legitimar sus posesiones e intereses personales. Las nuevas estructuras
políticas hicieron posible la unificación territorial bajo un gobierno central y una
legislación única. En el proceso, los indígenas comenzaron a adaptar y a adoptar
algunas formas de gobierno procedentes del ámbito español.
El virrey, los gobernadores y las audiencias regulaban la política del reino a través
de las autoridades regionales, denominadas corregidores, alcaldes mayores y
tenientes encargados de cobrar los tributos y de administrar la justicia. Estos
funcionarios habían sido nombrados originalmente para administrar los pueblos
del rey y ahora extendieron sus funciones a todos los pobladores indígenas. Ellos
sustituyeron a los encomenderos en la explotación de sus recursos.
En la Nueva España funcionaban dos fuerzas: por un lado, los grupos de poder
locales, formados por los comerciantes, los terratenientes y los religiosos,
representados respectivamente en el Consulado, en los ayuntamientos de México
y de las capitales más importantes, y en las provincias de las órdenes regulares;
por el otro, los virreyes, gobernadores, oidores y obispos nombrados desde
España. Tanto unos como otros tenían facultades para cobrar impuestos y
administrar territorios.
Con el pretexto de proteger a los nativos y para tener un mayor control sobre ellos,
los frailes y funcionarios dividieron a la sociedad en dos repúblicas o sistemas
administrativos, uno para los indios (República de Indios) y otro para los españoles
(República de Españoles). Sin embargo, esta tajante separación no pudo ser
llevada a la práctica.
Para mediados del siglo XVI ya en muchos poblados convivían los antiguos usos
prehispánicos en la casa, la comida, el vestido y el mercado con elementos que
habían llegado de España. La vida cotidiana estaba marcada por las festividades
cristianas, y el culto a los santos patronos comenzaba a sustituir el de los antiguos
dioses. No obstante, era notoria la supervivencia de prácticas mágicas y religiosas
tradicionales relacionadas con la agricultura y fomentados por los caciques, los
curanderos y los ancianos. Muy pronto, comenzaron a registrarse fenómenos de
sincretismo entre los sistemas de creencias.
Por otro lado, la minería fue una de las actividades económicas más importantes
que propició la expansión territorial y el traslado de mano de obra hacia los centros
de extracción de oro y plata. En los centros mineros primero se reclutaron indios
de repartimiento y esclavos, pero con el tiempo se emplearon peones asalariados
que fueron atraídos con la promesa de buenos sueldos. Además de consumir
mano de obra, la extracción de plata requería una gran inversión de capital para
excavar túneles, reforzarlos con vigas, desaguarlos cuando se inundaban,
alumbrarlos, procesar la plata para purificarla con mercurio, producto, este último,
que se importaba de España y cuya venta monopolizaba la Corona.
Fue así que, aunado a la minería, el comercio exterior fue de gran importancia. La
necesidad de abastecer de productos europeos a los colonos y la apertura de las
islas Filipinas gracias al descubrimiento de una nueva ruta de ida y regreso entre
América y Asia hicieron posible que Nueva España se insertara en los circuitos
mercantiles internacionales a través de la Nao de China o Galeón de Manila.
Veracruz y Acapulco se convirtieron en los puertos de entrada y salida de
mercancías y desde 1592 un grupo de comerciantes monopolistas creó un
Consulado para proteger sus intereses.
La agricultura tuvo un lento desarrollo debido sobre todo a que los españoles no
estaban dispuestos a trabajar la tierra porque la consideraban una actividad
inadecuada para los señoríos, en tanto que los indígenas se vieron obligados a
cultivar con técnicas europeas para consumo propio y para abastecer de alimentos
suficientes a los españoles, aunque en época de la productividad decayó al
disminuir la población indígena.
Por otro lado, la aclimatación de la caña de azúcar y la oliva obligó a los españoles
a instalar en Nueva España molinos o trapiches para extraer los jugos de la caña y
el aceite de la oliva y donde el trabajo se hacía con la fuerza humana. También
fueron necesarios los trapiches para minería en el lavado del oro y la recuperación
del azogue. Todos los productos extraídos de los trapiches fueron muy cotizados y
enriquecieron a sus dueños.
Los indios y negros fueron el grupo social más explotado en la sociedad colonial.
Estaban ubicados en ganaderías, haciendas y talleres, o como sirvientes,
artesanos, mayordomos y arrieros. A los negros que se retiraban a las montañas a
vivir en libertad se les llamaba cimarrones, y los que vivían sometidos a reglas de
las ciudades se les llamaba mansos. Estos últimos quedaron sometidos a severas
restricciones y prohibiciones; por ejemplo, no se les permitía tener casa propia,
debían servir en el seno de una familia o tener un oficio como aprendices, no
podían usar armas ni salir de noche, no se podían reunir más de tres ni debían
montar a caballo, y si infringían estas disposiciones se les aplicaban severos
castigos. Debido a este trato inhumano, se dieron frecuentes sublevaciones, la
más violenta ocurrió en el siglo XVII en Orizaba, Veracruz, acaudillada por el
negro Yanga, quien fundó el pueblo de San Lorenzo de los Negros, donde éstos
podían vivir en libertad.
Los hijos de padre español y madre indígena recibieron el nombre de mestizos.
Los primeros mestizos no tenían ni hogar ni lugar definido en la nueva sociedad
colonial. Eran rechazados tanto por los indígenas como por los conquistadores. En
el siglo XVII se multiplicaron y se hicieron presentes en todos los ámbitos, una
minoría logró ingresar a la Universidad y otra al clero secular. Pero la mayoría se
integró, por sus rasgos físicos y su tono de piel, a las repúblicas de indios o a las
de los españoles. El papel de los mestizos en la sociedad fue, desde el principio
de la Conquista, un factor de inestabilidad, pues al multiplicarse resultaron
inquietantes para el poder político.
Con la conjunción de los tres grupos étnicos: blancos, indígenas y negros, se dio
origen a la formación de castas. Con el paso del tiempo incluso hubo mezclas
entre castas, lo cual produjo una abigarrada y fraccionada sociedad novohispana.
Este sector útil y productivo, estuvo marcado por los prejuicios de los
peninsulares, preocupados por los linajes y la limpieza de sangre. En el libro Las
castas del México colonial o Nueva España, de Nicolás de León (1924), se
mencionan 53 grupos constituidos de castas con sus denominaciones, algunas
muy pintorescas y despectivas. La vida de las castas estuvo regida por las
Ordenanzas de la Real Audiencia, que especificaban los oficios que podían
desempeñar y la indumentaria que tenían permitido portar. Estaban excluidos de
recibir homenajes o de ocupar empleos y cargos de cierta importancia, lo cual les
impedía alcanzar un mejoramiento económico y la superación cultural.
Fuentes consultadas:
-ORTEGA Ambriz, Carlos. et al (2018) Paquete didáctico Historia de México I,
México: CCH Vallejo.
-RUBIAL García, A. (1999) La Nueva España. México: Tercer Milenio.
-SÁNCHEZ, H. et.al. (2ª. Ed. 2011) Historia de México 1. Competencias +
Aprendizaje + Vida. México: Pearson.