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ARISTÓTELES (384-322 a.

C)

1º. Contexto histórico-filosófico de Aristóteles


2º. Pensamiento de Aristóteles

1º. La interpretación de la realidad:

a) Metafísica: la teoría hilemórfica de la sustancia


b) Física: el problema del movimiento
c) Cosmología

2º. Teoría del conocimiento: la teoría de la abstracción


3º. Antropología
4º. Pensamiento ético-político:

a) Ética: el eudemonismo
b) Teoría de la virtud
c) El hombre como animal político

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1º. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO DE ARISTÓTELES

Contexto histórico

Aristóteles nació en Estagira (Macedonia) en el año 384 a C. y murió en el 322 a C. A los


diecisiete años ingresó en la Academia de Platón, donde permaneció aproximadamente veinte
años. Tras la derrota de Atenas en la guerra del Peloponeso, Esparta dominó Grecia. Sin
embargo, el dominio espartano también fue breve debido a un acontecimiento decisivo: la
expansión de Macedonia, territorio “bárbaro”, pero muy influenciado por la cultura griega. En
el año 359 a. C. Filipo accedió al trono de Macedonia, iniciando una política expansionista
que culminó en el año 338 a. C. cuando, en la batalla de Queronea, los macedonios derrotaron
a los atenienses e impusieron su dominio sobre todas las demás polis griegas, que perdieron
su independencia y pasaron a formar parte del imperio macedónico.

En el año 334 a. C. Filipo fue sustituido en el trono por su hijo Alejandro Magno, que
había sido educado precisamente por Aristóteles. Alejandro continuó con la política
expansionista de su padre levantando un imperio que en su momento de máximo esplendor se
extendía desde el actual Irán a Egipto. Este vasto imperio se desmembró tras la temprana
muerte de Alejandro Magno en el año 323 a. C. Se inició entonces lo que hoy se conoce con
el nombre de helenización, es decir, el proceso de expansión de la cultura ateniense por todo
el territorio del imperio macedónico.

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Desde un punto de vista sociocultural, la edad de oro (Siglo de Pericles) ya había pasado,
aunque Atenas siguió teniendo una vida cultural muy importante. Destacaron, por ejemplo,
Demóstenes en la oratoria. Famosas fueron sus Filípicas, discursos en los que atacaba el afán
expansionista de Filipo. Igualmente, destacaron Praxíteles en escultura y Apeles en pintura.
En general, el arte desarrolló una tendencia sensualista alejada ya del clasicismo racionalista
de la época platónica. El idealismo es sustituido por el realismo. Por último, cabe destacar el
importante desarrollo de la ciencia, donde sobresalen autores como Eudoxo y, sobre todo,
Euclides en geometría.

En cualquier caso, los últimos años de vida de Aristóteles coincidieron con la decadencia
del Imperio macedónico. En las décadas posteriores, Atenas perderá progresivamente
importancia siendo sustituida por Alejandría, que se consolidará como el nuevo centro
cultural y científico del mundo antiguo.

Contexto Filosófico

Aristóteles es el primer filósofo histórico, en el sentido de que fue plenamente consciente


de que su pensamiento era el resultado de un desarrollo histórico que se había iniciado con la
filosofía presocrática y que abarcaba hasta su maestro Platón. En sus obras, Aristóteles
expone, examina y critica las teorías de sus predecesores, demostrando tener un completo y
profundo conocimiento de todas ellas.

De manera un tanto general puede afirmarse que Aristóteles concibió su filosofía como
una alternativa a las elaboradas por Demócrito (atomismo) y, sobre todo, por su maestro
Platón.

En oposición a Demócrito, Aristóteles rechazó la idea de que la estructura de la realidad


pudiese explicarse satisfactoriamente a partir de las nociones de vacío y azar. Sustituyó el
mecanicismo atomista por su interpretación teleológica de la naturaleza.

Más decisiva fue su crítica a la ontología platónica. Aunque aceptó la existencia de las
ideas o esencias (formas en el lenguaje aristotélico), sin embargo, negó que pudiesen existir al
margen de las cosas sensibles. Ello le llevó a rechazar el dualismo ontológico de su maestro y
a elaborar una teoría ontológica alternativa: la teoría hilemórfica de la sustancia.

La influencia de la filosofía presocrática fue también notable en Aristóteles. Resolvió de


una manera original y satisfactoria la vieja polémica acerca de la realidad del movimiento
sostenida por Parménides y Heráclito, al afirmar que, en realidad, el movimiento es el paso
del no-ser al ser o, lo que es lo mismo, de la potencia (no-ser relativo) al acto (ser).

Aristóteles mostró también un gran interés por las cuestiones de ética y política. Como
Platón, intentó concebir un Estado ideal, pero en vez de diseñar una utopía adoptó un
planteamiento “realista”. Estudió hasta 148 Constituciones diferentes, comparándolas y
analizándolas críticamente, para deducir la mejor forma posible de organización socio-
política, que sería aquella que, por encima de cualquier otra consideración, estuviese orientada
a la consecución del bien común.

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Por último, cabe también señalar la influencia que sobre él ejercieron algunas teorías
científicas (matemáticas, astronomía, ciencias naturales, geografía). Influencias especialmente
visibles en sus reflexiones sobre la naturaleza, el origen y composición del Cosmos o en sus
estudios sobre los seres vivos (por ejemplo, sobre los animales).

2º. PENSAMIENTO DE ARISTÓTELES

1º. LA INTEPRETACIÓN DE LA REALIDAD

a) Metafísica: la teoría hilemórfica de la sustancia

La concepción de la realidad de Aristóteles es muy distinta de la platónica. De hecho debe


entenderse en gran medida como una crítica a la teoría de las Ideas. Para Aristóteles, las cosas
físicas sí son auténticos seres o realidades, no simples apariencias o realidades engañosas. La
esencia de las cosas debe estar en las cosas mismas y no separadas de ellas. Por este motivo
suele decirse que mientras Platón fue un pensador idealista, su discípulo defendió una actitud
filosófica realista o empirista.

Tres son las razones fundamentales por las que la teoría de las Ideas ha de ser rechazada,
según Aristóteles:

1ª. Al defender la existencia de las Ideas separadas de las cosas, Platón se vio obligado a
defender un dualismo ontológico, pero esto, según Aristóteles, supuso duplicar la realidad y,
en consecuencia, aumentar la dificultad de su explicación, pues la filosofía debía explicar
entonces dos mundos: sus semejanzas, diferencias, relaciones, etc.
2ª. El mundo de las Ideas no puede explicar de manera satisfactoria el mundo sensible,
porque si las esencias están separadas de las cosas, entonces no pueden ser esencias de las
cosas, ya que la esencia de algo debe estar necesariamente en ese algo y no fuera de él.
3ª Al ser inmutables, las Ideas no sirven para explicar el atributo más importante de la
realidad: el cambio o movimiento. En el mundo empírico observamos que los seres cambian
constantemente (surgen, se modifican, se destruyen o mueren…), pero las Ideas al ser
inmutables no pueden explicar ese dinamismo de la naturaleza.

La crítica a la teoría de las Ideas no implica que Aristóteles defienda posturas relativistas
como los sofistas. En realidad, él no rechazó totalmente esa teoría, sino únicamente la
afirmación de que las Ideas se encuentran separadas de las cosas, pero, como Sócrates y el
mismo Platón siempre defendió la existencia de esencias universales, de cuyo conocimiento
debería ocuparse la ciencia en general y, en concreto, la primera y más importante de todas: la
metafísica. Aristóteles, pues, consideraba que el objetivo de la filosofía debía ser el estudio de
lo universal, esto es, de las esencias. Pero al rechazar la teoría de las Ideas llevó a cabo una
revalorización muy notable del mundo empírico, frente a la negativa consideración
platónica del mismo (“realidad aparente”, mundo de engaño, error, de la mera opinión…).

La metafísica o filosofía primera constituye un conocimiento teórico que ocupa el lugar


más destacado en el conjunto del conocimiento humano pues se centra en el estudio de las
sustancias inmutables, de los primeros principios y causas de todas las cosas. En realidad,
Aristóteles asignó a la metafísica un “objeto” de estudio bien definido: el ser. Es, por lo tanto,

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la ciencia más general que existe y la que debe servir de fundamento para el resto de ciencias,
sean teóricas (matemáticas y física), prácticas (ética o política) o productivas (medicina,
poética, música…). Es la más general porque se ocupa del ser en general, de sus causas y
principios, mientras que el resto de ciencias son particulares.

La metafísica en Aristóteles puede, a su vez, entenderse de dos formas: como ontología:


ciencia del ser en cuanto ser y de sus atributos esenciales, y como teología: ciencia del ser por
excelencia, del ser supremo, que no necesita a ningún otro para existir, es decir, el Primer
Motor Inmóvil o Dios
El ser y la sustancia

El término ser tiene múltiples significados, pero no es un término equívoco puesto que sus
distintos sentidos tienen una conexión entre sí, comparten algo que les otorga unidad. Ese
algo común es la sustancia. Según Aristóteles, todos los modos de ser son sustancias o
afecciones de una sustancia. El filósofo griego entendía por sustancia aquello que existe
por sí mismo. Por lo tanto, el sujeto o soporte que sustenta todos los accidentes que se
predican de ella. Los accidentes se predican siempre de una sustancia, mientras que la
sustancia no se predica nunca de ninguna otra cosa. Aristóteles sostuvo que el ser podía
predicarse de muchas maneras. Llamó categorías a las distintas predicaciones del ser, que
pueden cambiar sin que la esencia de la sustancia cambie.

CATEGORÍAS

Sustancia Hombre, mesa, árbol


Cantidad 1.80 m de altura, tres metros de larga, un
metro de alto
Cualidad Tranquilo, redonda, frondoso
Relación Hermano de, más grande que, más verde que
Lugar En Madrid, en la clase, en el parque
Tiempo Ayer, ahora, dentro de una semana
Posición Al lado de, encima de, frente a
Estado Sentado, estropeada, talado
Acción Hablando, soportando, dando sombra
Pasión Es escuchado, es empujada, es podado

Aristóteles diferenció entre dos tipos de sustancias:

1ª. Las sustancias primeras, que serían los entes concretos e individuales. Son las
sustancias entendidas en sentido riguroso (Sócrates, mi perro, el árbol de mi calle…).
2ª. Las sustancias segundas, que serían los entes universales, los géneros y las
especies (hombre, mamífero, árbol…). No pueden existir separadas pues si así fuera
equivaldrían a las Ideas platónicas. Al corresponder a la categoría de sustancia, se vio
obligado a llamarlas segundas para diferenciarlas de las primeras.

La teoría hilemórfica permite a Aristóteles aclarar la distinción entre la sustancia primera y


la sustancia segunda. Básicamente, la teoría sostiene que todo ente sensible o perceptible
(tanto los naturales como los artificiales) está compuesto de materia (hylé) y forma

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(morphé). La materia es aquello de lo que está hecho una cosa u ente. Así, la materia de
una mesa puede ser la madera, el mármol o el plástico. La materia de un hombre serán los
músculos, los huesos, los órganos vitales… La forma es lo que hace que algo sea lo que es.
La forma es, por lo tanto, la esencia de la cosa, lo universal (la Idea platónica), pero no
separada de las cosas, sino presente en ellas. Pero es muy importante tener presente que no
debe identificarse la forma sustancial con la estructura de un ser, es decir, forma no como
sinónimo de figura. La forma sustancial no tiene “forma” sensible alguna, es un principio
estructural universal, subyacente en los individuos concretos, que los hace pertenecer a una
determinada especie de ser.

Por consiguiente, materia y forma son dos principios que conforman un todo sustancial,
un solo ser, y no se pueden separar (del mismo modo que no se pueden separar en una estatua
de mármol el mármol y la figura). En el mundo físico no puede haber materia sin forma ni
forma sin materia. Por lo tanto, la forma no es nada sin la materia, no puede existir al margen
de ella. (Solo hay una excepción: el Primer Motor Inmóvil o Dios, que es solo forma sin
materia). Materia y forma son eternas, pero no existen independientemente la una de la otra,
sino unidas: o se dan juntas o no se dan. Pueden distinguirse mediante el pensamiento, pero en
la realidad son inseparables.

Además es importante tener presente que, según Aristóteles, hay dos niveles o tipos de
materia: la materia prima o primera y la materia segunda.

Componente material último del Cosmos.


Es la materia sin forma alguna. En
MATERIA PRIMERA realidad, no es algo que exista en la
naturaleza, sino que es una simple
abstracción necesaria.
Es el resultado de aportar a la materia
prima un componente formal. Las
primeras materias segundas que nos
encontramos son los cuatro elementos de
MATERIA SEGUNDA los que habló Empédocles: aire, agua,
tierra, fuego. A partir de ellas se forma la
materia de cada clase de seres: cada árbol
produce su propio y específico tipo de
madera, cada especie viviente posee sus
órganos o tejidos correspondientes…

De los dos elementos que componen todo ser natural, Aristóteles consideró que la forma
es ontológicamente superior a la materia. La materia es principio de individuación porque
gracias a ella se distinguen las sustancias primeras. Si no hay entes concretos iguales es
gracias a que su materia no es igual. Por el contrario, la forma es principio de especiación, en
cuanto que “hace” la especie (hombre, caballo, mesa…). La materia es singular, la forma es
universal. Por ejemplo: Sócrates y Platón son de la especie “hombre” (comparten la misma
forma sustancial), pero son individuos distintos porque tienen materias distintas (distinta
altura, peso, constitución, color de pelo, ojos…).

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b) Física: el problema del movimiento

Frente a la metafísica que se ocupa del ser en general, la física estudia el ser natural, es
decir, la naturaleza (physis). Aristóteles defendió una concepción teleológica de la
naturaleza, según la cual todo proceso natural sigue un fin que le orienta y dirige, de tal
manera que cuando dicho fin se alcanza, ese proceso se realiza plenamente. Eso significa
aceptar que en la naturaleza nada ocurre por azar o capricho o sin motivo alguno.

Por otro lado, concibió la naturaleza como movimiento. Los objetos de estudio de la física
se caracterizan por estar dotados de movimiento. En realidad, el cambio o movimiento es el
atributo fundamental de la naturaleza y, por eso, comprenderlo y explicarlo es el problema
esencial de la física. A diferencia de Platón que consideró a la física como una ciencia
“menor”, que al ocuparse del mundo sensible quedaba reducida al ámbito de la opinión
(doxa), Aristóteles la considerará un saber fundamental para poder comprender la realidad.

Para explicar el movimiento, Aristóteles elaboró su teoría del acto y la potencia. Con ella
lograba resolver satisfactoriamente el problema planteado por Parménides sobre la
incapacidad de pensar y comprender el movimiento. Para el filósofo presocrático, todo
movimiento, todo cambio era en el fondo imposible porque equivaldría al paso del No-Ser al
Ser, lo que, desde un punto de vista lógico, supone una contradicción. Para poder explicar el
movimiento, Aristóteles sostuvo que toda sustancia primera (individuo o ente concreto) está
compuesta, además de por materia y forma, por otras dos estructuras ontológicas
fundamentales: acto y potencia. Un ente puede ser algo o tener la posibilidad de serlo, pero
sin serlo aún. En el primer caso decimos que es en acto, en el segundo que es en potencia.
Usemos un ejemplo. Una semilla no es aún un árbol, es un árbol en potencia, pero es una
semilla ya en acto. Un niño es un niño en acto y un adulto en potencia. El paso de la potencia
al acto es el paso del no-ser relativo al ser y en ello consiste el movimiento. Al introducir
esta noción de “no-ser relativo” (o ser en potencia), Aristóteles estaba salvando el
planteamiento de Parménides y explicando el cambio y devenir observable en el mundo
empírico. Parménides habría pensado solo con dos categorías: no ser y ser, mientras que
Aristóteles introduce la noción de “no-ser relativo”. Pensar el movimiento como tránsito de
la potencia al acto fue mérito aristotélico.

La teoría del acto y la potencia complementa a la hilemórfica. Igual que la forma tiene
prioridad ontológica sobre la materia, también el acto prevalece sobre la potencia. El acto es
la culminación, la plena realización y actualización de aquella realidad que en potencia estaba
solo prefigurada.

Por último, señalar que el paso de la potencia al acto ocurre de manera distinta según se
trate de un ser natural (una bellota o un niño) o un ser artificial (una mesa). En el primer caso,
la causa del movimiento es interna al propio ente. La propia naturaleza (physis) se encarga de
efectuar ese proceso. En el caso de los entes artificiales, el paso de la potencia al acto requiere
siempre la actuación de un agente externo, de una causa que está fuera del propio ente. Así,
para que unas tablas de madera (mesa en potencia) se conviertan en mesa (mesa en acto) es
necesario que un carpintero actúe sobre ellas y les transforme en mesa.

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El movimiento: elementos y tipos

Una vez definido el movimiento en general (paso de la potencia al acto), Aristóteles


diferenció los dos tipos generales de movimiento existentes en la naturaleza: Cambio
sustancial: cuando se genera una sustancia nueva o deja de existir una ya existente. Implica un
cambio de forma. En el caso de los seres naturales, se produce cuando nace o muere un ente.
En el de los seres artificiales cuando algo es producido o destruido. Cambio accidental: No se
generan ni destruyen sustancias, sino que sufren cambios en aspectos no esenciales de su ser,
es decir, experimentan modificaciones accidentales, pero la forma se mantiene. El cambio
accidental puede ser de tres tipos: cuantitativo (un árbol que crece), cualitativo (las hojas del
árbol se caen) o locativo (un árbol que es trasplantado).

Por último, la explicación aristotélica del cambio destacó también los distintos elementos
que intervienen en dicho proceso. En todo cambio, ya sea sustancial o accidental, se aprecia
una estructura común: hay algo que permanece a través del cambio, algo que desaparece y
algo que aparece. El siguiente esquema recoge cómo se combinan estos elementos según el
tipo de cambio que se produzca

Algo que desaparece Algo que aparece Algo que permanece


Cambio sustancial Una sustancia Una sustancia La materia prima
Cambio accidental Un accidente Un accidente La sustancia

La teoría de las cuatro causas

Conocer algo de modo científico implica conocer sus causas, por eso la física debe
estudiar también las causas del cambio o movimiento. Aristóteles diferenció cuatro tipos de
causas:

1ª. La causa material: aquello de lo que algo está hecha la sustancia (mármol)
2ª. La causa formal: aquello que hace que una sustancia sea lo que es y no otra cosa. Es la
esencia o forma (idea o forma de estatua)
3ª. La causa eficiente o agente: agente o productor del ente (escultor)
4ª. La causa final: aquello que mueve al agente a actuar, el fin que se persigue (adornar
un templo)

Para completar su explicación de la naturaleza, Aristóteles estableció como principio


fundamental que todo lo que se mueve es movido por algo, y dado que no es posible
remontarse al infinito en la serie de causas, debe existir un Primer Motor Inmóvil, que sea
causa y origen del movimiento de la physis. Se trata de una sustancia que es puro acto, forma
sin materia alguna. El primer motor tiene, pues, los caracteres de una divinidad. En la Edad
Media se identificará esta idea con el Dios cristiano…

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c) Cosmología

Para Aristóteles el cosmos era un sistema cerrado, finito, eterno y teleológicamente


ordenado (todo lo que en él sucedía tendía a un fin). El Primer Motor Inmóvil puso en
movimiento el Universo sin necesidad de moverse él. Este Primer Motor no estaría en
contacto con el Cosmos, sino que sería como una inteligencia exterior. Por debajo de él se
encuentra la esfera de las estrellas fijas. A su vez, ésta mueve la esfera de Saturno, y así
sucesivamente, hasta la esfera lunar. El filósofo griego consideró que las distintas esferas
celestes estaban compuestas por el éter, también denominado “quinto elemento” o “quinta
esencia”. Se trataría de un elemento más puro que los demás (aire, tierra, fuego y agua), que
permitiría a las esferas moverse circularmente (para los griegos, el círculo era la figura
geométrica más perfecta…).

Debajo de la esfera lunar estaría la Tierra, estática y situada en el centro del universo. En
ella los cuatro elementos se hayan mezclados, aunque cada uno busca volver a su lugar
natural (la tierra y el agua al suelo, el fuego y el aire al cielo), lo que explica los movimientos
de los cuerpos naturales que estudia la física (una piedra desciende, una llama asciende). El
movimiento rectilíneo vertical (sea de ascensión o descenso) es, pues, el movimiento natural
en el mundo sublunar. Los movimientos horizontales u oblicuos son siempre movimientos
violentos debidos a la acción de una fuerza exterior que actúa sobre ellos, y cesan en el mismo
momento en el que dicha fuerza deja de actuar.

Esta visión del cosmos se mantendrá vigente en sus aspectos esenciales (geocentrismo,
universo finito y cerrado…) durante toda la Edad Media, si bien recibirá modificaciones
derivadas del cristianismo (la idea de un cosmos eterno es sustituida por la de creación, el
Primer Motor Inmóvil por un Dios personal, omnipotente y bueno etc…). Habrá que esperar
hasta la Revolución Científica de los siglos XVI y XVI para ver nacer un modelo explicativo
nuevo del universo, gracias a las investigaciones de Copérnico, Galileo y Newton.

2º TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: LA TEORÍA DE LA ABSTRACCIÓN

La revalorización aristotélica del mundo sensible influye decisivamente su teoría del


conocimiento. La filosofía presocrática en general consideró que los sentidos resultaban
engañosos como fuentes de conocimiento, por lo que la única herramienta apta para conocer
la auténtica realidad era la razón. Este planteamiento defendido expresamente por Parménides
es heredado, como ya sabemos, por Platón, quien llevó al extremo el rechazo de todo lo
empírico. Frente a ellos, Aristóteles adoptará una postura empirista. El conocimiento debe
dirigirse al mundo sensible y, en concreto, a las sustancias primeras. Esto significa que el
conocimiento ha de tener por objeto principal las cosas sensibles del mundo empírico y no
realidades inteligibles y abstractas como las Ideas platónicas.

Como buen empirista, Aristóteles sostiene que todo nuestro conocimiento comienza con
la experiencia, es decir, con los datos que nos proporcionan los sentidos. Con este
planteamiento se niega la existencia del conocimiento innato. El alma humana al nacer es
como una tabla de arcilla lisa. La diferencia con la gnoseología de su maestro es evidente.
Mientras que Platón aceptaba la existencia de conocimientos en el alma antes de unirse al
cuerpo (que luego debería recordar…), Aristóteles considera que antes de la experiencia
sensible no hay en el alma conocimiento alguno.

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Así pues, la sensación constituye el primer nivel de conocimiento humano. Mediante los
sentidos obtenemos datos procedentes de la realidad que nos rodea (sonidos, colores, formas,
texturas…). Tras la sensación, interviene la memoria, gracias a la cual es posible almacenar y
conservar los datos proporcionados por la sensación. Por último, la imaginación nos permite
la reproducción en la mente de objetos percibidos anteriormente, cuando no están ya
presentes, lo que amplia nuestra capacidad de conocer, juzgar y razonar.

Ahora bien, aunque el conocimiento sensible es el punto de partida de todo conocimiento,


sin embargo hay que tener muy presente que no constituye el conocimiento más elevado ni el
propiamente humano. Este saber es, para el filósofo griego, la sabiduría (sophia). Es un
conocimiento intelectual que es continuación del conocimiento sensible. Se ocupa de lo
universal y es el saber de las cosas por sus primeros principios y causas. Precisamente por
ser conocimiento causal es superior a los otros tipos de conocimiento específicamente
humanos: la experiencia (se sabe el qué, pero no el por qué) y la técnica.

La teoría del conocimiento aristotélica debía resolver una cuestión fundamental: ¿cómo se
pasa del conocimiento sensible (particular, concreto, subjetivo…) al universal (general,
común, objetivo…)?, ¿cómo se pasa de la sensación al concepto universal? Para explicar este
tránsito, Aristóteles elaboró su teoría de la abstracción. Los conceptos universales (por
ejemplo, árbol u hombre), llamados también sustancias segundas, no son Ideas que están en el
alma desde siempre, sino resultado de un proceso de abstracción a partir de las imágenes
sensibles concretas que se obtienen por los sentidos. El proceso de desarrolla a lo largo de
diferentes momentos:

1º. Los sentidos proporcionan la imagen de una sustancia concreta (el árbol de mi calle)

2º. Esa imagen queda grabada o almacenada en la memoria

3º. El entendimiento agente se encarga de desmaterializar esa imagen, es decir, de


eliminar de ella sus rasgos accidentales (tamaño concreto del árbol, su situación, su especie –
castaño, abedul, ciprés…-). Este entendimiento saca o abstrae la forma universal presente
en ese árbol concreto y elimina los accidentes. Así pues, el entendimiento agente realiza
propiamente la separación de la forma y la materia, quedándose con el elemento formal que
expresa a través de un concepto en el que se manifiestan, por lo tanto, las características
esenciales del objeto.

4º. Por último, el entendimiento paciente recibe la forma abstraída y permite al ser
humano aplicar los conceptos universales al lenguaje y, de este modo, pensar y comunicarse.

Por último señalar que en la Metafísica Aristóteles hizo una exhaustiva clasificación de las
ciencias, distinguiendo tres tipos generales de saber: el saber productivo, el saber práctico y el
saber contemplativo o teórico. El saber productivo se relacionaría con “ciencias” como la
música, la arquitectura, la escultura o la medicina. El saber práctico con la ética, la política y
la economía. Por su parte, el saber teórico o contemplativo se encontraría en las matemáticas,
la física y, sobre todo, en la filosofía primera o sabiduría (conocimiento de las causas y
principios del ser y del Primer Motor Inmóvil). Este saber sería el más elevado porque su
finalidad es el saber mismo, la pura contemplación, el puro conocimiento de la verdad sin
tener en cuenta su utilidad.

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3º. ANTROPOLOGÍA

La teoría de la sustancia mantenida influye decisivamente en la antropología de


Aristóteles. Frente al dualismo radical de su maestro, él concibe al ser humano de acuerdo con
las ideas fundamentales de dicha teoría, partiendo de la idea de que no es posible la existencia
de formas separadas: la sustancia es un compuesto indisoluble de materia y forma. El hombre,
pues, ha de ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materia del hombre es el
cuerpo y su forma el alma. Aristóteles acepta la existencia del alma como principio vital:
todos los seres vivos están dotados de alma. Pero interpreta también que el alma es la forma
de la sustancia, es decir, el acto del hombre, en la medida en que la forma representa la
actualización o la realización de una sustancia. Coincidirá, pues, con Platón en defender una
antropología dualista, pero se separará de él al concebir la unión cuerpo-alma como sustancial
y natural. No existe el alma por un lado y el cuerpo por otro, sino que ambos existen
exclusivamente en la sustancia "hombre". Como es evidente, el alma no puede ser inmortal,
como afirmaba Platón, ya que no es posible que subsistan las formas separadamente de la
materia. Cuando el hombre muere se produce un cambio sustancial y eso supone la pérdida de
la forma, es decir, la destrucción del alma.

Aristóteles distingue en su tratado De Anima tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y


la racional. El alma vegetativa ejerce las funciones de asimilación y de reproducción y es el
tipo de alma propio de las plantas. Se encuentra vinculada con las funciones propias del
mantenimiento de la vida. Puesto que estas funciones vitales son comunes a todos los seres
vivos, todos han de poseer un tipo de alma capaz de realizarlas.

El segundo tipo de alma es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No solo está
capacitada para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla también la
percepción sensible, el deseo y el movimiento local, lo que permite a los animales disponer de
todas las sensaciones necesarias para garantizar su supervivencia, tales como las derivadas del
gusto y el tacto; ello permite también a los animales disponer de imaginación y memoria dos
facultades que, para Aristóteles, derivan directamente de la capacidad sensitiva de los
animales.

El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las
funciones propias de las almas inferiores, el alma racional está capacitada para ejercer
funciones intelectivas. Es un alma exclusiva del ser humano. Siendo el alma la forma del
hombre no puede existir más que un alma, que ha de realizar tanto las funciones "irracionales"
de la nutrición y la sensación, como las funciones racionales, intelectivas, la capacidad de
razonar. Las funciones racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma
(la capacidad del conocimiento científico) y el conocimiento de la verdad con fines prácticos
(la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, el alma es no solo principio vital, sino, al igual
que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como
animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia.

En cualquier caso no debe entenderse que el alma se divida en tres partes, como afirmaba
Platón, sino que dentro del alma podemos encontrar distintas funciones. Esta división permite
a su vez explicar la escala de seres vivos, ya que no todos poseen las tres almas.

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EL ALMA Y SUS FUNCIONES

CLASE PROPIA DE FUNCIONES


PLANTAS -Nutrición

Vegetativa Solo tienen la vegetativa -Crecimiento

-Reproducción
ANIMALES -Sentidos

Sensitiva Tienen además la vegetativa -Apetito

-Locomoción
SERES HUMANOS -Entendimiento

Racional Tienen además la vegetativa y -Voluntad

la sensitiva

Se ha discutido mucho sobre si Aristóteles aceptó algún tipo de inmortalidad del alma
racional. Parece claro que no respecto a las funciones vegetativa y sensitiva, que no tienen
sentido separadas del cuerpo; también así lo parecería respecto a la parte intelectiva, teniendo
en cuenta la teoría hilemórfica de la sustancia y, por consiguiente, la imposibilidad de la
existencia separada de las formas. La cuestión, sin embargo, no quedó clara pues hay algunos
textos en los que parece defenderse la idea de la inmortalidad del alma racional, insistiéndose
en que puede subsistir separada del cuerpo. Esta ambigüedad provocó complejos y
apasionados debates durante la Edad Media, por ejemplo, entre los averroístas latinos y
Tomás de Aquino.

4º. PENSAMIENTO ÉTICO-POLÍTICO

a) Ética: el eudemonismo

Aristóteles expuso sus ideas éticas fundamentales en su libro Ética a Nicómaco. En ella se
afirma que toda acción humana se realiza con vistas a un fin (nuevamente la visión teleológica
de la realidad aristotélica…) y el fin de la acción es el bien que se busca. El fin, por lo tanto,
se identifica con el bien. Pero muchas de esas acciones emprendidas por el hombre son un
"instrumento" para conseguir, a su vez, otro fin, otro bien. Por eso, Aristóteles diferencia entre
“fines medios” y “fines últimos”. Por ejemplo, nos alimentamos adecuadamente para gozar de
salud, por lo que la correcta alimentación, que es un fin, es también un instrumento (fin
medio) para conseguir otro fin: la salud. ¿Hay algún fin último?, ¿hay algún bien que se
persiga por sí mismo y no como instrumento para alcanzar otra bien? Debe aceptarse que sí lo
hay, pues si la vida humana girase solo en torno a “fines medios”, entonces sería imposible
dotarla de un sentido último que justificara la existencia de los “fines medios”, que no se
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buscan por sí mismos. Aristóteles nos dice que la felicidad es el bien último al que aspiran
todos los hombres por naturaleza. Por eso, la ética aristotélica puede llamarse eudemonista
(en griego, felicidad se dice eudaimonía -εὐδαιμονία-). Ahora bien, no todos los hombres
tienen la misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad: para unos la felicidad
consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros en los honores, etc. ¿Es posible
encontrar algún hilo conductor que permita decidir en qué consiste la felicidad, más allá de las
ideas de cada cual? Con otras palabras, ¿es posible escapar del relativismo y lograr una
definición universal de felicidad?

Con su rechazo de la existencia separada de las formas, Aristóteles va a matizar la


orientación intelectualista de la ética socrática-platónica, entre otras cosas por considerarla
una teoría demasiado ingenua al minusvalorar el papel de la voluntad en el ámbito de la vida
práctica. Saber qué es el bien no implica necesariamente hacerlo. Junto a un entendimiento
bueno es necesaria una voluntad que quiera realiza acciones buenas.

La ética no puede ser una ciencia que dependa del conocimiento de la definición universal
del Bien, sino una reflexión práctica encaminada a la acción, por lo que ha de ser en la
actividad humana en donde encontremos los elementos que nos permitan definir la felicidad.
Cada sustancia tiene una función propia que viene determinada por su naturaleza; actuar en
contra de esa función equivale a actuar en contra de la propia naturaleza. ¿Cuál es esa función
en el caso del ser humano? Para contestar esta pregunta es necesario mirar la naturaleza del
hombre y examinarla.

De acuerdo con su psicología, Aristóteles considera las funciones propias del alma racional
como las más elevadas. Son específicas del ser humano y, por lo tanto, en ellas debe buscarse
prioritariamente la función propia de ese ente. Ello llevó al filósofo griego a identificar
felicidad y racionalidad. El ejercicio de la razón (plasmado en la búsqueda del conocimiento,
del saber, etc.) debe conducir a la felicidad. Así, la vida contemplativa aparece como el ideal
de felicidad. Sin embargo, el propio Aristóteles fue plenamente consciente de que esa era una
comprensión demasiado utópica o irreal de felicidad, pues el alma racional incluye también
las funciones sensitivas y vegetativas. Ello le obligó a formular otra definición más “real” de
felicidad, según la cual, ésta se lograría al encontrar un equilibrio entre distintos factores:
conocimiento, disfrute moderado de bienes externos (salud, amigos…), un cierto nivel
material que permita al hombre tener tiempo libre para cultivar su racionalidad, salud…

b) La teoría de la virtud:

Estrechamente vinculada con las reflexiones sobre la felicidad, se haya la teoría aristotélica
de la virtud. Ello se debe a que, para este filósofo, la felicidad es imposible sin virtud, como
indica la definición aristotélica: “felicidad es la actividad del hombre conforme a la virtud”.

En sus obras Aristóteles diferenció con claridad dos clases distintos de virtudes: las
virtudes éticas (propias de la parte apetitiva y volitiva de la naturaleza humana) y las virtudes
dianoéticas (propias de la diánoia, del pensamiento, de la función intelectiva del alma).

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Virtudes éticas

Es la repetición de las buenas decisiones lo que genera en el hombre el hábito de


comportarse adecuadamente y en éste hábito consiste la virtud. (No me porto bien porque soy
bueno, sino que soy bueno porque me porto bien). Por el contrario, si la decisión adoptada no
es correcta y persisto en ella, generaré un hábito contrario al anterior basado en la repetición
de malas decisiones, es decir, un vicio. Aristóteles define la virtud ética como un hábito, el
hábito de decidir bien y conforme a una regla, la de la elección del término medio óptimo
entre dos extremos:

"La virtud es, por tanto, un hábito selectivo, consistente en una posición intermedia para
nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente. Posición
intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto. Y así, unos vicios pecan
por defecto y otros por exceso de lo debido en las pasiones y en las acciones, mientras que la
virtud encuentra y elige el término medio. Por lo cual, según su sustancia y la definición que
expresa su esencia, la virtud es medio, pero desde el punto de vista de la perfección y del
bien, es extremo." (Ética a Nicómaco, libro 2, 6).

Este término medio no consiste en la media aritmética entre dos cantidades, de modo que
si consideramos poco dos y mucho diez el término medio fuese seis. No hay una forma de
comportamiento universal en la que pueda decirse que consiste la virtud. Es a través de la
experiencia propia como podemos y debemos ir forjando ese hábito, mediante la persistencia
en la adopción de decisiones correctas. Nuestras características personales, las condiciones en
las que se desarrolla nuestra existencia, las diferencias individuales, son elementos a
considerar en la toma de una decisión, en la elección de nuestra conducta. Lo que para uno
puede ser excesivo, para otro puede convertirse en el justo término medio; la virtud mantendrá
su nombre en ambos casos, aunque actuando de dos formas distintas. No hay una forma
universal de comportamiento y sin embargo tampoco se afirma la relatividad de la virtud.

La justicia es la virtud ética más importante. Consiste en dar a cada uno lo que es debido
y puede ser distributiva o geométrica (señala cómo deben distribuirse los bienes y honores en
una comunidad en función de los méritos de cada uno) o conmutativa o aritmética (se da entre
individuos y es correctiva, tiene como fin restituir un daño causado por otra persona o
personas).

Virtudes dianoéticas

Para determinar las virtudes dianoéticas parte Aristóteles del análisis de las funciones de la
parte racional del alma. Así, encontramos dos virtudes dianoéticas fundamentales, que se
adquirirán a través de la educación:

1ª. La prudencia: es el ejercicio correcto de la razón en su tarea de dirigir la vida


humana, ayudando a determinar racionalmente la conducta virtuosa. La prudencia es una
virtud fundamental de la vida ética del hombre, sin la cual difícilmente podremos adquirir las
virtudes éticas. Aplicada a las distintas facetas de la vida, privada y pública, del hombre
tenemos distintos tipos de prudencia (individual, familiar, política).

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2ª. La sabiduría: es la virtud que se alcanza cuando se conocen las realidades que están
por encima del ser humano. Cuando se posee la sabiduría se logra la máxima felicidad y se
llega a rozar lo divino. Es un saber teórico que no "sirve" para nada ulterior, no es un medio
para ningún otro fin, sino que es un fin en sí mismo que tiene su placer propio.

c) El hombre como animal político:

La política y la ética están estrechamente unidas. Ambas son saberes prácticos,


relacionados con la capacidad de organizar racionalmente la conducta privada y pública. En
realidad puede decirse que la política supone la culminación de la ética. Mientras que ésta se
ocupa de la felicidad del hombre individual, la política se ocupa de la felicidad o del bien
colectivo, que sólo puede lograrse en el ámbito del Estado.

Aristóteles desarrolló las cuestiones políticas en dos libros: Constituciones y Política. Más
que el diseño de lo que debería ser una sociedad perfecta o justa, lo que le interesa a
Aristóteles es determinar las características del espacio social en el que se ha de desarrollar la
vida del hombre. También bosquejará tímidamente su sociedad ideal, en los libros 7 y 8 de la
Política, pero al igual que en otros aspectos de su obra se sentirá más atraído por el análisis de
la experiencia, en este caso, el de la experiencia de la vida colectiva o social del hombre. Por
lo tanto, frente al planteamiento político platónico, basado en la descripción detallada de
un Estado ideal, Aristóteles desarrolla una teoría política realista y analítica.

Respecto al origen y constitución de la sociedad mantendrá, al igual que Platón, la teoría


de la "sociabilidad natural" del hombre. El hombre es un animal social (zóon politikon), es
decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir. No es posible pensar
que el individuo sea anterior a la sociedad, que la sociedad sea el resultado de una convención
establecida entre individuos que vivían independientemente unos de otros en un estado natural
previo, tal y como habían sostenido los sofistas. La ciudad es anterior por naturaleza a la
familia y a cada individuo. El todo, argumenta Aristóteles, es anterior a las partes. Mantiene
así una interpretación claramente organicista de la sociedad y del estado, como si éstos fuesen
“seres vivos” que buscan un fin.

El núcleo originario de la comunidad social o política es la familia. Las necesidades


naturales de los hombres, las necesidades reproductivas que llevan al apareamiento, por
ejemplo, llevan a la configuración de este pequeño grupo social que será la base de
organizaciones más amplias como la aldea y la ciudad. Las pequeñas asociaciones de grupos
familiares dan lugar al surgimiento de la aldea; y la asociación de aldeas da lugar a la
constitución de la ciudad. Aristóteles utiliza también el argumento del lenguaje para reforzar
su interpretación de la sociabilidad natural del hombre: a diferencia de otros animales, el
hombre dispone de lenguaje, un instrumento de comunicación que requiere necesariamente
del otro para poder ejercitarse; sería absurdo que la naturaleza nos hubiera dotado de algo
superfluo y sería difícilmente explicable el fenómeno lingüístico si partiéramos de la
concepción de la anterioridad del individuo respecto a la sociedad.

Aristóteles, como Platón, considera que el Estado ha de garantizar el fin que todo hombre
busca: la felicidad. Dada su naturaleza, ningún ser humano puede ser verdaderamente feliz sin
vivir en sociedad y, por eso, el Estado tiene que garantizar la consecución de dicho fin. Todas

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las leyes, normas e instituciones estatales deben estar orientadas a favorecer la felicidad de los
ciudadanos.

En el estudio de las diversas Constituciones de las ciudades-estado de su época, Aristóteles


nos propone una teoría de las formas de gobierno basada en una clasificación que toma como
referencia si el gobierno procura el interés común o busca su propio interés. Cada una de estas
clases se divide a su vez en tres formas de gobierno o tres tipos de constitución: las buenas
constituciones y las malas o desviadas. Las consideradas buenas formas de gobierno son la
monarquía, la aristocracia y la democracia, las consideradas malas, y que representan la
degeneración de aquellas, son la tiranía, la oligarquía y la democracia extrema o demagogia.
La monarquía, el gobierno del más noble con la aceptación del pueblo y el respeto de las
leyes, se opone a la tiranía, donde uno se hace con el poder violentamente y gobierna sin
respetar las leyes buscando el beneficio propio. La aristocracia, el gobierno de los mejores y
de mejor linaje, se opone a la oligarquía, el gobierno de los más ricos. La democracia o
politeia, el gobierno de todos según las leyes establecidas, se opone a la demagogia, el
gobierno de todos sin respeto a las leyes, donde prevalece la demagogia sobre el interés
común.

La democracia moderada es considerada por Aristóteles la mejor forma de gobierno,


tomando como referencia la organización social de la ciudad-estado griega: una sociedad no
excesivamente numerosa, con unas dimensiones relativamente reducidas y con
autosuficiencia económica y militar, de modo que pueda atender a todas las necesidades de
los ciudadanos, tanto materiales como espirituales. Probablemente, Aristóteles tenía presente
el tipo de democracia imperante en Atenas a finales del siglo V, la de la Constitución de los
cinco mil; le parece preferible una sociedad en la que predominen las clases medias y en la
que los ciudadanos se vayan alternando en las distintas funciones de gobierno, entendiendo
que una distribución más homogénea de la riqueza elimina las causas de los conflictos y
garantiza de forma más adecuada la consecución de los objetivos de la ciudad y del Estado.

FORMAS DE GOBIERNO

CLASIFICACIÓN GOBIERNOS JUSTOS GOBIERNOS INJUSTOS


(Buscan el bien común) (Buscan el bien individual)
Gobierno de uno Monarquía Tiranía
Gobierno de unos pocos Aristocracia Oligarquía
Gobierno de muchos Democracia Demagogia

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