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FACULTAD DE SALUD PUBLICA

ESCUELA DE MEDICINA

TEMA
Informe-Hematuria

ASIGNATURA
Nefrología

GRUPO N.º 4

INTEGRANTES CÓDIGO

Paulo Amores 599


Dayana Balladares 2009
Joselyn Corella 704
Yajaira García 792
Steven Madril 750
Daniel Moreira 734
Margoth Quinatoa 823

CURSO
Séptimo 1

FECHA
24 de abril de 2023
HEMATURIA

1. Introducción

La hematuria se define como la presencia anormal de células hemáticas en la orina, esta puede
ser macroscópica cuando se cuantifican más de 100 hematíes por campo, o microscópica
cuando el recuento de hematíes es igual o mayor a 3 hematíes por campo. La hematuria indica
enfermedad, lesión o malformación del tracto urinario. Es el hallazgo clínico más frecuente
dentro de la patología genitourinaria después de la infección.

La hematuria es un hallazgo frecuente en la práctica clínica, su incidencia y prevalencia varían,


según la edad del paciente, el sexo, la frecuencia de las pruebas y la presencia de factores de
riesgo. La hematuria como causa de consulta en servicios de urgencia no es necesariamente la
más usual, sin embargo, dentro de las causas nefrourológicas, ocupa el segundo lugar, precedida
por la infección del tracto urinario.

La hematuria microscópica se ha visto presente en un 3 a 4% de las muestras de orina de niños


escolares. Por su parte, la macrohematuria tiene una prevalencia de 0,3 – 0,4%, siendo de ellas
causadas en un 25% por infección urinaria. La incidencia de hematuria macroscópica se
encuentra en 1.3/1000 consultas en un Servicio de Urgencias Pediátricas. La incidencia de
hematuria no se encuentra bien determinada en la edad pediátrica; se estima que la hematuria
macroscópica tiene una frecuencia de 1.3 casos por 1000 consultas de niños y adolescentes; no
obstante, esta frecuencia es menor que la de hematuria microscópica. La prevalencia de
hematuria microscópica se ha estimado en un 0.5% a 4.0%. Por otra parte, en pacientes adultos
sanos la incidencia de hematuria microscópica es del 2.4 al 31%.

2. Desarrollo

2.1. Conceptos necesarios.

2.1.1. Hematuria

Es un término compuesto de las palabras griegas haima (sangre) y ouron (orina) para referirse
a la presencia de sangre en la orina. La sangre puede ser visible a simple vista (macrohematuria,
hematuria macroscópica o franca) o solo bajo el microscopio (microhematuria). Identificar los
diversos tipos de hematuria que existen tendrá utilidad a la hora de decidir su manejo.

Según el momento de aparición durante la micción:


• Inicial: el sangrado se observa al principio del chorro miccional y después se aclara.
Sugiere origen uretral o prostático.
• Terminal: al final de la micción, a veces incluso como un goteo sanguinolento justo
tras acabar la micción, sugiere origen cercano al cuello vesical.
• Total: a lo largo de toda la micción; puede proceder del riñón, del tracto urinario
superior o de la vejiga.

Según la cantidad de hematíes por campo:

• Hematuria microscópica o microhematuria: solo detectable mediante tiras reactivas


(lectura de al menos 1+ de sangre en orina). Este hallazgo debe ser confirmado siempre
por un examen microscópico del sedimento (más de 5 hematíes por campo en orina
fresca centrifugada o más de 5 hematíes por microlitro en orina fresca no centrifugada).
• Hematuria macroscópica o macrohematuria: cuando la presencia de hematíes es lo
suficientemente intensa para teñir la orina a simple vista (>1 ml de sangre por litro de
orina; >5000 hematíes por μl).

Según la duración:

• Hematuria persistente: se define como aquella hematuria que se encuentra seis meses
después de la primera determinación. La microhematuria se considera significativa
clínicamente cuando persiste en al menos tres muestras de orina consecutivas y
separadas entre ellas de dos a cuatro semanas.
• Hematuria transitoria: cuando se observa en una muestra aislada o en un tiempo
inferior a seis meses.

Según su origen:

• Hematuria glomerular: cuando el origen de la misma está en el glomérulo renal.


• Hematuria extraglomerular: cuando el origen se sitúa fuera del glomérulo, en el riñón
(intrarrenal) o en la vía urinaria (extrarrenal).

Según su sintomatología:

• Hematuria sintomática: si junto a la hematuria existen manifestaciones clínicas de


enfermedad sistémica o nefrourológica. En general, la hematuria macroscópica suele
ser sintomática.
• Hematuria asintomática: si la única anormalidad es la presencia de sangre en la orina.
2.2. Etiología.

Una vez detectada la hematuria, es necesario tratar de identificar la causa (Tabla 1).
Habitualmente se agrupan en dos grandes apartados: hematuria de origen glomerular y
hematuria de origen extraglomerular (renal y extrarrenal).

TABLA 1 ETIOLOGÍA DE LA HEMATURIA

HEMATURIA GLOMERULAR HEMATURIA


EXTRAGLOMERULAR
Infecciosas Renal
• Glomerulonefritis aguda postinfecciosa Nefropatía intersticial:
• Endocarditis bacteriana • Infecciosa (PNA, TBC renal)
• Hepatitis • Metabólica (calcio, oxalato, úrico)
• VIH • Tóxica (fármacos, otros…)
• Nefritis de shunt • Necrosis tubular
Enfermedades quísticas renales:
• Enfermedad renal poliquística
• Otras
Patología vascular:
• Trombosis vasos renales
• Malformaciones vasculares
• Rasgo drepanocítico
Traumatismos
Tumores:
• Wilms, nefrona mesoblástico
Primarias Extrarrenal
• Nefropatía IgA • Hipercalciuria, hiperuricosuria
• Glomerulosclerosis focal y segmentaria • Infección urinaria
• Glomerulonefritis proliferativa y • Malformaciones urinarias:
mesangial • Uropatía obstructiva
• Glomerulonefritis • RVU
membranoproliferativa • Litiasis
• Glomerulonefritis membranosa • Traumatismos
• Glomerulonefritis extracapilar • Fármacos (ciclofosfamida)
Sistémicas • Tumores (rabdomiosarcoma)
• Nefropatía purpúrica • Coagulopatías
• Síndrome hemolítico urémico • Malformaciones vasculares (síndrome
• Nefropatía diabética de cascanueces)
• Lupus eritematoso sistémico • Hematuria por ejercicio
• Amiloidosis
• Panarteritis nodosa
• Síndrome de Goodpasture
Con incidencia familiar
• Síndrome de Alport
• Nefropatía por membrana basal fina
• Otras nefropatías hereditarias

Esta clasificación tiene un sentido práctico, ya que, basándose en los datos recogidos en una
meticulosa historia clínica, orientan qué tipo de exploraciones y pruebas complementarias
estarán indicadas en una valoración diagnóstica inicial. La nefropatía IgA constituye la causa
más frecuente de hematuria glomerular (habitualmente como hematuria macroscópica
recidivante). Las infecciones urinarias y la hipercalciuria idiopática son la causa más frecuente
de hematuria extraglomerular. La distribución y la frecuencia de las diferentes etiologías varían
en función de los grupos de edad, de manera que en los más pequeños predominan las causas
extraglomerulares (malformaciones congénitas y nefropatías intersticiales e hipóxico-
isquémicas relacionadas con problemas perinatales), y en los de mayor edad, las glomerulares,
infecciosas y metabólicas (hipercalciuria idiopática).

La etiología más frecuente según el aspecto de la orina se puede diferenciar:

Hematuria macroscópica: sus causas principales son las infecciones del tracto urinario (ITU),
irritación del área perineal y el traumatismo. Otras menos frecuentes son la hipercalciuria, la
nefrolitiasis, las glomerulopatías (glomerulonefritis postinfecciosa [GNAPI] y nefropatía IgA),
tumores (tumor de Wilms) y las cistitis hemorrágicas inducidas por fármacos.

Hematuria microscópica: puede ser secundaria a procesos tanto banales como graves:

• Transitoria, entre las causas se encuentran la infección urinaria, los traumatismos, la


fiebre y el ejercicio.
• Persistente, las principales causas que hay que considerar son la hipercalciuria,
glomerulopatías y síndrome del cascanueces.

2.3. Fisiopatología.

La hematuria tiene múltiples causas, por lo que la fisiopatología de ésta va a variar según la
etiología de la hematuria. Sin embargo, a grandes rasgos podemos mencionar algunos
mecanismos mediante los cuales se puede producir hematuria. Por ejemplo, según la forma de
los hematíes, se puede evaluar el origen de la hematuria.

Dismórficos caracterizados por:

• Origen glomerular.
• Alterados por factores mecánicos, osmóticos y enzimáticos.
• Formas: anulares, vacíos, polidiverticulados y espiculados.

Isomórficos caracterizados por:

• De vía urinaria (infección, litiasis, tumor, etc.); cambios inespecíficos: estrellados,


monodiverticulados.
• En general se puede considerar que la presencia de más de un 60% de dismórficos
orienta a una enfermedad glomerular y menos de un 20% de dismórficos orienta a una
enfermedad de vía urinaria.

2.4. Manifestaciones clínicas.

La hematuria, puede manifestarse clínicamente de diversas maneras, dependiendo de la causa


subyacente y la cantidad de sangre presente. Algunas de las manifestaciones clínicas comunes
de la hematuria incluyen:

1. Orina de color rosado, rojo o marrón: La orina puede tener un aspecto anormal, con
un color rosado, rojo o marrón debido a la presencia de sangre.
2. Presencia de coágulos de sangre en la orina: En algunos casos, se pueden observar
coágulos de sangre en la orina, lo que puede indicar una hemorragia más significativa
en el tracto urinario.
3. Dolor o molestias en la región abdominal o pélvica: Algunas personas pueden
experimentar dolor o molestias en la región abdominal o pélvica, especialmente si la
hematuria está relacionada con una infección del tracto urinario, cálculos renales u otras
afecciones.
4. Necesidad frecuente y urgente de orinar: La presencia de sangre en la orina puede
irritar la vejiga y provocar una necesidad frecuente y urgente de orinar, incluso en
pequeñas cantidades.
5. Sensación de ardor o dolor al orinar: La hematuria puede estar acompañada de una
sensación de ardor o dolor al orinar, lo cual puede indicar una infección del tracto
urinario o una inflamación del tracto urinario.
6. Cambios en los patrones urinarios: Además del cambio en el color de la orina, la
hematuria también puede causar cambios en los patrones urinarios, como aumento o
disminución en la cantidad de orina producida, cambios en la frecuencia urinaria o
cambios en la apariencia normal de la orina.
7. Otros síntomas asociados: Dependiendo de la causa subyacente de la hematuria,
pueden presentarse otros síntomas como fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos,
debilidad, pérdida de peso o hinchazón en el área abdominal o en las extremidades.

2.5. Diagnóstico.

El paciente con hematuria macroscópica suele consultar espontáneamente por el aspecto de sus
orinas, mientras que la existencia de hematuria microscópica suele identificarse durante la
realización de un estudio de la orina en un paciente que consulta por alguna manifestación de
enfermedad, tenga o no esta causa nefrourológica.

Ante una orina con sospecha de contener sangre, por tanto, la primera valoración suele ser el
examen visual o directo (uroscopia), que incluye la observación del color y aspecto de la
muestra (permitiendo identificar la presencia de sangre, coágulos, turbidez, posos, etc).

No obstante, la señal más frecuente de la presencia de sangre es la observación de una tira de


orina alterada. Las tiras pueden detectar concentraciones de 5-10 eritrocitos intactos por
microlitro, que se corresponden con 2-5 por campo de microscopía de alto poder de resolución.
De forma semicuantitativa permiten estimar la intensidad de la hematuria (entre 0 y 4 cruces en
las más usadas), considerándose significativas las determinaciones de más de una cruz (2 o
superior).

Un resultado positivo obliga siempre a su confirmación mediante el estudio del sedimento.

Anamnesis y exploración dirigidas

Junto a las tiras reactivas y al motivo de consulta específico, las pruebas o estudios a realizar
han de ser siempre orientados por la historia clínica, investigando en primer lugar la presencia
de antecedentes personales o familiares de riesgo, como traumatismos o ejercicio intenso,
ingesta de ciertos fármacos (anticoagulantes, ciclofosfamida), hidronefrosis prenatal,
infecciones de orina (ITU), o litiasis y enfermedades metabólicas o renales en padres, hermanos
y parientes próximos. Hay que investigar la existencia de síntomas irritativos o dolor, y realizar
una exploración general y nefrourológica completa, que debiera incluir la toma de tensión
arterial en forma adecuada, verificación de la presencia de edemas, palidez o lesiones en la piel
(púrpura, petequias), dolor abdominal o lumbar, y palpación abdominal detenida en busca de
posibles masas o megalias. También se debe buscar signos de enfermedades sistémicas con
repercusión renal, señales de traumatismos, genitales anormales, indicios de abuso y cuerpos
extraños en las niñas.

Falsas hematurias

La presencia de hematuria no significa necesariamente la confirmación de una situación


patológica, ya que estados febriles y esfuerzos violentos o continuados pueden originar
hematurias denominadas fisiológicas. Es importante también tener presente la relación de
alimentos y medicamentos que pueden teñir la orina de color más o menos rojizo, dando lugar
a pseudohematurias o “falsas hematurias”.

Estudios complementarios básicos

El examen sistemático automatizado nos permitirá contar el número de hematíes presentes en


la orina, así como tener información sobre cualquier otra alteración que nos ayude a interpretar
la hematuria y dirija el plan de actuación; por ejemplo, la densidad urinaria, la presencia de
proteínas, de leucocitos y nitritos. Pero será el examen microscópico de la orina centrifugada el
que nos aportará información decisiva.

Practicar una biopsia y estudios anatomopatológicos que puedan precisar el diagnóstico y


orientar el tratamiento. Paralelamente debe solicitarse una ecografía renal y de vías urinarias
que puede evidenciar la existencia de aumento de tamaño y densidad del parénquima renal que
informe sobre un proceso inflamatorio glomerular y descartar, entre otras, patologías tumorales.

2.6. Exámenes complementarios


• Laboratorio urinario
• Hemograma y reactantes de fase aguda: Proteína C reactiva y velocidad de
sedimentación.
• Bioquímica sanguínea: (Urea, creatinina, ionograma, ácido úrico) para descartar
insuficiencia renal asociada.
• Cuantificación de proteinuria: Índice proteína/creatinina o proteinuria en 24 horas.
• Estudio inmunológico: Anticuerpos antinucleares, anti-ADN, antimembrana basal,
ANCA, ASLO, C3, C4, CH50, inmunoglobulinas. Son de gran interés en hematurias
débiles o microscópicas de difícil filiación. El sedimento urinario en fresco o con
contraste de fases puede detectar una dismorfia eritrocitaria que es indicativo del origen
renal nefronal, al igual que el hallazgo de cilindros hemáticos. Una proteinuria > 1,5
g/24 h es otro dato a favor del origen nefrológico de la hematuria (proteinuria > 1,5 g/24
h, dismorfia eritrocitaria, cilindros hemáticos).
El estudio metabólico y la detección de hipercalciuria en jóvenes pueden también
llevarnos a filiar una hematuria. La eosinofilia en orina (más del 5% de leucocitos de la
orina) indica la existencia de una nefropatía tubulointersticial. La piuria y la bacteriuria
son signos de infección de las vías urinarias. La hematuria y la piuria sin bacteriuria
demostrable indican la posibilidad de una tuberculosis renal.
Otros estudios de laboratorio: se deben realizar de acuerdo a los diagnósticos
presuntivos existentes, por ejemplo: anticuerpos antinucleares, títulos de
antiestreptolisina o, niveles de complemento sérico, antígeno prostático específico,
tiempo parcial de tromboplastina, tiempo de protrombina, proporción proteína -
creatinina , proporción albúmina creatinina, proteinuria 24 horas, electrolitos y niveles
de ácido úrico.
• Estudio funcional del parénquima renal: El estudio del filtrado glomerular, de la
función tubular y del flujo plasmático renal aportan información de la nefropatía
causante de la hematuria.
• Estudio morfológico: En un principio el estudio se iniciará con una radiografía simple
del aparato urinario y una ecografía abdominal completa, y en una fase posterior se
completará según se requiera con una urografía intravenosa, una tomografía axial
computarizada (TAC) y una resonancia magnética nuclear (RMN).
En la actualidad la endoscopia urinaria es la exploración diagnóstica más directa de la
vía excretora urinaria porque visualiza directamente la salida de sangre de un meato
ureteral o la propia lesión sangrante. Así, con la ureterorrenoscopia quedan al alcance
de la visión todo el uréter, la pelvis y los cálices renales.
• Biopsia renal: existen una serie de situaciones en las que la hematuria puede ser
indicación de biopsia renal:
✓ Hematuria asociada a proteinuria en rango nefrótico.
✓ Sospecha de LES u otra enfermedad sistémica grave.
✓ Evolución prolongada de una hematuria microscópica persistente con proteinuria y de
hematurias recurrentes sospechosas de nefropatía IgA o síndrome de Alport.
✓ Glomerulonefritis rápidamente progresivas.
✓ Glomerulonefritis agudas con descenso del C3, hipertensión arterial y/o insuficiencia
renal que no se recuperan tras ocho semanas de evolución.

2.7. Tratamiento.

El tratamiento a seguir depende del origen de la hematuria, jamás debe establecerse un


tratamiento sintomático sin haber estudiado su origen.
• Infecciones renales o de vías urinarias: La cura se llevará a cabo mediante
antibióticos.
Antibióticos Dosis Duración
Amoxicilina-clavulánico 125/500 mg/8h 3 a 7 días
Norfloxacino 400 mg/12h 3 a 7 días
Ofloxacino 200 mg/12h 3 a 7 días
Ciprofloxacino 250 mg/12h 3 a 7 días
Clotrimazol 160/800 mg/12h 3 a 7 días

• Hematuria por un trauma: Para el tratamiento de este tipo de problema lo mejor será
el reposo y utilizar antiinflamtorios. Beber al menos dos litros de agua al día puede
ayudar. Si el trauma es grave, es muy probable que el paciente deba ser intervenido de
urgencia.

Antiinflamatorios Dosis Duración


Ibuprofeno 400 mg/8h
Naproxeno 500 a 100 mg/12h

• Hematuria por la presencia de cálculos: Dependiendo del lugar, de la naturaleza y las


dimensiones, se llevará a cabo un tratamiento u otro. Si las litiasis son muy grandes, se
realizará: o bien una cirugía endoscópica, o bien una intervención mediante ondas de
choque o ultrasonidos, para reducir el cálculo y permitir que sea eliminado por la orina.
• Hematuria por hiperplasia de próstata: Si el crecimiento de la próstata es limitado,
se llevará a cabo una terapia farmacológica para reducir el tamaño de la misma. Si el
paciente presenta una hiperplasia importante, se deberá realizar una intervención
quirúrgica para reducirla.

Antiinflamatorios Dosis Duración


Diclofenaco 50 mg/8h
Ofloxacino 200mg/12h 4 semanas

• Hematuria por la presencia de un tumor: En la mayoría de casos en los que la


hematuria viene causada por la presencia de un tumor (en los riñones, la próstata, la
uretra y la vejiga), el tratamiento indicado será la cirugía.

3. Resumen breve de los aspectos más importantes o novedades

La hematuria es un signo frecuente y de alarma en las patologías del sistema urinario,


definiéndose como la presencia de sangre en orina, siendo los dos tipos más importantes la
orina microscópica y macroscópica. El color rojo en la orina puede confundirse con la presencia
de porfiria en la mayoría de los tipos, alimentos como remolacha o medicamentos como la
fenazopiridina, por lo que se debe realizar un buen diagnóstico diferencial para encontrar la
verdadera causa. Por otro lado, la presencia de hematíes en la orina puede deberse a una lesión,
presencia de cálculos, infecciones o tumores en los riñones, en el tracto urinario, en la próstata
o en los genitales. Esto ocurre porque los eritrocitos pueden acceder a la orina en cualquier parte
del tracto urinario, desde el riñón, los túbulos colectores y uréteres, la próstata, la vejiga, y la
uretra.

Para su diagnóstico es importante que se realice una correcta anamnesis y examen físico. Dentro
de la anamnesis es importante preguntar los antecedentes de la enfermedad actual, en la que
incluye duración de la hematuria, síntomas de obstrucción urinaria, síntomas de irritación, o si
ha realizado ejercicio fuerte. En la revisión de aparatos y sistemas se deben buscar síntomas de
todas las cusas posibles. Los antecedentes personales también constituyen un punto importante
para llegar al diagnóstico, como la presencia de alguna infección frecuente. En el examen físico
es importante los signos vitales, si hay fiebre o hipertensión, en el corazón la presencia de soplos
para descartar una endocarditis, en el abdomen se debe buscar la presencia de masas, en la zona
lumbar se debe buscar el aumento de la sensibilidad de los riñones, y por último, en la cara y
las extremidades la presencia de edema. Con los datos obtenidos serán de utilizad para encontrar
la causa de la hematuria.

Así también, los exámenes complementarios también serán de utilidad para llegar al
diagnóstico, entre los más importantes se encuentran son la realización de rayos x, urografía
por RMN/TC, ultrasonido abdominal, pielograma intravenoso, RMN de la próstata en caso de
los hombres. Por último, el tratamiento debe ser dirigido dependiendo de la causa, utilizando
antibióticos y antiinflamatorios.

4. Evolución y pronóstico

Si el estudio apropiado del paciente con microhematuria no muestra enfermedad urológica o


nefrológica significativa, entonces un uroanálisis anual debe ser realizado por al menos 2 años
siguientes a la evaluación inicial. Si continúa negativo el riesgo de malignidad puede no ser
mayor a la población general, incluso la evaluación inicial del paciente con microhematuria
puede no revelar la causa de la misma en aproximadamente el 10% de los casos.

En una cohorte de 234 hombres con microhematuria mayores de 50 años, fueron sometidos a
una completa evaluación que incluía uroanálisis, urocultivo, hemograma, citología de orina,
perfil de coagulación, urografía excretora/TC y cistoscopia. El cáncer vesical u otros tumores
urológicos detectados fueron seguidos por 14 años y tan solo 2 de los 234 pacientes
desarrollaron cáncer vesical durante los 14 años de seguimiento a los 6,7 y 11,4 años,
respectivamente, después de la evaluación negativa para una tasa de malignidad menor al 1%.
Estos datos indican que la mayoría de los pacientes que son estudiados por un hallazgo inicial
de hematuria y no muestran resultados positivos suelen permanecer libres de cáncer.

Sin embargo, un grupo de pacientes pudiera beneficiarse de un uroanálisis anual en quienes


presentaron una evaluación inicial negativa, pudiendo llevar al diagnóstico temprano de
enfermedad urológica temprana no visualizada. Aunque la mayoría de condiciones patológicas
pueden ser detectadas en los estudios iniciales, una pequeña proporción de individuos tendrá
alteraciones que no son detectadas al inicio, pero progresan en el tiempo y pueden ser
identificadas subsecuentemente. De esta manera, si la hematuria microscópica asintomática
persiste en el uroanálisis de seguimiento estudios complementarios deben ser considerados en
los 3 a 5 años de los iniciales. Pacientes que se benefician más de esta situación incluyen
hombres mayores de 35 años, historia actual o pasada de tabaquismo, radioterapia pélvica,
exposición a ciclofosfamida u otros agentes alquilantes y exposición a tinturas, bencenos y
aminas aromáticas.

Basados en los hallazgos de estos estudios, recomendaciones de guías internacionales y


reconociendo las limitaciones de la pruebas diagnósticas se destaca que si el uroanálisis es
negativo en cada seguimiento el paciente puede ser dado de alta con instrucciones de reconsultar
en caso de desarrollo de nueva sintomatología o reaparición de microhematuria, además
quedará a juicio del clínico si se presentan cambios en la sintomatología y/o desarrollo de
hematuria macroscópica realizar nuevos estudios. Sin embargo, no existe recomendación sobre
repetir estudios más invasivos (por ejemplo, cistoscopia) si todos los estudios iniciales no
revelaron alguna alteración.
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