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1 Por cuyos jardines , próximos al templo de Apolo Liceo, solía pasear enseñando (de
ahí que también se designe su escuela como “peripatética”, es decir, del paseo).
platónica. Sin renunciar al conocimiento de las Ideas, los universales, se negó
a atribuirles toda realidad. Hay otra realidad que rodea al hombre, el mundo
físico, y el conocimiento debe abarcar ambos aspectos, la física y la metafísica;
pero no la una sin la otra. El Estagirita no consideraba necesario suponer la
existencia de dos mundos, sino que en una misma realidad pueden estar lo
material y lo inmaterial.
Las obras más platónicas de Aristóteles son las que escribió durante su
periodo de la Academia (los escritos exotéricos, destinados al gran público),
que no han llegado hasta nosotros. Conservamos las obras posteriores, de su
madurez, que son apuntes de sus enseñanzas (escritos esotéricos, destinados
a sus discípulos). Entre estas últimas están las de contenido filosófico, como la
“Metafísica”, la “Física”, el “Tratado acerca del alma”, sus obras de ética (como
la “Ética a Nicómaco” y “Ética a Eudemo”), o la “Política”. Un ámbito especial
son los tratados de lógica (agrupados posteriormente con el título de
“Órganon”), disciplina que Aristóteles desarrolló y sistematizó. También abordó
cuestiones de ciencias naturales (“De las partes de los animales”, “El
movimiento de los animales”) y literarias (“Poética”, “Retórica”).
Aristóteles recoge la tradición de los dos siglos de Filosofía que median
entre Tales y su maestro Platón, lo que le permiten recoge la enseñanzas y
asumir los problemas de los filósofos anteriores 2, reinterpretándolos desde su
filosofía. Desde la búsqueda del arjé, iniciada por Tales de Mileto –que
Aristóteles reinterpreta como el descubrimiento de la causa material- hasta el
problema del cambio, tan propia del pensamiento griego, que hallará su
solución en la teoría aristotélica del devenir como paso de la potencia al acto.
Frente al ser unívoco de Parménides defenderá que “el ser se dice de muchas
maneras”, es decir, que es un concepto análogo, y rechazará también que la
realidad sea un puro cambio, tal y como sostenía Heráclito.