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Natalio Botana
Siete décadas no habían bastado para constituir una unidad política, ni para
legitimar un centro de poder que controle a lo largo del territorio nacional. Esto es lo
que se planteaba en 1880.
La solución a tal problema se alcanzo por medio de la fuerza. Se llevaba adelante
un enfrentamiento entre dos regiones que reivindicaban intereses contrapuestos:
Buenos Aires y el interior.
Se trataba de una ciudad puerto abierta al exterior, asiento histórico del Virreinato ;
el interior en cambio cubría una realidad geográfica mucho mas extensa donde
había poderes embrionarios constituidos sobre la autoridad tradicional de caudillos
que se desplazaban desde el Litoral hasta los llanos de La Rioja.
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políticas: la Confederación con asiento en Paraná y BsAs que culminó con la victoria
de esta última en la Batalla de Pavón (1861).
Los presidentes posteriores a Pavón desempeñaron su papel desde una provincia
hegemónica, en la que se tomaban decisiones de carácter nacional. El papel del
presidente careció de los medios necesarios para hacer efectivo el poder político
debido a la coexistencia obligada con el gobernador de BsAs en la ciudad – capital
de la provincia las poderosa.
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Sobre la base de esta contradicción se resolvería en el 80 el autonomismo porteño,
la figura fue N.Avellaneda quien hizo carrera en el autonomismo porteño como
legislador.
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un régimen político puede ser entendido como una estructura institucional de
posiciones de poder, dentro de un orden jerárquico, desde donde se formulan
decisiones autoritativas. De esta explicación se desprenden dos interrogantes:
Alberdi fue el autor de una fórmula prescriptiva que gozó del beneficio de alcanzar
una traducción institucional sancionada por el congreso Constituyente en 1853.
Alberdi sostuvo que los argentinos debían darse una constitución para realizar un
determinado proyecto.
Este programa constituye un conjunto de metas al que debe dar alcance una nación
abierta al futuro.
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Los campos específicos sobre los cuales se proyecta son: la inmigración;
construcción de FFCC ; canales navegables.
Funda una capacidad de decisión dominante para el poder político central; ;otorga el
ejercicio del gobierno a una minoría privilegiada ; limita la participación política del
resto de la población. La cuestión que preocupaba a Alberdi era la de organizar un
poder central, fuerte para controlar los poderes locales.
Por una parte está la necesidad de encontrar una fórmula concreta de reducción a la
unidad y por la otra el acuerdo inevitable que se debe establecer con aquellos que
detentan posiciones de poder.
Alberdi sugiere que el nuevo régimen contenga algo del antiguo. Su idea era la
organización Federal.
Una vez prescriptos los poderes centrales y los poderes subordinados, el problema
que surge en una fórmula republicana es el de saber quiénes y bajo que reglas
podrán ejercer el gobierno de la sociedad. Alberdi rechaza explícitamente toda
forma de designación derivada de la herencia.
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Los riesgos pueden surgir de los conflictos entre facciones adversas o de la
demagogia del actor con vocación del representante. Es decir, el pueblo es siempre
la fuente de la cual deriva la legitimidad del gobernante.
Según él la libertad civil abre entonces la ruta para implantar la nueva cultura,
porque esas garantías traerán inmigración, industria y riqueza.
La hegemonía gubernamental:
una observación importante se trata de que a partir del 80 el incremento de la
riqueza consolidó el poder económico de un grupo social cuyos miembros fueron
aptos para ser designados gobernantes. El poder económico se fundía con el poder
político; esta coincidencia justificó el desarrollo de La oligarquía. Tres puntos de
vista entrecruzan cuando hablamos de oligarquía en la Argentina.
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3) La oligarquía es una clase gobernante con conciencia de pertenecer a
un estrato político superior integrada por un tipo específico de hombre
político: el notable.
La ley de reforma electoral fue finalmente sancionada. Sáenz Peña presionó sobre
los legisladores y se mantuvo pese a las eventuales oposiciones, nada torció la
voluntad reformadora. La ley regulaba exclusivamente las elecciones de diputados
nacionales.
En abril de 1912 tuvieron lugar las primeras elecciones legislativas reguladas por
la nueva ley con la participación de socialistas y radicales, todo parecía
preparado para que las elecciones fuesen el medio privilegiado para la
instrumentación de las ideas.
El 7 de abril los argentinos mayores de 18 años alcanzaron el nivel de
participación electoral. Los partidos tradicionales buscaron adaptarse a la nueva
ley electoral organizando lo que se podría llamar “ listas de apoyo”. La clásica
división se produjo entre la Unión Nacional y la Unión Cívica.
La oligarquía aseguraba su triunfo por aquellos ciudadanos que antes del voto
habían pasado por el comité a buscar la boleta de voto y el dinero que se
entregaba por éste.
Para estas elecciones algo había cambiado. El sistema de la compra de votos
perdía su razón de ser en algunos distritos claves: la autonomía electoral del
ciudadano, protegido por el secreto del cuarto oscuro se abría camino y apoyaba
a los recién llegados. Sáenz Peña reconoció el nuevo fenómeno que comenzaba
a gestarse. Sáenz Peña reconocido como el fundador de un nuevo régimen
político eligió ese camino convencido que la reforma emprendida no modificaría
los fundamentos del orden.
El 1914 murió.
En agosto de aquel año marchaban los ejércitos europeos a la guerra.
En 1914 por segunda vez, después de sancionada la ley, los argentinos
marchaban a las urnas. Los partidos nuevos obtuvieron la mayoría. La oposición
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comenzaba a desplegarse desde el centro capitalino y santafecino hacia la
periferia de las provincias.
Varios movimientos estratégicos que se entrecruzaban dieron lugar a la
indecisión y al conflicto dentro de las filas conservadoras., existía la necesidad
de adecuarse al nuevo cuadro electoral.
En 1914 los nuevos partidos ganaban, algunos se perfilaban como partidos
nacionales, otros como agrupaciones locales. Había en la sociedad un nuevo
esquema de organización y reclutamiento, relativamente vinculado a la red de
caudillos que sostenía al aparato tradicional. Los nuevos partidos mediaban
entre el pueblo electoral y el Estado proponiendo liderazgos fuertes, proponían
un nuevo tipo de amalgama política.
En el caso del radicalismo existían rasgos organizativos para condensar
expectativas populares en un nuevo caudillo.
Se manifestaba un liderazgo popular, es decir, estaba aún en pie el viejo
sistema. En la base una red caciquial, los viejos residuos federales permanecían
en pie y todo lo vinculado con el manjo del sufragio y el control electoral. Todo
esto acentuaba el perfil de las viejas agrupaciones conservadoras: fuerte arraigo
institucional, organizaciones embrionarias.
Para 1914 el viejo orden no encontraba su rumbo tradicional.
Sáenz Peña había insistido en sus ideas básicas: el cambio era inevitable y
convenía organizar partidos. Los gobernadores permanecían en sus puestos
aferrados a la forma de comportamiento que desde siempre habían
experimentado, la marcha electoral abría las puertas a nuevos liderazgos que
sin pertenecer al radicalismo o al socialismo tampoco apoyaban la tradición
oligárquica.
Hacia fin de 1914 se fundó un nuevo partido político. El Partido Demócrata
Progresista. Nacía como una respuesta, para algunos intentaba bloquear el
camino de la victoria a la Unión Cívica Radical, para otros este partido intentaba
reunir trozos dispersos del antiguo régimen para reorientarlos a un reformismo.
Esta fue la idea fuerte de Lisandro de la Torre.
Radical de origen, basado en la figura de Leandro N. Alem. Fundador de un
nuevo partido llamado La Liga del Sur. Puede ser visto como un movimiento de
protesta del sur de la provincia de Santa Fé contra el predominio de la región
norteña. La Liga del Sur respondía con un programa que reclamaba el régimen
comunal autónomo mediante la elección del intendente municipal, la concesión
del voto a los extranjeros, la supresión de los departamentos administrativos. Un
proyecto de reformas que se expresaba a través de un partido de ideas y de libre
discusión. De la Torre diagramaba un partido que trascendiera el marco local y
tomaba como punto de referencia el sistema político nacional. Carecía de
apoyos tradicionales.
Frente a este proyecto la provincia de BsAs representaba la contrapartida. Al
mando de Marcelino Ugarte quien pretendía liderazgo. Su visión había madurado
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sobre el suelo del viejo régimen. Promovió una organización de control electoral
construido sobre una red de caudillos provenientes de Pellegrini.
Ugarte chocará con De la Torre ya que ambos pretendían controlar un espacio
de fuerzas.
Todo régimen político tiene una lógica implícita, la clave del sistema oligárquico
residía en el control subordinado a la presidencia. La lucha entre facciones
conservadoras tenía sentido cuando no se perdía el control de la sucesión
global, sin adversarios externos que compitieran por el poder presidencial.,
mientras que la competencia se planteaba entre fuerzas organizadas. Es decir,
para este entonces nadie sabe si la democracia y la libertad han dado un gran
paso adelante o si se abre una época de retroceso. Esta reflexión retoma el
autor.