Está en la página 1de 4

Aristóó teles. Cóntextualizacióó n antonio.hidalgo@colegiomiralmonte.

es

A la hora de contextualizar un autor y su pensamiento, es posible trabajar,


fundamentalmente, sobre tres marcos de referencia: por un lado, el relativo al conjunto
de la obra del autor; por otro lado, el que concierne a la historia de la filosofía, y por
último, el que tiene que ver con su época. En el caso del pensamiento que Aristóteles,
daremos cuenta del mismo poniéndolo en relación con dos de estos contextos
referenciales: en primer lugar, revisaremos el conjunto de su obra, indicando temas,
evolución, etc.; y en segundo lugar, nos ocuparemos de la época en la que vivió,
intentando que los datos (tanto de la situación política como del contexto intelectual)
que ofrezcamos de ésta sean relevantes para comprender mejor su filosofía.

¿Qué podemos decir de la obra de Aristóteles? Tradicionalmente, los escritos de


Aristóteles se han clasificado según tres períodos principales: el primero, el de sus
relaciones con Platón, llamado “académico”; segundo, el período que corresponde a sus
años de actividad en Assos y en Mitilene, conocido como “período de viajes”; y en
tercer lugar, el “período del Liceo”, que coincide precisamente con la época en la que
dirige el Liceo, en Atenas. A esta división cronológica, sin embargo, se suele añadir otra
que tiene que ver con la naturaleza misma de los escritos aristotélicos. Así, por una
parte, ciertos textos son considerados exotéricos, y tienen en común que iban dirigidos
al gran público (de estas obras se conservan fragmentos solamente), y por otra parte, las
obras clasificadas como pedagógicas, que son resúmenes de las lecciones impartidas
por Aristóteles en el Liceo (de éstas son muchas las que han llegado hasta nosotros). En
cuanto a las obras pedagógicas, recordemos que fueron dadas a conocer al público por
primera vez en la edición de Andrónico de Rodas (60-50 a.C).

Ahora, ¿qué podemos decir de las obras de estos tres períodos señalados? ¿Qué ponen
de manifiesto en cuanto a la evolución del pensamiento aristotélico? Pues bien, durante
el primer período de su actividad intelectual, puede decirse que Aristóteles se adhirió
fuertemente a Platón, su maestro. Autores como, por ejemplo, Plutarco o Cefisodoro,
discípulo de Isócrates, confirman esta dependencia primera, indicando incluso que
Aristóteles defendió tesis relacionadas con la Teoría de las Ideas. Lo cual, por otro lado,
esto no debe sorprendernos, dado que Aristóteles, como hemos subrayado, fue alumno
de Platón, estudió en la Academia, y su obra no es, en ningún caso, una negación de la
filosofía platónica, sino una evolución crítica. A este período pertenecen, por ejemplo,
Eudemo, donde Aristóteles asume la teoría platónica del conocimiento como
reminiscencia y la tesis de la preexistencia del alma (una posición, por cierto, que
Aristóteles no mantendrá cuando haya logrado fijar sus propias coordenadas
filosóficas); el Protréptico, una obra en la que, además de la Teoría de las Ideas,
Aristóteles muestra su dependencia platónica a la hora de elaborar la noción de
phrónesis, que aún no posee ese sentido práctico (sí teorético) que encontraremos
posteriormente en la Ética a Nicómaco. También se incluyen en este primer período
algunos libros de la Física (primero, segundo y séptimo) y del De anima.

Los escritos del segundo período muestran ya una posición mucho más crítica e
independiente por parte de Aristóteles. En el diálogo Sobre la filosofía, por ejemplo, se
posiciona claramente contra la concepción platónica de las Ideas, y aparece una versión
Aristóó teles. Cóntextualizacióó n antonio.hidalgo@colegiomiralmonte.es

distinta de la Idea de Bien, el denominado Motor Inmóvil, que luego se presenta en la


Metafísica, algunos de cuyos libros también se dice que fueron escritos durante esta
época. Ocurre lo mismo con la Ética a Eudemo, ciertas partes de la Política, y los
escritos De caelo y De generatione et corruptione.

El tercer período, el de los años que coinciden con su actividad en el Liceo (335-322),
nos muestra a un Aristóteles plenamente consciente de la alternativa teórica, intelectual,
que debía construir con respecto a Platón y de acuerdo a su tiempo. Es entonces cuando
lo vemos desarrollar, con una asombrosa capacidad organizativa, un complejo sistema
filosófico bien anclado empíricamente, como corresponde a un filósofo que se
desempeña también con una alta rigurosidad en labores científicas, de estudio de la
naturaleza, como ponen de relieve las obras que, de este tercer período, se clasifican
como obras de “filosofía natural”: la Física (ocho libros), los Meterológicos (cuatro
libros), las Historias de los animales (diez libros de anatomía y fisiología), los tratados
De incessu animalium y De motu animalium (un libro cada uno), el De generatione
animalium (cinco libros), Problemas, De anima y los Parva naturalia (colección de
tratados sobre la percepción, la memoria, el sueño y la vigilia, la longevidad y la
brevedad de la vida, la vida y la muerte, etc.).

Además de estas obras de filosofía natural, durante este tercer período se cuentan
también los escritos sobre lógica, los escritos metafísicos, las obras sobre ética y política
y las obras sobre estética, historia y literatura (tal es el repertorio de temas trabajados
por Aristóteles). Entre los primeros, las Categorías, De interpretatione (sobre la
proposición y el juicio), Primeros analíticos (sobre la inferencia), Analíticos segundos
(sobre la demostración, el conocimiento de los principios, etc.), Tópicos (sobre
dialéctica o demostración probable) y Falacias sofísticas. De los escritos metafísicos,
los libros de la Metafísica (lo que Aristóteles entendía como “ciencia primera”, por
encima de disciplinas como la Física o la Matemática) que corresponden a las lecciones
aristotélicas de esta época. Magna moralia (dos libros), la Ética a Nicómaco y algunos
de los libros de Política, son las obras que se incluyen dentro de las citadas sobre ética y
política. Así que, finalmente, dentro del último grupo encontramos la Retórica (tres
libros) y la Poética (perdida en parte).

Como queda de manifiesto, el alcance y la altura del proyecto intelectual de Aristóteles


resulta difícilmente comparable. Sin embargo, como ocurre con cualquier obra
filosófica o de otro tipo, las investigaciones aristotélicas y su recorrido filosófico deben
comprenderse en el marco del contexto histórico al que pertenecen, puesto que, si bien,
por un lado, Aristóteles logró sintetizar y responder a las tradiciones filosóficas y
científicas anteriores, como por ejemplo intentaría Hegel siglos después, por otro lado,
su filosofía es en muchos aspectos una respuesta a su tiempo, como revelan, por
ejemplo, sus trabajos más estrictamente políticos.

Aristóteles nace en el año 348/3 en Estagira, Tracia. Hijo de Nicómaco, médico del rey
de Macedonia Amintas II. A los diecisiete años es enviado a Atenas para cursar
estudios, y en el 368/7 pasa a ser miembro de la Academia de Platón, como se ha
Aristóó teles. Cóntextualizacióó n antonio.hidalgo@colegiomiralmonte.es

indicado antes. No insistiremos más en la obvia influencia que Platón ejerció sobre el
estagirita. Después de la muerte de Platón, Aristóteles abandona la Academia y se
traslada a Assos (donde funda una especie de réplica de la Academia platónica) y,
posteriormente, a Mitilene, donde comienza su amistad con Teofrasto, que pasará a ser
con el tiempo su discípulo más famoso. Años después, en el 343/2, Aristóteles es
invitado por Filipo de Macedonia a ir a la corte de Pella para encargarse de la educación
de su hijo Alejandro, que tenía entonces trece años, y no abandona Macedonia hasta que
éste subió al trono, en el 336/5. Al regresar a Atenas, funda el Liceo, una institución que
además de su función educadora e instructiva, tuvo el carácter (más marcadamente que
la Academia) de sociedad en la que los pensadores ya maduros proseguían sus estudios
e investigaciones: era, en resumidas cuentas, algo así como una universidad o
institución científica, equipada de biblioteca y con un cuadro de profesores, dándose en
ella cursos con regularidad. Sin embargo, en el 323 a.C., después de la muerte de
Alejandro, y dadas las relaciones entre Grecia y el Imperio Macedónico, Aristóteles se
ve obligado a huir a Calcis, donde muere el 322/1. Es, a su vez, el inicio del tiempo que
se conoce como “helenismo”, una época que traerá nuevas corrientes a la filosofía
(estoicismo, epicureísmo, escepticismo) y otras claves.

Hecho este apunte biográfico, son necesarios algunos comentarios a modo de


complemento, especialmente para dibujar lo que vienen a ser las claves epocales más
importantes, las que afectan directamente al pensamiento aristotélico. Comencemos
señalando que Aristóteles vive en una época marcada por la decadencia de Atenas y su
desaparición completa en tanto que potencia hegemónica, certificada por la derrota de
Tebas y Atenas ante Filipo II en la batalla de Queronea. Lo que Aristóteles contempla es
el auténtico ocaso del mundo griego (de una manera mucho más profunda que Platón), y
entre sus consecuencias, el fin de la ciudad como marco político privilegiado. Como
recuerda Antoni Domènech, tanto en el pensamiento político de Platón como en el de
Aristóteles, el modelo de referencia es la ciudad, la polis antigua, Atenas; y por eso se
puede afirmar, así lo hace Domènech, que la ciudad sobre la que reflexiona Aristóteles
en su Política es una ciudad que ya no existe, en pleno proceso de desaparición. Por
decirlo sencillamente, el mundo que conoce Aristóteles ha ampliado sus fronteras hasta
límites insospechados. No es, por tanto, un mundo de ciudades, sino imperial: el del
Imperio Macedónico de Alejandro Magno. Atenas, como el resto de antiguas ciudades,
ya no son unidades autónomas, soberanas, sino partes de un territorio vastísimo; de un
mundo mucho más grande, más complejo, más difícil, que los estoicos, posteriormente,
pensarán en términos de cosmopolitismo. El gesto de su Política es, así pues, de
repliegue.

No obstante, interesa destacar que, si bien en términos geopolíticos observamos un largo


proceso de unificación, también el pensamiento de Aristóteles sigue esas coordenadas.
Aristóteles no representa un momento más, entre otros, del contexto intelectual de la
Grecia del siglo IV, sino una especie de respuesta integradora, una gran operación de
síntesis, a través de la cual observamos a Aristóteles encajando dentro de un sistema
filosófico amplio las propuestas, inquietudes y reflexiones que se han ido desarrollando
durante los dos siglos anteriores. Por supuesto, el interlocutor principal de Aristóteles
Aristóó teles. Cóntextualizacióó n antonio.hidalgo@colegiomiralmonte.es

siempre fue Platón, cuya Teoría de las Ideas transforma bajo una clave hilemórfica, y
cuyo ideal de una ciencia única de lo universal y lo necesario es abandonado en favor de
una concepción más compleja en la que la defensa de la ciencia en esos términos (las
llamadas “ciencias teoréticas”) no impide reconocer que tanto en lo relativo a la moral
como en lo relativo a la técnica (“ciencias prácticas” y “productivas”), la categoría
central no es lo necesario, sino lo contingente.

Pero la mirada aristotélica se dirige más allá de su maestro. Así, por ejemplo,
Aristóteles describe cuál es su propia genealogía al escribir la Metafísica: los filósofos
llamados “presocráticos”, a los que comenta y responde, reconociendo su contribución
dentro de lo que viene a ser un programa de investigación que asocia la filosofía al
estudio de la naturaleza, sus causas y principios. De igual modo, cabe destacar, por
ejemplo, el diálogo que Aristóteles mantiene con la tradición sofista (y la centralidad
que asignaba ésta al lógos eikós) y los problemas vinculados a la retórica, resultado del
cual son los tres libros de la Retórica citados antes (una disciplina que Platón, sin
embargo, se había negado a incluir en el canon de los saberes dignos de estudio). Por
otra parte, no fue la simple crítica a Platón lo que incitó a Aristóteles a otorgar
relevancia a la observación y el conocimiento empírico (incluida la inducción como
metodología, cuya primera formulación Aristóteles atribuye a Sócrates) que demuestra
en sus obras de biología: también aquí debemos recordar que, además de los desarrollos
propios de disciplinas como la medicina, la cultura a la que Aristóteles pertenece
presenta un interés nuevo y profundo por la realidad, que se muestra, por ejemplo, a
través del gusto naturalista o sensualista del arte (es la época de Escopas y Praxíteles).

En suma, los presocráticos, los sofistas, por supuesto Platón –con quien Aristóteles
siempre compartió la idea de la filosofía como “ciencia primera”– y las posiciones
teóricas más avanzadas en el conocimiento empírico, naturalista. Lo cual nos muestra
un Aristóteles que, en lo que concierne al contexto intelectual al que pertenece, destaca
sobremanera por saber recoger y unificar dentro de un proyecto teórico propio las
grandes y más interesantes tendencias no sólo de su tiempo, sino también de la historia
de la filosofía hasta ese momento.

También podría gustarte